Heimweh, saudade da pátria, homesickness, nostalgia, Sehnsucht, saudade, soledad
Saudade, ha sido, es y será, el corazón y la tripa del alma portuguesa. No es sólo una palabra, sino una cicatriz, quizá la cicatriz de una batalla, una batalla que no se sabe muy bien si ganada o perdida está presente en la piel y en la mirada de un pueblo. La batalla de un destino buscado.1 Es palabra, y como toda palabra intraducibie, cicatriz de un algo difícilmente aprehensible por el concepto. Esta aparente intraducibilidad conceptual hacia otras lenguas terráqueas, hace de la Saudade emblema identitario de un pueblo, de sus misterios y sus secretos íntimos y a la vez y paradójicamente públicos. Ya el Rey filósofo D. Duarte en el siglo XIV ofreció una primera referencia sobre la predominancia del sentir frente a la racionalidad de esta particular palabra: «A suidade nom descende de cada urna destas partes, mas é um sentido que vem da sensibilidade e näo da razäo» (Capítulo XXV, Leal Conselheiro), y de su particularidad e intraducibilidad: «E porem me parece este nome de ssuydade tarn proprio que o latym nem outra linguagem..nom he pera tal sentido semelhante.» (Rei D. Duarte. Leal Conselheiro. Cap. XXV). Palabra, que en sus diferentes formulaciones arcaicas2 (Soedade, soìdade, suïdade) proviene siempre de la “soledad” latina3 (“solitas”) y que tuvo (tiene) su par en castellano: “soledades”4. Así, este sentimiento dulce y a la vez amargo es un sentir la soledad5, la ausencia, la falta de lo deseado o rememorado presente y futuro. «Amor e ausência são os pais da saudade» nos dijo D. Francisco Manuel de Mello, coetáneo de Quevedo, con alevosa rotundidad. Y es que en definitiva la Saudade no es sino la ausencia de la presencia o mejor aún, la presencia de la ausencia.
Presencia de la Ausencia6, memoria, voluntad de regreso tal que esa soledad que se siente, esa ausencia que se siente de lo deseado recibe lo deseado no sólo en recuerdo sino en presencia óntica destruyendo todas las reglas del tiempo y el espacio, rememorándolo mitológicamente, hasta re-crearlo. El pasado se reinventa al recordarlo. El tiempo perece.
Esa soledad que se siente de lo ausente, entonces, sólo entonces, acaba por convertirse en una Soledad poblada. Repleta de otros seres pasados y futuros que a fuerza de deseaos acaban por nacer de nuevo en Nosotros. Esta presencia de lo lejano, el dolor y la alegría, pero sobre todo el padecer, el pathos, con su doble valor de pasión y de dolor están indudablemente en el seno de lo saudoso. Un dolor por la “proximidad de lo lejano” que Heidegger, a propósito del Zarathustra de Nietzsche también reconoce en el seno de la Sehnsucht alemana:
Para el que pasa y, de un modo total, para aquel que como maestro tiene que mostrar este paso, para Zaratustra mismo, el adonde está siempre en la lejanía. Lo lejano permanece. En tanto que permanece, permanece en una proximidad, es decir, en aquella que conserva lo lejano como lejano al pensar en lo lejano y en dirección a lo lejano. La proximidad a lo lejano, que conmemora lo lejano, es lo que nuestra lengua llama nostalgia (Sehnsucht). Erróneamente enlazamos la palabra «Sucht» con «suchen» y con «ser arrastrado». Pero la vieja palabra «Sucht» significa: enfermedad, padecimiento, dolor. La nostalgia es el dolor de la proximidad de lo lejano7.
(Pablo Javier Pérez López, « Historia y Destino: el fatalismo como identidad nacional lusa », Diacronie (En línea), N° 8, 4 | 2011, documento 3, Puesto en línea el 29 octubre 2011, consultado el 30 abril 2019. URL : http://journals.openedition.org/diacronie/3514 ; DOI : 10.4000/diacronie.3514)
Para o ultrapassante e mais ainda para aquele que, enquanto mestre, deve indicar a ultrapassagem, ou seja, para o próprio Zaratustra, o “para onde” permanece insistentemente distante. O distante insiste. À medida que permanece, o distante insiste numa proximidade, a saber, naquela em que o distante se resguarda como distante, à medida que nele e em direção a ele se pensa. A recordação da proximidade do distante é o que a língua alemã chama Sehnsucht – anseio, anelo. Erradamente associamos “die Sucht’ (desejo ansioso, cobiça, vício) com “suchen” (buscar, procurar) e “getriebsein” (ser ou estar azafa-mado). Mas a antiga palavra “Sucht” (“Gelbsucht” = icterícia; “Schwindsucht’ = tuberculose) significa doença, padecimento, dor. (GA7CGM:93)
VIDE: (Heimweh->http://hyperlexikon.hyperlogos.info/modules/lexikon/search.php?option=1&term=Heimweh)
«Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento, el momento el que el hombre sabe para siempre quién es.». BORGES, Jorge Luis, El Aleph, Madrid, Alianza, 2003, p. 65. ↩
«Saudade y saudoso, nacieron también entre los desheredados y sólo poco a poco, como el propio Fado, fue adoptado por las élites de la sociedad portuguesa: “Saudade e saudoso, primitivamente portuguesas, foram subindo, pouco a pouco, da boca de semi-cultos, às camadas sociais superiores, dos verdadeiros letrados”». MICHAELIS, Carolina, A Saudade portuguesa, Lisboa, Guimarães editora, 1996, p. 45. ↩
«Soedade, soìdade, suïdade, sempre contaram na poesia arcaica por quatro sílabas, correspondentes às do latim solitates, de que saíram, por evoluções fonéticas normais (…)». Ibidem, p. 44. ↩
«Soledad em castelhano teve e tem, de facto, e de direito, todas as acepções da antiga suidade e da solidão moderna: sítio ermo; falta de companhia: carencia de uma pessoa que carinhosamente nos sina de amparo e alivio». Ibidem, p. 57. Véase en este sentido el poemita popular medieval: «¡Soledad tengo de ti, / Oh tierra do nací!». ↩
«Soedade designava um lugar ermo; o estado da pessoa que está só ou solitária sem companhia, quer no meio do mundo, quer apartada do mundo. Mas também significava isolamente, em abastracto». Ibidem, p. 54. ↩
«O desejo é a parte sensual e alegre da Saudade, e a lembrança representa a sua face espiritual e dolorida, porque a lembrança inclui a ausência de uma coisa ou de um ser amado que adquire presença espiritual em nós». PASCOAES, Teixeira de, Arte de ser português, cit, p. 94. ↩
HEIDEGGER, Martin, ¿Quién es el Zaratustm de Nietzsche?, en Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, p. 80. Sobre el mismo parecer véase: «Infancia -aprender-primera magia. Donde quiera que haya nostalgia, se siente una pérdida, pero también una sensación de otro tiempo a medias recobrada», NIETZSCHE, Friedrich, Fragmentos Postumos, vol. II, Madrid, Alianza, 2008, p. 461. ↩