Ahora bien, eso que experimentamos en la resolución precursora, a nivel de la existencia en lo que ella tiene de propio, es la temporalidad pues la misma constituye el sentido ontológico del cuidado, es decir, del ser del Dasein (SZ, § 65). Con la temporalidad hemos alcanzado el fenómeno originario y unitario que da cuenta de todas las estructuras del Dasein, las que son todas estructuras de la temporalidad, modos de temporalización de la temporalidad (SZ, p. 304). La unidad del cuidado es la de una temporalización (la palabra alemana que Heidegger emplea aquí -Zeitigung- expresa "la obra" del tiempo -Zeit- y significa por otra parte el sentido propio de la maduración), no la de una presencia subsistente de la cual el tiempo sería un marco externo. Puesto que para Heidegger no se trata ya de dar cuenta del tiempo como de ese medio donde se dispersa la presencia. Es por esto que, si él piensa, como Agostinho de Hipona - San Agustín y como Husserl , en una co-originariedad de las tres dimensiones del tiempo, no lo hace ni en el sentido de la triple presencia del pasado, del futuro y del presente en la memoria, la atención y la espera, (Confesiones, libro XI), ni en el sentido de la unidad de la protensión y de la retención, del pasado y del futuro inmediatos, en el presente vivo husserliano (Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo). Esta unificación de las dimensiones del tiempo tiene lugar todavía en el interior de un privilegio atribuido al presente -el presente eterno de Dios en Agostinho de Hipona - San Agustín, que contrasta con la "distensión" del alma creada y la presencia para sí de la conciencia que, en Husserl , es capaz por sí misma de superar su propia dispersión y de cohesionarse. Heidegger no piensa la temporalidad como el fondo de una presencia de sí infinita -la de Dios o del ego trascendental del cual Husserl dice (en un manuscrito fechado en agosto de 1936) que es "inmortal"-, sino como el modo de ser de un existente que no es originariamente presente a sí mismo pero que tiene más bien que ser, que "devenir lo que él es" (SZ, p. 145), según el lema que Nietzsche toma prestado de Píndaro . Esto es lo que explica que sea el momento de la existenciariedad el que, en Heidegger, lleva todo el peso de la temporalidad: es a partir de la existenciariedad que la temporalidad propia del Dasein se temporaliza, de ahí el primado acordado ya no al presente sino al advenir.
La resolución precursora, es decir, el existir "auténtico" del Dasein en vista de su fin -la muerte- presupone que el Dasein pueda, en la medida en que existe bajo el modo de la posibilidad más que bajo el de la realidad, ad-venir a sí mismo en general. Comprendiéndose a partir de su posibilidad más alta, es decir, la muerte, el Dasein es bajo el modo del advenir, es zukünftig: adviniendo o por venir. Y lo es siempre que se comprenda a sí mismo a partir de su poder-ser en Ja existencia "auténtica", o que se comprenda a sí mismo como una realidad subsistente en la existencia "inauténtica". Cuando se comprende como ser-para-la muerte, quiere decir para el Dasein "auténtico" que asume igualmente su ser-culpable, es decir, su nacimiento y su ser arrojado. Ahora bien, hacerse cargo del ser-arrojado no significa otra cosa que el hecho de ser "auténticamente" lo que ya era bajo un modo de lo "inauténtico". Lo que el Dasein puede ser no es otra cosa que el ser-sido y no es más que anticipando su fin que es posible para el Dasein asumir la condición original: "el precursar de la posibilidad extrema y más propia es el hacer comprensivo al haber-sido más propio (SZ, p. 326). El Dasein no puede ser su "pasado" más que volviendo a él para asumirlo a partir del advenir: "el ser-sido, desprendido de una cierta manera del advenir" (SZ, p. 326), porque allí sólo tiene "facticidad" para una existencia, es decir, en el horizonte de un poder-ser. El advenir en sentido propio, no es un ahora que aún no ha devenido real, sino la venida del Dasein a su poder-ser más propio, lo que adviene en el precursar de la muerte. Incluso, porque el Dasein no es del orden de lo subsistente, de lo dado previamente (del Vorhandene), no es jamás en sentido estricto "pasado", sino por el contrario, siempre ha sido ya y permanece en tanto que es: el haber-sido (el alemán dice más precisamente ser-sido -gewesen sein) es el fenómeno original de lo que llamamos el "pasado". Es, pues, adviniendo bajo el modo del retorno a sí mismo, que la resolución precursora hace presente al ente que viene a su encuentro en el mundo ambiente: es este fenómeno unitario de un advenir que se hace presente habiencio sido que Heidegger llama temporalidad (SZ, p. 326).
Recapitulemos, la resolución precursora, en tanto modo de cuidado "auténtico", no se vuelve posible si no es por la temporalidad: lo que implica que el cuidado en general se funda en la temporalidad y ésta constituye el sentido ontológico del cuidado. Es, pues, la temporalidad, la que hace posible la unidad de la existenciariedad, la facticidad y la caída, en tanto éstas constituyen los momentos estructurales del cuidado. Podemos entonces hacer el siguiente esquema aproximativo:
- - Ser-ante-sí-mismo - - ya-en-(un-mundo) - - - en tanto ser cabe - - - - (del ente reencontrado en el interior del inundo) - - - Advenir - Presente - Ser-sido - - Existenciariedad - - Facticidad - - Proyecto - Preocupación-Solicitud - Ser-arrojado - - Comprensión - - Disposición - - Ser-para-la-muerte - - Ser-en-falta - -