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Martin Heidegger – Obra (em espanhol)

GA (espanhol) – existentia

Algumas referências ao termo latino "existentia"

terça-feira 19 de setembro de 2023, por Cardoso de Castro

Usted pregunta: ¿comment redonner un sens au mot “Humanisme”? Esta pregunta nace de la intención de seguir manteniendo la palabra “humanismo”. Pero yo me pregunto si es necesario. ¿O acaso no es evidente el daño que provocan todos esos títulos? Es verdad que ya hace tiempo que se desconfía de los “ismos”. Pero el mercado de la opinión   pública reclama siempre otros nuevos y por lo visto siempre se está dispuesto a cubrir esa demanda. También nombres como “lógica”, “ética”, “física” surgen por primera vez en escena tan pronto como el pensar originario toca a su fin. En su época más grande, los griegos pensaron sin necesidad de todos esos títulos. Ni siquiera llamaron “filosofía” al pensar. Ese pensar se termina cuando sale fuera de su elemento. El elemento es aquello desde donde el pensar es capaz de ser un pensar. El elemento es lo que permite y capacita de verdad: la capacidad. Ésta hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. El pensar, dicho sin más, es el pensar del ser. El genitivo dice dos cosas. El pensar es del ser, en la medida en que, como acontecimiento propio del ser, pertenece al ser. El pensar es al mismo tiempo pensar del ser, en la medida en que, al pertenecer al ser, está a la escucha del ser. Como aquello que pertenece al ser, estando a su escucha, el pensar es aquello que es según su procedencia esencial. Que el pensar es significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. Adueñarse de una “cosa” o de una “persona  ” en su esencia quiere decir amarla, quererla. Pensado de modo más originario, este querer significa regalar la esencia. Semejante querer es la auténtica esencia del ser capaz, que no sólo logra esto o aquello, sino que logra que algo “se presente” mostrando su origen, es decir, hace que algo sea. La capacidad del querer es propiamente aquello “en virtud” de lo cual algo puede llegar a ser. Esta capacidad es lo auténticamente “posible”, aquello cuya esencia reside en el querer. A partir de dicho querer, el ser es capaz del pensar. Aquél hace posible éste. El ser, como aquello que quiere y que hace capaz, es lo posible. En cuanto elemento, el ser es la “fuerza callada” de esa capacidad que quiere, es decir, de lo posible. Claro que, sometidas al dominio de la “lógica” y la “metafísica”, nuestras palabras “posible” y “posibilidad” sólo están pensadas por diferencia con la palabra “realidad”, esto es, desde una determinada interpretación del ser — la metafísica — como actus y potentia, una diferenciación que se identifica con la de EXISTENTIA   y essentia  . Cuando hablo de la “callada fuerza de lo posible” no me refiero a lo possibile de una possibilitas sólo representada, ni a la potentia como essentia de un actus de la EXISTENTIA, sino al ser mismo, que, queriendo, está capacitado sobre el pensar, y por lo tanto sobre la esencia del ser humano, lo que significa sobre su relación con el ser. Aquí, ser capaz de algo significa preservarlo en su esencia, mantenerlo en su elemento. Heideggeriana  : CartaHumanismo

Aquello que sea el hombre, esto es, lo que en el lenguaje tradicional de la metafísica se llama la “esencia” del hombre, reside en su ex-sistencia. Pero, así pensada, la ex-sistencia no es idéntica al concepto tradicional de EXISTENTIA, que significa realidad efectiva, a diferencia de la essentia, que significa posibilidad. En Ser y tiempo   (p. 42) hemos subrayado la frase: “La ‘esencia’ del Dasein   reside en su existencia”. Pero aquí no se trata de una oposición entre EXISTENTIA y essentia, porque aún no se han puesto para nada en cuestión ambas determinaciones metafísicas del ser y mucho menos su mutua relación. Dicha frase encierra todavía menos algo parecido a una afirmación general sobre el Dasein entendido en el sentido de la existencia, en la medida en que esa denominación, que fue adoptada en el siglo XVIII para la palabra “objeto”, quiere expresar el concepto metafísico de realidad efectiva de lo real. Antes bien, lo que dice la frase es que el hombre se presenta de tal modo que es el “aquí”, es decir, el claro del ser. Este “ser” del aquí, y sólo él, tiene el rasgo fundamental de la ex-sistencia, es decir, del extático estar dentro de la verdad del ser. La esencia extática del hombre reside en la ex-sistencia, que sigue siendo distinta de la EXISTENTIA metafísicamente pensada. La filosofía medieval concibe a esta última como actualitas  . Kant   presenta la EXISTENTIA como la realidad efectiva, en el sentido de la objetividad de la experiencia. Hegel   define la EXISTENTIA como la idea   de la subjetividad absoluta que se sabe a sí misma. Nietzsche   concibe la EXISTENTIA como el eterno retorno de lo igual. Desde luego, queda abierta la cuestión de si a través de estas interpretaciones de la EXISTENTIA como realidad efectiva, que sólo a primera vista parecen tan diversas, queda ya suficientemente pensado el ser de la piedra, o incluso la vida en cuanto ser de los vegetales y los animales. En cualquier caso, los seres vivos son como son, sin que por ser como tal estén en la verdad del ser y sin que preserven en dicho estar lo que se presenta de su ser. De entre todos los entes, presumiblemente el que más difícil nos resulta de ser pensado es el ser vivo, porque, aunque hasta cierto punto es el más afín a nosotros, por otro lado está separado de nuestra esencia ex-sistente por un abismo. Por contra, podría parecer que la esencia de lo divino está más próxima a nosotros que la sensación de extrañeza que nos causan los seres vivos, entendiendo dicha proximidad desde una lejanía esencial que, sin embargo, en cuanto tal lejanía, le resulta más familiar a nuestra esencia existente que ese parentesco corporal con el animal que nos sume en un abismo apenas pensable. Semejantes reflexiones arrojan una extraña luz sobre la caracterización habitual, y por eso mismo todavía demasiado prematura, del ser humano como animal rationale  . Si a las plantas y a los animales les falta el lenguaje es porque están siempre atados a su entorno, porque nunca se hallan libremente dispuestos en el claro del ser, el único que es “mundo”. Pero no es que permanezcan carentes de mundo en su entorno porque se les haya privado de lenguaje. En la palabra “entorno” se agolpa pujante todo lo enigmático del ser vivo. El lenguaje no es en su esencia la expresión de un organismo ni tampoco la expresión de un ser vivo. Por eso no lo podemos pensar a partir de su carácter de signo y tal vez ni siquiera a partir de su carácter de significado. Lenguaje es advenimiento del ser mismo, que aclara y oculta. Heideggeriana  : CartaHumanismo

Pensada extáticamente, la ex-sistencia no coincide ni en contenido ni en forma con la EXISTENTIA. Desde el punto de vista del contenido, ex-sistencia significa estar fuera en la verdad del ser. Por contra, EXISTENTIA (existente) significa actualitas  , realidad efectiva a diferencia de la mera posibilidad como idea. Ex-sistencia designa la determinación de aquello que es el hombre en el destino de la verdad. EXISTENTIA sigue siendo el nombre para la realización de lo que algo es cuando se manifiesta en su idea. La frase que dice “el hombre ex-siste” no responde a la pregunta de si el hombre es o no real, sino a la pregunta por la “esencia” del hombre. Esta pregunta la solemos plantear siempre de manera inadecuada, ya sea cuando preguntamos qué es el hombre, ya sea cuando preguntamos quién es el hombre, porque con ese ¿quién? o ¿qué?. nos ponemos en el punto de vista que trata de ver ya una persona o un objeto. Pero sucede que tanto el carácter personal como el carácter de objeto no sólo no aciertan con lo esencial de la ex-sistencia de la historia del ser, sino que impiden verlo. Por eso, en la citada frase de Ser y tiempo se escribe con muchas reservas y entre comillas la palabra “esencia” (p. 42). Esto indica que, ahora, la “esencia” no se determina ni desde el esse essentiae ni desde el esse existentiae, sino desde lo ex-stático del Dasein. En cuanto ex-sistente, el hombre soporta el ser-aquí, en la medida en que toma a su “cuidado” el aquí en cuanto claro del ser. Pero el propio ser-aquí se presenta en cuanto “arrojado”. Se presenta en el arrojo del ser, en lo destinal que arroja a un destino. Heideggeriana: CartaHumanismo

Por contra, Sartre   expresa de la siguiente manera el principio   del existencialismo: la existencia precede a la esencia. Está adoptando los términos EXISTENTIA y essentia en el sentido de la metafísica que, desde Platón  , formula lo siguiente: la essentia precede a la EXISTENTIA. Sartre invierte esa frase. Lo que pasa es que la inversión de una frase metafísica sigue siendo una frase metafísica. Con esta frase se queda detenido, junto con la metafísica, en el olvido de la verdad del ser. Porque por mucho que la filosofía determine la relación entre essentia y EXISTENTIA en el sentido de las controversias de la Edad Media o en el sentido de Leibniz   o de cualquier otro modo, el hecho es que habría que empezar por preguntarse primero desde qué destino del ser llega al pensar dicha diferencia en el ser entre esse essentiae y esse existentiae. Queda por pensar la razón por la que la pregunta por este destino del ser nunca fue preguntada y la razón por la que nunca pudo ser pensada. ¿O acaso el hecho de que las cosas sean de este modo en lo relativo a la distinción entre essentia y EXISTENTIA no es una señal del olvido del ser? Podemos suponer que este destino no reside en un mero descuido del pensar humano y mucho menos en una menor capacidad del pensamiento occidental temprano. La distinción entre essentia (esencialidad) y existencia (realidad efectiva), que se encuentra oculta en su origen esencial, domina y atraviesa todo el destino de la historia occidental y de la historia en su conjunto bajo su definición europea. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pues bien, la proposición principal de Sartre a propósito de la primacía de la EXISTENTIA sobre la essentia sin duda justifica el nombre de “existencialismo” como título adecuado a esa filosofía. Pero la tesis principal del “existencialismo” no tiene ni lo más mínimo en común con la frase de Ser y tiempo; aparte de que en Ser y tiempo no puede expresarse todavía en absoluto una tesis sobre la relación de essentia y EXISTENTIA, porque de lo que allí se trata es de preparar algo pre-cursor. Y eso ocurre, según lo que se ha dicho, de modo bastante torpe y limitado. Aquello que todavía hoy y por vez primera queda por decir tal vez pudiera convertirse en el estímulo necesario para guiar a la esencia del hombre y lograr que piense atentamente la dimensión de la verdad del ser que reina en ella. Pero también esto ocurriría únicamente en beneficio de una mayor dignidad del ser y en pro del ser-aquí que soporta al ser humano exsistente y no en pro del hombre ni para que mediante su quehacer la civilización y la cultura acaben siendo un valor. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero ¿no es en Ser y tiempo (p. 212) — donde el “se da” toma voz — en donde se dice “sólo mientras el Dasein es, se da el ser”? Es verdad. Esto significa que sólo se traspasará ser al hombre mientras acontezca el claro del ser. Pero que acontezca el “aquí”, esto es, el claro como verdad del ser mismo, es precisamente lo destinado al propio ser. El ser es el destino del claro. Así, la citada frase no significa que el Dasein del hombre, en el sentido tradicional de EXISTENTIA o, pensado modernamente, como realidad efectiva del ego cogito  , sea aquel ente por medio del cual se llega a crear por vez primera el ser. La frase no dice que el ser sea un producto del hombre. En la Introducción a Ser y tiempo (p. 38) se dice clara y sencillamente, y hasta destacándolo con cursivas, que el “ser es lo trascendente por antonomasia”. Así como la apertura de la proximidad espacial sobrepasa cualquier cosa cercana o lejana, vista desde esa misma cosa, así el ser está esencialmente más lejos que todo ente, porque es el claro mismo. Y, por esto, y conforme al principio que en un primer momento es inevitable en la metafísica aún dominante, el ser es pensado desde lo ente. Sólo desde este punto de vista se muestra el ser en un sobrepasamiento y en cuanto tal. Heideggeriana: CartaHumanismo

En Ser y tiempo (p. 38) se dice que todo preguntar de la filosofía “repercute sobre la existencia”. Pero la existencia no es aquí la realidad del ego   cogito. Tampoco es únicamente la realidad de los sujetos, que actuando los unos con los otros llegan a sí mismos. “Ex-sistencia” es, a diferencia fundamental de toda EXISTENTIA y “existence”, el morar ex-stático en la proximidad al ser. Es la guarda, es decir, el cuidado del ser. Como en ese pensar se trata de pensar algo simple, por eso le resulta tan difícil al modo de representar que tradicionalmente conocemos como filosofía. Lo que ocurre es que la dificultad no consiste en tener que encontrar un sentido especialmente profundo o en tener que construir conceptos intrincados, sino que se esconde en ese paso atrás que introduce al pensar en un preguntar que es capaz de experimentar, renunciando al opinar habitual de la filosofía. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero en cuanto se interroga al ente en cuanto tal, ya se lo experimenta también respecto de que es. Por eso, de la pregunta acerca de qué es el ente en cuanto tal surge al mismo tiempo esta otra: cuál, de entre todos los entes en cuanto tales, corresponde en mayor grado a aquello que se ha determinado como el qué del ente. El ente que corresponde al qué, a la essentia del ente en cuanto tal, es lo verdaderamente existente. En la pregunta: “¿qué es el ente?” se piensa a éste, al mismo tiempo, respecto de la essentia y de la EXISTENTIA. De esta forma, el ente está determinado en cuanto tal, es decir, en lo que es y en cuanto que es. Essentia y EXISTENTIA del ens qua ens responden a la pregunta: “¿qué es el ente en cuanto tal?”. Ellas determinan al ente en su ser. Heideggeriana: NiilismoSer  

También la metafísica de Nietzsche, en cuanto ontología, y aunque parezca alejada de la metafísica escolar, es al mismo tiempo teología. La ontología del ente en cuanto tal piensa la essentia como voluntad de poder. Esta ontología piensa la EXISTENTIA del ente en cuanto tal en su totalidad teológicamente como eterno retorno de lo mismo. Esta teología es, sin embargo, una teología negativa de un tipo particular. Su negatividad se muestra en la frase: Dios ha muerto. Ésta no es la frase del ateísmo, sino la frase de la onto-teología de aquella metafísica en la que llega a su acabamiento el nihilismo propio. Heideggeriana: NiilismoSer

Pero si la metafísica en cuanto tal no piensa el ser mismo porque piensa el ser en el sentido del ente en cuanto tal, la ontología y la teología, ambas desde su mutua referencia recíproca, tienen que dejar impensado el ser mismo. La teología recoge la essentia del ente de la ontología. La ontología, a sabiendas o no, traslada el ente respecto de su EXISTENTIA, es decir en cuanto aquello que existe, al fundamento primero que representa la teología. La esencia onto-teológica de la metafísica piensa el ente desde la mirada dirigida a essentia y EXISTENTIA. Estas determinaciones del ser del ente sólo son, por así decirlo, rozadas de un modo pensante, pero no son pensadas desde el ser mismo, ni cada una de ellas individualmente ni ambas en su diferencia. Esta última, con todo lo que encierra de impensado, se vuelve de pronto determinante para el pensar de la metafísica, como si hubiera caído del cielo. Y quizá así lo sea, efectivamente, sólo que habría que pensar qué quiere decir esto respecto del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer

La unitaria ambigüedad de lo que nombra la trascendencia, fundada en la distinción oscura [Cfr. Holzwege  , pág. 220 [GA 5, pág. 238].] — en cuanto a su proveniencia — de essentia y EXISTENTIA, refleja la esencia onto-teológica de la metafísica. En virtud de su esencia, la metafísica piensa el ente pasando por encima de él de modo trascendental-trascendente, pero lo hace sólo para re-presentar el ente mismo, es decir, para volver a él. En el pasar por encima trascendental-trascendente, se roza de cierto modo el ser en el modo de la representación. El pensar que pasa por encima piensa dejando continuamente de lado el ser, no en el sentido de un desacierto sino en el modo de no dejarse involucrar por el ser mismo, por lo digno de cuestión de su verdad. El pensar de la metafísica no se deja involucrar por el ser mismo porque ya ha pensado el ser, [A su manera] lo ha pensado como ente, en la medida en que éste, el ente, es. Heideggeriana: NiilismoSer

Si el ser mismo permanece impensado, esto parece radicar en el pensar, en la medida en que al pensar no le importa nada el ser mismo. El pensar omite algo. No obstante, la metafísica piensa el ser del ente. Conoce el ser a partir de sus conceptos fundamentales de essentia (esencialidad [Wesenheit]) y EXISTENTIA (existencia [Dasein]). Pero sólo tiene conocimiento del ser para conocer a partir de él el ente en cuanto tal. En la metafísica el ser ni se pasa por alto ni pasa inadvertido. Y sin embargo, su visión del ser no lo admite como algo propiamente pensado; para ello, el ser en cuanto ser mismo tendría que ser admitido por la metafísica como lo que ella tiene que pensar. El ser queda en la visión de los conceptos, queda incluso en el aparecer del concepto absoluto mediante la dialéctica especulativa, y sin embargo permanece impensado. Así pues, podría concluirse, la metafísica rechaza el ser como lo que propiamente hay que pensar. Heideggeriana: NiilismoSer

La unidad de la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo descansa en la copertenencia de essentia y EXISTENTIA, cuya distinción permanece oscura en cuanto a su proveniencia esencial. Heideggeriana: NiilismoSer

En un principio Nietzsche coincide con la interpretación corriente de la proposición, que la considera como un silogismo: ego cogito ergo sum. Se supone que la finalidad de este silogismo es demostrar que “yo” soy: que un “sujeto” es. Nietzsche piensa que Descartes   acepta como obvio que el hombre se determine como “yo” y éste como “sujeto”. En contra de la posibilidad de esta conclusión aduce, en cambio, todo lo que en parte ya se había objetado en tiempo de Descartes y después se ha vuelto a repetir continuamente: para establecer la conclusión, es decir la proposición, tengo que saber previamente: qué significa “cogitare”, qué significa “esse”, qué quiere decir “ergo”, qué quiere decir “sujeto”. Puesto que, para Nietzsche y para otros, en y para esta proposición — aceptando siempre que sea una conclusión — se supone siempre ese saber, la proposición misma no puede ser la “certeza” primera, y mucho menos el fundamento de toda certeza. La proposición no lleva a cabo lo que Descartes le exige. A esta objeción respondió ya el propio Descartes en su última obra, una obra de síntesis, Principia philosophiae (Les príncipes de la philosophie  ), I, 10 (aparecida en 1644 en latín y en 1647 en la traducción francesa de un amigo; cfr. Oeuvres de Descartes, ed. por Adam y Tannery París, 1897-1910, VIII, 8). El pasaje se refiere directamente a la ya citada caracterización de la proposición como prima et certissima cognitio: “Atque ubi dixí hanc propositionem ego cogito, ergo sum, esse omnium primam et certissimam, quae cuilibet ordine philosophanti occurrat, non ideo negavi quin ante ipsam scire oporteat, quid   sit cogitatio, quid   EXISTENTIA, quid certitudo; item quod fieri non possit, ut it quod cogitet, non existat et talia; sed quia hae sunt simplicissimae notiones et quae solae nullius rei existentis notitiam praebent, idcirco non censui esse numerandas.” “Y allí donde dije que la proposición “pienso, luego existo” es de todas la primera y la más cierta que sale al encuentro de cualquiera que filosofe siguiendo un orden, con ello no he negado que previamente a esa proposición se tenga que “saber” (scire) qué sea “pensar”, “existencia”, “certeza”, ni tampoco “que no pueda suceder que aquello que pienso no sea” y cosas similares; pero puesto que estos que están aquí son los conceptos más simples y que proporcionan un conocimiento solos, sin que lo nombrado por ellos exista como ente, he considerado que no debían ser enumerados (tomados en consideración) expresamente.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu  

Ousia   es ser en el sentido del modus   essendi: ser-qué, quididad (Wasgehalt), esencia, aquello que hace de algo lo que es — sea que “exista” o no. La traducción latina essentia (desde Boecio) no atina, por eso, a la ousia griega; ésta es más rica, significa también EXISTENTIA. Aristóteles   quiere dar ambas significaciones al diferenciar la prote ousia, este ente, tal como existe, el hecho-de-ser (Dass  -sein  ), y la deutera ousia, el ser-qué, la esencia. Heideggeriana: TranscendenciaST  

Ambas significaciones fundamentales están orientadas al tiempo. EXISTENTIA: aquello “existe” propiamente, ser en cuanto EXISTENTIA se anuncia en aquello que es aei on, que es siempre y que nunca no es en ningún ahora, lo que es “en todo tiempo ahí”. Essentia significa el qué, la idea, aquello que determina de antemano a cada ente como ente y, que por eso, como ontos on, es primera y rectamente aei on. La referencia al tiempo no sólo se hace visible en este carácter de la duración constante, del aei, sino, aun más originariamente, aunque de manera más encubierta, en algo otro. Heideggeriana: TranscendenciaST

Ser no mienta solamente la multiplicidad de las regiones y de sus pertinentes modi existendi y essendi, sino que mienta esta idea ser en vista de su esencial articulación en EXISTENTIA y essentia. Esta articulación es un problema fundamental de la ontología — el problema de la articulación fundamental del ser (Grundartikulation des Seins). Heideggeriana: TranscendenciaST

Hasta ahora hemos presentado dos problemas fundamentales que conciernen al ser mismo, sin atender a que el ser, del mismo modo como está articulado en essentia y EXISTENTIA y como está regionalizado, también es siempre, en general, ser del ente. El ser es diferente del ente — y, en términos absolutos, sólo esta diferencia (Unterschied  ), esta posibilidad de diferencia, proporciona una comprensión de ser. Dicho de otra manera: en la comprensión de ser reside el llevar a cabo esta diferenciación de ser y ente. Esta diferencia es la que ante toda posibilita algo así como la ontología. De ahí que denominemos a esta diferencia, que ante todo posibilita algo así como la comprensión de ser, la diferencia ontológica (ontologische Differenz). Heideggeriana: TranscendenciaST

Quae res in plura (actu iam EXISTENTIA) dividi potest, ex pluribus est aggregata, et res quae ex pluribus aggregata est, non est unum nisi mente nec habet realitatem nisi a contentis mutuatam (a de Volder; Gerh. II, 267). Lo divisible sólo tiene un contenido prestado. Heideggeriana: CursoMarburgo  

En el ser-aquí se le devuelve al hombre el fundamento esencial y durante mucho tiempo infundamentado gracias al cual el hombre puede ex-sistir. Aquí, “existencia” no significa EXISTENTIA en el sentido del aparecer y del “Dasein” (estar ahí delante) de un ente. Pero “existencia” tampoco significa aquí, al modo “existencial”, el esfuerzo moral   del hombre por su sí-mismo edificado sobre una constitución corporal y anímica. La ex-sistencia que tiene sus raíces en la verdad como libertad es la ex-posición en el desocultamiento de lo ente como tal. Todavía incomprendida, ni siquiera necesitada de una fundamentación esencial, la ex-istencia del hombre histórico comienza en ese instante en el que el primer pensador se pone al servicio del desocultamiento de lo ente preguntando qué sea lo ente. En esta pregunta es en donde por vez primera se experimenta el desocultamiento. Lo ente en su totalidad se desvela como physis  , la “naturaleza”, que aquí todavía no alude a un ámbito especial de lo ente, sino a lo ente como tal en su totalidad, concretamente con el significado de un venir surgiendo y brotando a la presencia. La historia sólo comienza cuando lo ente es elevado y preservado expresamente en su desocultamiento y cuando esa preservación es concebida desde la perspectiva de la pregunta por lo ente como tal. El inicial desencubrimiento de lo ente en su totalidad, la pregunta por lo ente como tal y el inicio de la historia occidental son lo mismo y son simultáneos en un “tiempo” que, siendo él mismo inconmensurable, abre por vez primera lo abierto, es decir, la apertura, a cualquier medida. Heideggeriana: EssenciaVerdade  

¿En qué tiene su fundamento esta distinción y por lo tanto el no impugnado y cada vez más obvio predominio de lo allí distinguido a lo largo de toda la historia de la metafísica? El qué-es (to ti estin) y el que-es (to estin) se superponen en su diferenciación con la distinción que sustenta en todas partes la metafísica y que se consolida por vez primera y al mismo tiempo de modo definitivo — aunque con una capacidad de variar hasta volverse irreconocible en la distinción platónica del ontos on y el me on   (cfr. Aristóteles, Met. Z 4, 1030a 17). El ontos on, lo entitativamente, es decir, lo “verdaderamente” ente en el sentido de la aletheia  , es el “semblante”, el aspecto presente. En tal presencia [Anwesenheit  ] esencian [wesen] unidos al mismo tiempo qué es un ente y que es, a saber, en el presente [Gegenwart  ] del aspecto. El “mundo verdadero” es el mundo de antemano decidido en cuanto a su que-es. En la medida en que, sin embargo, en cuanto “verdadero” se distingue del aparente y éste muestra sólo turbiamente el qué-es y por consiguiente no “es” “verdaderamente”, aunque al mismo tiempo tampoco es nada sino que es un ente, precisamente en el me on aparece el que-es de modo más llamativo, ya que está despojado del puro semblante en el que se muestra el qué-es. Con y en la distinción entre el ontos on y el me on se separan to ti estin y to estin (el ti y el oti). El que-es se vuelve una característica del “éste” respectivo (tode ti) y del ekaton, que al mismo tiempo, sin embargo, hace aparecer en cada caso el qué-es (eidos  ) y sólo de ese modo determina un que del ser y con ello un ente como ente del caso. La idea se convierte ahora expresamente en eidos en el sentido de la morphe   de una hyle  , de manera tal que la entidad se traslada al sunolon, sin que se haya eliminado aquella distinción (acerca del sentido griego originario de morphe, fundamentalmente diferente de la distinción de forma y materia, cfr. Aristóteles, Phys. B l). Posteriormente, y especialmente gracias a la interpretación teológica de la concepción bíblica de creación, aparece en múltiples formas (EXISTENTIA, essentia y el principium individuationis). Heideggeriana: EternoRetorno  

6. El qué-es en cuanto ser que sirve de norma expulsa al ser, es decir, al ser en la determinación inicial que, previa a la diferencia entre qué y que, le preserva el rasgo fundamental de la inicialidad y del abrir y presenciar, de aquello, pues, que posteriormente — aunque sólo en oposición a la preeminencia de qué-es (idea) — sale a la luz como que-es (eti estin). Por lo tanto, la prote ousia determinada de este modo por Aristóteles ya no es, precisamente, lo inicialmente esenciante del ser. Como consecuencia de ello, las posteriores EXISTENTIA y existencia no pueden nunca alcanzar retrospectivamente la inicial plenitud esencial del ser, ni siquiera si se las piensa en su originariedad griega. Heideggeriana: HistoriaSer  

Hay que considerar en qué medida el “que” de la EXISTENTIA no alcanza ya nunca más el esti (eon) gar einai. Heideggeriana: HistoriaSer

Existencia. Lo que en general en la metafísica se llama EXISTENTIA, existencia [Existenz  , Dasein], realidad efectiva, es: 1. ousia del hypokeimenon   kathauto, es decir, del ekaston; la prote ousia; el presenciar como morada de lo que mora en cada caso [als Weile   des Jeweiligen] (Aristóteles). 2. Esta prote ousia se concibe como energeia del on, como tode ti on, el presenciar de lo producido e instalado, la obridad. El nombre más lato para einai como presenciar, que al mismo tiempo elucida su interpretación griega, es: hyparkein. En él se piensa el hypo-keisthai, el ya-yacer-delante, a una con arche, el inicio dominante; hyparkein quiere decir: dominar yaciendo ya delante, el “predominar” pensado de modo griego como: presenciar desde sí. Heideggeriana: HistoriaSer

3. La energeia se reinterpreta como actualitas del actu. El agere como facere, creare. La pura esencia de la actualitas es el actus purus como la EXISTENTIA del ens a cuya essentia le corresponde la EXISTENTIA: (Teología medieval.) Al actus lo caracteriza el obrar en cuanto llevar a efecto lo efectuado, no el dejar presenciar en el desocultamiento. 4. De acuerdo con la transformación de la veritas en certitudo, la actualitas se concibe como actus del ego cogito, como percipere, raepresentare. Heideggeriana: HistoriaSer

EXISTENTIA es ahora exigentia essentiae; su principium, la perfectio; perfectio es gradus essentiae; pero essentia es nisus ad existendum. Heideggeriana: HistoriaSer

Pero el desaparecer sólo puede mostrarse al intentar hacer visible la diferencia: voluntad de poder como essentia; eterno retorno de lo mismo como EXISTENTIA (cfr. “La metafisica de Nietzsche”). Heideggeriana: HistoriaSer

La exposición del estrechamiento de la esencia de la existencia parte de la distinción de Schelling   entre “fundamento y existencia”. Hay que mostrar: 1. En qué medida detrás de esta distinción se esconde aún la distinción corriente entre essentia y EXISTENTIA. 2. Por qué esta distinción cae en versiones peculiares, que incluso se contradicen (por ejemplo, “el ser y el ente”; “existencia y el existente”, donde ahora “existencia” ocupa el lugar de “fundamento” y lo que antes se comprendía como existencia se concibe como el “existente”. De hecho, esta denominación es más acertada, ya que expresa el rango de la efectiva realización y de quien la efectúa, el autoaseguramiento como efectuar y voluntad). 3. Cómo asume Kierkegaard   esta distinción, estrechando el concepto de existencia a la cristiandad del ser cristiano, con lo que no quiere decirse que lo no-existente sea lo no-real. Si sólo el hombre es lo existente, precisamente entonces Dios es lo absolutamente real y la realidad efectiva. Heideggeriana: HistoriaSer

El ente es. Su ser contiene la verdad de que es. Que el ente es le da al ente el privilegio de lo incuestionado, a partir de lo cual se eleva la pregunta acerca de qué es el ente. El qué-es es así, desde el ente, el primer ser que se interroga. En ello se manifiesta que el ser mismo sólo se entrega a la determinación en la forma de la entidad, para, por medio de esta determinidad misma, llevar a la esencia sólo el ente en cuanto tal. Frente al qué-es (idea) sólo entonces se distingue de forma expresa el que-es. La distinción, que se vuelve corriente en la metafisica con el nombre de diferencia de essentia y EXISTENTIA pero que apenas resulta visible en sus propias transformaciones, se funda a su vez en la auténtica e inicial distinción, infundada y al mismo tiempo oculta, del ser frente al ente. Heideggeriana: RelembrarMetafisica  

Pero la distinción inicial no es un acto que recaiga sobre y en una unidad indivisa de ser y ente que ya estuviera allí, sino que la distinción es, inicialmente, lo que esencia del ser mismo, cuya inicialidad es el acaecimiento apropiante [Er-eignis]. Retrocediendo desde la distinción de essentia y EXISTENTIA que sustenta a toda metafisica y que tiene su peso en la impronta esencial de la EXISTENTIA, no puede alcanzarse jamás la distinción inicial. Por el contrario, la distinción metafisica misma — es decir, siempre: la distinción que estructura y sustenta toda metafisica — tiene que ser previamente experimentada en su inicio para que la metafisica se vuelva capaz de decisión como acaecimiento apropiante de la historia del ser y pierda la forma aparente de una doctrina y de una manera de ver, es decir, de un producto humano. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

La representación de la “alegoría” y la propia interpretación de Platón toman casi naturalmente a la caverna subterránea y a su exterior como el dominio en cuyo ámbito se desarrollan los procesos relatados. Igualmente esenciales son los tránsitos narrados y el ascenso desde el dominio del resplandor del fuego artificial a la claridad de la luz solar, como así también el retroceso desde la fuente de toda luz a la oscuridad de la caverna. En la “alegoría de la caverna” la fuerza ilustrativa no emana de la imagen de la clausura de la bóveda subterránea y de lo preso en lo que está cerrado, como tampoco de la vista de lo abierto en lo exterior de la caverna. La fuerza figurativa de la interpretación de la “alegoría” concéntrase, para Platón, más bien en el rol del fuego, del resplandor del fuego y de las sombras, de la claridad diurna, de la luz solar y del sol. Todo yace en el resplandecer de lo que aparece y en el hacer posible su visibilidad. La desocultación es mencionada por cierto en sus distintos escalones, aunque sólo lo es para saber de qué modo ella hace accesible en su aspecto (eídos) a lo que aparece y visible a este mostrarse (idéa). La reflexión propiamente dicha se dirige al aparecer del aspecto que se ofrece en la claridad del resplandor. Este aspecto suministra la perspectiva sobre el cómo se esencializa cada ente. La reflexión propiamente dicha pasa a la idéa. La “idea” es el aspecto que proporciona vista en lo que se esencializa. La idéa es el puro resplandecer en el sentido de la expresión “el sol resplandece”. La “idea” no consiente que ninguna otra cosa (detrás de sí) “aparezca’’; ella misma es lo que resplandece, y lo que resplandece reside únicamente en el resplandecer de sí mismo. La idéa es, pues, lo resplandeciente. Su esencia consiste en la luminosidad y en la visualidad, merced a las cuales tiene lugar la esencialización, o sea la esencialización de lo que cada ente es. En el qué es del ente es donde éste se esencializa. Pero la esencialización es en general la esencia del ser, por lo cual, para Platón, el ser tiene su esencia propiamente dicha en el qué es. Ya no una posterior denominación revela que quidditas es el verdadero esse, la essentia, y no la EXISTENTIA. Lo que la idea trae a la visión y de ese modo deja ver es, para el mirar dirigido a ella, lo desoculto de aquello que aparece como idea. De este modo, lo desoculto viene a ser concebido de antemano y exclusivamente, como lo apercibido en la apercepción de la idéa, como lo conocido (gignooskómenon) en el conocer (gignóoskein). El noein   y el nous (la apercepción) mantienen para Platón, en este giro, la referencia esencial a la “idea”. La disposición en este dirigirse a las ideas determina la esencia de la apercepción y, en consecuencia, pues, la esencia de la “razón”. Heideggeriana: PlatoVerdade

En la medida en que la voluntad quiere la superación de su propio poder, no descansa por muy rica que sea su vida. Ejerce su poder en la exuberancia de su propia voluntad. De este modo, retorna constantemente hacia sí misma en cuanto lo mismo. La manera en que lo ente en su totalidad, cuya essentia es la voluntad de poder, existe, esto es, su EXISTENTIA, es el “eterno retorno de lo mismo”. Ambas fórmulas fundamentales de la metafísica de Nietzsche, “voluntad de poder” y “eterno retorno de lo mismo”, determinan lo ente en su ser desde las dos perspectivas que guían desde la Antigüedad a la metafísica, desde el ens qua ens en el sentido de essentia y EXISTENTIA. Heideggeriana: NietzscheDeus  

La relación esencial que queda por pensar entre la “voluntad de poder” y el “eterno retorno de lo mismo”, no puede por lo tanto presentarse todavía de modo inmediato, porque la metafísica ni ha pensado sobre el origen de la distinción entre essentia y EXISTENTIA, ni tan siquiera se lo ha preguntado. Heideggeriana: NietzscheDeus

El pensamiento de Nietzsche que piensa el transhombre, nace del pensamiento que piensa ontológicamente lo ente como ente y, de este modo, se atiene a la esencia de la metafísica, aunque sin poder experimentar dicha esencia dentro de la metafísica. Por eso le queda oculto, como le ocurre a toda la metafísica anterior a él, en qué medida la esencia del hombre se determina a partir de la esencia del ser. Por este motivo, en la metafísica de Nietzsche queda necesariamente velado el fundamento de la relación esencial entre la voluntad de poder y la esencia del transhombre. Pero en todo velamiento reina ya una manifestación. La EXISTENTIA, que forma parte de la essentia de lo ente, esto es, de la voluntad de poder, es el eterno retorno de lo mismo. El ser allí pensado contiene la relación con la esencia del trashombre. Pero esta relación permanece necesariamente impensada en su esencia conforme al ser. Por eso también a Nietzsche le queda a oscuras en qué relación se encuentra ese pensamiento que piensa el transhombre bajo la figura de Zarathustra, con la esencia de la metafísica. Por eso permanece oculto el carácter de obra de “Así habló Zarathustra”. Sólo cuando un pensamiento futuro sea capaz de pensar ese “libro para todos y para ninguno” junto con las “Investigaciones acerca de la esencia de la libertad humana” de Schelling (1809) y, por lo tanto, junto con la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel (1807) y con la “Monadología” de Leibniz (1714) y, además, sea capaz de pensar estas obras no sólo metafísicamente, sino a partir de la esencia de la metafísica, entonces y sólo entonces se habrá puesto el fundamento para el derecho y el deber, para el suelo y el horizonte de una adecuada controversia. Heideggeriana: NietzscheDeus

Al objeto (lo que está puesto en frente) pertenece a un tiempo la consistencia (el en-qué-consiste) de lo que está-en-frente (essentia-possibilitas) y el estar de lo que está en frente (EXISTENTIA). El objeto es la unidad de la estabilidad de las existencias. Las existencias, en su consistencia, están referidas esencialmente al emplazar del pre-sentar como del tener-ante-sí asegurador. El objeto originario es la obstancia misma. La obstancia originaria es el “yo pienso” en el sentido de “yo percibo” que de antemano se pone y se ha puesto ya delante de lo percibible, que es subjectum. El sujeto, en el ordenamiento de la génesis trascendental del objeto, es el primer objeto del representar ontológico. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Lo característico de la Metafísica es que en ella, de un modo general y sin excepción, de la EXISTENTIA, si es que se trata de ella, se trata sólo de un modo breve y como algo evidente y de lo que no hace falta hablar (cfr. la pobre explicación del postulado de realidad que se encuentra en la Crítica de la Razón Pura de Kant). La única excepción la constituye Aristóteles, que piensa a fondo la energeia, sin que nunca, en el futuro, este pensamiento haya podido convertirse en algo esencial en su originariedad. La transmodelación de la energeia en actualitas y realidad ha sepultado todo lo que aparecía en la energeia,. La conexión entre ousia, y energeia se oscurece. Hegel es el primero que vuelve a pensar a fondo la EXISTENTIA, pero en su “Lógica”. Schelling la piensa en la diferenciación entre fundamento y existencia, una diferenciación, sin embargo, que está enraizada en la subjetividad. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Para terminar, se requeriría que antes de hacer patente la mencionada ambigüedad mostrásemos, aunque sólo al vuelo, cómo habla la tradición en la interpretación de Kant del ser como posición. De la “Demostración”, el temprano escrito de Kant, concluimos que la explicación del ser aparece con referencia a la existencia, porque el tema en consideración es la “Demostración de la existencia de Dios” (Dasein Gottes) — El lenguaje de la metafísica dice también en lugar de Dasein, existencia (Existenz). Es suficiente recordar esta palabra para reconocer en el sistere, en el setzen, la conexión con el ponerse y la posición; la EXISTENTIA es el actus quo res sistitur, ponitur extra statum possibilitatis (cf. Heidegger, Nietzsche, 1961, vol. II. pág. 417 sig.). Heideggeriana: KantSer  


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