Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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conciencia moral

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Gewissen   [SZ  ]

Y así surge la tarea de introducir al Dasein   entero en el haber previo. Pero esto significa desarrollar primero, de una vez por todas, la cuestión del poder-estar-entero de este ente. En el Dasein, mientras él es, queda siempre aún algo pendiente que él puede ser y será. Pero a este resto pendiente pertenece el «fin» mismo. El «fin» del estar-en-el-mundo es la muerte. Este fin, perteneciente al poder-ser, es decir, a la existencia, limita y determina la integridad cada vez posible del Dasein. El haber-llegado-a-fin del Dasein en la muerte y, por consiguiente, el estar-entero de este ente, sólo podrá empero ser incorporado en forma fenoménicamente adecuada al examen del posible estar-entero cuando se haya logrado un concepto ontológicamente suficiente, esto es, un concepto existencial, de la muerte. Ahora bien, si hablamos de un modo que sea conforme al Dasein, la muerte sólo es en un existentivo estar vuelto hacia la muerte. La estructura existencial de este estar [o ser] se revela como la constitución ontológica del poder-estar-entero del Dasein. Por consiguiente, el Dasein existente entero se deja introducir en el haber previo existencial. ¿Pero puede el Dasein existir entero también propiamente? ¿Cómo deberá entonces determinarse la propiedad de la existencia si no es con vistas a un existir propio? ¿De dónde tomaremos el criterio para ello? Manifiestamente, el Dasein mismo deberá ofrecernos en su ser la posibilidad y el modo de su existencia propia, si es que ésta no ha de serle ónticamente impuesta ni inventada ontológicamente. Ahora bien, el testimonio de un poder-ser propio lo da la CONCIENCIA MORAL  . Al igual que la muerte, este fenómeno del Dasein exige una interpretación genuinamente existencial. Ésta nos llevará a ver que en el querer-tener-conciencia se da un poder-ser propio del Dasein. Pero, esa posibilidad existentiva que es el querer-tener-conciencia, tiende, por su sentido de ser, a determinarse existentivamente por medio del estar vuelto hacia la muerte. Ser y Tiempo § 45 [STJR]

En primer lugar la conciencia deberá ser rastreada hasta sus fundamentos y estructuras existenciales, y aclarada como fenómeno del Dasein, atendiendo a la constitución de ser de este ente hasta aquí alcanzada. El análisis ontológico de la conciencia así comprendido es previo a una descripción psicológica de las vivencias de la CONCIENCIA MORAL y a una clasificación de las mismas; y es ajeno a una «explicación» biológica o, lo que es igual, a una disolución del fenómeno. Pero no menor es su distancia de una interpretación teológica de la conciencia o, más aun, de una utilización de este fenómeno para la demostración de la existencia de Dios o como una «inmediata» conciencia de Dios. Ser y Tiempo § 54 [STJR]

Que el propio Yorck se haya puesto en camino hacia la captación categorial de lo histórico frente a lo óntico (ocular), y hacia una comprensión científica adecuada de «la vida», se volverá claro si señalamos el género de dificultad que esta clase de investigaciones lleva consigo: la manera estético-mecanicista de pensar «encuentra más fácilmente expresión verbal – cosa explicable por la vasta proveniencia de las palabras desde la ocularidad – que un análisis que retroceda más atrás de la intuición… En cambio, lo que penetra hasta el fondo de la vida queda sustraído a la posibilidad de una exposición exotérica; y de ahí que toda su terminología sea incomprensible a la mayoría, y sea simbólica e inevitable. De la índole particular del pensar filosófico se sigue la particularidad de su expresión verbal» (p. 70 s.). «Pero usted conoce mi predilección por lo paradójico, predilección que justifico por el hecho de que lo paradójico es un signo distintivo de la verdad, y que con toda certeza la communis   opinio jamás está en la verdad, como que es el precipitado elemental de una comprensión a medias generalizante, que, en relación a la verdad, es como el vapor sulfuroso que el rayo deja tras de sí. La verdad no es jamás un elemento. Sería función pedagógica del Estado disolver las opiniones públicas elementales y posibilitar al máximo, mediante la educación, la individualidad del ver y del observar. Entonces, en vez de la llamada conciencia pública – en vez de esa radical exteriorización de la CONCIENCIA MORAL – volverían a imperar las conciencias individuales, es decir, la conciencia a secas» (p. 249 s.). Ser y Tiempo § 77 [STJR]