Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Max SchelerEn el verano de 1928, durante mi último semestre en Marburgo, se preparó el escrito de homenaje a Husserl   por su septuagésimo aniversario. A principios del semestre había muerto inesperadamente Max Scheler  , uno de los coeditores del Anuario de Husserl, y que había publicado en el primer volumen y en el segundo (1916) su gran investigación El formalismo de la ética y la ética material de los VALORES, una obra que, junto a las Ideas de Husserl, debe ser considerada como la contribución más importante del Anuario, y que por su prolongada influencia arrojó una nueva luz sobre la amplitud de miras y la productividad de la editorial Niemeyer. Heideggeriana  : CaminoFenomenologia

Como se habla contra el “humanismo”, se teme una defensa de lo in-humano y la glorificación de la brutalidad bárbara. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que a quien niega el humanismo sólo le quede la afirmación de la inhumanidad? Como se habla contra la “lógica”, se entiende que se está planteando la exigencia de negar el rigor del pensar, de instaurar en su lugar la arbitrariedad de los instintos y sentimientos y de este modo proclamar el “irracionalismo” como lo verdadero. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien habla contra lo lógico esté defendiendo lo alógico? Como se habla contra los “VALORES”, surge la indignación contra una filosofía que supuestamente se atreve a entregar al desprecio a los mayores bienes de la humanidad. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” sino que un pensar que niega los VALORES deseche necesariamente todo como carente de valor? Como se dice que el ser del hombre consiste en “ser-en-el-mundo”, se encuentra que el hombre ha sido rebajado a un ser que sólo está acá, de este lado, con lo que la filosofía se hunde en el positivismo. Pues, en efecto ¿qué más “lógico” que quien afirma la mundanidad del ser hombre sólo permita que valga el acá, negando el más allá y por ende   toda “trascendencia”? Como se remite a la sentencia de Nietzsche   sobre “la muerte de dios”, se declara tal hecho como ateísmo. Pues, en efecto, qué más “lógico” que quien ha experimentado la muerte de dios sea un a-teo, un sin-dios? Como en todo lo que se viene citando siempre se habla en contra de lo que la humanidad considera como excelso y sagrado, esta filosofía enseña un “nihilismo” irresponsable y destructivo. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien niega en todo lugar lo verdaderamente ente se sitúe del lado de lo no-ente y con ello predique la mera nada como sentido de la realidad? ¿Qué es lo que pasa aquí? Oímos hablar de “humanismo”, de “lógica”, de “VALORES”, de “mundo”, de “dios”. Además, oímos hablar de una oposición. Conocemos y asumimos todo lo nombrado como lo positivo. Por contra, todo lo que se ha dicho contra lo nombrado, aún antes de haber reflexionado a fondo sobre lo que se ha oído, lo asumimos en el acto como su negación y tal negación como lo “negativo”, en el sentido de destructivo. Efectivamente, en Ser y tiempo   se habla expresamente de la “destrucción fenomenológica”. Con la ayuda de la tan invocada lógica y ratio consideramos que lo que no es positivo es negativo, que por lo tanto rechaza la razón y en consecuencia merece llevar el sello del desprecio. Estamos tan imbuidos de “lógica” que todo lo que va en contra de la habitual somnolencia del opinar pasa a ser considerado en el acto como una oposición que debe ser rechazada. Se desecha todo lo que se sale fuera del conocido y querido elemento positivo arrojándolo a la fosa previamente preparada de la mera negación, que lo niega todo, acabando en la nada y consumando de ese modo el nihilismo. Siguiendo esta vía lógica se deja que todo acabe hundiéndose en un nihilismo inventado con ayuda de la lógica. Heideggeriana  : CartaHumanismo

El pensar contra “los VALORES” no pretende que todo lo que se declara como “valor” — esto es, la “cultura”, el “arte”, la “ciencia”, la “dignidad humana”, el “mundo” y “dios” — sea carente de valor. De lo que se trata es de admitir de una vez que al designar a algo como “valor” se está privando precisamente a lo así valorado de su importancia. Esto significa que, mediante la estimación de algo como valor, lo valorado sólo es admitido como mero objeto de la estima del hombre. Pero aquello que es algo en su ser no se agota en su carácter de objeto y mucho menos cuando esa objetividad tiene carácter de valor. Todo valorar es una subjetivización, incluso cuando valora positivamente. No deja ser a lo ente, sino que lo hace valer única y exclusivamente como objeto de su propio quehacer. El peregrino esfuerzo de querer demostrar la objetividad de los VALORES no sabe lo que hace. Cuando se declara a “dios” el “valor supremo”, lo que se está haciendo es devaluar la esencia de dios. El pensar en VALORES es aquí y en todas partes la mayor blasfemia que se pueda pensar contra el ser. Y, por eso, pensar contra los VALORES no significa proclamar a son de trompeta la falta de valor y la nulidad de lo ente, sino traer el claro de la verdad del ser ante el pensar, en contra de la subjetivización de lo ente convertido en mero objeto. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero con esta indicación, el pensar que remite a la verdad del ser en cuanto lo que hay que pensar no se ha decidido en absoluto por el teísmo. No puede ser teísta de la misma manera que no puede ser ateo. Pero no en razón de una actitud indiferente, sino por tomar en consideración los límites que se le plantean al pensar en cuanto tal pensar, concretamente los que le plantea eso que se le ofrece como lo que debe ser pensado, esto es, la verdad del ser. Desde el momento en que el pensar se restringe a su tarea, en este instante del actual destino del mundo se le señala al hombre la dirección que conduce hacia la dimensión inicial de su estancia histórica. En la medida en que dice de este modo la verdad del ser, el pensar se confía a aquello que es más esencial que todos los VALORES y todo ente. El pensar no supera la metafísica por el hecho de alzarse por encima de ella sobrepasándola y guardándola en algún lugar, sino por el hecho de volver a descender a la proximidad de lo más próximo. El descenso, sobre todo cuando el hombre se ha estrellado ascendiendo hacia la subjetividad, es más difícil y peligroso que el ascenso. El descenso conduce a la pobreza de la ex-sistencia del homo humanus. En la ex-sistencia se abandona el ámbito del homo animalis   de la metafísica. El predominio de este ámbito es el fundamento indirecto y muy antiguo en el que toman su raíz la ceguera y la arbitrariedad de eso que se designa como biologismo, pero también de eso que se conoce bajo el título de pragmatismo. Pensar la verdad del ser significa también pensar la humanitas del homo humanus. Lo que hay que hacer es poner la humanitas al servicio de la verdad del ser, pero sin el humanismo en sentido metafísico. Heideggeriana: CartaHumanismo

La situación de un punto material en el espacio está determinada por el punto del espacio con el que coincide. Supongamos por un momento que el espacio esté vacío, con excepción de un punto material, cuya posición debe ser determinada. Ahora bien, el espacio es infinito, cada punto del espacio es equivalente a otro, o igualmente cada dirección con cada otra. Una determinación de la situación del punto material en cuestión no es posible sin un punto con relación al cual se determine su situación. Un punto de referencia tal tiene que estar siempre supuesto. El valor de todas las determinaciones de posición es relativa a él, por lo tanto estas determinaciones no son absolutas. La determinación de la posición tiene lugar de tal forma que a través del punto de referencia nos representamos tres rectas situadas perpendicularmente una con respecto a otra, los ejes x, y, z, La posición del punto “p” está ahora determinada por la distancia de los ejes de coordenadas, a través de las coordenadas x, y, w Supongamos que un punto “p” estuviese en una curva en el espacio. Ahora lo consideramos en su movimiento, es decir, estudiamos sus posiciones, cómo se suceden temporalmente, En cada segundo que consideremos por el reloj podemos ocuparnos en tres dimensiones, es decir, indicar determinados VALORES de x, y, z que determinan la posición del punto P en ese momento; x, y, z son por lo tanto con respecto a sus VALORES dependientes del valor respectivo t. es decir, son funciones del tiempo (x=x (t) ; y=y (t); z=z (t)). Si se modifica el valor del tiempo t en un valor infinitamente pequeño entonces también se modifica el valor de las coordenadas, Sustituyamos ahora en ves de t todos los VALORES sucesivos posibles; entonces indicarán las coordenadas como funciones constantes de t la suma de todas las posiciones del punto P que se han sucedido temporalmente. A esta suma de todas las posiciones la llamamos movimiento (365): “Si queremos describir el movimiento de un punto de la materia”, dice Einstein “damos los VALORES de sus coordenadas en función del tiempo” [A. Einstein, Sobre la electrodinámica de los cuerpos móviles. Annalen der Physik  , Bd. 17, 1905; impreso en “Fortschritte der matemathischen Wissenchaften in Monographien”, editado por O. Blumenthal. Cuaderno 2, El principio   de la relatividad, 1913, pág. 28.] Heideggeriana: TempoHistoria  

Pero siempre un interés tiene que ser fijado a partir de un punto de vista, tiene que ser guiado por una pauta. La selección de lo histórico a partir de la profusión de lo dado se basa por consiguiente en una relación de valor (Werbeziehung). La finalidad de la ciencia histórica es pues representar el contexto de efecto y desarrollo de las objetivaciones de la vida humana en su singularidad y unicidad (Einmaligkeit) comprensibles en relación con los VALORES de la cultura. Pero aún no se ha mencionado una característica esencial de todo objeto histórico. El objeto histórico siempre ha pasado, en sentido histórico ya no existe más, entre él y el historiador existe una distancia temporal  . El pasado tiene siempre un sentido sólo visto desde un presente. Lo pasado no sólo no es más, considerado desde nosotros, sino que también fue algo distinto de lo que somos nosotros y nuestro contexto vital hoy en el presente. El tiempo tiene en la historia, como se ve, una significación muy original. Sólo cuando esta otroridad (Andersheit) cualitativa de tiempos pasados se abre paso en la conciencia de un presente, se ha despertado el sentido histórico. En la medida en que el pasado histórico es siempre una otroridad de objetivaciones en la vida del hombre, y nosotros mismos vivimos en una de estas y creamos una semejante, está dada desde un principio la posibilidad de comprender al pasado, puesto que este no puede ser algo distinto incomparable. Pero existe la gran separación temporal (zeitliche Kluft) entre el historiador y su objeto. Si él la quiere representar, tiene que tener de alguna manera el objeto ante sí. Se trata de superar el tiempo, y desde el presente, por encima del abismo temporal aclimatarse en el pasado. La exigencia de la (370) superación temporal y la descripción de un pasado, dada necesariamente en la finalidad y el objeto de la ciencia histórica, será sólo, posible si además el tiempo mismo de algún modo entra en función. Ya Johannes Bodinus (1607) tiene en su Methodus ad facilem historiarum cognitionem un capítulo especial sobre el tiempo; allí se encuentra la frase: “qui sine ratione temporum (es interesante el plural) historias intelligere se posse putant, perinde falluntur, ut si labyrinthi errores evadere sine duce velint” [Methodus ad facilem historiarum cognotionem, 1607, cap. VII “De temporis universi ratione”, pág. 431.] Heideggeriana: TempoHistoria

Comenzamos esta meditación prestando primeramente, y por una vez, atención a lo que se oculta en la denominación, aparentemente anodina, que llama a una era atómica. ¿Qué hay de particular en esto? Por primera vez en su historia, el hombre interpreta una época de su existencia histórica a partir de la impelencia de una energía de la naturaleza y de su puesta a disposición. Y parece como si nos faltasen ya las pautas de medida y la fuerza del reflexionar para experienciar todavía con suficiente libertad lo extraño e inquietante de tal exégesis de la era presente, a fin de estar afectados de continuo, y de un modo cada vez más decisivo, por ello. ¡La existencia del hombre, acuñada por la energía atómica! Que la energía atómica sea usada pacíficamente o bélicamente movilizada, que lo uno apoye y provoque a lo otro, son cuestiones de segundo rango. Pues ante todo, yendo más lejos, y retrocediendo aún más atrás, tenemos que preguntar: ¿Qué significa, pues, eso de que una era de la historia mundial tenga el cuño de la energía atómica y de su puesta en libertad? Quizá más de uno tenga ya la respuesta lista, juzgando que la era atómica quiere decir dominio del materialismo y que, por tanto, lo que hace falta es salvar los viejos VALORES espirituales contra el empuje de los intereses materiales. Esta respuesta sería, con todo, un expediente demasiado fácil. Pues el materialismo no tiene nada de material. El materialismo mismo es una figura del espíritu. Sopla desde el Oeste con no menos fuerza que desde el Este. En la revista americana [200] Perspektiven, cuya edición alemana es distribuida por la editorial S. Fischer, se puede leer   lo siguiente (Max Lerner, Universale Technologie und neutrale Techniker, Cuaderno 14, 1956, p. 145 ss.): “Es posible que la pérdida de algunos VALORES antiguos llegue a influir a la larga en aquello en que consiste una cultura; pero lo importante para que ésta se sostenga en las generaciones inmediatamente posteriores es que los hombres retengan — o crean retener — aquello que les es presentado como valor… Heideggeriana: Fundamento1956  

VALORES como la renta, el consumo, el status social y la cultura de masas se diferencian de los VALORES circunscritos por la propiedad agraria, la manufactura y la pequeña propiedad industrial. En este sentido, el tono fundamental de la cultura americana cambió por completo bajo la influencia de la tecnología en gran escala. Pues es la máquina misma la que apartó de la máquina a obreros, empleados y profesionales libres americanos, desplazando sus intereses y energías de la producción de bienes a la ganancia de dinero para poder comprar los bienes y disfrutar de ellos.” Heideggeriana: Fundamento1956

Al representar que, al pensar en términos de VALORES, dirige su mirada hacia la validez, el ser le queda fuera de su círculo visual respecto ya de la cuestionabilidad del “en cuanto ser”. Del ser en cuanto tal no “hay” nada: el ser, un nihil  . Heideggeriana: NiilismoSer  

Pero esta doble omisión, tanto del rechazo como de la correspondencia, no es una nada. Por el contrario, aquí acontece que el ser en cuanto tal no sólo permanece fuera sino que su permanecer fuera es deformado y encubierto de manera irreflexiva por el pensar. Cuanto más exclusivamente la metafísica se asegura del ente en cuanto tal y, en el ente y desde él, se asegura a sí misma como la verdad “del ser”, tanto más decididamente ha terminado ya con el ser en cuanto tal. El ser es la condición de sí mismo puesta por el ente en cuanto tal y, en cuanto tal condición, un valor entre otros VALORES. Heideggeriana: NiilismoSer

Sólo la presunta superación del nihilismo instaura el dominio del incondicionado dejar fuera del permanecer fuera del ser mismo en beneficio del ente del tipo de la voluntad de poder que pone VALORES. Mediante su sustracción, que de todos modos sigue siendo referencia al ente como el que aparece “el ser”, el ser mismo se desprende hacia la voluntad de poder, como la cual el ente parece imperar antes y por encima de todo ser. En este imperar y en este parecer del ser que está encubierto respecto de su verdad, el permanecer fuera del ser esencia en el modo de admitir el extremo dejar fuera de sí y dar así apoyo al embate de lo meramente real — de las tan invocadas realidades —, que se vanagloria de ser lo que es, arrogándose al mismo tiempo la medida para decidir que sólo lo eficaz — lo perceptible y la impresión, la vivencia y la expresión, lo útil y el éxito — deben valer como ente. Heideggeriana: NiilismoSer

La historia, cuya historicidad permanece oculta, quizás sea interpretada aún de modo historiográfico — es decir, siempre, metafísico —, desde posiciones distintas, si no necesariamente opuestas. La instauración de las metas de todo ordenamiento, la estimación de los VALORES de lo humano, instituye en cada caso, de acuerdo con la respectiva posición del pensamiento en términos de valor, su ámbito público y le proporciona validez. Heideggeriana: NiilismoSer

Para Nietzsche, en cambio, el término “nihilismo” significa esencialmente “más”. Nietzsche habla de “nihilismo europeo”. Con ello no se refiere al positivismo que surge a mediados del siglo XIX y a su difusión geográfica por Europa  ; “europeo” tiene aquí un significado histórico y dice lo mismo que “occidental” en el sentido de la historia occidental. Nietzsche utiliza el término “nihilismo” para designar el movimiento histórico que él reconoció por vez primera, ese movimiento ya dominante en los siglos precedentes y que determinará el siglo próximo, cuya interpretación más esencial resume en la breve frase: “Dios ha muerto”. Esto quiere decir: el “Dios cristiano” ha perdido su poder sobre el ente y sobre el destino del hombre. El “Dios cristiano” es al mismo tiempo la representación principal para referirse a lo “suprasensible” en general y a sus diferentes interpretaciones, a los “ideales” y “normas”, a los “principios” y “reglas”, a los “fines” y “VALORES” que han sido erigidos “sobre” el ente para darle al ente en su totalidad una finalidad, un orden y — tal como se dice resumiendo — “un sentido”. El nihilismo es ese proceso histórico por el que el dominio de lo “suprasensible” caduca y se vuelve nulo, con lo que el ente mismo pierde su valor y su sentido. El nihilismo es la historia del ente mismo, a través de la cual la muerte del Dios cristiano sale a la luz de manera lenta pero incontenible. Es posible que se siga creyendo aún en este Dios y que se siga considerando que su mundo es “efectivo”, “eficaz” y “determinante”. Esto se asemeja a ese proceso por el que aún brilla la apariencia resplandeciente de una estrella apagada hace milenios, lo cual, a pesar de ese brillo, no es más que una mera “apariencia”. De este modo, el nihilismo no es para Nietzsche de ningún modo una determinada opinión   “defendida” por alguien, ni un “suceso” histórico cualquiera entre otros muchos que es posible catalogar historiográficamente. El nihilismo es, por el contrario, ese acaecimiento que dura desde hace tiempo en el que la verdad sobre el ente en su totalidad se transforma esencialmente y se encamina hacia un final determinado por ella. Heideggeriana: NiilismoEuropeu  

La verdad sobre el ente en su totalidad lleva desde antiguo el nombre de “metafísica”. Cada época, cada humanidad, está sustentada por una metafísica y puesta por ella en una determinada relación con el ente en su totalidad y por lo tanto también consigo misma. El final de la metafísica se desvela como el derrumbe del dominio de lo suprasensible y de los “ideales” que surgen de él. El final de la metafísica no significa sin embargo de ninguna manera que cese la historia. Es el comenzar a tomar en serio el “acaecimiento” de que “Dios ha muerto”. Este comienzo ya está en marcha. El propio Nietzsche comprende su filosofía como la introducción al comienzo de una nueva época. Prevé que el siglo siguiente, es decir al actual siglo XX, será el comienzo de una época cuyas transformaciones no podrán compararse con las conocidas hasta entonces. Los escenarios del teatro   del mundo podrán seguir siendo los mismos durante un cierto tiempo, la obra que se está representando ya es otra. Que en ella los fines anteriores desaparezcan y que los VALORES anteriores se desvaloricen no es vivido ya como una mera aniquilación y lamentado como una carencia y una pérdida, sino que se lo saluda como una liberación, se lo impulsa como una conquista definitiva y se lo reconoce como un acabamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

“Nihilismo”, pensado de modo clásico, significa ahora, en cambio, la liberación de los VALORES anteriores como liberación hacia una transvaloración de todos (esos) VALORES. La expresión “transvaloración de todos los VALORES habidos hasta el momento” le sirve a Nietzsche, junto a la palabra conductora “nihilismo”, como el segundo título capital por medio del cual su posición fundamental metafísica se asigna su lugar y su destinación dentro de la historia de la metafísica occidental. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La necesidad de tener que pensar la esencia del “nihilismo” en conexión con la “transvaloración de todos los VALORES”, con la “voluntad de poder”, con el “eterno retorno de lo mismo”, con el “superhombre”, ya hace suponer que la esencia del nihilismo posee en sí misma muchos significados, muchos niveles y muchas formas. El término “nihilismo” permite un uso múltiple. Se puede abusar del título “nihilismo” como una ruidosa consigna carente de contenido que tiene a la vez la función de amedrentar, de descalificar y de ocultar al mismo que comete el abuso ocultando su propia falta de pensamiento. Pero también podemos experimentar toda la gravedad de lo que dice este título en el sentido de Nietzsche. Esto significa entonces: pensar la historia de la metafísica occidental como el fundamento de nuestra propia historia, y esto quiere decir como el fundamento de las decisiones futuras. Finalmente, podemos pensar de modo aún más esencial lo que Nietzsche pensaba con este término comprendiendo su “nihilismo clásico” como ese nihilismo cuya “clasicidad” consiste en que, sin saberlo, tiene que oponer una extrema resistencia al saber de su esencia más íntima. El nihilismo clásico se descubre entonces como ese acabamiento del nihilismo en el que éste se considera dispensado de la necesidad de pensar precisamente aquello que constituye su esencia: el nihil, la nada, en cuanto velo de la verdad del ser del ente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La pregunta por el valor y por su esencia se funda en la pregunta por el ser. Los “VALORES” sólo son accesibles y aptos para dar una norma allí donde se estima algo así como un valor, cuando se prefiere o se pospone una cosa a otra. Un estimar y valorar de este tipo sólo se da allí donde respecto de un comportarse hay algo que “importa”. Sólo allí se da aquello a lo que todo comportarse siempre vuelve a ir, en primer y último término. Estimar algo, es decir considerarlo valioso, significa al mismo tiempo: dirigirse a, rigiéndose por ello. Este dirigirse “a” ha adoptado ya una “meta”. Por eso la esencia del valor está en una conexión interna con la esencia de la meta. Rozamos nuevamente la insidiosa pregunta: ¿es algo una meta porque es un valor o se convierte algo en valor sólo en la medida en que se lo ha puesto como meta? Quizás esta disyuntiva no sea más que la forma que adquiere una pregunta aún insuficiente, una pregunta que no alcanza aún lo digno de ser cuestionado. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sin embargo, aún queda sin aclarar la cuestión más inmediata, a saber por qué la idea   de valor domina ante todo el pensamiento de Nietzsche y posteriormente, las “cosmovisiones” desde finales del siglo pasado. En efecto, este papel de la idea de valor no es en verdad de ningún modo obvio. Lo muestra ya la referencia histórica de que sólo desde la segunda mitad del siglo XIX ha pasado a un primer plano en esa forma explícita, llegando a dominar como si fuera una obviedad. Con demasiada facilidad nos dejamos engañar y rehuimos este hecho porque toda consideración historiográfica se apodera inmediatamente del modo de pensar dominante en su respectivo presente y lo convierte en el hilo conductor siguiendo el cual contempla y redescubre el pasado. Los historiógrafos están siempre orgullosos de estos descubrimientos y no se dan cuenta de que ya habían sido hechos antes de que ellos comenzaran posteriormente su trabajo. Así, apenas surgió la idea de valor comenzó a hablarse, y se sigue aún hablando, de “VALORES culturales” de la Edad Media y de los “VALORES espirituales” de la Antigüedad, aunque ni en la Edad Media hubo algo así como “cultura” ni menos aún en la Antigüedad algo así como “espíritu” y “cultura”. Espíritu y cultura, como queridos y experimentados modos fundamentales del comportamiento humano, sólo los hay desde la época Moderna, y “VALORES”, como criterios de medida impuestos para tal comportamiento, sólo en la época reciente. De esto no se desprende que las épocas anteriores carecieran de cultura, en el sentido de que estuvieran hundidas en la barbarie, sino sólo lo siguiente: que con los esquemas “cultura” e “incultura”, “espíritu” y “valor” nunca alcanzaremos en su esencia, por ejemplo, la historia de la humanidad griega. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El fragmento lleva por título: “Caducidad de los VALORES cosmológicos”, y está dividido en dos secciones, A y B, de desigual extensión, rematadas por una observación final. La primera sección, A, dice así: “El nihilismo, en cuanto estado psicológico tendrá que sobrevenir, en primer lugar, cuando hayamos buscado en todo acontecer un “sentido” que no se encuentra en él: con lo que el que busca termina por desanimarse. El nihilismo es entonces el volverse consciente del prolongado despilfarro de fuerza, el tormento del “en vano”, la inseguridad, la falta de oportunidad de recuperarse de algún modo, de sosegarse a propósito de algo, la vergüenza ante sí mismo, como si uno hubiera estado engañándose durante demasiado tiempo … Aquel sentido podría haber sido: el “cumplimiento” de un canon moral   supremo en todo acontecer, el orden moral del mundo; o el aumento del amor y de la armonía en la relación entre los seres; o el acercamiento a un estado de felicidad universal; o incluso el dirigirse a un estado de nada universal, pues una meta es siempre un sentido. Lo común a todos estos tipos de representación es que se alcanza un algo por medio del proceso mismo: y entonces se comprende que con el devenir no se llega a nada, no se alcanza nada… O sea, la decepción acerca de un presunto fin del devenir como causa del nihilismo: ya sea respecto de un fin totalmente determinado, ya sea, de modo generalizado, la comprensión de la insuficiencia de todas las hipótesis finalistas hechas hasta el momento que se refieren a la totalidad del “desarrollo” (el hombre, ya no es colaborador, y mucho menos centro, del devenir). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De acuerdo con el título, se trata de la caducidad de los VALORES “cosmológicos”. Parece que con ello se nombrara una determinada clase de VALORES, en cuya caducidad consistiría el nihilismo. En efecto, según la estructuración más bien escolástica de la doctrina de la metafísica, la “cosmología” abarca un determinado ámbito del ente: el “cosmos”, en el sentido de la “naturaleza”, la tierra y los astros, los vegetales y los animales. Diferenciada de la “cosmología” se encuentra la “psicología” en cuanto doctrina del alma y del espíritu, en especial del hombre como ser racional libre. Junto a y por encima de la psicología y la cosmología aparece la “teología”, no en cuanto interpretación eclesiástica de la revelación bíblica sino en cuanto interpretación “racional” (”natural”) de la doctrina bíblica de Dios como causa primera de todo ente, de la naturaleza y del hombre, de su historia y de sus obras. Pero así como la frecuentemente citada frase “anima   naturaliter christiana” no es una verdad “natural” absolutamente indubitable sino más bien una verdad cristiana, así también la teología natural sólo tiene el fundamento de su verdad en la doctrina bíblica de que el hombre ha sido formado por un Dios creador y ha sido dotado por él de un saber acerca de su creador. Pero puesto que la teología natural, en cuanto disciplina filosófica, no puede dejar valer como fuente de sus verdades el Antiguo Testamento, el contenido de esta teología tiene que reducirse al enunciado de que el mundo debe tener una causa primera. Con ello no queda demostrado que esta primera causa sea un “Dios”, en el supuesto de que un Dios pueda rebajarse a objeto de demostración. La comprensión de la esencia de esta teología racional tiene importancia porque la metafísica occidental es teológica, incluso cuando se separa de la teología eclesiástica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué quiere decir la proposición final de la sección A? 1) Que con las categorías “fin”, “unidad” y “ser” hemos introducido en el “mundo” (es decir en el ente en su totalidad) un valor. 2) Que estas categorías introducidas en el mundo han sido “nuevamente retiradas por nosotros”. 3) Que después de esta retirada de las categorías, es decir de los VALORES, el mundo aparece “ahora” carente de valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La exposición de Nietzsche, que comenzó como una enumeración de las condiciones de surgimiento del nihilismo y como una mera descripción de su desarrollo, suena de pronto como la enunciación de lo que nosotros realizamos, más aún, de lo que tenemos que realizar. En todo esto, no se trata de una toma de conocimiento historiográfico de sucesos pasados y de sus repercusiones en el presente. Lo que está en juego es algo que está por delante, algo que todavía está en curso, decisiones y tareas. Su carácter general es interpretado como introducción y retirada de VALORES en el mundo y del mundo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Resultado final: todos los VALORES con los que hasta ahora hemos buscado, en primer lugar, hacernos apreciable el mundo y por ello mismo, finalmente, lo hemos desvalorizado al demostrarse que eran inaplicables, todos estos VALORES, recalculados psicológicamente, son resultados de determinadas perspectivas de utilidad para conservar y acrecentar formaciones de dominio humanas: y sólo falsamente proyectadas en la esencia de las cosas. Sigue siendo la ingenuidad hiperbólica del hombre lo que le hace ponerse a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sólo hay “resultados” cuando se calcula y se computa. En efecto, el razonamiento de Nietzsche, en cuanto razonamiento nihilista, es un calcular; de qué tipo, lo dice en la sección final: “todos estos VALORES, recalculados psicológicamente, son resultados” de esto y de aquello. Se trata de un recálculo y un cómputo “psicológico” de los VALORES , un cómputo en el que nosotros mismos también estamos puestos en cuenta. Pues pensar “psicológicamente” quiere decir: pensar todo como forma de la voluntad de poder. Recalcular psicológicamente significa: estimar todo en referencia al valor y computar los VALORES en referencia al valor fundamental, la voluntad de poder; sacar la cuenta de en qué medida y de qué modo los “VALORES” son estimables de acuerdo con la voluntad de poder y de ese modo, demostrables como válidos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Repitamos la oración principal del párrafo final: “todos estos VALORES, recalculados psicológicamente, son resultados de determinadas perspectivas de utilidad para conservar y acrecentar formaciones de dominio humanas: y sólo falsamente proyectadas en la esencia de las cosas. Sigue siendo la ingenuidad hiperbólica del hombre lo que le hace ponerse a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ad 2) Las tesis conductoras de este círculo de cuestiones son: Nietzsche piensa el nihilismo, en lo que hace a su proveniencia, despliegue y superación, únicamente desde la idea de valor. El pensar en términos de VALORES forma parte de esa realidad que está determinada como voluntad de poder. El pensamiento del valor es un elemento necesario de la metafísica de la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De acuerdo con ello, “valor” es un “punto de vista”. “Valor” es incluso “esencialmente” el “punto de vista para… (cfr. n. 715). No preguntamos todavía para qué es un punto de vista el valor; previamente reflexionamos sobre el hecho de que el “valor” sea un “punto de vista”, algo que, tenido en vista, es un punto de la vista para un ver, para un ver que ha puesto su mira en algo. Este poner la mira en algo es un contar con algo que tiene que tener en cuenta otra cosa. Por eso ponemos el valor inmediatamente en relación con un “cuanto” y un “tanto”, con el quantum y el número. Los “VALORES” están referidos, por lo tanto (n. 710), a una “escala numérica y de medida”. Queda sin embargo la pregunta de a qué se refiere a su vez la escala de acrecentamiento y disminución. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De la caracterización del valor como un “punto de vista” resulta algo único y esencial para el concepto nietzscheano de valor: en cuanto punto de vista, el valor está puesto en cada caso por el ver; sólo mediante la posición el valor se convierte, para el poner la mira en algo, en un “punto” perteneciente a su óptica. Los VALORES no son, por lo tanto, algo que esté allí delante previamente y en sí, de manera que puedan convertirse ocasionalmente en puntos de vista. El pensar de Nietzsche es lo suficientemente lúcido y abierto como para advertir que el punto de vista sólo se “puntúa” como tal gracias a la “puntuación” de ese mirar. Lo que vale no vale porque sea un valor en sí, sino que el valor es valor porque vale. Vale porque es puesto como algo que tiene valor. Es puesto de tal modo mediante un poner la mira en algo, algo que sólo por este poner la mira recibe el carácter de aquello con lo que debe contarse y que por lo tanto vale. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Una vez que ha surgido el pensamiento del valor hay que admitir también que los VALORES sólo “son” donde se calcula, del mismo modo en que sólo hay “objetos” para un “sujeto”. Hablar de “VALORES en sí” es o bien una muestra de falta de pensamiento o bien una falsificación, o ambas cosas a la vez. “Valor” es, por su esencia, “punto de vista”. Puntos de vista sólo los hay para un ver que puntúa y que tiene que contar de acuerdo con “puntos”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

VALORES” son las condiciones que tiene que tener en cuenta el poder en cuanto tal. Contar con el acrecentamiento del poder, con la sobrepotenciación del nivel de poder de cada caso, es la esencia de la voluntad de poder. “VALORES” son, en primer lugar, las condiciones de acrecentamiento que tiene en vista la voluntad de poder. La voluntad de poder, en cuanto sobrepotenciarse a sí, no es nunca un estado de reposo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Voluntad de poder es, en la metafísica de Nietzsche, el nombre más pleno   para el desgastado y vacío título de “devenir”. Por eso dice Nietzsche: “El punto de vista del “valor” es el punto de vista de las condiciones de conservación, de acrecentamiento”… “dentro del devenir”. Pero en la determinación de la esencia del valor como condición está aún indeterminado qué condicionan [bedingen] los VALORES, qué cosa [Ding  ] convierten en “cosa”, si empleamos aquí la palabra “cosa” en el muy amplio sentido de “algo”, que no nos obliga a pensar en objetos y cosas palpables. Pero lo que los VALORES condicionan es la voluntad de poder. Ciertamente; sólo que la voluntad de poder, en cuanto carácter fundamental de lo “real”, no es de una esencia simple, como ya lo expresa su nombre. No es casual que Nietzsche diga que el “valor” es la “condición de conservación, de acrecentamiento” puesta en cuenta en cada caso. En lo real se trata, con igual necesidad, de conservación y de acrecentamiento; en efecto, para que la voluntad de poder, en cuanto sobrepotenciación, pueda superar un nivel, este nivel no sólo tiene que ser alcanzado sino también mantenido, más aún, fijado ejerciendo el poder, ya que, de lo contrario, la sobrepotenciación no sería sobrepotenciación. Sólo lo que ya tiene en sí un estar y una existencia consistente firme puede “pensar” en acrecentarse. Es necesario que un nivel sea ya en sí mismo firme para que se puedan acumular otros encima de él. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por eso, para lo real que tiene el carácter de la voluntad de poder se necesitan aquellos VALORES que le aseguren la existencia consistente respecto de su consistencia. Pero de manera igualmente necesaria se necesitan las condiciones que garanticen un más-allá-de-sí, una sobreelevación de lo real (de lo viviente), se necesitan los VALORES como condiciones de acrecentamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero Leibniz   no piensa aún los puntos de vista como VALORES. El pensamiento del valor no es aún tan esencial y explícito como para que los VALORES puedan pensarse como los puntos de vista de las perspectivas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo real cuya realidad está determinada por la voluntad de poder es, en cada caso, un entrelazamiento de perspectivas y posiciones de VALORES, una formación de “tipo complejo”; pero esto porque la voluntad de poder misma es de una esencia compleja. Observemos nuevamente la unidad compleja de su esencia. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En esta determinación se expresa que los VALORES, en cuanto condiciones de acrecentamiento y conservación, están referidos siempre a un “devenir”, en el sentido de crecimiento y decadencia del poder. Los VALORES no son de ninguna manera ante todo algo “por sí”, para ser referidos después ocasionalmente a la voluntad de poder. Son lo que son, es decir condiciones, en cuanto condicionantes y por lo tanto en cuanto posibilitaciones de la voluntad de poder puestas por ella misma… De este modo proporcionan una medida para estimar el quantum de poder de una formación de dominio y la dirección de su aumento y disminución. Cuando Nietzsche dice en el fragmento n. 12 (sección final) que los VALORES son “resultados de determinadas perspectivas de utilidad para conservar y acrecentar formaciones de dominio humanas”, útil y utilidad son entendidos aquí exclusivamente en referencia al poder. “Valor” es esencialmente valor útil; pero “utilidad” tiene que equipararse aquí con condición de conservación del poder, es decir, ya siempre  : de acrecentamiento del poder. Los VALORES son, por su esencia, condiciones y por lo tanto nunca algo incondicionado. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los VALORES son condiciones de las “formaciones de dominio” dentro del devenir, es decir, de la realidad en su totalidad, cuyo carácter fundamental es la voluntad de poder. Las formaciones de dominio son formas de la voluntad de poder. Nietzsche denomina con frecuencia “VALORES” no sólo a las condiciones de esas formaciones de dominio sino a ellas mismas, y con razón. Ciencia, arte, estado, religión, cultura, son tomados como VALORES en la medida en que son condiciones en virtud de las cuales se lleva a cabo el ordenamiento de lo que deviene en su carácter de realidad única. Estos VALORES ponen a su vez, como formaciones de poder, determinadas condiciones para el aseguramiento de su propia existencia consistente y para su despliegue. El devenir mismo, sin embargo, lo real en su totalidad, “no tiene ningún valor”. Esto resulta claro después de las determinaciones esenciales que se han hecho. En efecto, fuera del ente en su totalidad no hay ya nada que pueda ser aún condición del mismo. Falta algo de acuerdo con lo cual se lo pudiera medir (al devenir en su totalidad). “El valor total del mundo es invalorable, en consecuencia el pesimismo filosófico forma parte de las cosas cómicas” (n. 708; 1887-1888). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Cuando Nietzsche dice que el ente en su totalidad “no tiene ningún valor”, no quiere dictar un juicio despectivo sobre el mundo. Sólo quiere mantener alejada toda estimación de valor de la totalidad en cuanto sería un desconocimiento de la esencia de la misma. La proposición: el ente en su totalidad no tiene ningún valor es, pensada en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder, el rechazo más radical de la creencia de que los “VALORES” sean algo en sí, por encima del ente en su totalidad y válido para él. Que el ente en su totalidad carezca de valor quiere decir: está fuera de toda valoración, ya que por medio de ésta sólo se haría que el todo y lo incondicionado se volvieran dependientes de partes y condiciones que sólo son lo que son desde el todo. El mundo en devenir es, en cuanto voluntad de poder, lo in-condicionado. Sólo dentro del devenir: en referencia a formaciones de poder individuales, sólo puestas por medio de ellas y para ellas, hay condiciones, es decir puntos de vista de la conservación y acrecentamiento de los quanta de energía, sólo allí hay VALORES. ¿Entonces los VALORES surgen de la voluntad de poder? Ciertamente, pero pensaríamos de nuevo de modo erróneo si quisiéramos volver a comprender los VALORES como si fueran algo “al lado de” la voluntad de poder, como si en primer lugar estuviera ésta y, a continuación, instaurara “VALORES” que pondría en función de acuerdo con las circunstancias. Los VALORES, en cuanto condiciones de conservación y acrecentamiento del poder, sólo son como algo condicionado por lo único incondicionado, la voluntad de poder. Los VALORES son esencialmente condiciones condicionadas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los VALORES, sin embargo, evidentemente sólo pueden ser condiciones de la voluntad de poder si ellos mismos tienen carácter de poder y representan por lo tanto quanta de poder para el contar con el acrecentamiento de poder desde el ejercicio consciente de la voluntad de poder. Los VALORES, por lo tanto, en cuanto condiciones del acrecentamiento y la conservación del poder, están referidos esencialmente al hombre. En cuanto puntos de vista, quedan integrados en la perspectiva humana. Por eso dice Nietzsche (n. 713; 1888): “Valor es el mayor quantum de poder que el hombre es capaz de incorporar; el hombre: ¡no la humanidad! La humanidad es mucho más un medio que un fin. Se trata del tipo: la humanidad es meramente el material experimental, el enorme excedente de lo fallido: un campo de ruinas”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero el hecho de que Nietzsche interprete la historia de la metafísica desde el horizonte de la voluntad de poder surge de su pensamiento metafísico y no es de ninguna manera un posterior agregado historiográfico de sus propias “opiniones” a las doctrinas de los pensadores anteriores. Al contrario, la metafísica de la voluntad de poder, en cuanto toma de posición transvaloradora respecto de la metafísica habida hasta el momento, determina a ésta de antemano en el sentido de la valoración y del pensamiento del valor. Toda confrontación se mueve sobre la base de la interpretación ya decidida, sustraída a toda discusión. La metafísica de la voluntad de poder no se agota en poner nuevos VALORES frente a los válidos hasta el momento. Hace que todo lo que haya sido pensado y dicho hasta entonces sobre el ente en cuanto tal en su totalidad aparezca a la luz del pensamiento del valor. En efecto, incluso la esencia de la historia es determinada de modo nuevo por la metafísica de la voluntad de poder, lo que reconocemos por la doctrina nietzscheana del eterno retorno de lo mismo y su íntima conexión con la voluntad de poder. El tipo de historiografía que se da en cada momento es siempre sólo la consecuencia de una determinación esencial de la historia ya establecida. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A pesar del comentario que acaba de realizarse de la expresión “ingenuidad hiperbólica”, aún subsiste el peligro de que esta importante afirmación final del fragmento n. 12 sea profundamente mal comprendida. Ella encierra el resumen muy comprimido, y por ello fácilmente equívoco, de un importante pensamiento. Efectivamente, apelando a la afirmación de Nietzsche se podría sugerir que éste, de acuerdo con el tenor literal de la misma, dice lo contrario de lo que nosotros hemos dilucidado como esencia de la ingenuidad hiperbólica. Si la ingenuidad consiste en no saber que el origen de los VALORES está en que son puestos por los propios hombres en términos de poder, ¿cómo puede ser una “ingenuidad hiperbólica” “ponerse a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas”? Esto último es algo totalmente diferente de la ingenuidad. Es la suma consciencia del hombre que se apoya sobre sí mismo, es explícita voluntad de poder y de ningún modo impotencia de poder. Si tuviéramos que comprender la afirmación de ese modo, Nietzsche estaría diciendo: la “ingenuidad hiperbólica” consiste en no ser en absoluto ingenuo. No podemos atribuirle tamaña insensatez. ¿Qué dice entonces la afirmación? De acuerdo con la determinación que hace Nietzsche de la esencia de los VALORES, incluso aquellos que se ponen desconociendo el origen de los VALORES tienen que surgir de las posiciones humanas, es decir, de modo tal que el hombre se ponga a sí mismo como sentido y medida del valor: la ingenuidad no consiste en que el hombre ponga los VALORES y actúe como sentido y medida del valor. El hombre es ingenuo en la medida en que pone los VALORES como la “esencia de las cosas” que recae sobre él, sin saber que es él que las pone y que lo que las pone es una voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sin embargo, nos haríamos demasiado fácil la confrontación con la posición metafísica fundamental de Nietzsche y dejaríamos todo a medias si siguiéramos esa disolución de ser y verdad sólo en el respecto mencionado. Los enredos de los que Nietzsche ya no logra salir se ven cubiertos en un primer momento por el sentimiento básico de que todo está sostenido por la voluntad de poder y es por ella necesario y está por lo tanto justificado. Esto se expresa en que Nietzsche puede decir al mismo tiempo: la “verdad” es apariencia y error, pero, en cuanto error es sin embargo un “valor”. El pensar en términos de VALORES oculta el derrumbe de la esencia de ser y verdad. El pensamiento de los VALORES es él mismo una “función” de la voluntad de poder. Cuando Nietzsche dice: el concepto de “yo” y por lo tanto el de “sujeto” son un invento de la “lógica”, tendría que rechazar la subjetividad como “ilusión”, por lo menos allí donde se la reivindica como realidad fundamental de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero Tucídides, el pensador de la historia, no era capaz, sin embargo, de superar el platonismo que impera en el fondo del pensamiento nietzscheano. Puesto que la filosofía de Nietzsche es metafísica y toda metafísica es platonismo, en el final de la metafísica el ser tiene que ser pensado como valor, es decir, computado como una condición meramente condicionada del ente. La interpretación metafísica del ser como valor está prefigurada por el comienzo de la metafísica. En efecto, Platón   concibió el ser como idea; pero la más elevada de las ideas — y esto quiere decir, al mismo tiempo, la esencia de todas — es lo agathon  , pensado en griego, aquello que vuelve apto, aquello que habilita y posibilita al ente para ser ente. Ser tiene el carácter de posibilitar, es condición de posibilidad. Ser es, para decirlo con Nietzsche, un valor. ¿O sea que Platón ha sido el primero en pensar en términos de valor? Esta opinión sería precipitada. La concepción platónica del agathon se diferencia tan esencialmente del concepto nietzscheano de valor como la concepción griega del hombre de la interpretación moderna de la esencia humana como sujeto. Pero la historia de la metafísica comienza su curso desde la interpretación platónica del ser como idea y agathon, para llegar a la interpretación del ser como voluntad de poder que pone VALORES y piensa todo como valor. Por eso aún hoy pensamos exclusivamente según “ideas” y “VALORES”. Por eso el nuevo orden de la metafísica no es sólo entendido sino realizado e instaurado como transvaloración de todos los VALORES. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ahora bien, sabemos que Nietzsche comprende a los VALORES como condiciones de posibilidad de la voluntad de poder, es decir, del carácter fundamental del ente. Nietzsche piensa la entidad del ente esencialmente como condición, como aquello que posibilita, vuelve apto, es decir, como agathon. Piensa el ser de un modo completamente platónico y metafísico, incluso cuando invierte el platonismo, incluso como anti-metafísico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Tienen razón, entonces, los que comprenden el agathon de Platón y en general, las “ideas” como VALORES? De ningún modo. Platón piensa el ser como ousia  , como presencia y consistencia y como visualidad, y no como voluntad de poder. Puede resultar tentador equiparar agathon y bonum con valor (cfr. Die Kategorien   — und Bedeutungslehre des Duns Scotus  , 1916). Esta equiparación pasa por alto lo que está entre Platón y Nietzsche, o sea la totalidad de la historia de la metafísica. En la medida en que comprende los VALORES como condiciones, y más concretamente como condiciones del “ente” en cuanto tal (mejor: de lo real efectivo, de lo que deviene), Nietzsche piensa el ser como entidad a la manera platónica. Pero con ello sigue sin aclararse por qué piensa estas condiciones del ente como “VALORES”, dando así también una interpretación diferente al carácter “a priori  ” del ser. Con la interpretación platónica del ser como idea comienza la filosofía como metafísica. Mediante la determinación platónica de la esencia de la ideaen el sentido de lo agathon, el ser y su aprioridad se tornan interpretables como aquello que posibilita, como condición de posibilidad. La prefiguración del pensamiento del valor se lleva a cabo en el comienzo de la metafísica. El pensar en términos de valor lleva a cabo el acabamiento de la metafísica. Pero el pensamiento mismo del valor no le es a Platón menos extraño que la interpretación del hombre como “sujeto”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué sucede entonces cuando llega el momento en que el hombre se libera para llegar sí mismo, para ser aquel ente que representa llevando todo ante sí como tribunal que juzga sobre su consistencia? Entonces la idea se convierte en perceptum de la perceptio; en aquello que el re-presentar del hombre lleva ante sí, y lleva ante sí como lo que posibilita en su representatividad aquello que ha de re-presentarse. Ahora, la esencia de la idea se transforma, de la visualidad y la presencia en la representatividad para y por aquel que representa. La representatividad (el ser) se convierte en condición de posibilidad de lo representado y remitido y que se sostiene de ese modo, es decir, del objeto. El ser (idea) se convierte en condición de la que aquel que re-presenta, el sujeto, dispone y tiene que disponer si han de poder enfrentársele objetos. El ser se comprende como sistema de las condiciones necesarias con las que el sujeto tiene que contar de antemano sobre la base de su relación con el ente, y precisamente en vistas al ente en cuanto lo objetual. Condiciones con las que tiene que contarse necesariamente; ¿cómo no se las iba a denominar un día “VALORES, “los” VALORES, y computarlas como tales? Queda así claro el origen esencial del pensamiento del valor desde la esencia original de la metafísica, desde la interpretación del ser como idea y de la idea como agathon. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Se ha aclarado en qué medida el ser ha podido llegar al papel de “posibilitación” y de “condición de posibilidad”. Pero ¿por qué y cómo las “condiciones de posibilidad”, la entidad, se convierten en VALORES? ¿Por qué todo lo que tiene el carácter de condición y todo lo que posibilita (sentido, meta, fin, unidad, orden, verdad) pasa a tener el carácter de valor? Esta pregunta parece volverse por sí misma superflua apenas recordamos que Nietzsche interpreta la esencia del valor en el sentido de ser condición. “Valor” no es, entonces, más que otro nombre para “condición de posibilidad”, para agathon. No obstante, incluso si es otro nombre requiere aún que se fundamente   su surgimiento y la preeminencia que tiene por doquier en el pensamiento de Nietzsche. Un nombre siempre esconde en sí una interpretación. El concepto nietzscheano de valor piensa el carácter de condición, pero no sólo eso y eso tampoco ya en el sentido del agathon platónico y de la “condición de posibilidad” kantiana. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Pero cuándo el re-presentar del ser del ente se convierte en un contar y un estimar esencial? ¿Cuándo las “condiciones” se convierten en el producto de una estimación y en aquello que es estimado, es decir, en VALORES? Sólo cuando el re-presentar del ente en cuanto tal se convierte en ese re-presentar que se apoya incondicionadamente sobre sí mismo y que tiene que establecer desde sí y para sí todas las condiciones del ser. Sólo cuando el carácter fundamental del ente se ha vuelto de una esencia tal que él mismo exige contar y estimar como una necesidad esencial del ser del ente. Esto ocurre allí donde el carácter fundamental del ente se revela como voluntad de poder. La voluntad de poder es la esencia de la voluntad. Nietzsche dice en 1884: “En toda voluntad hay un estimar” (XIII, n. 395). Anteriormente se mostró, desde el cumplimiento esencial de la voluntad de poder, cómo ésta es, por sí misma, una estimación de valor. Ahora, desde la esencia del estimar en cuanto contar incondicionado, ha resultado su copertenencia esencial con la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sólo una cosa deberíamos aprender a vislumbrar, que el ser esencia [west] por sí mismo como voluntad de poder y por eso exige al pensar que se lleve a cabo, en el sentido de esa esencia, como estimar, es decir que, de modo incondicionado, cuente con, tenga en cuenta y cuente desde condiciones, es decir, que piense en términos de VALORES. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esta época muestra una obviedad peculiarmente indiferente respecto de la verdad del ente en su totalidad. O bien el ser se explica aún de acuerdo con la tradicional explicación cristiano-teológica del mundo, o bien el ente en su totalidad — el mundo — se determina invocando “ideas” y “VALORES”. Las “ideas” recuerdan el comienzo de la metafísica occidental en Platón. Los “VALORES” remiten a la relación con el final de la metafísica en Nietzsche. Sólo que las “ideas” y “VALORES” no siguen siendo pensados en su esencia y en su proveniencia esencial. La invocación de “ideas” y “VALORES” y la posición de las mismas son el recurso más corriente y comprensible para la interpretación del mundo y la conducción de la vida. Esta indiferencia frente al ser en medio de la suprema pasión por el ente testimonia el carácter totalmente metafísico de la época. La consecuencia esencial de este estado de cosas se muestra en que las decisiones históricas se han trasladado ahora, de modo consciente, voluntario y total, de los diferentes dominios de la anterior actividad cultural — política, ciencia, arte, sociedad — al ámbito de la “cosmovisión”. La “cosmovisión” es esa figura de la metafísica moderna que se vuelve inevitable cuando comienza su culminación en dirección de lo incondicionado. La consecuencia es una peculiar uniformidad de la hasta ahora múltiple historia occidental-europea, uniformidad que se anuncia metafísicamente en el acoplamiento de “idea” y “valor” como recurso determinante para la interpretación cosmovisional del mundo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Scheler [El formalismo en la ética y la ética material de los VALORES. Jh. f. Philosophie   und phänom. Forchung 2 (1916), p. 266] está tan lejos de entender el planteamiento básico de la idea de persona   de Kant  , que sólo considera el sentimiento de respeto [al que Kant apela] como una “singular excepción”, sin querer ver que su propia idea de persona (la de Scheler), no sólo se distingue de la idea kantiana en que es más dogmática y permite en mayor grado aún una confusión de los límites entre filosofía y teología, es decir, en que echa a perder la teología y daña a la filosofía y a las posibilidades de hacer preguntas críticamente planteadas, que caracterizan a la filosofía. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Kierkegaard   es la rebelión de la existencia cristiana del individuo en la fe contra el saber absoluto de la filosofía. Nietzsche es la negación de ambos — de la filosofía pretérita y del cristianismo — porque ambos son los precursores del nihilismo europeo — del hecho fundamental, que se degradaran los VALORES más altos, [y] que falte el objetivo y la respuesta al por qué. Heideggeriana: FilosofiaAlema  

La acción política, la obra del arte, la articulación del orden en la comunidad, el saber que piensa, la intimidad de la fé — todo esto no ha de cultivarse más como recintos de tareas de una “cultura”, ni admite que se le ordene más únicamente en un “sistema cultural” ya existente. Este mismo se ha vuelto cuestionable, incluso el concepto de una cultura en el sentido de una realización de VALORES. Este cuestionamiento aún no experimentado hasta el momento, no significa de ninguna manera ya la barbarie — al revés, a partir de este cuestionamiento, aquellos ámbitos de acción de la existencia humana crean recién una zona esencial, que los saca del marco de la mera industria cultural [Kulturbetrieb] habida hasta ahora. Heideggeriana: EuropaFilosofia  

La verdad de la que aquí se ha hablado no coincide con aquello que normalmente se conoce bajo ese nombre y que se le atribuye a modo de cualidad al conocimiento y la ciencia a fin de diferenciarla de lo bello y lo bueno, que son los nombres que se usan para designar a los VALORES del comportamiento no teórico. Heideggeriana: ObraArte

Un cuarto fenómeno se manifiesta en el hecho de que el obrar humano se interpreta y realiza como cultura. Así pues, la cultura es la realización efectiva de los supremos VALORES por medio del cuidado de los bienes más elevados del hombre. La esencia de la cultura implica que, en su calidad de cuidado, ésta cuide a su vez de sí misma, convirtiéndose en una política cultural. Heideggeriana: ImagemMundo

Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por VALORES y los propios VALORES se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como cultura, los VALORES se convierten en VALORES culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios VALORES en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como imagen. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros VALORES. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze  , el cual reinterpretó las ideas de Platón como VALORES y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título “Microcosmos” el “Ensayo de una Antropología” (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la simplicidad de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los VALORES. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: ImagemMundo

La palabra “valor” es esencial para Nietzsche. Esto se muestra de inmediato en la formulación del subtítulo que le da al curso de pensamientos hacia la voluntad de poder: “Tentativa de una transvaloración de todos los VALORES”.Valor significa para Nietzsche tanto como: condición de la vida, condición para que haya “vida”. Pero en la mayoría de los casos “vida” es, en el pensamiento de Nietzsche, la palabra que designa todo ente y el ente en su totalidad, en la medida en que es. Ocasionalmente significa también, en un sentido enfático, nuestra vida, es decir el ser del hombre. Heideggeriana: VontadePoder  

Que tenga que haber una serie de creencias; que esté permitido juzgar; que falte la duda respecto de todos los VALORES esenciales: esto es presupuesto de todo lo viviente y de su vida. O sea que es necesario que algo tenga que ser tenido por verdadero, no que algo sea verdadero. Heideggeriana: VontadePoder

No analizaremos aquí el origen esencial de esta de la verdad. Previo a todo se plantea la pregunta: ¿Qué significa aquí ente y el ente? ¿Cómo se relaciona el ente en general con la “vida”? ¿En qué sentido y por qué el ente tiene que ser representable y representado para el hombre? ¿En qué consiste este representar y cómo se determina desde la esencia de la “vida”? Alrededor de estas preguntas y sólo alrededor de ellas, preguntas formuladas a veces con mayor, a veces con menor claridad, gira la meditación de Nietzsche sobre la esencia de la verdad. Los dos párrafos siguientes y últimos del n. 507 dan la respuesta a grandes rasgos. A nosotros nos proporcionan, a su vez, los hitos para interrogar la concepción nietzscheana de la verdad hasta su fundamento más íntimo: Que tenga que haber una serie de creencias; que esté permitido juzgar; que falte la duda respecto de todos los VALORES esenciales: esto es presupuesto de todo lo viviente y de su vida.” Heideggeriana: VontadePoder

Previamente a la transvaloración de todos los VALORES habidos hasta el momento que Nietzsche asume como su propia tarea metafísica, se encuentra una transformación más originaria: que en general la esencia de todo ente sea considerada de antemano como valor. Heideggeriana: VontadePoder

No admitir ya la distinción de un mundo verdadero y un mundo aparente, ser inmoralista, significa ir hacia ese extremo en el que no está permitido ya recoger de un mundo en sí verdadero los fines y los criterios para un mundo aún no verdadero e imperfecto. Nietzsche dice que los “príncipes europeos” (los que conforman y dirigen la historia y el destino de los pueblos) deberían reflexionar acerca de si aún pueden prescindir del apoyo de los inmoralistas. Esto quiere decir: deberían tener claro si las metas que proponen o admiten como válidas para sus naciones son aún verdaderas metas, si las hipócritas apelaciones a la moral, a los VALORES culturales, a la civilización y el progreso, no tienen como fondo una metafísica hace tiempo derrumbada. Los “príncipes” deberían reflexionar sobre si éstas son aún metas fundamentables o una simple fachada, despojos ya no pensados a fondo de un mundo metafísico en ruinas; deberían reflexionar sobre si se pueden crear metas a partir de “este mundo” y para él, sobre si aún está vivo un saber que pueda saber acerca de la esencia de las metas y de su fundación. Heideggeriana: VontadePoder

De acuerdo con las múltiples elucidaciones que se han venido haciendo, estimación de valor quiere decir: poner condiciones de la vida. Por “VALORES” no se entienden aquí circunstancias arbitrarias, algo que se valora una vez de un modo y otra vez de otro según la ocasión y los diferentes puntos de vista. “Valor” es el nombre que designa las condiciones esenciales de lo viviente. “Valor” equivale aquí a esencia en el sentido de posibilitación, de possibilitas. Las “estimaciones de valor” no significan, por lo tanto, las valoraciones llevadas a cabo en el dominio del cálculo cotidiano de las cosas y del entenderse entre los hombres, sino aquellas decisiones que se toman en el fondo de lo viviente — aquí del hombre — sobre la esencia del hombre mismo y de todo ente no humano. Heideggeriana: VontadePoder

La continuación esencial de este momento último de la metafísica, es decir del proyecto de la entidad en dirección del volver consistente del presenciar, se manifiesta en la correspondiente determinación de la esencia de la “verdad”. Desaparece ahora el último hálito de una resonancia de la aletheia  . La verdad se convierte en justicia, en el sentido del imperativo fundirse de lo que se ordena a sí mismo en el impulso de su sobreelevación. Toda corrección es sólo un estadio previo y una ocasión para la sobreelevación, todo fijar es sólo un apoyo para la disolución en el devenir y por lo tanto en el querer volver consistente el “caos”. Ahora sólo queda la invocación de la vitalidad de la vida. La esencia inicial de la verdad se ha transformado de tal modo que la transformación equivale a un apartamiento (no a una aniquilación) de su esencia. El ser verdadero se disuelve en la presencia, que en cada caso retorna, de un dar poder al poder. La verdad se vuelve nuevamente lo mismo que el ser, sólo que éste, entretanto, ha asumido el acabamiento en su inesencia. Pero cuando la verdad como corrección y como desocultamiento se ha aplanado en la “conformidad a la vida”, cuando se ha apartado de este modo a la verdad, la esencia de la verdad ha perdido todo dominio. En el ámbito de la preponderancia de las “perspectivas” y los “horizontes” carentes de perspectivas, es decir, privados de despejamiento, no puede ser ya digna de que se la interrogue. ¿Pero qué sucede entonces? Entonces comienza la donación de sentido como “transvaloración de todos los VALORES”. La “carencia de sentido” se convierte en el único “sentido”. La verdad es “justicia”, es decir suprema voluntad de poder. A esta “justicia” sólo le hace justicia el dominio incondicional de la tierra por parte del hombre. Pero la instalación en lo planetario ya no es más que la consecuencia del antropomorfismo incondicionado. Heideggeriana: EternoRetorno  

A la preponderancia del ser en esta figura esencial la llamamos la maquinación [Machenschaft  ]. Ésta impide cualquier tipo de fundamentación de los “proyectos”, no menos poderosos bajo su poder, ya que es ella la preponderancia misma de toda incuestionada autoseguridad y certeza de aseguramiento. Sólo bajo la orden incondicionada de sí misma la maquinación puede mantenerse en un estado, es decir: volverse consistente. Allí, pues, donde con la maquinación la carencia de sentido llega al poder, la represión del sentido y con él de todo interrogar la verdad del ser tiene que ser sustituida por la proposición maquinante de “fines” (VALORES). Se espera consecuentemente la instauración de nuevos VALORES por parte de la “vida”, después de que ésta ha sido previamente movilizada de modo total, como si la movilización total fuera algo en sí misma y no la organización de la incondicionada carencia de sentido, desde y para la voluntad de poder. Estas posiciones que dan poder al poder no se rigen ya por “medidas” e “ideales” que aún podrían estar fundados en sí mismos, sino que están “al. servicio” de la mera ampliación de poder y se los valora de acuerdo con su utilidad considerada en ese sentido. La época de la acabada carencia de sentido es, por lo tanto, el tiempo de la invención e imposición, basadas en el poder, de “cosmovisiones” que llevan al extremo toda la calculabilidad del representar y producir, ya que, por su esencia, surgen de una autoinstauración del hombre dentro del ente apoyada sobre sí misma, así como de su dominio incondicional sobre todos los medios de poder del globo y sobre éste mismo. Heideggeriana: EternoRetorno

Aquello que el ente es en cada uno de los ámbitos particulares, el qué-es que anteriormente se determinaba en el sentido de las “ideas”, se convierte ahora en aquello con lo que la autoinstauración cuenta de antemano como lo que le indica qué y cuánto valor tiene el ente que ha de producirse o representarse (la obra de arte, el producto técnico, la institución estatal, el ordenamiento humano personal y social). El calcular que se instaura a sí mismo inventa los “VALORES” (de la cultura, del pueblo). El valor es la traducción de la esencialidad de la esencia (es decir, de la entidad) en algo calculable y por consiguiente estimable de acuerdo con el número y la dimensión espacial. Lo grande tiene ahora una esencia propia de la grandeza: lo gigantesco. Esto no resulta del acrecentamiento de lo pequeño hacia algo cada vez más grande sino que es el fundamento esencial, el motor y la meta del acrecentamiento que, por su parte, no consiste en algo cuantitativo. Heideggeriana: EternoRetorno

Al acabamiento de la metafísica, es decir al erigirse y consolidarse de la acabada carencia de sentido, no le queda, por lo tanto, más que la extrema entrega al final de la metafísica en la forma de la “transvaloración de todos los VALORES”. En efecto, el acabamiento nietzscheano de la metafísica es en primer lugar una inversión del platonismo (lo sensible se convierte en el mundo verdadero, lo suprasensible en el mundo aparente). Pero en la medida en que, al mismo tiempo, la “idea” platónica, en su forma moderna, se ha convertido en principio de la razón y éste en “valor”, la inversión del platonismo se convierte en “transvaloración de todos los VALORES”. En ella, el platonismo invertido se transforma en ciego endurecimiento y aplanamiento. Ahora sólo existe el plano único de la “vida” que se da a sí misma y por mor de sí misma el poder de sí misma. En la medida en que la metafísica comienza expresamente con la interpretación de la entidad como idea, alcanza en la “transvaloración de todos los VALORES” su final extremo. El plano único es aquello que queda después de la supresión del mundo “verdadero” y del mundo “aparente” y que aparece como lo mismo del eterno retorno y la voluntad de poder. Heideggeriana: EternoRetorno

En cuanto ejecutor de la transvaloración de todos los VALORES, Nietzsche, sin saber el alcance de este último paso, atestigua su definitiva pertenencia a la metafísica, y con ella su abismal separación de toda posibilidad de otro inicio. ¿Pero no ha impuesto Nietzsche un nuevo “sentido” con la total caducidad y aniquilamiento de los fines e ideales reinantes hasta el momento? ¿No ha anticipado en su pensar al “superhombre” como “sentido” de la “tierra”? Pero “sentido” significa para él nuevamente “meta” e “ideal  ”, y “tierra” es el nombre que designa la vida que vive corporalmente y el derecho de lo sensible. El “superhombre” es para él el acabamiento del último hombre, del hombre existente hasta el momento, es la fijación [Fest-stellung  ] del animal que hasta ahora no ha sido todavía fijado, del animal que aún sigue dependiente y a la búsqueda de ideales que estén allí delante, de ideales “en sí verdaderos”. El superhombre es la más extrema rationalitas en el dar poder a la animalitas, es el animal rationale   que llega a su acabamiento en la brutalitas. La carencia de sentido se convierte ahora en el “sentido” del ente en su totalidad. La incapacidad de interrogar el ser decide acerca de qué sea el ente. La entidad es abandonada a sí misma como maquinación desencadenada. Ahora, el hombre no sólo tiene que “arreglárselas” sin “una verdad”, sino que la esencia de la verdad queda expulsada al olvido, por lo que todo pasa a referirse a un “arreglárselas” y a algunos “VALORES”. Heideggeriana: EternoRetorno

La verdad anuncia el dominio de su esencia: el despejamiento del ocultarse. La historia es historia del ser. Aquellos que, afectados por el despejamiento del rehusarse, sólo quedan desconcertados ante él, no hacen más que huir de la meditación, como alguien que burlado durante demasiado tiempo por el ente se ha vuelto tan extraño al ser que ni siquiera es capaz de desconfiar de él con fundamento. Aún totalmente presos de la servidumbre de la metafísica a la que presumiblemente se habría apartado hace tiempo, se buscan salidas hacia alguna cosa recóndita y suprasensible. Se huye hacia la mística (la mera imagen contraria de la metafísica) o, puesto que se permanece en la actitud del cálculo, se apela a los “VALORES”. Los “VALORES” son los ideales definitivamente flexionados hacia lo calculable, los únicos que resultan utilizables para la maquinación: la cultura y los VALORES culturales como medios de propaganda, los productos del arte como objetos que sirven a la finalidad de mostrar las realizaciones y como material para decorar vehículos en los desfiles. Heideggeriana: EternoRetorno

Durante este período, el período culminante de Nietzsche, la verdad del ente en cuanto tal en su totalidad quiere hacerse palabra en su pensar. Los planes acerca del modo de proceder se suceden unos a otros. Un proyecto tras otro van abriendo la estructura de lo que quiere decir el pensador. El título conductor es a veces “el eterno retorno”, a veces “la voluntad de poder”, a veces “la transvaloración de todos los VALORES”. Cuando una expresión desaparece como expresión conductora, vuelve a aparecer como título de la parte final o como subtítulo del título principal. Todo avanza, sin embargo, en dirección a la educación de los hombres que “acometerán la transvaloración” (XVI, 419). Ellos son los “nuevos hombres veraces” (XIV, 322) de una nueva verdad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche  

Por eso, todo ser es “devenir”. La amplia mirada abierta al devenir es la visión que se anticipa y atraviesa penetrando en el ejercicio de poder de la voluntad de poder, realizada desde el propósito único de que ésta “sea” como tal. Pero esta mirada que, abriendo a, atraviesa y penetra en la voluntad de poder le pertenece a ésta misma. La voluntad de poder, en cuanto dar el poder de sobrepotenciar, es un mirar previo y que atraviesa; Nietzsche dice: “perspectivista”. Sólo que la “perspectiva” no es nunca una mera trayectoria de la mirada en la cual se llega a ver algo, sino que la mirada que se abre-a atravesando tiene la mira en las “condiciones de conservación y acrecentamiento”. Los “puntos de vista” puestos en tal “ver” son, en cuanto condiciones, de un tipo tal que se tienen que tener en cuenta y se tiene que contar con ellos. Tienen la forma de “números” y de “medidas”, es decir, de VALORES. Los VALORES “son siempre reducibles a aquella escala numérica y de medida de la fuerza” (La voluntad de poder, n. 710). “Fuerza” es entendida por Nietzsche siempre en el sentido de poder, es decir, como voluntad de poder. El número es esencialmente “forma perspectivista” (La voluntad de poder, n. 490), ligado por lo tanto al “ver” propio de la voluntad de poder que, por su esencia, es un contar con VALORES. El “valor” tiene el carácter de “punto de vista”. Los VALORES no tienen validez y “son” “en sí”, para después, eventualmente, tornarse “puntos de vista”. El valor es “esencialmente el punto de vista” del ver, que ejerce el poder y calcula, de la voluntad de poder (La voluntad de poder, n. 715). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Nietzsche habla de las condiciones de la voluntad de poder denominándolas “condiciones de conservación, de acrecentamiento”. No dice, deliberadamente, condiciones de conservación y de acrecentamiento, como si sólo se juntara algo diferente, cuando en realidad sólo hay una cosa. Esta esencia unitaria de la voluntad de poder regula el entrelazamiento que le es propio. De la sobrepotenciación forma parte aquello que se supera, en cuanto respectivo nivel de poder, y aquello que supera. Lo que hay que superar tiene que ofrecer resistencia y, para ello, tiene que ser, él mismo algo constante, que se sostiene y conserva. Pero también lo que supera tiene que tener constancia y ser estable, de lo contrario no podría ni ir más allá de sí ni mantenerse en el acrecentamiento sin vacilaciones y seguro de sus posibilidades de hacerlo. A la inversa, todo poner la mira en la conservación se hace a causa del acrecentamiento. Puesto que el ser del ente como voluntad de poder es en sí mismo este entrelazamiento, las condiciones de la voluntad de poder, es decir los VALORES, quedan referidos “a configuraciones complejas”. A estas figuras de la voluntad de poder, por ejemplo la ciencia (el conocimiento), el arte, la política, la religión, Nietzsche las llama también “formaciones de dominio”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Con frecuencia designa como VALORES no sólo a las condiciones de esas formaciones de dominio sino a las formaciones mismas. En efecto, ellas crean las vías y las instituciones, y por lo tanto las condiciones bajo las cuales el mundo, que es esencialmente “caos” y nunca “organismo”, se ordena como voluntad de poder. De este modo se vuelve comprensible la formulación, en un primer momento extraña, de que la “ciencia” (el conocimiento, la verdad) y el “arte” son “VALORES”. “¿Respecto de qué se mide objetivamente el valor? Sólo respecto del quantum de poder acrecentado y organizado … “ (La voluntad de poder, n. 674). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La voluntad de poder es, por su esencia más íntima, un contar perspectivista con las condiciones de su posibilidad, condiciones que ella misma pone como tales. La voluntad de poder es en sí misma instauradora de VALORES. “La cuestión de los VALORES es más fundamental que la cuestión de la certeza: la última sólo alcanza gravedad bajo el supuesto de que ya se haya respondido a la cuestión del valor” (La voluntad de poder, n. 588). “ … Querer, en general, es lo mismo que querer-devenir-más fuerte, querer-crecer — y también querer los medios para ello” (La voluntad de poder, n. 675). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero los “medios” esenciales son aquellas “condiciones” bajo las que está por su esencia la voluntad de poder: los “VALORES”. “En todo querer hay un estimar” (XIII, 172). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La metafísica de la voluntad de poder — y sólo ella — es, con derecho y necesariamente, un pensar en términos de valor. En el contar con VALORES y en el estimar de acuerdo con relaciones de valor, la voluntad de poder cuenta consigo misma. La auto-conciencia de la voluntad de poder consiste en pensar en términos de valor, donde el término “conciencia” no significa ya un representar indiferente sino el contar consigo mismo que ejerce y da poder. El pensar en términos de valor forma parte esencial de la identidad de la voluntad de poder, del modo en que ésta es subjectum (basada sobre sí, subyacente a todo). La voluntad de poder se desvela como la subjetividad que se distingue por pensar en términos de valor. Apenas se experimenta el ente en cuanto tal en el sentido de esta subjetividad, es decir como voluntad de poder, toda metafísica, en cuanto verdad sobre el ente en cuanto tal, tiene que ser considerada en su conjunto como un pensar en términos de valor, como un poner VALORES. La metafísica de la voluntad de poder interpreta todas las posiciones metafísicas fundamentales que le preceden bajo la luz del pensamiento del valor. Toda confrontación metafísica es un decidir sobre el orden jerárquico de los VALORES. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Esto implica: sólo en la trans-valoración son puestos los VALORES como VALORES, es decir, comprendidos en su fundamento esencial como condiciones de la voluntad de poder. La esencia de ésta da la posibilidad de pensar metafísicamente “lo dionisíaco”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pensado estrictamente, la trans-valoración [ Um-wertung] es el repensar [Um-denken  ] del ente en cuanto tal en su totalidad en referencia a “VALORES”. Esto implica: el carácter fundamental del ente en cuanto tal es la voluntad de poder. Sólo como nihilismo “clásico” llega el nihilismo a su propia esencia. Pensado de modo “clásico”, el “nihilismo” es al mismo tiempo el título para la esencia histórica de la metafísica, en la medida en que la verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad llega a su acabamiento en la metafísica de la voluntad de poder y su historia se interpreta por medio de ella. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero si el ente en cuanto tal es voluntad de poder, ¿cómo se determina entonces para Nietzsche la totalidad del ente en total? En el sentido de la metafísica que pone VALORES y transvalora, de la metafísica del nihilismo clásico, esta pregunta reza así: ¿qué valor tiene la totalidad del ente? Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Hay que decir, por lo tanto: “El devenir” (es decir el ente en su totalidad) “no tiene ningún valor” (La voluntad de poder, n. 708). Esto, a su vez, tampoco quiere decir que el ente en su totalidad sea algo nulo o simplemente indiferente. La proposición tiene un sentido esencial. Expresa la carencia de valor del mundo. Nietzsche comprende todo “sentido” como “fin” y “meta”, pero comprende fin y meta como VALORES (cfr. La voluntad de poder, n. 12). De acuerdo con ello, puede decir: “La absoluta carencia de valor, es decir de sentido” (La voluntad de poder, n. 617), “”la carencia de meta en sí”” es “el principal artículo de fe” del nihilista (La voluntad de poder, n. 25). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La voluntad de poder pone condiciones de su conservación y acrecentamiento que poseen el carácter de puntos de vista: los VALORES. En cuanto metas puestas, y por lo tanto condicionadas, tienen que corresponder puramente, en su carácter de metas, a la esencia del poder. El poder no conoce metas “en sí” a las que podría llegar para permanecer en ellas. Detenido, niega su esencia más íntima: la sobrepotenciación. Las metas son, ciertamente, aquello que le importa al poder. Pero lo importante es la sobrepotenciación. Ésta se despliega de modo sumo allí donde hay resistencias. Por lo tanto, la meta del poder tiene que tener siempre el carácter de un obstáculo. Pero puesto que las metas del poder sólo pueden ser obstáculos, se hallan ya siempre en el interior del círculo de poder de la voluntad de poder. El obstáculo, aunque aún no haya sido “superado”, está ya esencialmente sometido por el apoderamiento. Por ello, para el ente como voluntad de poder no hay ninguna meta fuera de sí hacia la cual progresar saliendo de sí mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sólo cuando de este modo la razón se ha desplegado metafísicamente como la subjetividad incondicionada y por lo tanto como el ser del ente, la inversión de la anterior preeminencia de la razón en preeminencia de la animalidad puede convertirse ella misma en incondicionada, es decir, en nihilista. La negación nihilista de la preeminencia metafísica, determinante del ser, de la razón incondicionada — no su eliminación total — es la afirmación del papel incondicionado del cuerpo como puesto de mando de toda interpretación del mundo. “Cuerpo” es el nombre de esa forma de la voluntad de poder en la que ésta, por estar siempre en situación, es inmediatamente accesible para el hombre en cuanto “sujeto” eminente. Por eso, Nietzsche dice: “Esencial: partir del cuerpo y utilizarlo como hilo conductor” (La voluntad de poder, n. 532; cfr. n. 489, n. 659). Pero si el cuerpo se convierte en hilo conductor de la interpretación del mundo, esto no quiere decir que lo “biológico” y lo “vital” esté transpuesto a la totalidad del ente y ésta misma sea pensada de modo “vital”, sino que significa: el ámbito particular de lo “vital” es concebido metafísicamente como voluntad de poder. La “voluntad de poder” no es nada “vital” ni nada “espiritual”, sino que lo “vital” (lo “viviente”) y lo “espiritual”, en cuanto entes, están determinados por el ser en el sentido de la voluntad de poder. La voluntad de poder se subordina la razón en el sentido del representar, poniéndola a su servicio como pensar calculante (como poner VALORES). La voluntad racional, hasta el momento al servicio del representar, transforma su esencia en voluntad que, en cuanto ser del ente, se ordena a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sólo su inversión en subjetividad de la voluntad de poder agota la última posibilidad esencial del ser como subjetividad. En ella, a la inversa, la razón que representa se ve reconocida por la transformación en pensar que pone VALORES, pero sólo para ser puesta al servicio del dar poder a la sobrepotenciación. Con la inversión de la subjetividad del representar incondicionado en subjetividad de la voluntad de poder cae la preeminencia de la razón como vía directriz y tribunal para el proyecto del ente. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero la subjetividad acabada impide un exterior a sí misma. Nada que no esté en el círculo de poder de la subjetividad acabada puede reivindicar el ser. Lo suprasensible y el ámbito de un Dios suprasensible se han derrumbado. Ahora el hombre, puesto que sólo él está en medio del ente en cuanto tal en su totalidad como voluntad que representa y pone VALORES, tiene que ofrecer a la subjetividad acabada el lugar para su esencia pura. Por eso la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, sólo puede poner su esencia en el sujeto como el cual el hombre es y, más precisamente, aquel que ha ido más allá del hombre que existía hasta el momento. De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, es el supremo y único sujeto, es decir el superhombre. Éste no sólo va, de modo nihilista, más allá de la esencia del hombre habida hasta el momento sino que, al mismo tiempo, en cuanto inversión de esta esencia, sale más allá de sí mismo hacia su incondicionalidad, y esto quiere decir, a la vez, entra en el todo del ente, en el eterno retorno de lo mismo. La nueva humanidad en medio del ente, que en su totalidad carece de meta y en cuanto tal es voluntad de poder, si se quiere a sí misma y quiere, a su modo, una meta, tiene que querer necesariamente el superhombre: “¡No la humanidad, sino el superhombre es la meta!” (La voluntad de poder, n. 1001). El “superhombre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una persona que surgirá en algún momento y aparecerá en algún lugar. En cuanto sujeto supremo de la subjetividad acabada es el puro ejercicio de poder de la voluntad de poder. El pensamiento del “superhombre” no surge, por lo tanto, de una “arrogancia” del “señor Nietzsche”. Si se quiere pensar el origen de este pensamiento desde el pensador, entonces se halla en la íntima resolución con la que Nietzsche se somete a la necesidad esencial de la subjetividad acabada, es decir, de la última verdad metafísica sobre el ente en cuanto tal. El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad quiere el ser del ente como voluntad de poder. Quiere este ser porque ella misma es querida por este ser, es decir, en cuanto humanidad, es entregada incondicionadamente a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Lo clásico de este darse forma del hombre que se toma a sí mismo en sus manos consiste en el simple rigor de simplificar todas las cosas y todos los hombres en algo único: el incondicionado dar poder a la esencia del poder para el dominio sobre la tierra. Las condiciones de este dominio, es decir, todos los VALORES, son puestos y llevados a efecto por medio de una completa “maquinalización” de las cosas y por medio de la selección del hombre. Nietzsche reconoce el carácter metafísico de la máquina y expresa ese conocimiento en un “aforismo” de la obra El caminante y su sombra (1880): “La máquina como maestra. La máquina enseña por sí misma el engranaje de masas humanas en acciones en las que cada uno tiene que hacer una sola cosa: proporciona el modelo de la organización de partidos y del modo de hacer la guerra. No enseña, por el contrario, la soberanía individual: de muchos hace una máquina y de cada individuo un instrumento para un fin. Su efecto general es: enseñar la utilidad de la centralización.” (III, 317) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

“Un viejo chino decía que había oído que cuando los reinos deben sucumbir tienen muchas leyes.” (La voluntad de poder, n. 745) De la simplicidad que le es propia a la voluntad de poder proviene la univocidad, el pulido y la firmeza de todas sus improntas y sus tipos. Sólo de ella surge y sólo a ella le corresponde lo típico. Pero el modo en que la transvaloración nihilista clásica de todos los VALORES anticipa, diseña y lleva a efecto las condiciones del dominio incondicional de la tierra es el “gran estilo”. Éste determina el “gusto clásico”, del que “forma parte una porción de frialdad, de lucidez, de dureza: lógica sobre todo, felicidad en la espiritualidad, “tres unidades”, concentración, odio al sentimiento, la sensibilidad, el esprít, odio a lo múltiple, a lo inseguro, a lo vago, al presentimiento, así como a lo breve, agudo, bonito, benévolo. No se debe jugar con fórmulas artísticas: se debe cambiar la vida para que después tenga que formularse” (La voluntad de poder, n. 849). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Justicia, en cuanto “modo de pensar”, es un re-presentar, es decir un fijar “a partir de estimaciones de valor”. En este modo de pensar se fijan los VALORES, las condiciones de la voluntad de poder relativas a un punto de vista. Nietzsche no dice que Injusticia sea un modo de pensar entre otros a partir de (arbitrarias) estimaciones de valor. De acuerdo con su formulación, la justicia es un pensar a partir de “las” estimaciones de valor explícitamente llevadas acabo. Es el pensar en el sentido de la voluntad de poder, que es la única que pone VALORES. Este pensar no es una consecuencia de las estimaciones de valor, es el llevar a cabo la estimación misma. Esto queda atestiguado por la manera en que Nietzsche caracteriza la esencia de este “modo de pensar”. Tres determinaciones expresivas, y nombradas además en una sucesión esencial, guían la mirada esencial hacia su constitución. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La voluntad de poder, el esencial entrelazamiento de acrecentamiento y conservación del poder, al darse poder a sí misma para sobrepotenciarse, lleva a su propia esencia al poder, es decir a aparecer en el ente. Voluntad de poder es representación que pone VALORES. Pero el construir es el modo supremo de acrecentamiento. La eliminación que distingue y preserva es el modo supremo de conservación. La aniquilación es el modo supremo de la contraesencia de la conservación y el acrecentamiento. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La historia que narra la alegoría de la caverna proporciona una visión de lo que ahora y en lo futuro será lo que propiamente acontece en la historia de lo humano acuñado por Occidente, o sea que el hombre piensa en el sentido de la esencia de la verdad, como justeza del pensamiento, todo ente de conformidad con las “ideas”, y estima toda efectividad conforme a los “VALORES”. Determinar qué ideas y qué VALORES son asentados no es lo sólo y primordialmente decisivo, sino que en general lo real es pensado conforme a las “ideas” y el “mundo’” sopesado según los “VALORES’’. Heideggeriana: PlatoVerdade

Nietzsche enunció por vez primera la fórmula “Dios ha muerto” en el tercer libro del escrito aparecido en 1882 titulado “La gaya ciencia”. Con este escrito comienza el camino de Nietzsche en dirección a la construcción de su postura metafísica fundamental. Entre este escrito y los inútiles esfuerzos en torno a la configuración de la obra principal que había planeado aparece publicado “Así habló Zarathustra”. La obra principal planeada nunca fue concluida. De manera provisional debía llevar el título “La voluntad de poder” y como subtítulo “Intento de una transvaloración de todos los VALORES”. Heideggeriana: NietzscheDeus  

Podemos resumir el pensamiento de Nietzsche sobre el nihilismo incompleto de manera más clara y precisa diciendo: es verdad que el nihilismo incompleto sustituye los VALORES anteriores por otros, pero sigue poniéndolos en el antiguo lugar, que se mantiene libre a modo de ámbito ideal para lo suprasensible. Ahora bien, el nihilismo completo debe eliminar hasta el lugar de los VALORES, lo suprasensible en cuanto ámbito, y por lo tanto poner los VALORES de otra manera, transvalorarlos. Heideggeriana: NietzscheDeus

¿Qué entiende Nietzsche por valor? ¿En qué se funda la esencia del valor? ¿Por qué la metafísica de Nietzsche es la metafísica de los VALORES? En una anotación (1887-88) Nietzsche dice lo que entiende por valor (Voluntad de Poder, afor. 715): “ El punto de vista del ‘valor’ es el punto de vista de las condiciones de conservación y aumento por lo que se refiere a formaciones complejas de duración relativa de la vida dentro del devenir”. Heideggeriana: NietzscheDeus

La esencia del valor reside en ser punto de vista. Valor se refiere a aquello que la vista toma en consideración. Valor significa el punto de visión para un mirar que enfoca algo o, como decimos, que cuenta con algo y por eso tiene que contar con otra cosa. El valor está en relación interna con un tanto, con un quantum y con el número. Por eso, los VALORES (Voluntad de Poder, afor. 710 del año 1888) se ponen siempre en relación con una “escala de números medidas”. Subsiste la cuestión de dónde se fundamenta a su vez la escala de aumento y disminución. Heideggeriana: NietzscheDeus

Gracias a la caracterización del valor como punto de vista aparece algo esencial para el concepto de valor de Nietzsche: en cuanto punto de vista, dicho concepto es planteado siempre por un mirar y para él. Este mirar es de tal naturaleza que ve en la medida en que ha visto; que a visto en la medida en que ha situado ante sí, ha representado a lo vislumbrado como tal y, de este modo o ha dispuesto. Es sólo por medio de este poner representador como el punto necesario para ese enfocar hacia algo y así guiar la órbita de visión de este ver, se convierte en punto de visión, es decir, en aquello que importa a la hora de ver y de todo hacer guiado por la vista. Por lo tanto, los VALORES no son ya de antemano algo en sí de tal modo que pudieran ser tomados ocasionalmente como puntos de vista. Heideggeriana: NietzscheDeus

Según Nietzsche, con los VALORES en tanto que puntos de vista se establecen “las condiciones de conservación y aumento”. La propia manera que tiene de escribir estas palabras en su lengua, sin la conjunción “y” entre conservación y aumento, que ha sido sustituida por un guión de unión , le sirve a Nietzsche para hacer notar que los VALORES, en cuanto puntos de vista, son esencialmente, y por lo tanto siempre, condiciones de la conservación y el aumento. En donde se disponen VALORES hay que considerar siempre ambos tipos de condición, de tal modo que permanezcan unitariamente en mutua relación. ¿Por qué? Evidentemente solo porque lo ente mismo, en su aspiración y representación, es de tal modo en su esencia que necesita de ese doble punto de visión. ¿De qué son condiciones los VALORES como puntos de vista si tienen que condicionar al mismo tiempo la conservación y el aumento? Conservación y aumento caracterizan los rasgos fundamentales de la vida, los cuales se pertenecen mutuamente dentro de sí. A la esencia de la vida le toca el querer crecer, el aumento. Toda conservación de vida se encuentra al servicio del aumento de vida. Toda vida que se limita únicamente a la mera conservación es ya una decadencia. Por ejemplo, para un ser vivo asegurarse el espacio vital nunca es una meta, sino sólo un medio para el aumento de vida. Viceversa, una vida aumentada acrecienta la necesidad anterior de ampliar el espacio. Pero no es posible ningún aumento si no existe ya y se conserva un estado asegurado y sólo de ese modo capaz de aumento. Lo vivo es por tanto una “formación compleja de vida” constituida por la unión de ambos rasgos fundamentales, el aumento y la conservación. Los VALORES, en su calidad de puntos de vista, guían la visión hacia “la contemplación de las formaciones complejas”. La visión es, en cada caso, visión de una mirada vital que domina sobre todo ser vivo. Desde el momento en que dispone los puntos de visión para los seres vivos, la vida se muestra en su esencia como instauradora de VALORES (vid. Voluntad de Poder, afor. 556 del año 1885-86). Heideggeriana: NietzscheDeus

Si la metafísica piensa lo ente en su ser como voluntad de poder, piensa necesariamente lo ente como instaurador de VALORES. Piensa todo en el horizonte de los VALORES, de la validez de dichos VALORES, de la desvalorización y la transvaloración. La metafísica de la Modernidad comienza y tiene su esencia en el hecho de que busca lo incondicionadamente indudable, lo cierto, la certeza. Según las palabras de Descartes  , se trata de firmum et mansurum quid   stabilire, esto es, conseguir mantener algo firme y estable. Esto estable. en cuanto objeto, le resulta satisfactorio a esa esencia, que reina desde antiguo, de lo ente en cuanto eso que permanentemente se presenta, que subyace siempre en todas partes (hypokeimenon  , subiectum) También Descartes, como Aristóteles  , pregunta por el hypokeimenon. En la medida en que Descartes busca ese subiectum en la vía prediseñada de la metafísica y pensando la verdad como certeza encuentra el ego cogito   en cuanto ego   permanentemente presente. Así es como el ego sum se convierte en subiectum, esto es, el sujeto se convierte en autoconciencia. La sujetidad del sujeto se determina a partir de la certeza de esta conciencia. Heideggeriana: NietzscheDeus

Por eso puede decir Nietzsche: “la cuestión de los VALORES es más fundamental que la cuestión de la certeza: esta última sólo adquiere seriedad bajo el presupuesto de que se responda a la cuestión del valor” (Voluntad de Poder, afor. 588 del año 1887-88). Heideggeriana: NietzscheDeus

El arte es la condición dispuesta en la esencia de la voluntad de poder para que dicha voluntad, en cuanto tal, pueda llegar al poder y aumentarlo. Desde el momento en que condiciona de esta manera, el arte es un valor. En tanto que condición que prevalece en el rango del condicionamiento del aseguramiento de las existencias, y por lo tanto precede a todo condicionamiento, el arte es el valor que abre en primer lugar todo aumento, de grado. El arte es el valor supremo. En relación con el valor llamado verdad, es un valor más elevado. El uno reclama al otro, cada uno a su manera. Ambos VALORES determinan en su relación de valor la esencia unitaria de la voluntad de poder que dispone VALORES dentro de sí misma. Dicha voluntad es la realidad efectiva de lo efectivamente real o, tomando el término en un sentido más amplio del que suele usar Nietzsche, el ser de lo ente. Si la metafísica tiene que decir lo ente en relación con el ser y si con ello nombra a su manera el fundamento de lo ente, entonces la proposición fundamental de la metafísica de la voluntad de poder debe enunciar el fundamento. Dice qué VALORES son dispuestos esencialmente y según qué rango de valor son dispuestos dentro de la esencia de la voluntad de poder instauradora de VALORES en cuanto “esencia” de lo ente. La proposición dice así: “El arte tiene más valor que la verdad” (Voluntad de Poder, afor. 853 del año 1887-88). Heideggeriana: NietzscheDeus

En la proposición fundamental de la metafísica de Nietzsche se nombra, junto con la relación esencial de los VALORES arte y verdad, la unidad esencial de la voluntad de poder. A partir de dicha unidad esencial de lo ente como tal, se determina la esencia metafísica del valor. Él es la doble condición de sí mismo, puesta en la voluntad de poder y para ella. Heideggeriana: NietzscheDeus

Puesto que Nietzsche experimenta el ser de lo ente como voluntad de poder, su pensamiento tiene que pensar en dirección a los VALORES. Por eso se trata de plantear siempre y antes que todo la cuestión del valor. Ese cuestionar se experimenta a sí mismo como histórico. Heideggeriana: NietzscheDeus

El “gran mediodía” es el tiempo de la claridad más clara, la de la conciencia, que se ha vuelto consciente de sí misma de manera incondicionada y a todos los respectos en cuanto ese saber que consiste en querer conscientemente la voluntad de poder como ser de lo ente y, en cuanto tal querer y subvirtiéndose a sí misma, superar cada fase necesaria de la objetivación del mundo y, de este modo, asegurar las existencias permanentes de lo ente para el querer más regular posible en forma y medida. En el querer de esta voluntad, le sobreviene al hombre la necesidad de querer también las condiciones de semejante querer. Esto significa: instaurar VALORES y estimar todo según VALORES. De este modo, el valor determina todo ente en su ser. Esto nos conduce ante la pregunta siguiente: ¿Qué es ahora, en la época en que se abre manifiestamente el dominio incondicionado de la voluntad de poder, y eso manifiesto y su publicidad se convierte a su vez en una función de dicha voluntad? ¿Qué es? No preguntamos por sucesos y hechos para cada uno de los cuales se podrían crear o eliminar testimonios según la necesidad en el ámbito de la voluntad de poder. Heideggeriana: NietzscheDeus

Pero detrás de todo esto se encuentra esta única incapacidad: pensar desde la esencia de la Metafísica y conocer el alcance del cambio esencial de la verdad así como el sentido histórico del despertar del predominio de la verdad como certeza: la incapacidad además de, a partir de este conocimiento, repensar la Metafísica de Nietzsche encaminándola por las sencillas rutas de la Metafísica moderna, en vez de hacer de ella un fenómeno literario que más que purificar, sorprender e incluso tal vez asustar, lo que hace es calentar las cabezas. Por último, la pasión de Nietzsche por los creadores delata que sólo piensa de un modo moderno sobre el genio y lo genial, y al mismo tiempo piensa de un modo técnico sobre lo productivo. En el concepto de voluntad de poder los dos “VALORES” constitutivos (la verdad y el arte) son sólo otros modos de decir la “técnica”, por una parte en el sentido esencial del trabajo eficaz que, por medio de la planificación y el cálculo, produce las existencias, y por otra, en el sentido de la creación de los “creadores”, quienes, más allá de cada vida, aportan un nuevo estímulo a la vida y aseguran la empresa de la cultura. Heideggeriana: SuperarMetafisica

El hombre y la maquina, G. Rohner. Los signos del último estado de abandono del ser son las proclamaciones de las “ideas” y “VALORES”, y el imprevisible vaivén de la proclamación de la “acción” y de la imprescindibilidad del “espíritu”. Todo esto se encuentra ya enganchado al mecanismo del equipamiento del proceso de ordenación. Este mecanismo mismo está determinado por el vacío del estado de abandono del ser, en el seno del cual el consumo del ente para el hacer de la técnica, a la que pertenece también la cultura, es la única salida en la cual el hombre obsesionado en sí mismo puede salvar aún la subjetividad llevándola a la ultrahumanidad. Subhumanidad y ultrahumanidad son lo mismo; se pertenecen mutuamente, del mismo modo que en el animal rationale metafísico el “debajo” de la animalidad y el “encima” de la ratio están acoplados indisolublemente para que uno corresponda al otro. Subhumanidad y ultrahumanidad hay que pensarlas aquí metafísicamente, no como valoraciones morales. Heideggeriana: SuperarMetafisica

La ciencia moderna y el Estado total, en su calidad de resultados necesarios de la esencia de la técnica, son también su consecuencia. Lo mismo se puede decir de los medios y formas empleados para la organización de la opinión pública mundial y de las representaciones cotidianas del ser humano. No sólo se objetiva técnicamente lo vivo para su dominio y utilización, sino que el ataque de la física atómica a las manifestaciones de vida como tal, se encuentra en pleno esplendor. En el fondo, la propia esencia de la vida debe entregarse en manos de la producción técnica. El hecho de que hoy se pretenda con toda seriedad encontrar en los resultados y en la posición de la física atómica posibilidades para demostrar la libertad humana e instaurar una nueva doctrina de VALORES, es señal del dominio de la representación técnica, cuyo despliegue se ha sustraído desde hace tiempo al ámbito de las opiniones y concepciones personales de los individuos singulares. El poder esencial de la técnica también se muestra allí, donde todavía se intenta dominar la técnica con ayuda de antiguas posiciones de valor en terrenos secundarios, esfuerzos para los que sin embargo se recurre ya a medios técnicos, que son todo menos formas puramente externas. Efectivamente, el uso de maquinarias y la fabricación de máquinas no son ya en absoluto la propia técnica, sino sólo el instrumento más adecuado para la instauración de su esencia en el medio objetivo de sus materias primas. Hasta eso, el hecho de que el hombre se convierta en sujeto y el mundo en objeto, es una consecuencia de la esencia de la técnica que se establece a sí misma y no al contrario. Heideggeriana: ParaQuePoetas  

Por contra, en cuanto ese que se autoimpone intencionalmente, el hombre es arriesgado en la desprotección. La balanza del peligro permanece en manos del hombre así arriesgado esencialmente inquieta. El hombre que se quiere a sí mismo cuenta siempre con las cosas y los hombres como con elementos objetivos. Lo contabilizado se convierte en mercancía. Todo cambia constantemente transformándose en nuevos órdenes. La separación frente a la pura percepción se instala en la inquietud de la balanza constantemente sopesadora. Por medio de la objetivación del mundo y en contra de su propia intención, la separación da lugar a lo inconstante. Arriesgado de esta manera en la desprotección, el hombre se mueve en el medio de los negocios y el “cambio”. El hombre que se autoimpone vive de las apuestas de su querer. Vive esencialmente arriesgando su esencia en la vibración del dinero y el valer de los VALORES. El hombre, como permanente cambista e intermediario es “el mercader”. Pesa y sopesa constantemente y sin embargo no conoce el auténtico peso de las cosas. Tampoco sabe nunca lo que dentro de él tiene verdaderamente peso y pesa más que nada. En uno de sus poemas tardíos (pp. 21 y ss.) Rilke   dice así: ¡Ah! ¡Quién sabe lo que predomina en él! — ¿Clemencia? ¿Terror? ¿Miradas, voces, libros? Pero, al mismo tiempo, fuera de toda protección, el hombre puede encontrar una “seguridad”, en la medida en que vuelve la desprotección como tal hacia lo abierto y la introduce en el espacio del corazón de lo invisible. Siendo esto así, lo inquieto de la desprotección pasa al lugar donde, en la unidad equilibrada del espacio interno del mundo, aparece el ser que hace que brille el modo en que esa unidad unifica y de esta manera representa al ser. La balanza del peligro pasa del ámbito del querer calculador al ángel. Se conservan cuatro versos de la última época de Rilke que parecen representar el inicio de un proyecto para un poema más largo. No es necesario decir nada más sobre esos versos. Rezan así (Obras Completas, vol. III, p. 438). — Cuando de manos del mercader — la balanza pasa — a las del ángel, quien en el cielo — la aquieta y apacigua con el equilibrio del espacio. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Querido señor Jünger  : Mi saludo en su sesenta cumpleaños retoma con un pequeño cambio el título del ensayo que usted me dedicó en ocasión semejante. Entretanto, su contribución Sobre la línea apareció, ampliada en algunas pasajes, en edición aparte. Es un “enjuiciamiento de la situación” que vale para el “cruce” de la línea, pero que, sin embargo no se agota en la descripción de la situación. La línea se llama también el “meridiano cero” (pág. 49). Usted habla (págs. 39 y 51) del “punto cero”. [386] El cero apunta a la Nada, y precisamente a la vacía. Allí donde todo afluye hacia la Nada reina el nihilismo. En el meridiano cero se aproxima a su consumación. Recogiendo una interpretación de Nietzsche, usted entiende el nihilismo como el proceso, “de que los supremos VALORES se devalúan” (Voluntad de poder, n. 2, año 1887). Heideggeriana: PreguntaSer  

¿En qué lenguaje habla el plano del pensar que delinea un cruce de la línea? ¿Debe ser salvado más allá de la línea crítica el lenguaje de la metafísica de la voluntad de poder, de la forma y de los VALORES? ¿Y cómo, si precisamente el lenguaje de la metafísica y la metafísica misma, ya sea la del dios vivo o muerto, en cuanto metafísica constituyeron aquella barrera que impide un cruce de la línea, es decir, la superación del nihilismo? Si así fuera, ¿no tendría entonces que derivar necesariamente el cruce de la línea en una transformación del decir y exigir una relación cambiada para con la esencia del lenguaje? ¿Y no es su propia relación para con el lenguaje de una especie tal que le exige a usted también otra caracterización del lenguaje conceptual de las ciencias? Si uno se representa a menudo ese lenguaje como nominalismo, es que se sigue todavía enredado en la concepción lógico-gramatical de la esencia del lenguaje. Heideggeriana: PreguntaSer

El fundamento — según la impronta de la presencia — tiene su carácter fundante como causa óntica de lo real, posibilidad trascendental de la objetividad de los objetos, mediación dialéctica del movimiento del espíritu absoluto, del proceso histórico de producción, como voluntad de poder creadora de VALORES. Heideggeriana: TarefaPensar

SPIEGEL  : Quizá debamos resumir: en 1933 cayó Vd., como persona apolítica en sentido estricto, no en sentido amplio, en la política de ese supuesto resurgimiento… HEIDEGGER: …en el camino de la Universidad… SPIEGEL: …en el camino de la Universidad. Un año después, más o menos, abandonó Vd. la función que había aceptado. Pero en un curso de 1935, que fue publicado en 1953 con el título de Introducción a la Metafísica, decía Vd.: “Lo que hoy — se trata, pues, de 1935 — se ofrece por ahí como filosofía del nacionalsocialismo, pero que no tiene lo más mínimo que ver con la interna verdad y la grandeza de este movimiento (a saber, con el encuentro de la técnica, extendida en todo el planeta, y del hombre moderno), pesca en esas turbias aguas de los “VALORES” y las “totalidades””. ¿Añadió Vd. el texto entre paréntesis en 1953, en el momento de imprimir — como si quisiera explicar al lector de 1953 dónde había visto Vd. “la interna verdad y la grandeza del movimiento”, es decir, del nacionalsocialismo — o estaban ya los paréntesis explicativos en 1935? HEIDEGGER: Estaban ya en mi manuscrito, lo cual correspondía exactamente a la concepción que yo entonces tenía de la técnica, y no todavía a la concepción posterior de la esencia de la técnica como im-posición. Si no lo expuse oralmente fue porque estaba convencido de que mis oyentes lo entenderían correctamente; los tontos, espías y fisgones entendieron otra cosa… que es lo que querían. SPIEGEL: Seguramente incluiría Vd. también ahí al movimiento comunista. HEIDEGGER: Sí, por supuesto, como determinado por la técnica planetaria. SPIEGEL: ¿Quién sabe si no incluiría Vd. también la totalidad de los esfuerzos norteamericanos? HEIDEGGER: También eso lo diría. Mientras, a lo largo de los últimos treinta años, se ha hecho cada vez más claro que el movimiento planetario de la técnica moderna es un poder cuya capacidad de determinar la historia apenas puede apreciarse. Hoy es para mí una cuestión decisiva cómo podría coordinarse un sistema político con la época técnica actual y cuál podría ser. No conozco respuesta a esta pregunta. No estoy convencido de que sea la democracia. Heideggeriana: DerSpiegel  

Si queremos la esencia de la ciencia, en el sentido de ese firme mantenerse, cuestionando y al descubierto, en medio de la inseguridad de la totalidad del ente, entonces esta voluntad esencial instituye para nuestro pueblo un mundo suyo del más íntimo y extremo riesgo, es decir, su verdadero mundo espiritual. Pues “espíritu” no es ni la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete, ni el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón universal, sino que espíritu es el decidirse, originariamente templado y consciente, por la esencia del ser. Y el mundo espiritual de un pueblo no es una superestructura cultural como tampoco un arsenal de conocimientos y VALORES utilizables, sino que es el poder que más profundamente conserva las fuerzas de su raza y de su tierra, y que, como tal, más íntimamente excita y más ampliamente conmueve su existencia. Sólo un mundo espiritual garantiza al pueblo la grandeza; pues obliga a que la permanente decisión entre la voluntad de grandeza y el dejarse llevar a la decadencia sea la ley que rige la marcha que nuestro pueblo ha emprendido hacia su historia futura. Heideggeriana: UniversidadeAlemana  

La tercera vinculación del estudiantado es con la misión espiritual del pueblo alemán. Este pueblo forja su destino colocando su historia en medio de la manifiesta hegemonía de los poderes de la existencia humana que configuran el mundo y luchando, una y otra vez, por conseguir su mundo espiritual. Exponiéndose así a la extrema problematicidad de la existencia humana es como este pueblo quiere ser un pueblo espiritual. El exige, desde sí y para sí, a sus guías y guardianes la más severa claridad del más elevado, amplio y rico saber. Una juventud estudiante, que tempranamente se atreve a entrar en la edad viril y que extiende su voluntad sobre el destino venidero de la nación, se obliga radicalmente a ponerse al servicio de este saber. Para ella, este servicio del saber no podrá volver a ser la rápida y gris preparación para una profesión “distinguida”. El político y el profesor, el médico y el juez, el cura y el arquitecto dirigen la existencia del pueblo y del Estado y la protegen y mantienen tensa en sus relaciones esenciales con los poderes que configuran el mundo; por eso, estas profesiones — y la educación para ellas — están sometidas al servicio del saber. El saber no está al servicio de la profesión, sino al revés: las profesiones hacen efectivo y administran ese supremo y esencial saber que el pueblo tiene sobre la totalidad de su existencia. Pero este saber no es para nosotros la tranquila captación de esencias y VALORES en sí, sino la aguda amenaza de la existencia en medio de la hegemonía del ente. La problematicidad de la existencia exige del pueblo trabajo y lucha, y le lleva forzosamente a su Estado, al que pertenecen las profesiones. Heideggeriana: UniversidadeAlemana