GA20:53-57 – o como do ser-intencionado

Aspiunza

¿Qué es eso de ser-percibido? ¿Es que hay algo así, se puede decir algo acerca del ser-percibido de la silla? De lo que se trata es de que, independientemente de cualesquiera teorías, veamos esa estructura como algo diferente de las estructuras que convienen a la cosa y a lo ente en cuanto ente. Con esta caracterización, aunque sea provisional, distinguiéndolo respecto de la cosicidad, hemos obtenido una primera indicación acerca de hacia dónde hay que dirigir la mirada. Ciertamente, no hacia la silla misma, como es en el caso de la percepción, sino hacia la silla en el cómo de su ser-intendida. ¿Qué es lo que aquí se muestra? Lo percibido en cuanto tal tiene el carácter de corporalidad, es decir, lo ente que se presenta en cuanto percibido, tiene el carácter de lo corporalmente-aquí 1. No sólo se da (lo ente) en cuanto ello mismo, sino ello mismo en su corporalidad. Hay que hacer una distinción en los modos de estar-dado entre el darse corporalmente y el darse ello mismo. Aclarémonos la diferencia por contraste con el cómo se presenta lo meramente representado. Se entiende aquí por representar el simple imaginarse 2 algo.

Puedo imaginarme ahora el puente de Weidenhauser: me planto delante del puente. En este figurarme el puente se me da él mismo, es decir, el propio puente y no una imagen de él ni fantasía alguna, sino él mismo, y, sin embargo, no se me da corporalmente. Se me daría corporalmente si saliera y me pusiera delante del propio puente. En definitiva: lo que se da ello mismo no tiene por qué estar dado corporalmente; mas sí al revés: todo lo que se da corporalmente se da ello mismo. La corporalidad es un modo eminente del darse ello mismo de lo ente. Este darse ello mismo se verá aún más claramente si se contrasta con otro de los modos posibles del representar, lo que en la fenomenología se denomina mentar vacío 3.

El mentar vacío es el representar algo en el modo del pensar en algo, del recordar que puede surgir en una conversación acerca del puente. Miento el puente mismo, pero sin verlo siquiera en su aspecto: lo miento, me refiero a él en el sentido de un mentar vacío. Una gran parte de nuestro habla corriente (63) se mueve en este tipo de discurso. Mentamos las cosas mismas, no imágenes ni representaciones, y, sin embargo, no damos una idea clara de ellas, no las hacemos intuitivas 4. También en ese mentar vacío se mienta lo mentado de modo simple, sólo que vacío, es decir, sin ningún tipo de compleción 5 intuitiva. La compleción intuitiva se encuentra, por su parte, en el simple imaginarse algo, el cual da ciertamente lo ente mismo, sólo que no lo da corporalmente.

Esa diferencia entre el mentar vacío y el representar intuitivo no sólo vale para la percepción sensorial, sino también para las modificaciones de todos los actos. Tomemos la proposición: 1 + 2 es igual a 2 + 1. Es algo que se puede repetir sin pensar, y, aun así, entender y saber que no se dice con ello ningún disparate. También se puede, sin embargo, hacerlo pensando cada paso de manera que se vaya inteligiendo 6, viendo lo que se está pensando. En un caso es algo que se dice en cierta manera a ciegas; en el otro, habiéndolo visto. En este último caso, cuando se imagina lo mentado, se trata de un figurarse 7 más originario, en el que 2 + 1…, es decir, todas las determinaciones se me hacen presentes en su significado originario. Sólo en raras ocasiones nos movemos dentro de este pensar intuitivo, en el que se van demostrando las determinaciones de las cosas; generalmente más bien nos conformamos con un pensar disminuido y ciego.

Otro tipo más del representar en sentido amplio es la percepción de una imagen. Si analizamos la percepción de una imagen, vemos claramente cómo lo percibido de una imagen en la conciencia tiene una estructura totalmente distinta que lo percibido en la percepción directa o que lo representado en el simple imaginarse algo. Miro, por ejemplo, una tarjeta postal del puente de Weidenhauser. Tenemos ahí un nuevo tipo de representación. Lo que corporalmente se da es la tarjeta postal. Esta tarjeta postal es ella misma una cosa, un objeto, de la misma manera que el puente, un árbol o cualquier otra cosa. Pero esta cosa no es una cosa simple como el propio puente, sino que es, diríamos, una cosa-imagen. Percibiéndola, a través de ella, veo lo reproducido en ella, es decir, el puente. En la percepción de una imagen lo que aprehendo expresamente no es la cosa-imagen, sino que (64) cuando miro una tarjeta postal lo que veo —en la actitud natural— es lo reproducido en ella, el puente, que es lo reproducido en la tarjeta postal. En este caso no se trata ni de un mentar vacío ni de un mero figurarse ni de una percepción originaria, sino de un captar algo en esa peculiar plataforma que es la reproducción de la imagen de algo. El propio puente es ahora lo representado, en el sentido de que está representado por medio de una reproducción hecha con algo. Este aprehender una imagen, este aprehender algo en cuanto reproducido por medio de una cosa-imagen tiene una estructura totalmente distinta que la percepción directa. Conviene tener esto perfectamente claro, porque se suele pretender, antes y también ahora de nuevo, que la aprehensión de una imagen es el modo de aprehender con cuya ayuda se cree poder dilucidar definitivamente lo que sea la percepción de objetos. En la conciencia de una imagen está la cosa-imagen y lo reproducido. La cosa-imagen puede ser una cosa concreta —la pizarra que hay sobre la pared—, pero no es precisamente una mera cosa en cuanto cosa de la naturaleza o, si no, una cosa del mundo-en-torno, sino una cosa que muestra algo, lo reproducido mismo. En la percepción directa, por el contrario, en el aprehender directo de un objeto, no se encuentra para nada la conciencia de ninguna imagen. Contradice lo que se descubre en la aprehensión simple de un objeto el interpretarlo en el sentido de que cuando, pongamos, veo esa casa de ahí enfrente lo que hago es percibir una imagen en la conciencia, como si se me diera una cosa-imagen y esa cosa-imagen la tomara yo por reproducción de la casa que está ahí fuera. Es decir, como si hubiera en mi interior una imagen subjetiva y ahí fuera estuviera, transcendente, lo reproducido. En la percepción simple y directa no se encuentra nada de eso, sino que lo que veo es la propia casa. Dejando de lado el hecho de que esa transposición de la conciencia de una imagen, constituida de modo totalmente distinto, a la simple captación de un objeto no logra aclarar nada y da lugar a teorías insostenibles, hay que tener presente el verdadero motivo por el cual la rechazamos: no corresponde al simple hallazgo 8 fenomenológico. Hay también otra dificultad, en la cual, sin embargo, no podemos adentrarnos, y que es la siguiente: si el conocimiento como tal consiste en la aprehensión de la imagen de un objeto en cuanto imagen inmanente de una cosa transcendente que se halla fuera, ¿cómo se puede aprehender, entonces, el propio objeto transcendente? Si toda aprehensión de un objeto es conciencia de una imagen, entonces para aprehender la imagen inmanente necesito a su vez una cosa-imagen que me reproduzca (65) dicha imagen inmanente, etc., etc. Éste sería un segundo factor que habla en contra de tal teoría. La cuestión principal, no obstante, es que si ya en el curso de la aprehensión directa no hay nada de imágenes ni de reproducción, tanto menos se halla en el acto mismo de aprehender un objeto nada que se parezca a la conciencia de una imagen. Y no se rechaza esta subestructura (Substruktion) de la conciencia de una imagen en la aprehensión de un objeto porque dé lugar a un regreso infinito y con ello no se aclare nada, ni porque con dicha subestructura no se llegue a teoría sostenible alguna, sino porque contradice ya de entrada todos los hallazgos fenomenológicos. Por ser teoría sin fenomenología, por eso debe considerarse la percepción como algo totalmente distinto de la conciencia de una imagen. En cualquier caso, la conciencia de una imagen es posible en absoluto sólo en cuanto percepción, sólo en el caso de que se esté aprehendiendo una cosa-imagen y en ella en primer lugar lo reproducido.

Kisiel

Original

  1. Leibhaftigkeit, leibhaft-da: respectivamente «corporalidad» «corporalmente-aquí». Sin embargo, leibhaft se emplea para subrayar que se trata de alguien «en persona», de «la mismísima encarnación de» algo, en fin, de algo «real y verdadero». (N. del T)[↩]
  2. Vergegenwärtigung: lo traduzco por «imaginarse», ya sabemos que es el «representarse lo que no está a la vista». (Véase arriba nota 25. N. del T)[↩]
  3. Leermeinen: meinen tiene muy diversas traducciones en castellano, «significar», «querer decir», «pensar», «considerar», etc.; aquí, para el término técnico, sigo la empleada en las Investigaciones lógicas. (N. del T.)[↩]
  4. Anschaulich: adjetivo correspondiente a lo que la fenomenología llamará en sentido estricto «intuición», Anschauung. «Hacerlas intuitivas» es, obviamente, «hacerlas visibles, visuales»; seguiré empleando «intuitivo» en este sentido. (N. del T.)[↩]
  5. Erfüllung: véase más adelante nota 52. (N. del T)[↩]
  6. einsichtig: adjetivo derivado de Einsicht, por un lado, uno de los tipos de evidencia propuestos por Husserl, traducido por «intelección»; por otro, por su morfología, derivado de einsehen, sería un «ver en». Pongo «inteligir» con esta significación. (N. del T.)[↩]
  7. En ambos casos, «se imagina» y «figurarse», vergegenwärtigen. (N. del T)[↩]
  8. Befund: es lo que la fenomenología encuentra, sí, pero porque se halla en los fenómenos. (N. del T.)[↩]
Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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