GA34:173-176 – percepção, ideia, cérebro, alma

Alberto Ciria

Antes hay que recordar brevemente el significado general de la palabra que ya hemos tratado: ἰδέα es lo avistado (Gesichtete), concretamente en su estar avistado (Gesichtetsein). Donde hay ἰδέα, ahí hay visión y visibilidad (videncialidad, algo que configura visión) (Sicht und Sichtbarkeit (Sichtsamkeit, Sichtbildendes)). «Visión» es ambiguo: lo vidente, visión como posibilidad de ver, y lo que se muestra, visión como perspectiva. Ambos son «visuales», es decir, ofrecen un aspecto, una comparecencia (Beides ist » Sichtiges «, d. h. Aussehen-, Anwesung-Bietendes). Ver es ver una perspectiva, tener perspectiva sobre… (Sehen ist Sehen einer Aussicht, Aussicht-haben-auf . . .) Lo que se pertenece mutuamente de ambos y lo que los unifica a ambos en calidad de fundamento, es lo visual (Sichtsame).

Pero este «ver» y tal «visión» hay que entenderlos en sentido figurado, no como el ver sensible con los ojos. Esta visión observa en el percibir por vez primera tal cosa como lo que ofrece un aspecto, lo que comparece de tal y cual modo. Lo que se conserva en este sentido figurado del ver, es el ver como la percepción inmediata de algo en su «ofrecer un aspecto»: en aquello como lo que se destaca, en aquello que es. Percibir el propio ser-qué en su comparecencia inmediata. Donde hay ἰδέα, hay perceptibilidad en este sentido.

Y ahora, de vuelta al contexto presente de nuestra pregunta. Se trata de lo percibido en los órganos sensoriales particulares. Dicho con más precisión: se hizo el supuesto de que cada órgano se ocupa meramente, y en su lugar respectivo del cuerpo, de su objeto percibido. Este supuesto condujo al destrozamiento de la esencia del hombre. Pero el hombre existe. ¿Y cómo? ¿Qué sucede con lo percibido con los órganos sensoriales particulares? ¿Lo hace en cada caso el ojo por sí mismo, el oído por sí mismo? No, al contrario: en el percibir realmente imparcial, es decir, absorto del todo en sí mismo, el ojo y el oído y la nariz no aparecen en absoluto para nosotros. ¡Pero atendamos con todo rigor a esta circunstancia que en apariencia es demasiado cotidiana! El color no lo vemos en el ojo, y el sonido escuchado no lo oímos en el oído, sino… ¿dónde, pues? ¿Acaso en el cerebro? ¿O tal vez incluso en algún lugar ahí dentro en un alma que trasguea ahí en la corporalidad como un duendecillo que va corriendo de un órgano sensorial a otro? El color, el sonido, etc., no los percibimos en alguna parte «dentro», ni en la corporalidad ni en el alma, sino «fuera». ¿Pero qué significa esto? En cualquier caso, significa que vemos el color en la encuadernación del libro, que oímos el sonido, el ruido de la puerta que alguien cierra de golpe, olemos el olor que (167) despide la cocina de la mensa en el pasillo o en el aula. Libro, puerta, aula: eso en lo que o donde percibimos lo percibido (color, sonido, olor), todo esto se encuentra ahí ello mismo en un círculo de lo presente que nos rodea, del que podemos decir, por ejemplo, que se encuentra en el mismo espacio. Pero también este espacio, por ejemplo el conjunto de las habitaciones de este edificio, sólo se nos da como uno en la medida en que se nos ha abierto en un ámbito de lo perceptible. Esta unidad y mismidad del ámbito desde el cual, por así decirlo, lo perceptible nos salta encima, aun cuando lo perceptible esté en el espacio, no es ella misma ya nada espacial.

Así pues, ¿dónde y hacia dónde se junta todo esto percibido (el color en el libro, el sonido de la puerta)? Εις μίαν τινά ἰδέαν, responde Platón, hacia un cierto elemento único avistado y percibido; μία τις, dice con precaución: no está aún sin más determinado por completo, sino que ahora debe sólo indicarse. Aún no se ha establecido qué sea esto uno. Primeramente sólo debemos mirar y ponernos en claro, hacernos presente antes de toda teoría, que todo lo percibido que encontramos se junta, se extiende junto en cada caso hacia un único ámbito de lo perceptible que nos rodea. Tiene que tenderse propagándose, y concretamente recogiéndose en algo uno, que es algo así como una ἰδέα.

Esto uno no surge por vez primera a partir de, mediante y con las percepciones particulares y sus objetos percibidos, el color y el sonido, sino que este ámbito único de la perceptibilidad es tal que εις o…, es «algo hacia donde…», es decir, que ya existe. En cierta manera, está esperando a aquello que se tiende junto adentro de él y que se junta dentro de él, el cual luego nos sale al paso de cuando en cuando, y en el fondo constantemente, en la percepción.

Así pues, sin nada de psicología ni fisiología experimental ni cosas semejantes, topamos con esta circunstancia: que hay ya un ámbito unitario de perceptibilidad que está a disposición de y se ofrece a lo percibido en cada caso y a su multiplicidad. Esta circunstancia no es menos significativa porque pueda y tenga que evidenciarse sin aparatos, experimentos ni una presentación científica, sino al contrario, por muy indispensable que todo eso pueda seguir siendo en su campo. A esto, a este ámbito único, que ya se nos ofrece en cada caso, de posible perceptibilidad de lo percibido en su estar ofrecido, Platón dice que, si uno (168) quiere, se le puede llamar «alma». Entonces, ¿qué es el alma? Este ámbito único de perceptibilidad que nos rodea, o dicho más exactamente: esto avistado en su estar avistado. El «alma» es lo que ofrece este ámbito único de perceptibilidad, junto con este ámbito mismo. Este ámbito que se mantiene y que nos abarca forma parte de nosotros mismos, siendo en ello constantemente lo mismo, como Platón dice con toda nitidez: αυτό τι ήμών αυτών, algo en ello mismo en nosotros mismos.

Se ha obtenido un concepto de alma que constituye el fundamento para las consideraciones siguientes. Este concepto no es nada artificioso, sino que ha surgido de la tremenda seguridad de la mirada de los griegos para circunstancias obvias, que son lo que justamente constituye el auténtico milagro y lo propiamente cuestionable. (p. 166-168)

Ted Sadler

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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