Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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transvaloración

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

En tal preguntar sí suponemos, sin embargo, que en lo que nombra el nombre “nihilismo” la nada ejerce su esencia, en el sentido de que del ente en cuanto tal, en el fondo, no “hay” nada. Con esto no sometemos de ningún modo al pensamiento de Nietzsche   a una exigencia inadecuada y excesiva. En efecto, en la medida en que experimenta el nihilismo como la historia de la desvalorización de los valores supremos y que piensa la superación del nihilismo como el contramovimiento que adopta la figura de la TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento, la cual se lleva a cabo desde el principio  , expresamente reconocido, de la posición de valores, Nietzsche piensa precisamente el ser, es decir, el ente en cuanto tal, y de este modo comprende mediatamente al nihilismo como una historia en la que algo acontece con el ente en cuanto tal. Heideggeriana  : NiilismoSer  

Esto, es decir pensar el devenir como ser de todo el ente, pensar la “voluntad de poder” desde el “eterno retorno de lo mismo”, es lo que el espíritu de la metafísica de Nietzsche lleva a cabo como ideal   de su máximo poderío. Por ello corresponde a la figura suprema del “nihilismo”. En cuanto piensa una completa TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento, la metafísica de Nietzsche lleva a su acabamiento la desvalorización de los valores supremos hasta el momento. Siendo “destructora” de este modo, forma parte del curso de la historia que ha tenido el nihilismo hasta el momento. Pero en la medida en que esta TRANSVALORACIÓN se lleva a cabo expresamente desde el principio de la posición de valores, este nihilismo se ofrece al mismo tiempo como algo que, en su sentido, ya no es: en cuanto “destructor” es “irónico”. Nietzsche comprende su metafísica como el nihilismo más extremo, de manera tal que éste, al mismo tiempo, no es ya un nihilismo. Heideggeriana  : NiilismoSer

Decíamos, sin embargo, que la metafísica de Nietzsche es nihilismo en sentido propio. Esto implica que el nihilismo de Nietzsche no sólo no supera el nihilismo sino que tampoco puede nunca superarlo. Pues en aquello en y por medio de lo cual Nietzsche cree superar el nihilismo, en la posición de nuevos valores desde la voluntad de poder, se anuncia precisamente el nihilismo propio: que del ser mismo, que ahora se ha convertido en valor, no hay nada. En conformidad con ello, Nietzsche experimenta el movimiento histórico del nihilismo como una historia de la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento. Por la misma razón, se representa la superación como TRANSVALORACIÓN y la lleva a cabo no sólo en una nueva posición de valores sino de manera tal que experimenta a la voluntad de poder como el principio de la nueva — y en el fondo de toda — posición de valores. El pensamiento en términos de valor se eleva ahora al rango de principio. El ser mismo no es admitido por principio en cuanto ser. En esta metafísica y de acuerdo a su propio principio, del ser no hay nada. ¿Cómo podría acontecer aquí jamás con el ser algo digno de cuestión, es decir, el ser en cuanto ser? ¿Cómo podría acontecer aquí una superación del nihilismo, como podría ni siquiera ponerse en movimiento? La metafísica de Nietzsche no es, por lo tanto, una superación del nihilismo. Es el último enredarse en el nihilismo. Mediante el pensar en términos de valor a partir de la voluntad de poder, si bien se atiene a reconocer al ente en cuanto tal, al mismo tiempo, con la soga de la interpretación del ser como valor se ata a la imposibilidad de siquiera recibir al ser en cuanto ser en la mirada cuestionante. Sólo mediante este enredarse consigo mismo el nihilismo llega a terminar totalmente lo que él mismo es. Este nihilismo así terminado, perfecto, es el acabamiento del nihilismo propio. Heideggeriana: NiilismoSer

“Nihilismo”, pensado de modo clásico, significa ahora, en cambio, la liberación de los valores anteriores como liberación hacia una TRANSVALORACIÓN de todos (esos) valores. La expresión “TRANSVALORACIÓN de todos los valores habidos hasta el momento” le sirve a Nietzsche, junto a la palabra conductora “nihilismo”, como el segundo título capital por medio del cual su posición fundamental metafísica se asigna su lugar y su destinación dentro de la historia de la metafísica occidental. Heideggeriana: NiilismoEuropeu  

Ante la expresión “TRANSVALORACIÓN de los valores” tendemos a pensar que, en lugar de los valores que ha habido hasta el momento, se ponen otros diferentes. Pero “TRANSVALORACIÓN” significa para Nietzsche que “el lugar” mismo de los valores anteriores desaparece, y no sólo que éstos caducan. Ello implica: el modo y la dirección de la posición de valores, así como la determinación de la esencia de los valores, se transforma. La TRANSVALORACIÓN piensa por vez primera el ser como valor. Con ella, la metafísica comienza a ser pensamiento de los valores. Forma parte de esta transformación el hecho de que no sólo los valores que había hasta el momento caen presa de una desvalorización sino que, sobre todo, se erradica la necesidad de valores del tipo que había y en el lugar que ocupaban hasta el momento, o sea en lo suprasensible. El modo más seguro de que se produzca la erradicación de las necesidades habidas hasta el momento es mediante una educación que lleve a una creciente ignorancia de los valores válidos hasta el momento, mediante una extinción de la historia que ha habido hasta el momento por la vía de una transcripción de sus rasgos fundamentales. “TRANSVALORACIÓN de los valores válidos hasta el momento” es en primer lugar transformación de la posición de valores existente hasta el momento y “adiestramiento” de una nueva necesidad de valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si una tal TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento no debe ser sólo llevada cabo sino también fundamentada, se requiere para ella un “nuevo principio”, es decir la posición de aquello desde lo cual se determine de manera nueva y con carácter de norma el ente en su totalidad. Pero si esta interpretación del ente en su totalidad no tiene que tener lugar desde un suprasensible puesto de antemano “sobre” él, los nuevos valores y la norma que les corresponda sólo pueden extraerse del ente mismo. El ente mismo requiere, por lo tanto, una nueva interpretación por la que su carácter fundamental experimente una determinación que lo haga apto para servir como “principio” para la escritura de una nueva tabla de valores y como norma para un correspondiente orden jerárquico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si la fundación de la verdad acerca del ente en su totalidad constituye la esencia de la metafísica, la TRANSVALORACIÓN de todos los valores, en cuanto fundación del principio de una nueva posición de valores, es en sí metafísica. Como carácter fundamental del ente en su totalidad Nietzsche reconoce y pone lo que denomina la “voluntad de poder”. Con este concepto no sólo está delimitado qué es el ente en su ser. Este título de “voluntad de poder”, que se ha vuelto corriente de múltiples maneras desde Nietzsche, contiene para él la interpretación de la esencia del poder. Todo poder sólo es poder en la medida en que sea y mientras sea más-poder, es decir acrecentamiento del poder. El poder sólo puede mantenerse en sí mismo, es decir en su esencia, en la medida en que supere y sobrepase el nivel de poder alcanzado en cada caso, es decir, en la medida en que se supere y sobrepase a sí mismo, nosotros diremos: en que se sobrepotencie. Apenas el poder se detiene en un nivel de poder se vuelve ya impotencia. “Voluntad de poder” nunca significa sólo un “romántico” desear y aspirar a la toma de poder por parte de lo que carece aún de él, sino que “voluntad de poder” significa: el darse poder del poder para su propio sobrepotenciamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

“Voluntad de poder” es, al mismo tiempo, el nombre del carácter fundamental del ente y de la esencia del poder. En lugar de “voluntad de poder”, Nietzsche dice con frecuencia, y de una manera que conduce fácilmente a equívocos, “fuerza”. Que Nietzsche conciba el carácter fundamental del ente como voluntad de poder no es el invento ni la arbitrariedad de un extravagante que ha ido a la caza de quimeras. Es la experiencia fundamental de un pensador, es decir de uno de esos individuos que no tienen elección sino que más bien tienen que llevar a la palabra lo que el ente es en cada caso en la historia de su ser. Todo ente, en la medida en que es y es tal como es, es: “voluntad de poder”. Este título nombra aquello desde donde parte y hacia donde vuelve toda posición de valores. Sin embargo, de acuerdo con lo que se ha dicho, la nueva posición de valores no es una “TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento” sólo en cuanto que, en lugar de los valores precedentes, pone al poder como valor supremo, sino, sobre todo y antes que nada, en cuanto que el poder mismo y sólo él pone los valores, los mantiene en vigencia y es el único en decidir sobre la posible justificación de una posición de valores. Si todo ente es voluntad de poder, sólo “tiene” valor y “es” un valor aquello que cumple con la esencia del poder. Pero el poder sólo es poder como acrecentamiento del poder. El poder, cuanto más esencialmente lo es y cuanto más exclusivamente determina todo ente, no reconoce que nada fuera de sí tenga el carácter de valor y sea valioso. Ello implica: en cuanto principio de la nueva posición de valores, la voluntad de poder no tolera ningún otro fin fuera del ente en su totalidad. Pero puesto que todo ente en cuanto voluntad de poder, es decir en cuanto sobrepotenciarse que nunca cesa, es un constante “devenir”, y este “devenir”, sin embargo, no puede nunca en su movimiento salir hacia un fin que esté fuera de sí sino que, por el contrario, encerrado en el acrecentamiento del poder, sólo vuelve constantemente a éste, también el ente en su totalidad, en cuanto es este devenir del carácter del poder, tiene siempre que volver a retornar y a traer lo mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con la TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento al hombre se le formula, por lo tanto, la ilimitada exigencia de erigir de modo incondicionado, a partir de sí mismo, por medio de sí mismo y por encima de sí mismo, los “nuevos estandartes” bajo los cuales tiene que llevarse a cabo la institución de un nuevo orden del ente en su totalidad. Puesto que lo “suprasensible”, el “más allá” y el “cielo” han sido aniquilados, sólo queda la “tierra”. Por consiguiente, el nuevo orden tiene que ser: el dominio incondicionado del puro poder sobre el globo terrestre por medio del hombre; no por medio de un hombre cualquiera, y mucho menos por medio de la humanidad existente hasta el momento, que ha vivido bajo los valores hasta el momento válidos. ¿Por medio de qué hombre entonces? Con el nihilismo, es decir con la TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento en medio del ente en cuanto voluntad de poder y a la vista del eterno retorno de lo mismo, se vuelve necesaria una nueva posición de la esencia del hombre. Pero puesto que “Dios ha muerto” lo que ha de ser medida y centro para el hombre sólo puede ser el hombre mismo: el “tipo”, la “figura” de la humanidad que asuma la tarea de transvalorar todos los valores en dirección del poder único de la voluntad de poder y que esté dispuesta a emprender el dominio incondicionado sobre el globo terrestre. El nihilismo clásico, que, en cuanto TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento, experimenta el ente como voluntad de poder y sólo admite como única “meta” el eterno retorno de lo mismo, tiene que impulsar al propio hombre — es decir al hombre existente hasta el momento — “por sobre” sí mismo y tiene que crear como medida la figura del “superhombre”. Por eso se dice en Así habló Zaratustra, IV, “Del hombre superior”, 2: “¡Adelante! ¡Arriba! ¡Vosotros, hombres superiores! Sólo ahora parirá la montaña del futuro del hombre. Dios murió: ahora nosotros queremos — que viva el superhombre” (VI, 418). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los cinco títulos capitales citados — “nihilismo”, “TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento”, “voluntad de poder”, “eterno retorno de lo mismo”, “superhombre” — muestran la metafísica de Nietzsche en cada caso desde un respecto particular, el cual resulta, sin embargo, siempre determinante para el todo. Por eso, la metafísica de Nietzsche es comprendida si y sólo si lo nombrado en los cinco títulos capitales puede pensarse, es decir experimentarse esencialmente, en su copertenencia originaria, por el momento sólo señalada. Qué sea el “nihilismo” en el sentido de Nietzsche sólo puede saberse, por lo tanto, si comprendemos al mismo tiempo y en su conexión, qué es la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento”, qué es la “voluntad de poder”, qué es el “eterno retorno de lo mismo”, qué es el “superhombre”. Por eso, en sentido contrario, partiendo de una comprensión suficiente del nihilismo puede prepararse ya el saber acerca de la esencia de la trasvaloración, de la esencia de la voluntad de poder, de la esencia del eterno retorno de lo mismo, de la esencia del superhombre. Pero un saber tal es estar en el interior del instante que la historia del ser ha abierto para nuestra época. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La necesidad de tener que pensar la esencia del “nihilismo” en conexión con la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”, con la “voluntad de poder”, con el “eterno retorno de lo mismo”, con el “superhombre”, ya hace suponer que la esencia del nihilismo posee en sí misma muchos significados, muchos niveles y muchas formas. El término “nihilismo” permite un uso múltiple. Se puede abusar del título “nihilismo” como una ruidosa consigna carente de contenido que tiene a la vez la función de amedrentar, de descalificar y de ocultar al mismo que comete el abuso ocultando su propia falta de pensamiento. Pero también podemos experimentar toda la gravedad de lo que dice este título en el sentido de Nietzsche. Esto significa entonces: pensar la historia de la metafísica occidental como el fundamento de nuestra propia historia, y esto quiere decir como el fundamento de las decisiones futuras. Finalmente, podemos pensar de modo aún más esencial lo que Nietzsche pensaba con este término comprendiendo su “nihilismo clásico” como ese nihilismo cuya “clasicidad” consiste en que, sin saberlo, tiene que oponer una extrema resistencia al saber de su esencia más íntima. El nihilismo clásico se descubre entonces como ese acabamiento del nihilismo en el que éste se considera dispensado de la necesidad de pensar precisamente aquello que constituye su esencia: el nihil  , la nada, en cuanto velo de la verdad del ser del ente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Evidentemente, el comentario de la respuesta nos proporciona una indicación. La desvalorización de los valores, y con ella el nihilismo, consiste en que falta “la meta”. Queda, sin embargo, la pregunta: ¿por qué una “meta” y para qué una “meta”? El comentario dice: “falta la respuesta al “¿por qué?””. En la pregunta “¿por qué?” preguntamos: por qué algo es de tal y cual manera; la respuesta proporciona lo que llamamos la razón, el fundamento. La pregunta se repite: “¿por qué tiene que haber un fundamento? ¿Para qué y cómo es el fundamento un fundamento? ¿Cómo es un fundamento? ¿Qué conexión interna existe entre fundamento y valor? Ya a partir de la referencia introductoria a la conexión esencial entre “nihilismo” y “TRANSVALORACIÓN” de todos los valores válidos hasta el momento y, más específicamente, de los valores supremos, podía verse que el concepto de valor desempeña un papel conductor en el pensamiento de Nietzsche. Como consecuencia de la influencia de su obra, la idea   de valor se ha vuelto corriente entre nosotros. Se habla de los “valores vitales” de un pueblo, de los “valores culturales” de una nación; se dice que hay que proteger y salvar los valores supremos de la humanidad. Se oye decir que “preciosos valores” han sido puestos a buen recaudo y se alude con ello a la protección de obras de arte de los ataques aéreos. En el último caso citado, “valores” significa lo mismo que bienes. Un “bien” es un ente que “tiene” un determinado “valor”; un bien es un bien por razón de un valor, es aquello en lo que se ha objetivado un valor, o sea un “objeto de valor”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Así pues, el principio de una nueva posición de valores sólo puede imponerse si se despierta y extiende un nuevo saber sobre la esencia de los valores y sobre las condiciones de la estimación de valor. La TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento tiene que ejercerse y erigirse desde el estado de conciencia sumo de una conciencia propia de la esencia y de la posición de valores. Sólo en la posición de valores así entendida llega a su acabamiento la caducidad de los valores válidos hasta el momento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sólo mediante la TRANSVALORACIÓN de todos los valores el nihilismo se vuelve clásico. Lo caracterizan el saber acerca del origen y de la necesidad de los valores y con ello, el conocimiento de la esencia de los valores válidos hasta el momento. Sólo aquí la idea de valor y el poner valores llegan a sí mismos; no simplemente en el modo en el que un actuar instintivo al mismo tiempo se conoce a sí mismo y ocasionalmente se observa, sino de manera tal que esta conciencia se vuelve un momento esencial y una fuerza motriz de todo actuar. No ocurre solamente que lo que designamos con el equívoco nombre de “instinto” se transforma de algo previamente inconsciente en algo consciente, sino que la consciencia, el calcular y “recalcular psicológico” se convierten en el auténtico “instinto”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

1) El nihilismo, pensado desde Nietzsche, es la historia de la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento como transición a la TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento, la cual consiste en descubrir el principio de una nueva posición de valores, principio que Nietzsche reconoce en la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En primer lugar, se trata de comprender el nihilismo de modo unitario como historia de las posiciones de valores. El título “posición de valores” lo empleamos aquí con un significado amplio. Abarca: la instauración de los valores supremos, la desvalorización de estos valores en el sentido de su destitución, la TRANSVALORACIÓN de estos valores en cuanto nueva posición de valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ad 1) El nihilismo es una historia. Con esto no queremos decir simplemente que lo que llamamos nihilismo “tiene” una “historia” en la medida en que se lo puede seguir en su decurso temporal  . El nihilismo es historia. En el sentido de Nietzsche, el nihilismo contribuye a constituir la esencia de la historia occidental porque contribuye a determinar la legalidad de las posiciones metafísicas fundamentales y de su relación. Pero las posiciones metafísicas fundamentales son el suelo y el ámbito de lo que conocemos como historia universal, en especial como historia occidental. El nihilismo determina la historicidad de esta historia. Por eso, para comprender la esencia del nihilismo no es tan importante contar la historia del nihilismo en cada siglo y describir sus formas. Todo tiene que apuntar en primer lugar a reconocer al nihilismo como legalidad de la historia. Si se quiere comprender esta historia como “decadencia”, contando a partir de la desvalorización de los valores supremos, el nihilismo no es la causa de esta decadencia sino su lógica interna: esa legalidad del acontecer que lleva más allá de la mera decadencia y por lo tanto señala ya más allá de ella. Por eso, la comprensión de la esencia del nihilismo no consiste en el conocimiento de los fenómenos que pueden presentarse historiográficamente como nihilistas sino que consiste en comprender los pasos, los grados y estadios intermedios, desde la incipiente desvalorización hasta la necesaria TRANSVALORACIÓN. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con esto queda más claro que, y en qué medida, al nihilismo completo, acabado, le corresponde la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”, y que a esta TRANSVALORACIÓN le precede y acompaña un peculiar estado de indecisión. Este estado de indecisión, en el que han sido destituidos los valores válidos hasta el momento y los nuevos no han sido puestos aún, consiste en que no hay ninguna verdad en sí, pero, sin embargo, hay verdad. No obstante, la verdad tiene que determinarse de nuevo en cada caso. Por medio de la “analítica” se despierta ya el presentimiento de que la “voluntad de verdad”, en cuanto pretensión de algo válido y que sirve de norma, es una pretensión de poder y en cuanto tal, sólo justificada por la voluntad de poder y como forma de la voluntad de poder. El estado intermedio así caracterizado es el “nihilismo extremo”, que reconoce explícitamente y enuncia que no hay verdad. Este nihilismo es, nuevamente, ambiguo: “A. Nihilismo como signo del acrecentado poder del espíritu: el nihilismo activo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿De dónde proviene el pensamiento del valor, ese pensamiento que estima todo de acuerdo con valores, que se comprende a sí mismo como una estimación de valor y que se ha puesto como tarea una nueva posición de valores? El propio Nietzsche se ha planteado la pregunta por el origen del pensamiento del valor y ya la ha respondido. Sólo necesitamos recordar el curso de sus reflexiones en el fragmento n. 12. Allí Nietzsche se pregunta explícitamente en la sección B: ¿de dónde proviene nuestra creencia en los valores cosmológicos? La respuesta es: de la voluntad del hombre de asegurarse a sí mismo un valor. Pero ¿cómo habrá de hacerlo si el mundo al que pertenece no tiene por su parte un valor, un sentido y un fin, una unidad y una verdad, si el hombre no puede someterse a un “ideal”? La sección final del fragmento 12 expresa ya con suficiente claridad la conexión interna entre posición de valores y voluntad de poder. No obstante, con remitir a ese pasaje no está aún propiamente comprendida esa conexión. Podemos suponer, sin embargo, que Nietzsche, a su modo, ya debía haberla aclarado, desde el momento en que a la TRANSVALORACIÓN de los valores le corresponde una especial consciencia y por lo tanto, un saber acerca de qué ocurre con los valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Toda especie de posición de valores, también y especialmente la nueva posición de valores por la que debe llevarse a cabo una TRANSVALORACIÓN de los valores, tiene que estar referida a la voluntad de poder. Nietzsche expresa esta conexión en la primera proposición del fragmento 14: “Los valores y su modificación están en relación con el crecimiento de poder de quien pone los valores”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De acuerdo con la determinación de la esencia de la voluntad de poder hecha al comienzo, “crecimiento de poder” no quiere decir otra cosa que acrecentamiento del poder en el sentido de un sobrepotenciarse del poder. Pero en esto consiste la esencia del poder. La proposición quiere decir, por lo tanto: los valores y su modificación, es decir la posición de valores — ya se trate de la desvalorización, de la TRANSVALORACIÓN o de la posición de nuevos valores — se determina en cada caso desde el correspondiente modo de voluntad de poder, el cual determina a su vez a aquel que pone los valores, es decir al hombre, en cuanto a su modo de ser hombre. Los valores proceden de la posición de valores, ésta corresponde a la voluntad de poder. Pero ¿en qué medida y por qué es la voluntad de poder instauradora de valores? ¿Qué entiende Nietzsche por “valor”? La voluntad de poder, libro muy confuso en lo que hace al ordenamiento de los fragmentos póstumos, contiene con el n. 715 (1888) una nota de Nietzsche que responde a nuestra pregunta: “El punto de vista del “valor” es el punto de vista de las condiciones de conservación, de acrecentamiento respecto de formaciones complejas de duración de vida relativa dentro del devenir”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para abarcar el alcance de estas preguntas tenemos que reflexionar acerca de qué significa el dominio del pensamiento del valor en la metafísica. Éste conduce, en primer lugar, a que Nietzsche conciba la tarea de la metafísica futura como TRANSVALORACIÓN de los valores. El dominio del pensamiento del valor al mismo tiempo da por supuesto, sin más comentario ni fundamentación, como algo obvio, que toda la metafísica anterior, la que precede históricamente a la metafísica de la voluntad de poder, es también, aunque de modo implícito, una metafísica de la voluntad de poder. Nietzsche concibe la totalidad de la filosofía occidental como un pensar en términos de valor y un contar con valores, como instauradora de valores. El ser, la entidad del ente, es interpretada como voluntad de poder. De improviso y como algo evidente para cualquiera, la historia de la metafísica aparece en todos los escritos y notas de Nietzsche a la luz del pensamiento del valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por eso Nietzsche habla — como si fuera la cosa más obvia del mundo — de unidad, totalidad, verdad, como “valores supremos”. Que éstos sean “valores” no es simplemente una interpretación agregada por Nietzsche ulteriormente. Es el paso primero y decisivo de la “TRANSVALORACIÓN” misma. En efecto, si se piensa bien, la TRANSVALORACIÓN llevada a cabo por Nietzsche no consiste en que ponga nuevos valores en lugar de los valores supremos válidos hasta el momento, sino en que concibe ya a “ser”, “fin” y “verdad” como valores y sólo como valores. La “trans-valoración” de Nietzsche es en el fondo el repensar en términos de valor todas las determinaciones del ente. En el fragmento n. 12, al “fin”, la “unidad”, la “totalidad”, la “verdad”, el “ser”, los llama también “categorías de la razón”. Efectivamente lo son para Kant   y Fichte  , para Schelling   y Hegel  . También para Aristóteles  , y para él en primer lugar, las determinaciones del ente en cuanto tal son categorías, aunque no “categorías de la razón”, suponiendo que se comprenda aquí “razón” como esencia de la subjetividad, tal como ocurre en Kant y en el idealismo alemán. Así pues, cuando Nietzsche trata de las determinaciones del ente y las comprende como “valores cosmológicos”, se está expresando allí la interpretación metafísico-moderna de las determinaciones de ser del ente como categorías de la razón. Pero esa interpretación moderna es transformada a su vez por Nietzsche, de manera tal que ahora las categorías de la razón aparecen como valores supremos. Esta interpretación de las determinaciones de ser del ente, que surge en la época más reciente y en la última metafísica, es retrotraída a la filosofía griega, ya que toda la historia de la metafísica occidental aparece como historia de las posiciones de valores. Las posiciones metafísicas fundamentales anteriores no llegan a la palabra con la verdad que les es propia. Hablan el lenguaje de la filosofía de la voluntad de poder entendida como posición de valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El hecho de que al poner los valores supremos se transpongan a las cosas posiciones humanas es para Nietzsche legítimo. Pero la humanización del ente es aún inocente y por lo tanto no incondicionada. Puesto que en un primer momento el auténtico origen, es decir el origen relativo al poder, de los valores supremos válidos hasta el momento queda oculto, pero sin embargo, con el despertar y desarrollarse de la autoconciencia del hombre, no puede quedar constantemente oculto, resulta que, con el creciente conocimiento del origen de los valores, tiene que caducar la creencia en ellos. Pero el conocimiento del origen de los valores, de la posición humana de los valores y de la humanización de las cosas no puede detenerse en que, después del desvelamiento de tal origen y de la caducidad de los valores, el mundo aparezca como carente de valor. De este modo faltaría todo “valor” y por lo tanto las condiciones de la vida, con lo que ésta no podría ser. Lo que tiene que suceder, sin embargo, ante la aparente carencia de valor del mundo, aquello en que tiene que consistir la TRANSVALORACIÓN de los valores válidos hasta el momento, ya está decidido y prefigurado por el conocimiento del origen de los valores. Nietzsche ha condensado la nueva tarea en una nota que data de 1888 y que nos muestra la oposición más extrema a la ingenuidad hiperbólica. Dice así: “Toda la belleza y toda la sublimidad que le hemos prestado a las cosas reales e imaginadas quiero reivindicarla como propiedad y producto del hombre: como su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como Dios, como amor, como poder: ¡oh, la real generosidad con la que ha obsequiado a las cosas, para él empobrecerse y sentirse miserable! Éste ha sido hasta ahora su mayor desprendimiento, que admirara y adorara y supiera ocultarse que era él quien había creado eso que admiraba” (La voluntad de poder, XV, 241). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero Tucídides, el pensador de la historia, no era capaz, sin embargo, de superar el platonismo que impera en el fondo del pensamiento nietzscheano. Puesto que la filosofía de Nietzsche es metafísica y toda metafísica es platonismo, en el final de la metafísica el ser tiene que ser pensado como valor, es decir, computado como una condición meramente condicionada del ente. La interpretación metafísica del ser como valor está prefigurada por el comienzo de la metafísica. En efecto, Platón   concibió el ser como idea; pero la más elevada de las ideas — y esto quiere decir, al mismo tiempo, la esencia de todas — es lo agathon  , pensado en griego, aquello que vuelve apto, aquello que habilita y posibilita al ente para ser ente. Ser tiene el carácter de posibilitar, es condición de posibilidad. Ser es, para decirlo con Nietzsche, un valor. ¿O sea que Platón ha sido el primero en pensar en términos de valor? Esta opinión   sería precipitada. La concepción platónica del agathon se diferencia tan esencialmente del concepto nietzscheano de valor como la concepción griega del hombre de la interpretación moderna de la esencia humana como sujeto. Pero la historia de la metafísica comienza su curso desde la interpretación platónica del ser como idea y agathon, para llegar a la interpretación del ser como voluntad de poder que pone valores y piensa todo como valor. Por eso aún hoy pensamos exclusivamente según “ideas” y “valores”. Por eso el nuevo orden de la metafísica no es sólo entendido sino realizado e instaurado como TRANSVALORACIÓN de todos los valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La palabra “valor” es esencial para Nietzsche. Esto se muestra de inmediato en la formulación del subtítulo que le da al curso de pensamientos hacia la voluntad de poder: “Tentativa de una TRANSVALORACIÓN de todos los valores”.Valor significa para Nietzsche tanto como: condición de la vida, condición para que haya “vida”. Pero en la mayoría de los casos “vida” es, en el pensamiento de Nietzsche, la palabra que designa todo ente y el ente en su totalidad, en la medida en que es. Ocasionalmente significa también, en un sentido enfático, nuestra vida, es decir el ser del hombre. Heideggeriana: VontadePoder  

Si hasta ahora la vida sólo había sido comprendida como auto-”conservación” al servicio de algo diferente y posterior, desconociéndose así su esencia como autoacrecentamiento, las condiciones que se habían impuesto a la vida, los “supremos valores hasta el momento” (XVI, 421), no serían auténticos valores; sería necesaria, entonces, una “TRANSVALORACIÓN de todos los valores” por medio de una “nueva posición de valores”. Por eso Nietzsche antepone en su plan a este libro el libro segundo: “Crítica de los valores supremos [válidos hasta el momento]”. Heideggeriana: VontadePoder

Previamente a la TRANSVALORACIÓN de todos los valores habidos hasta el momento que Nietzsche asume como su propia tarea metafísica, se encuentra una transformación más originaria: que en general la esencia de todo ente sea considerada de antemano como valor. Heideggeriana: VontadePoder

“Caos”, el mundo como caos, significa: el ente en su totalidad proyectado relativamente al cuerpo y a su vivir corporal. En esta fundamentación del proyecto de mundo está incluido todo lo que resulta decisivo, y por lo tanto, para un pensar que, en cuanto TRANSVALORACIÓN de todos los valores, aspira a una nueva posición de valores, también está incluida la posición del valor supremo. Si la verdad no puede ser el valor supremo, éste tendrá que estar por encima de ella, es decir, en el sentido del concepto tradicional de verdad: más cerca y más conforme a lo propiamente ente, es decir, a lo que deviene. El valor supremo, a diferencia del conocimiento y la verdad, es el arte. Éste no copia lo que está allí delante ni lo explica desde otra cosa que esté allí delante, sino que transfigura la vida, la eleva a posibilidades superiores, aún no vividas, que no están suspendidas “por encima” de la vida sino que, por el contrario, la despiertan nuevamente desde ella misma a su estado de vigilia, pues “sólo por el encanto permanece despierta la vida” (Stefan George, Das Neue Reich, pág. 75). Heideggeriana: VontadePoder

La continuación esencial de este momento último de la metafísica, es decir del proyecto de la entidad en dirección del volver consistente del presenciar, se manifiesta en la correspondiente determinación de la esencia de la “verdad”. Desaparece ahora el último hálito de una resonancia de la aletheia  . La verdad se convierte en justicia, en el sentido del imperativo fundirse de lo que se ordena a sí mismo en el impulso de su sobreelevación. Toda corrección es sólo un estadio previo y una ocasión para la sobreelevación, todo fijar es sólo un apoyo para la disolución en el devenir y por lo tanto en el querer volver consistente el “caos”. Ahora sólo queda la invocación de la vitalidad de la vida. La esencia inicial de la verdad se ha transformado de tal modo que la transformación equivale a un apartamiento (no a una aniquilación) de su esencia. El ser verdadero se disuelve en la presencia, que en cada caso retorna, de un dar poder al poder. La verdad se vuelve nuevamente lo mismo que el ser, sólo que éste, entretanto, ha asumido el acabamiento en su inesencia. Pero cuando la verdad como corrección y como desocultamiento se ha aplanado en la “conformidad a la vida”, cuando se ha apartado de este modo a la verdad, la esencia de la verdad ha perdido todo dominio. En el ámbito de la preponderancia de las “perspectivas” y los “horizontes” carentes de perspectivas, es decir, privados de despejamiento, no puede ser ya digna de que se la interrogue. ¿Pero qué sucede entonces? Entonces comienza la donación de sentido como “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. La “carencia de sentido” se convierte en el único “sentido”. La verdad es “justicia”, es decir suprema voluntad de poder. A esta “justicia” sólo le hace justicia el dominio incondicional de la tierra por parte del hombre. Pero la instalación en lo planetario ya no es más que la consecuencia del antropomorfismo incondicionado. Heideggeriana: EternoRetorno  

Al acabamiento de la metafísica, es decir al erigirse y consolidarse de la acabada carencia de sentido, no le queda, por lo tanto, más que la extrema entrega al final de la metafísica en la forma de la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. En efecto, el acabamiento nietzscheano de la metafísica es en primer lugar una inversión del platonismo (lo sensible se convierte en el mundo verdadero, lo suprasensible en el mundo aparente). Pero en la medida en que, al mismo tiempo, la “idea” platónica, en su forma moderna, se ha convertido en principio de la razón y éste en “valor”, la inversión del platonismo se convierte en “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. En ella, el platonismo invertido se transforma en ciego endurecimiento y aplanamiento. Ahora sólo existe el plano único de la “vida” que se da a sí misma y por mor de sí misma el poder de sí misma. En la medida en que la metafísica comienza expresamente con la interpretación de la entidad como idea, alcanza en la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores” su final extremo. El plano único es aquello que queda después de la supresión del mundo “verdadero” y del mundo “aparente” y que aparece como lo mismo del eterno retorno y la voluntad de poder. Heideggeriana: EternoRetorno

En cuanto ejecutor de la TRANSVALORACIÓN de todos los valores, Nietzsche, sin saber el alcance de este último paso, atestigua su definitiva pertenencia a la metafísica, y con ella su abismal separación de toda posibilidad de otro inicio. ¿Pero no ha impuesto Nietzsche un nuevo “sentido” con la total caducidad y aniquilamiento de los fines e ideales reinantes hasta el momento? ¿No ha anticipado en su pensar al “superhombre” como “sentido” de la “tierra”? Pero “sentido” significa para él nuevamente “meta” e “ideal”, y “tierra” es el nombre que designa la vida que vive corporalmente y el derecho de lo sensible. El “superhombre” es para él el acabamiento del último hombre, del hombre existente hasta el momento, es la fijación [Fest-stellung  ] del animal que hasta ahora no ha sido todavía fijado, del animal que aún sigue dependiente y a la búsqueda de ideales que estén allí delante, de ideales “en sí verdaderos”. El superhombre es la más extrema rationalitas en el dar poder a la animalitas  , es el animal rationale   que llega a su acabamiento en la brutalitas. La carencia de sentido se convierte ahora en el “sentido” del ente en su totalidad. La incapacidad de interrogar el ser decide acerca de qué sea el ente. La entidad es abandonada a sí misma como maquinación desencadenada. Ahora, el hombre no sólo tiene que “arreglárselas” sin “una verdad”, sino que la esencia de la verdad queda expulsada al olvido, por lo que todo pasa a referirse a un “arreglárselas” y a algunos “valores”. Heideggeriana: EternoRetorno

Con la obra Aurora (1881) la claridad irrumpe en el camino metafísico de Nietzsche. En el mismo año le llega — “a 6000 pies sobre el nivel del mar y mucho más alto sobre todas las cosas humanas” — la visión del “eterno retorno de lo mismo” (XII, 425). Desde entonces su marcha se mantiene durante casi una década en la resplandeciente claridad de esta experiencia. Zaratustra toma la palabra. Como maestro del “eterno retorno” enseña el “superhombre”. Se aclara y consolida el saber de que el carácter fundamental del ente es la “voluntad de poder” y de que de ella proviene toda interpretación del mundo, en la medida en que su índole es ser posiciones de valor. La historia europea desvela su rasgo fundamental como “nihilismo” y empuja hacia la necesidad de una “TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento”. La nueva posición de valores, realizada a partir de la voluntad de poder que ahora se reconoce decididamente a sí misma, exige como legislación su propia justificación desde una nueva “justicia”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche  

Durante este período, el período culminante de Nietzsche, la verdad del ente en cuanto tal en su totalidad quiere hacerse palabra en su pensar. Los planes acerca del modo de proceder se suceden unos a otros. Un proyecto tras otro van abriendo la estructura de lo que quiere decir el pensador. El título conductor es a veces “el eterno retorno”, a veces “la voluntad de poder”, a veces “la TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. Cuando una expresión desaparece como expresión conductora, vuelve a aparecer como título de la parte final o como subtítulo del título principal. Todo avanza, sin embargo, en dirección a la educación de los hombres que “acometerán la TRANSVALORACIÓN” (XVI, 419). Ellos son los “nuevos hombres veraces” (XIV, 322) de una nueva verdad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Mientras que la metafísica existente hasta el momento no conoce propiamente a la voluntad de poder como principio de la posición de valores, en la metafísica de la voluntad de poder ésta se convierte en “principio de una nueva posición de valores”. Puesto que desde la metafísica de la voluntad de poder toda metafísica se comprende de modo moral   como una valoración, la metafísica de la voluntad de poder se vuelve una posición de valor, una “nueva” posición de valor. Su novedad consiste en una “TRANSVALORACIÓN de los valores validos hasta el momento”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Esta TRANSVALORACIÓN constituye la esencia acabada del nihilismo. ¿Pero no dice ya el nombre nihilismo que según esta doctrina todo es nulo y es nada, y que toda voluntad y toda obra son vanas? Sólo que el nihilismo, según el concepto de Nietzsche, no es una doctrina y una opinión, ni significa en absoluto aquello que quisiera sugerirnos una primera comprensión del término: la disolución de todo en la mera nada. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La desvalorización de los valores supremos hasta el momento no significa, sin embargo, sólo una pérdida relativa de su validez, sino que “la desvalorización es el total derribo de los valores válidos hasta el momento”. Esto implica la necesidad incondicional de poner nuevos valores. La desvalorización de los valores supremos hasta el momento es sólo la etapa histórica previa de un curso histórico cuyo rasgo fundamental se vuelve dominante como TRANSVALORACIÓN de todos los valores válidos hasta el momento. La desvalorización de los valores supremos hasta el momento queda de antemano integrada en la TRANSVALORACIÓN de todos los valores que ocultamente se espera, por eso, el nihilismo no opera en dirección de la mera nulidad. Su esencia propia se encuentra en el modo afirmativo de una liberación. El nihilismo es la desvalorización de los valores válidos hasta el momento vuelta hacia una total inversión de todos los valores. En esta vuelta, que se extiende ampliamente hacia atrás y, al mismo tiempo, hacia adelante, en esta vuelta que se decide en todo momento, se oculta el rasgo fundamental del nihilismo como historia. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero ¿qué sentido tiene entonces la palabra negativa nihilismo para referirse a lo que en esencia es afirmación? El nombre asegura a la esencia afirmativa del nihilismo el rigor supremo de lo incondicionado que desecha toda mediación. Nihilismo quiere decir, entonces: nada de las posiciones de valor válidas hasta el momento debe ya valer, todo ente tiene que cambiar en su totalidad, es decir, tiene que ponerse en su totalidad bajo condiciones diferentes. Apenas el mundo aparece sin valor en virtud de la desvalorización de los valores supremos hasta el momento, se abre paso algo extremo, que a su vez sólo puede ser sustituido por otro extremo (cfr. La voluntad de poder, n. 55). La TRANSVALORACIÓN tiene que ser incondicionada y poner a todo ente en una unidad originaria. La unidad originaria-anticipadora-unificante constituye, sin embargo, la esencia de la totalidad. En esa unidad impera la determinación del “en que marca al ser desde el amanecer de Occidente. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero incluso reconociendo el carácter afirmativo del nihilismo europeo no alcanzamos aún su esencia más íntima; pues el nihilismo no es ni sólo una historia ni tampoco el rasgo esencial de la historia occidental, sino que es la legalidad de tal suceder, su “lógica”. La posición de los valores supremos, su falsificación, su desvalorización, el aspecto temporalmente carente de valor del mundo, la necesidad de suplantar los valores válidos hasta el momento por otros nuevos, la nueva posición como TRANSVALORACIÓN, los estadios previos de esta TRANSVALORACIÓN , todo esto circunscribe una legalidad propia de las estimaciones de valor en las que tiene sus raíces la interpretación del mundo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

No es posible decir de un modo más afirmativo la esencia afirmativa del nihilismo. De acuerdo con su completo concepto metafísico, el nihilismo es, entonces, la historia de la aniquilación de los valores supremos hasta el momento sobre la base de una TRANSVALORACIÓN operante por anticipado que reconoce conscientemente a la voluntad de poder como principio de la posición de valores. Por eso, TRANSVALORACIÓN no quiere decir sólo que en el mismo lugar antiguo de los valores válidos hasta el momento se ponen otros nuevos, sino que la expresión quiere decir siempre y ante todo que el lugar mismo recibe una nueva determinación. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero el hombre que, estando en medio del ente, se comporta respecto del ente que es, en cuanto tal, voluntad de poder y, en su totalidad, eterno retorno de lo mismo, se llama superhombre. Su realización implica que el ente aparezca en el carácter de devenir de la voluntad de poder desde la más resplandeciente claridad del pensamiento del eterno retorno de lo mismo. “Una vez que hube creado el superhombre, coloqué a su alrededor el gran velo del devenir e hice que el sol estuviera sobre él en el mediodía” (XII, 362). Puesto que la voluntad de poder, en cuanto principio de la TRANSVALORACIÓN, hace aparecer a la historia con el rasgo fundamental del nihilismo clásico, también la humanidad de esta historia tiene que confirmarse en ella ante sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

“Un viejo chino decía que había oído que cuando los reinos deben sucumbir tienen muchas leyes.” (La voluntad de poder, n. 745) De la simplicidad que le es propia a la voluntad de poder proviene la univocidad, el pulido y la firmeza de todas sus improntas y sus tipos. Sólo de ella surge y sólo a ella le corresponde lo típico. Pero el modo en que la TRANSVALORACIÓN nihilista clásica de todos los valores anticipa, diseña y lleva a efecto las condiciones del dominio incondicional de la tierra es el “gran estilo”. Éste determina el “gusto clásico”, del que “forma parte una porción de frialdad, de lucidez, de dureza: lógica sobre todo, felicidad en la espiritualidad, “tres unidades”, concentración, odio al sentimiento, la sensibilidad, el esprít, odio a lo múltiple, a lo inseguro, a lo vago, al presentimiento, así como a lo breve, agudo, bonito, benévolo. No se debe jugar con fórmulas artísticas: se debe cambiar la vida para que después tenga que formularse” (La voluntad de poder, n. 849). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Nietzsche reserva las expresiones “lo verdadero” y “la verdad” para lo que Platón denomina lo “verdaderamente ente” (ontos on, alethos on), con lo que se alude al ser del ente, a la idea. Por eso, “lo verdadero” y “el ente”, “el ser” y “la verdad” significan para Nietzsche lo mismo. Pero puesto que piensa de modo moderno, la verdad no es sólo en general una determinación del conocer que representa sino que, conforme a la transformación del representar en remitir asegurador, consiste en poner lo constante. El tener la “verdad” es el tener-por-verdadero que re-presenta (La voluntad de poder, n. 507). Lo verdadero es lo fijado en el pensar representante y por lo tanto lo consistente. Pero éste, después de la TRANSVALORACIÓN nihilista, no tiene más el carácter de lo suprasensible que está en sí allí delante. Lo consistente asegura la existencia consistente de lo viviente, en la medida en que éste necesita un entorno fijo a partir del cual conservarse. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

¿Hasta dónde mira en torno? En todo caso “ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del mal”. “Bien y mal” son los nombres que designan los puntos de vista de la posición de valores habida hasta el momento, que reconoce como ley vinculante algo suprasensible en sí. La mirada que atraviesa abriéndose sobre los valores hasta el momento supremos es “pequeña”, a diferencia de la grandeza del “gran estilo”, en el que se prefigura el modo en el que la TRANSVALORACIÓN nihilista-clásica de todos los valores habidos hasta el momento se convierte en el rasgo fundamental de la historia que comienza. El poder que mira lejos en torno a sí, en cuanto poder perspectivista, es decir que pone valores, supera todas las perspectivas habidas hasta el momento. Es aquello de lo que parte la nueva posición de valores y que predomina en toda nueva posición de valores: el principio de la nueva posición de valores. El poder que mira lejos en torno a sí es la voluntad de poder que se reconoce a sí misma. En una lista de lo que hay que pensar “Para la historia del ofuscamiento moderno”, se indica de modo conciso: “Justicia como voluntad de poder (adiestramiento)” (La voluntad de poder, n. 59). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Nietzsche enunció por vez primera la fórmula “Dios ha muerto” en el tercer libro del escrito aparecido en 1882 titulado “La gaya ciencia”. Con este escrito comienza el camino de Nietzsche en dirección a la construcción de su postura metafísica fundamental. Entre este escrito y los inútiles esfuerzos en torno a la configuración de la obra principal que había planeado aparece publicado “Así habló Zarathustra”. La obra principal planeada nunca fue concluida. De manera provisional debía llevar el título “La voluntad de poder” y como subtítulo “Intento de una TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. Heideggeriana: NietzscheDeus  

Procediendo así, Nietzsche reconoce que a pesar de la desvalorización de los valores hasta ahora supremos para el mundo, dicho mundo sin embargo sigue ahí y que ese mundo en principio privado de valores tiende inevitablemente a una nueva instauración de valores. Después de la caída de los valores hasta ahora supremos, la nueva instauración de valores se transforma, en relación con los valores anteriores, en una “TRANSVALORACIÓN de todos los valores”. El no frente a los valores precedentes nace del sí a la nueva instauración de valores. Como en ese sí, según la opinión de Nietzsche, no se encierra ningún modo de mediación y ninguna adecuación respecto a los valores anteriores, el no incondicionado entra dentro de ese nuevo sí a la nueva instauración de valores. A fin de asegurar la incondicionalidad del nuevo sí frente a la recaída en los valores anteriores, esto es, a fin de fundamentar la nueva instauración de valores como movimiento de reacción, Nietzsche designa también a la nueva instauración de valores como nihilismo, concretamente como ese nihilismo por el que la desvalorización se consuma en una nueva instauración de valores, la única capaz de ser normativa. Nietzsche llama a esta fase normativa del nihilismo el nihilismo “consumado”, esto es, clásico. Nietzsche entiende por nihilismo la desvalorización de los valores hasta ahora supremos. Pero al mismo tiempo afirma el nihilismo en el sentido de “TRANSVALORACIÓN de todos los valores anteriores”. Por eso, el nombre nihilismo conserva una polivalencia de significado y, desde un punto de vista extremo, es en todo caso ambiguo, desde el momento en que designa por un lado a la mera desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero al mismo tiempo se refiere al movimiento incondicionado de reacción contra la desvalorización. En este sentido es también ambiguo eso que Nietzsche presenta como forma previa del nihilismo: el pesimismo. Según Schopenhauer  , el pesimismo es la creencia por la que en el peor de estos mundos la vida no merece la pena de ser vivida ni afirmada. Según esta doctrina, hay que negar la vida y esto quiere decir también lo ente como tal en su totalidad. Este pesimismo es, según Nietzsche, el “pesimismo de la debilidad”. No ve en todas partes más que el lado oscuro, encuentra para todo un motivo de fracaso y pretende saber que todo acabará en el sentido de una catástrofe total. Por el contrario, el pesimismo de la fuerza, en cuanto fuerza, no se hace ilusiones, ve el peligro y no quiere velos ni disimulos. Se da cuenta de lo fatal que resulta una actitud de observación pasiva, de espera de que retorne lo anterior. Penetra analíticamente en las manifestaciones y exige la conciencia de las condiciones y fuerzas que, a pesar de todo, aseguran el dominio de la situación histórica. Heideggeriana: NietzscheDeus

Sin embargo, a la vista de cómo se conmueven los valores anteriores, también se puede intentar otra cosa. Efectivamente, aunque Dios, en el sentido del dios cristiano, haya desaparecido del lugar que ocupaba en el mundo suprasensible, dicho lugar sigue existiendo aun cuando esté vacío. El ámbito ahora vacío de lo suprasensible y del mundo ideal puede mantenerse. Hasta se puede decir que el lugar vacío exige ser nuevamente ocupado y pide sustituir al dios desaparecido por otra cosa. Se erigen nuevos ideales. Eso ocurre, según la representación de Nietzsche (Voluntad de Poder, afor. 1.021 del año 1887), por medio de las doctrinas de la felicidad universal y el socialismo así como por medio de la música de Wagner, esto es, en todos los sitios en los que el “cristianismo dogmático no tiene más recursos”. Así es como aparece el “nihilismo incompleto”. A este respecto Nietzsche dice así (Voluntad de Poder, afor. 28 del año 1887): “El nihilismo incompleto, sus formas: vivimos en medio de ellas. Los intentos de escapar al nihilismo, sin necesidad de una TRANSVALORACIÓN de los valores anteriores traen como consecuencia lo contrario y no hacen sino agudizar el problema”. Heideggeriana: NietzscheDeus

De aquí se deduce que para el nihilismo completo, consumado y, por tanto, clásico, se precisa ciertamente de la “TRANSVALORACIÓN de todos los valores anteriores”, pero que la TRANSVALORACIÓN no se limita a sustituir los viejos valores por otros nuevos. Esa TRANSVALORACIÓN es una inversión de la manera y el modo de valorar. La instauración de valores necesita un nuevo principio, esto es, renovar aquello de donde parte y donde se mantiene. La instauración de valores precisa de otro ámbito. Ese principio ya no puede ser el mundo de lo suprasensible ahora sin vida Por eso el nihilismo que apunta a la inversión así entendida, buscará lo que tenga más vida. De este modo, el propio nihilismo se convierte en “ideal de la vida pletórica” (Voluntad de Poder, afor. 14 del año 1887). En este nuevo valor supremo se esconde otra consideración de la vida, esto es, de aquello en lo que reside la esencia determinante de todo lo vivo. Por eso queda por preguntar qué entiende Nietzsche por vida. Heideggeriana: NietzscheDeus

Por eso, la voluntad de poder es al mismo tiempo, en tanto que ese principio reconocido y por consiguiente querido, el principio de una nueva instauración de valores. Es nueva, porque se consuma por primera vez conscientemente a partir del saber de su principio. Es nueva, porque se asegura ella misma de su principio y mantiene fijamente esa seguridad a modo de un valor planteado a partir de dicho principio. Pero la voluntad de poder es, en cuanto principio de la nueva instauración de valores y en relación con los valores anteriores, el principio de la TRANSVALORACIÓN de todos los valores anteriores. Como, sin embargo, los valores hasta ahora supremos dominaban sobre lo sensible desde las alturas de lo suprasensible y dado que la estructura de este dominio es la metafísica, tenemos que con la instauración del nuevo principio de TRANSVALORACIÓN de todos los valores se consuma la inversión de toda metafísica. Nietzsche considera esta inversión como una superación de la metafísica. Pero, cegándose a sí misma, toda inversión de este tipo sigue estando siempre implicada en lo mismo, que se ha vuelto irreconocible. Heideggeriana: NietzscheDeus

Ahora bien, en la medida en que Nietzsche concibe el nihilismo como la legalidad en la historia de la desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero concibe la desvalorización en el sentido de una TRANSVALORACIÓN de todos los valores, según su interpretación, el nihilismo reside en el dominio y el desmoronamiento de los valores y, por lo tanto, en la posibilidad de una instauración de valores en general. Esta misma se fundamenta en la voluntad de poder. Por eso es por lo que la frase de Nietzsche “Dios ha muerto” y su concepto del nihilismo sólo se pueden pensar suficientemente a partir de la esencia de la voluntad de poder. Por eso, cuando explicamos qué piensa Nietzsche con la fórmula “voluntad de poder”, que él mismo acuñó, damos el último paso en dirección al esclarecimiento de la consabida frase. Heideggeriana: NietzscheDeus

Si la metafísica piensa lo ente en su ser como voluntad de poder, piensa necesariamente lo ente como instaurador de valores. Piensa todo en el horizonte de los valores, de la validez de dichos valores, de la desvalorización y la TRANSVALORACIÓN. La metafísica de la Modernidad comienza y tiene su esencia en el hecho de que busca lo incondicionadamente indudable, lo cierto, la certeza. Según las palabras de Descartes  , se trata de firmum et mansurum quid   stabilire, esto es, conseguir mantener algo firme y estable. Esto estable. en cuanto objeto, le resulta satisfactorio a esa esencia, que reina desde antiguo, de lo ente en cuanto eso que permanentemente se presenta, que subyace siempre en todas partes (hypokeimenon  , subiectum) También Descartes, como Aristóteles, pregunta por el hypokeimenon. En la medida en que Descartes busca ese subiectum en la vía prediseñada de la metafísica y pensando la verdad como certeza encuentra el ego cogito   en cuanto ego   permanentemente presente. Así es como el ego sum se convierte en subiectum, esto es, el sujeto se convierte en autoconciencia. La sujetidad del sujeto se determina a partir de la certeza de esta conciencia. Heideggeriana: NietzscheDeus

¿Qué ocurre con los anteriores valores supremos? ¿Qué significa la desvalorización de dichos valores en relación con la TRANSVALORACIÓN de todos los valores? Como el pensamiento según valores se basa en la metafísica de la voluntad de poder, la interpretación que hace Nietzsche del nihilismo, en cuanto proceso de desvalorización de los valores supremos y de TRANSVALORACIÓN de todos los valores, es una interpretación metafísica, concretamente en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder. Pero en la medida en que Nietzsche concibe su propio pensamiento, la doctrina de la voluntad de poder como “principio de la nueva instauración de valores”, en el sentido de la auténtica consumación del nihilismo, ya no comprende el nihilismo de manera sólo negativa, en tanto que desvalorización de los valores supremos, sino también de manera positiva, como superación del nihilismo; en efecto, la realidad efectiva de lo efectivamente real, ahora experimentada de manera expresa, la voluntad de poder, se convierte en origen y medida de una nueva instauración de valores. Dichos valores determinan de modo inmediato el representar humano y al mismo tiempo estimulan la actuación del hombre. El ser hombre se alza a otra dimensión del acontecer. Heideggeriana: NietzscheDeus

Con la conciencia de que “Dios ha muerto” se inicia la conciencia de una TRANSVALORACIÓN radical de los valores anteriormente supremos. Gracias a esta conciencia, el propio hombre se muda a otra historia que es más elevada, porque en ella el principio de toda instauración de valores, la voluntad de poder, es experimentada y tomada expresamente en tanto que realidad efectiva de lo efectivamente real, en tanto que ser de lo ente. La autoconciencia, en la que tiene su esencia la humanidad moderna, consuma de este modo su último paso. Quiere ser ella misma la ejecutora de la voluntad de poder incondicionada. La decadencia de los valores normativos toca a su fin. El nihilismo, el hecho de “que los valores supremos se desvalorizan”, ha sido superado. Esa humanidad que quiere su propio ser hombre como voluntad de poder y experimenta tal ser hombre como parte de la realidad efectiva determinada en su totalidad por la voluntad de poder, se ve determinada por una figura esencial del hombre que pasa por encima del hombre anterior. Heideggeriana: NietzscheDeus

Sin acordarse del ser y de su propia verdad, el pensamiento occidental piensa siempre lo ente como tal desde sus inicios. Entretanto, sólo ha pensado el ser en esa verdad, de modo que sólo ha conseguido llevar ese nombre hasta el lenguaje de manera harto precaria y con una torpe multiplicidad de significados. Este pensar, que se olvida del propio ser, es el evento simple y que todo lo soporta — motivo por el que también es misterioso e inexperimentado —, de la historia occidental, la cual, mientras tanto, está a punto de extenderse hasta ser historia universal. Al final, el ser ha caído en la metafísica al nivel de valor. Ahí se demuestra que el ser no es admitido como ser. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué pasa con el ser? Con el ser no pasa nada. ¿Y si es ahí en donde se manifiesta la esencia, hasta ahora velada, del nihilismo? En ese caso, ¿sería el pensar según valores el puro nihilismo? Pero no hay que olvidar que Nietzsche concibe la metafísica de la voluntad de poder precisamente como superación del nihilismo. En verdad, mientras el nihilismo sólo sea entendido como la desvalorización de los valores supremos y la voluntad de poder como el principio de la TRANSVALORACIÓN de todos los valores a partir de una nueva instauración de valores supremos, la metafísica de la voluntad de poder será una superación del nihilismo. Pero en esta superación del nihilismo queda elevado a principio el pensamiento según valores. Heideggeriana: NietzscheDeus

El asegurar, como adquisición de seguridad, se fundamenta en la instauración de valores. La instauración de valores tiene a todo lo ente en sí bajo su dominio y, en consecuencia, en cuanto tal ente para sí, lo ha matado, lo ha liquidado. Este último golpe para matar a Dios ha sido asestado por la metafísica, que en tanto que metafísica de la voluntad de poder consuma el pensar en el sentido del pensar según valores. Pero Nietzsche ya no reconoce este último golpe, por el que el ser es rebajado a mero valor, como lo que es propiamente pensado en relación con el propio ser. ¿No dice el mismo Nietzsche: “Todos somos sus asesinos. ¡Vosotros y yo!?”. Ciertamente; de acuerdo con esto, Nietzsche también concibe la metafísica de la voluntad de poder como nihilismo. Ahora bien, para él esto sólo significa que ella consuma del modo más agudo — puesto que es definitivo — y en tanto que movimiento de reacción en el sentido de la TRANSVALORACIÓN de todos los valores anteriores, la anterior “desvalorización de los valores antes supremos”. Heideggeriana: NietzscheDeus