Husserl (1954:369-370) – horizonte e linguagem

Vera Waksman

Cuando vivimos en estado de vigilia en el mundo, somos constantemente conscientes del mundo, prestemos o no atención a ello, somos conscientes de él como del horizonte de nuestra vida, como horizonte de las “cosas” (Dinge) (objetos reales), de nuestras preocupaciones y de nuestras actividades reales y posibles. Siempre destacado en el horizonte del mundo, está el horizonte de nuestros prójimos (Mitmenschen), ya sea que alguien esté presente o no. Incluso antes de prestar atención a ello, somos conscientes del horizonte abierto de nuestra cohumanidad con su delimitado núcleo de los que nos son próximos y de aquellos que conocemos en general. Junto con esta conciencia, está la conciencia que tenemos de los hombres en nuestro horizonte-de-lo-extraño y del que tenemos conciencia cada vez como de los “otros”; cada vez conciencia de los otros “para mí”, en tanto “mis” otros, como aquellos con los cuales puedo entrar en una conexión de intropatía actual y potencial, inmediata y mediata, en una comprensión recíproca entre sí mismo y los otros y, sobre el fundamento de esta conexión, en un intercambio con ellos, un compromiso con ellos en cualquier modo particular de comunidad y, luego, en un saber habitual (170) de este ser comunizado. Al igual que yo, todo hombre tiene su cohumanidad y, como tal, es comprendido por mí y por todo el mundo, y tiene, contándose siempre a sí mismo, la humanidad en general, en la cual se sabe viviendo.

Precisamente a este horizonte de humanidad pertenece el lenguaje universal. La humanidad se conoce, en primer lugar, como comunidad de lenguaje inmediata y mediata. Es evidentemente gracias al lenguaje y a la inmensa extensión de sus consignaciones, en tanto comunicaciones virtuales, como el horizonte de humanidad puede ser infinitamente abierto, como lo es siempre para los hombres. En la dimensión de la conciencia, se privilegia la humanidad normal y adulta (con exclusión del mundo de los anormales y de los niños) como horizonte de la humanidad y como comunidad de lenguaje. En este sentido, la humanidad es para cada hombre, para quien es su horizonte-de-nosotros, una comunidad del poder-expresarse en la reciprocidad, la normalidad y la plena inteligibilidad; y en esta comunidad, cada uno puede también hablar como de un ente objetivo de todo lo que está allí, en el mundo circundante de su humanidad. Todo tiene su nombre o, (370) mejor dicho, es nombrable en un sentido muy amplio, es decir, expresable en un lenguaje. El mundo objetivo es, desde el primer momento, mundo para todos, el mundo que “todo el mundo” tiene como horizonte de mundo. Su ser objetivo presupone a los hombres en tanto que hombres (sujetos) de su lenguaje universal. El lenguaje es, por su parte, una función y un poder ejercido correlativamente referido al mundo, al universum de los objetos en tanto expresable en un lenguaje según su ser y su ser-así. Así, de un lado, los hombres en tanto hombres, la cohumanidad, el mundo — el mundo del que los hombres hablan y pueden hablar siempre, del que nosotros hablamos y podemos hablar siempre — y, del otro lado, el lenguaje, están indisociablemente entrelazados y siempre ya ciertos en la unidad indisociable de su correlación, aunque habitualmente permanezcan siempre implícitos y en el horizonte.

Derrida

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

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