Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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caos

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Este título no quiere decir de ninguna manera que su pensamiento y su orientación sean inmorales en el sentido de que tomen posición en contra del “bien” y a favor del “mal”. “Sin moral  ” significa: más allá del bien y del mal. Y esto, nuevamente, no quiere decir fuera de toda legalidad y de todo orden, sino dentro de la necesidad que surge de una nueva posición de un orden diferente frente al CAOS. Heideggeriana  : NiilismoEuropeu  

(9) ¿Cómo es posible que lo ente se interprete de forma señalada como subjectum y en consecuencia lo subjetivo pase a dominar? Porque hasta Descartes  , e incluso dentro de su metafísica, lo ente, en la medida en que es un ente, es un sub-jectum (hypokeimenon  ), eso que yace por sí mismo ahí delante y que, como tal, al mismo tiempo es el fundamento de sus propiedades constantes v sus estados cambiantes. La preeminencia de un sub-jectum destacado por ser incondicionado desde un punto de vista esencial (subyaciendo como fundamento), nace de la aspiración del hombre a un fundamentum absolutum inconcussum veritatis (de un fundamento de la verdad, en el sentido de la certeza, que reposa en sí mismo y es inquebrantable). ¿Por qué y cómo llega esta exigencia a adquirir su decisiva validez? La aspiración nace de aquella liberación por la que el hombre se libera a sí mismo del poder vinculante de la verdad cristiana revelada y la doctrina de la Iglesia en favor de una normativa que se basa en sí misma y se dispone para sí misma. Por esta liberación se replantea nuevamente la esencia de la libertad, esto es, el hecho de estar atado a una obligación vinculante. Pero como, de acuerdo con esta libertad, el hombre que se autolibera es el mismo que dispone la obligación vinculante, a partir de entonces ésta puede determinarse de distintas maneras. Lo vinculante puede ser la razón humana y su ley o lo ente dispuesto y ordenado de manera objetiva a partir de dicha razón o aquel CAOS aún no ordenado que, como todavía tiene que ser domeñado por la objetivación, exige serlo de hecho en una época. Heideggeriana  : ImagemMundo

Qué quiere decir conocer para Nietzsche  ? ¿De qué modo ve de antemano la relación re-presentante del hombre respecto del mundo? ¿Es el conocimiento un proceso en el interior del ser viviente de especie racional, ser viviente al que llamamos hombre? Si sí, ¿qué sucede en este proceso? Acaso en él y por su intermedio se reciben y recogen, por así decirlo, imágenes del mundo circundante, para después trasladarlas e introducirlas en el alma y el espíritu, con lo que el conocimientos sería una especie de transcripción y copia de la realidad? ¿O para Nietzsche el conocer no es un conocer de este tipo? Su respuesta a esta pregunta, no formulada de modo explícito, pero implícitamente planteada, es la siguiente: “No “conocer”, sino esquematizar, imponer al CAOS tanta regularidad y tantas formas como para satisfacer nuestra necesidad práctica.” (n. 515; marzo junio de 1888) Heideggeriana: VontadePoder  

Nietzsche aclara inmediatamente lo que comprende por “esquematizar” con las siguientes palabras: “imponer al CAOS tanta regularidad y tantas formas como para satisfacer nuestra necesidad práctica”. ¿De qué modo, es decir, según qué respectos queda así determinado el conocer que se ha captado como “esquematizar”? El esquematizar es elucidado como un imponer una cierta medida de “regularidad” y de “formas”. Los esquemas son aquí formas que, en cuanto tales, contienen al mismo tiempo una regularidad y una regulación. Pero igualmente importante, o más esencial aún, es lo que Nietzsche dice además de eso: 1) Las formas reguladoras se imponen en cierta medida a lo que Nietzsche denomina “CAOS”. Lo que a través de la esquematización recibe la imposición de las formas reguladoras es aquello con lo que de inmediato choca el conocer y aquello que en primer lugar le impresiona, es decir aquello con lo que el conocer se tropieza. Lo que sale al encuentro tiene el carácter del “CAOS”. Nos quedamos perplejos, suponiendo que al comentar estas palabras de Nietzsche no nos limitemos a oír frases sin pensar sino que en todo momento también pensemos y meditemos desde nosotros mismos, desde nuestra postura cognoscitiva, qué nos sale al encuentro en lo que ha de conocerse. Si, en un ejercicio cognoscitivo, miramos simplemente alrededor nuestro, aquí en el aula, en la calle, en el bosque o en cualquier otro lado, en ese conocer y tomar-conocimiento, ¿nos encontramos acaso con el “CAOS”? ¿No nos encontramos, por el contrario, con una región ordenada, articulada, desde la cual se nos enfrentan objetos — pertinentes unos a otros — de manera abarcable, manejable, disponible y mensurable? Todos estos elementos objetivos nos salen al encuentro de manera tanto más rica y ordenada — adaptados y referidos unos a otros — cuanto más dejamos que todo esté ante nosotros demorándonos puramente frente a ello, es decir cuando nos representamos el “mundo”, tal como lo llamamos, aunque éste sea pequeño y estrecho. ¡Pero en ningún caso el “CAOS”! 2) Nietzsche dice: la medida según la cual se imponen al “CAOS” las formas reguladoras se determina desde nuestra “necesidad práctica”. O sea que la actitud de la que surge el comportamiento cognoscitivo, por la cual se lo determina, no es el re-presentar “teórico” sino el comportamiento práctico, la praxis   de la vida. Heideggeriana: VontadePoder

La estructura esencial del conocimiento tiene ahora contornos firmes: el conocer es esquematizar, lo que ha de conocerse y lo cognoscible es CAOS, y lo cognoscente es la praxis de la vida. Estas formulaciones contradicen, sin embargo, lo que encontrábamos hace un momento al dirigir inmediatamente la mirada a nuestro habitual representar cotidiano del “mundo”. Heideggeriana: VontadePoder

¿Cómo llega Nietzsche a esta caracterización de la esencia del conocimiento? ¿Tanto él como otros pensadores anteriores acaso no han observado el mundo que les rodeaba inmediatamente, no han tomado en cuenta su propia experiencia cotidiana de este mundo? ¿Por honor y respeto de una opinión   preconcebida del conocimiento han cerrado su mirada a la configuración esencial del conocer? ¿O efectivamente puede verse el conocer desde otro punto de vista, y se lo tiene que ver desde otro punto de vista de manera tal que en su campo visual lo cognoscible aparezca como CAOS y el conocer como la imposición de regularidades y formas? ¿Cuál es ese otro punto de vista desde el que se observa aquí la esencia del conocimiento? El propio Nietzsche parece señalar cuál es el punto de vista desde el que se determina su pensar cuando dice que nuestra “necesidad práctica” es determinante para el conocer. Pero precisamente si nos atenemos a nuestro hacer y omitir cotidiano, a nuestras prácticas y cálculos, o sea a la “praxis” y su “mundo”, se muestra más aún que aquello respecto de lo cual nos comportamos al conocer, aquello con lo que tenemos trato al mirar en torno, aquello dentro de lo que nos movemos con sentidos abiertos y sano entendimiento, quizás nos inquiete o quizás nos tranquilice, pero en ningún caso es un CAOS sino un mundo estructurado, un entorno de objetos mutuamente coordinados y de cosas que se refieren recíprocamente, de las cuales una “da” la otra. Heideggeriana: VontadePoder

Cuanto más decididamente nos desprendemos de todas las teorías filosóficas sobre el ente y el conocimiento, de modo más penetrante se nos presenta el mundo en la forma que hemos descrito. ¿A qué posición se ha dislocado el pensar y el reflexionar sobre el conocer para llegar a enunciados tan sorprendentes como que el conocer sea el esquematizar un CAOS realizado de acuerdo con necesidades vitales prácticas? ¿O puede ser que esta caracterización de la esencia del conocimiento no sea en absoluto un disloque tal? ¿No tiene incluso de su parte la tradición del pensar metafísico, con lo que en la visión que tiene Nietzsche del conocimiento concuerdan todos los grandes pensadores? Si esta concepción del conocimiento coincide tan poco con nuestro comportamiento cotidiano y lo que él sabe de sí, esto no puede ya sorprendernos desde el momento en que sabemos que el pensar filosófico no debe medirse con la vara del sano entendimiento común. ¿De qué hablamos entonces cuando decimos que nuestro conocer cotidiano no se refiere a un CAOS sino a un ámbito estructurado, ordenado, de objetos y conexiones objetivas? ¿No hablamos acaso del mundo ya conocido? ¿No es la pregunta por la esencia del conocimiento precisamente la pregunta por cómo se llega a la representación de los objetos que nos rodean y de los que nos ocupamos al mirar en torno, o sea de los objetos ya conocidos y reconocidos así como de su círculo más amplio? ¿Cuando aseguramos que en la representación nos referimos a un mundo estructurado y ordenado, no delatamos con ello que ya ha tenido lugar, y necesariamente, un ordenamiento y una estructuración, o sea exactamente lo que de modo manifiesto proviene de una imposición de formas reguladoras, de un esquematizar? Esto implica: el conocer, en cuanto representar y traer-ante-nosotros un mundo es, en el fondo — si no nos quedamos en la superficie sino reflexionamos en profundidad —, el “esquematizar” un CAOS de acuerdo con necesidades prácticas. La interpretación que hace Nietzsche de la esencia del conocimiento no sería entonces algo extraño, aunque tampoco sería algo propio, con lo que no tendríamos el derecho ni la obligación de seguir tratando acerca de una doctrina específicamente nietzscheana del conocimiento y la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

Entonces habría que preguntar, simplemente: ¿por qué sale al encuentro en primer lugar el “CAOS”, en qué medida la necesidad práctica es determinante para el conocer, y por qué el conocimiento es un “esquematizar? Pero preguntando de este modo, ¿podemos retroceder por detrás del estado del comportamiento cognoscente hacia aquel estado sólo desde el cual surge el conocer, conocer que supera la relación no cognoscitiva con el ente y produce y recoge en general por vez primera una relación con “algo”, es decir con lo que de alguna manera “es”? Evidentemente, en la determinación que hace Nietzsche de la esencia del conocimiento, al igual que en la que establecen otros pensadores — recordemos a Kant   —, se produce un retroceso hacia lo que hace posible y sustenta esa única representación que inmediata y regularmente nos resulta familiar, la representación de un mundo ordenado y estructurado. De este modo se acomete el intento de ir cognoscitivamente por detrás del conocer. El conocer, concebido como esquematizar, es reconducido a la necesidad vital práctica y al CAOS como condiciones de su posibilidad y su necesidad. Si concebimos a la praxis vital, por un lado, y al CAOS, por otro, como algo que en todo caso no es una nada y por lo tanto como un ente que esencia de tal o cual manera, resulta que tal caracterización de la esencia del conocimiento implica reconducir su constitución esencial a algo ya ente, quizás incluso al ente en su totalidad. Heideggeriana: VontadePoder

Quedan así planteadas las preguntas conductoras de nuestra elucidación del concepto nietzscheano de conocimiento: ¿Por qué desempeña el CAOS un papel esencial en y para el conocer? ¿En qué medida la necesidad vital práctica dirige el conocimiento? ¿Por qué el conocimiento en general es un esquematizar? Las preguntas están aquí simplemente una después de la otra. Nada se ha decidido sobre su orden jerárquico, suponiendo que éste exista, lo que es de suponer. Heideggeriana: VontadePoder

¿Es el conocimiento un esquematizar porque previamente se ha instalado un CAOS y porque, por otra parte, tiene que conseguirse un orden? ¿O lo dado sólo es comprendido como CAOS porque se ha decidido previamente que el conocer tiene que ser un esquematizar? ¿Y si tiene que serlo, por qué tiene que ser así? ¿Porque tiene que conseguirse un orden? ¿Pero por qué orden, y en qué sentido? Una pregunta lleva a la siguiente y ninguna de ellas puede responderse apelando a hechos existentes y unánimemente reconocidos. Todas estas preguntas ponen ante decisiones. Heideggeriana: VontadePoder

Conocer significa: imprimir al CAOS formas reguladoras. ¿Qué quiere decir Nietzsche con la denominación “CAOS”? Nietzsche no comprende esta palabra en el originario sentido griego sino en un sentido posterior y sobre todo moderno. Pero al mismo tiempo, la palabra CAOS tiene un significado propio que surge de la posición fundamental del pensamiento nietzscheano. Heideggeriana: VontadePoder

Chaos   significa inicialmente el abrirse de un abismo y señala en dirección de lo abierto que se despliega inconmensurable, sin fondo ni punto de apoyo (cfr. Hesíodo  , Teogonía, 116). Analizar por qué no se impuso ni pudo imponerse la experiencia fundamental que designa la palabra queda fuera de la tarea que ahora nos ocupa. Baste con señalar que el significado de la palabra “CAOS” que se ha vuelto corriente desde hace tiempo, y esto quiere decir siempre el modo de ver guiado por esta palabra, no es el significado originario. Lo caótico es para nosotros lo mezclado, lo confuso, lo que se amontona atropelladamente. El CAOS no se refiere sólo a lo no ordenado, sino a la confusión dentro de lo confuso, a la mezcla que reina en lo atropellado. En el significado posterior, el CAOS alude siempre también a un tipo de “movimiento”. Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero cómo llega el CAOS a ocupar el papel aludido de lo cognoscible en la determinación de la esencia del conocimiento? ¿Dónde la meditación sobre el conocimiento encuentra un motivo y un impulso para caracterizar aquello que sale al encuentro del conocer como CAOS, y además como “el CAOS” en sentido absoluto, no como un “CAOS” en algún sentido particular? ¿Es el concepto opuesto a “orden”? Atengámonos nuevamente a un ejemplo corriente: entramos en esta aula — supongamos que por primera vez — y comprobamos que en la pizarra hay escritas palabras griegas. En este conocimiento no nos encontramos de momento un CAOS, sino que vemos la pizarra y los caracteres; quizás no estemos ya todos en condiciones de comprobar que se trata de caracteres griegos, pero incluso entonces no estamos ante un CAOS, sino ante algo visiblemente escrito que no podemos leer  . Se concederá que, ciertamente, el percibir y el enunciar se refieren a la pizarra que está aquí delante, constituida de tal o cual modo, y no a un CAOS. Esta concesión corresponde a la situación real, pero da ya por decidida la auténtica pregunta. “Esta pizarra”, ¿qué quiere decir esto? ¿No expresa el conocimiento ya realizado: la cosa como pizarra? Tenemos que haber reconocido ya esa cosa como una pizarra. ¿Qué pasa con este conocimiento? Los enunciados sobre la pizarra se basan todos ya en el reconocimiento de esta cosa como una pizarra. Para reconocer esta cosa como pizarra tenemos que haber fijado previamente lo que sale al encuentro como “cosa” y no, por ejemplo, como un proceso que pasa rápidamente. Lo que es tomado previamente y en general como cosa, eso que sale al encuentro, con lo que nos topamos y que, en lo que es y tal como es, nos golpea y nos concierne, tenemos que haberlo percibido ya en ese primer encuentro. Allí sale al encuentro algo negro, gris, blanco, castaño, duro, rugoso, sonoro (si se lo golpea), extenso, plano, móvil, o sea una multiplicidad de datos. ¿Pero se trata de datos, de algo que se da? ¿O es también algo recibido, recogido ya por la palabras negro, gris, duro, rugoso, extenso, plano? ¿No tenemos que retirar de lo que sale al encuentro la invasión que hemos hecho con la palabra con la que lo hemos fijado para tener así puramente lo que sale al encuentro, para dejar que salga al encuentro? Lo que sale al encuentro: ¿puede aún decirse algo de ello? ¿O comienza aquí el ámbito en que no hay más nada que decir, el ámbito de aquella renuncia donde ya no se puede o aún no se puede decidir acerca de si es, no es o es nada. ¿O tampoco respecto de esto que aquí sale al encuentro se ha renunciado aún a la palabra que lo nombra sino que, si bien no se lo denomina a él mismo, sí se lo designa según aquello por cuyo intermedio nos es aportado, por la vista, el oído, el olor, el gusto, el tacto y todo tipo de impresiones? A lo dado se lo denomina entonces multiplicidad de “sensaciones”. Kant llega a hablar de un “hervidero de sensaciones”, aludiendo así exactamente al CAOS, a la mezcla que, no sólo en el instante de la percepción de esta pizarra sino continuamente y en todo lugar, nos apremia — de modo aparentemente más exacto se suele decir que apremia a “nuestro cuerpo” —, nos tiene ocupados, nos afecta, nos baña y nos revuelve. En efecto, al mismo tiempo y junto con los datos de los así llamados sentidos externos, también apremian y revuelven, empujan y arrastran, cautivan y rechazan, desgarran y sostienen las “sensaciones” del sentido “interno”, a las que se fija — nuevamente de modo aparentemente exacto y correcto — como estados corporales. Heideggeriana: VontadePoder

Si nos aventuramos, pues, sólo unos pocos pasos en la dirección señalada, detrás, por así decirlo, de algo que se nos aparece como objeto de un modo tan inofensivo, tranquilo y definitivo como esta pizarra y otras cosas conocidas, nos encontramos ya con el hervidero de sensaciones: con el CAOS. Es lo más próximo, tan cercano que ni siquiera está “junto a nosotros” allí enfrente, sino que lo somos nosotros mismos, en cuanto seres corporales. Quizás este cuerpo, tal como es en carne y hueso, es lo que “más certeza” tiene en nosotros (n. 659), más certeza que el “alma” y el “espíritu” [Geist  ]; y quizás sea de este cuerpo, y no del alma, que decimos que está “entusiasmado” [begeistert]. Heideggeriana: VontadePoder

Así como es sencillo y oscuro aquello que conocemos como gravitación y caída de los cuerpos, así también lo es, aunque de manera totalmente diferente y correspondientemente más esencial, el vivir corporalmente de los seres vivos. El vivir corporalmente propio de la vida no es algo separado por sí, algo encapsulado en el cuerpo físico [Körper  ] como el cual se nos puede aparecer el cuerpo viviente [Leib], sino que éste es, al mismo tiempo, un conducto y un pasaje. A través de este cuerpo fluye una corriente de vida, de la que nosotros sólo sentimos una parte mínima y fugaz, y ésta, a su vez, sólo de acuerdo con el tipo de receptividad del estado corporal correspondiente. Nuestro propio cuerpo está inmerso y suspendido en esa corriente, llevado y arrastrado por ella o bien empujado a sus márgenes. Aquel CAOS de la región de nuestras sensaciones que conocemos como región corporal es sólo un recorte del gran CAOS que es el “mundo” mismo. Heideggeriana: VontadePoder

Por eso podemos ya suponer que “CAOS” no es para Nietzsche un término que exprese un desorden cualquiera en el campo de las sensaciones sensibles, y quizás ni siquiera un desorden en ningún sentido. CAOS es el nombre para la vida que vive corporalmente, para la vida en cuanto vida corporal tomada en gran escala. Con CAOS Nietzsche no alude a lo simplemente confuso en lo que hace a su confusión, ni a lo no ordenado como consecuencia de la negligencia de todo orden, sino a aquello que impulsa, fluye y se mueve y cuyo orden esta oculto, cuya ley no conocemos de modo inmediato. Heideggeriana: VontadePoder

CAOS es el nombre de un peculiar proyecto previo del mundo en su totalidad y de su imperar. Nuevamente parece, y ahora con la mayor fuerza, que está aquí en obra un pensar ilimitadamente “biológico”, un pensar que representa el mundo como un “cuerpo” llevado a dimensiones gigantescas, cuya vida y cuyo vivir corporal constituyen el ente en su totalidad, haciendo así que el ser aparezca como un “devenir”. En su última época, Nietzsche expresa con frecuencia que hay que hacer del cuerpo el hilo conductor no sólo de la consideración del hombre sino también del mundo: el proyecto del mundo desde el lugar del animal y de la animalidad. Aquí tiene sus raíces la experiencia fundamental del mundo como “CAOS”. Pero en la medida en que el cuerpo es para Nietzsche una formación de dominio, “CAOS” no puede aludir a un absoluto desorden sino al ocultamiento de la indómita riqueza del devenir y fluir del mundo en su totalidad. Con ello, la sospecha de biologismo que se insinúa por doquier parece encontrar una confirmación clara y total. Heideggeriana: VontadePoder

CAOS”, el mundo como CAOS, significa: el ente en su totalidad proyectado relativamente al cuerpo y a su vivir corporal. En esta fundamentación del proyecto de mundo está incluido todo lo que resulta decisivo, y por lo tanto, para un pensar que, en cuanto transvaloración de todos los valores, aspira a una nueva posición de valores, también está incluida la posición del valor supremo. Si la verdad no puede ser el valor supremo, éste tendrá que estar por encima de ella, es decir, en el sentido del concepto tradicional de verdad: más cerca y más conforme a lo propiamente ente, es decir, a lo que deviene. El valor supremo, a diferencia del conocimiento y la verdad, es el arte. Éste no copia lo que está allí delante ni lo explica desde otra cosa que esté allí delante, sino que transfigura la vida, la eleva a posibilidades superiores, aún no vividas, que no están suspendidas “por encima” de la vida sino que, por el contrario, la despiertan nuevamente desde ella misma a su estado de vigilia, pues “sólo por el encanto permanece despierta la vida” (Stefan George, Das Neue Reich, pág. 75). Heideggeriana: VontadePoder

El arte, dice Nietzsche, tiene más valor que la verdad; esto quiere decir que llega más cerca de lo real, de lo que deviene, de la “vida”, que lo verdadero, lo que ha sido fijado e inmovilizado. El arte se arriesga y conquista el CAOS, la exuberancia oculta, rebosante, indómita, de la vida, el CAOS que en un principio   aparece como un mero hervidero confuso y que por determinadas razones tiene que aparecer así. Heideggeriana: VontadePoder

Habíamos partido de que en la base del enunciado inmediato acerca de un objeto cotidiano del tipo de la pizarra, está ya la pizarra como conocimiento. Para caracterizar el conocer fue necesario preguntar antes qué hay implícito en el conocimiento de lo que sale al encuentro y está previamente dado de este modo. Al hacerlo se volvió claro en qué medida lo que sale al encuentro — la multiplicidad de las sensaciones — puede comprenderse como CAOS. Al mismo tiempo, fue necesario mostrar la amplitud y el carácter esencial con los que Nietzsche comprende el concepto de CAOS. Lo que ha de conocerse y es cognoscible es CAOS, pero éste nos sale al encuentro de modo corporal, es decir en estados corporales e integrado y referido a ellos; el CAOS no sale al encuentro sólo en los estados corporales, sino que ya al vivir nuestro cuerpo vive corporalmente como una ola en la corriente del CAOS. Heideggeriana: VontadePoder

Dentro del círculo de sus acepciones modernas, “CAOS” tiene un doble significado: entendido en su sentido propio y absoluto, la palabra significa para Nietzsche el “mundo” en su totalidad, la plenitud indómita y que se sobrepuja de modo inagotable de aquello que se crea y se destruye a sí mismo (n.1.067), sólo dentro de la cual lo que es ley y lo que no lo es se forma y se desintegra. Tomado superficialmente, “CAOS” significa eso mismo, pero en la apariencia más inmediata de confusión y de hervidero con la que sale al encuentro a los seres vivientes individuales; estos seres vivientes, pensados de modo leibniziano, son “espejos vivientes”, “puntos metafísicos” en los que la totalidad del mundo se recoge y muestra en la delimitada claridad de una correspondiente perspectiva. Al tratar de aclarar cómo se llega a poner el CAOS como lo que es cognoscible y tiene que ser conocido, nos topamos de improviso con el que conoce, con el ser viviente que aprehende el mundo y se apodera de él. No es una casualidad, porque lo cognoscible y lo cognoscente se determinan en su respectiva esencia de modo unitario a partir del mismo fundamento esencial. El conocer no es como un puente que en algún momento y secundariamente une dos orillas de un río que subsisten por sí, sino que es él mismo un río que al fluir crea las orillas y las vuelve una hacia otra de un modo más originario que lo que pueda nunca hacerlo un puente. Heideggeriana: VontadePoder

En la sentencia introductoria del fragmento n. 515 Nietzsche nombra al CAOS como aquello a lo que se enfrenta el conocer en cuanto esquematizar, pero no hace ninguna alusión al cuerpo y a los estados corporales como aquello que caracteriza al cognoscente y a la actitud que le es propia; sí se habla, en cambio, de “nuestra necesidad práctica”, a la que la imposición reguladora debe satisfacer. Están enfrentados, pues, el “CAOS” por un lado y la “necesidad práctica” por otro. ¿Qué significa “necesidad práctica”? También en este caso tenemos que meditar con mayor claridad, ya que cualquiera parece saber qué es una “necesidad práctica”. De lo dicho anteriormente podemos fijar ya el punto de referencia para esta meditación: si lo que sale al encuentro del conocer tiene el carácter esencial del CAOS, con el doble significado a que se ha aludido, y si el CAOS sale al encuentro referido a un viviente, a su vivir y su ser corporal, y si, por otra parte, la “necesidad práctica” es lo que hace frente al CAOS que sale al encuentro, entonces la esencia de lo que Nietzsche denomina “nuestra necesidad práctica” tiene que estar en una conexión esencial, o más aún, en una unidad esencial con la vitalidad de la vida que vive corporalmente. Heideggeriana: VontadePoder

Todo ser viviente, y especialmente el hombre, se ve rodeado, acosado y traspasado por el CAOS que, indómito y avasallante, lo arrastra en su corriente. Así, podría parecer que precisamente la vitalidad de la vida, en cuanto es este puro fluir de las pulsiones y las emociones, de las tendencias y las inclinaciones, de las necesidades y las pretensiones, de las impresiones y las visiones, de los deseos y las órdenes, arrastrara y llevara en su propia corriente a lo viviente mismo, haciendo así que confluya y se diluya en ella. La vida no sería entonces más que disolución y aniquilamiento. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche dice que “nuestra necesidad práctica” exige la esquematización del CAOS. ¿Cómo hay que entender esta expresión si debemos mantenernos en el plano indicado del pensar metafísico? “Necesidad práctica” puede significar en primer lugar: necesidad de actividad práctica; pero esta actividad sólo es una necesidad de la vida si la “praxis” forma parte de la esencia de la vida, de manera tal que su ejecución satisfaga una correspondiente necesidad de la vitalidad de la vida. ¿Qué significa entonces praxis? Traducimos habitualmente esta palabra griega por hacer y actividad, y comprendemos con ello la realización de fines, la ejecución de propósitos, la consecución de éxitos y resultados. Todo esto lo medimos de acuerdo con el modo en que la realidad que está allí delante resulte inmediata, palpable y visiblemente transformada y “elaborada” por tal “praxis”. Sólo que también así la “praxis” y lo práctico no son nunca más que fenómenos derivados de la praxis en sentido esencial. Heideggeriana: VontadePoder

Puesto que este aseguramiento sólo es posible si se hace fijo y consistente el CAOS, la praxis como aseguramiento de la existencia consistente requiere que lo que embiste se convierta en algo estable, en figuras, esquemas. La praxis es en sí misma — en cuanto aseguramiento de la existencia consistente — una necesidad de esquemas; “necesidad práctica” quiere decir, pensado metafísicamente, lo mismo que: ir en busca de la formación de esquemas que permitan el aseguramiento de la existencia consistente; resumiendo: necesidad de esquemas. La necesidad de esquema es ya un mirar hacia algo que fije y por lo tanto delimite. Lo que delimita se dice en griego to orizon. De la esencia de lo viviente en lo que hace a su vitalidad, del aseguramiento de la existencia consistente en el modo de la necesidad de esquemas, forma parte un horizonte. Éste no es, por lo tanto, un límite que le llega a lo viviente desde fuera, un límite con el que la actividad vital choca y ante el cual se atrofia. Heideggeriana: VontadePoder

La referencia a la necesidad de esquemas y a la formación de horizonte puede completarse aún con otra cosa que anticipa ya consideraciones posteriores. El horizonte, el círculo de lo consistente que rodea al hombre, no es un muro que lo encierra, sino que es traslúcido [durchscheinend], remite en cuanto tal a lo que no ha sido fijado, a lo que deviene y puede devenir, a lo posible. El horizonte que pertenece a la esencia de lo viviente no sólo es permeable [durchlässig] sino que de algún modo es constantemente recorrido [durchmessen] y, en un sentido amplio de ver y mirar, “atravesado por la mirada” [durchblickt]. La praxis como ejercicio de la vida se mantiene en tales miradas que atraviesan [Durchblicke]: en “perspectivas”. El horizonte está siempre dentro de una perspectiva, de un mirar a través en dirección de algo posible que se eleva y sólo puede elevarse desde lo que deviene, es decir desde el CAOS. La perspectiva es una trayectoria de la mirada previamente abierta sobre la que se forma en cada caso un horizonte. De la esencia de la vida forma parte, a una con la formación de horizonte, el carácter de mirar que atraviesa anticipadamente [Durch — und Vorblickscharakter]. Heideggeriana: VontadePoder

De modo concentrado, y limitándonos a Nietzsche, podemos decir: la perspectiva, el mirar a través en dirección de algo posible, se dirige al CAOS en el sentido del mundo que impulsa y deviene, pero esto lo hace en cada ocasión dentro de un horizonte. A su vez, el horizonte — imperando en la esquematización — es siempre sólo horizonte de una perspectiva. El horizonte, lo que delimita, da consistencia, no sólo fija el CAOS en determinados respectos, asegurando así lo posible. El horizonte es también quien hace que, a través de su transparente consistencia, el CAOS aparezca como CAOS. Lo consistente sólo es perceptible en cuanto tal en la perspectiva que se dirige a algo que deviene, y lo que deviene sólo se descubre en cuanto tal sobre el fondo transparente de algo consistente. Heideggeriana: VontadePoder

Ambos, lo deviniente y lo consistente, siempre que haya que pensarlos de manera igualmente esencial en su copertenencia, remiten a un inicio más originario de su unidad esencial. Puesto que la formación de horizonte y la formación de un esquema tienen su fundamento esencial en la esencia del ejercicio de la vida, en la praxis como aseguramiento de la existencia consistente, praxis y CAOS se copertenecen de modo esencial. Heideggeriana: VontadePoder

La conexión entre ambos no debe representarse sin embargo de ninguna manera del modo siguiente: aquí, un ser viviente que está allí delante, en cuyo interior, como si fuera una caja, emergen “necesidades prácticas”, y allí, “fuera” de ese ser viviente, el CAOS. Antes bien, sólo en cuanto praxis, es decir, en cuanto aseguramiento perspectivista-horizontal de la existencia consistente, lo viviente es trasladado originalmente a un CAOS en cuanto CAOS. El CAOS, a su vez, en cuanto sobrepujamiento que arrastra consigo a lo viviente, hace que el aseguramiento perspectivista de la existencia consistente sea necesario para la existencia consistente del ser viviente. La necesidad de esquematizar es en sí misma: mirada dirigida a lo consistente y a su fijabilidad, es decir, perceptibilidad [Vernelambarkeit]. Esta “necesidad práctica” es la razón [Vernunft  ]. Heideggeriana: VontadePoder

Así pues, la razón, como lo fue viendo Kant de manera cada vez más clara en el curso de su pensamiento, es en su esencia “razón práctica”, lo que quiere decir: percepción proyectante de lo que en sí mismo tiende a posibilitar la vida. Proyectar la ley moral en la razón práctica quiere decir: posibilitar el ser hombre como persona  , la cual está determinada por el respeto ante la ley. La razón despliega sus conceptos y categorías de acuerdo con la correspondiente dirección del aseguramiento de la existencia consistente. O sea: no es la razón misma, no es su esencia la que se desarrolla a partir de la necesidad de dominar el CAOS, sino que ella ya es en sí misma percepción del CAOS en la medida en que lo que embiste como algo confuso sólo se vuelve perceptible en el campo visual del orden y la consistencia y, en consecuencia, al ser lo que acosa de tal o cual manera, sugiere y exige esta o aquella fijación, esta o aquella formación de esquema. Heideggeriana: VontadePoder

En el fondo, el entenderse en su acepción corriente no deja de ser un poder contar con [rechnen   auf  ] los hombres, de la misma manera en que el trato con las cosas es un poder tener en cuenta [rechnen mit] los objetos. El aseguramiento de la existencia consistente tiene siempre un carácter que nos es lícito designar como un poner-en-cuenta [in Rechnung-stellen  ]. En él se halla un pensar que anticipa un horizonte, horizonte que contiene indicaciones y reglas de acuerdo con las cuales lo que embiste es interceptado, apresado y puesto en seguridad. Los esquemas — en cuanto asignaciones del comportamiento del hombre respecto del hombre y de las cosas que están puestas en cuenta de antemano y regulan previamente el cálculo — no se imprimen al CAOS como un sello, sino que son primero ideados y luego enviados anticipadamente a lo que sale al encuentro, de manera tal que éste aparece en cada caso ya en el horizonte del esquema y sólo en él. El esquematizar no significa de ninguna manera un sistemático alojar lo que carece de orden en compartimentos ya preparados, sino que es un inventar que pone en cuenta, un inventar formas en las que tienen que ingresar el impulso y el embate para, de ese modo, rodear a lo viviente de algo consistente y remitirle la posibilidad de su propia consistencia y seguridad. Heideggeriana: VontadePoder

Ad 2) ¿Por qué menciona a la finalidad con especial insistencia? No con el propósito de decir lo contrario de la opinión corriente en esa forma abreviada y equívoca a la que hemos aludido para construir así una “paradoja”, sino porque la “finalidad”, es decir el poner la mira en algo, el mirar que se abre a aquello que importa, caracteriza de modo fundamental la esencia de la razón. Pues todo poner la mira en la consistencia es en el fondo un constante proponerse aquello a lo que se apunta, lo que señala el blanco y que en alemán se denomina “die Zwecke”, o sea el fin [der Zweck]. Si la razón, en cuanto percibir representante de lo real, quisiera evadirse hacia lo que carece de fin y divagar hacia lo que no tiene ni meta ni existencia consistente, o sea, si quisiera abandonar la invención de lo igual y regular, se vería superada por el embate del CAOS, y la vida, en lo que hace al ejercicio de su esencia, al aseguramiento de su existencia consistente, comenzaría a tambalearse y declinar, abandonaría su esencia y por lo tanto se malograría: “en todo otro tipo de razón, de los que hay despuntes continuamente, la vida se malogra, se vuelve inabarcable, demasiado desigual”. Heideggeriana: VontadePoder

Las categorías no son, pues, verdaderas en el sentido de que copien algo en sí que esté allí delante — cosidad, cualidad, unidad, multiplicidad —, sino que la esencia de su “verdad” se mide de acuerdo con la esencia de aquello para lo cual la “verdad” constituye su carácter distintivo, de acuerdo con la esencia del conocer. El conocer es la formación de esquemas y la esquematización del CAOS que surgen del aseguramiento perspectivista de la existencia consistente y que a él le pertenecen. El aseguramiento de la existencia consistente, en el sentido del volver consistente lo inarticulado, lo que fluye, es una condición de la vida. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche constata: se da de hecho esa determinada especie animal que es el hombre. Ni se ve ni puede demostrarse con fundamento que haya una necesidad incondicionada de que exista este tipo de seres vivientes. Esta especie animal, cuya existencia es en el fondo casual, está dispuesta en cuanto a su constitución vital de tal modo que, al chocar con el CAOS, reacciona especialmente a este determinado modo de asegurar la existencia consistente: constituir categorías y un espacio tridimensional como formas de volver consistente el CAOS. “En sí” no hay espacio tridimensional, no hay igualdad entre cosas, no hay en general cosas como algo fijo, consistente, con sus correspondientes propiedades fijas. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche quiere decir: hay casos en los que no podemos contradecir; esto significa: casos en los que no podemos entregarnos a una contradicción, sino que tenemos que evitarla. En tales casos no podemos afirmar y negar lo mismo. Tenemos la constricción de hacer lo uno o lo otro. Podemos, por supuesto, afirmar y negar una y la misma cosa, pero no al mismo tiempo y en el mismo respecto. En este no poder reina una constricción. ¿De qué tipo es esta constricción? La constricción de hacer lo uno o lo otro es — dice Nietzsche — “subjetiva”, una constricción que está en la constitución del sujeto humano; y esta constricción subjetiva de evitar la contradicción para simplemente poder pensar sobre un objeto, es “biológica”. El principio de no contradicción, la regla que dicta evitar la contradicción, es la ley fundamental de la razón, ley fundamental en la que, por lo tanto, se expresa la esencia de la razón. El principio de no contradicción no dice, sin embargo, que “en verdad”, es decir en realidad, algo contradictorio no pueda ser nunca al mismo tiempo real, sino que sólo dice que el hombre está constreñido a pensar así por razones “biológicas”; dicho de modo simplificado, el hombre tiene que evitar la contradicción para escapar a la confusión y al CAOS, o bien para dominarlos imponiéndoles la forma de lo que carece de contradicción, es decir, de lo unitario y en cada caso idéntico. Así como determinados animales marinos, como por ejemplo las medusas, desarrollan y extienden sus instrumentos prensiles, así también el animal “hombre” emplea la razón y su instrumento prensil, el principio de no contradicción, para orientarse en su ambiente y asegurar así su propia existencia consistente. Heideggeriana: VontadePoder

De este modo, de la interpretación que hace Nietzsche de la esencia de la verdad resulta, por cierto, una disminución de su rango, lo que puede evidentemente resultar sorprendente si se mira el anterior predominio metafísico de lo verdadero como lo que es y vale en sí y eternamente. Sin embargo, el proyecto metafísico de Nietzsche está ante nosotros con claridad y de modo no forzado: la verdad, en cuanto volver consistente, forma parte de la vida. La vida misma, integrada en el CAOS, le pertenece propiamente a éste, en cuanto sobrepujante devenir, en el modo del arte. Aquello de lo que no es capaz la verdad, lo lleva a cabo el arte: la transfiguración de lo viviente hacia posibilidades más altas y, por su intermedio, la realización y el ejercicio de la vida en medio de lo propiamente real, del CAOS. Heideggeriana: VontadePoder

Durante cierto tiempo, Nietzsche tendió a considerar que su posición metafísica fundamental estaba decidida y asegurada con la contraposición jerárquica de verdad y arte. La verdad fija el CAOS y, gracias a esa fijación de lo que deviene, se mantiene en el mundo aparente; el arte, en cuanto transfiguración, abre posibilidades, libera lo que deviene en su devenir, y se mueve así en el mundo “verdadero”. De ese modo queda realizada la inversión del platonismo. Bajo el supuesto de la interpretación nietzscheana del platonismo en el sentido de distinción del “mundo verdadero y el mundo aparente”, puede decirse: el mundo verdadero es lo que deviene, el mundo aparente es lo fijo y consistente. El mundo verdadero y el mundo aparente han intercambiado sus lugares, sus rangos y su carácter. La inversión sólo es realizable sobre la base de esta distinción. Heideggeriana: VontadePoder

Intencionadamente se ha hecho referencia ya en varias ocasiones a una peculiar ambigüedad en el concepto nietzscheano de verdad, ambigüedad que Nietzsche nunca quiere enmascarar, pero a la que tampoco domina de inmediato con su interno carácter abismal. Ha resultado que lo verdadero correspondiente a esa verdad no es lo verdadero; pues lo verdadero correspondiente a esa verdad significa lo consistente re-presentado, lo que es fijado como ente. Esto fijo se revela, en la perspectiva conductora dirigida al CAOS, como una consolidación de lo que deviene; la consolidación se convierte en un renegar de lo que fluye, de lo que se sobrepuja; la consolidación es un apartarse de lo propiamente real. Lo verdadero, en cuanto aquello que, siendo fijado, consolida, se excluye, por ese renegar del CAOS, de la conformidad con lo propiamente real. En referencia al CAOS, lo verdadero de esta verdad no le es adecuado, o sea no es verdadero, es un error. Nietzsche lo expresa unívocamente en la proposición ya citada: “ La verdad es la especie de error sin la cual una determinada especie de seres vivientes no podría vivir” (La voluntad de poder, 493; 1885). Esta proposición debería estar suficientemente aclarada y demostrada con lo discutido hasta el momento. Heideggeriana: VontadePoder

La verdad que se concibe como error fue determinada como lo que ha sido fijado, como lo consistente. No obstante, el error así entendido piensa necesariamente la verdad en el sentido de una conformidad con lo real, es decir con el CAOS que deviene. La verdad como error es un no acertar con la verdad. La verdad es no acertar con la verdad. En la inequívoca determinación de la esencia de la verdad como error se piensa necesariamente la verdad dos veces, y en cada caso de modo diferente, es decir se la piensa de manera ambigua: por un lado como fijación de lo consistente y por otro como conformidad con lo real. Sólo sobre la base de esta esencia de la verdad como conformidad puede ser un error la verdad como consistencia. Esta esencia de la verdad que está puesta a la base del concepto de error es lo que en el pensamiento metafísico se determinó desde antiguo como adecuación a y conformidad con lo real, como omoiosis. La conformidad no tiene que interpretarse necesariamente en el sentido de una concordancia que copia y reproduce. Cuando Nietzsche rechaza, y con razón, el concepto de verdad en el sentido de una adecuación reproductiva, no necesita por ello repudiar también la verdad en el sentido de conformidad con lo real. Y efectivamente, no repudia de ningún modo esta determinación tradicional, que pareciera ser la más natural, de la esencia de la verdad. Ésta sigue siendo, por el contrario, el criterio para poner la esencia de la verdad como fijación en oposición al arte que, en cuanto transfiguración, es una conformidad con lo que deviene y sus posibilidades y precisamente en base a esa conformidad con lo que deviene, constituye un valor superior. Pero Nietzsche, a propósito de lo que el arte forma en sus creaciones, no habla de “verdad” sino de apariencia. Sabe que la obra de arte, en cuanto posee una forma, también tiene que fijar y que de ese modo se convierte asimismo en apariencia, aunque en una “apariencia” en la que aparecen y comparecen, es decir resplandecen, las posibilidades superiores de la vida. De este modo, también el concepto de apariencia se vuelve ambiguo. Heideggeriana: VontadePoder

La verdad en cuanto tener-por-verdadero es error, aunque un error necesario. La verdad en cuanto conformidad con el devenir, el arte, es apariencia, pero una apariencia transfiguradora. No hay un “mundo verdadero” en el sentido de algo que permanezca igual, de algo eternamente válido. El pensamiento de un mundo verdadero como lo que en primer lugar, respecto de todo y por sí mismo, da la medida es un pensamiento que desemboca en la nada. El pensamiento de un mundo verdadero así pensado tiene que ser abolido; entonces sólo queda como resto el mundo aparente, el mundo como una apariencia en parte necesaria y en parte transfiguradora: verdad y arte como formas fundamentales en las que hace aparición el aparecer del mundo aparente. ¿Qué sucede con este mundo de la apariencialídad? ¿Después de que ha tenido que abolirse el mundo verdadero, puede decirse aún que nos queda como resto el mundo aparente? ¿Cómo puede quedar un resto si fuera de él no hay otra cosa? ¿El llamado resto no es entonces todo, la totalidad? ¿No es entonces el mundo aparente por sí solo el único mundo? ¿A qué debemos atenernos respecto de él, y cómo debemos mantenernos en él? Nuestra pregunta es: ¿Qué sucede con el “mundo aparente” que aún queda después de la abolición del “mundo verdadero”? ¿Qué quiere decir aquí “apariencialidad”? La elucidación de la esencia de la vida desde el aseguramiento de la existencia consistente que le es propio condujo a señalar el carácter perspectivista fundamental de la vida. Lo viviente está y se sostiene en cada caso en la trayectoria de una mirada dirigida a un círculo de posibilidades que están fijadas de uno u otro modo, ya sea como algo verdadero del conocimiento, ya sea como “obra” del arte. En cada caso, esa delimitación, el trazado de un horizonte, es: la instauración de una apariencia. Lo conformado tiene el aspecto de lo real, pero en cuanto conformado y fijo precisamente ya no es más CAOS sino un embate que ha sido fijado. La apariencia se erige en el espacio de la perspectiva del caso, en la cual impera un determinado punto de vista respecto del cual el horizonte es “relativo”. De acuerdo con ello, dice Nietzsche en el n. 567 (1888): “¡Lo perspectivo es, por lo tanto, lo que da el carácter de “apariencia”! ¡Como si quedara aún un mundo una vez que se quita lo perspectivo! Con ello se habría quitado la relatividad!” Heideggeriana: VontadePoder

La interpretación de la verdad como tener-por-verdadero mostró que el representar [Vorstellen  ] como poner-delante [Vor-stellen] es un poner-delante [Vor-stellen] de lo que embiste y de ese modo el volver consistente del CAOS. Lo verdadero de este tener-por-verdadero consolida lo que deviene, con lo que precisamente no corresponde con el carácter de devenir del CAOS. Lo verdadero de esta verdad es no correspondencia, no verdad, error, ilusión. Pero la caracterización de lo verdadero como una especie de error se funda en la adecuación de lo puesto-delante a lo que ha de fijarse. Incluso cuando lo verdadero propio del tener-por-verdadero es comprendido como lo no verdadero se pone aún como base la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis. Pero si se derrumba el “mundo verdadero” de lo en sí ente, y con él también la distinción respecto de un mundo sólo aparente, ¿no es arrastrada por ese derrumbe también la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis? De ninguna manera, antes bien sólo ahora llega esta esencia de la verdad a una exclusividad sin obstáculos. Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero qué es ahora, después de todo lo dicho, el aseguramiento de la existencia consistente? Ni sólo fijación del CAOS en el conocimiento ni sólo transfiguración en el arte, sino las dos cosas a la vez. Pero ambas son en esencia una sola: asimilación y ordenación de la vida humana al CAOS: omoiosis. Esta asimilación no es una igualación a lo allí presente que lo imita y lo reproduce, sino: transfiguración que fija, ordenarte-inventiva, perspectivista-horizontal. Heideggeriana: VontadePoder

Si la verdad es en esencia una asimilación al CAOS, y si este asimilar ordena e inventa, surge con mayor fuerza la pregunta: ¿de dónde toman su medida, su directiva [Richte] el tener-por-verdadero y el ser verdadero, en cuanto asimilación, de dónde surge algo recto [Rechte]? Preguntando de este modo hemos llevado al extremo el tener-por-verdadero como ordenar y la omoiosis como asimilación al CAOS. Se vuelve inevitable el pensamiento de que la asimilación misma y sólo ella puede y debe dar la medida y producir lo recto, de que ella decide en esencia sobre la medida y la directiva. En cuanto omoiosis, la verdad tiene que ser lo que Nietzsche llama “justicia” [Gerechtigkeit  ]. Heideggeriana: VontadePoder

¿Qué quiere decir Nietzsche con la palabra “justicia”, que nosotros inmediatamente relacionamos con el derecho y la jurisprudencia, con la moralidad y la virtud? Para Nietzsche, la palabra “justicia” no tiene ni un significado “jurídico” ni un significado “moral”, sino que, antes bien, nombra aquello que debe asumir y ejecutar la esencia de la omoiosis: la asimilación al CAOS, es decir al ente en su totalidad, y por lo tanto éste mismo. Pensar el ente en su totalidad, más concretamente, pensarlo en su verdad y pensar la verdad en él, eso es metafísica “Justicia” es aquí el nombre metafísico para referirse a la esencia de la verdad, al modo en el que en el final de la metafísica occidental tiene que pensarse la esencia de la verdad; el mantenimiento de la esencia de la verdad como omoiosis y la interpretación de ésta como justicia hacen del pensamiento metafísico que lleva a cabo esta interpretación el acabamiento de la metafísica. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche comprende por justicia aquello que hace posible y necesaria la verdad en el sentido de tener-por-verdadero, es decir de la asimilación al CAOS. Justicia es la esencia de la verdad, entendiendo “esencia” de modo metafísico como fundamento de posibilidad. En todos los casos en que Nietzsche trata de comprender la esencia de la verdad en los últimos años de su pensar, después de la publicación de Así habló Zaratustra, la piensa desde el fundamento de su posibilidad: desde la justicia. Tiene de ésta un saber profundo, y sin embargo rara vez habla de ella. Si prescindimos de observaciones ocasionales y por sí mismas apenas comprensibles, hay sólo dos notas casi simultáneas que perfilan — aunque con la mayor precisión — la esencia de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

Se trataba de preguntar dónde el carácter de orden del conocer humano y la esencia inventiva de la razón humana tienen el fundamento que les da su derecho y su medida. La respuesta es: en la justicia. De acuerdo con la constitución señalada, ésta es: el fundamento de la necesidad y de la posibilidad de todo tipo de conformidad del hombre con el CAOS, ya se trate de la más elevada del arte o de la del conocimiento. La explicación que ordena y la transfiguración que inventa son “rectas” y justas porque la vida misma es en el fondo lo que Nietzsche denomina justicia. Heideggeriana: VontadePoder

Este pensar a fondo la esencia de la voluntad de poder en la figura del conocimiento y la verdad tenía como meta entender qué, y cómo, Nietzsche, al pensar su pensamiento único de la voluntad de poder, se convierte en quien lleva a su acabamiento la metafísica occidental. La metafísica piensa el ente en su totalidad, piensa qué es y cómo es. Hasta ahora sólo el conocimiento, en cuanto aseguramiento de la existencia consistente de la vida humana, ha sido pensado retrotrayéndolo a la justicia y con ella a la voluntad de poder. Pero la vida humana sólo es lo que es en base a la remisión al CAOS; éste, la totalidad del ente, tiene el carácter fundamental de la voluntad de poder. Se trata de ver “que es la voluntad de poder la que conduce también al mundo inorgánico, o más bien, que no hay un mundo inorgánico” (XIII, n. 204; 1885). Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero no oíamos repetidas veces que para Nietzsche la esencia del ente en su totalidad era el CAOS, o sea el “devenir”, y precisamente no un “ser”, en el sentido de lo fijo y consistente, al que piensa como lo no verdadero e irreal? El ser es rechazado en beneficio del devenir, cuyo carácter de devenir y de movimiento queda determinado como voluntad de poder. ¿Puede entonces llamarse al pensamiento de Nietzsche un acabamiento de la metafísica? ¿No es más bien su negación, o incluso su superación? ¿Fuera del “ser”, en dirección al “devenir”? De hecho, la filosofía de Nietzsche se interpreta muchas veces de este modo. Y si no exactamente así, entonces se dice: en la historia de la filosofía ya hubo, muy pronto, en Heráclito  , y más tarde, inmediatamente antes de Nietzsche, en Hegel  , en lugar de la “metafísica del ser” una “metafísica del devenir”.Visto a grandes rasgos, es correcto, pero en el fondo es una carencia de pensamiento que no se queda atrás de la anterior. Heideggeriana: VontadePoder

Finalmente, el ser entra en contraposición y en competencia con el devenir en cuanto éste reclama el lugar del ser. La contraposición entre ambos se despliega sobre el suelo no explícitamente considerado de lo “real efectivo”, la realidad de lo cual reivindica el ser porque es contraria a lo irreal y lo nulo, pero al mismo tiempo exige para sí el carácter de devenir, ya que no quisiera ser algo que está allí delante rígido y sin “vida”. Hegel da el primer paso para eliminar esta contraposición en favor del “devenir”, entendiendo a éste desde lo suprasensible, desde la idea   absoluta, como su autoexposición. Nietzsche, que invierte el platonismo, traslada el devenir a lo “viviente” en cuanto CAOS “que vive corporalmente”. Este suprimir la contraposición de ser y devenir invirtiéndola constituye el auténtico acabamiento. En efecto, ahora ya no hay ninguna salida, ni en la división ni en una fusión más adecuada. Esto se muestra en que el “devenir” pretende haber asumido la preeminencia respecto del ser, mientras que la preponderancia del devenir no hace más que llevar a cabo la confirmación extrema del inconmovido poder del ser en el sentido del volver consistente del presenciar (aseguramiento); pues la interpretación del ente y de su entidad como devenir es el volver consistente del devenir en la presencia incondicionada. Para salvar su preponderancia, el devenir se entrega a la tutela del volver consistente del presenciar. En este volver consistente impera la inicial, aunque no reconocida ni fundada, verdad del ser, sólo que desviada a su inesencia, en la que se olvida a sí Misma. Este dar al devenir el poder del ser le quita a aquél la última posibilidad de preeminencia y a éste le devuelve su esencia inicial (el carácter de physis  ), pero llevada al acabamiento en su inesencia. Ahora, la entidad lo es todo y cubre todo a la vez: cambio y consistencia. Satisface de modo incondicionado las pretensiones del ente (de la “vida”). En tal satisfacer aparece como lo incuestionado y como el más amplio albergue. Heideggeriana: EternoRetorno  

La continuación esencial de este momento último de la metafísica, es decir del proyecto de la entidad en dirección del volver consistente del presenciar, se manifiesta en la correspondiente determinación de la esencia de la “verdad”. Desaparece ahora el último hálito de una resonancia de la aletheia  . La verdad se convierte en justicia, en el sentido del imperativo fundirse de lo que se ordena a sí mismo en el impulso de su sobreelevación. Toda corrección es sólo un estadio previo y una ocasión para la sobreelevación, todo fijar es sólo un apoyo para la disolución en el devenir y por lo tanto en el querer volver consistente el “CAOS”. Ahora sólo queda la invocación de la vitalidad de la vida. La esencia inicial de la verdad se ha transformado de tal modo que la transformación equivale a un apartamiento (no a una aniquilación) de su esencia. El ser verdadero se disuelve en la presencia, que en cada caso retorna, de un dar poder al poder. La verdad se vuelve nuevamente lo mismo que el ser, sólo que éste, entretanto, ha asumido el acabamiento en su inesencia. Pero cuando la verdad como corrección y como desocultamiento se ha aplanado en la “conformidad a la vida”, cuando se ha apartado de este modo a la verdad, la esencia de la verdad ha perdido todo dominio. En el ámbito de la preponderancia de las “perspectivas” y los “horizontes” carentes de perspectivas, es decir, privados de despejamiento, no puede ser ya digna de que se la interrogue. ¿Pero qué sucede entonces? Entonces comienza la donación de sentido como “transvaloración de todos los valores”. La “carencia de sentido” se convierte en el único “sentido”. La verdad es “justicia”, es decir suprema voluntad de poder. A esta “justicia” sólo le hace justicia el dominio incondicional de la tierra por parte del hombre. Pero la instalación en lo planetario ya no es más que la consecuencia del antropomorfismo incondicionado. Heideggeriana: EternoRetorno

Con frecuencia designa como valores no sólo a las condiciones de esas formaciones de dominio sino a las formaciones mismas. En efecto, ellas crean las vías y las instituciones, y por lo tanto las condiciones bajo las cuales el mundo, que es esencialmente “CAOS” y nunca “organismo”, se ordena como voluntad de poder. De este modo se vuelve comprensible la formulación, en un primer momento extraña, de que la “ciencia” (el conocimiento, la verdad) y el “arte” son “valores”. “¿Respecto de qué se mide objetivamente el valor? Sólo respecto del quantum de poder acrecentado y organizado … “ (La voluntad de poder, n. 674). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche  

Puesto que la dominación del CAOS desde la nueva posición de valores ya está puesta por ésta bajo la ley de la totalidad, toda participación humana en la ejecución del nuevo orden tiene que llevar en sí la marca de la totalidad. Con el nihilismo aflora históricamente el dominio de lo “total”. En ello se manifiesta el rasgo fundamental, que pugna por salir a luz, de la esencia propiamente afirmativa del nihilismo. La totalidad no significa nunca, por cierto, un mero acrecentamiento de lo parcial, pero tampoco es la exageración de lo habitual, como si lo total pudiese conseguirse jamás por medio de una ampliación y alteración cuantitativa de lo ya existente. La totalidad se funda siempre en la decisión anticipadora de una inversión esencial. Por eso también fracasa todo intento de computar lo nuevo que surge de la inversión incondicionado empleando los medios de los modos de pensar y experimentar existentes hasta el momento. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Efectivamente. La verdad, para Nietzsche, es incluso esencialmente error, más precisamente aquella “especie de error” cuyo carácter sólo e delimita de modo suficiente si se reconoce expresamente el origen de la esencia de la verdad desde la esencia del ser, y esto quiere decir aquí: desde la voluntad de poder. El eterno retorno de lo mismo dice cómo es en su totalidad el ente que, en cuanto universo no tiene ningún valor ni ninguna meta en sí. La carencia de valor del ente en su totalidad, una determinación en apariencia sólo negativa, se funda en la determinación positiva por la que se le ha asignado de antemano al ente el todo del eterno retorno de lo mismo. Este rasgo de carácter fundamental del ente en su totalidad impide también que se piense el mundo corno un “organismo”, ya que no está dispuesto por ninguna conexión de fines existente en sí ni remite a ningún estado final en sí. “Tenemos que pensar [el universo] en cuanto todo precisamente del modo más alejado posible de lo orgánico” (XII, 60). Sólo si el ente en su totalidad es CAOS le queda garantizada, en cuanto voluntad de poder, la continua posibilidad de configurarse de modo “orgánico” en formaciones de domino en cada caso limitadas de duración relativa. Pero “CAOS” no significa una confusión que bulle ciegamente sino la multiplicidad del ente en su totalidad que insta a un orden de poder, que marca los límites del poder, que en la lucha por los límites de poder está siempre preñada de decisiones. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Que este CAOS en su totalidad sea eterno retorno de lo mismo sólo se convierte en el pensamiento más extraño y terrible si se llega a comprender y se toma en serio que el pensar de este pensamiento tiene que tener la forma esencial del proyecto metafísico. La verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad es determinada exclusivamente por el ser del ente mismo. Ni es una vivencia sólo personal del pensador, encerrada en el ámbito de validez de una opinión personal, ni puede esta verdad demostrarse “científicamente”, es decir por medio de la investigación de ámbitos singulares del ente, de la naturaleza o de la historia, por ejemplo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Lo inverso de la humanización, o sea la humanización por medio del superhombre, es la “deshumanización”. Ésta libera al ente de las posiciones de valor del hombre que ha existido hasta el momento. Mediante esta deshumanización el ente se muestra “desnudo”, como el ejercicio del poder y la lucha de las formaciones de dominio de la voluntad de poder, es decir, del “CAOS”. Así, el ente es, puramente desde la esencia de su ser: “naturaleza”. Por eso, en un primer proyecto de la doctrina del eterno retorno de lo mismo, se dice: “ Chaos sive natura: “De la deshumanizacíón de la naturaleza”” (XII, 426). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Así pues, podría esperarse “una buena definición del nihilismo” de una explicación de línea, si el esfuerzo humanamente posible por la curación pudiera compararse a un cortejo trans lineam. Es cierto que usted acentúa que el nihilismo no puede equipararse a la enfermedad, como tampoco al CAOS y a lo malo. El nihilismo mismo, como tampoco el agente cancerígeno, no son algo enfermizo. Respecto a la esencia del nihilismo no hay ninguna perspectiva y ninguna pretensión razonable de curación. Sin embargo, su escrito mantiene un estilo médico, como ya indica la división en pronóstico, diagnóstico, terapia. El joven Nietzsche llama una vez al filósofo el “médico de la cultura” (WW X, pág. 225). Pero ahora ya no se trata sólo de la cultura. Usted dice con razón: “El todo está en juego”. “Se trata del planeta en general” (pág. 47). El curar sólo puede referirse a las consecuencias malignas y a los fenómenos amenazadores que acompañan a este proceso planetario. Tanto más urgentemente necesitamos el conocimiento y el reconocimiento del agente, es decir, de la esencia del nihilismo. Tanto más necesario es el pensar, suponiendo que sólo en el pensar correspondiente se prepare una experiencia suficiente de la esencia. [388] Pero, en la misma medida en que se desvanecen las posibilidades de una curación inmediatamente eficaz, se ha reducido también la capacidad del pensar. La esencia del nihilismo no es ni curable ni incurable. Es lo sin cura, pero en cuanto tal es, sin embargo, una remisión única a la cura. Si el pensar debe acercarse al ámbito de la esencia del nihilismo, entonces será necesariamente previo y, por tanto, otro. Heideggeriana: PreguntaSer