En el § 9 de Ser y tiempo , que es, en realidad, el comienzo de esta obra, después de ocho parágrafos introductorios, Heidegger expone “el tema de la analítica del Dasein”. Dasein es el término que emplea Heidegger para hablar del ser humano, un término que por ahora podríamos traducir por la palabra “existir”. Heidegger concibe al ser humano como un existir. Pero existir no significa aquí el simple hecho de tener existencia, es decir, de ser una cosa más entre las muchas cosas que hay en el mundo, o incluso la más importante de todas ellas, sino que el término se emplea tan sólo para hablar del ser humano, y nunca para referirse a la existencia de las cosas. Para hablar de la existencia de las cosas se usará la palabra Vorhandensein o Vorhandenheit, que Gaos traduce por “ser ante los ojos”, y que yo preferiría traducir por “estar ahí delante” o simplemente por “estar-ahí”. Estar-ahí es el término técnico para hablar de lo que la tradición filosófica llamó la existentia, y que atribuyó a todo lo que existe en la realidad.
Existir, como término propio y exclusivo para designar el ser humano, debe ser entendido como ex-sistir, es decir, como ser estando fuera de sí mismo. Existir significa estar fuera. ¿Fuera de qué? Fuera de “lo que” se es. El ser humano está fuera de “lo que” él es, en la medida en que, siendo, se comporta en relación a algo que es “más” que lo que él mismo es. Y este “más” es el ser en cuanto tal. El ser humano ex-siste, pues, en tanto que en su ser se comporta en relación a el ser, entiéndase: en relación al ser a secas, al ser en toda la extensión de su significado, es decir, al ser en general o en cuanto tal, al Sein überhaupt.
El ser humano es un ente determinado: es esto, y no otra cosa; es ser humano y no árbol, ni puro animal, ni ángel, ni Dios. El ser humano es algo perfectamente acotado y, por consiguiente, perfectamente determinado y, en definitiva, limitado. “Lo que” el ser humano es — su “esencia”, si se quiere — lo “recorta” de todos los demás entes, lo separa de todo lo que no es ser humano.
Pues bien, este ente determinado es también un ente particularísimo. En efecto, el ser humano se distingue de todos los demás entes porque su ser consiste en habérselas con los demás entes y consigo mismo en tanto que aquéllos y él mismo son. Esto quiere decir que el existir humano es lo que es en tanto que se abre al ser. No sólo al ser de tales o cuales cosas, sino — principialmente — al ser en toda su extensión, al ser en general o — como Heidegger dirá más tarde — al ser mismo, al Sein selbst. Este abrirse al ser mismo es lo que en Ser y tiempo se denomina la “comprensión del ser”, Seinsverstdndnis. El existir se destaca entre todos los entes porque tiene un ser “ontológico”, o más exactamente, un ser pre-ontológico, un ser comprensor del ser. Comprender el ser es, por lo pronto, estar abierto, desde el propio ser, al ser en general, al ser mismo.
Y por eso, precisamente, el término que Heidegger usa para hablar del ser humano es el término Dasein. Gaos ha traducido Dasein por “ser ahí’. A mi juicio, éste es un grave error, porque el Dasein no es que sea ahí, sino que consiste en ser el Ahí del ser, esto es, la abertura al ser. La palabra Dasein es una palabra compuesta de dos elementos: [33] Da y Sein, “Ahí” y “ser”. El ser del Dasein consiste en ser el Ahí, la abertura en la que el ser puede hacerse presente, puede dársenos. Dasein significa entonces aquel ente que tiene tal modo de ser que en él (en su ser) está presente el ser mismo. El Dasein es la abertura al ser y, consiguientemente, la presencia del ser, del ser mismo: algo así como el ser del ser, o mejor, el estamos siendo del ser. En adelante dejaré sin traducir la palabra Dasein, pero en el entendido de que cada vez que digamos Dasein, el lector llenará esta palabra de contenido, y la comprenderá como el ente en cuyo ser el ser mismo se hace presente, se nos da.