Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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Vattimo: O retrair-se do ser

terça-feira 30 de maio de 2017

No sirve para nada rechazar apresuradamente esta hipótesis interpretativa aduciendo la imagen, en verdad demasiado genérica, de un Heidegger enemigo de la ciencia y de la técnica, totalmente perdido en un ideal   de vida modelado según el de los pastores y campesinos de la Selva Negra. Por el contrario, es necesario partir del reconocimiento de que el pensamiento de Heidegger, con respecto a la posibilidad de una superación de la metafísica, presenta una peculiar complejidad, en la cual se oculta quizá también la señal para discutir (y rechazar) de modo más productivo para el pensamiento la hipótesis ahora descripta. Esta complejidad se anuncia, por ejemplo, en el texto sobre la Ueberwindung der Metaphysik  , donde la proximidad de los términos Ueberwindung y Verwindung alude al hecho de que la metafísica, en realidad, no se puede superar; no sólo en el sentido de que no es algo que se «pueda dejar de lado, como una opinión  » (VA, 46), sino también fundamentalmente, porque «la metafísica, superada, no desaparece. Ella regresa bajo otra forma y mantiene su dominio como permanente distinción del ser respecto de lo-que-es» (ibid.). Desde este punto de vista, la tesis según la cual el pensamiento de Heidegger sería un llamamiento al hombre occidental para que asuma finalmente el dominio incontrovertible de la tierra, moviéndose sin nostalgia en el olvido del ser, podría parecer justificable de dos modos: primero, en el sentido de que una eventual Uerberwindung de la metafísica puede pasar sólo a través de una larga Verwindung de ésta, es decir, sólo puede verificarse como último punto de llegada de un proceso que viva la metafísica hasta el fondo, aceptando totalmente, pues, con espíritu firme, también el destino técnico del hombre moderno; segundo, en el sentido de que, más radicalmente, el nexo Uerberwindung-Verwindung sea asumido como expresión del hecho de que la metafísica no se puede superar jamás, ni en ésta ni en otra eventual época del ser. Estos elementos parecen sostener la tesis según la cual el único deber del pensamiento es, hoy, adecuarse al destino del dominio desplegado por la técnica, porque sólo de este modo se corresponde con la Schickung, el envío, del ser.

En efecto, esta Schickung parece inseparable, en Heidegger, del retraerse del ser mismo en el momento en que Es gibt  , en el momento en que éste (se) da, dejando aparecer a los entes: en su «Es gibt», el ser «se sustrae en favor del don (Gabe) que da, don que después es pensado exclusivamente como ser con referencia al ente y remitido a un concepto. Un dar que sólo da su don, y que al hacerlo se retrae y sustrae a si mismo, un dar al que llamamos un Schicken, un enviar» (ZSD, 8). El hecho de que el ser, mientras que «Es gibt», también se retraiga y sustraiga, es el carácter epocal del ser. Época no es «una porción temporal   del acontecer, sino el rasgo fundamental del enviar, su entretenerse en cada ocasión, cerca de sí, a favor de la perceptibilidad del don, es decir, del ser en vista (im Hinblik auf  ) de la fundación (Ergründung) del ente» (ZSD, 9). Corresponder a la Gabe del ser (que es siempre así en los dos sentidos del genitivo, ninguno de los cuales se puede pensar como único) no puede significar un «aferramiento» del mismo ser que da: lo que es percibido es siempre sólo la Gabe, el don, jamás el donar y el dar en cuanto tal. El olvido del ser, característico de la metafísica, y que corresponde a este «rasgo fundamental» de la Schickung, no puede entenderse como contrapuesto aun «recordar el ser» que sea un aferrarlo como presente. Sólo este equívoco puede conducir a leer   el pensamiento de Heidegger como una teología negativa que, en tanto teología, está siempre ligada a la idea   de una presencia desplegada, a alcanzar quizás el fin de un largo itinerario en las regiones de la ausencia. El olvido del ser del que habla Heidegger no remite en ningún sentido a una posible condición, inicial o final, de relación con el ser como presencia desplegada.

Sin embargo, se trata de reconocer y poner en claro la diferencia que, también en el ámbito del rasgo fundamental de la Schickung por el cual todo dar del ser comporta su sustraerse y retraerse, subsiste entre un pensamiento «que únicamente calcula» y un posible «pensamiento que medita» (cf. SVG  , 199); no toda Schickung, aunque caracterizada por el retraerse del ser, comporta la inmovilización de la identificación del ser con la presencia de lo que está presente y el consiguiente culminar en el dominio técnico del mundo. El Satz   vom Grund   distingue la apelación (Anspruch  ) del principio   de razón, bajo cuyo dominio se somete totalmente el pensamiento que calcula, del Zuspruch, del llamado alentador, que habla más allá y a través de esta apelación (cf. SVG 203, por ejemplo). A esta posibilidad de un pensamiento meditativo, distinto del que simplemente calcula, alude también este pasaje de Zur Sache   des Denkens: «¿De dónde tomamos el derecho de caracterizar el ser como presencia, como Anwesen  ? La pregunta llega demasiado tarde. Puesto que este modo de darse (Prägung) del ser se ha decidido ya hace mucho, sin nuestra contribución y, más aún, sin nuestro merecimiento. Como consecuencia de él nosotros estamos ligados a la caracterización del ser como presencia. Ésta tiene su inderogabilidad desde que comienza la revelación del ser como un decible, es decir, como un pensable. Desde el principio del pensamiento occidental, en Grecia, todo decir del “ser” y del “es” se mantiene en la memoria (Andenken  ) de la definición — inderogable para el pensamiento — del ser como presencia. Esto vale también para la técnica y la industria más moderna, si bien ya sólo en un cierto sentido» (ZSD, 6-7).

Las últimas palabras se subrayan porque aluden, en mi opinión, precisamente a la diferencia entre el retraerse que pertenece como un rasgo fundamental al ser como Schickung y la inmovilización metafísica de la presencia que se despliega en el último dominio técnico del mundo y en la reducción del ser a objetividad. Es cierto que es un destino del pensamiento en cuanto tal (el texto citado habla de pensabilidad en general) estar ligado a la caracterización del ser como presencia; pero esta caracterización no necesariamente se identifica con la Vorhandenheit   y la Zuhandenheit, con la simple presencia que domina el pensamiento modelado en la ciencia o con la instrumentalidad a la que se refiere el trato cotidiano con el ente; estos dos modos de darse del ser del ente analizados en Sein und Zeit   pueden identificarse ilegítimamente con la objetividad de la que hablan las obras posteriores de Heidegger (cf. VA, 32), dado que en el mundo de la técnica como metafísica cumplida toda Vorhandenheit, toda simple presencia, es reducida a ser la pertinencia a un «equipo» (Rüstung), por tanto es reducida a una cada vez más abstracta instrumentalidad. Lo que ocurre en la metafísica y luego en su cumplimiento técnico, y que distingue a la metafísica de la Frühe griega, es precisamente la reducción del Anwesen a la objetividad como identidad de Vorhandenheit y Zuhandenheit, identidad que se da en la reducción de cada cosa a Bestand  , a «fondo» (cf. sobre esto VA, 38). La reducción del Anwesen a objetividad excluye de la presencia la dimensión del Abwesen, de la ausencia (cf. ZSD, 7), pero sobre todo encubre y olvida el carácter de la presencia como Anwesen-lassen  , es decir, como Schickung. «Pensada con referencia a lo que está presente, la presencia se muestra como hacer-ser-presente… El hacer-ser-­presente muestra su carácter en esto, que lleva en lo no encubierto. Hacer ser presente quiere decir revelar, descubrir. En el revelar juega un dar, y es precisamente ese dar el que, al hacer ser presente, da el ser presente, es decir, el ser» (ZSD, 5). (excertos de Gianni Vattimo  , Textos sobre Martin Heidegger)


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