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Michel Henry (Marx) – luta de classes

domingo 12 de maio de 2024, por Cardoso de Castro

Ningún filósofo tuvo más influencia que Marx  ; ninguno fue peor comprendido. Las razones por las cuales el pensamiento filosófico de Marx ha quedado sumido hasta nuestros días en una oscuridad casi completa son múltiples. Sin embargo refieren todas al marxismo, y en cierto modo le son consustanciales. El marxismo es el conjunto de los contrasentidos que se han hecho sobre Marx. Tal situación –la divergencia progresiva y prontamente decisiva que se opera entre el pensamiento propio de Marx y, por otro lado, el conjunto de los postulados teóricos y prácticos que constituyen lo que podemos llamar el o los marxismos– no se debe al azar. Ciertamente el marxismo se reclama de Marx. Lo que lo caracteriza, no obstante, es que, esencialmente orientado hacia la acción política y sus problemas, sólo retuvo de la obra original aquello que podía estimular esa acción y, en la urgencia de una situación determinada, hacerla más eficaz. Cierto es que la teoría no fue totalmente desatendida, ya que deviene fuerza desde el momento en que penetra en las masas; pero es precisamente esa teoría, un resumen más o menos sumario al servicio de la “praxis   revolucionaria”, la que sustituyó el contenido de una filosofía, bajo pretexto de exhibir de ella lo “esencial”. En el prefacio a la reedición alemana del Manifiesto Comunista, escrito por Engels en la primavera de 1883, luego de la muerte de Marx, aquél declara: “El pensamiento fundamental y director del Manifiesto pertenece única y exclusivamente a Marx. Ese pensamiento es el siguiente: la producción económica y la organización social que de ella deriva forman necesariamente, en cada época histórica, la base de la historia política e intelectual del momento; por consiguiente (desde la disolución de la arcaica propiedad del suelo) toda la historia ha sido la historia de la lucha de clases, de las luchas entre clases explotadas y explotadoras, entre clases dominadas y dominantes, en los diferentes estadios del desarrollo social; ahora bien, esa lucha ha alcanzado actualmente un grado en el cual la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede liberarse de la clase que la explota y oprime sin liberar al mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera de la explotación, la opresión y la lucha de clases”.

Lo notable de este pasaje, como de otros similares, es no sólo el hecho de que en él el “pensamiento fundamental y director” de Marx se ve reducido a una formulación demasiado simple, por no decir falaz, sino también el hecho de que ese resumen, que pretende contener lo esencial y que en efecto se volverá uno de los dogmas del marxismo revolucionario, está hecho a partir de un texto político. Ahora bien, los textos políticos –diríamos mejor: los textos historicopolitícos: el Manifiesto del partido comunista, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, La lucha de clases, La guerra civil en Francia, etc.– no contienen su principio   de inteligibilidad en sí mismos, los conceptos que desarrollan no son conceptos fundadores, y su fundación no se encuentra expuesta allí, ni tan siquiera indicada. Considerando sólo el resumen de Engels que acabamos de citar, es necesario reconocer que la confusión en la que se mueve es completa. La producción económica no es para Marx la producción real, y como tal no puede constituir la “base de la historia política e intelectual”. Más allá del paréntesis restrictivo en el que se lee la enseñanza de Marx, las consideraciones sobre la historia que se supone conforman el hilo lógico del texto tienden a hacer creer que el ser de la historia está constituido por la lucha de clases, de modo que éstas serían su potencia motriz al mismo tiempo que su “explicación”. Lo que se encuentra silenciado en este resumen exterior es el origen de las clases, el hecho de que, lejos de constituir un principio en el orden del ser o del conocimiento, ellas mismas son fundadas y reenvían a un naturante cuya elucidación es justamente uno de los logros de la filosofía de Marx. La interpretación que ya se ha vuelto clásica de la historia como “historia de la lucha de clases”, no sólo es una aproximación demasiado general, sino que es puro y simple error si, como se mostrará, el concepto de clase en Marx es ajeno a la teoría “fundamental” de la historia. Los conceptos que intervienen en los textos políticos sólo tienen por lo tanto una significación limitada, relativa a la función que cumplen en esos textos. Filosóficamente, reenvían a su propia teoría, que Marx formuló explícitamente. Llamaremos filosóficos a los textos que contienen y definen esta teoría última. Fue el propio Marx quien indicó el límite extremo de la significación de los escritos políticos cuando, a propósito de su participación en el primer Congreso de Ginebra, escribe a Kugelmann el 9 de noviembre de 1866: “No podía ni quería asistir, pero redacté el programa de los delegados de Londres. Lo limité intencionalmente a los puntos que permiten un acuerdo inmediato y una acción concreta de los trabajadores, aquellos puntos que responden de modo directo a las necesidades de la lucha de clases y la organización de los trabajadores en clases y los estimulan”.

Agreguemos que los textos políticos se dirigen a un público amplio y que en ellos Marx se transforma en escritor: la retórica hegeliana florece nuevamente, y de modo tanto más libre cuanto que esos textos fueron escritos rápidamente. Es especialmente el caso del 18 Brumario de Luis Bonaparte, redactado para un diario norteamericano. Sin embargo, no se trata solamente de los tics de escritura del más brillante de los alumnos de Hegel  : también los conceptos hegelianos hacen allí su reaparición. Y ello no carece de razón. En efecto, en la medida en que se trata de historia –y no de la teoría de la historia–, lo que está en cuestión son las formaciones sociales, y los conceptos que las formulan y que tienen cada vez por objeto una realidad general, su estructuración, sus diferenciaciones y sus oposiciones internas, pertenecen filosóficamente a una ontología de lo universal y refieren a ella secretamente. Se funda así la extraña analogía que aparece entre los escritos políticos y los textos de juventud. Así se explica que, después de la declinación del positivismo cientificista, un cierto marxismo haya podido pensar en establecerse conjuntamente sobre unos y otros. De Hegel al marxismo la filiación es entonces incontestable: es el mismo primado de lo universal, de lo general, de la esencia política o social, de la dialéctica, de la negación y de la revolución, del movimiento interno –del ser o de la sociedad– comprendido él mismo como una esencia única que obra en el fondo de todas las cosas.


Ver online : Michel Henry


Henry, Michel

Marx. vol. I. Una filosofía de la realidad. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2011.

Marx. vol. II. Una filosofía de la economía. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2018.