GA56-57:112-116 – Caracterização dos níveis de privação de vida

Escudero

Para no caer en confusiones y distorsionar así la actitud fenomenológica desde el principio, hay que tener clara una distinción fundamental: como mínimo tenemos un conocimiento elemental del proceso de teoretización en relación con su origen y su creciente privación de vida. En la cúspide de este proceso de teoretización sale a relucir el carácter totalmente vacío, meramente objetivo y formal del algo. De ese algo se ha borrado todo contenido. Su sentido carece de cualquier referencia al contenido mundano, por muy radicalmente teoretizado que esté ese contenido. Este algo es lo absolutamente privado de mundo, extraño al mundo; es la esfera donde uno pierde el aliento y no puede vivir.

¿Se puede mantener esta caracterización de los niveles de privación de vida que culmina en el simple algo sin más? ¿Se corresponde con el comportamiento fenomenología) genuino? Volvamos a recordar la vivencia del mundo circundante de la cátedra. Yo comienzo a teoretizar progresivamente a partir de lo vivido en el mundo circundante: la cátedra es marrón; marrón es un color; el color es un dato sensorial genuino; el dato sensorial es el resultado de procesos físicos o fisiológicos; los procesos físicos son la causa primaria; esta causa, lo objetivo, responde a un determinado número de oscilaciones de éter; los núcleos de éter se descomponen en elementos simples que están conectados por leyes igualmente simples; los elementos son lo último; los elementos son algo en general

Todos estos juicios se pueden expresar en el marco de una sucesión temporal confusa y carente de orden. Sin embargo, si prestamos atención a su sentido y nos fijamos en las conexiones determinadas por el hecho de (136) que un juicio está motivado por una y sólo una cosa procedente de la multiplicidad, nos damos cuenta de que la posible falta de orden de los juicios factuales da paso a un orden y a una regularidad determinados. Entrar en los motivos concretos y en los objetos de la motivación exige un examen demasiado detallado. Miremos, antes bien, a la conclusión del proceso de las motivaciones, es decir, a la más alta teoretización. ¿Tiene esta teoretización su motivo en el anterior principio: «los elementos son lo último»? Indudablemente, más profunda en sus motivos, es decir, hasta llegar al corazón de la vivencia del mundo circundante. Pero ustedes tienen seguramente la confusa sensación de que aquí hay algo que no acaba de cuadrar.

¿Acaso tenemos que atravesar todos los estadios motivacionales, comenzando con la percepción del marrón, para ser capaces de emitir el juicio («capaz» según la posibilidad del sentido y de su realización): «es (ello) algo». Pero, con respecto a los detalles particulares que en cada caso forman parte de la realidad, ¿no es cierto que cada estadio teoretizado de esa realidad permite formular el juicio «es algo»? ¿Y no ocurre que esta última caracterización teorética del simple algo sin más cae por entero fuera de la sucesión de los estadios, de manera que cada estadio la puede motivar? En efecto, en esencia éste es el caso — o para ser más exactos con lo que diremos después: se puede poner de manifiesto que en cada estadio existe la posibilidad de entenderlo teoréticamente como un simple algo. Tomen ustedes plena conciencia de esta evidencia, pero consideren al mismo tiempo el siguiente comportamiento: ¿existe en cada estadio el motivo que posibilita el juicio: «es marrón» o «es un color»? ¡De ninguna manera! Estas conductas teoréticas están limitadas a una determinada esfera de realidad. Yo llamo a esto el específico constreñimiento de los niveles del (137) proceso de privación de la vida. En contraste con este constreñimiento, la teoretización formal es evidentemente libre. A partir de esta situación emergen de manera inmediata nuevas evidencias:

1. la motivación para una teoretización formal tiene que ser cualitativamente diferente; y de acuerdo con esto:

2. no forma parte de la secuencia de los estadios de los niveles específicos de privación de vida; y de acuerdo con esto:

3. la teoretización formal tampoco es la cima, el punto más elevado del proceso de privación de vida.

Lo que hasta el momento se calificaba de eminentemente teorético, parece que no forma parte del proceso de privación de vida. De este modo, existirían dos tipos de conductas teoréticas fundamentalmente diferentes, cuya conexión esencial representa de entrada un gran problema. Las conclusiones en (el terreno de) la fenomenología son siempre peligrosas y carecen de valor mientras su contenido no se muestre con evidencia.

También podría darse el caso de que lo formalmente objetivo no mantuviera inicialmente ninguna conexión con el proceso teorético, es decir, que el origen de sus motivaciones en la vida fuera algo cualitativa y esencialmente diferente, de modo que no resulte apropiado hablar de tipos y de diferentes tipos de procesos de posibles teoretizaciones.

Dijimos que la objetivación formal es libre, es decir, no está constreñida por ningún estadio. Cada estadio tiene en sí mismo la posibilidad de ser considerado desde un punto de vista formal. La caracterización formal no exige ninguna motivación específica que arranque de algún determinado estadio del proceso de teoretización. Pero tampoco está simplemente atada a la esfera teorética, al ámbito de los objetos en general. La amplitud (138) de la posible caracterización formal y objetiva es obviamente mucho mayor. (Aquí remito a lo dicho anteriormente.) Lo circundante es algo; lo que tiene valor es algo; lo válido es algo; cualquier cosa mundana, sea — por ejemplo — de tipo estético, religioso o social, es algo. Todo lo que puede ser vivido es un posible algo, independientemente de su genuino carácter mundano. El sentido del «algo» remite justamente a «lo vivenciable en general». La indiferencia del algo en general — bien con respecto a cada mundanidad genuina o, en particular, bien con respecto a cada determinado tipo de objetos — no se identifica de ninguna manera con la privación de vida o con el grado máximo de esta privación, el de la teoretización más sublime. Tampoco remite a una interrupción absoluta de las relaciones vitales, ni a una ralentización del proceso de privación de vida, ni a una fría constatación teorética de algo vivenciable. Antes bien, es el indicador de la máxima potencialidad de la vida. Su sentido descansa en la plenitud de la vida misma e implica que ésta todavía no tiene ninguna caracterización mundana genuina, pero que probablemente alberga en el interior de la vida la motivación para tal caracterización. Se trata del «todavía-no», es decir, de lo que todavía no ha irrumpido en una vida genuina; se trata de lo esencialmente premundano. Pero esto significa que el sentido del algo como lo vivenciable encierra el momento del «hacia», del «en dirección a», del «hacia el interior de un mundo (determinado)» — yeso con toda la energía de su «ímpetu vital».

El «algo» como lo pre-mundano en general no debe concebirse teoréticamente, en términos de una consideración fisiológica y genética. Es un fenómeno fundamental, que puede ser vivido comprensivamente, por ejemplo, en la situación vital en la que pasamos de un mundo de vivencias a otro mundo genuino o en los (139) momentos de especial intensidad vital; en cambio, (este fenómeno del algo) no puede ser vivido, o al menos sólo en raras ocasiones, en aquellos tipos de vivencias que están fijamente anclados en un mundo que no permite alcanzar — precisamente en el interior de ese mundo — una alta intensidad vital.

En el algo, entendido como lo vivenciable sin más, no debemos ver tanto una cosa radicalmente teorética y privada de vida como un momento esencial de la vida en y para sí, que guarda una estrecha relación con el carácter apropiador de las vivencias en cuanto tales. El algo formal y objetivo de la cognoscibilidad, el algo de la teoretización formal, arranca en primer lugar de este algo premundano de la vida. La tendencia hacia un mundo puede ser desviada teoréticamente antes de su expresión. Por ello, la universalidad de lo formalmente objetivo se apropia de su origen a partir del en-sí del flujo de las vivencias de la vida.

Visto de esta manera — es decir, comprendido desde (la perspectiva de) lo premundano, de la vida en y para silo formalmente objetivo ya no es más un retro-concepto (Rück-griff, es decir, un volver hacia atrás para atrapar lo objetivo mediante un concepto), sino un con-cepto (Begriff, esto es, un concebir directo o un comprender inmediato). Una transformación radical del comportamiento que comprende la vivencia. Más tarde habrá que clarificar los términos de: retroconcepto (motivación), preconcepto (tendencia), concepto (objeto). Preconceptos y retro-conceptos («visión»).

Hay que distinguir con claridad entre lo teorético objetivante y el algo pre-mundano de la vida en sí, lo formalmente objetivo que emerge desde aquí (¿sólo desde aquí?) como privación de vida. La primera esfera es como tal una esfera que pertenece absolutamente a la vida, las otras dos esferas son relativas, están condicionadas. (140) Existen por la gracia de un «si» — si está privado de vida, lo vivenciable aparece así o así, es aprehensible sólo en conceptos. Este «si» fundamental pertenece a lo específicamente objetivo y a lo formalmente objetivo derivado a partir de aquí; esto es, comprendido en términos de motivación, el momento común tanto de la esfera de lo formalmente objetivo como de la esfera de los objetos.

Arrien & Camilleri

Original

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

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