Antes de iniciar cualquier discusión sobre la cuestión de un pensar y hablar no objetivadores en la teología, sigue siendo necesario reflexionar qué es lo que se entiende por pensar y hablar objetivadores cuando se plantea este debate teológico. Esta reflexión obliga a preguntar lo siguiente: ¿Son el pensar y hablar objetivadores un tipo especial de pensar y hablar o todo pensar, en cuanto pensar, y todo hablar, en cuanto hablar, tienen que ser necesariamente objetivadores? Esta pregunta sólo se puede responder si previamente se aclaran y contestan las siguientes preguntas: a) ¿Qué significa objetivar? b) ¿Qué significa pensar? c) ¿Qué significa hablar? d) ¿Es todo pensar en sí mismo un hablar y todo hablar en sí mismo un pensar? e) ¿En qué sentido son objetivadores el pensar y hablar y en qué sentido no lo son? Es natural que al discutir estas preguntas se entremezclen y crucen entre sí. Todo el peso de dichas preguntas está en la base del problema del debate teológico que usted mantiene. Al mismo tiempo, las citadas preguntas constituyen – de modo más o menos claro y suficientemente desarrolladas – el centro aún escondido de los esfuerzos que realiza la “filosofía” actual desde sus posiciones más opuestas (Carnap – Heidegger). Dichas posiciones reciben hoy el nombre de concepción técnico-científica del lenguaje y experiencia hermenéutico-especulativa del lenguaje. Ambas posiciones se determinan a partir de tareas abismalmente diferentes. La primera posición citada pretende someter a todo pensar y hablar, incluido el de la filosofía, bajo el dominio de un sistema de signos construible de manera técnico-lógica, esto es, quiere fijarlo como instrumento de la ciencia. La otra posición nace de la pregunta que pregunta qué es lo que hay que experimentar como cosa misma del pensar filosófico y cómo dicha cosa (el ser en cuanto ser) deba ser dicha. Como se puede ver, en ninguna de las dos posiciones se trata del ámbito especializado de una filosofía del lenguaje (equivalente a una filosofía de la naturaleza o del arte) sino que el lenguaje es reconocido como ese ámbito dentro del que se demoran y se mueven el pensar de la filosofía y todo tipo de pensar y decir. En la medida en que, de acuerdo con la tradición occidental, la esencia del hombre se determina por el hecho de que el hombre es un ser vivo que “tiene el lenguaje” (zoon logon exon) – también el hombre, en cuanto ser que actúa, sólo es tal en la medida en que “tiene el lenguaje” -, en el debate entre las posiciones citadas entra en juego nada menos que la cuestión de la existencia del hombre y su definición. Heideggeriana: FenoTeo
Decíamos, sin embargo, que la metafísica de Nietzsche es nihilismo en sentido propio. Esto implica que el nihilismo de Nietzsche no sólo no supera el nihilismo sino que tampoco puede nunca superarlo. Pues en aquello en y por medio de lo cual Nietzsche cree superar el nihilismo, en la posición de nuevos valores desde la voluntad de poder, se anuncia precisamente el nihilismo propio: que del ser mismo, que ahora se ha convertido en valor, no hay nada. En conformidad con ello, Nietzsche experimenta el movimiento histórico del nihilismo como una historia de la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento. Por la misma razón, se representa la superación como transvaloración y la lleva a cabo no sólo en una nueva posición de valores sino de manera tal que experimenta a la voluntad de poder como el principio de la nueva – y en el fondo de toda – posición de valores. El pensamiento en términos de valor se eleva ahora al rango de principio. El ser mismo no es admitido por principio en cuanto ser. En esta metafísica y de acuerdo a su propio principio, del ser no hay nada. ¿Cómo podría acontecer aquí jamás con el ser algo digno de cuestión, es decir, el ser en cuanto ser? ¿Cómo podría acontecer aquí una superación del nihilismo, como podría ni siquiera ponerse en movimiento? La metafísica de Nietzsche no es, por lo tanto, una superación del nihilismo. Es el último enredarse en el nihilismo. Mediante el pensar en términos de valor a partir de la voluntad de poder, si bien se atiene a reconocer al ente en cuanto tal, al mismo tiempo, con la soga de la interpretación del ser como valor se ata a la imposibilidad de siquiera recibir al ser en cuanto ser en la mirada cuestionante. Sólo mediante este enredarse consigo mismo el nihilismo llega a terminar totalmente lo que él mismo es. Este nihilismo así terminado, perfecto, es el acabamiento del nihilismo propio. Heideggeriana: NiilismoSer
En conformidad con ello, ¿cómo se relaciona la metafísica con el ser mismo? ¿Piensa la metafísica el ser mismo? No, jamás. Piensa el ente respecto del ser. El ser es lo que responde en primer y en último lugar a la pregunta en la que lo interrogado es siempre el ente. Por eso el ser mismo permanece impensado en la metafísica, y no de manera incidental sino en correspondencia con su propio preguntar. Este preguntar y el responder, en la medida en que piensan el ente en cuanto tal, piensan necesariamente desde el ser, pero no piensan en él, y no lo hacen porque, de acuerdo con el sentido interrogativo más propio de la metafísica, el ser es pensado como el ente en su ser. En la medida en que la metafísica piensa el ente desde el ser, no piensa: ser en cuanto ser. (La diferencia ontológica como dirimir-despejamiento.) Heideggeriana: NiilismoSer
Mientras se piense el ser del ente como lo a priori, esta determinación misma impedirá pensar el ser en cuanto ser para, por medio de esto último, experimentar entonces quizá en qué medida el ser en cuanto ser entra en esta relación apriorística respecto del ente; o sea: si esta relación sólo es algo que le sobreviene y se añade al ser, o si el ser mismo es esa relación, y qué quiere decir entonces ser y qué relación. Que toda metafísica, incluso la inversión del platonismo, piensa el ser del ente como lo a priori, testimonia sólo que la metafísica en cuanto tal deja impensado el ser. Heideggeriana: NiilismoSer
Si el ser mismo permanece impensado, esto parece radicar en el pensar, en la medida en que al pensar no le importa nada el ser mismo. El pensar omite algo. No obstante, la metafísica piensa el ser del ente. Conoce el ser a partir de sus conceptos fundamentales de essentia (esencialidad (Wesenheit)) y existentia (existencia (Dasein)). Pero sólo tiene conocimiento del ser para conocer a partir de él el ente en cuanto tal. En la metafísica el ser ni se pasa por alto ni pasa inadvertido. Y sin embargo, su visión del ser no lo admite como algo propiamente pensado; para ello, el ser en cuanto ser mismo tendría que ser admitido por la metafísica como lo que ella tiene que pensar. El ser queda en la visión de los conceptos, queda incluso en el aparecer del concepto absoluto mediante la dialéctica especulativa, y sin embargo permanece impensado. Así pues, podría concluirse, la metafísica rechaza el ser como lo que propiamente hay que pensar. Heideggeriana: NiilismoSer
En la medida en que en el desocultamiento su propio “des-” permanece apartado respecto de sí mismo y en que permanece el ocultamiento del ser, el permanecer fuera muestra el rasgo de la ocultación. ¿En qué sentido hay que pensar esta ocultación? ¿Es esta ocultación sólo un encubrir o es al mismo tiempo un retirar para cobijar y un salvaguardar? El permanecer fuera “del” ser mismo es tal siempre en referencia al ente. ¿En el permanecer fuera, se le retiene el ser al ente? ¿Es este retener acaso un rehusar? No hacemos más que preguntar, y preguntamos qué podemos presumir respecto del permanecer fuera del ser mismo. Admitiendo que el permanecer fuera “es” el ser mismo, aquél dependerá de éste y del modo en que impresione (anmutet) a nuestro propio pensar para que desde allí presumamos (vermuten) cuáles son los rasgos que esencian en el permanecer fuera. En primer lugar, sólo prestamos atención a aquello que pertenece al permanecer fuera mismo. Tampoco rehuimos confesar que la discusión del ser en cuanto ser habla aún un lenguaje insuficiente, en la medida en que el ser mismo continuamente nombrado es dicho con el nombre que siempre de nuevo aleja el decir del ser en cuanto tal. Heideggeriana: NiilismoSer
El pensar según la historia del ser deja que el ser advenga en el espacio esencial del hombre. En la medida en que este recinto esencial es el albergue con el que se dota el ser en cuanto ser mismo, esto quiere decir: el pensar según la historia del ser deja que el ser esencie como ser mismo. El pensar da el paso atrás que sale del representar metafísico El ser se despeja (lichtet sich) como el advenir del retener en sí el rehusar de su desocultamiento. Lo que se nombra con “despejar”, ” advenir”, “retener en sí”, “rehusar”, “desocultar”, “ocultar”, es lo esenciante mismo y uno (das Selbe und Eine Wesende): el ser. (Acaecimiento apropiante.) Heideggeriana: NiilismoSer
Si la falta de necesidad es la necesidad extrema y es precisamente como si no fuera, entonces, para que la necesidad pueda ser necesitante (nötigen) en el ámbito esencial del hombre, la capacidad de éste tiene que ser llevada antes a la falta de necesidad. Experimentar esta falta como tal, ésta es la necesariedad (Notwendigkeit). Pero dando por supuesto que ésta es la necesidad (Not) del ser en cuanto tal, dando por supuesto que el ser en cuanto tal permanece confiado de antemano y exclusivamente sólo al pensar, entonces la causa (Sache) del ser, es decir, que en su desocultamiento sea el ser del ente, se trasladará al pensar. Para éste, el ser mismo en su desocultamiento, y de este modo el desocultamiento mismo, tienen que volverse previamente dignos de cuestión; pero esto en la época de la metafísica, por la cual el ser ha perdido su dignidad para convertirse en valor. La dignidad del ser en cuanto ser no consiste, sin embargo, en tener vigencia como valor, aunque sea el valor supremo. El ser esencia en la medida en que – libertad de lo libre mismo – libera a todo ente hacia él y queda para el pensar como lo que hay que pensar. Que sin embargo el ente sea como si el ser no “fuera” lo incesante y lo que precisa albergue, como si no “fuera” la necesidad necesitante de la verdad misma, esto es el consolidado dominio de la falta de necesidad en la metafísica acabada. Heideggeriana: NiilismoSer
El intento siguiente sólo puede pensarse y seguirse desde la experiencia básica de Ser y Tiempo. Ésta consiste en ser afectado de un modo siempre creciente, aunque también de un modo que en algunos puntos tal vez se vaya aclarando, por ese acontecimiento único de que en la historia del pensamiento occidental se ha pensado ciertamente desde un comienzo el ser del ente, pero la verdad del ser en cuanto ser ha quedado, no obstante, sin pensarse, y no sólo se le rehúsa al pensar como experiencia posible sino que el pensar occidental encubre propiamente, aunque no a sabiendas, el acontecimiento de este rehusar. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche Apéndices
¿Qué es? No preguntamos por tal o cual ente, sino por el ser de lo ente. Aún más: ¿preguntamos qué ocurre con el ser mismo? Y esto tampoco lo preguntamos al azar, sino desde la perspectiva de la verdad de lo ente como tal, que alcanza el lenguaje bajo la figura de la metafísica de la voluntad de poder. ¿Qué ocurre con el ser en la era del incipiente dominio de la volunta de poder incondicionada? El ser se ha convertido en valor. La estabilidad de la permanencia de las existencias es una condición necesaria, planteada por la propia voluntad de poder, del aseguramiento de sí misma. Ahora bien, ¿puede estimarse más al ser que de este modo, elevándolo expresamente a valor? Lo que pasa es, que desde el momento en que el ser recibe la dignidad de valor, se le ha rebajado al nivel de una condición planteada por la propia voluntad de poder. Previo a esto, en la medida en que es estimado y dignificado en general, se le ha arrebatado al propio ser la dignidad de su esencia. Si el ser de lo ente recibe el sello del valor si, con ello, su esencia queda sellada, entonces, dentro de esta metafísica, o lo que es lo mismo, dentro de la verdad de lo ente como tal durante esta época, se ha borrado todo camino hacia la experiencia del propio ser. Con esto estamos presuponiendo algo que tal vez no deberíamos dar por supuesto, esto es, que haya existido jamás un camino de este tipo hacia el ser y que un pensar en el ser haya pensado alguna vez el ser en cuanto ser. Heideggeriana: NietzscheDeus Apéndices
Hemos partido de la pregunta: ¿qué significa Seinsfrage? Comprendida de manera metafísica como pregunta por el ser del ente, esta pregunta conduce precisamente a que la pregunta por el ser en cuanto ser nunca llegue a ser planteada. Heideggeriana: SeminarioThor1969 Apéndices
Desde Ser y Tiempo, sin embargo, “cuestión del ser” adquiere un sentido completamente distinto. Se trata allí de la cuestión del ser en cuanto ser. En Ser y Tiempo, esta cuestión lleva temáticamente el nombre de “cuestión del sentido del ser”. Heideggeriana: SeminarioThor1969 Apéndices
Tal es la significación de la Vuelta (die Kehre), por la cual el pensamiento se vuelve cada vez más resueltamente hacia el ser en cuanto ser. Heideggeriana: SeminarioThor1969 Apéndices
Esta es la diferencia ontológica. ¿Cómo comprenderla? Diferencia, diaphora, es mantener al margen a uno de otro. La diferencia ontológica mantiene al ser y al ente uno a distancia del otro. Esta diferencia no es realizada por la metafísica, sino que sostiene y soporta a la metafísica. En lenguaje kantiano, la diferencia ontológica es la condición de posibilidad de la Ontología. ¿Porqué la metafísica no puede tener la diferencia ontológica como tema? Por la razón de que si sucediera esto, la diferencia ontológica sería un ente y no ya la diferencia entre el ser y el ente. Se hace clara aquí la imposibilidad del proyecto diltheyano de una metafísica de la metafísica. En resumen, se puede decir: en toda la filosofía rige, subyacente y jamás como tema, la diferencia del ser y del ente. Pero desde que, emprendiendo con Ser y Tiempo la escucha del ser en cuanto ser, desde que, por consecuencia, la diferencia ontológica se hace tema explícito, ¿no se ve el pensamiento obligado a pronunciar esta extraña frase: “el ser no es ente”, es decir, “el ser es nada (néant)”? Extraña en el sentido en que del ser se dice que “es”, cuando únicamente el ente es. Resistencia obstinada de la diferencia a dejarse decir como diferencia; del ser a dejarse decir como ser. Heidegger indica que aquí es mejor abandonar el “es” – y escribir simplemente: Ser : Nada Heideggeriana: SeminarioThor1969 Apéndices
Pero en el corazón de esta segunda acentuación toma lugar la tercera, en la que el acento, a su vez, está puesto decididamente sobre el dejar mismo, que deja el entrar en presencia. Dejando (¿abandonando?) la entrada en presencia, es decir dejando el ser, esta tercera acentuación señala hacia la epoche del ser. En esta tercera acepción, estamos situados ante el ser en cuanto ser, y no más ante una de las figuras de su destinación. Heideggeriana: SeminarioThor1969 Apéndices