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Grassi (1999:107-109) – A "clareira" do bosque primordial

domingo 13 de outubro de 2024, por Cardoso de Castro

Aquí tenemos que interrumpir nuestra discusión de la tradición humanista y volver a nuestra cuestión originaria: el significado teórico y la importancia actual del humanismo, en particular en conexión con la tesis de Heidegger sobre el final de la filosofía.

Para resumir esta tesis una vez más, la metafísica tradicional ha de llegar hoy a un final porque comenzó con la cuestión del fundamento racional de lo que es. El lugar de la cuestión de la verdad lógica ha de ocuparlo, según explica Heidegger, el problema mucho más original del «desocultamiento», la cuestión del claro en que lo que es aparece. Aquí se presenta una nueva tarea para la filosofía que sostiene la primacía y originariedad del lenguaje poético sobre el lenguaje racional. Recordemos aquí la explicación de Heidegger cuando habla de la etimología de la palabra Lichtung.

La tesis de Heidegger nos conduce al pensador del siglo XVIII que da a la tradición humanista su expresión filosófica más profunda: Giambattista Vico (1668-1744). Vico también efectúa una ruptura radical con la metafísica racional. En su argumentación desarrolló todos los temas teóricos que hemos encontrado en la tradición humanista.

Con su Ciencia nueva Vico no presenta una antropología ni una «nueva» teoría de la historia, sino más bien el problema del desocultamiento originario en que aparece el hombre. Vico trata este problema desde el punto de vista de una cuestión doble. Por una parte, le preocupa la esencia y estructura de la Lichtung (luci) con que aparece la historia humana; por otra parte, le interesa la primacía de la palabra poética. El hombre sale de la naturaleza con el miedo sobrecogedor que le causa la experiencia de su propia alienación respecto de la naturaleza (del bosque primordial) para crear el primer lugar de su historicidad: el «nuevo» mundo que surge de la actividad ingeniosa y fantástica del hombre y de sus instituciones. De acuerdo con Vico, «las primeras ciudades, todas ellas fundadas en campos cultivados, surgieron con la permanencia de las familias durante mucho tiempo bien retiradas y escondidas entre los sagrados horrores de los bosques religiosos, que se hallan entre todas las naciones gentiles antiguas y, con idea común a todas ellas, fueron llamados por las gentes latinas luci, es decir, tierras quemadas dentro de la espesura de los bosques». [1] En otro lugar, Vico añade que «el primer fuego que se encendió fue el que se dio a los bosques para desbrozarlos y reducirlos a cultivo».

La obra de Vico está entretejida con interpretaciones de mitos: el mito de Hércules como símbolo del «ser-ahí» humano, la conquista de los bosques primordiales; el mito de Cadmo de la transformación de la naturaleza en algo humano y social, el ser puesto en el mundo como la apertura de la historia; o el mito de Dafne y Apolo. En la interpretación de Vico, la transformación de Dafne en un árbol floreciente por obra de Apolo representa el control de la naturaleza por un poder divino originario. Esta transformación en otra cosa, en algo «nuevo», caracteriza el origen de la humanidad, su árbol genealógico. «Apolo comienza con la persecución de Dafne, doncella vagabunda que va errando por las selvas (en la vida salvaje); y ésta, […] al detenerse se convirtió en un laurel (planta que siempre reverdece), y la barbarie retomada utiliza las mismas frases heroicas cuando llama árboles a las descendencias familiares […] Así, el perseguir de Apolo fue propio de una divinidad, el huir de Dafne propio de una fiera.»

Para Vico, es la palabra fantástica quien hace surgir el mundo de los «seres-ahí» humanos. La palabra poética es el intento originario y únicamente humano de dar significado al terrible poder del ser que se revela en lo que es. Sólo intentando conquistar este poder puede surgir el mundo histórico. «El principio de los orígenes de lenguas y letras es que los primeros pueblos del mundo gentil […] fueron poetas, los cuales hablaron mediante carácteres poéticos. […] en ellos se descubren las verdaderas sentencias poéticas, que deben ser sentimientos revestidos de grandísimas pasiones, y por eso llenas de sublimidad y que despiertan el asombro. »

Por esta razón, Vico subrayó que los filósofos y los filólogos deberían comenzar por el estudio de la sabiduría poética, que fue la primera verdad de los paganos, por la investigación de la filosofía antigua y no por la verdad abstracta y razonada de los eruditos. [2]


Ver online : Ernesto Grassi


GRASSI, E. Vico y el humanismo: ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica. Barcelona: Anthropos, 1999.


[1G.B. Vico, Ciencia nueva (trad. Rocío de la Villa), Madrid, Tecnos, 1995, § 16, p. 54.

[2Vico llamó la «vanidad de los doctos» a esta actitud, que toma la mente intelectual como medida y punto de partida de las investigaciones sobre el pasado. Véase la Ciencia nueva, § 127, p. 116.