Lo extraño en este pensar del ser es su SIMPLICIDAD. Y esto es precisamente lo que nos mantiene apartados de él. Porque, efectivamente, buscamos ese pensar conocido en la historia universal con el nombre de “filosofía” bajo la figura de lo inusual y de lo que sólo es accesible a los iniciados. Al mismo tiempo, nos representamos el pensar a la manera del conocimiento científico y sus empresas investigadoras. Medimos el hacer por el rasero de los impresionantes logros de la praxis, colmados de éxito. Pero el quehacer del pensar no es ni teórico ni práctico, ni tampoco la reunión de ambos modos de proceder. Heideggeriana: CartaHumanismo
La SIMPLICIDAD de su esencia hace que no logremos conocer el pensar del ser. Pero si nos familiarizamos con lo inusual de lo simple, nos vemos enseguida en otro aprieto. Surge la sospecha de que este pensar del ser caiga en la arbitrariedad, pues, en efecto, no puede atenerse a lo ente. ¿De dónde saca el pensar su medida? Cuál es la ley de su hacer? Aquí hay que atender a la tercera pregunta de su carta: comment sauver l’ élément d’aventure que comporte toute recherche sans faire de la philosophie une simple aventurière? Nombraremos por ahora, de pasada, a la poesía. Se encuentra enfrentada a la misma pregunta y de la misma manera que el pensar. Pero sigue siendo vigente la formulación apenas meditada de la Poética de Aristóteles según la cual la poesía es más verdadera que la indagación de lo ente. Heideggeriana: CartaHumanismo
La tierra es la que sirviendo sostiene; la que floreciendo da frutos, extendida en roquedo y aguas, abriéndose en forma de plantas y animales. Cuando decimos tierra, estamos pensando ya con ella los otros Tres, pero, no obstante, no estamos considerando la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: ConstruirHabitar
El cielo es el camino arqueado del sol, el curso de la luna en sus distintas fases, el resplandor ambulante de las estrellas, las estaciones del año y el paso de una a otra, la luz y el crepúsculo del día, oscuridad y claridad de la noche, lo hospitalario y lo inhóspito del tiempo que hace, el paso de las nubes y el azul profundo del éter. Cuando decimos cielo, estamos pensando con él los otros Tres, pero no estamos considerando la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: ConstruirHabitar
Los divinos son los mensajeros de la divinidad que nos hacen señas. Desde el sagrado prevalecer de aquélla aparece el Dios en su presente o se retira en su velamiento. Cuando nombramos a los divinos, estamos pensando en los otros Tres, pero no estamos considerando la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: ConstruirHabitar
Los mortales son los hombres. Se llaman mortales porque pueden morir. Morir significa ser capaz de la muerte como muerte. Sólo el hombre muere, y además de un modo permanente, mientras está en la tierra, bajo el cielo, ante los divinos. Cuando nombramos a los mortales, estamos pensando en los otros Tres pero no estamos considerando la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: ConstruirHabitar
El puente es una cosa de este tipo. El lugar deja entrar la SIMPLICIDAD de tierra y cielo, de divinos y de mortales a una plaza, instalando la plaza en espacios. El lugar avía la Cuaternidad en un doble sentido. El lugar admite a la Cuaternidad e instala a la Cuaternidad. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la Cuaternidad o, como dice la misma palabra, un Huis, una casa. Las cosas del tipo de estos lugares dan casa a la residencia del hombre. Las cosas de este tipo son viviendas, pero no moradas en el sentido estricto. Heideggeriana: ConstruirHabitar
El producir de tales cosas es el construir. Su esencia descansa en que esto corresponde al tipo de estas cosas. Son lugares que otorgan espacios. Por esto, el construir, porque instala lugares, es un instituir y ensamblar de espacios. Como el construir pro-duce lugares, con la inserción de sus espacios, el espacio como spatium y como extensio llega necesariamente también al ensamblaje cósico de las construcciones. Ahora bien, el construir no configura nunca “el” espacio. Ni de un modo inmediato ni de un modo mediato. Sin embargo, el construir, al pro-ducir las cosas como lugares, está más cerca de la esencia de los espacios y del provenir esencial “del” espacio que toda la Geometría y las Matemáticas. Este construir erige lugares que avían una plaza a la Cuaternidad. De la SIMPLICIDAD en la que tierra y cielo, los divinos y los mortales se pertenecen mutuamente, recibe el construir la indicación para su erigir lugares. Heideggeriana: ConstruirHabitar
Si se atiende meramente y sin pensar a la sonoridad de las palabras, la fórmula enuncia un entrelazamiento (Geflecht) de relaciones en las que el habla se enreda. Parece como si toda tentativa de representar el habla precisara de artificios dialécticos para dominar este enredo. Tal modo de proceder, al que nos empuja formalmente la fórmula, carece, en cambio. de la posibilidad de percibir meditativamente, esto es, entrando propiamente en la puesta-en-camino, la SIMPLICIDAD del despliegue del habla, en lugar de querer representar el habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Por la puesta en claro del mundo en su dorado resplandor llegan a lucir al mismo tiempo pan y vino. Las dos cosas grandemente nombradas relumbran en la SIMPLICIDAD de su “cosear”. El pan y el vino son los frutos del cielo y de la tierra, ofrenda de los divinos a los mortales. Ambos reúnen alrededor de sí a estos Cuatro, desde la SIMPLICIDAD de la Cuadratura (Vierung). Las cosas invitadas, pan y vino. son ellas mismas simples porque sus gestualizaciones de mundo están inmediatamente colmadas por el favor del mundo. Tales cosas se bastan a sí mismas dejando morar la Cuaternidad del mundo en torno a ellas. La pura luz del mundo y el simple resplandor de las cosas atraviesan y mesuran el Entre, la Diferencia. Heideggeriana: Linguagem1950
Sólo la tercera estrofa reúne la invocación de las cosas y la invocación del mundo. Pues la tercera estrofa llama originariamente desde la SIMPLICIDAD de la íntima invocación que llama a la Diferencia al tiempo que la deja sin decir. La llamada originaria que invita a venir a la intimidad entre mundo y cosa, es la verdadera invocación. Es la esencia del hablar. En lo hablado del poema se despliega (west) el hablar. Es el hablar del habla. El habla habla. Habla invocando lo encomendado. Cosa-mundo y mundo-cosa, al Entre de la Diferencia. Lo que es invocado de este modo es mandado a la Diferencia para el advenimiento de la Diferencia. Pensamos aquí en el antiguo sentido de “mandar” que aún conocemos de la frase: “Encomienda tus caminos al Señor”. La invocación del habla encomienda de este modo su invocación al mandato (Geheiss) de la Diferencia. Ésta deja reposar el “cosear” de las cosas en el “mundear” del mundo. La Diferencia ex-propia la cosa para apropiarla a la quietud de la Cuaternidad. Tal ex-propiación no sustrae nada a la cosa. Al contrario. la lleva a lo que le es propio: a que demore mundo. El resguardar en la quietud es el apaciguar (Stillenj. La Diferencia apacigua la cosa en tanto que tal cosa llevándola al mundo. Heideggeriana: Linguagem1950
Cuando la Diferencia reúne mundo y cosa a la SIMPLICIDAD del dolor de la intimidad, los invita a ambos a acceder a su ser. La Diferencia es el mandato que permite el llamado de toda invocación para que cada una pertenezca al mandato. El mandato de la Diferencia ha reunido ya siempre en sí toda invocación. La invocación reunida en sí misma que convoca alrededor de sí invocando, es el resonar en tanto que el “son”. Heideggeriana: Linguagem1950
La invocación de la Diferencia es el doble apaciguamiento. La invocación reunida, el mandato — en tanto cual la Diferencia llama mundo y cosa — es el son del silencio. El habla habla en cuanto que mandato de la Diferencia que encomienda mundo y cosa a la SIMPLICIDAD de su intimidad. Heideggeriana: Linguagem1950
El hablar de los mortales es invocación que nombra, que encomienda venir cosas y mundo desde la SIMPLICIDAD de la Diferencia. Lo que es hablado en el poema es la pureza de la invocación del hablar humano. Poesía, propiamente dicho, no es nunca meramente un modo (Melos) más elevado del habla cotidiana. Al contrario, es más bien el hablar cotidiano un poema olvidado y agotado por el desgaste y del cual apenas ya se deja oír invocación alguna. Heideggeriana: Linguagem1950
El modo según el cual los mortales, llamados desde la Diferencia en la misma, hablan a su vez, es el Corresponder. El hablar humano, antes que nada, debe haber escuchado el mandato de la invocación en tanto que cual el silencio de la Diferencia llama mundo y cosa al desgarro de su SIMPLICIDAD. Cada palabra del hablar de los mortales habla desde esta escucha y en tanto que tal escucha. Heideggeriana: Linguagem1950
El habla habla. Su hablar llama a venir a la Diferencia que libera mundo y cosas a la SIMPLICIDAD de su intimidad Heideggeriana: Linguagem1950
Es notable, sin embargo, que al intentar elucidar el usual “es” en los versos de Goethe titubeemos, dudemos, para finalmente abandonar por completo y repetir simplemente las palabras una vez más. “Sobre todas las cimas — es la paz.” No intentamos elucidación alguna no porque sea demasiado complicado y difícil o simplemente irresoluble, sino porque el “es” está dicho aquí de manera tan simple, de manera aún más simple que cualquier “es” corriente, de esos que se nos inmiscuyen constantemente y sin pensarlo en el decir cotidiano. Pero esta SIMPLICIDAD en el “es” de la poesía de Goethe está muy lejos de lo vacío y lo indeterminado que no se deja aprehender. En la poesía habla lo simple de una rara riqueza. Esta misma riqueza está testimoniada, aunque de otra manera y con una basta indicación, por la enumeración de las diferentes expresiones con las que hemos interpretado el “es” en respectos en cada caso diferentes. La uniformidad del “es” y el “ser” se muestra así como una grosera apariencia que se atiene sólo a la igualdad de la palabra pronunciada y escrita. Tampoco basta aquí con aseverar que el “es” forma parte de las palabras “polisémicas”; no se trata, en efecto, de una mera polisemia. Se muestra una riqueza en la decibilidad del ser, riqueza que es la que hace posible lo que en una perspectiva lógica y gramática podemos contabilizar como “polisemia”. Lo que aquí está en discusión no son las palabras “es” y “ser” sino lo que ellas dicen, lo que en ellas llega a la palabra: el ser. Nos encontramos de nuevo en el mismo punto de la meditación: “ser”, indeterminado y aplanado, y sin embargo comprensible, y sin embargo comprendido. Podríamos hacer la prueba de constatar por medio de una encuesta qué han pensado los oyentes ante cada “es” dicho; pero estas constataciones no harían más que confirmar que en el “es” el “ser” pasa como un eco fugaz y, no obstante, al mismo tiempo, desde algún lado nos toca y nos dice algo esencial, quizás lo más esencial. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
6. El Dasein en general alberga la interna posibilidad para la dispersión fáctica en la corporeidad y, con ello, en la sexualidad. La neutralidad metafísica del hombre íntimamente isolado como Dasein no es una vaciedad abstraída a partir de lo óntico, un ni-esto-ni-lo-otro, sino lo propiamente concreto del origen, el aún-no de la dispersidad (Zerstreutheit) fáctica. El Dasein está en cada caso astillado (zersplittert), en cuanto fáctico, entre otras cosas, en un cuerpo y, a una con esto, entre otras cosas, escindido (zwiespältig) en cada caso en una determinada sexualidad. — Astillamiento, escisión (Zerspaltung): esto, de buenas a primeras, suena negativo (así como “destrucción”), y con estos conceptos negativos se vincula de inmediato, en perspectiva óntica, el momento semántico de lo carente de valor. Pero aquí se trata de algo distinto: se trata de la caracterización de la multiplicación (no de la “multiplicidad”), que reside en cada Dasein fáctico singularizado en cuanto tal; no, por ejemplo, de la representación de que una gran entidad primordial es, en su SIMPLICIDAD, ónticamente escindida en muchas singulares, sino de la iluminación de la interna posibilidad de la multiplicación que, como habremos de ver todavía más exactamente, reside en cada Dasein, y para la cual la corporeidad representa un factor de organización. Pero la multiplicidad tampoco es una mera multitud formal de determinaciones, sino que la multiplicidad pertenece al ser mismo. En otras palabras: a la esencia del Dasein en general le pertenece ya, con arreglo a su concepto metafísico neutro, un esparcimiento (Streuung) originario, que en una perspectiva muy determinada es dispersión (Zerstreuung). Sobre esto una indicación rudimentaria: el Dasein no se comporta jamás como existente cada vez únicamente en relación a un objeto, y cuando es así, entonces sólo en el modo del soslayar otros entes siempre previa y simultáneamente comparecientes. Esta multiplicación no ocurre porque haya muchos objetos, sino al revés. Esto vale también acerca del comportamiento relativamente a sí mismo, y, desde luego, en conformidad con la estructura de la historicidad en el sentido más amplio, en la medida en que el Dasein acontece como prolongación (Erstreckung). Otra posibilidad esencial de la dispersión fáctica del Dasein es su espacialidad. El fenómeno de la dispersión del Dasein en el espacio y dentro de él se muestra, por ejemplo, en que todas las lenguas están primariamente determinadas por significaciones espaciales. Por cierto, este fenómeno sólo puede ser esclarecido cuando se plantee el problema metafísico del espacio, lo que primeramente se hace visible tras haber recorrido el problema de la temporalidad (en términos radicales: metontología de la espacialidad; cf. Apéndice). Heideggeriana: TranscendenciaST
8. Esta arrojada dispersión en lo múltiple que ha de tomarse metafísicamente es la presuposición para que, por ejemplo, el Dasein, en cuanto en cada caso fáctico, pueda dejarse llevar por el ente que él no es, pero con el cual por lo pronto se identifica precisamente sobre la base de la dispersión. El Dasein puede, por ejemplo, dejarse llevar por aquello que en el más amplio sentido llamamos naturaleza. Sólo lo que con arreglo a su esencia está arrojado y enredado (befangen) en algo puede dejarse llevar y envolver (umfangen) por ello. Esto vale también a propósito de la absorción del Dasein primitivo, mítico, en la naturaleza. El Dasein mítico tiene, en su ser-llevado, la peculiaridad de no ser consciente de sí mismo en lo que respecta a su modo de ser (con lo cual no se dice que le falta una conciencia de sí). Pero, una vez más, pertenece a la esencia de la dispersión fáctica el que el arrojamiento y el enredamiento le queda oculto de la manera más profunda, y precisamente de ello le viene al Dasein la SIMPLICIDAD y “des-preocupación” de un absoluto ser-llevado. Heideggeriana: TranscendenciaST
La finitud de la filosofía no consiste en que se tope con fronteras y no pueda seguir adelante, sino en que encierra, en la SIMPLICIDAD de su problemática central, una riqueza que a cada vez demanda un nuevo despertar. Heideggeriana: Transcendencia ANEXO
Pero cuando la substancia es, en su SIMPLICIDAD, unificadora, tiene que haber ya algo múltiple que resulta unificado por ella. De lo contrario, el problema de la unificación sería superfluo y no tendría sentido. Lo que unifica, cuya esencia es la unificación, tiene que tener una relación esencial con lo múltiple. Precisamente en la mónada, en cuanto elemento simple y unificador, tiene que existir la posibilidad de una multiplicidad. Heideggeriana: CursoMarburgo
El impulso que, en su SIMPLICIDAD, unifica, tiene que llevar también consigo en cuanto dicho impulso algo múltiple, tiene que ser algo múltiple. Pero, entonces, también lo múltiple tiene que tener el carácter del impulsar, de aquello de donde parte y hacia donde se dirige el impulso [vii], de la movilidad en general. Lo múltiple en movimiento es lo que se transforma y cambia. Aquello de donde parte el impulso en el impulso es el impulso mismo. El cambio del impulso, lo que cambia en el propio impulsar, es aquello hacia donde se dirige el impulsar. Heideggeriana: CursoMarburgo
Como primum constitutivum, el impulso tiene que ser unificador en su SIMPLICIDAD y, al mismo tiempo, origen y modo de ser de lo que se transforma. Heideggeriana: CursoMarburgo
“Unificador en su SIMPLICIDAD” quiere decir que la unidad no puede ser la reunión a posteriori de algo que se ha reagrupado, sino una unificación organizadora originaria. El principio constitutivo de la unificación tiene que ser anterior a lo que está subordinado a una posible unificación. Lo unificador tiene que ser anterior, tiene que extenderse por anticipado hacia aquello de donde todo lo múltiple ya ha recibido su unidad. Lo que unifica en su SIMPLICIDAD tiene que ser en su origen algo que capta por adelantado y en cuanto algo que capta por adelantado tiene que ser ya de antemano algo que capta y abarca todo en su entorno [viii], de tal modo que toda multiplicidad se multiplica ya siempre en dicho abarcar todo el entorno. En cuanto tal elemento que capta por adelantado todo el entorno, lo unificador es previamente predominante, es susbtantia prae-eminens (a de Volder; Gerh. II, 252; Schmalenbach II, 35). Heideggeriana: CursoMarburgo
Puesto que el impulso debe ser aquello simple y originario que unifica, tiene que ser un elemento que capta por adelantado todo su entorno, tiene que ser algo que “pone-delante por adelantado” o representa. Aquí, poner delante y por adelantado no debe ser entendido como una especial facultad del alma, sino de un modo ontológicamente estructural. Por eso, en su esencia metafísica, la mónada no es alma, sino al contrario: el alma es una posible modificación de la mónada. El impulso no es un acontecimiento que ocasionalmente también representa o incluso produce representaciones, sino que es esencialmente representador. La estructura del propio acontecimiento que impulsa es precaptadora, es extática. El poner-delante y por adelantado, el re-presentar, no es un mero fijar, sino una unificación que capta por adelantado y que, en su SIMPLICIDAD, se proporciona a sí misma lo múltiple. En los Principes de la Nature et de la Grace Leibniz dice así (§ 2): … les actions internes… ne peuvent être autre chose que ses perceptions, (c’est à dire les représentations du composé, ou de ce qui est dehors, dans le simple)… Y a des Bosses le escribe así: Perceptio nihil aliud quam multorum in uno expressio (Gerh. 11, 311), y: Numquam versatur perceptio circa objectum, in quo non sit aliqua varietas seu multitudo (ibid 317). Heideggeriana: CursoMarburgo
Estas tres cosas, relación con el mundo, actitud e irrupción, en su radicalidad, le otorgan a la existencia científica una SIMPLICIDAD y una nitidez del ser-aquí apasionantes. Si nos apoderamos expresamente del ser-aquí científico, así esclarecido, tendremos que decir: A donde se encamina la relación mundana es a lo ente mismo… y nada más. De donde toda actitud toma su carácter de guía es de lo ente mismo… y más allá, de nada más. Aquello con lo que tiene lugar la confrontación y el debate investigador en la irrupción es con lo ente mismo… y, por encima de eso, con nada más. Pero lo extraño es que precisamente al asegurarse de lo que le resulta más propio, el hombre científico habla, expresamente o no, de otra cosa. Lo que hay que investigar es sólo lo ente… y nada más; sólo lo ente… y más allá, nada más; únicamente lo ente… y, por encima de eso, nada más. Heideggeriana: QueMetafisica
El Dasein que se comporta científicamente alberga su SIMPLICIDAD y nitidez en el hecho de que se relaciona de un modo destacado y únicamente con lo ente mismo. La ciencia querría desembarazarse de la nada con un ademán de superioridad. Pero ahora, en la pregunta por la nada, se hace patente que ese Dasein científico sólo es posible si previamente está inmerso en la nada. Sólo llega a comprenderse en lo que verdaderamente es cuando no prescinde de la nada. La supuesta lucidez y superioridad de la ciencia se convierte en algo ridículo cuando no se toma en serio la nada. Sólo porque la nada es patente puede la ciencia hacer de lo ente mismo objeto de la investigación. Sólo cuando la ciencia vive de la metafísica es capaz de volver a lograr una y otra vez su tarea esencial, que no consiste en coleccionar y ordenar conocimientos, sino en volver a abrir siempre de nuevo el espacio completo de la verdad de la naturaleza y de la historia. Heideggeriana: QueMetafisica
Todo este nuevo acontecer, en el que está parado nuestro pueblo, es en principio sencillo. La SIMPLICIDAD es el signo de la grandeza. No de aquello separado e insólito. Grande es aquello de lo cual, una vez que ha sido hecho, se puede decir: esto es, en verdad, evidente. El Führer tiene el saber seguro sobre lo simple. Mas, tiene, a su vez, la incontenible voluntad de imponerlo. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Filosofía es aquel decir, en donde se dice siempre lo mismo de lo mismo. Y esos grandes y esenciales pensadores no son otros, sino aquellos, en los que ésto ha tenido buen resultado. Lo que significa: La propia historia de la filosofía es la historia de unas pocas y simples preguntas. Y la aparente multiplicidad arbitraria de los puntos de vista y del cambio de los sistemas no es otro, en el fondo, mas que solamente la SIMPLICIDAD de lo mismo y único, accesible sólo al pensador efectivo. Heideggeriana: EuropaFilosofia
Desde el momento en que la obra levanta un mundo y trae aquí la tierra, se convierte en la instigadora de ese combate. Pero esto no sucede para que la obra reduzca y apague de inmediato la lucha por medio de un insípido acuerdo, sino para que la lucha siga siendo lucha. Al levantar un mundo y traer aquí la tierra, la obra enciende esa lucha. El ser-obra de la obra consiste en la disputa del combate entre el mundo y la tierra. Es precisamente porque la lucha llega a su punto culminante en la SIMPLICIDAD de la intimidad por lo que la unidad de la obra ocurre en la disputa del combate. La disputa del combate consiste en agrupar la movilidad de la obra, que se supera constantemente a sí misma. Por eso, es en la intimidad del combate donde tiene su esencia el reposo de la obra que reposa en sí misma. Heideggeriana: ObraArte
Los futuros del último dios disputarán el evento en la impugnación de esta contienda y en la más amplia ojeada retrospectiva recordarán a lo máximo creado en tanto cumplida unicidad y singularidad del ser. Al lado lo masivo soltará todas las intrigas de su enfurecerse y acarreará todo lo inseguro y a medias, todo consolarse sólo con lo vigente. ¿Expirará entonces el tiempo de los dioses y comenzará la recaída en la mera vida de esencias pobres de mundo, para las cuales la tierra (ha) quedado no más que como lo explotable? Retención y reserva serán la más íntima fiesta del último dios y ganarán el modo propio de confianza en la SIMPLICIDAD de las cosas y la corriente propia de la intimidad del éxtasis encantador de sus obras, el abrigo de la verdad hará estar oculto a lo más oculto y le prestará de esta manera el único presente. Heideggeriana: EreignisFuturos
Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por valores y los propios valores se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como cultura, los valores se convierten en valores culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios valores en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como imagen. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros valores. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze, el cual reinterpretó las ideas de Platón como valores y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título “Microcosmos” el “Ensayo de una Antropología” (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la SIMPLICIDAD de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los valores. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: ImagemMundo
Desde entonces no se ha dado ningún paso más allá del espacio que los griegos transitaron por primera vez. Forma parte del misterio del primer inicio irradiar tanta claridad a su alrededor que no precisa una aclaración que vaya arrastrándose detrás de él. Esto quiere decir, al mismo tiempo: si por un estado de necesidad histórica real del hombre occidental se volviera necesario un pensar más originario del ser, este pensar sólo podría acontecer en confrontación con el primer inicio del pensar occidental. Esta confrontación no tendrá lugar, su propia esencia y necesidad permanecerán cerradas, mientras se nos rehúse la grandeza, es decir la SIMPLICIDAD y la pureza del correspondiente temple fundamental del pensar y la fuerza del decir adecuado. Heideggeriana: VontadePoder
Con interpretaciones de ese tipo a lo sumo se puede constatar en Nietzsche una nueva determinación de la esencia de la voluntad, sobre todo respecto de Schopenhauer. Las interpretaciones políticas del pensamiento fundamental nietzscheano favorecen al máximo el aplanamiento aludido, cuando no directamente la eliminación de la esencia de la voluntad de poder. Para ello resulta indiferente que las falsificaciones políticas alimenten el odio a lo alemán o estén al “servicio” del amor por lo alemán. El poder que mira lejos en torno, cuyo ejercicio de poder se lleva a cabo en el pensar constructivo, eliminante y aniquilador, es la “voluntad” de poder. Lo que quiera decir “poder” debe comprenderse desde la voluntad de poder, y lo que signifique “voluntad” tiene que comprenderse igualmente desde la voluntad de poder. La voluntad de poder no es el resultado de ensamblar “voluntad” y “poder”, sino que, al contrario, “voluntad” y “poder” nunca dejan de ser fragmentos conceptuales artificialmente desgajados de la esencia originariamente unitaria de la “voluntad de poder”. Que esto es así lo deducimos fácilmente del modo en el que Nietzsche determina la esencia de la voluntad. Si se observa con exactitud, niega siempre toda determinación de una esencia de la voluntad que estuviera de algún modo separada. En efecto, continuamente insiste en que “voluntad” es meramente una palabra que no hace más que ocultar en su SIMPLICIDAD fonética una esencia en sí múltiple. Tomada por sí, la “voluntad” es algo inventado; no hay algo así como “voluntad”: “Me río de vuestra voluntad libre, y también de vuestra voluntad no libre: ilusión es para mí lo que llamáis voluntad, la voluntad no existe.” (XII, 267; de la época del Zaratustra) / “En el comienzo está la gran fatalidad del error de que la voluntad es algo que actúa, que la voluntad es una facultad… Hoy sabemos que es sólo una palabra… (Ocaso de los ídolos; VIII, 80) Heideggeriana: VontadePoder
El poder no es, sin embargo, la meta hacia la cual quiere ir la voluntad como algo que estuviera fuera de ella. La voluntad no aspira al poder, sino que esencia [west] ya y sólo en el ámbito esencial del poder. No obstante, la voluntad no es simplemente poder, y el poder no es simplemente voluntad. En lugar de ello, hay que decir lo siguiente: la esencia del poder es voluntad de poder y la esencia de la voluntad es voluntad de poder. Sólo desde ese saber de la esencia Nietzsche puede decir “poder” en lugar de “voluntad” y simplemente “voluntad” en lugar de “poder”. Pero esto no significa nunca una equiparación de voluntad y poder. Nietzsche tampoco las acopla como si fueran previamente algo separado y sólo posteriormente se los compusiera en una figura única. Por el contrario, la expresión “voluntad de poder” debe nombrar precisamente la SIMPLICIDAD inseparable de una esencia estructurada y única: la esencia del poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La esencia metafísica, correspondiente a la voluntad de poder, de toda institución maquinal de las cosas y de todo adiestramiento racial del hombre radica, por lo tanto, en la simplificación de todo ente que parte de la SIMPLICIDAD originaria de la esencia del poder. La voluntad de poder se quiere sólo a sí misma desde la altura única de esa voluntad una. No se pierde en la multiplicidad de lo inabarcable. Sólo conoce lo poco que está en relación con las condiciones decisivas de su acrecentamiento y su aseguramiento. Lo poco no es aquí lo mínimo y lo carente sino la riqueza de la suprema posibilidad de ordenar que, desde sus decisiones más simples, está más ampliamente abierta a las posibilidades del todo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
“Un viejo chino decía que había oído que cuando los reinos deben sucumbir tienen muchas leyes.” (La voluntad de poder, n. 745) De la SIMPLICIDAD que le es propia a la voluntad de poder proviene la univocidad, el pulido y la firmeza de todas sus improntas y sus tipos. Sólo de ella surge y sólo a ella le corresponde lo típico. Pero el modo en que la transvaloración nihilista clásica de todos los valores anticipa, diseña y lleva a efecto las condiciones del dominio incondicional de la tierra es el “gran estilo”. Éste determina el “gusto clásico”, del que “forma parte una porción de frialdad, de lucidez, de dureza: lógica sobre todo, felicidad en la espiritualidad, “tres unidades”, concentración, odio al sentimiento, la sensibilidad, el esprít, odio a lo múltiple, a lo inseguro, a lo vago, al presentimiento, así como a lo breve, agudo, bonito, benévolo. No se debe jugar con fórmulas artísticas: se debe cambiar la vida para que después tenga que formularse” (La voluntad de poder, n. 849). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Todo calcular disuelve lo contable en lo contado a fin de usarlo para el próximo recuento. El calcular no permite que surja otra cosa más que lo contable. Toda cosa es únicamente aquello que ella cuenta. Lo contado en cada caso asegura la progresión del contar. Dicho contar usa y gasta progresivamente los números y es, a su vez, un progresivo consumirse a sí mismo. Que el calcular se encuentre con lo ente vale como explicación del ser de lo ente. El calcular utiliza de antemano a todo ente como elemento contable y desgasta a lo contado en el recuento. Este uso corrosivo de lo ente delata el carácter de consunción del cálculo. Sólo en la medida en que el número es aumentable hasta el infinito, y ello indistintamente en la dirección de lo grande o de lo pequeño, puede la esencia consuntiva del cálculo esconderse tras sus productos y prestarle al pensar calculante la apariencia de la productividad, mientras ya anticipadamente, y no sólo en sus resultados posteriores, confiere validez a todo ente sólo bajo la forma de la disponibilidad y lo consumible. El pensar calculante se constriñe a sí mismo a dominar todo desde la perspectiva de la coherencia de su proceder. Ni siquiera puede imaginar que todo lo calculable del cálculo sea ya un todo antes de las diversas sumas y productos calculados por él, un todo cuya unidad pertenece indudablemente a lo incalculable, que se sustrae a sí mismo y a su carácter inquietante de las garras del cálculo. Sin embargo, aquello que siempre y en todo lugar está cerrado de antemano a las intenciones del cálculo y, asimismo, y siempre en una enigmática desconocibilidad, se halla más cercano al hombre que cualquier ente en el que el hombre se instala a sí mismo y a su pretensión puede conducir a veces a la esencia del hombre a un pensar cuya verdad no puede ser captada por ninguna “lógica”. Ese pensar cuyos pensamientos no sólo no cuentan, sino que en general están determinados por eso otro distinto a lo ente, se llama pensar a esencial. En lugar de calcular con lo ente, contando con lo ente, dicho pensar se prodiga y desgasta en el ser de cara a la verdad del ser. Este pensar contesta a la exigencia del ser, en la medida en que el hombre confía su esencia histórica a la SIMPLICIDAD de esa única necesidad que obliga sin apremiar, limitándose simplemente a crear la necesidad que se satisface en la libertad del sacrificio. La necesidad es que la verdad del ser quede a salvo pase lo que pase con el hombre o cualquier ente. El sacrificio es ese prodigarse del hombre — libre de toda constricción, porque surge del abismo de la libertad — en la preservación de la verdad del ser para lo ente. En el sacrificio acontece aquella escondida gratitud única en saber apreciar la gratuidad con que el ser se ha transpropiado a la esencia del hombre en el pensar, a fin de que éste asuma la guarda del ser en la relación con lo ente. El pensar inicial es el eco del favor del ser en el que se aclara y acontece y a eso único: que lo ente es. Ese eco es la respuesta del hombre a la palabra de la voz silenciosa del ser. La respuesta del pensar es el origen de la palabra humana, palabra que es la única que consiente que surja el lenguaje a modo de entonación sonora de la palabra en palabras. Si no hubiera a veces un pensar escondido en el fundamento esencial del hombre histórico, éste nunca sería capaz de agradecer, puesto que en todo pensamiento y en todo agradecimiento tiene que haber necesariamente un pensar que piense inicialmente la verdad del ser. ¿De qué otro modo podría llegar jamás una humanidad al agradecer originario si el favor del ser, por medio de la abierta referencia a sí mismo, no le concediese al hombre la nobleza de esa pobreza en la que la libertad del sacrificio esconde el tesoro de su esencia? El sacrificio es la despedida de lo ente en ese camino que conduce a la preservación del favor del ser. Es verdad que el sacrificio puede ser preparado y favorecido trabajando productivamente en lo ente, pero nunca podrá llegar a ser consumado por estos medios. Su consumación procede de la instancia desde la que cada hombre histórico actúa — pues también el pensar esencial es un actuar — y conserva la existencia, existencia adquirida para la preservación de la dignidad del ser. Esta insistencia es la imperturbable indiferencia, que no permite que se altere su oculta disposición para la esencia de despedida de todo sacrificio. El sacrificio se encuentra en casa en la esencia de ese acontecimiento propio, en el cual el ser reclama al hombre para la verdad del ser. Por eso, el sacrificio no tolera ninguno de esos cálculos por los que siempre se cae en el error de cálculo de tomar solamente en cuenta su utilidad o inutilidad, por altas o bajas que se hayan dispuesto las metas. Este error de cálculo deforma la esencia del sacrificio. La búsqueda de metas enturbia la claridad del temor, dispuesto a la angustia, del ánimo de sacrificio, que se atreve a asumir la vecindad a lo indestructible. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo
En tanto que el hombre es el que ha sido querido así y el que está puesto en la voluntad de voluntad, de un modo necesario se apela en su esencia a “la voluntad”, que es liberada como la instancia de la verdad. La pregunta es siempre si el individuo y las colectividades son a partir de esta voluntad o si todavía negocian y comercian con ella, e incluso contra ella, sin saber que ella les ha ganado ya la partida. El carácter único del ser se muestra también en la voluntad de voluntad, que sólo permite una dirección en la que se pueda querer. De ahí proviene la uniformidad del mundo de la voluntad de voluntad, que está tan alejado de la SIMPLICIDAD de lo inicial como lo está la no-esencia de la esencia, aunque ésta pertenezca a aquélla. Heideggeriana: SuperarMetafisica
En el obsequio de lo vertido demora la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: Coisa1949
El obsequio de lo vertido es obsequio en la medida en que hace permanecer tierra y cielo, los divinos y los mortales. Pero ahora permanecer ya no es un mero persistir de algo que está ahí. El permanecer acaece de un modo propio. Lleva a los cuatro a lo claro de lo que les es propio. Desde la SIMPLICIDAD de aquél están confiados el uno al otro. Unidos en esta mutua pertenencia están desocupados. El obsequio de lo vertido hace permanecer la SIMPLICIDAD de la Cuaternidad de los Cuatro. Pero en el obsequio esencia la jarra como jarra. El obsequio coliga lo que pertenece al escanciar: el doble acoger, lo que acoge, el vacío y el verter el líquido como dádiva. Lo coligado en el obsequio se une a sí mismo en el hecho de que, haciéndola acaecer de un modo propio, hace permanecer la Cuaternidad. Este coligar simple y múltiple es lo esenciante de la jarra. Nuestra lengua llama a lo que es coligación (reunión) con una vieja palabra: thing. La esencia de la jarra es la pura coligación escanciante de la Cuaternidad simple en un morar. La jarra esencia como cosa. La jarra es la jarra como una cosa. Pero ¿de qué modo esencia la cosa? La cosa hace cosa. El hacer cosa coliga. Haciendo acaecer la Cuaternidad, coliga el morar de ésta en algo que está morando siempre: en esta cosa, en aquella cosa. Heideggeriana: Coisa1949
Haciendo cosa, la cosa hace permanecer a los Cuatro unidos — tierra y cielo, los divinos y los mortales — en la SIMPLICIDAD de su Cuaternidad. una Cuaternidad que está unida desde sí misma. Heideggeriana: Coisa1949
Cuando decimos tierra, estamos pensando ya en los otros Tres desde la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: Coisa1949
Cuando decimos cielo, estamos pensando ya en los otros Tres desde la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: Coisa1949
Cuando nombramos a los divinos, estamos pensando ya en los otros Tres desde la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: Coisa1949
Cuando decimos: los mortales, estamos pensando ya en los otros Tres desde la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Heideggeriana: Coisa1949
Tierra y cielo, los divinos y los mortales, formando una unidad desde sí mismos, se pertenecen mutuamente desde la SIMPLICIDAD de la Cuaternidad unitaria. Cada uno de los Cuatro refleja a su modo la esencia de los restantes. Con ello, cada uno se refleja a sí mismo en lo que es suyo y propio dentro de la SIMPLICIDAD de los Cuatro. Este reflejar no es la presentación de una imagen copiada. Despejando a cada uno de los Cuatro, este reflejar hace acaecer de un modo propio a la esencia de éstos llevándolos a la unión simple de unos con otros. En este juego, reflejando de este modo apropiante-despejante, cada uno de los Cuatro da juego a cada uno de los restantes. Este reflejar que hace acaecer de un modo propio franquea a cada uno de los Cuatro para lo que les es propio, pero a la vez vincula a los franqueados en la SIMPLICIDAD de su esencial pertenencia mutua. Heideggeriana: Coisa1949
Este reflejar que liga en lo libre es el juego que, desde la cohesión desplegante de la unión, confía cada uno de los Cuatro a cada uno de ellos. Ninguno de los Cuatro se empecina en su peculiaridad particular. Por lo contrario, cada uno de los Cuatro, en el seno de su unión, es de-propiado a lo suyo propio. Este depropiante apropiar es el juego de espejos de la Cuaternidad. Desde ella los cuatro están vinculados en la SIMPLICIDAD que los confía los unos a los otros. Heideggeriana: Coisa1949
A este juego de espejos de la SIMPLICIDAD de tierra y cielo, divinos y mortales — un juego que acaece de un modo propio — lo llamamos mundo. El mundo esencia haciendo mundo. Esto quiere decir: el hacer mundo del mundo no es ni explicable por otra cosa que no sea él, ni fundamentable a partir de otra cosa que no sea él. Esta imposibilidad no radica en que nuestro pensamiento de hombres no sea capaz de este explicar ni de este fundamentar. Lo inexplicable e infundamentable del hacer mundo del mundo se basa más bien en el hecho de que algo así como causas o fundamentos son algo inadecuado al hacer mundo del mundo. Así que el conocimiento humano reclama aquí un explicar, no traspasa los límites de la esencia del mundo sino que cae bajo la esencia del mundo. El querer explicar del ser humano no alcanza en absoluto lo sencillo de la SIMPLICIDAD del hacer mundo. Los Cuatro, en su unidad, están ya asfixiados en su esencia si nos los representamos sólo como algo real aislado que debe ser fundamentado por los otros y explicado a partir de los otros. Heideggeriana: Coisa1949
La constitución de los Cuatro esencia como el juego de espejos — un juego que acaece de un modo propio — de los que, en su SIMPLICIDAD, están confiados cada uno a cada uno. La constitución de los Cuatro esencia en el hacer mundo del mundo. El juego de espejos del mundo es la danza en corro del acaecer de un modo propio. Por esto la danza en corro no empieza circundando a los otros como un aro. La danza en corro es el anillo que hace anillo al jugar al juego de los espejos. Acaeciendo de un modo propio, despeja a los Cuatro introduciéndolos en el resplandor de su SIMPLICIDAD. Haciéndolos resplandecer, el anillo apropia a los Cuatro, abiertos en todas partes, al enigma de su esencia. La esencia coligada de este anillante juego de espejos del mundo es “la vuelta”. En la vuelta del anillo que juega el juego de espejos, los Cuatro se pliegan a su esencia, unida a la vez que propia de cada uno. Flexibles de este modo, haciendo mundo, ensamblan dócilmente el mundo. Heideggeriana: Coisa1949
La cosa hace permanecer la Cuaternidad. La cosa hace cosa al mundo. Cada cosa hace permanecer a la Cuaternidad llevándola cada vez a un morar de la SIMPLICIDAD del mundo. Heideggeriana: Coisa1949
La cosa deviene, acaece de un modo propio, desde la vuelta del juego de espejos del mundo. Sólo cuando — probablemente de un modo repentino — el mundo, como mundo, haga mundo, resplandecerá el anillo del que la vuelta de tierra y cielo, divinos y mortales se desanillará entrando en la docilidad de su SIMPLICIDAD. Heideggeriana: Coisa1949
El pensamiento de una mutua pertenencia en el sentido de la mutua pertenencia, surge desde la consideración de un estado de cosas ya nombrado. Naturalmente, debido a su SIMPLICIDAD, es difícil tenerlo a la vista. Pero con todo, este estado de cosas nos resultará más próximo en cuanto tengamos presente que al explicar la mutua pertenencia como mutua pertenencia teníamos ya en mente, a raíz de la señal hecha por Parménides, tanto pensar como ser, en definitiva, aquello que se pertenece lo uno a lo otro en lo mismo. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
Sin duda alguna Hebel ha conferido por consiguiente a la “bella idea” de su calendario un brillo que constituye, más allá del instante presente, un encantamiento siempre nuevo para el espíritu y la sensibilidad de los hombres. ¿Cómo llegó a conseguirlo? Al llegar a ser Hebel lo que fue: el Amigo de la Casa. La expresión “Amigo de la Casa”, profunda a pesar de su SIMPLICIDAD, es el nombre que define el rasgo fundamental de la vocación poética de Hebel. Heideggeriana: HebelAmigo
Lo que habitualmente vemos del mundo, lo que vemos de las cosas humanas y divinas adquiere, gracias al decir poético, un nuevo rostro, precioso y rico en misterio. Un lenguaje elevado da el sello de este ennoblecimiento. Pero la elevación tiende hacia la SIMPLICIDAD. El lenguaje se eleva hacia la SIMPLICIDAD cuando el dulce brillo y el sonido apacible de la palabra hacen aparecer todas las cosas bajo una nueva luz. Este decir ennoblecedor caracteriza la vocación poética de Johann-Peter Hebel. Heideggeriana: HebelAmigo
Hebel transforma aquí el sol en campesina, pues en la SIMPLICIDAD de una mujer del campo y de todo ser humano, ¿acaso no nos parece como si el sol y las estrellas de la naturaleza natural nos iluminaran con su calmado esplendor? Es cierto que Goethe escribía en su comentario sobre los “Poemas Alemánicos” de Hebel: “El autor transforma los objetos de la naturaleza en campesinos y hace campesino todo el universo, de la manera más ingenua y encantadora; el paisaje en que siempre evocamos al campesino parece constituir en esta forma uno solo con aquel, en nuestra imaginación exaltada y febricitante”. Heideggeriana: HebelAmigo
Entonces de mi mano se escapó — Y nunca el tesoro mi país ganó… Ya en la mano, la delicada y rica joya no llega al ser de una cosa, no se hace tesoro, esto es, posesión poéticamente asegurada del país. El poeta guarda silencio sobre la joya que no pudo llegar a ser joya de su país, pero que, pese a todo, le brindó una experiencia con el habla; la oportunidad de aprender la renuncia, en cuya abnegación se le declara al poeta la relación entre cosa y palabra. La “joya rica y delicada” es diferenciada respecto al “sueño o prodigio de la lejanía”. Si el poema es la expresión poética del propio camino poético de Stefan George, podemos suponer que la joya en la que piensa es la abundancia sensitiva de la SIMPLICIDAD que llega al poeta en sus tiempos tardíos como lo que necesita y acuerda ser dicho. El poema mismo, un logrado canto lírico del habla, atestigua que ha aprendido la renuncia. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
La tercera conferencia quisiera llevarnos propiamente ante la posibilidad, es decir, ante lo que haría posible que tuviéramos una experiencia con el habla. Lo que es necesario aquí no es sólo que permanezcamos en el camino emprendido dentro de la vecindad de poesía y pensamiento. En esta vecindad debemos dirigir nuestra mirada en derredor por si nos da a ver y cómo nos da a ver lo que transforma nuestra relación con el habla. Pero del camino que debe llevarnos hasta aquello que posibilita se ha dicho que conducía sólo allí donde ya nos hallamos. El “sólo” no indica aquí una limitación sino que señala la pura SIMPLICIDAD de este camino. El camino nos deja llegar a lo que nos de-manda y en cuyo ámbito ya nos hallamos. ¿Para qué entonces, podría preguntarse, tan sólo un camino hacia allí? Respuesta: porque allí donde ya nos hallamos, lo estamos de tal modo que al mismo tiempo no estamos allí, en la medida en que aún no hemos alcanzado propiamente aquello que de-manda a nuestra esencia. El camino que nos deja llegar adonde ya nos hallamos requiere, a diferencia de cualquier otro camino, algo que lo acompañe y que alcance ampliamente hacia adelante. Esto que acompaña está contenido en la palabra rectora que hemos indicado de paso, al término de la primera conferencia. No hemos dilucidado todavía el carácter indicador de camino de la palabra rectora. Tampoco era posible que esta dilucidación tuviera lugar. Porque la segunda conferencia debía señalarnos antes propiamente el ámbito al que pertenece el camino; el camino al que hace de séquito la palabra rectora, haciendo señas hacia adelante. Este ámbito se manifiesta en la vecindad de poesía y pensamiento. Vecindad significa: morar en la proximidad. Poesía y pensamiento son modos del decir. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
“Palabras. como flores”, esto no es “una ruptura en la visión” sino el despertar de la mirada más amplia: aquí no se ha ido a buscar nada sino que la palabra es devuelta al cobijo de la fuente de su origen esencial. Aquí no falta el “poner primario” porque aquí hay un hacer-salir de la palabra desde su inicio; aquí no hay “debilidad de la transformación creativa” sino el suave poderío de la SIMPLICIDAD de saber oír. El Sputnik es una “transformación creativa”. pero el Sputnik no es un poema. A su modo Gottfried Benn se ha dado cuenta de adónde él mismo pertenece. Ha sostenido este conocimiento. Y esto es lo que da peso a su poesía. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
La tercera sesión, que tuvo lugar el segundo día, comenzó con algunas indicaciones. La dificultad con que tropieza quien escuche o quien lea esta conferencia corre singularmente parejas con la SIMPLICIDAD de la cosa de la que en ella se habla. Lo que ante todo importa es, pues, lograr la SIMPLICIDAD de la mirada. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
El estar presente de lo que está presente — es decir, el dejar estar presente a lo que está presente — es explicado por Aristóteles como poiesis. Ésta, posteriormente reinterpretada como creatio, conduce, en una línea de grandiosa SIMPLICIDAD, hasta la posición, concebida como la consciencia trascendental de los objetos. Así se muestra que el rasgo fundamental del dejar estar presente es, en la metafísica, el producir en sus múltiples figuras. Frente a ello se hizo valer que, si bien en las obras platónicas tardías ante todo en Las Leyes — emerge ya cada vez más el carácter poiético del nous, la relación de determinación que hay entre el estar presente y lo que está presente no es entendida por Platón como poiesis. En el to kalo ta kala es expresada sólo la parousia, el “ser con” del kalon junto con los kala, sin que a este “ser con” le advenga el sentido de lo poiético relativamente a lo que está presente. Pero esto muestra que el determinar queda en Platón impensado. Pues en ningún lugar es por él elaborado qué sea esta auténtica parousia, en ningún lugar expresamente dicho qué realiza la parousia. en relación con los onta. Esta laguna no queda colmada por el hecho de que Platón busque captar en la metáfora de la luz la referencia del estar presente a lo que está presente — es decir, no como poiesis, hacer, etc., sino como luz —, aun cuando se da indudablemente con ello una cercanía a Heidegger. Pues el dejar estar presente de Heidegger es un traer a lo abierto, aunque en los pasajes en cuestión de la conferencia ha sido mentado como neutral y es y tiene que ser neutro con respecto a todos los modos del hacer, de la constitución, etc. Con ello ha llegado pues a ser expresamente lo griego, la luz y el aparecer. Por preguntar queda, empero, qué es lo que quisiera, aunque todavía no pueda decir la referencia metafórica a la luz. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
En primer lugar: ¿Qué es necesario para que se produzca una iluminación interior tal? Respuesta: que el ser mismo se manifieste; dicho de otro modo, que el Dasein despliegue lo que Ser y Tiempo llama “una comprensión del ser”. Que en Ser y Tiempo la pregunta del ser como ser sea planteada como pregunta es una transformación tal de la comprensión del ser, que llama a una renovación de la lengua. Pero la lengua de Ser y Tiempo, dice Heidegger, carece de seguridad. La mayor parte del tiempo habla aún con expresiones tomadas de la metafísica, e intenta decir lo que debe ser dicho con ayuda de nuevas formaciones, creando palabras nuevas. En 1959, aporta Jean Beaufret, Gadamer decía de su maestro: “Es Hölderlin quien lo ha desatado de la lengua”. Heidegger precisa que fue a través de Hölderlin que comprendió la inutilidad de forjar nuevas palabras; fue después de Ser y Tiempo que se dio cuenta de la necesidad de un retorno a la SIMPLICIDAD esencial de la lengua. Heideggeriana: SeminarioThor1969
Wisser: Muy evidentemente, lo que a usted le importa ante todo es la deconstrucción de la subjetividad, y no lo que actualmente se escribe con letras mayúsculas, lo Antropológico y lo Antropocéntrico, no la idea que el hombre ya tendría, en el conocimiento que tiene de sí mismo y en la acción que realiza, capturada su propia esencia. Usted invita al hombre a prestar atención preferentemente a la experiencia del «ser-ahí» (Da-sein), donde el hombre se reconoce como una esencia abierta al Ser y el Ser se le ofrece como des-velamiento (Un-verborgenheit). Toda su obra está dedicada a probar la necesidad de una transformación así del ser del hombre a partir de la experiencia del ser «ahí». ¿Encuentra usted indicios que le permitan creer que este pensar considerado como necesario se hará realidad? Heidegger: Nadie sabe cuál será el destino del pensar. En 1964, en una conferencia que no pronuncié yo mismo, pero cuyo texto traducido fue leído en París, hablé de «El final de la filosofía y la tarea del pensar». Hago entonces una diferenciación entre la filosofía, es decir la metafísica, y el pensamiento, tal como lo entiendo. El pensar que, en esta conferencia, diferencio de la filosofía —lo que ocurre sobre todo cuando intento aclarar la esencia de la aletheia griega — este pensar, es fundamentalmente en su relación con la metafísica, mucho más simple que la filosofía, pero, precisamente debido a su SIMPLICIDAD, es mucho más difícil de cumplir. Y éste exige: un cuidado nuevo del lenguaje, y no una invención de términos nuevos, como había pensado yo, antaño; mucho más un retorno al contenido originario de la lengua que nos es propia, pero que es víctima (que está a la merced) de un deterioro continuo. Un pensador por venir que tal vez esté emplazado ante la tarea de asumir efectivamente este pensar que intento preparar, deberá acomodarse según una palabra que Heinrich von Kleist escribió un día y que dice: «Quedo borrado ante alguien que aún no está aquí, y me inclino, con un milenio de distancia, ante su espíritu». Heideggeriana: Wisser
Pero, partiendo de la referida esencia de la ciencia, una cosa evidentemente sabemos: que la Universidad alemana sólo llegará a tomar forma y poder cuando los tres servicios — del trabajo, de las armas y del saber — se reúnan originariamente en una única fuerza conformadora. Lo cual quiere decir: La voluntad esencial del profesorado tiene que despertar a la SIMPLICIDAD y amplitud del saber de la esencia de la ciencia y fortalecerlas. La voluntad esencial del alumnado tiene que esforzarse por llegar a la suprema claridad y disciplina del saber y, exigiendo y decidiendo, integrar el saber que ya tienen [Traduzco Mitwissenschat por “el saber que ya tienen”. La idea que el discurso expresa es que el estudiantado, por su enraizamiento en el pueblo y su Estado, tiene ya un saber sobre ellos que no debe ser desechado, sino elevado a la forma de ciencia.] sobre el pueblo y su Estado en la esencia de la ciencia. Ambas voluntades tienen que estar dispuestas a luchar entre sí. Todas las facultades de la voluntad y del pensamiento, todas las fuerzas del corazón y todas las capacidades del cuerpo tienen que desarrollarse mediante la lucha, aumentar en la lucha y conservarse como lucha. Heideggeriana: UniversidadeAlemana