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BASIC PROBLEMS OF PHENOMENOLOGY

GA24:406-409 — Entschlossenheit

§20

quarta-feira 16 de janeiro de 2019, por Cardoso de Castro

García Norro

¿En qué medida está determinado el comprender existencial mediante la temporalidad? Antes hemos visto que la temporalidad es la unidad extático-horizontal co-originaria del futuro, del haber sido y del presente. El comprender es una determinación fundamental del existir. La existencia auténtica, o sea, el existir del Dasein   en el cual el Dasein es él mismo a partir de su posibilidad más propia, tal como él mismo la aprehende, la denominamos el estar-resuelto [Entschlossenheit  ]. Este tiene su propia temporalidad. Intentemos ahora demostrarlo brevemente aunque sólo en un aspecto concreto, si bien esencialísimo. Si el existir auténtico, el estar-resuelto, se funda en un determinado modo de la temporalidad, entonces pertenece al estar-resuelto un determinado presente. Presente quiere decir, en tanto que fenómeno extático-horizontal, presentificación de… En el estar-resuelto el Dasein se comprende a partir de su más propio poder-ser. El comprender está primariamente [343] dirigido al futuro en la medida en que viene hacia sí mismo a partir de la posibilidad aprehendida de sí mismo. En el venir hacia sí, el Dasein se toma ya a sí mismo como el ente que ya había [GA24  :407] sido en cada caso. En el estar-resuelto, o sea, en el comprenderse a partir del más propio poder ser —en este llegar hacia sí mismo a partir de la posibilidad más propia—, el Dasein retorna a lo que él mismo es y se toma como el ente que él es. En el retornar hacia sí mismo, lleva consigo otra vez, se re-pite, [wieder-holt] todo lo que él es, en su aprehendido poder ser más propio. El modo temporal   en el cual es lo que ha sido y tal como ha sido, lo llamamos la repetición [Wiederholung  ]. La repetición es un modo peculiar en el que el Dasein ha sido. El estar-resuelto se temporaliza como el volver hacia sí que se repite a partir de una posibilidad aprehendida en la que el Dasein volviendo hacia sí ha ido por delante. En la unidad extática del ir por delante que se repite, es decir, la unidad del haber sido y del futuro, se encuentra un presente específico. Mientras el presentificar algo se detiene principalmente y la mayor parte de las veces en las cosas, se enreda en sí mismo, se deja llevar por las cosas, para ir a fundirse justamente en aquello que presentifica; mientras que la presentificación con frecuencia escapa de sí misma, se pierde en sí misma de manera que el haber sido se transforma en un olvido, y el futuro, en anticipación de lo que está a punto de llegar, el presente, que pertenece al estar-resuelto, se mantiene en el futuro específico (el ir por delante) y en el haber sido (repetición) del estar resuelto. Llamamos al presente que se mantiene en el estar-resuelto y surge de él instante [Augenblick  ]. Y es que con este término, entendemos un modo del presente —el fenómeno que de este modo mostramos tiene un carácter extático-horizontal—. Esto quiere decir que el instante es un presentificar lo que está presente [Anwesendes] que revela la situación que pertenece a la decisión en la que el estar-resuelto se ha resuelto. En el instante, en tanto que éxtasis, el Dasein existente, en tanto que resuelto es arrebatado en las posibilidades, en las circunstancias, en las peculiaridades de la situación del obrar siempre determinadas fácticamente. El instante [Augenblick], en la medida en que surge del estar-resuelto, es lo primero y único que echa una mirada [Blick] [GA24:408] a lo que constituye la situación del obrar. Es el modo del existir resuelto en el cual el Dasein en tanto ser-en-el-mundo tiene y mantiene su mundo bajo la mirada. Ahora bien, dado que el Dasein, en tanto que ser en el mundo, es al mismo tiempo ser-con otro Dasein, debe determinarse también primariamente el auténtico ser en convivencia existente a partir del estar-resuelto de cada uno. Únicamente a partir de la individuación resuelta, y en ella, el Dasein es [344] auténticamente libre y está abierto para el tú. El «con otro» no es una tenaz intrusión del yo en el tú, surgida del desamparo común y secreto; por el contrario, el existir en convivencia y junto con otro se funda en la auténtica individuación de lo individual que está determinada por el presentificar en el sentido del instante. Individuación no quiere decir aferrarse a los deseos privados sino ser libre para las posibilidades fácticas de cada existencia.

A partir de lo dicho debe quedar claro que el instante pertenece a la temporalidad originaria y propia del Dasein y representa el modo primario y propio del presente en tanto que presentificación. Vimos anteriormente que el presentificar se expresa en el «ahora», es decir, el «ahora» en tanto que tiempo en el que se encuentra el ente, surge de la temporalidad originaria. Puesto que el «ahora» surge siempre a partir del presente, esto significa que el «ahora» proviene del instante. Por esta razón no cabe comprender el fenómeno del instante a partir del «ahora», como intenta hacer Kierkegaard  . Sin duda alguna, comprende muy bien el instante en su contenido quiditativo, pero no lograr exponer la temporalidad específica del instante, pues identifica el instante con el «ahora» del tiempo entendido vulgarmente. A partir de aquí construye la relación paradójica del «ahora» con la eternidad. El fenómeno del instante no puede entenderse tampoco a partir del «ahora» incluso si tomamos el «ahora» en toda su estructura. Todo lo que cabe mostrar es que el «ahora» se revela en su estructura completa precisamente cuando el Dasein, en tanto que presentificación resuelta, se [GA24:409] expresa con el «ahora». El instante es un fenómeno originario de la temporalidad originaria, mientras que el «ahora» sólo es un fenómeno del tiempo derivado. Ya Aristóteles   vio el fenómeno del instante, el καιρός   y lo definió en el libro VI de su Ética a Nicómaco, aunque no logró poner en conexión el carácter específico del tiempo del καιρός con lo que él entiende, por otra parte, como tiempo (νυν).

El presente que pertenece a la temporalidad del Dasein no tiene constantemente el carácter del instante, o sea, el Dasein no existe constantemente como un Dasein resuelto, sino, más bien, está ante todo y la mayor parte de las veces, irresoluto, cerrado a sí mismo en su poder-ser más propio, no determinado primariamente en el modo del proyectar sus posibilidades a partir de su más propio poder-ser. La temporalidad del Dasein no se temporaliza continuamente a partir de su propio futuro. Esta inconstancia de la existencia, que esté ante todo y la mayor parte de las veces irresoluta, no significa, sin embargo, que el Dasein no resuelto carezca a veces de futuro en su existencia, sino quiere decir por el contrario: [345] la temporalidad misma, respecto de sus diversos éxtasis, en particular respecto del futuro, es modificable. El existir irresoluto no es en absoluto un no existir puesto que precisamente este estar-irresoluto caracteriza la efectividad cotidiana del Dasein. (p. 342-345)

Courtine

Dans quelle mesure la compréhension existentielle est-elle déterminée par la temporalité? La temporalité, comme nous venons de le voir, est l’unité co-originaire ekstatique-horizontale de l’avenir, de l’avoir-été et du présent. Le comprendre constitue une détermination de fond de l’exister. L’existence authentique — cet exister où le Dasein est lui-même dans et à partir de sa possibilité la plus propre, telle qu’il l’appréhende lui-même —, c’est ce que nous nommons l’être-résolu (Entschlossenheit). Cette résolution comporte sa temporalité propre. C’est ce qu’il nous faut maintenant montrer brièvement, dans une perspective limitée, mais tout à fait essentielle. Si l’exister authentique, l’être-résolu, a pour fondement un mode déterminé de temporalité, un présent déterminé doit également appartenir à l’être-résolu. Le présent (Gegenwart  ), à titre de phénomène ekstatique horizontal, signifie présentification de… Dans l’être-résolu le Dasein se comprend à partir de son pouvoir-être le plus propre. La [345] compréhension est en premier lieu tournée vers l’avenir pour autant que le Dasein accède à soi-même en s’appréhendant dans sa possibilité. Advenant à soi-même, le Dasein s’est déjà pris en charge comme celui qu’il a été auparavant. Dans la résolution, c’est-à-dire dans l’autocompréhension à partir de son pouvoir-être le plus [GA24:407] propre, dans l’advenir à soi à partir de sa possibilité la plus propre, le Dasein fait retour à ce qu’il est et s’assume en tant que tel. A travers ce moment de retour à soi-même, il se ré-pète dans tout ce qu’il est et s’appréhende dans son pouvoir-être le plus propre. La modalité temporelle dans laquelle il est ce qu’il a été et tel qu’il l’a été, c’est ce que nous nommons la répétition (Wiederholung). La répétition constitue cette modalité propre dans laquelle le Dasein est ayant-été (gewesen   ist). L’être-résolu se temporalise en tant que retour répétitif à soi-même dans l’appréhension de la possibilité en direction de laquelle le Dasein qui revient-à-soi-même s’est élancé anticipativement. L’unité ekstatique de l’anticipation répétitive (wiederholendes Vorlaufen  ), c’est-à-dire l’unité de l’avoir-été et de l’avenir, implique un présent spécifique. Alors que la présentifica-tion de quelque chose demeure d’abord et le plus souvent auprès des choses, qu’elle s’empêtre en elle-même, se laisse entraîner par les choses pour aller se perdre dans cela même qu’elle présentifie; alors que la présentification échappe la plupart du temps à elle-même et se perd au point que l’avoir-été se transforme en oubli et l’avenir en attente de ce qui est juste en train de se produire, le présent qui relève de l’être-résolu est re-tenu dans l’avenir (anticipation) et l’avoir-été (répétition) caractéristiques de l’être-résolu.

Le présent, tel qu’il est re-tenu dans la décision résolue et en résulte, c’est ce que nous nommons l’instant (Augenblick). Par ce terme nous désignons un mode de présence et un phénomène comportant un caractère ekstatique horizontal spécifique. D’où il résulte que l’instant est une présentification de ce qui se déploie en présence (Anwesendes), dans laquelle se révèle la situation  , propre à la résolution, au sein   de laquelle la décision-résolue s’est résolue. Dans l’instant, au sens d’ekstase  , le Dasein qui existe résolument est transporté (entrückt) dans des possibilités à chaque fois déterminées facticielle-ment — les circonstances, les péripéties de la situation où s’exerce son action. L’instant (Augenblick) est ce qui, en provenance de la décision-résolue, peut seul et en premier lieu, d’un coup d’œil, apprécier en quoi consiste la situation de l’agir. L’instant est cette [GA24:408] modalité insigne de l’existence résolue dans laquelle le Dasein, à titre d’être-au-monde, appréhende d’un coup d’œil son monde [1]. Mais [346] La question ontologique-fondamentale dans la mesure où le Dasein, en tant qu’être-au-monde, est du même coup être-avec un autre Dasein, l’être-en-commun authentique doit aussi se déterminer en premier lieu en fonction de la décision-résolue de l’individu singulier. C’est en effet seulement par rapport à l’individuation résolue et en elle que le Dasein est authentiquement libre et ouvert pour un Toi. L’être-en-commun n’est pas la familiarité gluante du à tu et à toi, qui résulte d’une secrète et commune détresse, mais l’exister dans l’être-ensemble et en commun a son fondement dans l’individuation (Vereinzelung  ) authentique du singulier, telle qu’elle se détermine à travers le présentifïer au sens de l’instant. La singularité individuelle ne signifie pas l’obstination sur ses désirs privés, mais l’être libre pour les possibilités facticielles de chaque existence.

Après ce qui vient d’être dit, il doit maintenant être clair que l’instant relève de la temporalité originaire et propre du Dasein, et qu’il constitue la modalité primordiale et authentique du présent comme présentification. Nous avons vu plus haut comment le présentifïer s’exprime à travers le « maintenant », c’est-à-dire comment le maintenant résulte, à titre de temps dans lequel l’étant vient à l’encontre, de la temporalité originaire. Dans la mesure où le maintenant provient toujours du présent, cela signifie que le maintenant s’origine dans l’instant. Par conséquent le phénomène de l’instant ne saurait être compris à partir du maintenant, comme Kierkegaard a tenté de le faire. Certes, Kierkegaard comprend parfaitement l’instant dans sa teneur réelle, mais il ne réussit pas à exposer la temporalité spécifique de l’instant qu’il identifie au maintenant de la temporalité vulgaire. Il construit à partir de là les relations paradoxales qui existent entre le maintenant et l’éternité. Pour comprendre le phénomène de l’instant à partir du maintenant, il ne suffit pas non plus d’appréhender le maintenant dans sa structure complète. Tout ce que l’on peut montrer, c’est que le maintenant se révèle éminemment dans sa [GA24:409] structure complète, quand le Dasein, dans une présentification résolue, s’exprime en disant « maintenant ». L’instant est un archi-phénomène qui relève de la temporalité originaire, tandis que le maintenant n’est qu’un phénomène propre au temps dérivé. Aristote avait déjà aperçu le phénomène de l’instant, le καιρός, et l’avait défini comme tel au livre VI de l’Ethique à Nicomaque, mais sans parvenir à harmoniser le caractère temporel spécifique du καιρός avec ce qu’il connaît par ailleurs sous le nom de temps (vùv).

Le présent propre à la temporalité du Dasein n’a pas constamment le caractère de l’instant; autrement dit, le Dasein n’existe pas constamment sur le mode de la résolution, mais il est de prime abord et le plus souvent ir-résolu, fermé à lui-même dans son pouvoir-être le plus propre. En projetant ses possibilités, il ne se détermine pas en [347] premier lieu à partir de son pouvoir-être le plus propre. La temporalité du Dasein ne se temporalise pas constamment à partir de son avenir authentique. Cette in constance de l’existence, qui est de prime abord et le plus souvent ir-résolue, ne signifie pas cependant que, dans son existence, il arrive parfois que le Dasein manque d’avenir, mais simplement que la temporalité est elle-même susceptible de transformation, eu égard à ses différentes ekstases, et en particulier à l’avenir. L’exister irrésolu, bien loin d’être un non-exister, est précisément caractérisé par cette ir-résolution propre à la réalité effective quotidienne du Dasein. (p. 344-347)

Hofstadter

How is existentiell understanding determined by temporality? We heard earlier that temporality is the equally original ecstatic-horizonal unity of [GA24:406-408] [287] future, past, and present. Understanding is a basic determination of existence. And resoluteness is our name for authentic existence, the existence of the Dasein in which the Dasein is itself in and from its own most peculiar possibility, a possibility that has been seized on and chosen by the Dasein itself. Resoluteness has its own peculiar temporality. Let us try to demonstrate it briefly now, though only in a specific respect, which however is certainly very essential. If authentic existence, resoluteness, is grounded in a specific mode of temporality, then a specific present belongs to resoluteness. Present, as ecstatic-horizonal phenomenon, implies enpresenting of. … In resoluteness the Dasein understands itself from its own most peculiar can-be. Understanding is primarily futural, for it comes toward itself from its chosen possibility of itself. In coming-toward-itself the Dasein has also already taken itself over as the being that it in each case already has been. In resoluteness, that is, in self-understanding via its own most peculiar can-be—in this coming-toward-itself from its own most peculiar possibility, the Dasein comes back to that which it is and takes itself over as the being that it is. In coming back to itself, it brings itself with everything that it is back again into its own most peculiar chosen can-be. The temporal mode in which it is as and what it was we call [bringing-back-again, that is] repetition. Repetition is a peculiar mode in which the Dasein was, has been. Resoluteness temporalizes itself as repetitive coming-back-toward-itself from a chosen possibility to which the Dasein, coming-toward-itself, has run out in front of itself [preceded itself]. In the ecstatic unity of repetitive selfprecedence, in this past and future, there lies a specific present. Whereas the enpresenting of something for the most part and chiefly dwells with things, gets entangled in its own self, lets itself be drawn along by things so as to be merged with what it is enpresenting—whereas enpresenting for the most part runs away from itself, loses itself within itself, so that the past becomes a forgetting and the future an expecting of what is just coming on—the present that belongs to resoluteness is held   in the specific future (selfprecedence) and past (repetition) of resoluteness. The present that is held in resoluteness and springs from it we call the instant. Since we intend by this name a mode of the present—the phenomenon indicated by it has ecstatic-horizonal character—this means that the instant is an enpresenting of something present which, as belonging to resolve, discloses the situation upon which resoluteness has resolved. In the instant as an ecstasis the existent Dasein is carried away, as resolved, into the current factically determined possibilities, circumstances, contingencies of the situation of its action. The instant [the Augenblick, the twinkling of an eye] is that which, arising from resoluteness, has an eye first of all and solely for what constitutes the situation of action. It is the mode of resolute existence in which the Dasein, as being-in-the-world, holds and keeps its world in view. But [288] [GA24:408-409] because the Dasein, as being-in-the-world, is at the same time being-with other Daseins, authentically existent being-with-one-another must also determine itself primarily by way of the individual’s resoluteness. Only from and in its resolute individuation is the Dasein authentically free and open for the thou. Being-with-one-another is not   a tenacious intrusion of the I upon the thou, derived from their common concealed helplessness; instead, existence as together and with one another is founded on the genuine individuation of the individual, determined by enpresenting in the sense of the instant. Individuation does not mean clinging obstinately to one’s own private wishes but being free for the factical possibilities of current existence.

From what has been said one thing should become clear, that the instant belongs to the Daseins original and authentic temporality and represents the primary and authentic mode of the present as enpresenting. We heard earlier that enpresenting expresses itself in the now, that the now as time in which beings are encountered arises from original temporality. Since the now always arises from the present, this means that the now originates from, comes from, the instant. It is for this reason that the phenomenon of the instant cannot be understood from the now, as Kierkegaard tries to do. To be sure, he understands the instant quite well in its real contents, but he does not succeed in expounding the specific temporality of the instant. Instead, he identifies the instant with the now of time in the common sense. Starting from here he constructs the paradoxical relationships of the now to eternity. But the phenomenon of the instant cannot be understood from the now even if we take the now in its full structure. The only thing that can be shown is that the now most expeditiously manifests its full structure precisely where the Dasein as resolute enpresenting expresses itself by means of the now. The instant is a primal phenomenon of original temporality, whereas the now is merely a phenomenon of derivative time. Aristotle already saw the phenomenon of the instant, the kairos, and he defined it in the sixth book of his Nichomachean Ethics; but, again, he didit in such a way that he failed to bring the specific time character of the kairos into connection with what he otherwise knows as time (nun).

The present pertinent to the Daseins temporality does not constantly have the character of the instant. The Dasein does not constantly exist as resolute but is usually irresolute, closed off to itself in its own most peculiar ability to be, and not determined primarily from its most peculiar ability to be in the way it projects its possibilities. The Daseins temporality does not constantly temporalize itself from that temporality’s authentic future. Nevertheless, this inconstancy of existence, its being generally irresolute, does not mean that in its existence the irresolute Dasein at times lacks a future. It only means that temporality itself, with respect to its different ecstases, [GA24:409-411 ] [289] especially the future, is changeable. Irresolute existence is so little a nonexistence that it is precisely this irresoluteness which characterizes the everyday actuality of the Dasein. (p. 286-289)

Original

Inwiefern ist das existenzielle Verstehen   durch die Zeitlichkeit   bestimmt? Wir hörten früher, die Zeitlichkeit sei die gleichursprüngliche ekstatisch-horizontale Einheit   von Zukunft  , Gewesenheit und Gegenwart. Verstehen ist eine Grundbestimmung des Existierens. Eigentliche Existenz  , d. h. solches Existieren des Daseins, als welches das Dasein es selbst   ist in und aus seiner eigensten, von ihm selbst ergriffenen Möglichkeit  , nennen wir die Entschlossenheit. Diese hat ihre eigene Zeitlichkeit. Wir versuchen sie jetzt nur in einer bestimmten, allerdings sehr wesentlichen Hinsicht   kurz zu demonstrieren. Wenn das eigentliche Existieren, die Entschlossenheit, in einem bestimmten Modus   der Zeitlichkeit gründet, dann   gehört zur Entschlossenheit eine bestimmte Gegenwart. Gegenwart besagt als ekstatisch-horizontales Phänomen   Gegenwärtigen von … In der Entschlossenheit versteht sich das Dasein aus seinem eigensten Seinkönnen  . Das Verstehen ist primär zukünftig, sofern es auf   sich selbst aus der ergriffenen Möglichkeit seiner selbst zukommt. Im Auf-sich-zukommen hat das Dasein auch schon sich selbst als das Seiende  , das es je schon gewesen ist, übernommen. In der Entschlossenheit, d. h. im Sichverstehen [407] aus dem eigensten Seinkönnen, — in diesem Zukommen auf sich selbst aus der eigensten Möglichkeit kommt das Dasein auf das, was es ist, zurück und übernimmt sich als das Seiende, das es ist. Im Zurückkommen auf sich selbst holt es sich mit all dem, was es ist, wieder in sein eigenstes ergriffenes Seinkönnen hinein. Der zeitliche Modus, in dem es, wie und was es gewesen, ist, nennen wir die Wiederholung. Die Wiederholung ist ein eigener Modus, in dem das Dasein gewesen ist. Die Entschlossenheit zeitigt sich als das wiederholende Auf-sich-zurückkommen aus einer ergriffenen Möglichkeit, in die das Dasein auf-sich-zukommend vorgelaufen ist. In der ekstatischen Einheit des wiederholenden Vorlaufens, d. h. in dieser Gewesenheit und Zukunft liegt eine spezifische Gegenwart. Während das Gegenwärtigen von etwas zumeist und zunächst   sich bei   den Dingen aufhält, sich in sich   selbst verstrickt, sich von den Dingen mitziehen läßt, um in dem, was es gegenwär-tigt, aufzugehen, — während das Gegenwärtigen zumeist sich selbst entläuft, sich in sich selbst verliert, so daß   die Gewesenheit zu einem Vergessen   und die Zukunft zu einem Gewärtigen   des gerade Ankommenden wird, ist die Gegenwart, die zur Entschlossenheit gehört, in der spezifischen Zukunft (Vorlaufen) und Gewesenheit (Wiederholung) der Entschlossenheit gehalten. Die in der Entschlossenheit gehaltene und aus ihr entspringende Gegenwart nennen wir den Augenblick. Sofem wir mit diesem Titel einen Modus der Gegenwart meinen -das damit angezeigte Phänomen hat ekstatisch-horizontalen Charakter — heißt das: Der Augenblick ist ein Gegenwärtigen von Anwesendem, das zum Entschluß gehörig   die Situation erschließt, in die hinein die Entschlossenheit sich entschlossen hat. Im Augenblick als einer Ekstase ist das existierende Dasein als entschlossenes entrückt in die jeweilig faktisch   bestimmten Möglichkeiten, Umstände  , Zufälle der Situation seines Handelns. Der Augenblick ist dasjenige, was als der Entschlossenheit entspringend allererst und einzig den Blick für das hat, was die Situation des Handelns ausmacht. Er ist der [408] Modus des entschlossenen Existierens, in dem das Dasein als In-der-Welt-sein   seine Welt   im Blick hält und behält. Weil nun aber das Dasein als In-der-Welt-sein zugleich Mitsein   mit anderem Dasein ist, muß sich auch das eigentliche existierende Miteinandersein primär aus der Entschlossenheit des Einzelnen bestimmen. Erst aus der entschlossenen Vereinzelung her und in ihr ist das Dasein eigentlich   frei   und offen   für das Du. Das Miteinander ist kein klebriges Anbiedem des Ich   an das Du, entsprungen aus der gemeinsamen versteckten Hilflosigkeit, sondern das existente Zusammen   und Miteinander gründet in der echten, durch das Gegenwärtigen im Sinne des Augenblicks bestimmten Vereinzelung des Einzelnen. Vereinzelung besagt nicht  , sich auf seine Privatwünsche versteifen, sondern frei sein für die faktischen Möglichkeiten der jeweiligen Existenz.

Aus dem Gesagten soll das eine deutlich werden  , daß der Augenblick zur ursprünglichen und eigentlichen Zeitlichkeit des Daseins gehört und den primären und eigentlichen Modus der Gegenwart als Gegenwärtigen darstellt. Früher hörten wir, daß sich das Gegenwärtigen im Jetzt ausspricht, d. h. daß das Jetzt als Zeit, worin Seiendes begegnet, der ursprünglichen Zeitlichkeit entspringt. Sofern das Jetzt immer aus der Gegenwart entspringt, heißt das: Das Jetzt ist aus dem Augenblick abkünftig. Daher kann das Phänomen des Augenblicks nicht aus dem Jetzt verstanden werden, wie das Kierkegaard versucht. Zwar versteht er den Augenblick in seinem Sachhal-tigen sehr wohl, aber es gelingt ihm nicht, die spezifische Zeitlichkeit des Augenblicks zu exponieren, sondern er identifiziert den Augenblick mit dem Jetzt der vulgär   verstandenen Zeit. Von hier aus konstruiert er die paradoxen Verhältnisse des Jetzt zur Ewigkeit  . Das Phänomen des Augenblicks läßt sich auch dann nicht aus dem Jetzt verstehen, wenn wir das Jetzt in der vollen Struktur   nehmen  . Nur das läßt sich zeigen  , daß das Jetzt, wenn das Dasein als entschlossenes Gegenwärtigen sich mit dem Jetzt ausspricht, gerade hier am ehesten seine [409] volle Struktur bekundet. Der Augenblick ist ein Urphänomen der ursprünglichen Zeitlichkeit, während das Jetzt nur ein Phänomen der abkünftigen Zeit ist. Schon Aristoteles hat das Phänomen des Augenblicks, den καιρός, gesehen und im VI. Buch seiner »Nikomachischen Ethik  « umgrenzt, aber wiederum so, daß es ihm nicht gelang, den spezifischen Zeitcharakter des καιρός mit dem in Zusammenhang zu bringen  , was er sonst als Zeit (νΰν) kennt.

Die zur Zeitlichkeit des Daseins gehörige Gegenwart hat nicht ständig den Charakter des Augenblicks, d. h. das Dasein existiert nicht ständig als ein entschlossenes, vielmehr ist es zunächst und zumeist unentschlossen, in seinem eigensten Seinkönnen ihm selbst verschlossen, in der Art des Entwurfs seiner Möglichkeiten nicht primär aus dem eigensten Seinkönnen bestimmt. Die Zeitlichkeit des Daseins zeitigt sich nicht ständig aus ihrer eigentlichen Zukunft. Diese Unständigkeit der Existenz, daß sie zunächst und zumeist unentschlossen ist, besagt jedoch nicht, das unentschlossene Dasein ermangele in seiner Existenz zuweilen der Zukunft, sondern es sagt nur soviel: Die Zeitlichkeit selbst ist hinsichtlich ihrer verschiedenen Ekstasen, im besonderen der Zukunft, abwandelbar. Das unentschlossene Existieren ist sowenig ein Nichtexistieren, daß gerade diese Unentschlossenheit die alltägliche Wirklichkeit   des Daseins charakterisiert. (p. 406-409)


Ver online : GA24: BASIC PROBLEMS OF PHENOMENOLOGY


[1Le phénomène de l’instant (cf. S. u. Z., p. 338) est ici explicité en fonction du coup d’œil (Blick), de l’éclair (« en un éclair ») du regard qui appréhende d’emblée une situation. (N.d.T.)