Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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subjetidad

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

La unidad de la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo quiere decir: la voluntad de poder es en verdad la voluntad de voluntad, determinación en la que la metafísica de la SUBJETIDAD alcanza la cima de su despliegue, es decir su acabamiento. El concepto metafísico de “juego del mundo” nombra la afinidad según la historia del ser con lo que Goethe   ha experimentado como “la naturaleza” y Heráclito   como kosmou (cfr. fr. 30). Heideggeriana  : NiilismoSer  

En el imperar a veces claro y a veces confuso del juego del mundo pensado metafísicamente, el ente en cuanto tal se desvela a veces como voluntad de voluntad y a veces vuelve a ocultarse. En todas partes, el ente en cuanto tal se ha llevado a un desocultamiento que lo hace aparecer como lo que se pone-sobre-sí y lo que se-lleva-a-sí-mismo-ante-sí. Éste es el rasgo fundamental de la SUBJETIDAD. El ente, en cuanto SUBJETIDAD, deja fuera de una manera decisiva la verdad del ser mismo, en la medida en que la SUBJETIDAD, desde su propia voluntad de aseguramiento, pone la verdad del ente como certeza. La SUBJETIDAD no es algo hecho por el hombre, sino que el hombre se asegura como el ente que está en conformidad con el ente en cuanto tal en la medida en que se quiere como sujeto-yo y como sujeto-nosotros, en que se re-presenta [vor-stellt] a sí y de ese modo se remite [zu-stellt] a sí. Heideggeriana  : NiilismoSer

El hecho de que el ente en cuanto tal sea en el modo de la SUBJETIDAD y de que de acuerdo con ello el hombre busque y revise en medio del ente todas las vías de asegurar su seguridad, no hace más que testimoniar en todas partes lo siguiente: en la historia de su permanecer fuera, el ser mismo retiene en sí su desocultamiento. El ser mismo esencia como este retener en sí. Pero esta esencia del ser no acontece por detrás y por encima del ente, sino, en caso de que sea admisible la representación de una relación tal, más bien delante del ente en cuanto tal. Por eso, lo presuntamente real del nihilismo en su representación habitual queda por detrás de su esencia. El hecho de que nuestro pensar, habituado desde hace siglos a la metafísica, no llegue aún a captarlo, no es una prueba en favor de la opinión   contraria. Del mismo modo, habría que preguntarse aquí si, en general, las pruebas del pensar, de cualquier tipo que sean, son lo esencial; o más bien las señas del ser. Heideggeriana: NiilismoSer

Pero cómo podemos estar seguros de las señas? Esta pregunta, que suena tan seria y tan dispuesta, proviene, sin embargo, de una pretensión que forma parte aún del ámbito de la metafísica de la SUBJETIDAD. Esto no quiere decir que se la pueda pasar por alto. Se trata, más bien, de preguntar si esta apelación a criterios de certeza piensa y ha pensado todo lo que pertenece al dominio en el que quisiera manifestarse. Heideggeriana: NiilismoSer

Pero si el ser mismo se sustrae en su más lejano reservarse, el ente en cuanto tal, desprendido como lo único que da medida para “el ser”, se alza en la totalidad de su dominio. El ente en cuanto tal aparece como voluntad de poder, en la que el ser llega al acabamiento de su SUBJETIDAD como voluntad. La metafísica de la subjetividad deja fuera el ser de manera tan decidida que el ser queda oculto en el pensar en términos de valor y éste ya casi no puede saberse ni aceptarse como metafísica. En cuanto la metafísica se interna en el torbellino de su dejar fuera, éste, irreconocible como tal, se instituye en verdad del ente en la forma del aseguramiento de la existencia consistente y lleva a su acabamiento el bloqueo de la verdad del ente en cuanto tal frente a la verdad del ser. Este bloqueo, sin embargo, de acuerdo con el reinante enmascaramiento de la metafísica respecto de sí misma, aparece como la liberación de toda metafísica (cfr. Ocaso de los ídolos, “Cómo el “mundo verdadero” se convirtió finalmente en fábula”,VIII, pág. 82 s.). Heideggeriana: NiilismoSer

1. En la transformación esencial de la verdad como veritas en certitudo está prefigurado el ser como re-presentatividad del representarse, en lo cual se despliega la esencia de la SUBJETIDAD. El nombre más simple para esta determinación de la entidad del ente que aquí se abre camino es el de voluntad, voluntad como querer-se. Heideggeriana: HistoriaSer  

2. En la consistencia esencial, así entendida, de la voluntad radica la necesidad del sistema en cuanto constitución de la SUBJETIDAD, es decir, del ser en cuanto entidad del ente. Heideggeriana: HistoriaSer

El segundo párrafo toca el núcleo de la crítica bajo cuyo dominio se encuentra, gracias a la ciencia, toda crítica filosófica del conocimiento hecha hasta ahora. He el ya no va a usar el nombre ‘filosofía’ en el resto de los párrafos. Va a hablar de ciencia. Porque entretanto la filosofía moderna ha alcanzado la consumación de su esencia, desde el momento en que ha tomado completamente bajo su dominio la tierra firme pisada por ella por primera vez. Dicha tierra es la autocerteza del representar en relación consigo mismo y con lo representado por él. Tomar esa tierra completamente bajo su dominio significa saber en su esencia incondicionada la autocerteza de la autoconciencia y estar en ese saber como en el saber por excelencia. La filosofía es ahora el saber incondicionado dentro del saber de la autocerteza. La filosofía se encuentra dentro del saber como tal como en su casa. Toda la esencia de la filosofía está formada por el saberse incondicionado del saber. La filosofía es la ciencia. Este nombre no significa que la filosofía haya tomado como modelo al resto de las ciencias existentes y que realice perfectamente ese modelo en el ideal  . Si el nombre “la ciencia” aparece en lugar del nombre filosofía dentro de la metafísica absoluta, esto revela que toma su significado de la esencia de la incondicionada autocerteza del sujeto que se sabe a sí misma. El que verdaderamente, esto es, el que con toda certeza subyace ahora es éste, el subiectum, el hypokeimenon  , que la filosofía tiene que reconocer como lo presente desde sus inicios. La filosofía se ha convertido en la ciencia porque sigue siendo la filosofía. Es a ella a quien toca contemplar a lo ente en cuanto ente. Ahora bien lo ente se aparece desde Leibniz   de tal manera al pensar, que todo ens qua ens es una res cogitans   y en este sentido es sujeto. Que esto sea así no depende de la concepción de dicho pensador, sino del ser de lo ente. Desde luego, el sujeto no es lo subjetivo entendido como el egoísmo que sólo mira por sí mismo. El sujeto se presenta en la relación representadora que mantiene con el objeto. Pero en tanto que tal relación, es ya la relación representadora consigo mismo. El representar presenta al objeto representándoselo al sujeto y en dicha representación el propio sujeto se presenta como tal. La presentación es el rasgo fundamental del saber en el sentido de la autoconciencia del sujeto. La presentación es un modo esencial de la presencia (parousia  ). Como tal, esto es, como presencia, es el ser de lo ente bajo el modo del sujeto. La autocerteza, en tanto que saberse condicionado en sí, esto es, incondicionado, es la entidad (ousia) del sujeto. El ser sujeto del sujeto, es decir, la relación sujeto-objeto, es la SUBJETIDAD del sujeto. La SUBJETIDAD consiste en el saberse incondicionado. En el modo del saberse se dispone la esencia del sujeto de tal manera que, para ser sujeto, el sujeto sólo se ocupa del saber por medio de esta disposición. La SUBJETIDAD del sujeto es como autocerteza absoluta, “la ciencia”. Lo ente (to on) es en cuanto ente (he on), en la medida en que se encuentra en el modo del saberse incondicionado del saber. Por eso, la presentación que representa dicho ente en cuanto ente, la filosofía, es ella misma la ciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia  

El saberse incondicionado es en cuanto SUBJETIDAD del sujeto, la absolutez de lo absoluto. La filosofía es el conocimiento absoluto. La filosofía es la ciencia, porque quiere la voluntad de lo absoluto, es decir, lo quiere a éste en su absolutez. Queriendo de esta manera, quiere contemplar lo ente en cuanto ente. Queriendo así, la filosofía quiere su esencia. La filosofía es la ciencia. En esta frase el “es” no quiere decir de ningún modo que la filosofía lleve consigo la determinación de lo científico a modo de predicado, sino que la filosofía es en tanto que conocimiento absoluto y sólo de esa suerte, que forma parte de la absolutez de lo absoluto y lo consuma a su modo. La filosofía, en cuanto conocimiento absoluto, no es de ningún modo la ciencia por el hecho de que aspire a que su procedimiento sea exacto y sus resultados determinantes y, por ende  , aspire a volverse ella misma igual a aquello que por su esencia y rango yace por debajo de ella: la investigación científica. Heideggeriana: HegelExperiencia

El término ser-consciente (conciencia) nombra un ser. Pero este “ser-” no debe resonar en nosotros como un eco vacío. Significa la presencia al modo de la reunión de lo visto. Ahora bien, la palabra “ser-” y debido a un uso ya tradicional de la palabra, también significa lo ente mismo, que es de ese modo. El otro nombre para este ente, que es al modo del saber, reza “sujeto” : lo que en todas partes yace ante nosotros, lo que está presente y por ello acompaña a toda conciencia; aquello mismo que re-presenta en su representar, que trae hacia sí a su re-presentado y de este modo lo vuelve a obtener. El representar presenta al modo de la representación (representado). El ser de eso que le sale al paso a todo representado, el ser del sujeto en tanto que relación sujeto-objeto reflejada en sí misma, se llama SUBJETIDAD. Ella es la presencia al modo de la representación. Estar presente en el estado de la representabilidad significa presentarse como saber en el saber, manifestarse en el sentido inmediato de surgir en un desocultamiento: presentarse, existir. La conciencia es en ella misma, como tal, aquello que se manifiesta. La existencia inmediata de la conciencia o del saber es la manifestación, de tal manera que los lugares de la manifestación se configuran como su escenario en la manifestación y a través de ella. Tal vez ahora haya quedado más claro lo que significa la expresión “presentación del saber que se manifiesta”. No significa la presentación de algo que sólo emerge en la mera apariencia. Lo único que significa es representar el saber, que de modo inmediato no es otra cosa más que aquello que se manifiesta en su manifestarse. La presentación representa, junto con el saber que se manifiesta, a la conciencia que es en cuanto que es, es decir, en cuanto saber efectivo, real. Heideggeriana: HegelExperiencia

La realidad efectiva de esto efectivamente real, la SUBJETIDAD del sujeto, es el propio manifestarse. Ahora bien, el ser de esto ente, el manifestarse, sólo llega a la representación — como todo ser de todo ente en toda metafísica — cuando lo ente se presenta en tanto que lo ente (on he on). Pero ahora el on es el ens qua ens perceptum. Se presenta en la presentación por medio de las cogitationes, que son en tanto que conscientia. Ahora lo que hay que presentar es el sujeto como sujeto, aquello que se manifiesta como aquello que se manifiesta. La presentación del saber que se manifiesta es la ontología de la conciencia efectivamente real en tanto que efectivamente real. Heideggeriana: HegelExperiencia

El escepticismo que se consuma es la historicidad de la historia, esa bajo cuya forma la conciencia se configura en la manifestación del saber absoluto. El escepticismo ya no vale aquí sólo como una conducta del sujeto humano singular. Así, sólo sería la propuesta subjetiva de no construir nunca basándose en una autoridad extraña, sino de comprobar todo uno mismo, es decir, en el sentido de este sujeto. Es verdad que este escepticismo se reclama de la concepción propia de un Yo que se representa a sí mismo, pero no es una skepsis del ser de lo ente. Tal skepsis no se repliega dentro del estrecho horizonte de una evidencia limitada. En la medida en que mira por encima de la manifestación del saber que se manifiesta, contempla toda la extensión que abarca el saber que se manifiesta. El ego cogito   que se representa aisladamente a sí mismo, permanece prisionero de esa extensión. Pero tal vez, pensada de manera más esencial de lo que podía hacerlo Hegel  , dicha extensión sólo sea el recuerdo del esse del ens certum del ego   cogito, concretamente bajo la figura de su ampliación dentro de la realidad del saber absoluto. Ahora bien, tal ampliación precisa de la skepsis previa en la extensión del manifestarse de la SUBJETIDAD incondicionada. Pero este proceso previo es al mismo tiempo la vuelta decidida y completa a aquella verdad de lo ente que como certeza absoluta se toma por el propio ser. Heideggeriana: HegelExperiencia

Con el necesario cuidado y prudencia y desde la perspectiva las distinciones establecidas por Hegel, se podría aportar una diferencia que ya ha sido nombrada en otro lugar anterior. En la medida en que se dirige directamente hacia el objeto, como algo que es, así como al saber del objeto, asimismo como algo ente, y siempre permanece, la conciencia natural podría recibir el nombre de conciencia óntica. La expresión óntico, inspirada en el griego to on, lo ente, significa aquello que atañe a lo ente. Pero el griego on, “ente”, encierra dentro de sí una esencia propia de entidad (ousia), que en el transcurso de su historia nunca permanece igual. Si utilizamos las palabras on y “ente” pensándolas, el primer presupuesto es que pensemos o, lo que es lo mismo, que nos percatemos en qué medida el significado se transforma y se fija históricamente en cada ocasión. Cuando lo ente se manifiesta como objeto, en la medida en que la entidad ha aparecido a la luz de la objetividad, y cuando de acuerdo con ello el ser es interpelado como lo no objetivo, todo esto reposa ya sobre aquella ontología gracias a la que on ha sido determinado como hypokeimenon, éste como subiectum y su ser a partir de la SUBJETIDAD de la conciencia. Como on significa tanto “ente” como “lo que es”, on en tanto que “ente” puede ser reunido (legein  ) en dirección a “lo que es”. Hasta se puede decir que, de acuerdo con su ambigüedad, on está ya reunido como ente por mor de su entidad. Es ontológico. Pero con la esencia de on y a partir de ella, ese reunir que es, el logos, se transforma en cada caso y con ella, la ontología. Desde que on, lo que se presenta, se abrió como physis  , la presencia de lo que se presenta reside, para los pensadores griegos, en el phainesthai, en la manifestación de lo no oculto que se muestra a sí misma. De acuerdo con esto, la multiplicidad de lo que se presenta, ta onta  , es pensada como aquello que en su manifestación es simplemente aceptado como lo que se presenta. Aceptar significa aquí tomar sin más ni más y atenerse a lo que se presenta. La aceptación (dechesthai) se queda sin continuidad. Efectivamente, no sigue pensando más allá en la presencia de lo que se presenta. Se queda en la doxa. Por el contrario, el noein   es aquel percibir que percibe expresamente lo presente en su presencia y a partir de ahí la emprende con él. Heideggeriana: HegelExperiencia

El decimocuarto párrafo comienza con la frase: “Este movimiento dialéctico que ejerce la conciencia sobre sí misma, tanto en su saber como en su objeto, en la medida en que de él surge para ella su nuevo y verdadero objeto, es propiamente aquello que denominamos experiencia”. ¿Qué nombra Hegel con la palabra experiencia? Nombra al ser de lo ente. Entretanto, lo ente se ha convertido en sujeto y, con él, en objeto y objetivo. Ser significa desde tiempo inmemorial: estar presente. El modo en que la conciencia, lo que es a partir del estado de sabido, se hace presente, es la manifestación. La conciencia es, en cuanto eso ente que es, el saber que se manifiesta. Con el nombre experiencia, Hegel nombra a lo que se manifiesta en cuanto aquello que se manifiesta, el on he on. En la palabra experiencia está pensado el he. A partir del he (qua, en tanto que) lo ente es pensado en su entidad. Experiencia no es ya el nombre para un tipo de conocimiento. Experiencia es ahora la palabra para el ser, en la medida en que éste es percibido a partir de lo ente en cuanto tal. Experiencia nombra a la SUBJETIDAD del sujeto. Experiencia dice lo que significa el “ser” en la palabra ser-consciente [conciencia], de tal modo que sólo a partir de este “ser” se torna claro y vinculante lo que queda por pensar en la palabra “consciente”. Heideggeriana: HegelExperiencia

Lo dialógico de la conciencia óntico-ontológica sólo se puede destacar a partir de lo tético de su representar, motivo por el que la caracterización de la dialéctica por medio de la unidad de tesis, antítesis y síntesis es siempre correcta, pero también siempre sólo derivada. Lo mismo se puede decir de la interpretación de lo dialéctico como negatividad in-finita. Esta se funda en el recogerse — que todo lo atraviesa — de las figuras del diálogo de la conciencia en el concepto absoluto, el cual es la conciencia en su verdad consumada. Lo tético-posicional y la negación negadora presuponen la manifestación originariamente dialéctica de la conciencia, pero no constituyen nunca la composición de su naturaleza. Lo dialéctico no se deja explicar lógicamente a partir de la posición y negación del representar, ni se deja comprobar ónticamente en tanto que una actividad y una forma de movimiento especiales dentro de la conciencia real. Lo dialéctico, en tanto que modo de la manifestación, pertenece al ser, que se despliega como entidad de lo ente a partir de la presencia. Hegel no concibe la experiencia dialécticamente, sino que piensa lo dialéctico a partir de la esencia de la experiencia. Esta es la entidad de lo ente, que en cuanto subiectum se determina a partir de la SUBJETIDAD. Heideggeriana: HegelExperiencia

La essentia   del ens en su esse es la presencia. Pero la presencia está presente en el modo de la presentación. Como, mientras tanto, el ens, el subiectum, ha llegado a ser res cogitans, la presentación es, en sí misma y al mismo tiempo, re-presentadora, esto es, representación. Eso que Hegel piensa con la palabra experiencia dice en primer lugar lo que es la res cogitans a modo de subiectum co-agitans. La experiencia es la presentación del sujeto absoluto que se hace presente en la representación y de este modo se absuelve. La experiencia es la SUBJETIDAD del sujeto absoluto. La experiencia es, en tanto que presentación de la representación absoluta, la parusía de lo absoluto. La experiencia es la absolutez de lo absoluto, su manifestación en el manifestarse absolvente. Todo depende de pensar la experiencia aquí nombrada como ser de la conciencia. Pero ser quiere decir presencia. La presencia se muestra como manifestación. La manifestación es ahora manifestación del saber. En el ser, en cuya calidad se hace presente la experiencia, reside como carácter de la manifestación el representar en el sentido del presentar. Incluso cuando utiliza la palabra experiencia en su sentido habitual de empíria, Hegel tiene especial cuidado con el momento de la presencia. Entonces entiende bajo experiencia (vid. el prólogo al “Sistema de la Ciencia” en la Fenomenología del Espíritu, ed. Hoffmeister p. 14) “la atención a lo presente como tal”. Hegel no se limita a decir con cautela que la experiencia sea un prestar atención a algo presente, sino también a eso presente en su presencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

Naturalmente, es una cuestión bien distinta determinar si acaso y en qué medida la SUBJETIDAD es un destino particular de la esencia del ser en el que el desocultamiento del ser — y no la verdad de lo ente — se sustrae determinando una época propia. Dentro de la SUBJETIDAD, todo ente como tal se convierte en objeto. Todo ente es ente a partir de y en la permanencia. Si dentro de la era de la SUBJETIDAD, en la que se funda la esencia de la técnica, la naturaleza — en cuanto ser — se enfrenta a la conciencia, entonces esa naturaleza es sólo lo ente como objeto de la moderna objetivación técnica que ataca la consistencia de las cosas y del hombre sin establecer diferencias. Heideggeriana: HegelExperiencia

En el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” la palabra experiencia se encuentra en el centro y está subrayada. Hace de intermediaria entre la conciencia y la ciencia. Lo que dice el título a ese respecto corresponde a la cosa misma. La experiencia es en sí, en tanto que ser de la conciencia, la inversión por medio de la cual la conciencia se presenta en su manifestación. Esto significa que, en la presentación, la experiencia es ciencia. Pero el modo de representar natural comprende el título inmediatamente y sólo en el sentido de que la ciencia tiene como objeto la experiencia, la que a su vez es la experiencia de la conciencia. Sin embargo, el título nombra a la obra, que lleva a cabo la inversión de la experiencia, en la medida en que la presenta. Pero la inversión invierte la conciencia natural. Por eso, el título no se entiende si se lee según la costumbre de la conciencia natural. Ambos genitivos “de la experiencia” y “de la conciencia” no nombran a un genitivo objetivo, sino a uno subjetivo. Es la conciencia y no la ciencia ese sujeto que es al modo de la experiencia. Pero la experiencia es el sujeto de la ciencia. Por otro lado, no se puede discutir que el genitivo objetivo sólo conserva su sentido en la medida en que también vale el genitivo subjetivo. Bien pensado, ninguno de ellos vale más que el otro. Ambos nombran la relación sujeto-objeto del sujeto absoluto en su SUBJETIDAD. Es desde la perspectiva de ésta, la cual tiene su esencia en la experiencia, como debemos pensar el título pasándolo por el centro de la palabra mediadora, y ello en cada ocasión, tanto de adelante hacia atrás como de atrás hacia adelante. Heideggeriana: HegelExperiencia

El título global, “Sistema de la Ciencia”, es en el momento de la primera aparición de la Fenomenología del Espíritu un título polivalente desde el punto de vista dialéctico-especulativo. No significa las ciencias clasificadas en grupos según un orden determinado. Tampoco significa la filosofía presentada como ciencia en su contexto y estructura. “Sistema de la ciencia” significa que la ciencia es, en sí, la absoluta organización de la absolutez de lo absoluto. La SUBJETIDAD del sujeto se presenta de tal modo que, sabiéndose a sí misma, se instala en la completitud de su estructura. Este instalarse es el modo del ser, en el que está la SUBJETIDAD. “Sistema” es la aparición conjunta de lo absoluto, que se recoge en su absolutez y por medio de su estructura es permanente en su propia presencia. La ciencia es el sujeto del sistema, no su objeto. Pero es el sujeto de tal manera que la ciencia, que forma parte de la SUBJETIDAD, constituye con ella la absolutez de lo absoluto. La ciencia es para Hegel, en la época de la primera publicación de la Fenomenología del Espíritu, el saber onto-teiológico de lo verdaderamente ente en tanto que ente. Despliega su totalidad doblemente en la “Ciencia de la Fenomenología del Espíritu” y en la “Ciencia de la Lógica”. La “Ciencia de la Lógica” de Hegel es, en torno a esta época, la absoluta teiología y no la ontología. Ésta se ha desplegado más bien como “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. La fenomenología es la “ciencia primera”, la lógica es la auténtica ciencia dentro de la filosofía primera, en tanto que verdad de lo ente como tal. Esta verdad es la esencia de la metafísica. Pero al igual que, antes, Kant   y, después, el tardío Schelling  , Hegel no es en absoluto dueño del poder de la sistemática didáctica de la metafísica escolar, afianzado desde hace tiempo. Si Nietzsche   arremete contra dicha sistemática, es únicamente porque su pensamiento tiene que permanecer dentro del sistema esencial onto-teiológico de la metafísica. Heideggeriana: HegelExperiencia

Pero ¿qué es la fenomenología del espíritu, si es la experiencia de la conciencia? Es el escepticismo que se consuma. La experiencia es el diálogo entre la conciencia natural y el saber absoluto. La conciencia natural es el espíritu que existe históricamente en su tiempo en cada ocasión. Pero este espíritu no es ninguna ideología. Es, en tanto que SUBJETIDAD, realidad efectiva de lo efectivamente real. Los espíritus históricos permanecen, en toda ocasión, internados en sí mismos en su propio recuerdo. Pero el saber absoluto es la presentación de la manifestación del espíritu existente. Lleva a cabo “la organización” de la constitución del ser del reino del espíritu. La marcha del diálogo se recoge en el lugar que sólo crea y alcanza en su marcha, para, atravesándolo, instalarse en él y, habiéndolo alcanzado, estar presente en él. Esa marcha del diálogo, que sale ansiosa en pos, es el camino de la desesperación, en el que la conciencia pierde en cada caso su todavía-no-verdadero y lo sacrifica a la manifestación de la verdad. En la consumación del diálogo del “escepticismo que se consuma” cae la sentencia: se ha consumado. Cae en el lugar del camino en el que la propia conciencia muere su muerte, a la que es arrastrada por el poder de lo absoluto. Al final de la obra, Hegel llama a la fenomenología del espíritu “el calvario del espíritu absoluto”. Heideggeriana: HegelExperiencia

La ciencia de la fenomenología del espíritu es la teología de lo absoluto en relación con su parusía en el viernes santo dialéctico-especulativo. Allí muere lo absoluto. Dios ha muerto. Esto quiere decirlo todo menos que no hay ningún dios. Pero la “Ciencia de la Lógica” es la ciencia de eso absoluto que se hace presente junto a sí en el inicio en su saberse como concepto absoluto. Ella es la teología de la absolutez de lo absoluto antes de la creación. Una y otra teología son ontología, son mundanas. Piensan la mundanidad del mundo en la medida en que aquí mundo significa lo ente en su totalidad, un ente que presenta el rasgo fundamental de la SUBJETIDAD. Este mundo, así entendido, determina su ente, estando éste presente en la representación que representa a lo absoluto. Con todo, la ciencia del saber absoluto no es teología mundana del mundo por el hecho de que secularice la teología cristiana y eclesiástica, sino porque pertenece a la esencia, de la ontología. Ésta es más antigua que cualquier teología cristiana, la cual, a su vez, tiene que ser en primer lugar efectivamente real para que pueda emprenderse en ella algún tipo de proceso de secularización. La teología de lo absoluto es el saber de lo ente como ese ente que, entre los pensadores griegos, hace aparecer su esencia ontoteológica y la sigue sin perseguirla nunca hasta su fundamento. En el lenguaje de la ciencia absoluta se hace evidente que la teología cristiana es metafísica en lo que sabe y en cómo sabe lo sabido por ella. Heideggeriana: HegelExperiencia

Una meditación más esencial podría mostrar cómo en eso que Nietzsche llama “pesimismo de la fuerza” se consuma la rebelión del hombre moderno en el dominio incondicionado de la subjetividad dentro de la SUBJETIDAD de lo ente. Por medio del pesimismo, en su forma ambigua, los extremos se hacen a la luz. Los extremos obtienen, como tales, la supremacía. Así surge un estado en el que se agudizan las alternativas incondicionadas hasta moverse entre un o esto o lo otro. Se inicia un “estado intermedio” en el que se manifiesta, por un lado, que la realización efectiva de los valores hasta ahora supremos no se cumple. El mundo parece carente de valores. Por otro lado, en virtud de esta concienciación, la mirada escudriñadora se orienta hacia la fuente de la nueva instauración de valores, sin que el mundo recupere por eso su valor. Heideggeriana: NietzscheDeus  

Como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real. Nietzsche dice (Volunta de Poder, afor. 693 del año 1888) que la voluntad de poder es “la esencia más íntima del ser”. “ El ser” significa en este caso, según el lenguaje de la metafísica, lo ente en su totalidad. La esencia de la voluntad de poder y la propia voluntad de poder en tanto que carácter fundamental de lo ente, no se dejan por ello constatar por medio de la observación psicológica, sino que, por el contrario, es la propia psicología la que recibe su esencia, esto es, la posibilidad de disponer y conocer su objeto, de manos de la voluntad de poder. Por lo tanto, Nietzsche no concibe la voluntad de poder psicológicamente, sino que, por el contrario determina nuevamente la psicología como “morfología y teoría del desarrollo de la voluntad de poder” (Más allá del bien y del mal, afor. 23). La morfología es la ontología del on, cuya morphe   transformada en perceptio debido al cambio del eidos  , se manifiesta en el appetitus de la perceptio como voluntad de poder. El hecho de que la metafísica — que piensa desde siempre lo ente como hypokeimenon sub-jectum, en relación con su ser —, se convierta en esta psicología así determinada, demuestra, aunque sólo como manifestación colateral, la existencia de este acontecimiento esencial que consiste en la transformación de la entidad de lo ente La ousia (entidad) del subjectum se convierte en SUBJETIDAD de la autoconciencia, la cual hace aparecer a su esencia como voluntad de voluntad. La voluntad, en cuanto voluntad de poder, es la orden para adquirir más poder. A fin de que, en la superación de su propio poder, la voluntad pueda superar el grado alcanzado en cada caso, hay que alcanzar previamente ese grado, asegurarlo y conservarlo. El aseguramiento de cada grado de poder correspondiente es la condición necesaria para la superación del poder. Pero esta condición necesaria no es suficiente para que la voluntad pueda quererse a sí misma, esto es, para que ese querer ser más fuerte, para que ese aumento de poder, sea. La voluntad tiene que dirigir su mirada a un campo de visión y empezar por abrirlo para que de allí empiecen a mostrarse posibilidades que le indiquen el camino a un aumento de poder. La voluntad debe por tanto disponer una condición de ese querer ir más allá de sí misma. La voluntad de poder debe disponer a la vez las condiciones de conservación de poder y las de aumento de poder. Forma parte de la voluntad la disposición de esas condiciones que se pertenecen mutuamente. Heideggeriana: NietzscheDeus

¿Pero de qué tipo es entonces esta verdad del ser de lo ente? Sólo puede determinarse a partir de aquello cuya verdad es. Pero en la medida en que dentro de la metafísica moderna el ser de lo ente se ha determinado como voluntad y por tanto como querer-se, pero el querer-se es en sí el saber-se a sí mismo, lo ente, el hypokeimenon, el subiectum, se presenta al modo del saber-se a sí mismo. Lo ente (subiectum) se presenta, concretamente a sí mismo, al modo del ego cogito. Este presentarse a sí mismo, este ponerse delante que llamamos re-presentación, es el ser de lo ente qua suiectum. El saber-se a sí mismo se convierte en sujeto por antonomasia. En ese saber-se a sí mismo se reúne todo saber y lo conocible por él. Es reunión de saber, del mismo modo que la cordillera es la reunión de las montañas. La subjetividad del sujeto es, en cuanto tal reunión, co-agitatio (cogitatio), conscientia, Ge-wissen   [reunión de saber], conscience. Pero la co-agitado ya es en sí un velle, un querer [wollen  ]. Con la SUBJETIDAD del sujeto aparece la voluntad en calidad de su esencia. La metafísica moderna piensa el ser de lo ente, en tanto que metafísica de la SUBJETIDAD , en el sentido de la voluntad. Heideggeriana: NietzscheDeus

De la SUBJETIDAD en cuanto primera determinación esencial forma parte el hecho de que el sujeto que representa se asegure a sí mismo, es decir, se asegure siempre de lo representado por él en cuanto tal. De acuerdo con este aseguramiento, la verdad de lo ente tiene, en cuanto certeza, el carácter de la seguridad (certitudo). El saber-se a sí mismo, en el que la certeza es como tal, sigue siendo por su parte una variante de la esencia de la verdad existente hasta ahora, concretamente de la corrección (rectitudo) del representar. Pero lo correcto ya no consiste en la equiparación con un elemento que se presenta impensado en su estado de presencia. La corrección consiste ahora en la instalación de todo lo que hay que representar según la medida de corrección dispuesta en la exigencia de saber del res cogitans sive mens   representador. Esta exigencia concierne a la seguridad que consiste en que todo lo que hay que representar y el representar mismo sean empujados y reunidos en la claridad y evidencia de la idea   matemática. El ens es el ens co-agitatum perceptionis. El representar es ahora correcto si cumple con esta exigencia de seguridad. Una vez reconocido de este modo como correcto, es, en cuanto correctamente producido y disponible, justificado. La verdad de lo ente en el sentido de la autocerteza de la SUBJETIDAD es en el fondo, en cuanto seguridad (certitudo), la justificación del representar y lo representado por él ante su propia claridad. La justificación (iustificatio) es la consumación de la iustitia y, de este modo, la propia justicia. En la medida en que el sujeto es una y otra vez sujeto, se asegura con certeza de su seguridad, se justifica ante su propia exigencia de justicia. Heideggeriana: NietzscheDeus

En la esencia de la verdad como certeza, pensada ésta como verdad de la SUBJETIDAD y ésta como el ser de lo ente, se esconde la justicia experimentada a partir de la justificación de la seguridad. Es verdad que reina como esencia de la verdad de la SUBJETIDAD, pero no es pensada dentro de la metafísica de la SUBJETIDAD como verdad de lo ente. Por el contrario, la justicia tiene que presentarse ante el pensamiento de la metafísica moderna como el ser de lo ente que se sabe a sí mismo, en cuanto el ser de lo ente aparece como voluntad de poder. Dicha voluntad se sabe como esa que esencialmente instaura valores, que en dicha instauración de valores, como condiciones de su propia estabilidad esencial, se asegura y se hace justicia constantemente a sí misma y en este devenir es justicia. En ésta y como tal, la propia esencia de la voluntad de poder tiene que representar, lo que para el pensamiento metafísico moderno, significa ser. Así como en la metafísica de Nietzsche el pensamiento del valor es más fundamental que el pensamiento básico de la certeza en la metafísica de Descartes  , en la medida en que la certeza sólo puede pasar por justa si vale como valor supremo, del mismo modo, en la era de la consumación de la metafísica occidental en Nietzsche, la autocerteza que mira a sí misma de la SUBJETIDAD, se manifiesta en tanto que justificación de la voluntad de poder, de acuerdo con la justicia que reina en el ser de lo ente. Heideggeriana: NietzscheDeus

La justicia pensada por Nietzsche es la verdad de lo ente, que es al modo de la voluntad de poder. Lo que pasa es que ni ha pensado la justicia expresamente en cuanto esencia de la verdad de lo ente, ni ha llevado al lenguaje la metafísica de la SUBJETIDAD consumada a partir de este pensamiento. Con todo, la justicia es la verdad de lo ente determinada por el propio ser. En cuanto dicha verdad es la propia metafísica en su consumación moderna. En la metafísica como tal se esconde el fundamento por el que, si bien Nietzsche puede experimentar el nihilismo de manera metafísica como historia de la instauración de valores, sin embargo no puede pensar la esencia del mismo. Heideggeriana: NietzscheDeus

Pensando de manera muy primaria se podría opinar que la frase dice que el dominio sobre lo ente pasa de Dios a los hombres o, de manera aún más burda, que Nietzsche coloca al hombre en el lugar de Dios. Los que así opinen, desde luego piensan poco divinamente la esencia de Dios. El hombre nunca puede ponerse en el lugar de Dios, porque la esencia del hombre no alcanza nunca el ámbito de la esencia de Dios. Por el contrario, sí que puede ocurrir algo que, en comparación con esa imposibilidad, es mucho más inquietante y cuya esencia apenas hemos empezado a pensar todavía. El lugar que, pensado metafísicamente, es propio de Dios, es el lugar de la eficiencia causal y la conservación de lo ente en tanto que algo creado. Pues bien, ese lugar de Dios puede quedarse vacío. En su lugar puede aparecer otro lugar, esto es, un lugar que metafísicamente le corresponda, que no sea idéntico ni al ámbito de la esencia de Dios ni al del hombre, pero con el que el hombre vuelva a alcanzar una relación destacada. El transhombre no ocupará nunca el lugar de Dios, porque el lugar al que se abre el querer del transhombre es otro ámbito de otra fundamentación de lo ente en su otro ser. Este otro ser de lo ente se ha convertido mientras tanto — y es lo que caracteriza el inicio de la metafísica moderna — en la SUBJETIDAD. Heideggeriana: NietzscheDeus

Todo ente es ahora o lo efectivamente real, en cuanto objeto, o lo eficiente en cuanto objetivación en la que se forma la objetividad del objeto. Representando, la objetivación dispone el objeto sobre el ego cogito. En este disponer se evidencia el ego cómo aquello que subyace a su propio hacer (el dis-poner poniendo-delante o re-presentando), esto es, se evidencia como subiectum. El sujeto es sujeto para sí mismo. La esencia de la conciencia es la autoconciencia. Por eso, todo ente es o bien objeto del sujeto o bien sujeto del sujeto. En todas partes, el ser de lo ente reside en el poner-se-ante-sí-mismo y, de esta manera, im-poner-se. En el horizonte de la SUBJETIDAD de lo ente el hombre se alza a la subjetividad de su esencia. El hombre accede a la subversión. El mundo se convierte en objeto. En esta objetivación subvertidora de todo ente, aquello que en principio   debe pasar a disposición del representar el producir, esto es la tierra es desplazado al centro de toda posición y controversia humana. La propia tierra ya sólo puede mostrarse como objeto del ataque que en cuanto objetivación incondicionada, se instaura en el querer del hombre. Por haber sido querida a partir de la esencia del ser, la naturaleza aparece en todas partes como objeto de la técnica. Heideggeriana: NietzscheDeus

Con esto no se dice que la lucha por la explotación sin límites de la tierra, en tanto que territorio de las materias primas, y por la utilización no ilusa del “material humano” al servicio de una incondicionada toma de poder de la voluntad de poder en su esencia, vaya a reclamar expresamente la ayuda de una filosofía. Al contrario, se puede suponer que en cuanto teoría y construcción cultural la filosofía desaparecerá y también puede desaparecer en su forma actual, porque, en la medida en que ha sido auténtica, ha llevado ya al lenguaje la realidad efectiva de lo efectivamente real y, de este modo, ha conducido a lo ente como tal a la historia de su ser. Esas “teorías filosóficas fundamentales” no aluden a las doctrinas de los eruditos, sino al lenguaje de la verdad de lo ente como tal, verdad que es la propia metafísica bajo la figura de la metafísica de la SUBJETIDAD incondicionada de la voluntad de poder. Heideggeriana: NietzscheDeus

La lucha por el dominio de la tierra ya es, en su esencia histórica, la consecuencia de que lo ente como tal se manifieste al modo de la voluntad de poder sin haber sido sin embargo conocido o tan siquiera comprendido como dicha voluntad. De cualquier modo, las doctrinas coetáneas de la acción y las ideologías de la representación nunca dicen lo que es, ni por lo tanto qué pasa. Con el inicio de la lucha por el dominio de la tierra la era de la SUBJETIDAD se encamina hacia su consumación. Forma parte de esta consumación el hecho de que lo ente, que es en el sentido de la voluntad de poder, adquiera certeza de su propia verdad sobre sí mismo según su modo y desde cualquier perspectiva y, por tanto, también sea consciente. Tomar conciencia de algo es un instrumento necesario del querer que quiere a partir de la voluntad de poder. Esto ocurre, en lo tocante a la objetivación, bajo la forma de la planificación. Ocurre, dentro del ámbito de la subversión del hombre, en el querer-se por medio de un análisis constante de la situación histórica. Pensada metafísicamente, la situación es siempre la estación de la acción del sujeto. Cualquier análisis de la situación se funda, sépalo o no, en la metafísica de la SUBJETIDAD. Heideggeriana: NietzscheDeus

En lugar de esto, Rilke   intenta comprender dentro de la estructura esférica de la metafísica moderna, esto es, dentro de la esfera de la SUBJETIDAD como esfera de la presencia interna e invisible, esa desprotección establecida por la esencia autoimpositiva del hombre, de tal modo que la propia desprotección, que ha sido invertida, nos resguarda en el ámbito más íntimo e invisible del más amplio espacio interno del mundo. La desprotección en cuanto tal resguarda. Efectivamente, le da a la esencia del hombre, en cuanto interior e invisible, la señal para una inversión de la aversión contra lo abierto. La inversión señala el ámbito interno de lo interior. La inversión de la conciencia es por lo tanto una interiorización rememorante que vuelve la inmanencia de los objetos de la representación en una presencia dentro del espacio del corazón. Heideggeriana: ParaQuePoetas  

En la forma del trabajador y su dominio ya no se mira a la subjetiva, y mucho menos entonces a la SUBJETIDAD subjetivista de la esencia humana. El ver metafísico de la forma del trabajador corresponde al proyecto de la forma esencial de Zaratustra dentro de la metafísica de la voluntad de poder. ¿Qué se esconde en ese aparecer de la subjetividad objetiva del subjectum (del Ser del ente), que es pensada como forma humana, y no como un hombre aislado? Hablar de la SUBJETIDAD (no subjetividad) de la esencia humana como el fundamento de la objetividad de todo subjectum (de todo presente) parece en todos los aspectos paradójico y artificial. Esta apariencia tiene su fundamento en que apenas hemos comenzado a preguntar por qué y de qué manera será necesario dentro de la metafísica moderna un pensar que Zaratustra representa como forma. La información dada a menudo de que el pensamiento de Nietzsche había caído fatalmente en la poesía, es ella misma sólo el abandono del preguntar pensante. A pesar de todo, ni siquiera necesitamos volver a pensar hasta la deducción trascendental kantiana de las categorías para ver que, al mirar la forma como la fuente de la donación de sentido, se trata de la legitimación del Ser del ente. Sería una explicación demasiado grosera si se dijera que [397] aquí, en un mundo secularizado, el hombre como creador del Ser del ente ocupa el lugar de Dios. Que, en efecto, la esencia humana está en juego, no admite duda. Pero la esencia (verbal) del hombre, “el ser-ahí [Dasein  ] en el hombre” (véase Kant y el problema de la metafísica; 1 ed., 1929, § 43) no es algo humano. Para que la idea de la esencia humana pueda alcanzar el rango de lo que fundamenta ya a todo presente como la presencia, que permite primero una “representación” en el ente, y así legitima a éste como el ente, tiene el hombre ante todo que ser representado en el sentido de un fundamento normativo. Pero, ¿normativo para qué? Para el asegurarse del ente en su ser. ¿En qué sentido aparece “Ser” cuando se trata del asegurarse del ente? En el sentido de lo en todas partes y en todo tiempo constatable, es decir, representable. Descartes, entendiendo así el Ser, encontró la subjetividad del subjectum en el ego cogito del hombre finito. El aparecer de la forma metafísica del hombre como fuente de donación de sentido es la consecuencia última de la posición de la esencia humana como subjectum normativo. Conforme a ello, se transforma la forma interna de la metafísica, que consiste en lo que puede denominarse como la trascendencia. Ésta es dentro de la metafísica por razones esenciales ambigua. Allí donde esa ambigüedad no se tiene en cuenta se extiende una confusión incurable, que puede valer como característica del representar metafísico todavía hoy usual. Heideggeriana: PreguntaSer