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GA88: HERÁCLITO, FRAGMENTO 7. EL SER DE LO ENTE
terça-feira 13 de junho de 2017
Si reflexionamos sobre esta sentencia [1] de este pensador, tenemos que pensar lo ente en su conjunto, y concretamente el ser, y éste en su manifestabilidad, en su no-ocultamiento (ἀλήθεια). Pero ¿en verdad hemos pensado ahora ya la sentencia? Hasta ahora sólo hemos seguido la comprensión de las palabras, y hemos aclarado aproximadamente el ámbito desde el cual y hacia dentro del cual la sentencia habla. Sólo que este ámbito de lo ente en su conjunto, del ser, el no-ocultamiento de lo ente en cuanto tal, este ámbito nos resulta, después de todo, ajeno; ajeno y, sin embargo, tan próximo; tan próximo que lo pasamos del todo por alto, puesto que, al fin y al cabo, siempre nos volvemos solamente a este o a aquel ente, y sólo nos incumbe esta o aquella rectitud. Pues, después de todo, no podemos negar que pasamos todo el tiempo en este ámbito enigmático (al mismo tiempo chocante y, no obstante, inmediato). Unicamente por eso podemos decir ahora, por ejemplo: «El edificio está [es] a oscuras», «la puerta está [es] cerrada». ¿Qué queremos decir con este «es»? Edificio, a oscuras; «puerta» y «cosas» de uso. Pero ¿y el «es»? ¿El «ser»?
Es decir, guardamos una referencia a lo ente y, por tanto, después de todo, en general al ser. ¿De qué otro modo habríamos de poder comportarnos para con lo ente y también conocernos a nosotros mismos como entes? ¿De qué otro modo podríamos diferenciar contrastando lo no ente y lo ente? ¿De qué modo y por qué vías percibimos lo ente? «Vemos» la pared, «oímos» el timbre, «palpamos» la superficie lisa de la mesa. Ojos, oídos, mano. Y también la nariz huele y capta… Pero no sólo ella. Ella percibe solamente algo de lo «ente»: olores, lo aromático. Olemos la rosa, el clavel, los abetos, pero también los automóviles y las locomotoras, las plantas de gas, los institutos químicos, las clínicas, las aulas, los vestuarios. Rosas y claveles (aroma). ¿Percibe la nariz en general lo ente? ¿Las «rosas»? Los animales, de los cuales algunos tienen «hocico» (órganos olfativos), ¿perciben lo ente? Si las narices tuvieran que decidir y percibir, lo «ente» quedaría inaccesible. ¡No «olemos» lo ente! Y el «ser» jamás puede existir como el vaho y el humo.
Pero, no obstante, existe cierta asignación entre lo ente y la percepción de lo ente. ¿Cómo percibimos lo ente? ¿Qué es lo ente? ¿Qué significa en general «ente», ov? Preguntando de este modo, estamos «pensando».
Sobre el fragmento 7: «si… Entonces». Suponiendo que el ser de lo ente sea de tal y cual modo, entonces el acceso a lo ente… Aquí, de entrada, [lo ente se presenta] en cierta disposición: según como lo ente esté manifiesto en cuanto tal (en su ser), de modo correspondiente será el modo y la posibilidad del acceso.
Esencia de lo ente y su accesibilidad.
¿De dónde viene este disponer, y de qué tipo es?
Pero ¿cómo se determina el modo como lo ente se hace notar en cuanto tal?
Y al mismo tiempo: meditemos sobre qué es lo ente para nosotros, sobre dónde tiene para nosotros lo ente su esencia. Eso es indeterminado, confuso… ¡y sin embargo! (voluntad de poder)… «realidad».
Ver online : SEIN DES SEIENDEN
[1] Heráclito, fragmento 7: Ει πάντα τα οντα καπνός γένοιτο, ρίνες αν διαγονειν. «Si todo lo ente se desvaneciera en humo, entonces podrían ser las narices las que lo diferenciaran: lo ente en cuanto ente.»