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Henry (Marx) – Filosofia de Marx e dogmatismo marxista

domingo 12 de maio de 2024, por Cardoso de Castro

Desde la aparición en 1932 de los textos filosóficos de Marx   y en particular de La ideología alemana, donde estaban contenidas la teoría de la historia y de las formas sociales así como las premisas de una teoría trascendental de la economía, la situación ideológica generada por la existencia del marxismo en estado de doctrina acabada era la siguiente: a la luz de los postulados del materialismo dialéctico era imposible percibir el contenido de los textos filosóficos, pero también era imposible no ver, precisamente, que ese contenido nada tenía que ver con el marxismo constituido. La obnubilación del pensamiento filosófico de Marx por la ideología marxista se manifiesta de entrada en el momento mismo en que Riazanov descubre en los archivos del partido socialdemócrata alemán el manuscrito de La ideología alemana. Por un lado Riazanov comprende la importancia decisiva del descubrimiento que acaba de hacer, ya que el hito que faltaba entre los primeros escritos (que obedecen, al menos en apariencia, al humanismo feuerbachiano) y la obra de la madurez es al fin hallado, y una nueva lectura de Marx es desde entonces posible. Ya no una lectura superficial que confronta desde el exterior los diferentes textos y los conceptos que ellos vehiculan, sino una lectura filosófica que reencuentra desde el interior el movimiento del pensamiento y se identifica con él y con su progreso. Por otro lado, y de un modo impresionante, Riazanov nos muestra que la ideología de la que fue el gran sacerdote –antes de ser su víctima– no le permite comprender una sola palabra del brillante manuscrito que tiene ante sus ojos. Cree descubrir en La ideología alemana la confirmación del resumen que ofrece Engels en su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, y al mismo tiempo reduce el pensamiento filosófico de Marx a su desmantelamiento en el marxismo de los años 30 a 40, una dialéctica puramente formal   cuyo contenido está constituido por el cuerpo de las diversas ciencias positivas. “Hasta aquí, el período de lo que llamamos el humanismo real y el período del comunismo revolucionario de Marx y Engels permanecían sin relación alguna ni eslabón intermedio. Ahora bien, el pasaje desde Hegel   (a través de Feuerbach) a Marx y Engels permanecía completamente incomprensible, inexplicado y desconocido, no sólo si consideramos la propia evolución intelectual de Marx y Engels sino también la de toda la ideología alemana. Sin contar que, desde esta época, Marx y Engels abandonaron, si puede decirse, la filosofía en general. En el manuscrito en cuestión se encuentran indicaciones que confirman que Marx y Engels ya habían elaborado su doctrina, que se corresponde bien con las formulaciones que Engels aportó más tarde acerca de la misma. De la filosofía no subsiste más que la dialéctica y la lógica formal. Todo el resto queda en el dominio de las diversas ciencias particulares”11.

Mientras que en Riazanov la ideología marxista, puesta en presencia de los textos filosóficos, todavía admitía ingenuamente el contenido de éstos –o lo que parecía ser su contenido–, el examen de ese contenido no tardaba en mostrar su irreductibilidad. Comienza entonces una larga historia, la historia tragicómica en la que se develan y se disimulan al mismo tiempo la incompatibilidad entre el pensamiento filosófico de Marx y el marxismo, la historia del ocultamiento del primero por el segundo. En cuanto a las fases cómicas de esa historia, citemos a título de ejemplo las reflexiones que inspira a Goldmann la fecha de publicación de La ideología alemana: ésta se explica, según nuestro autor, porque el texto no tenía ningún interés a los ojos de Engels, que lo conocía bien: “así Engels, en una época en la que ya no tenía ninguna dificultad para hacer publicar un texto, estimaba que La ideología alemana no presentaba mayor interés para la publicación”. Es también la opinión   de Goldmann, para quien el escrito de Marx ofrece un “interés considerable para todos aquellos que quieren seguir la génesis del pensamiento de los dos fundadores del socialismo científico, pero un interés muy menor para quienes busquen verdades teóricas y científicas”. Y ello porque “la polémica consagrada a Stirner tiene un lugar desproporcionado, ya que ella sola constituye… más de la mitad de la obra”. “Estas polémicas –prosigue Goldmann– son hoy sumamente anticuadas” y por esta razón no constituyen más que “un texto fastidioso”12. Que el papel decisivo de La ideología alemana, y especialmente de la polémica con Stirner –el cual no sólo explica el abandono explícito por Marx del materialismo de Feuerbach sino también la definición de individuo real por oposición al concepto ideológico de individuo que se encuentra tanto en Stirner como en la filosofía clásica en general– que ese papel pueda ser a tal punto desconocido por un autor que se reclama de Marx, muestra a la vez el espesor del velo ideológico que el marxismo tendió sobre los textos fundamentales de Marx y la tentativa secreta, en lo concerniente a esos textos, de minimizar su importancia, cuando no de descalificarlos.

La eliminación del pensamiento filosófico de Marx en beneficio de las tesis dogmáticas del materialismo dialéctico tal como se había constituido y definido, durante casi un siglo, en la ignorancia de aquel pensamiento, es el proyecto explícito de Althusser y el fin confesado de su búsqueda. Ya que los escritos filosóficos existen, se trata de considerar esa existencia como pura artificialidad, como un fenómeno histórico cuyo principio   de inteligibilidad se sitúa fuera de él mismo y no es otro que el conjunto de los postulados del materialismo dialéctico: “en modo alguno podemos decir que ‘la juventud de Marx pertenece al marxismo’, a menos de entender por ello que, como con todo fenómeno histórico, puede echarse luz sobre la evolución de ese joven burgués alemán mediante la aplicación de los principios del materialismo histórico”13. No sólo los escritos filosóficos no son más que escritos de “juventud” –de un joven burgués alemán– sino que queda categóricamente excluida la posibilidad de que éstos expliquen la obra ulterior y constituyan su génesis. Rechazada hacia el plano de lo dado, tratada como una ideología, la obra filosófica ya no es una fuente de esclarecimiento sino un texto muerto, opaco y que sólo puede recibir su luz precisamente de otra parte. Entre lo esclarecedor y lo esclarecido el corte es radical, y es un corte tal que de un lado encontramos sólo conceptos ideológicos y del otro el conjunto de los conceptos científicos que constituyen la “teoría”. Los conceptos ideológicos son inutilizables, su único uso posible consiste en el objeto que ofrecen a la aplicación de la teoría marxista. La filosofía de Marx va al matadero para dar a la cuchilla de la crítica materialista dialéctica la posibilidad de ejercitar su filo. Si los Manuscritos del 44 constituyen un “objeto privilegiado” es porque éste “ofrece a la teoría marxista de las ideologías una ocasión ejemplar para ejercer y probar su método”14.

Entre lo que dicen los manuscritos filosóficos, entre su significación inmanente explícita y, por otra parte, su sentido “verdadero”, el que le confiere la teoría marxista y que sólo es legible en ella, el corte es tan grande que se trata de hecho de dos discursos diferentes, uno de los cuales es falso y el otro verdadero. Si se trata por ejemplo de comprender la evolución del pensamiento de Marx en el curso del formidable trabajo teórico por el cual, rechazando sucesiva y conjuntamente a Hegel y a Feuerbach, al idealismo y al materialismo, ese pensamiento llega a sí mismo, en un progreso que es justamente el de sus intuiciones sucesivas, progreso que es su propio camino, que ese pensamiento vive, del cual es conciente y al cual reconoce como tal, precisamente no es esta conciencia de sí de Marx lo que debe ser tenido en cuenta, ni incluso ha de ser tomada seriamente. El pensamiento de Marx no da fe de sí mismo, no es el criterio, no es el que juzga, sino que es juzgado, sometido al criterio de un pensamiento extraño. “Por supuesto, no podía tratarse de aceptar, para afirmar la presencia de un corte y definir su lugar… la frase en la cual Marx marca y sitúa ese corte (‘la liquidación de nuestra conciencia de antaño’) en 1845, a nivel de La ideología alemana. Para poner a prueba los derechos de esa declaración hacía falta una teoría y un método, hacía falta aplicar al propio Marx los conceptos teóricos marxistas en los cuales puede ser pensada la realidad de las formaciones teóricas en general (ideología filosófica, ciencia)”15. El tratamiento que conviene dar a la cuestión de la evolución del pensamiento de Marx es, por lo tanto, sólo un caso particular de aquello a lo que debe ser sometida la obra entera: “Todo ese trabajo teórico, precondición absoluta de toda interpretación, supone de por sí recurrir a un mínimo de conceptos marxistas provisorios, relativos a la naturaleza de las formaciones teóricas y su historia. Que la lectura de Marx tiene por lo tanto como condición previa una teoría marxista de la naturaleza diferencial de las formaciones teóricas y de su historia, es decir una teoría de la historia epistemológica, que es la teoría marxista misma; que esta operación constituye en sí un periplo indispensable, en el cual la aplicación de la filosofía marxista al propio Marx aparece como la condición previa de la inteligibilidad de Marx y al mismo tiempo como la condición de la constitución y el desarrollo de la filosofía marxista, eso es algo claro”16. Demasiado claro: “La teoría que permite ver claro en Marx… no es en efecto otra cosa que la filosofía marxista misma”17. La prescripción metodológica de esta lectura “crítica” de Marx encuentra entonces su formulación exacta: “volvamos a Lenin, y por él a Marx”18. La pretendida relectura, por lo tanto, no hace otra cosa que volver a hacer lo que el marxismo siempre hizo. Un pensamiento de genio va a ser medido con el rasero de un catecismo primario.


Ver online : Michel Henry


Marx. vol. I. Una filosofía de la realidad. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2011.

Marx. vol. II. Una filosofía de la economía. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2018.