Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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Sloterdijk: teoria das esferas (80-83)

sexta-feira 26 de maio de 2017

El presente informe del surgimiento y cambio de forma de las esferas es, por lo que sabemos, el primer intento, tras el fracaso de la así llamada morfología de la historia universal de Oswald Spengler  , de volver a asignar a un concepto de forma un puesto de rango superior en una investigación antropológica y teórico-cultural. Las pretensiones morfológicas de Spengler, por más que soliciten el patronazgo de Goethe  , estaban condenadas al fracaso porque acercaron a sus objetos un concepto de forma que en ningún caso podía hacer justicia a su peculiaridad y a su historia. Fue un desafuero genial aislar a todas las culturas como «seres vivos de rango superior» y explicarlas, así, como unidades cerradas que surgen y decaen exclusivamente según leyes inmanentes; y, sobre todo, lo que no pudo surgir sino forzadamente fue el hecho de que Spengler pretendiera interpretar sus culturas como imperios milenarios de una sintonía regional de almas: en cierto modo, pues, como burbujas de jabón de orden superior, que permanecerían en su forma debido a tensiones internas de naturaleza oculta. Puede que las descripciones vitales, presentadas bajo el signo de la antropología, de las ocho culturas reconocidas por él confirmen su puesto de honor en la historia de las filosofías de las culturas como monumento de una energía especulativa y combinatoria grande y quizá incomparable; pero es mejor que este monumento se coloque en un rincón tranquilo. Por lo que respecta a la aplicación de conceptos morfológicos en las ciencias de la cultura, las repercusiones del ejemplo de Spengler son hasta ahora más bien desalentadoras. Por eso nuestro ensayo no puede agradecer demasiado un modelo así, a no ser como una llamativa enseñanza sobre lo que hay que evitar en el futuro.

Si aquí se trata de esferas como formas que se realizan a sí mismas es en la convicción de no utilizar conceptos advenedizos, traídos de fuera, y si a pesar de todo hubieran sido traídos así en algún sentido, entonces que sea en uno al que anime la propia naturaleza [80] de las cosas. Teoría de las esferas: eso significa facilitarse el acceso a un algo que es lo más real y sin embargo lo más esquivo y lo menos captable objetivamente. La propia expresión de «facilitar el acceso» es confusa, porque el descubrimiento de lo esférico no es tanto un asunto de accesibilidad como de reposada mirada panóptica a lo más notorio. Siempre estamos envueltos extáticamente en relaciones esféricas, aunque por razones profundas específicamente culturales hayamos aprendido a ignorarlas, a pensar y a discutir dejándolas al margen. Por su orientación y objeto, en planteamientos como en resultados, la cultura científica europea es una propuesta de destematización de los éxtasis esféricos. La espacialidad interior animada, que intentaremos mostrar en todos los aspectos fundamentales de la existencia y de la cultura humanas, es efectivamente un realissimum que se substrae en principio   a toda representación geométrica y lingüística — en general a toda representación —, y que, sin embargo, gracias a una potencia de redondeamiento que actúa antes de todas las construcciones circulares formales y técnicas, fuerza en cualquier sitio donde haya un ente algo así como conformaciones originarias de círculos y globos.

Es por ellas, precisamente, por las que los mundos separados de los seres reales que viven en común tienen una dinámica formal   redondeada que se produce espontáneamente sin la colaboración de los geómetras. De la autoorganización de los espacios psicocósmicos y políticos surgen metamorfosis del círculo en las que se constituye esférico-atmosféricamente el ser-ahí. La palabra autoorganización — que aquí se utiliza sin la histeria cientificista usual — ha de llamar la atención sobre el hecho de que el círculo que cobija al hombre ni sólo se hace ni sólo se encuentra hecho, sino que, en el límite entre construcción y autorrealización, se redondea él mismo espontáneamente, o mejor dicho: se realiza en aconteceres de redondeamiento, como el que se produce con los reunidos en torno al fuego del hogar, que se agrupan libre y determinadamente en torno al foco de fuego y a las ventajas inmediatas que proporciona el calor que despide [1]. De ahí que el análisis esferológico que se aborda en este primer volumen partiendo de las microformas no sea ni una proyección constructivista de espacios redondeados en los que los seres [81] humanos se imaginen una existencia común, ni una meditación ontológica sobre el círculo en el que estuvieran encerrados los mortales en virtud de un orden trascendente inescrutable.

Como introducción a una poética medial de la existencia, la esferología, en principio, sólo quiere dibujar las conformaciones de inmanencias simples que aparecen en las organizaciones humanas [82] (y extrahumanas), sea como organizaciones de intimidad arcaica, sea como diseño del espacio de pueblos primitivos o como autointerpretación teológico-cosmológica de imperios tradicionales. Por eso, a primera vista, este texto, sobre todo en su segunda parte, podría aparecer también como una historia cultural que con ayuda de conceptos morfológicos, inmunológicos y transferencial-teóricos mostraría, de manera inusual, un modo de ver las cosas que, si todavía no conduce a lo esencial, no sería ni completamente falso ni completamente inoportuno, suponiendo, claro está, que se esté dispuesto a admitir que sólo por la filosofía puede experimentar la inteligencia cómo sus pasiones llegan a conceptos.


Ver online : ESFERAS I


[1Con respecto a la esferopoiesis mediante un punto de fuego y respecto a la figura conceptual «socialismo térmico», cfr. Esferas II, capítulo 2: «Recuerdos del receptáculo. Sobre el fundamento de la solidaridad en la forma inclusiva».