GA58:104-110 – La significatividad como carácter de realidad de la vida fáctica

Francisco de Lara

Aquello de lo que tengo experiencia es fácticamente real, existe. ¿Cuál es el sentido de esta «existencia»? Si deseamos responder esta pregunta (116) debemos apartar todo lo relativo al concepto de existencia y toda las pruebas y explicaciones epistemológicas; se trata de llegar a ver el sentido fenoménico de ese «real» en el que vivo y del que en la vida fáctica no sé nada expresa y teóricamente. Mientras vivo fácticamente en todo lo mencionado, me ocupo de ello de tal o cual manera según lo que sea, me implico en ello de tal o cual modo; todo aquello de lo que se tiene experiencia—por heterogéneo que pueda ser en su contenido— tiene el mismo sentido de existencia. Hay que prescindir de toda teorización, no recurrir a lo que un epistemólogo diga al respecto; hay que ver el sentido en que la experiencia fáctica tiene siempre, una y otra vez, lo experienciado por ella en el carácter de la significatividad. Incluso lo más trivial es significativo; incluso lo carente de valor es significativo.

Al beber té, sostengo la taza; al conversar, la tengo delante de mí. No capto algo coloreado, o bien datos sensibles, como una cosa y esa cosa como una taza determinada espado-temporalmente, como algo que se da en una sucesión perceptiva y que podría eventualmente no existir. « La taza de la que bebo» — en la significatividad se cumple su realidad, es ella misma. Vivo siempre atrapado por la significatividad γ cada significatividad está rodeada por nuevas (105) significatividades: horizontes de ocupación, implicación, valoración y destino. Vivo en lo fáctico en cuanto un nexo muy especial de significatividades que se compenetran constantemente; o sea, toda significatividad es tal para y en un nexo de tendencias y expectativas que se forma siempre de nuevo en la vida fáctica [forma propia: situación — abierta]. En este carácter no destacado de la significatividad se encuentra aquello de lo que se tiene experiencia fácticamente en los nexos vitales fácticos.

No se debe comprender esto como si todo aquello de lo que se tiene experiencia fácticamente estuviera para mí en el carácter expreso de tener un significado especial para mí; al contrario, falta justamente esta referencia a mí en cuanto referencia expresa. Eso significa que no hay límites, no hay barreras, para dicho tener experiencia. Preguntas como si el mundo existe en sí e independientemente de mis pensamientos carecen de sentido. No hay pensamientos que existan en algún lugar y de los que dependa un mundo existente (mundo exterior — interior, etc.).

(117) La vida fáctica no repara en teorías epistemológicas. Mientras vive en las relaciones de significatividad fáctícas, éstas no pueden resultar impedimento alguno.

Cuando veo a mi conocido saludarme y, en ese ver fáctico, le devuelvo el saludo afectuosamente, es a él a quien veo saludar, no veo un movimiento de un cuerpo material en el espacio objetivo que entiendo como un signo del que deduzco: «ah, entonces yo también tengo que llevar a cabo un movimiento que es la causa de que el otro perciba unos movimientos particulares y los entienda como mi saludo», sino que lo veo a él saludar; y la existencia de este conocido es su determinada significatividad para mí en esa situación. Si tengo dudas, no le pregunto a mi acompañante: «¿ha habido realmente un movimiento de brazo ahí delante?», sino que pregunto: «¿me ha saludado ese señor?». O bien si, de broma, le pregunto a un conocido: «¿ése todavía existe?, y alguien (106) me responde: «sí, hace poco lo vi una tarde en el Café Schanz», o bien: «acaba de publicar un importante libro». Al tener experiencia de lo dicho, no experimento su existencia al modo de un concebir y deducir de ello: «así pues, está realmente en el espacio y el tiempo, como Marte o el monte Feldberg», sino que la experiencia de la existencia se termina y se basta con la caracterización de la significatividad 1.

De este modo existe la emoción del estanquero; el desaliento del fenomenólogo principiante; la mala educación del muchacho en la calle; el enamoramiento de un conocido, etc.; mi desacierto al expresarme; mi momentáneo enfado por ello; mi cansancio. En la vida fáctica, el sentido de «existencia» está en las significatividades de que se tiene experiencia actualmente, o bien que se recuerdan o esperan, de modo que tal o cual experiencia recordante, experienciante o expectante se efectúa en una unidad concreta plena (situación abierta). Incluso si en aquello de lo que se tiene experiencia hay momentos teóricos, éstos están ahí a modo de inclusión, entran en la significatividad viva del caso. No se les hace justicia en su sentido propio: por (118) ende, tampoco se acredita fenoménicamente ningún comportamiento teórico. Esos momentos no están mentados «como» objetualidades teóricas —como cuando se dice que usamos determinados conceptos ya en la vida cotidiana: sí, pero no como conceptos.

Toda experiencia se encuentra en esa caracterización y, por ende, sólo precisa este modo de tener experiencia. Incluso el “algo” del que tengo experiencia en cuanto falto de determinación, como indeterminado, lo experimento en la indeterminación de un determinado nexo de significatividad —un ruido «incomprensible» en la habitación («algo va mal», «algo da mala espina»). Por lo que respecta a su contenido de sentido y su función de sentido, este «algo» de la experiencia fáctica no tiene nada que ver con el (107) algo lógico-formal de la objetualidad, que es correlato del libre proceso de formalización; proceso este que es libre porque, según su génesis de sentido, no está ligado a ninguna fase determinada de la teorización. Mientras que en el sentido del algo en general, lógico-formal, se da una interrupción absoluta y radical de la relación fáctica, viva y personal con la vida (forma «vacía»), el algo pre-teórico lleva en sí la más alta inhospitalidad potencial plena de la vida; a saber, los nexos de expectativas opacos, pero no obstante vivos, de ésta, sin que haya en ello el más mínimo destacar del particular estilo del mundo y la experiencia. — (El «algo» en el mysterium tremendum)2.

Viviendo en nexos significativos, tengo experiencia del mundo. Éste se manifiesta como verdadero en dichos nexos. La “existencia” en el sentido de la posibilidad de determinación espacio-temporal dentro de un nexo objetivo de acontecimientos no tiene ninguna posibilidad de motivación en la vida fáctica, a menos que lo que se pone como existente sea experimentado en la vida fáctica dentro de las relaciones de significatividad que la dominan. Procesos eléctricos que me interesan a mí personalmente como estudiante pueden tener también la “existencia” de la facticidad de la experiencia. De ese modo, se muestra aquí una vez más la falta de límites del ámbito de (119) dominio de la experiencia fáctica, experiencia que no está destacada, ni encuentra impedimento alguno, ni se adapta expresamente a determinados mundos de experiencia.

La investigación de estos fenómenos topa con muchas dificultades, y la representación de los mismos es muy compleja, pues rara vez son vistos de manera pura y existe la posibilidad de que se realicen en la vida fáctica relaciones teóricas y ya destacadas. Ai ser relativamente más palpables por estar ya conformadas, es fácil guiarse por ellas y desviarse ya en el primer paso del auténtico camino radical.

A fin de dirigir adecuadamente la mirada y evitar decepciones (108) al mirar los fenómenos en consideración, es importante ver los caracteres fenoménicos en su no estar destacados y no estar comentados accesoriamente en la experiencia actual; esto es, no confundir la visibilidad fenomenológica expresada y expuesta con una certeza fenoménica —y, al no poder encontrar esta última, concluir que hay una ilusión y una construcción fenomenológicas.

Así pues, cuando se investiga fenomenológicamente una serie de nexos de experiencia en lo que respecta al sentido inmanente de la realidad del mundo de que se tiene experiencia y se dice que «no considero significativo todo aquello de lo que tengo experiencia, no tengo ninguna conciencia expresa de significatividad», esto: 1) no es una objeción a la tesis pronunciada, pues algo así justamente no podría ser dicho si se pretende aprehender el carácter completamente irreflejo de lo experimentado en el curso fáctico de la vida; 2) es sólo un signo de que el fenómeno, la significatividad misma, no está siendo vista originariamente, especialmente en su vida intacta, es decir, en su nexo vital 3. Dicho nexo pertenece a la vida fáctica en sí o bien la es derechamente. Los horizontes de expectativas siempre abiertos, aunque no actualmente conscientes, las tendencias que predelinean de una forma peculiar, motivadas a partir del futuro predelineado de algún modo, hacen que la vida fáctica quede absorbida en lo que (120) experiencia en cada caso, que tiene como tal el sentido de significatividad. Lo accidental en la vida, lo sorpresivo y lo nuevo están caracterizados como algo que, de distintos modos, cae fenoménicamente fuera o dentro del nexo de expectativas concreto que, por su parte, está sostenido por la vida fáctica.

(109) Así pues, la experiencia mundana fáctica no puede ser caracterizada fenoménicamente, en lo que respecta al sentido de realidad en ei que vive, como un juicio sobre el valor o el significado especial de aquello de que se tiene experiencia en ese momento. Aparte de que al hacerlo se tomaría lo que debe ser explicado como presupuesto explicativo de sí mismo, y de que algo así no puede acreditarse fenoménicamente —de ahí que no fuera eso lo que dice nuestra tesis, como se ha aclarado ya—, en ese caso la significatividad sería considerada erróneamente como el correlato constitutivo de un captar valor o una valoración, o incluso de un juicio de valor expreso 4.

Es cierto que el captar valor, pero también en cuanto no destacado, juega un papel dominante en la experiencia fáctica y dirige las formas de construcción y los mundos de experiencia y, precisamente en su no destacar fáctico, tiene una íntima relación de sentido con el sentido fundamental de la realidad experiencial fáctica. El sentido de “significatividad” en el que vive la experiencia fáctica no es, por tanto, correlato de una forma especial de captar valor. Pues, ¿el valor de qué debería ser captado? De lo real. Pero queremos ver justamente su sentido tal como se da en el nexo de experiencia fáctico y no lo que, por así decir, se le coloca además a lo que es en ese sentido, esto es, a aquello de lo que se tiene experiencia como real. Acotación del sentido de «significatividad» por contraste con «adecuación a un fin» en el sentido de la realización de una idea previamente pensada o pensable. La significatividad es más rica y puede ser más pobre; no se encuentra en la misma esfera de sentido 5.

(121) Así pues, tan sólo decimos io que este sentido no significa, una serie de “noes” que apartan todas las posiciones, tendencias comprensivas y pretensiones de explicación que no son pertinentes. Se muestra (110) aquí una vez más que la fenomenología se «presupone» en su propia fundamentación, pero no como algo que es condición de la validez de los nexos de sentido, sino como un estar fácticamente familiarizado con un modo de ver que puede ponerse en marcha en todas partes. Esta enfatización del «no» en la fenomenología no es una adición arbitraria, azarosa, sino que se mueve en raíles rigurosos, metódicos, y es en sí positivamente creadora para la posible exposición y el nexo expresivo propios de la ciencia fenomenológica. Si bien sólo es posible dentro de un tener positivamente el fenómeno mismo, posee a un tiempo la función metódica de formar situaciones autenticas, fenomenológicamente puras. El hecho de que la dirección metódica deba estar predelineada en cada caso a partir del contexto del problema y la medida en que debe formarse la situación fenomenoíógica para el ajustado ver inmediato de los fenómenos —que, peculiaridad del ver absoluto, sólo se vuelven del todo expresables fenomenológicamente en un contra-ver— hacen muy difícil la investigación fenomenológica, pero no dispensan de la tarea experimentada una vez como necesaria por principio 6.

Original

  1. Cf. Apéndice A/II, Anexo 7, p. 190.[↩]
  2. Cf. Apéndice B/I, Complemento 8, pp, 226 ss.[↩]
  3. “Significatividad” no «marcada» como sentido — a saber, la comprensión que se basa en la significatividad ← esto es, ni especialmente valorada ni consciente de modo teórico, expreso y temático.[↩]
  4. Corregir — cf. anotación «Significatividad», 4 (no se encontró en el legado); la experiencia fáctica no es teórica — ¿entonces? | ¡emocional — presentación emocional![↩]
  5. Cf. H. Bergson, Schöpferische Entwicklung (La evolución creadora), Jena, 1912, p. 228.[↩]
  6. Desde aquí se hace un poco más comprensible el carácter de la autosuficiencia anteriormente mencionado (nexos significativos). Cf. antes pp. 41 ss. Sobre estas cuestiones, cf. Apéndice B/I, Complemento 9, pp. 227-229.[↩]
  7. Vgl. Anhang A/II., Beilage 7, S. 180.[↩]
  8. Vgl. Anhang B/L, Ergänzung 8, S. 216f.[↩]
  9. „Bedeutsamkeit‟ als Sinn nicht »ausgezeichnet« — nämlich das in Bedeutsamkeit gründende Verstehen d. h. weder besonders wertgeschälzt noch theoretisch ausdrücklich gegenständlich gewußt.[↩]
  10. Verbessern — vgl. Zettel »Bedeutsamkeit«, 4 [im Nachlaß nicht auffindbar]; faktisches Erfahren nicht theoretisch — also? | emotional — emotionale Präsentation![↩]
  11. Vgl. H.Bergson, Schöpferische Entwicklung. Jena 1912, S. 228.[↩]
  12. Von hier aus wird der früher berührte Charakter der Selbstgenügsamkeit um ein weiteres verständlich (Bedeutsamkeitszusammenhänge). Vgl. oben S. 29ff. — Zu diesem Komplex vgl. Anhang B/L, Ergänzung 9, S. 218-220.[↩]
Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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