GA20:223-224 – ser-em (In-Sein)

Aspiunza

El estar-siendo-en del Dasein nunca dejará de ser un enigma para todo intento de explicarlo en cuanto el ente que a priori no es. Toda explicación remite lo que hay que explicar a los nexos de ser. Y lo que ahí debe ser siempre determinante es la cuestión previa de si antes se ha experimentado auténticamente y se sabe de lo ente cuyo ser se quiere explicar y si está suficientemente caracterizado en su ser. El estar-siendo-en del Dasein no es algo, sin embargo, que se pueda explicar, sino algo que antes de nada sobre todo hay que verlo y aceptarlo en cuanto modo de ser propio, esto es, hay que descifrarlo ontológicamente. ¡Nada de violencia, sino todo lo contrario! Sin duda, es más fácil exigirlo que realizarlo, y más realizarlo en un análisis que resulte efectivamente revelador.

Antes de pasar a dicho análisis, aclaremos el fenómeno con una analogía que no se halla demasiado distante del asunto mismo, puesto que se (209) trata de algo ente a lo que (en términos formales) hemos de atribuir el mismo modo de ser del Dasein —la «vida».

Comparemos el sujeto y su esfera interior con un caracol metido en su concha. Advierto explícitamente que no compartimos las teorías que hablan de la inmanencia de la conciencia y del sujeto, que conciben la conciencia como si fuera la concha de un caracol, pero como se deja indeterminado el sentido de ese interior y de la inmanencia, como nunca se llega a saber qué sentido tiene el «in» ni qué relación de ser tiene ese «in-» del sujeto para con el mundo, resulta —en sentido negativo— equivalente a nuestra analogía.

Alguien podría decir: el caracol se arrastra a veces, sacando el cuerpo de su concha y manteniéndolo así, se estira para alcanzar algo, comida, ciertas cosas que encuentra en el suelo. ¿Sólo de esa manera entra el caracol en relación de ser con el mundo? ¡Para nada! El salir y arrastrarse no es más que una modificación local de su estar-ya-en-el-mundo. Incluso cuando está metido en su concha, su ser, bien entendido, es un estar fuera. No está en su concha como el agua en el vaso, sino que tiene por mundo el interior de su concha, con lo que se topa y que palpa, donde se calienta, etc. Todo lo que no vale de la relación de ser del agua en el vaso, o, en caso de que fuera cierto, también del agua, nos llevaría por eso mismo a decir que el agua tiene el modo de ser del Dasein, que el agua tiene un mundo. Ahora bien, el caracol no es que esté en principio, digamos, únicamente en su concha y todavía no en el mundo, ese mundo del cual se dice que se halla frente a él, y sólo gracias a salir y arrastrarse consiguiera llegar a él. Sale y se arrastra sólo porque según su ser ya está en un mundo. No es que se provea de mundo sólo cuando palpa, sino que palpa, porque su ser no quiere decir más que estar en un mundo.

Lo mismo ocurre con un sujeto al que se le supone capacidad de conocer. Si se parte de que es un ente que ha de tener dicha posibilidad de ser, se entiende entonces que es un ente cuyo modo de ser es estar ya siendo en un mundo; sólo que ese suponerse se lleva a cabo ciegamente, sin entender realmente qué es lo que en el fondo se está diciendo con conocer.

Kisiel

Original

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

Designed with WordPress