Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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intuición

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Anschauung  

Pero ella sube esencialmente de grado por el hecho de que el término «Erscheinung  », «manifestación», puede recibir todavía otro significado. Si se concibe lo anunciante que en su mostrarse denuncia lo no-patente, como lo que surge en lo que por sí mismo no es patente, e irradia de éste, de tal suerte que se piensa lo no-patente como lo que por esencia jamás puede ser patentizado, entonces manifestación quiere decir tanto como producción o como producto, pero como un producto que no constituye el verdadero ser del producente: es el «fenómeno» [«Erscheinung»] en el sentido de «mero fenómeno» [«blosse Erscheinung»]. Ciertamente lo anunciante, así producido, se muestra en sí mismo, pero lo hace de tal manera que, como irradiación de lo que él anuncia, deja a este último constantemente velado. Pero, por otra parte, este velante no-mostrar tampoco es apariencia. Kant   emplea el término «fenómeno» [«Erscheinung»] en este acoplamiento de sentidos. Fenómenos son, por una parte, según él, los «objetos de la INTUICIÓN empírica», lo que en ésta se muestra. Esto que se muestra (fenómeno en el sentido genuino y originario) es, a la vez, «fenómeno» como irradiación anunciadora de algo que se oculta en aquel fenómeno. STJR   §7

Si en esta manera de entender el concepto de fenómeno queda indeterminado cuál es el ente que se designa como fenómeno, y queda abierta la cuestión si lo que se muestra es un ente o un carácter de ser del ente, entonces se habrá alcanzado solamente el concepto formal   de fenómeno. Pero, si con la expresión «lo que se muestra» se entiende el ente que – dicho kantianamente – nos resulta accesible mediante la INTUICIÓN empírica, entonces el concepto formal de fenómeno recibe una legítima aplicación. Tomado en este sentido, fenómeno corresponde al concepto vulgar de fenómeno. Pero este concepto vulgar no es el concepto fenomenológico de fenómeno. En el horizonte de la problemática kantiana lo que se entiende fenomenológicamente por fenómeno puede ilustrarse – mutatis mutandis – en la forma siguiente: lo que en los «fenómenos», es decir en el fenómeno, entendido en sentido vulgar, ya siempre   se muestra previa y concomitantemente, aunque no en forma temática, puede ser llevado a una mostración temática, y esto-que-así-se-muestra-en-sí-mismo («formas de la INTUICIÓN») son los fenómenos de la fenomenología. Porque evidentemente espacio y tiempo tienen que poderse mostrar así, tienen que poder volverse fenómeno, si Kant pretende formular un enunciado trascendental fundado en las cosas mismas cuando dice que el espacio es el «en dónde» a priori   de un orden. STJR §7

Descartes   no tiene necesidad de plantear el problema de la vía de acceso adecuada al ente intramundano. El predominio incuestionado de la ontología tradicional ha decidido de antemano cuál sea el auténtico modo de aprehensión de lo propiamente ente. Ese modo consiste en el noein  , la «INTUICIÓN», en sentido latísimo, de la cual el dianoein, el «pensar», es sólo un modo fundado de realización. Y desde esta orientación ontológica fundamental, establece Descartes su «crítica» de la otra posible vía de acceso intuitivo-aprehensora a los entes, la sensatio (aisthesis  ), contrapuesta a la intellectio. STJR §21

La espacialidad de lo que comparece circunspectivamente en forma inmediata puede hacerse temática para la circunspección misma y convertirse para ella en tarea de cálculo y medida, como ocurre, por ejemplo, en la construcción de viviendas y en la agrimensura. En esta tematización de la espacialidad del mundo circundante, cuyo carácter es aún predominantemente circunspectivo, el espacio mismo cae en cierto modo bajo la mirada. Al espacio que así se muestra puede atender la mirada puramente observadora, renunciando a la única posibilidad de acceso al espacio que anteriormente se daba, vale decir, al cálculo circunspectivo. La «INTUICIÓN formal» del espacio descubre las posibilidades puras de relaciones espaciales. Se da aquí una serie de gradaciones en el descubrimiento del espacio puro y homogéneo, empezando por la morfología pura de las figuras espaciales, siguiendo con el analysis situs, hasta llegar a la ciencia puramente métrica del espacio. La consideración de estas conexiones cae fuera de la presente investigación. Al ámbito de los problemas de esta investigación pertenecía sólo establecer ontológicamente la base fenoménica para el descubrimiento temático y la elaboración del espacio puro. STJR §24

Este carácter de ser del Dasein  , oculto en su de-dónde [Woher  ] y adónde [Wohin], pero claramente abierto en sí mismo, es decir, en el «que es» [Dass  ], es lo que llamamos la condición de arrojado de este ente en su Ahí; de modo que, en cuanto estar-en-el-mundo, el Dasein es el Ahí. El término «condición de arrojado» mienta la facticidad de la entrega a sí mismo. El factum de «que es y tiene que ser» [Dass es ist und zu sein   hat], abierto en la disposición afectiva del Dasein, no es aquel «que [es]» [Dass] que ontológico-categorialmente expresa el carácter de hecho, propio del estar-ahí [Vorhandenheit  ]. Este carácter sólo es accesible a la constatación que se origina en la mirada contemplativa. En cambio, el «que [es]» abierto en la disposición afectiva debe concebirse como determinación existencial del ente que es en la forma del estar-en-el-mundo. La facticidad no es el carácter de hecho del factum brutum de algo que está-ahí, sino un carácter de ser del Dasein, asumido en la existencia, aunque, por lo pronto, reprimido. El «que [es]» de la facticidad jamás puede ser hallado en una INTUICIÓN. STJR §29

Y sólo por pertenecer ontológicamente a un ente cuyo modo de ser es el del estar-en-el-mundo en disposición afectiva, pueden los «sentidos» ser «tocados» y «tener sentido para», de tal manera que lo que los toca se muestre en la afección. Eso que llamamos afección no podría tener lugar ni siquiera como efecto de la máxima presión y resistencia, y la resistencia misma quedaría esencialmente sin descubrir, si el estar-en-el-mundo en disposición afectiva no se encontrase ya consignado a la posibilidad, bosquejada por los estados de ánimo, de ser afectado por el ente intramundano. En la disposición afectiva se da existencialmente un aperiente estar-consignado al mundo desde el cual puede comparecer lo que nos concierne. En efecto, desde un punto de vista ontológico fundamental, es necesario confiar el descubrimiento primario del mundo al «mero estado de ánimo». Una pura INTUICIÓN, aunque penetrase en las fibras más íntimas del ser de lo que está-ahí, jamás podría descubrir algo así como lo amenazante. STJR §29

Al mostrar cómo toda visión se funda primariamente en el comprender – la circunspección del ocuparse es la comprensión en cuanto comprensión común – se le ha quitado a la pura INTUICIÓN su primacía, la cual corresponde, en un plano noético, a la tradicional primacía ontológica de lo que esta-ahí. Tanto la «INTUICIÓN» como el «pensar» [NH: Tómese éste como «entendimiento», dianoia; pero no se entienda el «comprender» [«Verstehen  »] desde el entendimiento [aus Verstand].] son derivados ya lejanos del comprender. También la «INTUICIÓN de esencias» de la fenomenología se funda en el comprender existencial. No es posible pronunciarse acerca de este modo del ver antes de haber obtenido los conceptos explícitos de ser y de estructura de ser, única forma posible de que pueda haber fenómenos en sentido fenomenológico. STJR §31

La constitución fundamental de la visión se muestra en una peculiar tendencia de ser propia de la cotidianidad: la tendencia al «ver». Designaremos esa tendencia con el término curiosidad, que tiene la característica de no limitarse solamente al ver, sino de expresar la tendencia a una particular forma de encuentro perceptivo con el mundo. Interpretaremos este fenómeno desde una perspectiva fundamental de carácter ontológico-existencial, sin restringirlo al mero conocimiento, el cual ya tempranamente y no por azar fue concebido en la filosofía griega como «placer de ver». El tratado que ocupa el primer lugar en la colección de los tratados de Aristóteles   relativos a la ontología comienza con la siguiente frase: pantes anthropoi tou eidenai horegontai physei. En el ser del hombre se da esencialmente el cuidado por el ver. Con esta frase se introduce una indagación que busca poner al descubierto el origen de la investigación científica del ente y de su ser, partiendo de ese modo de ser del Dasein. Esta interpretación griega de la génesis existencial de la ciencia no es casual. En ella se llega a la comprensión explícita de lo que ya estaba bosquejado en la frase de Parménides: to gar auto noein estin te kai einai  . El ser es lo que se muestra en una pura percepción intuitiva, y sólo este ver descubre el ser. La verdad originaria y auténtica se halla en la pura INTUICIÓN. Esta tesis constituirá en adelante el fundamento de la filosofía occidental. En ella encuentra su motor la dialéctica hegeliana, que sólo es posible sobre esa base. STJR §36

Se replicará que en la ciencia toda manipulación está exclusivamente al servicio de la mera contemplación, del descubrimiento investigador y de la apertura de «las cosas mismas». El «ver», tomado en su sentido más amplio, regula todos los «preparativos» y mantiene la primacía. «Sean cuales fueren la manera y los medios por los que un conocimiento se relaciona con los objetos, aquella en que la relación es inmediata y a la que todo pensar tiende como un medio hacia su fin (subrayado por nosotros) es la INTUICIÓN». La idea   de un intuitus orienta desde los comienzos de la ontología griega hasta hoy toda interpretación del conocimiento, sea ese intuitus fácticamente alcanzable o no. De acuerdo con la primacía del «ver», la presentación de la génesis existencial de la ciencia deberá partir caracterizando la circunspección que dirige la ocupación «práctica». STJR §69

El proyecto científico del ente con el que de alguna manera nos encontramos siempre, hace comprender explícitamente su modo de ser, y de esta forma se tornan manifiestas las posibles vías hacia el puro descubrimiento del ente intramundano. La totalidad de ese proyectar del que forma parte la articulación de la comprensión del ser, la delimitación del ámbito de objetos, guiada por esa comprensión del ser, y el bosquejo del aparato conceptual a la medida del ente, es lo que llamamos tematización. La tematización busca dejar en libertad al ente que comparece dentro del mundo, de tal manera que éste pueda «arrojarse al encuentro» de un puro descubrir, es decir, pueda volverse objeto. La tematización objetiviza. Ella no «pone» el ente, sino que lo deja de tal manera en libertad que él se hace «objetivamente» interrogable y determinable. El objetivante estar en medio de lo que está-ahí dentro del mundo tiene el carácter de una muy particular presentación [La tesis según la cual todo conocimiento tiende a una «INTUICIÓN» tiene el sentido tempóreo de que todo conocer es presentación. Quede aquí sin zanjar si acaso toda ciencia y, en especial, todo conocimiento filosófico, aspira a ser una presentación. Husserl   usa el término «presentación» para caracterizar la percepción sensible. Cf. Log. Untersuchungen, 1a ed. (1901), tomo II, p. 588 y 620. El análisis intencional de la percepción y de la INTUICIÓN en general no podía menos de sugerir esta caracterización «tempórea» del fenómeno. En la sección siguiente se mostrará que la intencionalidad de la «conciencia» se funda en la temporeidad extática del Dasein, y el modo como se funda en ella.]. Ella se distingue del presente de la circunspección sobre todo por el hecho de que el descubrir de la correspondiente ciencia se halla únicamente a la espera del descubrimiento de lo que está-ahí. El estar a la espera de ese descubrimiento se funda existentivamente en una resolución del Dasein por medio de la cual éste se proyecta hacia el poder-ser en «la verdad». Este proyecto sólo es posible porque el estar-en-la-verdad constituye una determinación de la existencia del Dasein. El origen de la ciencia a partir de la existencia propia no puede ser investigado aquí más a fondo. Por ahora se trata únicamente de comprender que la tematización del ente intramundano tiene como supuesto la constitución fundamental del Dasein, el estar-en-el-mundo, y cómo la tiene. STJR §69

No parece necesario puntualizar una vez más que cuando en el curso de la interpretación existencial hablamos de la determinación «espacio-tempórea» del Dasein, esto no significa un estar-ahí del Dasein «en el espacio y en el tiempo». La temporeidad es el sentido de ser del cuidado. La constitución del Dasein y sus maneras de ser sólo son ontológicamente posibles sobre la base de la temporeidad, prescindiendo del hecho de si este ente se presenta o no «en el tiempo». Pero entonces también la espacialidad específica del Dasein deberá fundarse en la temporeidad. Por otra parte, la demostración de que esta espacialidad sólo es existencialmente posible por medio de la temporeidad no puede tener como finalidad la deducción del espacio a partir del tiempo, es decir, su disolución en puro tiempo. Si la espacialidad del Dasein es «abarcada» por la temporeidad, en el sentido de que queda existencialmente fundada por ella, esta relación entre espacio y tiempo, que deberá aclararse más adelante, es asimismo diferente de la primacía del tiempo sobre el espacio, en el pensamiento de Kant. Que las representaciones empíricas de lo que está-ahí «en el espacio» transcurran «en el tiempo», en cuanto sucesos psíquicos, y que de este modo lo «físico» también se presente mediatamente «en el tiempo», no es en absoluto una interpretación ontológico-existencial del espacio como forma de la INTUICIÓN, sino la constatación óntica de que el ente que está psíquicamente ahí transcurre «en el tiempo». STJR §70

Que el propio Yorck se haya puesto en camino hacia la captación categorial de lo histórico frente a lo óntico (ocular), y hacia una comprensión científica adecuada de «la vida», se volverá claro si señalamos el género de dificultad que esta clase de investigaciones lleva consigo: la manera estético-mecanicista de pensar «encuentra más fácilmente expresión verbal – cosa explicable por la vasta proveniencia de las palabras desde la ocularidad – que un análisis que retroceda más atrás de la INTUICIÓN… En cambio, lo que penetra hasta el fondo de la vida queda sustraído a la posibilidad de una exposición exotérica; y de ahí que toda su terminología sea incomprensible a la mayoría, y sea simbólica e inevitable. De la índole particular del pensar filosófico se sigue la particularidad de su expresión verbal» (p. 70 s.). «Pero usted conoce mi predilección por lo paradójico, predilección que justifico por el hecho de que lo paradójico es un signo distintivo de la verdad, y que con toda certeza la communis   opinio jamás está en la verdad, como que es el precipitado elemental de una comprensión a medias generalizante, que, en relación a la verdad, es como el vapor sulfuroso que el rayo deja tras de sí. La verdad no es jamás un elemento. Sería función pedagógica del Estado disolver las opiniones públicas elementales y posibilitar al máximo, mediante la educación, la individualidad del ver y del observar. Entonces, en vez de la llamada conciencia pública – en vez de esa radical exteriorización de la conciencia moral   [Gewissen  ] – volverían a imperar las conciencias individuales, es decir, la conciencia a secas» (p. 249 s.). STJR §77

Puesto que la inquietud del desarrolllo del espíritu que marcha hacia su concepto es la negación de la negación, resulta conforme al espíritu que, al actualizarse, caiga «dentro del tiempo» como la inmediata negación de la negación. Porque «el tiempo es el concepto mismo que está ahí y que se presenta a la conciencia como INTUICIÓN vacía; por eso, el espíritu aparece necesariamente en el tiempo, y aparece en él mientras no aprehenda [vernehmen  ] su concepto puro, es decir, mientras no suprima el tiempo. El tiempo es el sí mismo puro externo intuido, no aprehendido por el sí mismo, el concepto solamente intuido». De este modo el espíritu aparece necesariamente, y por su misma esencia, dentro del tiempo. «La historia universal es, pues, de un modo general, la interpretación del espíritu en el tiempo, paralelamente al modo como la idea se interpreta en el espacio como naturaleza». La «exclusión» que forma parte del movimiento del desarrollo implica una relación con el no-ser. Es el tiempo, comprendido desde el ahora, que se pavonea. STJR §82