Stadium
En la interpretación, procedemos de tal modo que, aunque cada estadio lo aclaramos en sí mismo siguiendo el orden, sin embargo lo esencial no son los estadios individuales, sino las transiciones de uno a otro, y por tanto toda la marcha que consiste en estas transiciones. Con ello queda dicho que, una vez que el primer estadio haya quedado aclarado, no hemos de dejarlo aparte como algo terminado, sino que tenemos que incluirlo en la transición, asumiéndolo así en las transiciones siguientes. Con ello queda dicho al mismo tiempo que, con la aclaración del primer estadio, todavía no lo hemos comprendido. Sólo lo comprendemos a partir del segundo, y en sentido estricto, a partir del último. §2
A. El primer estadio (514 a 2 – 515 c 3): §2
¿Adónde conduce este primer estadio de la parábola, la descripción de la situación de los prisioneros en la caverna? Lo deducimos sin dificultades de la última frase, que debe dar claramente un resumen conclusivo de la descripción anterior: §2
B. El segundo estadio (515 c 4 – 515 e 5): §3
Respondemos volviendo a trazar más nítidamente los rasgos de la imagen, haciéndolo ahora con el segundo estadio precisamente en tanto que segundo, es decir, en una referencia retrospectiva al primero: con ello, este mismo experimenta una nueva iluminación posterior. §4
Con el fracaso de esta liberación termina el segundo estadio. La liberación fracasa porque el que debe ser liberado no la comprende. La liberación sólo es una auténtica liberación cuando él mismo se hace libre en ella, es decir, cuando viene a sí mismo y llega a estar en el fondo de su esencia. §4
Con ello queda indicado claramente que la esencia de la verdad como no-ocultamiento hay que situarla en la conexión entre libertad, luz y ente, o dicho más exactamente: el ser-libre del hombre, el «mirar a la luz» y el comportamiento respecto de lo ente. Libertad, luz, ente, no-ocultamiento, no se refieren unos a otros como cosas, fragmentos y momentos individuales. ¿Sino? Es más, volvemos a preguntar: ¿cuál es la conexión que estamos buscando? La que el segundo estadio aún no nos muestra, pero que en el tercer estadio de la parábola nos salta a la vista. ¿Habrá una respuesta? §4
C. El tercer estadio (515 e 5 – 516 e 2): §4
La exposición del tercer estadio es más extensa que la de los otros. Con este estadio, el suceso descrito llega al objetivo. Con ello queda dicho: la auténtica liberación no es retirar las cadenas dentro de la caverna, sino subir desde la caverna hasta la luz del sol, lejos de la luz artificial en la caverna hacia el sol. §5
En primer lugar, en comparación con el estadio anterior, llama la atención que la liberación que no ha resultado ya no aparece en absoluto en el tercer estadio, no se la vuelve a intentar, y no porque sea incompleta, sino porque no es ninguna liberación. ¿Qué significa esto? Es decisivo entender bien esta renuncia completa al primer intento, y eso significa entender bien la forma de la transición del segundo estadio al tercero. Que el primer intento de liberación ya no sea asumido, se muestra sobre todo en que la luz y el fuego en la caverna simplemente se pasan de largo. El mirar a la luz, si sólo es una luz, no basta. Luz y luz no son lo mismo. De ahí nuestro epígrafe: la auténtica liberación del hombre hacia la luz original. §5
En un primer momento, no entendemos nada, y por eso preguntamos. Preguntamos provisionalmente (no sólo en consideración del tercer estadio, sino también de los recorridos hasta ahora): ¿qué dice en realidad todo lo que ha aparecido hasta ahora en la parábola? ¿Qué significa para el hombre, es decir, para nuestra existencia y su relación con la verdad como no-ocultamiento? ¿No-ocultamiento en relación con la libertad, la luz, lo ente, las ideas, la idea suprema del bien? ¡Tantas palabras como preguntas! §5
Con las cuatro preguntas planteadas, abordamos ahora las referencias de lo que se ofrecía ya en el primer estadio y desde entonces. §5
Ya dijimos que tenemos que tener siempre presentes los estadios anteriores. De este modo, es importante volver a tener cerca sobre todo el primer estadio. §6
En el suceso expuesto en la parábola, no menos esencial que lo anterior es el estar encadenado, el desencadenamiento, la liberación y el ser libre; dicho brevemente: el fenómeno de la libertad. La imagen simbólica, es decir, todo el suceso que hemos seguido hasta ahora, también nos hace señas sobre cómo tenemos que entender la libertad. El segundo y el tercer estadio muestran que ella no es sólo retirar las cadenas, como ser liberado de algo. Tal libertad es meramente des-vinculación, algo negativo. La desvinculación no tiene en sí consistencia ni asidero. El desvinculado se vuelve inseguro, confuso, desamparado, no se aclara. Incluso le da la preferencia al estar encadenado frente a esta libertad negativa. A saber: quiere regresar a las cadenas. Con ello, el liberado sólo en sentido negativo revela lo que en realidad está buscando pero no entiende, lo «positivo», lo que la libertad en sentido propio quiere y tiene que ofrecerle: asidero y seguridad, reposo, constancia y firmeza. Y es eso lo que ofrece, pues la libertad auténtica y positiva no es un mero ser libre de… (apartado de…), sino ser libre para… (hacia…). El comportamiento con lo que da libertad, con lo que desbloquea (con la luz), es él mismo un hacerse libre. El auténtico hacerse libre es un vincularse que proyecta, no un mero permitir un encadenamiento, sino el «darse a sí mismo para sí mismo una vinculación», y una tal que, de entrada, permanezca vinculante, de modo que todo comportamiento posterior, en sus aspectos particulares, sólo gracias a ella pueda hacerse y ser un comportamiento libre. §7
D. El cuarto estadio (516 e 3 – 517a 6): §9
Pero la reflexión más detenida sobre lo narrado en el cuarto estadio nos dice otra cosa. §10
Si abarcamos de un vistazo los cinco puntos, entonces el cuarto estadio nos da más que pensar de lo que al comienzo supusimos. De hecho, nos dice también algo que hasta ahora no habíamos experimentado, aunque el primer y el segundo estadio ya trataban de la estancia dentro de la caverna. Al fin y al cabo, vemos que no se trata simplemente de una mera segunda estancia en la caverna, sino de una tal que resulta del regreso desde la luz del sol. Pero ni siquiera esta versión del contenido del cuarto estadio es atinada. En modo alguno es sólo el reaparecer en la caverna del hombre que ya antes había estado ahí, sino el regreso de quien se ha hecho libre como liberador. Se trata del suceder del libre y de la liberación misma, y esta historia es precisamente, después de todo, el contenido de la parábola. §11
¿Pero por qué volvemos a contar todo esto? ¡Después de todo, eso ya lo hemos escuchado bastante en la interpretación del primero y del segundo estadio! No. Sólo ahora entendemos por qué pudimos interpretar así en general el primero y el segundo estadio, aunque en ello siempre tuvimos ya que indagar y que decir demasiado en relación con lo que los encadenados mismos tienen ante sí. Sólo ahora entendemos que la liberación que aconteció del primer estadio al tercero presupone ya un ser-libre. Que ése que libera no es uno cualquiera. §11
¿Pero –así preguntaremos– todo esto reside en el cuarto estadio? ¿O sólo lo hemos metido ahí violentamente? Al fin y al cabo, Platón no habla en ninguna parte del ocultamiento: esta palabra no aparece aquí en absoluto. Pero tampoco se trata por extenso sobre las sombras como apariencia. ¿Acaso no sabía Platón que la no-verdad es la adversaria de la verdad? No sólo lo sabía, sino que los grandes diálogos que escribió inmediatamente después de El Estado no tienen por tema otra cosa que la no-verdad. §11
Así pues, si vislumbrar las ideas constituye el fundamento para que el hombre, en tanto que ente, se relacione con lo ente, entonces con la idea suprema tiene que corresponderse un vislumbrar que suceda en lo más profundo de la esencia del hombre. El llegar preguntando hasta la idea suprema es entonces, al mismo tiempo, un descender preguntando hasta el más profundo vislumbrar que le sea posible a la esencia del hombre como un existente, es decir, el preguntar por la historia esencial del hombre con vistas a entender qué es lo que capacita al ser y al no-ocultamiento del ente para aquello que son. Esta pregunta por la historia esencial del hombre la hemos preguntado junto con Platón, a lo largo de un trecho, al ir comprendiendo por nuestra parte la parábola de la caverna, y vimos que es un suceso enteramente determinado, con estadios y con tránsitos de un estadio a otro enteramente determinados. §15