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Introducción a las Ciencias del Espíritu

Dilthey (ICE) – limites do conhecimento natural

domingo 17 de outubro de 2021

Excerto de DILTHEY  , Wilhelm. Introducción a las Ciencias del Espíritu. Tr. Eugenio Imaz. México: Fondo de Cultura Económica, 1944. (epub)

Permítaseme introducir una distinción en lo que se refiere al concepto de límites del conocimiento natural en este tipo de consideración. Como la realidad, como correlato de la experiencia, se nos da en la cooperación del sistema de nuestros sentidos con la experiencia interna, la diferente procedencia de sus partes integrantes condiciona una incomparabilidad dentro de los elementos de nuestro cálculo científico. Excluye la deducción de hechos de determinada procedencia de los de otra. Así, sólo por medio de la facticidad de la sensación táctil, en la cual experimentamos resistencia, llegamos desde las propiedades de lo espacial a la representación de la materia; cada uno de los sentidos se halla encerrado en un círculo de cualidades que le es propio; y tenemos que marchar de la sensación a percatarnos de los estados internos para tener una situación de conciencia en un momento determinado. Por lo tanto, no nos queda sino aceptar los datos con la incomparabilidad con que se nos presentan debido a su procedencia diferente; su facticidad es para nosotros insondable; todo nuestro conocimiento se halla limitado al establecimiento de uniformidades en la sucesión y en la coexistencia, con arreglo a las cuales se mantienen en relación según nuestra experiencia. Éstas son limitaciones que radican en las condiciones de nuestra experiencia misma, y se presentan en todos los puntos de la ciencia natural. No se trata de límites externos con que tropieza el conocimiento natural, sino de condiciones inmanentes de la experiencia misma. La existencia de estos límites inmanentes del conocimiento no constituye obstáculo alguno para la función del conocer. Si entendemos por conceptuación la transparencia plena en la captación de una conexión, estamos en presencia de los límites de la conceptuación. Y si el cálculo de la ciencia, por el cual se reducen los cambios de la realidad a los movimientos de los átomos, subordina cualidades o fenómenos de conciencia, el hecho de la inderivabilidad no constituye obstáculo alguno para sus operaciones si esas cualidades o fenómenos se le someten; le es tan imposible marchar de la pura determinación matemática o de la cantidad de movimiento a un color o a un sonido como a un hecho de conciencia; la luz azul resulta tan poco explicada por su correspondiente número de vibraciones como el juicio negativo mediante un hecho en el cerebro. La física abandona a la filosofía la explicación de la cualidad sensible “azul”; ésta, que no dispone en el movimiento de partículas materiales de medio alguno para conjurar el azul, abandona el asunto a la psicología, y ahí se queda el asunto. Pero en sí misma la hipótesis según la cual las cualidades surgen en el proceso de la sensación no es, en primer lugar, más que un recurso para el cálculo que hace radicar los cambios de la realidad, tal como se me dan en la experiencia, en una determinada clase de cambios dentro de lo que constituye un contenido parcial de mi experiencia, para colocarlos en un 45 mismo plano a los fines del conocimiento. Si fuera posible sustituir con ciertos hechos definidos que ocupan en la trama de la consideración mecánica natural un lugar firme hechos de conciencia constantes y definidos, para luego poder determinar, con arreglo al sistema de uniformidades en que se encuentran los primeros, y en completo acuerdo con la experiencia, la presencia de los fenómenos de conciencia, en ese caso estos hechos de conciencia se hallarían coordinados en la conexión del conocimiento natural lo mismo que cualquier sonido o color.


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