GA26:160-165 – Sujeito-Objeto

Norro

Antes de que busquemos la esencia de la verdad de modo más radical, conviene hacer nuestro con mayor claridad lo dicho hasta aquí y especialmente con respecto a las opiniones tradicionales, y todavía hoy dominantes, que determinan completamente la lógica.

Se podría pensar que hay ser-en-medio-de y además ser subsistente. El ser-en-medio-de pertenece a la subjetividad del sujeto. Pero se piensa que cabe caracterizar la subjetividad mediante la tesis de la relación sujeto-objeto comprendida ésta como un ser mutuamente subsistentes el sujeto y el (161) objeto, en el sentido de que ninguno es sin el otro: con todo sujeto subsiste un objeto (1.°) y con todo objeto, un sujeto (2.°).

Ad 2.° En la tesis ningún objeto sin sujeto’, ‘objeto’ es ambiguo. Es un subsistente por sí -y este subsistente por sí, tomado, en lo que toca a su objetividad, como lo contrapuesto, es, en su estar-contrapuesto, presupuesto y concebido como un ente que subsiste a partir de sí mismo y, en su ser-subsistente, no tiene necesidad en absoluto de ser-comprendido-. En el captar lo subsistente como subsistente se encuentra un franquear el paso a lo subsistente retirándose; el captar tiene el carácter de que lo captado en el captar puede descansar en sí y se comprende a sí mismo como un acoger. Ahora bien, si con ‘objeto’ se mienta lo subsistente por sí, esto es, lo que no necesita ser aprehendido, entonces la tesis es falsa. Este subsistente no necesita de un sujeto y con su ser-subsistente no está puesto el ser-subsistente de un sujeto. En esta tesis se desconoce la esencia del sujeto o se toma al sujeto sólo como un sujeto que aprehende. El sujeto puede ser lo que es, el Dasein existe sin aprehender el ente qua objeto. Al ser-en-medio-de no le pertenece necesariamente el objetivar y menos aún el tematizar teórico. (Si se toma el objeto en su carácter de contrapuesto, entonces, sin duda, es correcto que este carácter de contrapuesto es dependiente de un sujeto que aprehenda.)

Ad 1° ‘Subsiste un objeto con todo sujeto’. A partir de lo dicho, también esta tesis se vuelve ambigua. Ante todo conviene ver que esta tesis no dice nada acerca de la subjetividad del sujeto. El sujeto puede muy bien ser sin objeto; lo que no significa, sin embargo, que el sujeto pueda existir sin ser-en-medio-de, puesto que esto le pertenece al carácter de sujeto como tal. Con otras palabras: con la existencia de un Dasein, en tanto y mientras que exista, ocurre algo, ha comenzado una historia, a saber lo inaudito de que (162) el ente se encuentre y pueda encontrarse con otro y, por supuesto, sin que el sujeto propiamente se dirija a ello.

Cuando se evoca la relación sujeto-objeto y especialmente cuando se hace para caracterizar la subjetividad, entonces hay que decir, que, con esta relación sujeto-objeto y con su referencia a ella, se deja fuera algo esencial y se pierde de vista lo decisivo. Lo que se deja fuera es la característica de esta ‘relación entre’, que es precisamente lo que habría que aclarar. Se pierde de vista el concepto genuino de subjetividad, en la medida en que se pasa por alto que la ‘relación a’ pertenece precisamente a la esencia de la subjetividad. Por supuesto que con la tesis: a la esencia de la subjetividad le pertenece la relación con posibles objetos, todavía no está todo claro. Se puede defender esta tesis sin haberse dado cuenta de su genuino sentido ontológico, que implica que a la existencia le pertenece el ser-en-medio-de en tanto que develante.

Nuestro tema es la aclaración de las relaciones esenciales entre verdad y fundamento. Para ello es necesario el esclarecimiento esencial de la verdad, siguiendo en primer lugar el hilo conductor tradicional: verdad igual a verdad del enunciado; una interpretación del enunciado mismo muestra que éste está fundado en el ser-ya-en-medio-de; aquí se encuentra la verdad más originaria. Sin duda que este ser-en-medio-de es, en tanto que existenciario, un problema, y esto precisamente en razón de la aparente comprensibilidad de suyo de comenzar con una relación sujeto-objeto.

Es sorprendente que el problema que esta tesis enuncia no se haya movido de su sitio. Es tan antiguo como la filosofía y aparece ya en Parménides. Que el alma, el pensar y representar, la conciencia, se refiere a objetos, o para decirlo en el sentido inverso: que el ente se contrapone y se enfrenta (άντίκειται) al representar, intuir y pensar, es una afirmación que hizo desde antiguo y con facilidad la comprensión prefilosófica del Dasein y que se ha mantenido durante mucho tiempo en esta forma general e indeterminada. El problema ofrece justamente la (163) visión seductora de lo que es comprensible de suyo y fácil. De este modo, desde la Antigüedad, en la Edad Media y en la Filosofía moderna, hasta la dialéctica de Hegel, se habló de este problema, especialmente Kant convirtió en problema la relación de la conciencia al objeto. Así, por ejemplo, cando escribe (en una carta a Markus Herz, 21 de febrero de 1772): “Me pregunté a mí mismo en qué fundamento se apoya la relación entre lo que llamamos en nosotros representación y el objeto”.

Sin embargo, es característico que Kant, al igual que los posteriores y especialmente sus epígonos de hoy día, se dé prisa en preguntar por el fundamento de la posibilidad de la relación de la conciencia con el objeto sin haber esclarecido antes suficientemente qué se mienta con esta relación, qué se quiere aclarar, entre qué se da esta relación y qué modo de ser le es propio.

Qué quiere decir propiamente ‘relación’ sigue sin estar claro. Esta falta de claridad repercute en la indeterminación de lo que está en relación. Se pone ante todo de manifiesto la indeterminación del concepto de sujeto y, por otra parte, en la ingenuidad y en no ver como problema todo lo tocante al ser del ente. Su ‘in-dependencia’, por decirlo así, es, por una parte, sólo una determinación negativa y puede, por otra parte, sólo significar in-dependencia del sujeto, y de este modo es precisamente en relación al sujeto como tiene que ser explicar esta in-dependencia, y, en general, convertida en problema.

Respecto de la ‘relación’ de sujeto y objeto, hay que observar dos cosas: la simplicidad del problema tratado en lo relativo a su amplitud y originariedad, y, por tanto: que ha de ser comprendido en su totalidad o no ser comprendido en absoluto. Aquí se encuentra justamente la dificultad, pues la comprensibilidad de suyo del punto de partida lleva a considerar que están dadas como comprensibles de suyo las premisas de la solución y sus condiciones.

La teoría del conocimiento de la segunda mitad del siglo XIX y de las últimas decenas de años ha puesto siempre en la base de los planteamientos de sus cuestiones la relación sujeto-objeto, (164) pero tanto los intentos idealistas como los realistas de explicación tenían que fracasar porque no estaba determinado suficientemente lo que había que explicar. Cómo la explicación precedente del fenómeno que hay que esclarecer determina por completo toda la problemática, se muestra en que, precisamente en nuestro problema, el alcance de la primera aclaración llega hasta un punto, que es el que tiene que ser alcanzado y realizado, donde se esfuma un posible problema, en el sentido de la teoría del conocimiento realista e idealista.

Los intentos más recientes comprenden la relación de sujeto-objeto como una ‘relación del ser’. Precisamente aquí sale a la luz la insuficiencia, la confusión y la incomprensión de la problemática central. Con esta expresión no se ha conseguido nada mientras no se diga en qué tipo de ser se está pensando, y mientras siga siendo oscuro el modo de ser de los entes entre los que se establece esta relación. Se cree que, dejando indiferenciado tanto el ser de la relación como el modo de ser del sujeto y del objeto, el problema se plantea con los menos presupuestos posibles. Ocurre justamente lo contrario; la comprensión anterior es más crítica en la medida en que no habla de una relación de ser, porque el ser -y esto también en Nicolai Hartmann y en Max Scheler- es considerado como ser-subsistente. Esta relación no es una nada, pero ella tampoco es como algo subsistente. Por ello también Hartmann se ve forzado a recaer en el ‘realismo crítico’ (sin duda, el planteamiento de la cuestión menos filosófico respecto de este problema).

Una de las tareas preparatorias principales de Ser y tiempo es sacar a la luz, de modo radical, esta ‘relación’ en su esencia originaria, y hacerlo con plena intención por razones de principio (cf. §§ 12 y 13 como primeras caracterizaciones introductorias). Con otro método y con otra intención, Max Scheler ha llegado a concepciones similares, y últimamente ha planeado, en parte en referencia a mis investigaciones, (165) un gran tratado Idealismo-realismo1. Este plan de discusión se ha frustrado.

En nuestra última conversación larga, en diciembre de 1927, llegamos a un acuerdo sobre cuatro puntos: primero, el problema de la relación de sujeto-objeto debe ser planteado de un modo totalmente nuevo y, por supuesto, dejando a un lado los intentos llevados a cabo hasta ahora. Segundo, no es una cuestión de la llamada teoría del conocimiento; es decir, primariamente no tiene que plantearse con referencia a un sujeto que capta un objeto; este captar no puede ser puesto en la base al comienzo. Tercero, tiene una importancia central para la posibilidad de la metafísica y está en una relación muy intrínseca con su problema fundamental. Cuarto, lo más esencial: ha llegado el momento, precisamente por la desolación de la situación pública de la filosofía, de atreverse a dar un paso adelante en la auténtica metafísica, o sea, a desarrollarla desde su fundamento. Éste fue el estado de ánimo en el que nos separamos, el alegre estado de ánimo de una esperanzadora batalla; el destino quiso otra cosa, Scheler era optimista; creía tener ya la solución, mientras que yo estaba convencido de que todavía no se había planteado y tratado total y radicalmente el problema. Mi objetivo esencial es, ante todo, plantear el problema y tratarlo de tal manera que lo más esencial de toda la tradición occidental se concentre en la simplicidad de un problema fundamental. (p. 151-155)

Heim

Original

  1. Las partes II y III han aparecido en Der philosophische Anzeiger, volumen 2, número 3, 1927-1928, pp. 253-324. (Ahora en: Gesammelte Werke, tomo 9, Späte Schuften, editados por Manfred Frings, Berna y Múnich, 1976, pp. 185-241.) (Traducción española, Idealismo-realismo, Buenos Aires, Nova, 1962.)[↩]
  2. Parts II and III appeared in Der philosophische Anzeiger, volume 2, issue 3, 1927-28, pp. 253-324. (Now to be found in Gesammelte Werke, volume 9, Späte Schriften, edited by Manfred Frings, Bern and Munich, 1976, pp. 185-241.)[↩]
  3. Teil II und III sind erschienen im Philosophischen Anzeiger, 2. Jahrg. 1927/28, 5. Heft S. 253 — 324. (Jetzt in: Gesammelte Werke Bd. 9, Späte Schriften, hrsg. v. M. Frings, Bern u. München 1976; S. 185 — 241.)[↩]
Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

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