valor supremo

El pensar contra “los valores” no pretende que todo lo que se declara como “valor” — esto es, la “cultura”, el “arte”, la “ciencia”, la “dignidad humana”, el “mundo” y “dios” — sea carente de valor. De lo que se trata es de admitir de una vez que al designar a algo como “valor” se está privando precisamente a lo así valorado de su importancia. Esto significa que, mediante la estimación de algo como valor, lo valorado sólo es admitido como mero objeto de la estima del hombre. Pero aquello que es algo en su ser no se agota en su carácter de objeto y mucho menos cuando esa objetividad tiene carácter de valor. Todo valorar es una subjetivización, incluso cuando valora positivamente. No deja ser a lo ente, sino que lo hace valer única y exclusivamente como objeto de su propio quehacer. El peregrino esfuerzo de querer demostrar la objetividad de los valores no sabe lo que hace. Cuando se declara a “dios” el “VALOR SUPREMO”, lo que se está haciendo es devaluar la esencia de dios. El pensar en valores es aquí y en todas partes la mayor blasfemia que se pueda pensar contra el ser. Y, por eso, pensar contra los valores no significa proclamar a son de trompeta la falta de valor y la nulidad de lo ente, sino traer el claro de la verdad del ser ante el pensar, en contra de la subjetivización de lo ente convertido en mero objeto. Heideggeriana: CartaHumanismo

Si la falta de necesidad es la necesidad extrema y es precisamente como si no fuera, entonces, para que la necesidad pueda ser necesitante (nötigen) en el ámbito esencial del hombre, la capacidad de éste tiene que ser llevada antes a la falta de necesidad. Experimentar esta falta como tal, ésta es la necesariedad (Notwendigkeit). Pero dando por supuesto que ésta es la necesidad (Not) del ser en cuanto tal, dando por supuesto que el ser en cuanto tal permanece confiado de antemano y exclusivamente sólo al pensar, entonces la causa (Sache) del ser, es decir, que en su desocultamiento sea el ser del ente, se trasladará al pensar. Para éste, el ser mismo en su desocultamiento, y de este modo el desocultamiento mismo, tienen que volverse previamente dignos de cuestión; pero esto en la época de la metafísica, por la cual el ser ha perdido su dignidad para convertirse en valor. La dignidad del ser en cuanto ser no consiste, sin embargo, en tener vigencia como valor, aunque sea el VALOR SUPREMO. El ser esencia en la medida en que — libertad de lo libre mismo — libera a todo ente hacia él y queda para el pensar como lo que hay que pensar. Que sin embargo el ente sea como si el ser no “fuera” lo incesante y lo que precisa albergue, como si no “fuera” la necesidad necesitante de la verdad misma, esto es el consolidado dominio de la falta de necesidad en la metafísica acabada. Heideggeriana: NiilismoSer

“Voluntad de poder” es, al mismo tiempo, el nombre del carácter fundamental del ente y de la esencia del poder. En lugar de “voluntad de poder”, Nietzsche dice con frecuencia, y de una manera que conduce fácilmente a equívocos, “fuerza”. Que Nietzsche conciba el carácter fundamental del ente como voluntad de poder no es el invento ni la arbitrariedad de un extravagante que ha ido a la caza de quimeras. Es la experiencia fundamental de un pensador, es decir de uno de esos individuos que no tienen elección sino que más bien tienen que llevar a la palabra lo que el ente es en cada caso en la historia de su ser. Todo ente, en la medida en que es y es tal como es, es: “voluntad de poder”. Este título nombra aquello desde donde parte y hacia donde vuelve toda posición de valores. Sin embargo, de acuerdo con lo que se ha dicho, la nueva posición de valores no es una “transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento” sólo en cuanto que, en lugar de los valores precedentes, pone al poder como VALOR SUPREMO, sino, sobre todo y antes que nada, en cuanto que el poder mismo y sólo él pone los valores, los mantiene en vigencia y es el único en decidir sobre la posible justificación de una posición de valores. Si todo ente es voluntad de poder, sólo “tiene” valor y “es” un valor aquello que cumple con la esencia del poder. Pero el poder sólo es poder como acrecentamiento del poder. El poder, cuanto más esencialmente lo es y cuanto más exclusivamente determina todo ente, no reconoce que nada fuera de sí tenga el carácter de valor y sea valioso. Ello implica: en cuanto principio de la nueva posición de valores, la voluntad de poder no tolera ningún otro fin fuera del ente en su totalidad. Pero puesto que todo ente en cuanto voluntad de poder, es decir en cuanto sobrepotenciarse que nunca cesa, es un constante “devenir”, y este “devenir”, sin embargo, no puede nunca en su movimiento salir hacia un fin que esté fuera de sí sino que, por el contrario, encerrado en el acrecentamiento del poder, sólo vuelve constantemente a éste, también el ente en su totalidad, en cuanto es este devenir del carácter del poder, tiene siempre que volver a retornar y a traer lo mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ahora bien, estos “fines” incondicionados no han sido nunca alcanzados en la historia del hombre. Todo esforzarse y afanarse, todo emprender y actuar, todo estar en camino por parte de la vida, todo ir hacia adelante, todo “proceso”, en resumen, todo “devenir”, no llega a nada, no alcanza nada, nada en el sentido de una realización pura de aquellos fines incondicionados. Las expectativas en este sentido resultan decepcionadas; todo empeño aparece carente de valor. Surge la duda de si tiene alguna finalidad establecer en cada caso un “fin”, buscar un “sentido” para el ente en su totalidad. ¿Qué pasaría si no sólo el esfuerzo por realizar un fin y llevar a cabo un sentido, sino quizás ya ese mismo buscar y poner un fin y un sentido fueran un engaño? De ese modo, el VALOR SUPREMO mismo se tambalea, pierde su indubitable carácter de valor, “se desvaloriza”. El “fin”, aquello de lo que todo debe depender, aquello que vale incondicionadamente ante todo y para todo, el VALOR SUPREMO, se vuelve caduco. La caducidad de los valores supremos penetra en la conciencia. En concordancia con esta nueva conciencia se altera la relación del hombre respecto del ente en su totalidad y respecto de sí mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En lo anterior se supone que este poder creer del hombre en su propio “valor” es algo necesario. Es necesario porque se trata en todos los casos de la autoafirmación del hombre. Para poder permanecer seguro de su propio valor, el hombre tiene que poner un VALOR SUPREMO para el ente en su totalidad. Pero si se decepciona la creencia en una unidad que atraviese el todo surge la comprensión de que con todo actuar y efectuar (”devenir”) no se consigue nada. ¿Qué encierra esta comprensión? Nada menos que el que este efectuar y devenir no es nada “efectivamente real” (Wirkliches) ni nada que sea verdaderamente, sino sólo un engaño. El efectuar (Wirken) es entonces lo irreal (das Unwirkliche). El “devenir” aparece ahora no sólo como algo sin meta ni sentido, sino como algo que en sí mismo carece de peso y es, por lo tanto, irreal. Para poder salvar, a pesar de todo, esto que es irreal y asegurar al hombre un valor propio es necesario que, por encima del “devenir” y de lo “mutable”, de lo propiamente irreal y sólo aparente, se ponga un “mundo verdadero” en el que se conserve lo permanente, lo que no es afectado por ningún cambio y ninguna carencia, por ninguna decepción. La posición de este “mundo verdadero”, de lo suprasensible que se encuentra más allá, se produce a costa de la apreciación del “mundo” de aquí. Éste se rebaja a un peregrinar — breve, si se lo compara con la eternidad — a través de lo pasajero, cuya fatiga será recompensada en la eternidad en la medida en que de ella recibe su valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A partir de la posición de un “mundo verdadero” como mundo de lo que es en sí, de lo permanente, por encima del mundo falso, del mundo del cambio y la apariencia, surge “aún una tercera y última forma” del nihilismo, cuando el hombre se da cuenta de que ese “mundo verdadero” (el mundo “trascendente”, del más allá) sólo ha sido construido por “necesidades psicológicas”. Nietzsche no nombra aquí expresamente las “necesidades psicológicas”; ya lo ha hecho al comentar la destitución de la unidad y la totalidad. Al ente en su totalidad se le tiene que introducir un valor para que quede asegurado el valor propio del hombre; tiene que haber un mundo del más allá para que el mundo de aquí pueda soportarse. Pero si al hombre se le da cuenta de que al contar con un “mundo verdadero” más allá sólo cuenta consigo mismo y con sus “deseos” y eleva algo meramente deseable hasta convertirlo en un ente en sí, entonces el “mundo verdadero” que ha sido así inventado — el VALOR SUPREMO — comienza a tambalear. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Pero qué sucede si se derrumban todas las barreras entre la verdad y la falsedad y todo vale igual, es decir, todo es igualmente nulo? Entonces el nihilismo se torna realidad. Quiere acaso Nietzsche el nihilismo o quiere precisamente reconocerlo como tal y superarlo? Quiere la superación. Por lo tanto, si la voluntad de verdad perteneciera a la vida, la verdad, en la medida en que su esencia no deja de ser ilusión, no podrá evidentemente ser el VALOR SUPREMO. Tiene que haber un valor, una condición del acrecentamiento perspectivista de la vida, que tenga más valor que la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

“Caos”, el mundo como caos, significa: el ente en su totalidad proyectado relativamente al cuerpo y a su vivir corporal. En esta fundamentación del proyecto de mundo está incluido todo lo que resulta decisivo, y por lo tanto, para un pensar que, en cuanto transvaloración de todos los valores, aspira a una nueva posición de valores, también está incluida la posición del VALOR SUPREMO. Si la verdad no puede ser el VALOR SUPREMO, éste tendrá que estar por encima de ella, es decir, en el sentido del concepto tradicional de verdad: más cerca y más conforme a lo propiamente ente, es decir, a lo que deviene. El VALOR SUPREMO, a diferencia del conocimiento y la verdad, es el arte. Éste no copia lo que está allí delante ni lo explica desde otra cosa que esté allí delante, sino que transfigura la vida, la eleva a posibilidades superiores, aún no vividas, que no están suspendidas “por encima” de la vida sino que, por el contrario, la despiertan nuevamente desde ella misma a su estado de vigilia, pues “sólo por el encanto permanece despierta la vida” (Stefan George, Das Neue Reich, pág. 75). Heideggeriana: VontadePoder

Cuando Nietzsche aquí, es decir en el ámbito del pensar metafísico, habla del arte, se refiere no sólo al arte en el sentido de los géneros artísticos conocidos. Arte es el nombre que se aplica a toda forma de transportar la vida, de modo concluyente y transfigurante, hacia posibilidades más altas; en ese sentido, también la filosofía es “arte”. Si se dice, pues, que para Nietzsche el arte es el VALOR SUPREMO, este enunciado sólo tiene sentido y es justo si se comprende al arte de modo metafísico, si con él al mismo tiempo queda abierto qué vías de transfiguración obtendrán preeminencia en cada caso. Heideggeriana: VontadePoder

De aquí se deduce que para el nihilismo completo, consumado y, por tanto, clásico, se precisa ciertamente de la “transvaloración de todos los valores anteriores”, pero que la transvaloración no se limita a sustituir los viejos valores por otros nuevos. Esa transvaloración es una inversión de la manera y el modo de valorar. La instauración de valores necesita un nuevo principio, esto es, renovar aquello de donde parte y donde se mantiene. La instauración de valores precisa de otro ámbito. Ese principio ya no puede ser el mundo de lo suprasensible ahora sin vida Por eso el nihilismo que apunta a la inversión así entendida, buscará lo que tenga más vida. De este modo, el propio nihilismo se convierte en “ideal de la vida pletórica” (Voluntad de Poder, afor. 14 del año 1887). En este nuevo VALOR SUPREMO se esconde otra consideración de la vida, esto es, de aquello en lo que reside la esencia determinante de todo lo vivo. Por eso queda por preguntar qué entiende Nietzsche por vida. Heideggeriana: NietzscheDeus

El arte es la condición dispuesta en la esencia de la voluntad de poder para que dicha voluntad, en cuanto tal, pueda llegar al poder y aumentarlo. Desde el momento en que condiciona de esta manera, el arte es un valor. En tanto que condición que prevalece en el rango del condicionamiento del aseguramiento de las existencias, y por lo tanto precede a todo condicionamiento, el arte es el valor que abre en primer lugar todo aumento, de grado. El arte es el VALOR SUPREMO. En relación con el valor llamado verdad, es un valor más elevado. El uno reclama al otro, cada uno a su manera. Ambos valores determinan en su relación de valor la esencia unitaria de la voluntad de poder que dispone valores dentro de sí misma. Dicha voluntad es la realidad efectiva de lo efectivamente real o, tomando el término en un sentido más amplio del que suele usar Nietzsche, el ser de lo ente. Si la metafísica tiene que decir lo ente en relación con el ser y si con ello nombra a su manera el fundamento de lo ente, entonces la proposición fundamental de la metafísica de la voluntad de poder debe enunciar el fundamento. Dice qué valores son dispuestos esencialmente y según qué rango de valor son dispuestos dentro de la esencia de la voluntad de poder instauradora de valores en cuanto “esencia” de lo ente. La proposición dice así: “El arte tiene más valor que la verdad” (Voluntad de Poder, afor. 853 del año 1887-88). Heideggeriana: NietzscheDeus

Pero si, con todo el valor no le permite al ser que sea el ser que es en cuanto ser mismo, esa supuesta superación será, ante todo, la consumación del nihilismo. En efecto, la metafísica no sólo no piensa el propio ser, sino que ese no-pensar el ser se arropa en la apariencia de que, desde el momento en que estima el ser como valor es indudable que piensa el ser de la manera más digna, de tal modo que toda pregunta por el ser se torna superflua para siempre Pero si, pensando en relación con el propio ser, el pensamiento que piensa todo según valores es nihilismo, entonces hasta la experiencia de Nietzsche del nihilismo — la de que se trata de la desvalorización de los valores supremos —, es nihilista. La interpretación del mundo suprasensible, la interpretación de Dios como VALOR SUPREMO, no ha sido pensada a partir del propio ser. El último golpe contra Dios y contra el mundo suprasensible consiste en que Dios, lo ente de lo ente, ha sido rebajado a la calidad de VALOR SUPREMO. El golpe más duro contra Dios no es que Dios sea considerado incognoscible, ni que la existencia de Dios aparezca como indemostrable, sino que el Dios considerado efectivamente real haya sido elevado a la calidad de VALOR SUPREMO. En efecto, este golpe no procede precisamente de los que están ahí y no creen en Dios, sino de los creyentes y sus teólogos, que hablan de lo más ente entre todos los entes sin que jamás se les ocurra pensar en el propio ser, con el fin de darse cuenta de que ese pensar y ese hablar, vistos desde la fe, son la blasfemia por excelencia en cuanto se mezclan con la teología de la fe. Heideggeriana: NietzscheDeus

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

Designed with WordPress