GA20:§11 – las cuatro características de la conciencia pura

La conciencia pura

Para nosotros la cuestión es la siguiente: en esta elaboración del campo temático de la fenomenología que es la intencionalidad ¿se plantea la cuestión acerca del ser de esta región, del ser de la conciencia? Dicho de otro modo: cuando se dice que la esfera de la conciencia es una esfera y una región de ser absoluto, ¿qué significa aquí ser? ¿Qué significa ser absoluto? ¿Qué quiere decir «ser» cuando se habla del ser del mundo transcendente, de la realidad de las cosas? En el ámbito en que se hacen estas consideraciones fundamentales, decisivas para la elaboración del campo de la fenomenología, ¿está claro el criterio por el que se habla de una división en dos esferas de ser, esto es, el sentido de ser del que constantemente se habla? ¿Se ha alcanzado dentro de la fenomenología el suelo metódico en el que poder plantear esa cuestión acerca del sentido de ser, que tiene que preceder a toda reflexión fenomenológica y que tácitamente subyace en ella?

Dejemos pendiente la decisión de si se trata de una cuestión fundamental o no, y si es posible y tiene sentido alcanzar de manera radical el campo de la intencionalidad sin haber planteado expresamente y haber respondido esta cuestión. Ahora bien, si la cuestión es necesaria, la reflexión acerca del ser 1 es fenomenológicamente aún más necesaria, y por [135] ende lo es también la posibilidad concreta de investigar dicha cuestión. Así pues, la posición anterior se nos revela fenomenológicamente insuficiente.

El suelo desde el que examinar críticamente el campo de objetos propio de la fenomenología nos lo vamos a procurar indagando si efectivamente se pregunta por el ser de lo intencional a través de este triple horizonte de contemplación: ¿Cuál es el suelo desde el que se alcanza el campo de objetos? ¿Cuál es el camino por el que se llega a ese campo temático? ¿Cuáles son las características de ese campo de objetos recién descubierto que se llama la conciencia pura? Comenzaremos por lo último, la caracterización del ser de la región de la «conciencia». La región de la conciencia — la conciencia pura — , en cuanto campo básico de la intencionalidad, ¿se halla definida por lo que hace su ser? ¿Cómo?

Evidentemente, lo que se trata de determinar es el ser. La conciencia se denomina directamente, sin más, la región del ser absoluto, y es, además, la región con respecto a la cual se delimita cualquier otro ente (realidad, transcendencia). Asimismo, justamente la diferencia con respecto a ese ser se considera la más radical de Lis diferencias de ser que se pueda y deba hacer dentro de la doctrina de las categorías.

La diferenciación crítica acerca de si se pregunta, y de qué modo se pregunta, por el ser ¿tiene todavía sentido y encuentra apoyo en las características del ser relativas a la conciencia pura? Vamos a discutir una por una las características del ser que Husserl confiere a la conciencia pura. Son cuatro, y se hallan ligadas entre sí de un modo muy particular, hasta tal punto que a veces se emplea la misma denominación para dos características distintas.

La conciencia es: 1) Ser inmanente. 2) Lo inmanente es el ser dado absolutamente. Este darse absoluto también se llama pura y simplemente ser absoluto. 3) Ese ser en el sentido de lo dado absolutamente es al mismo tiempo absoluto en el sentido de que nulla re indiget ad existendum (con esto se recoge la vieja definición de substancia), que no necesita de res alguna para ser. Res se entiende aquí en el sentido estricto de realidad’, ser-transcendente, es decir, todo lo ente que no es conciencia. 4) El ser absoluto en esas dos significaciones — dado absolutamente y no necesitado de realidad — es el ser puro, el ser esencial de las vivencias, el ser ideal de las vivencias.

Con respecto a estas cuatro características del ser preguntamos: ¿Han surgido de la mirada puesta en las cosas mismas? ¿Son características del ser sacadas de la conciencia, del propio ente mentado con dicho término?


Las cuatro características del ser de la región fenomenológica — ser inmanente, ser absoluto en el sentido del darse absoluto, ser absoluto en el sentido de ser el apriori de la constitución, y ser puro — no se han sacado de ningún modo de lo ente mismo, sino que, por exponer la determinación del ser de la conciencia, sirven precisamente para cortar el paso a la pregunta por el ser de dicho ente, y asimismo a una elaboración mejor definida del propio ente. Esas características del ser no se han obtenido con la vista puesta en el ser mismo de lo intencional, sino poniéndolo a la vista en cuanto aprehendido, dado, constituyente o ideante 2 y concebido en cuanto esencia. Desde tales perspectivas, en principio extrañas a la conciencia, se han obtenido esas características del ser. Sería apresurado, sin embargo, deducir de la falta de determinación del ser de la conciencia, de la omisión de la cuestión del ser en la caracterización de la conciencia en cuanto región, la omisión absoluta de la cuestión del ser. Quizá lo único que aquí se pretendía definir era el ser de la región de la conciencia, el modo de ser del campo ante una determinada consideración, mas no el ser de lo ente mismo que puede distinguirse en cuanto campo posible de contemplación.

De hecho, todas estas características de ser se han obtenido con miras a hacer de la trama de vivencias una región que permita la contemplación científica absoluta. Acaso precisamente aquí no haya por qué preguntar acerca del ser de lo ente. En cualquier caso, habrá que ver antes si, al resaltar esta región, no se está determinando el sentido de lo ente, aunque sólo sea en el sentido de que se excluye por ser irrelevante para el ser de la región.

La cuestión primordial para Husserl no es en absoluto la cuestión acerca del carácter de ser de la conciencia; lo que a él le guía es, más bien: ¿cómo puede hacerse de la conciencia objeto posible de una ciencia absoluta? Lo [140] primordial, lo que a él le guía, es la idea de una ciencia absoluta. Esta idea: la conciencia ha de ser la región de una ciencia absoluta, no es que sea algo simplemente inventado, sino que es la idea que ocupa a la filosofía moderna desde Descartes. La elaboración de la conciencia pura en cuanto campo temático de la fenomenología no se ha realizado fenomenológicamente, volviendo a las cosas mismas, sino siguiendo una idea tradicional de la filosofía. Por eso ninguno de los caracteres definidos, que se presentan como características del ser de las vivencias, son originarios. Aquí no podemos entrar en los motivos de todo este planteamiento ni en el modo de plantear los problemas; bástenos de entrada con ver que ninguno de los cuatro rasgos de ser que se confieren a la conciencia se ha obtenido de la propia conciencia.

Con esto hemos completado la primera fase de nuestras consideraciones críticas. La segunda es la de cuestionar si, a pesar de todo, por medio de la elaboración de la conciencia pura no se estará acaso llegando a una auténtica determinación del ser de las vivencias; o, si no ahí, sí ciertamente en el punto de partida de toda la reflexión, es decir, al alcanzar y preparar el campo ejemplar, donde se decía: la contemplación fenomenológica debe partir de la actitud natural, esto es, de lo ente tal como se da de entrada. Con esto se obtenía también una vista previa de la caracterización del ser de lo ente en que se concretan la conciencia y la razón, en la caracterización del ser de ese ente concreto al cual se llama hombre.

…ser inmanente

[136] a) La conciencia es ser inmanente

En principio inmanencia significa formalmente: ser en otro. Esta propiedad de la inmanencia se dice de la región de la conciencia, de las vivencias; más exactamente, respecto de los actos de aprehensión que se dirigen a actos, a vivencias, esto es, de los actos de reflexión. La inmanencia se afirma de una relación que es posible entre vivencias mismas, entre el acto reflexivo y el acto reflejado. Entre la vivencia reflexiva y lo reflejado, lo que es objetual en la reflexión, se da una relación de inclusión real [reell] de lo uno en la otra. Inmanencia, ser-en-lo-otro, se afirma respecto de las vivencias, por ser objeto posible de aprehensión en la reflexión. La inmanencia no es una característica de lo ente en sí mismo por lo que hace a su ser, sino una relación entre dos entes que forman parte de la región de las vivencias o de la conciencia. Esta relación se caracteriza en cuanto ser-en-otro real 3, pero, sin embargo, no se dice nada acerca del ser de ese ser-en-otro, acerca de la realidad [Reellität], acerca de lo ente en totalidad de esa región. Lo que aquí se define es una relación entre entes, no el ser en cuanto tal. Así pues, la primera característica del ser que Husserl da de la región de la conciencia pura no nos vale ni como originaria ni como no originaria.

…ser absoluto

b) La conciencia es ser absoluto en el sentido de un darse absoluto

¿Qué pasa con la segunda característica: la conciencia es ser absoluto, y esto en el sentido de un darse absoluto? La vivencia reflejada, que es objeto en la reflexión, se da en sí misma de modo originario. Las vivencias, frente a lo transcendente, están presentes en sentido absoluto, es decir, no están representadas de manera indirecta, simbólica, sino que se aprehenden en sí mismas. Por razón de este darse absoluto se les llama absolutas.

Si a las vivencias se les llama absolutas en este sentido, lo que esta característica del ser — absoluto — viene a decir es de nuevo una determinación de la región de las vivencias por lo que hace a su aprehenderse, determinación que, además, se ha construido sobre la primera. En este caso — dado absolutamente — no se trata de un rasgo de la inherencia mutua de aprehendido y aprehendiente, sino que ahora se trata de la relación de una vivencia en cuanto objeto de otra.

[137] En la primera característica, la inmanencia, lo que se caracterizaba era una relación de ser entre actos de la misma región; ahora es la manera determinada de ser, un ente de la región de las vivencias, objeto para otro. De nuevo el asunto no es lo ente en sí mismo, sino lo ente en cuanto objeto posible de la reflexión.

…darse absoluto

c) La conciencia es un darse absoluto en el sentido del «nulla re indiget ad existendum»

El tercer rasgo caracteriza la conciencia igualmente de ser absoluto, si bien ahora «absoluto» se entiende en otro sentido. Se puede explicar este nuevo sentido por referencia a la primera caracterización de la región de las vivencias: la conciencia en cuanto ser inmanente. Mientras que las vivencias se dan de modo absoluto, cualquier otro ser lo que hace es darse a conocer en la conciencia. Existe por principio la posibilidad de que la trama en curso de las vivencias, del flujo de la conciencia, sea «una trama de ser cerrada y coherente»4, posea cierta univocidad, sin que haya realiter nada que corresponda a lo que en esa trama de vivencias se piensa. Es decir, existe por principio la posibilidad de que la conciencia misma «no se vea afectada en su propia existencia» por la «aniquilación del mundo de las cosas»5 — reflexión que, como es sabido, también Descartes hiciera.

El ser real [real] puede ser distinto y puede no ser; sin embargo, la conciencia es capaz de representar dentro de sí una trama de ser cerrada y coherente. Esto quiere decir que la conciencia es absoluta en el sentido de que es el presupuesto de ser gracias al cual puede la realidad darse a conocer. El ser transcendente se da siempre en representación [Darstellung], presentándose en cuanto objeto justamente de la intencionalidad.

La conciencia, el ser inmanente dado absolutamente, es aquello en lo cual se constituye cualquier otro ente, aquello en lo cual «es» verdaderamente lo que es. Absoluto es el ser constituyente. Cualquier otro ser, por ser realidad, es sólo por su relación con la conciencia, esto es, es relativo a la conciencia. «Así pues, se invierte el sentido corriente de la expresión “ser”. El ser que para nosotros es el primero, es en sí el segundo, es decir, es lo que es sólo por “relación” al primero»6. Eso primero que hay que presuponer, que debe estar ya presente para que la realidad pueda darse a [138] conocer, ese ser primero tiene la ventaja de no necesitar de la realidad, mientras que la realidad sí que necesita de él. Por ello toda conciencia es, frente a cualquier realidad, absoluta.

Esta característica — el ser absoluta — se ha obtenido por referencia a una función concreta que la conciencia tiene, que es la de ser constituyente. Es decir, el carácter de ser absoluto se atribuye ahora a la conciencia, por cuanto se la considera en el marco de cierta teoría de la razón, y en respuesta a la cuestión de la posible acreditación de la realidad en la conciencia racional. El carácter de «absoluta» se le atribuye ahora a la conciencia, por cuanto se la contempla en su función posible de conciencia constituyente de objetos; y en este sentido la conciencia es aquel ser que por su parte no se halla constituido en otro, sino que, siendo lo que se constituye a sí mismo, constituye él mismo toda posible realidad. Ser absoluto significa, por lo tanto: no depender de otro, en particular por lo que hace a la constitución; ser lo primero, lo que debe estar ya presente para que lo pensado [Vermeintes] pueda llegar a ser. Lo pensado en sentido amplio se da sólo si hay un pensar, es decir, una conciencia. La conciencia es lo primero, lo apriori en el sentido cartesiano y kantiano.

La conciencia en esta significación de lo absoluto supone la primacía de la subjetividad frente a cualquier objetividad. Este tercer rasgo — ser absoluto — no es, de nuevo, caracterización de lo ente mismo en su ser, sino que en ella se concibe la región de la conciencia dentro del orden de la constitución y dentro de ese orden se le atribuye un ser formal anterior a todo lo objetivo. Esta caracterización y esta concepción de la conciencia constituyen el lugar en que el idealismo y el planteamiento idealista, más exactamente, el idealismo del neokantismo, se introducen en la fenomenología. Así pues, tampoco esta característica del ser es originaria.

…ser puro

d) La conciencia es ser puro

La cuarta característica del ser, que considera la conciencia en cuanto ser puro, es aún menos que las tres anteriores una característica del ser de lo intencional, es decir, de lo ente que viene determinado por la estructura de la intencionalidad. Se llama a la conciencia conciencia pura porque en cuanto región se la deja de ver en su individuación concreta y en su ligazón con un ser vivo. No es conciencia por ser hic et nunc algo real, algo mío, sino pura y exclusivamente por sus contenidos esenciales. Lo que se tiene entre manos no es la individuación particular de una relación intencional concreta, sino la estructura intencionalidad; no lo concreto de las vivencias, [139] sino su estructura esencial; no el ser-vivencia real, sino el ser-esencia ideal de la conciencia misma, lo apriori de las vivencias en el sentido de lo universal genérico que siempre determina una clase de vivencias o una trama estructural de vivencias. Dicho sea con otras palabras: se llama pura a la conciencia por cuanto se prescinde en ella de cualquier realidad o realización. Es puro este ser, porque se define en cuanto ideal, esto es, no real [real].

En esta caracterización del ser, lo puro de la conciencia, es donde más claro se ve que no se trata de los rasgos del ser de lo intencional, sino de la determinación del ser de la intencionalidad; no de la determinación del ser de lo ente que posee la estructura de la intencionalidad, sino de la determinación del ser de la propia estructura en cuanto algo en sí separado.

  1. Sein überhaupt: podría traducirse por «ser en general» o «ser en absoluto»; pero, puesto que se está hablando del «ser sin más», puesto que überhaupt es una partícula que aquí bien puede considerarse expletiva, no creo que se gane nada traduciéndola. (N. del T.)[]
  2. ideierend: participio activo de «idear». (N. del T.)[]
  3. reelles Ineinander: de hecho, el «ser» mentado está elidido; no obstante, lo «real» es justamente el ser, o, mejor dicho, la relación de ser los entes implicados. (N. del T.)[]
  4. Ideen I, p. 93 (117).[]
  5. Ibid., p. 91 (115).[]
  6. Ibid., p. 93 (118).[]