Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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instauración de valores

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Procediendo así, Nietzsche   reconoce que a pesar de la desvalorización de los valores hasta ahora supremos para el mundo, dicho mundo sin embargo sigue ahí y que ese mundo en principio   privado de valores tiende inevitablemente a una nueva INSTAURACIÓN DE VALORES. Después de la caída de los valores hasta ahora supremos, la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES se transforma, en relación con los valores anteriores, en una “transvaloración de todos los valores”. El no frente a los valores precedentes nace del sí a la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES. Como en ese sí, según la opinión   de Nietzsche, no se encierra ningún modo de mediación y ninguna adecuación respecto a los valores anteriores, el no incondicionado entra dentro de ese nuevo sí a la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES. A fin de asegurar la incondicionalidad del nuevo sí frente a la recaída en los valores anteriores, esto es, a fin de fundamentar la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES como movimiento de reacción, Nietzsche designa también a la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES como nihilismo, concretamente como ese nihilismo por el que la desvalorización se consuma en una nueva INSTAURACIÓN DE VALORES, la única capaz de ser normativa. Nietzsche llama a esta fase normativa del nihilismo el nihilismo “consumado”, esto es, clásico. Nietzsche entiende por nihilismo la desvalorización de los valores hasta ahora supremos. Pero al mismo tiempo afirma el nihilismo en el sentido de “transvaloración de todos los valores anteriores”. Por eso, el nombre nihilismo conserva una polivalencia de significado y, desde un punto de vista extremo, es en todo caso ambiguo, desde el momento en que designa por un lado a la mera desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero al mismo tiempo se refiere al movimiento incondicionado de reacción contra la desvalorización. En este sentido es también ambiguo eso que Nietzsche presenta como forma previa del nihilismo: el pesimismo. Según Schopenhauer  , el pesimismo es la creencia por la que en el peor de estos mundos la vida no merece la pena de ser vivida ni afirmada. Según esta doctrina, hay que negar la vida y esto quiere decir también lo ente como tal en su totalidad. Este pesimismo es, según Nietzsche, el “pesimismo de la debilidad”. No ve en todas partes más que el lado oscuro, encuentra para todo un motivo de fracaso y pretende saber que todo acabará en el sentido de una catástrofe total. Por el contrario, el pesimismo de la fuerza, en cuanto fuerza, no se hace ilusiones, ve el peligro y no quiere velos ni disimulos. Se da cuenta de lo fatal que resulta una actitud de observación pasiva, de espera de que retorne lo anterior. Penetra analíticamente en las manifestaciones y exige la conciencia de las condiciones y fuerzas que, a pesar de todo, aseguran el dominio de la situación histórica. Heideggeriana  : NietzscheDeus  

Una meditación más esencial podría mostrar cómo en eso que Nietzsche llama “pesimismo de la fuerza” se consuma la rebelión del hombre moderno en el dominio incondicionado de la subjetividad dentro de la subjetidad de lo ente. Por medio del pesimismo, en su forma ambigua, los extremos se hacen a la luz. Los extremos obtienen, como tales, la supremacía. Así surge un estado en el que se agudizan las alternativas incondicionadas hasta moverse entre un o esto o lo otro. Se inicia un “estado intermedio” en el que se manifiesta, por un lado, que la realización efectiva de los valores hasta ahora supremos no se cumple. El mundo parece carente de valores. Por otro lado, en virtud de esta concienciación, la mirada escudriñadora se orienta hacia la fuente de la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES, sin que el mundo recupere por eso su valor. Heideggeriana  : NietzscheDeus

De aquí se deduce que para el nihilismo completo, consumado y, por tanto, clásico, se precisa ciertamente de la “transvaloración de todos los valores anteriores”, pero que la transvaloración no se limita a sustituir los viejos valores por otros nuevos. Esa transvaloración es una inversión de la manera y el modo de valorar. La INSTAURACIÓN DE VALORES necesita un nuevo principio, esto es, renovar aquello de donde parte y donde se mantiene. La INSTAURACIÓN DE VALORES precisa de otro ámbito. Ese principio ya no puede ser el mundo de lo suprasensible ahora sin vida Por eso el nihilismo que apunta a la inversión así entendida, buscará lo que tenga más vida. De este modo, el propio nihilismo se convierte en “ideal   de la vida pletórica” (Voluntad de Poder, afor. 14 del año 1887). En este nuevo valor supremo se esconde otra consideración de la vida, esto es, de aquello en lo que reside la esencia determinante de todo lo vivo. Por eso queda por preguntar qué entiende Nietzsche por vida. Heideggeriana: NietzscheDeus

La indicación acerca de los diferentes grados y formas del nihilismo muestra que, según la interpretación de Nietzsche, el nihilismo es siempre una historia en la que se trata de los valores, la institución de valores, la desvalorización de valores, la inversión de valores, la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES y, finalmente y sobre todo, de la disposición, con otra manera de valorar, del principio de toda INSTAURACIÓN DE VALORES. Las metas supremas, los fundamentos y principios de lo ente, los ideales y lo suprasensible, Dios y los dioses, todo esto es comprendido de antemano como valor. Por eso, sólo entenderemos suficientemente el concepto de Nietzsche de nihilismo si sabemos qué entiende Nietzsche por valor. Sólo entonces comprenderemos la frase “Dios ha muerto” tal como fue pensada. La clave para comprender la metafísica de Nietzsche es una explicación suficientemente clara de lo que piensa con la palabra valor. Heideggeriana: NietzscheDeus

Si Nietzsche cierra su caracterización de la esencia del valor con la palabra devenir hay que concluir que esa palabra final nos señala el ámbito fundamental al que únicamente y en general pertenecen los valores y la INSTAURACIÓN DE VALORES. “El devenir” es, para Nietzsche, “ la voluntad de poder”. La “voluntad de poder” es por tanto el rasgo fundamental de la “vida”, palabra que Nietzsche también usa a menudo en un sentido amplio que la pone al mismo nivel que el “devenir” dentro de la metafísica (vid. Hegel  ). Voluntad de poder, devenir, vida y ser en su sentido más amplio significan en lenguaje de Nietzsche lo mismo (Voluntad de Poder, afor. 582 del año 1885-86 y afor. 689 del año 1888). Dentro del devenir, la vida, esto es, lo vivo, se configura en centros respectivos de la voluntad de poder. Estos centros son en consecuencia formaciones de poder. Es en cuanto tales como Nietzsche entiende el arte, el Estado, la religión, la ciencia la sociedad. Por eso puede decir (Voluntad de Poder, afor. 715) lo siguiente: “’Valor’ es esencialmente el punto de vista para la consolidación o la debilitación de estos centros de dominio” (concretamente en lo tocante a su carácter de dominio). Heideggeriana: NietzscheDeus

En la medida en que, en la demarcación de la esencia del valor que hemos presentado, Nietzsche concibe a ésta como condición con carácter de punto de vista para el aumento y la conservación de la vida, pero entiende que la vida se fundamenta en el devenir como voluntad de poder, dicha voluntad de poder se desvela como aquello que establece esos puntos de vista. La voluntad de poder es la que estima según valores a partir de su “principio interno” (Leibniz  ), en tanto que nisus en el esse del ens. La voluntad de poder es el fundamento para la necesidad de INSTAURACIÓN DE VALORES y el origen de la posibilidad de una valoración. Por eso dice Nietzsche (Voluntad de Poder, afor. 14 del año 1887: “Los valores y su transformación se encuentran en relación con el aumento de poder del que plantea los valores.” Heideggeriana: NietzscheDeus

Aquí se hace evidente que los valores son las condiciones de la voluntad de poder puestas por ella misma. Sólo allí, en donde la voluntad de poder hace su aparición como rasgo fundamental de todo lo efectivamente real, esto es, allí en donde se torna verdadera y, por consiguiente, es concebida como la realidad efectiva de todo lo efectivamente real, se muestra de dónde surgen los valores y por medio de qué es soportada y guiada toda valoración. Ahora se reconoce el principio de la INSTAURACIÓN DE VALORES. La INSTAURACIÓN DE VALORES es a partir de ahora realizable “principalmente”, esto es, a partir del ser en tanto que fundamento de lo ente. Heideggeriana: NietzscheDeus

Por eso, la voluntad de poder es al mismo tiempo, en tanto que ese principio reconocido y por consiguiente querido, el principio de una nueva INSTAURACIÓN DE VALORES. Es nueva, porque se consuma por primera vez conscientemente a partir del saber de su principio. Es nueva, porque se asegura ella misma de su principio y mantiene fijamente esa seguridad a modo de un valor planteado a partir de dicho principio. Pero la voluntad de poder es, en cuanto principio de la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES y en relación con los valores anteriores, el principio de la transvaloración de todos los valores anteriores. Como, sin embargo, los valores hasta ahora supremos dominaban sobre lo sensible desde las alturas de lo suprasensible y dado que la estructura de este dominio es la metafísica, tenemos que con la instauración del nuevo principio de transvaloración de todos los valores se consuma la inversión de toda metafísica. Nietzsche considera esta inversión como una superación de la metafísica. Pero, cegándose a sí misma, toda inversión de este tipo sigue estando siempre implicada en lo mismo, que se ha vuelto irreconocible. Heideggeriana: NietzscheDeus

Ahora bien, en la medida en que Nietzsche concibe el nihilismo como la legalidad en la historia de la desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero concibe la desvalorización en el sentido de una transvaloración de todos los valores, según su interpretación, el nihilismo reside en el dominio y el desmoronamiento de los valores y, por lo tanto, en la posibilidad de una INSTAURACIÓN DE VALORES en general. Esta misma se fundamenta en la voluntad de poder. Por eso es por lo que la frase de Nietzsche “Dios ha muerto” y su concepto del nihilismo sólo se pueden pensar suficientemente a partir de la esencia de la voluntad de poder. Por eso, cuando explicamos qué piensa Nietzsche con la fórmula “voluntad de poder”, que él mismo acuñó, damos el último paso en dirección al esclarecimiento de la consabida frase. Heideggeriana: NietzscheDeus

Los medios esenciales son las condiciones de sí misma que dispone la propia voluntad de poder. Nietzsche llama a dichas condiciones, valores. Dice así(XII, afor. 395 del año 1884): “En toda voluntad hay una estimación”. Estimar significa establecer y fijar el valor. La voluntad de poder estima en la medida en que establece la condición de aumento y fija la condición de conservación. Según su esencia, la voluntad de poder es la voluntad que dispone valores. Los valores son las condiciones de conservación y aumento dentro del ser de lo ente. La voluntad de poder es ella misma, en la medida en que aparece expresamente en su pura esencia, el fundamento y el ámbito de la INSTAURACIÓN DE VALORES. La voluntad de poder no tiene su fundamento en un sentimiento de carencia, sino que es ella misma el fundamento de la vida más rica posible. Aquí, vida significa voluntad de voluntad. “’Vivo’: esto ya significa ‘estimar’” (loc. cit.). Heideggeriana: NietzscheDeus

Ahora bien, una vez que se ha reconocido la voluntad de poder como principio de la INSTAURACIÓN DE VALORES, la cuestión del valor debe meditar en primer lugar cuál es el valor necesario que parte de ese principio y cuál es el valor supremo adecuado a dicho principio. En la medida en que la esencia del valor se manifiesta como la condición de conservación y aumento dispuesta en la voluntad de poder, se ha abierto la perspectiva para una caracterización de la estructura de valores que sirve de norma. Heideggeriana: NietzscheDeus

A partir de la proposición suprema de valor se hace evidente que la INSTAURACIÓN DE VALORES es, en cuanto tal, esencialmente doble. En ella se disponen respectivamente, expresamente o no, un valor necesario y un valor suficiente, pero ambos a partir de la mutua relación que prevalece en ellos. Esta duplicidad de la INSTAURACIÓN DE VALORES corresponde a su principio. Eso a partir de lo cual es soportada y conducida la INSTAURACIÓN DE VALORES como tal, es la voluntad de poder. A partir de la unidad de su esencia, exige y alcanza las condiciones de aumento y conservación de ella misma. La mirada a la doble esencia de la INSTAURACIÓN DE VALORES conduce expresamente al pensamiento ante la pregunta por la unidad esencial de la voluntad de poder. En la medida en que ella es la “esencia” de lo ente como tal, pero que decir esto es lo verdadero de la metafísica, cuando pensamos en la unidad esencial de la voluntad de poder nos preguntamos por la verdad de eso verdadero. Con ello, llegamos al punto supremo de ésta y de toda metafísica. Pero ¿qué significa aquí punto supremo? Explicaremos lo que pensamos por medio de la esencia de la voluntad de poder, permaneciendo dentro de los límites previstos para la presente meditación. Heideggeriana: NietzscheDeus

En la esencia de la verdad como certeza, pensada ésta como verdad de la subjetidad y ésta como el ser de lo ente, se esconde la justicia experimentada a partir de la justificación de la seguridad. Es verdad que reina como esencia de la verdad de la subjetidad, pero no es pensada dentro de la metafísica de la subjetidad como verdad de lo ente. Por el contrario, la justicia tiene que presentarse ante el pensamiento de la metafísica moderna como el ser de lo ente que se sabe a sí mismo, en cuanto el ser de lo ente aparece como voluntad de poder. Dicha voluntad se sabe como esa que esencialmente instaura valores, que en dicha INSTAURACIÓN DE VALORES, como condiciones de su propia estabilidad esencial, se asegura y se hace justicia constantemente a sí misma y en este devenir es justicia. En ésta y como tal, la propia esencia de la voluntad de poder tiene que representar, lo que para el pensamiento metafísico moderno, significa ser. Así como en la metafísica de Nietzsche el pensamiento del valor es más fundamental que el pensamiento básico de la certeza en la metafísica de Descartes  , en la medida en que la certeza sólo puede pasar por justa si vale como valor supremo, del mismo modo, en la era de la consumación de la metafísica occidental en Nietzsche, la autocerteza que mira a sí misma de la subjetidad, se manifiesta en tanto que justificación de la voluntad de poder, de acuerdo con la justicia que reina en el ser de lo ente. Heideggeriana: NietzscheDeus

La justicia pensada por Nietzsche es la verdad de lo ente, que es al modo de la voluntad de poder. Lo que pasa es que ni ha pensado la justicia expresamente en cuanto esencia de la verdad de lo ente, ni ha llevado al lenguaje la metafísica de la subjetidad consumada a partir de este pensamiento. Con todo, la justicia es la verdad de lo ente determinada por el propio ser. En cuanto dicha verdad es la propia metafísica en su consumación moderna. En la metafísica como tal se esconde el fundamento por el que, si bien Nietzsche puede experimentar el nihilismo de manera metafísica como historia de la INSTAURACIÓN DE VALORES, sin embargo no puede pensar la esencia del mismo. Heideggeriana: NietzscheDeus

Si Dios y los dioses han muerto en el sentido de la experiencia metafísica explicada, y si la voluntad de poder es querida, con conocimiento de causa, como principio de toda posición de las condiciones de lo ente, esto es, como principio de toda INSTAURACIÓN DE VALORES, entonces el dominio sobre lo ente como tal pasa, bajo la figura del dominio sobre la tierra, al nuevo querer del hombre, determinado por la voluntad de poder. Nietzsche cierra la primera parte de “Así habló Zarathustra”, que apareció un año después de la “La gaya ciencia” en 1883 con la frase: “Muertos están todos los dioses ahora queremos que viva el transhombre”. Heideggeriana: NietzscheDeus

El asegurar, como adquisición de seguridad, se fundamenta en la INSTAURACIÓN DE VALORES. La INSTAURACIÓN DE VALORES tiene a todo lo ente en sí bajo su dominio y, en consecuencia, en cuanto tal ente para sí, lo ha matado, lo ha liquidado. Este último golpe para matar a Dios ha sido asestado por la metafísica, que en tanto que metafísica de la voluntad de poder consuma el pensar en el sentido del pensar según valores. Pero Nietzsche ya no reconoce este último golpe, por el que el ser es rebajado a mero valor, como lo que es propiamente pensado en relación con el propio ser. ¿No dice el mismo Nietzsche: “Todos somos sus asesinos. ¡Vosotros y yo!?”. Ciertamente; de acuerdo con esto, Nietzsche también concibe la metafísica de la voluntad de poder como nihilismo. Ahora bien, para él esto sólo significa que ella consuma del modo más agudo — puesto que es definitivo — y en tanto que movimiento de reacción en el sentido de la transvaloración de todos los valores anteriores, la anterior “desvalorización de los valores antes supremos”. Heideggeriana: NietzscheDeus

Pero, precisamente, Nietzsche ya no puede pensar la nueva INSTAURACIÓN DE VALORES, a partir del principio de toda INSTAURACIÓN DE VALORES, como un dar muerte y como nihilismo. Ya no es una desvalorización en el horizonte de la voluntad de poder que se quiere a sí misma, esto es, en la perspectiva del valor y la INSTAURACIÓN DE VALORES. Heideggeriana: NietzscheDeus

Pero ¿qué ocurre con la propia INSTAURACIÓN DE VALORES, si es pensada en relación con el propio ente, es decir, también en relación con el ser? Entonces, el pensar en valores equivale a un dar muerte radical. No sólo derriba a lo ente como tal en su ser-en-sí, sino que aparta completamente al ser. Este ya sólo puede valer como valor en donde todavía se le necesita. El pensar según valores de la metafísica de la voluntad de poder es, en un sentido extremo, mortal, porque no deja en absoluto que el propio ser haga su aparición, esto es, que alcance la viveza de su esencia. El pensar según valores impide ya de antemano incluso que el propio ser se presente en su verdad. Heideggeriana: NietzscheDeus