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GA56-57:112-116 – Caracterização dos níveis de privação de vida

sexta-feira 5 de janeiro de 2024, por Cardoso de Castro

Escudero

Para no caer en confusiones y distorsionar así la actitud fenomenológica desde el principio  , hay que tener clara una distinción fundamental: como mínimo tenemos un conocimiento elemental del proceso de teoretización en relación con su origen y su creciente privación de vida. En la cúspide de este proceso de teoretización sale a relucir el carácter totalmente vacío, meramente objetivo y formal   del algo. De ese algo se ha borrado todo contenido. Su sentido carece de cualquier referencia al contenido mundano, por muy radicalmente teoretizado que esté ese contenido. Este algo es lo absolutamente privado de mundo, extraño al mundo; es la esfera donde uno pierde el aliento y no puede vivir.

¿Se puede mantener esta caracterización de los niveles de privación de vida que culmina en el simple algo sin más? ¿Se corresponde con el comportamiento fenomenología) genuino? Volvamos a recordar la vivencia del mundo circundante de la cátedra. Yo comienzo a teoretizar progresivamente a partir de lo vivido en el mundo circundante: la cátedra es marrón; marrón es un color; el color es un dato sensorial genuino; el dato sensorial es el resultado de procesos físicos o fisiológicos; los procesos físicos son la causa primaria; esta causa, lo objetivo, responde a un determinado número de oscilaciones de éter; los núcleos de éter se descomponen en elementos simples que están conectados por leyes igualmente simples; los elementos son lo último; los elementos son algo en general

Todos estos juicios se pueden expresar en el marco de una sucesión temporal   confusa y carente de orden. Sin embargo, si prestamos atención a su sentido y nos fijamos en las conexiones determinadas por el hecho de [136] que un juicio está motivado por una y sólo una cosa procedente de la multiplicidad, nos damos cuenta de que la posible falta de orden de los juicios factuales da paso a un orden y a una regularidad determinados. Entrar en los motivos concretos y en los objetos de la motivación exige un examen demasiado detallado. Miremos, antes bien, a la conclusión del proceso de las motivaciones, es decir, a la más alta teoretización. ¿Tiene esta teoretización su motivo en el anterior principio: «los elementos son lo último»? Indudablemente, más profunda en sus motivos, es decir, hasta llegar al corazón de la vivencia del mundo circundante. Pero ustedes tienen seguramente la confusa sensación de que aquí hay algo que no acaba de cuadrar.

¿Acaso tenemos que atravesar todos los estadios motivacionales, comenzando con la percepción del marrón, para ser capaces de emitir el juicio («capaz» según la posibilidad del sentido y de su realización): «es [ello] algo». Pero, con respecto a los detalles particulares que en cada caso forman parte de la realidad, ¿no es cierto que cada estadio teoretizado de esa realidad permite formular el juicio «es algo»? ¿Y no ocurre que esta última caracterización teorética del simple algo sin más cae por entero fuera de la sucesión de los estadios, de manera que cada estadio la puede motivar? En efecto, en esencia éste es el caso — o para ser más exactos con lo que diremos después: se puede poner de manifiesto que en cada estadio existe la posibilidad de entenderlo teoréticamente como un simple algo. Tomen ustedes plena conciencia de esta evidencia, pero consideren al mismo tiempo el siguiente comportamiento: ¿existe en cada estadio el motivo que posibilita el juicio: «es marrón» o «es un color»? ¡De ninguna manera! Estas conductas teoréticas están limitadas a una determinada esfera de realidad. Yo llamo a esto el específico constreñimiento de los niveles del [137] proceso de privación de la vida. En contraste con este constreñimiento, la teoretización formal es evidentemente libre. A partir de esta situación emergen de manera inmediata nuevas evidencias:

1. la motivación para una teoretización formal tiene que ser cualitativamente diferente; y de acuerdo con esto:

2. no forma parte de la secuencia de los estadios de los niveles específicos de privación de vida; y de acuerdo con esto:

3. la teoretización formal tampoco es la cima, el punto más elevado del proceso de privación de vida.

Lo que hasta el momento se calificaba de eminentemente teorético, parece que no forma parte del proceso de privación de vida. De este modo, existirían dos tipos de conductas teoréticas fundamentalmente diferentes, cuya conexión esencial representa de entrada un gran problema. Las conclusiones en [el terreno de] la fenomenología son siempre peligrosas y carecen de valor mientras su contenido no se muestre con evidencia.

También podría darse el caso de que lo formalmente objetivo no mantuviera inicialmente ninguna conexión con el proceso teorético, es decir, que el origen de sus motivaciones en la vida fuera algo cualitativa y esencialmente diferente, de modo que no resulte apropiado hablar de tipos y de diferentes tipos de procesos de posibles teoretizaciones.

Dijimos que la objetivación formal es libre, es decir, no está constreñida por ningún estadio. Cada estadio tiene en sí mismo la posibilidad de ser considerado desde un punto de vista formal. La caracterización formal no exige ninguna motivación específica que arranque de algún determinado estadio del proceso de teoretización. Pero tampoco está simplemente atada a la esfera teorética, al ámbito de los objetos en general. La amplitud [138] de la posible caracterización formal y objetiva es obviamente mucho mayor. (Aquí remito a lo dicho anteriormente.) Lo circundante es algo; lo que tiene valor es algo; lo válido es algo; cualquier cosa mundana, sea — por ejemplo — de tipo estético, religioso o social, es algo. Todo lo que puede ser vivido es un posible algo, independientemente de su genuino carácter mundano. El sentido del «algo» remite justamente a «lo vivenciable en general». La indiferencia del algo en general — bien con respecto a cada mundanidad genuina o, en particular, bien con respecto a cada determinado tipo de objetos — no se identifica de ninguna manera con la privación de vida o con el grado máximo de esta privación, el de la teoretización más sublime. Tampoco remite a una interrupción absoluta de las relaciones vitales, ni a una ralentización del proceso de privación de vida, ni a una fría constatación teorética de algo vivenciable. Antes bien, es el indicador de la máxima potencialidad de la vida. Su sentido descansa en la plenitud de la vida misma e implica que ésta todavía no tiene ninguna caracterización mundana genuina, pero que probablemente alberga en el interior de la vida la motivación para tal caracterización. Se trata del «todavía-no», es decir, de lo que todavía no ha irrumpido en una vida genuina; se trata de lo esencialmente premundano. Pero esto significa que el sentido del algo como lo vivenciable encierra el momento del «hacia», del «en dirección a», del «hacia el interior de un mundo (determinado)» — yeso con toda la energía de su «ímpetu vital».

El «algo» como lo pre-mundano en general no debe concebirse teoréticamente, en términos de una consideración fisiológica y genética. Es un fenómeno fundamental, que puede ser vivido comprensivamente, por ejemplo, en la situación vital en la que pasamos de un mundo de vivencias a otro mundo genuino o en los [139] momentos de especial intensidad vital; en cambio, [este fenómeno del algo] no puede ser vivido, o al menos sólo en raras ocasiones, en aquellos tipos de vivencias que están fijamente anclados en un mundo que no permite alcanzar — precisamente en el interior de ese mundo — una alta intensidad vital.

En el algo, entendido como lo vivenciable sin más, no debemos ver tanto una cosa radicalmente teorética y privada de vida como un momento esencial de la vida en y para sí, que guarda una estrecha relación con el carácter apropiador de las vivencias en cuanto tales. El algo formal y objetivo de la cognoscibilidad, el algo de la teoretización formal, arranca en primer lugar de este algo premundano de la vida. La tendencia hacia un mundo puede ser desviada teoréticamente antes de su expresión. Por ello, la universalidad de lo formalmente objetivo se apropia de su origen a partir del en-sí del flujo de las vivencias de la vida.

Visto de esta manera — es decir, comprendido desde [la perspectiva de] lo premundano, de la vida en y para silo formalmente objetivo ya no es más un retro-concepto [Rück-griff, es decir, un volver hacia atrás para atrapar lo objetivo mediante un concepto], sino un con-cepto [Begriff  , esto es, un concebir directo o un comprender inmediato]. Una transformación radical del comportamiento que comprende la vivencia. Más tarde habrá que clarificar los términos de: retroconcepto (motivación), preconcepto (tendencia), concepto (objeto). Preconceptos y retro-conceptos («visión»).

Hay que distinguir con claridad entre lo teorético objetivante y el algo pre-mundano de la vida en sí, lo formalmente objetivo que emerge desde aquí (¿sólo desde aquí?) como privación de vida. La primera esfera es como tal una esfera que pertenece absolutamente a la vida, las otras dos esferas son relativas, están condicionadas. [140] Existen por la gracia de un «si» — si está privado de vida, lo vivenciable aparece así o así, es aprehensible sólo en conceptos. Este «si» fundamental pertenece a lo específicamente objetivo y a lo formalmente objetivo derivado a partir de aquí; esto es, comprendido en términos de motivación, el momento común tanto de la esfera de lo formalmente objetivo como de la esfera de los objetos.

Arrien & Camilleri

Afin de ne pas sombrer dans la confusion ni fausser continuellement l’attitude phénoménologique en son principe, il faut clarifier une distinction fondamentale : nous connaissons en gros le processus   de théorisation (ou plutôt de dévitalisation progressive), du moins en ce qui concerne son origine et la dévitalisation croissante. Le caractère entièrement vide du quelque chose, ne contenant plus que de façon formelle l’objectuel (das Gegenständliches) en général, en est apparu jusqu’ici comme le point culminant. En lui, toute teneur de contenu se trouve même effacée ; à son sens fait défaut toute référence à un contenu mondain, même radicalement théorisé. C’est le sans-monde absolu, ce qui est absolument étranger au monde ; c’est la sphère où l’on ne peut ni vivre ni respirer.

Cette caractérisation des degrés de la dévitalisation et du processus culminant dans le simple quelque chose en général (qui en serait donc le faîte) est-elle défendable ? Correspond-elle au se-rapporter authentique propre au phénomène ? [113] Représentons-nous à nouveau le vécu du monde ambiant de la chaire. Partant de ce qui est vécu dans le monde ambiant je théorise progressivement : c’est marron ; le marron est une couleur ; une couleur est une donnée sensible authentique ; une donnée sensible résulte de processus physiques ou physiologiques ; les processus physiques sont la cause première ; cette cause première, ce qui est objectif, est une grandeur déterminée des oscillations de l’éther ; le noyau de l’éther se décompose en éléments simples ; entre ces éléments simples subsistent des lois simples. Ces éléments sont derniers ; ces éléments sont quelque chose en général.

Tous ces jugements, selon leur succession temporelle, peuvent surgir dans le désordre et sans règle. Mais si nous portons attention à leur sens, nous voyons que les connexions sont déterminées par le fait qu’un jugement, en vertu de son sens, n’est motivé que par une unique chose provenant de cette multiplicité ; nous constatons alors que le possible désordre des contingences factuelles fait place à une gradation et à une régularité assurément orientée. Aborder les motifs individuels et ce qu’ils motivent exigerait ici trop de connaissances. Tournons-nous plutôt vers le terme du processus motivationnel, c’est-à-dire vers la théorisation la plus poussée. Est-elle motivée dans la proposition précédente, « les éléments sont derniers » ? Sans aucun doute – plus profondément dans son motif, jusqu’à rejoindre du vécu du monde ambiant. Mais vous avez certainement déjà en vous le vague sentiment que quelque chose cloche ici.

Car doit-on parcourir toutes les étapes motivationnelles depuis la perception du marron pour pouvoir formuler le jugement suivant (« pouvoir » au sens de la possibilité et de l’effectuation du sens) : « c’est quelque chose » ? Chaque degré théorisé de réalité, en référence à chacune des particularités de réalité qui lui appartiennent, n’admet-il pas au contraire le jugement « c’est quelque chose » ? Et cette caractérisation théorique ultime du simple quelque chose en général (das blößen Etwas überhaupt) ne tombe-t-elle pas entièrement hors de cette gradation, en sorte que chaque degré peut la motiver ? En fait, ou, dirons-nous plus précisément désormais : en l’essence, il est évident que chaque [114] degré, en vertu de son sens, contient la possibilité d’être visé théoriquement comme un simple quelque chose. Prenez-en conscience en toute évidence, de même que du rapport d’essence suivant : chaque degré implique-t-il le motif potentiel du jugement « c’est marron » ou du jugement « c’est une couleur » ? Absolument pas ! Ces théorisations sont limitées à une sphère de réalité déterminée. J’appellerai cela : la gradation spécifique des étapes dans le processus de dévitalisation. Par contraste, la théorisation formelle est de toute évidence libre. De cette situation   essentielle, il résulte immédiatement de nouvelles évidences :

1. La motivation d’une théorisation formelle doit être qualitativement autre. De là :

2. Elle n’appartient pas à l’ensemble des étapes spécifiques des degrés de dévitalisation. De là :

3. La théorisation formelle n’est pas non plus le point culminant, le faîte du processus de dévitalisation.

Il en ressort que ce qui a valu jusqu’ici comme éminemment théorique n’appartient pas du tout au processus de la dévitalisation. Nous aurions donc affaire à deux types fondamentalement différents de théorique, dont la connexion d’essence soulève de prime abord un problème majeur. Seulement, les conclusions en phénoménologie sont toujours périlleuses et sans valeur tant que leur contenu n’a pas été justifié avec évidence.

Mais il se pourrait aussi que ce qui est formellement objectuel (das formal Gegenständlichen) n’ait de prime abord aucun lien avec le processus théorique, c’est-à-dire que l’origine de ses motivations dans la vie soit qualitativement, essentiellement et fondamentalement autre, et donc qu’il serait inapproprié de simplement parler de types et de différences typiques à propos des processus de théorisation possible.

Nous avons dit : l’objectualisation formelle est libre, ce qui signifie qu’elle n’est liée à aucune gradation. Chaque degré a en soi la possibilité d’être considéré formellement. La caractérisation formelle n’exige pas d’ancrage spécifique dans un degré précis du processus de théorisation. [115] Elle n’est pas non plus simplement liée à la sphère théorique, c’est-à-dire à la région d’objet (Objektgebiet) en général. Il est évident que la portée d’une possible caractéristique objectuelle-formelle est plus vaste (je renvoie ici à ce qui a déjà été dit). Ce qui relève du monde ambiant est quelque chose ; ce qui a été appréhendé comme valeur est quelque chose ; la validité est quelque chose ; tout ce qui est mondain – que ce soit, par exemple, de l’ordre de l’esthétique, du religieux ou du social – est quelque chose. Tout ce qui peut être vécu en général est un possible quelque chose, indépendamment de son véritable caractère mondain. Le sens du quelque chose signifie justement : « ce qui peut être vécu en général (Erlebbares überhaupt) ». L’indifférence propre au quelque chose en général à l’égard de tout ce qui revêt le véritable caractère de la mondanité et, en particulier, à l’égard de tout ce qui revêt le caractère déterminé de l’objectité (Objektartigkeit), n’est en aucun cas identique au vécu dévitalisé ni même à son plus haut degré de dévitalisation, à savoir la plus sublime des théorisations. Il ne s’agit pas d’une interruption absolue du rapport à la vie, ni d’un relâchement propre à la dévitalisation, ni d’une fixation ou d’une cristallisation théorique de ce qui peut être vécu. Il s’agit bien plutôt de l’indice de la potentialité la plus haute de la vie. Son sens repose dans la vie même en sa plénitude et signifie justement que celle-ci n’est encore marquée d’aucune caractérisation véritable (mondaine), même si une telle caractérisation vit bien dans la vie en la motivant. Il s’agit du « pas-encore » (das « Noch-nicht   »), c’est-à-dire ce qui n’a pas encore fait irruption dans une vie véritable : le prémondain essentiel. Mais c’est pourtant là que réside, dans le sens du quelque chose (en tant que ce qui peut être vécu), le moment du « vers », de la « direction vers », du « jusque dans un monde (déterminé) » – et ce, dans son « élan vital » non affaibli.

Le « quelque chose » en tant que pré-mondain en général ne peut être pensé théoriquement dans le sens d’une observation physiologique et génétique. C’est un phénomène fondamental, qui peut être vécu compréhensivement, par exemple dans la situation vécue où l’on glisse d’un monde vécu vers un (véritablement) autre, ou dans des moments de vie particulièrement intenses ; et précisément pas, ou rarement, dans ces types d’expériences vécues qui sont figées dans un monde sans justement atteindre en son sein   une intensité de la vie hautement accrue.

[116] Dans le quelque chose en tant que « ce qui peut être vécu en général », nous ne trouvons rien de radicalement théorisé et dévitalisé mais bien plutôt un moment essentiel de la vie en soi et pour soi, qui se tient en étroite relation avec le caractère d’événement du vécu en tant que tel. C’est à partir de ce quelque chose prémondain de la vie qu’est d’abord motivé le quelque chose formel et objectuel susceptible d’être connu (Etwas der Erkennbarkeit). C’est-à-dire le quelque chose d’une théorisation formelle. La tendance dans un monde peut être détournée théoriquement avant de s’exprimer. Pour cette raison, l’universalité de ce qui est formellement objectuel tire son origine à partir de l’en soi de l’expérience vécue et fluante de la vie.

Envisagé ainsi, c’est-à-dire compris à partir du prémondain, à partir de la vie en et pour soi, ce qui est formellement objectuel n’est déjà plus une re-saisie (Rück-griff) mais déjà une saisie conceptuelle (Be-griff). Changement radical du comportement compréhensif à l’égard du vécu. Il faudra élucider cela plus tard : re-saisie (Rückgriff) (motivation), pré-saisie (Vorgriff) (tendance), concept (Begriff) (objet). Pré-saisies, ressaisies (« vue »).

Il faut donc nettement séparer : le quelque chose pré-mondain de la vie en soi, le formellement objectuel qui émerge de là – seulement de là ? – en tant que dévitalisation et le théorique objectivant. La première sphère, celle de la vie est comme telle absolue, alors que les deux autres sont relatives et conditionnées. Elles existent par la grâce d’un « si » : s’il est dévitalisé, ce qui peut être vécu apparaît comme ceci et comme cela, il ne peut être saisi que par des concepts. Ce « si » fondamental appartient à ce qui relève de l’objet (Objektartig) et à ce qui en ressort de formellement objectuel en général ; compris en termes de motivation, c’est le moment commun à l’objectuel-formel et à la sphère d’objet (Objektsphäre).

Original

Um hier nicht in Verwirrung zu geraten und die phänomenologische Einstellung   nicht von Grund   aus und fortwährend zu verkehren  , muß eine fundamentale Scheidung einsichtig gemacht werden  : Wir kennen den Prozeß der Theoretisierung bzw. fortschreitenden Entlebung im Rohen mindestens bezüglich seines Ursprungs und hinsichtlich der zunehmenden Entlebung. Als die höchste Spitze erschien bisher der ganz leere   und nur noch Gegenständliches überhaupt formaliter enthaltende Charakter des Etwas. In ihm ist sogar jede Inhaltlichkeit herausgestrichen, in seinem Sinn   fehlt jede Bezugnahme auf   einen wenn auch noch so radikal theoretisierten Weltgehalt. Es ist das absolute Weltlose, Welt  -fremde; es ist die Sphäre, wo einem der Atem ausgeht und man nicht leben   kann.

Ist diese Charakterisierung der Entlebungsstufen und des Auslaufens des Prozesses in dem bloßen Etwas überhaupt als seiner Spitze haltbar, entspricht sie den echten Phänomenverhalten? [113] Vergegenwärtigen wir uns wieder das Umwelterlebnis: das Katheder. Aus dem umweltlich Erlebten heraus theoreti-siere ich   fortschreitend: Es ist braun; braun ist eine Farbe  ; Farbe ist echtes Empfindungsdatum; Empfindungsdatum ist Resultat von physischen oder physiologischen Prozessen; die physischen sind die primäre Ursache  ; diese Ursache, das Objektive, ist eine bestimmte Anzahl von Ätherschwingungen; die Ätherkerne zerfallen in einfache Elemente; zwischen   ihnen als einfachen Elementen bestehen   einfache Gesetzlichkeiten; die Elemente sind letzte; die Elemente sind etwas überhaupt.

Alle diese Urteile   können ihrer zeitlichen Abfolge   nach in einem regellosen Durcheinander gefällt werden. Achten   wir aber auf ihren Sinn und sehen   wir auf die Zusammenhänge, die dadurch bestimmt werden, daJß ein Urteil seinem Sinne nach eines und nur eines aus der Mannigfaltigkeit   motiviert, dann   zeigt sich, daß   die mögliche Regellosigkeit der tatsächlichen Fällbarkeit einer bestimmt gerichteten Stufung und Regelhaftigkeit Platz   macht  . Auf die einzelnen Motive und Moti-vate einzugehen, würde zuviel Einsichten beanspruchen. Wir sehen vielmehr auf den Abschluß des Motivationsprozesses hin, die höchste Theoretisierung. Ist sie in dem vorangehenden Satz  : »Die Elemente sind letzte« motiviert? Zweifellos — tiefer   in seinem Motiv, und d. h. bis hinab zum Umwelterlebnis. Aber Sie haben   gewiß schon für sich selbst   das unbestimmte Gefühl  , daß hierbei etwas nicht stimmt.

Müssen denn die motivierenden Schritte von der Braun-Wahrnehmung   aus alle durchlaufen werden, um urteilen zu können (»können« nach der Möglichkeit   des Sinnes und Sinnvollzugs): »Es ist etwas«? Läßt vielmehr nicht jede theoretisierte Realitätsstufe bezüglich der jeweiligen zu ihr gehörigen Realitätseinzelheiten das Urteil zu: Es ist etwas? Und fällt denn diese letzte theoretische Charakterisierung des bloßen Etwas überhaupt ganz aus der Stufenfolge heraus, so zwar, daß jede Stufe sie motivieren kann? In der Tat — oder sagen   wir genauer künftig — im Wesen  : Es läßt sich zur Evidenz bringen  , in jeder [114] Stufe liegt ihrem Sinn nach die Möglichkeit, als bloßes Etwas theoretisch   meinbar zu sein. Bringen Sie sich das zur vollen Evidenz, aber zugleich zu ebensolcher den folgenden Wesensverhalt: Liegt in jeder Stufe das mögliche Motiv für das Urteil: Es ist braun, oder für das Urteil: Es ist Farbe? Keineswegs! Diese Theoretisierungen sind eingeschränkt auf eine bestimmte Realitätssphäre, Ich nenne das: die spezifische Stufengebundenheit der Schritte im Entlebungsprozeß. Dieser gegenüber ist die formale Theoretisierung evident frei  . Aus dieser Wesenslage entspringen   sofort neue Evidenzen:

1. Die Motivation für formale Theoretisierung muß eine qualitativ andere   sein; und damit:

2. Sie gehört nicht in den Schrittzusammenhang der spezifischen Entlebungsstufen; und damit:

3. Die formale Theoretisierung ist dann auch nicht die Spitze, der fernste Punkt   im Entlebungsprozeß.

Was bisher als das eminent Theoretische galt, erweist sich als gar nicht zugehörig zum Entlebungsprozeß. Demnach gäbe es zwei grundverschiedene Arten von Theoretischem, deren Wesenszusammenhang zunächst   ein großes Problem darstellt. Allein, Schlüsse sind in der Phänomenologie   immer gefährlich   und solange wertlos, als nicht ihr Gehalt   evident sich ausgewiesen hat.

Es könnte doch auch die Möglichkeit bestehen, daß das formal Gegenständliche zunächst überhaupt keinen Zusammenhang   mit dem theoretischen Prozeß hätte, d. h. daß sein Motivationsursprung aus dem Leben ein qualitativ grundwesentlich anderer wäre, daß es also auch nicht anginge, schlechtweg von Arten und Artverschiedenheiten von Prozessen der möglichen Theoretisierung zu sprechen.

Wir sagten: Die formcde Vergegenständlichung   ist frei, das soll heißen: Sie hat keine Stufengebundenheit. Jede Stufe hat in sich   die Möglichkeit, formaliter gesehen zu werden. Die formale Charakterisierung verlangt keine spezifische Motivierung in einer bestimmten Stufe innerhalb   des Theoretisierungsprozesses. [115] Sie ist aber auch nicht lediglich an die theoretische Sphäre, das Objektgebiet überhaupt, gebunden. Die Spannweite der möglichen fonnalgegenständlichen Charakteristik reicht evident weiter. (Ich verweise auf bereits früher Gesagtes.) Das Umweltliche ist etwas; das Wertgenommene ist etwas; das Gültige ist etwas; jedes Welthafte, sei es z. B. ästhetischer oder religiöser oder sozialer Typik, ist etwas. Jedes Erlebbare überhaupt ist mögliches Etwas, unangesehen seines genuinen Weltdmrakters. Der Sinn des Etwas besagt gerade: »Erlebbares überhaupt«. Die in dem Etwas überhaupt gelegene Indifferenz   gegen jede genuine Welthaftigkeit und im besonderen gegen jede bestimmte Objektartigkeit ist in keiner Weise   identisch mit Entlebtheit oder gar mit der höchsten Stufe dieser, der sublimsten Theoretisierung. Es besagt nicht absolute Unterbrothenheit des Lebensbezuges, keine Entspannung des Entlebens, keine theoretische Fest- und Kaltgestellt-heit eines Erlebbaren. Eis ist vielmehr der Index für die höchste Potentialität des Lebens. Sein Sinn ruht im vollen Leben selbst und besagt gerade, daß dieses noch keine genuine, welthafte Charakterisierung ausgeprägt hat, daß sehr wohl aber motivierend eine solche im Leben lebt. Es ist das »Noch-nicht«, d. h. noch nicht in ein genuines Leben Herausgebrochene, es ist das wesenhaft VorweltUche. Dabei liegt aber doch in dem Sinn des Etwas als dem Erlebbaren das Moment des »Auf zu«, der »Richtung   auf«, des »In eine (bestimmte) Welt hinein« — und zwar in seiner ungeschwächten »Lebensschwungkraft«.

Das »Etwas« als das Vor-weltliche überhaupt darf nicht theoretisch, im Sinne einer physiologisch-genetischen Betrachtung   gedacht werden. Es ist ein Grundphänomen, das verstehend erlebt werden kann, z. B. in der Erlebnissituation des Gleitens von einer Erlebniswelt in eine genuin andere, oder in Momenten besonders intensiven Lebens; gerade nicht oder selten in solchen Typen des Erlebens, die in einer Welt festgebannt sind, ohne gerade innerhalb dieser eine höchst gesteigerte Lebensintensität zu erreichen.

[116] In dem Etwas als dem Erlebbaren überhaupt haben wir nicht ein radikal Theoretisiertes und Entlebtes, als vielmehr ein Wesensmoment des Lebens an und für sich zu sehen, das in einem engen Zusammenhang steht mit dem Ereignischarakter der Erlebnisse als solcher. Aus diesem vorweltlichen Lebensetwas motiviert sich erst das formale gegenständliche Etwas der Erkennbarkeit. Etwas formaler Theoretisierung. Die Tendenz   in eine Welt kann vor ihrer Ausprägung theoretisch abgebogen werden. Daher eignet die Universalität   des formal Gegenständlichen seinem Ursprung aus dem Ansich des strömenden Erlebens des Lebens.

So gesehen, d. h. vom Vorweltlichen aus, aus dem Leben an und für sich heraus verstanden, ist das formal Gegenständliche schon nicht mehr Rück-griff, sondern bereits Be-griff. Radikale Umstellung des erlebnisverstehenden Verhaltens. Später zu klären   sind: Rückgriff (Motivation), Vorgriff (Tendenz), Begriff (Objekt). Vor-, Rückgriffe (»Sicht«).

Scharf zu scheiden sind also: das vor-weltliche Etwas des Lebens an sich, das ihm — nur ihm? — als Entlebung entwachsende formal Gegenständliche, und das objektartig Theoretische. Die erste Sphäre ist als eine solche des Lebens absolut, die beiden anderen relativ, bedingt. Sie bestehen von Gnaden eines »Wenn« — wenn entlebt, sieht das Erlebbare so und so aus, ist es faßbar nur in Begriffen. Zum Objektartigen und dem daraus gewonnenen formal Gegenständlichen überhaupt gehört dieses fundamentale »Wenn«; das ist, motivationsmäßig verstanden, das gemeinsame Moment der formal-gegenständlichen wie der Obj ektsphäre.


Ver online : Zur Bestimmung der Philosophie [GA:56/57]


HEIDEGGER, Martin. La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo. Tr. Jesús Adrián Escudero. Madrid: Herder, 2005, p. 136-141