Página inicial > Glossário > Sage

Sage

quarta-feira 24 de janeiro de 2024

El hablar en tanto que decir pertenece al trazo abriente del despliegue del habla que está atravesado por modos del decir y de lo dicho. donde lo presente y lo ausente se dice. se confía o sé rehúsa: se muestra o se ausenta. Lo que permea el rasgo abriente del despliegue del habla es el decir multiforme de procedencia diversa. En la perspectiva relativa a las relaciones del decir denominamos el despliegue del habla en total, el Decir (Die Sage), admitiendo a la par que aún ahora no se percibe lo unitivo de las relaciones. Heideggeriana  : CaminhoLinguagem  

Lo que se despliega en el habla es el Decir en tanto que Mostración (Das Wesende   der Sprache   ist die Sage als die Zeige). Su mostrar no se funda en cualesquiera signo. sino que todos los signos derivan su origen de un mostrar en cuyo ámbito y para cuyas intenciones pueden ser signos. Heideggeriana  : CaminhoLinguagem

Pero ¿habla el habla misma? ¿Cómo puede lograr semejante propósito puesto que no está dotada de los órganos del habla? Y, sin embargo, el habla habla. Obedece y sigue, primeramente y en lo propio, a lo que es esencial en el hablar: el decir. El habla habla en cuanto que dice. esto es, muestra. Su decir brota del antiguamente hablado. pero hasta ahora aún inhablado. Decir (Sage) que atraviesa y permea el trazo abriente del despliegue del habla. El habla habla en cuanto que, como Mostración que llega a todos los ámbitos de lo presente. Deja, a partir de ellos, aparecer o des-aparecer presencia. Así que escuchamos el habla de tal modo que nos dejamos decir su Decir. Cualquiera que sea, por lo demás. el modo de nuestro escuchar, donde sea que escuchemos algo, el escuchar es el dejar-se-decir que ya contiene en sí toda percepción y toda representación. En el hablar en tanto que escucha del habla, re-decimos el Decir oído. Dejamos venir su voz sin sonido con lo que reclamamos el sonido que ya nos está reservado; lo llamamos estando tendidos hacia él. Ahora, tal vez, podría manifestarse más claramente un aspecto en el trazo abriente del despliegue del habla, permitiéndonos percibir cómo el habla en tanto que hablar alcanza su ser propio y habla así como habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

El camino al habla se despliega en el habla misma. El camino al habla en el sentido del hablar en tanto que sagen, decir, es el habla en tanto que Sage, Decir. Lo propio del habla se oculta, por tanto, en este camino que es el Decir, que, en tanto que este camino, deja alcanzar el habla a los que escuchan el Decir. Sólo podemos ser estos "escuchantes" (Hörende) la medida en que pertenecemos (gehören  ) al Decir. El dejar llegar (Gelangenlassen), el camino al hablar, proviene ya de un dejar pertenecer (Gehörenlassen) al Decir. Esta pertenencia cobija lo propiamente desplegante del camino al habla. ¿De qué modo, sin embargo, se despliega el Decir para ser capaz del dejar-pertenecer? Lo que se despliega en el Decir debería darse propiamente a conocer - si alguna vez se da a conocer - cuando atendamos con mayor empeño a lo que ha revelado la dilucidación. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

¿Puede sorprender que el "es" y el "ser" sólo sean admitidos como palabras auxiliares? Sólo porque el lenguaje se origina en el Decir del Ser (Sage des Seyns) puede llegar a ser lenguaje. Pero el Decir del Ser no se deja nunca pensar y experienciar ni desde el lenguaje ni desde la explicación metafísica del lenguaje. Heideggeriana: Palavra1944   Apéndices

Toda pregunta acerca del asunto del pensamiento, todo inquirir acerca de su esencia, está llevado ya por el decir confiador de lo que viene en cuestión. El verdadero gesto del pensamiento ahora necesario es la escucha del decir confiador y no el preguntar. Pero puesto que esta escucha es una escucha hacia la palabra que viene al encuentro, la escucha del decir confiador de lo que está por pensar se despliega siempre en un preguntar por una respuesta. Caracterizar el pensamiento como una escucha suena extraño y tampoco satisface a la inteligibilidad necesaria aquí. He aquí lo que constituye lo peculiar y propio de la escucha: obtiene su determinación y claridad a través de lo que es dado a entender por el decir confiador. Pero una cosa está clara: la escucha de la que aquí se trata se inclina hacia el decir confiador en tanto que Decir (Sage) con el que está emparentada la esencia del habla. Si logramos una visión de la posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla, ésta puede aclararnos en qué sentido el pensamiento es una escucha del decir confiador. Heideggeriana: EssenciaLinguagem   Apéndices

Estamos familiarizados con el término es gibt  , en múltiples usos, tal corno: "es gibt an der sonnigen Halde Erdbeeren",: (hay fresas en la ladera soleada), il y a: hay, allí, fresas: pueden encontrarse como algo que está allí, en la ladera. En nuestra presente reflexión el término está utilizado de modo distinto. No lo entendemos en el sentido de Es gibt, ello da, sino ella, la palabra, da… De este modo. se desvanece del todo el fantasma del "ello" que muchos temen, con razón. pero lo que es digno de pensar permanece, es más, sólo así llega a la luz relumbrante. Esta simple e inasible situación que denominamos por la frase: Ella, la palabra, da - se revela como lo que es propiamente digno de pensar pero para cuya determinación faltan aún en todas partes las medidas y referencias. Tal vez las conozca el poeta. Pero su poesía ha aprendido la renuncia, aunque sin perder nada por ella. Sin embargo y pese a todo, la joya se le desliza. Cierto. Pero se desliza en el sentido de que la palabra le es denegada. La denegación es la retención (Vorbehalt). Precisamente en esto aparece el sorprendente poder propio de la palabra. La joya no se deshace en modo alguno en una nada inservible. La palabra no se hunde en la llana imposibilidad del decir. El poeta no abdica de la palabra. Es cierto que la joya se retira a lo misterioso y sorpredente que nos asombra. Por ello y tal como dice la introducción a El Canto, el poeta aún medita ahora todavía más que antes: aún está estructurando - en concreto a un decir - de otro modo que antes. Canta cantos. El primer canto que canta, que permanece sin título, canta nada menos que el secreto intuido de la palabra que, al denegarse, nos acerca su esencia retenida. El canto canta el secreto de la palabra sorprendiéndose, esto es, cuestionándose poéticamente, en tres estrofas de tres versos cada una: ¿Qué audaz ligero paso - Anda por el reino más propio. - Del jardín de hadas de la ancestra? - ¿Qué invocación envía - El sonador con clarín plateado - A la durmiente espesura del Decir? - ¿Qué secreto aliento - De la recién desvanecida melancolía - Se insinúa por el alma? Stefan George escribe normalmente todas las palabras en minúsculas, con excepción de las que inician cada verso. Llama la atención que en este poema hay una sola palabra que se inicia con mayúscula. Se encuentra al final de la estrofa central y dice: Sage, Decir. El poeta podía haber intitulado el poema "El Decir". No lo hizo. El poema canta la misteriosa proximidad del prevalecer de la palabra que permanece ausente en la lejanía. En el poema se dice algo muy distinto de manera diferente - y sin embargo se dice lo Mismo que en lo pensado a propósito de la relación entre el "es" y la palabra que no tiene naturaleza de cosa. ¿Qué hay ahora de la vecindad entre poesía y pensamiento? Nos hallamos perplejos entre dos modos enteramente distintos del decir. En el canto del poeta la palabra aparece como lo que es misteriosamente sorprendente. La meditación pensante, atenta a la relación entre el "es" y la palabra como no-cosa, llega ante algo memorable, digno de ser pensado, y cuyos rasgos se pierden en lo indeterminado. Por un lado, el canto donde el misterio aparece en la plenitud del decir cantante; por el otro, lo que es digno de pensar en un decir apenas determinable, pero, en cualquier caso, no un decir cantante. ¿Es ésta una vecindad en la cual poesía y pensamiento conviven en una proximidad? Parecerá, más bien, que no pueda imaginarse vecindad más divergente. Heideggeriana: EssenciaLinguagem Apéndices

Ahora, a la proximidad que conduce poesía y pensamiento a su mutua vecindad, la llamamos die Sage, el Decir. Suponemos que en él reside la esencia del habla. Sagen, sagan, decir, significa mostrar: dejar aparecer; liberación luminosa-ocultadora, entendida como ofrecimiento (lichtend-verbergend frei  -geben als dar-reichen…) de lo que llamamos mundo. El luminoso-velador, enmascarante ofrecimiento del mundo es la naturaleza esencial del decir. La frase rectora para el camino dentro de la vecindad entre poesía y pensamiento contiene una indicación; siguiéndola quisiéramos llegar a la proximidad desde la cual se determina esta vecindad. Heideggeriana: EssenciaLinguagem Apéndices

La renuncia aprendida no es la mera despedida de una pretensión sino la transformación del decir que se torna eco casi inaudible - murmullo en forma de canto - de un Decir (Sage) indecible. Ahora deberíamos estar mejor situados para meditar tras de la última estrofa, para que ella misma hable y de tal modo que el poema entero se recoja en ella. Si esto pudiera lograrse, aunque sólo fuera en mínima parte, nos sería entonces posible - en momentos propicios - oír más claramente el título del poema La Palabra y percibir como la estrofa final no sólo concluye el poema, no sólo lo revela, sino que oculta a la vez el secreto de la palabra. Heideggeriana: Palavra1958   Apéndices

Pero ¿por qué canta el poeta en tono triste? Así aprendí triste la renuncia: ¿Es la renuncia la que le entristece? ¿O se apoderó de él la tristeza solamente en el aprendizaje de la renuncia? En este caso la tristeza que antes pesaba sobre su ánimo podría haberse desvanecido desde el momento en que se ha comprometido con la renuncia, entendida como gratitud, pues el deber-se en tanto que gratitud recibe su tono fundamental de la alegría. Podemos oír este tono de alegría desde otro canto. También este poema carece de título. Pero contiene un signo tan singular y extraño que debemos oírlo a partir del íntimo parentesco con el canto La palabra (El Nuevo Reino, pág. 125). Dice: ¿Qué audaz ligero paso Anda por el reino más propio Del jardín de hadas de la ancestra? ¿Qué invocación envía El sonador con clarín plateado A la durmiente espesura del Decir? ¿Qué secreto aliento De la recién desvanecida melancolía Se insinúa por el alma? Stefan George tiene por costumbre escribir todas las palabras en letras minúsculas, exceptuando aquellas que inician las líneas de los versos. Pero en este poema hay una palabra singular que comienza con mayúscula, casi en el centro del mismo, al final de la segunda estrofa. La palabra es: die Sage, el Decir. El poeta podía haber elegido esta palabra por título, como una velada alusión dando a entender que el Decir, en tanto que fábula del jardín de hadas, podía desvelar la procedencia de la palabra. Heideggeriana: Palavra1958 Apéndices

La palabra más antigua para el reino de la palabra pensado así, para decir, se llama logos  : die Sage, que, mostrando deja aparecer lo existente en su es. Heideggeriana: Palavra1958 Apéndices