GA42:57-61 – Formação de sistemas filosóficos e ciências

Alberto Rosales

La historia de esa formación de sistema es a la vez la propia historia genética más interna de la ciencia moderna. Ahora bien, esa historia es realmente historia y no es acaso el simple desarrollo de un programa. El dominio de la razón en el ente en total experimenta en el curso de su formación movimientos contrarios y retrocesos, desvíos y rodeos. El modo, la extensión, el ritmo de la configuración del sistema es muy diverso en los distintos dominios del conocimiento natural, de la formación del estado, de la realización artística y la teoría del arte, en la educación y en la fundamentación del saber sistemático, en la filosofía. En efecto, también en la filosofía exhiben los intentos sistemáticos diversos puntos de partida y realizaciones de diferente dirección. Los sistemas de Descartes, Malebranche, Pascal, Spinoza, Hobbes, Leibniz, Wolff y los wolffianos no pueden ser puestos en una fila y apreciados desde el punto de vista de una evolución continua. La voluntad sistemática es a veces muy clara, como en Descartes, o de una decisión sin paralelo, pero su ejecución permanece estancada en sus inicios (40) o es absolutamente opaca en sus más diversos intentos, como en Leibniz. O la voluntad sistemática llega al límite de la enajenación y su ejecución es amplia, seca y sin lagunas.

El único sistema acabado, completamente construido en su conexión de fundamentación, es la metafísica de Spinoza, aparecida después de su muerte bajo el título: Ethica ordine geometrico demonstrata et in quinque partes distincta. Las cinco partes tratan: i: “De Deo”; ii: “De natura et origine mentis”; iii: “De origine et natura affectuum”; iv: “De servitute humana seu de affectuum viribus”, v: “De potentia intellectus seu de libertate humana”.

Ya el título expresa el dominio de la exigencia matemática de saber: ordine geometrico. Que esa metafísica, es decir, esa ciencia del ente en total, se llame “ética”, expresa que el actuar y la actitud del hombre son de importancia decisiva para el modo de proceder en el saber y en la fundamentación del mismo.

Pero ese sistema sólo ha sido posible gracias a una unilateralidad sin paralelo, de la cual ha de tratarse más adelante; y debido a que, con una rara falta de crítica, los conceptos fundamentales metafísicos de la escolástica medioeval han sido empotrados simplemente en el sistema. Para llevar a cabo el sistema se adoptó la Mathesis universalis, la metodología de Descartes, y la idea fundamental propiamente metafísica procede, hasta en sus detalles, de Giordano Bruno. Ese sistema de Spinoza tiene que ser mencionado aquí ante todo porque en el siglo xvii él jugó un papel en las discusiones relacionadas con los nombres de Lessing, Jacobi, Mendelssohn, Herder y Goethe, disquisiciones que proyectan aún sus últimas sombras en el tratado sobre la libertad de Schelling. Las interpretaciones del sistema de Spinoza, de muy diversa dirección, han contribuido a que tengamos la costumbre de imaginarnos un “sistema” de filosofía en general como algo semejante a ese sistema tan determinado y unilateral. El hecho de que la filosofía de Schelling fuera tomada por spinocismo forma parte de la historia de los malentendidos de todas las filosofías por sus contemporáneos. Si Schelling combatió desde su base un sistema, ése fue el de Spinoza. Y si algún pensador se dio cuenta del error peculiar de Spinoza, ése fue Schelling. Sin embargo, debemos renunciar aquí a exponer más precisamente los sistemas de los siglos xvii y xviii; entre todos éstos sobresale la filosofía de Leibniz por la inagotabilidad de su fuerza sistemática.

Resumiendo, podemos decir respecto de las condiciones principales de la primera formación de sistema en la Edad Moderna:

Las condiciones de posibilidad de la primera formación de sistema en (41) la Edad Moderna son a la vez los presupuestos de la génesis y de la existencia de las ciencias actuales:

1) el predominio de lo matemático como patrón de medida del saber;

2) la autofundamentación del saber en el sentido de esta exigencia en cuanto primacía de la certeza sobre la verdad. Primacía del proceder (del método) sobre la cosa;

3) la fundamentación de la certeza como autocerteza del “Yo pienso”;

4) el pensar, ratio, como tribunal que ha de determinar la esencia del Ser;

5) la quiebra del dominio exclusivo de la fe de la iglesia sobre la configuración del saber, con la adopción simultánea, por parte del nuevo preguntar, de la anterior experiencia cristiana de la totalidad del Ser. La distinción entre saber y creer, intellectus y fides, no es trazada entonces por primera vez, pero cambia la autoconcepción del saber y de sus posibilidades y derechos, y

6) la liberación del hombre para conquistar, dominar y reconfigurar el ente de manera creadora en todas las esferas de la existencia humana. (p. 39-41)

Courtine

Joan Stambaugh

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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