Ahora bien, ya hemos visto que, pese a la interpretación caída, el Dasein tiene una comprensión primaria y radical de su ser en la ejecución misma de este ser. ¿Cómo instalarse ahora, explícitamente, en esta ejecución experienciada? El Dasein — nos dice Heidegger — “deberá mostrarse tal como es inmediata y regularmente, en su cotidianidad media” (SZ:40-41). ¿Qué significa esto? Significa que tenemos que descender cuidadosamente al sitio donde ya estamos, sin dejamos perturbar por las interpretaciones que se nos imponen desde fuera de nuestro propio ser. Descender al sitio donde ya se está para asumirlo explícitamente es lo que en alemán se llama “sich-besinnen”, en griego sería phronein, una especie de radical recogimiento sobre sí mismo: es la entrada en aquello en que inadvertidamente nos encontramos.
Ahora bien, esto es posible por el hecho de que, aunque inmediata y regularmente estemos en una interpretación ocultadora de nuestro peculiar ser, sin embargo, la comprensión vital y ejecutiva de nuestro ser, e incluso del ser de esa misma interpretación caída, es una real y efectiva pro-yección del propio ser y, por consiguiente, ella lleva consigo una comprensión preontológica de ese ser. Empleando una distinción de la escolástica tardía, podemos hablar de dos tipos de conocimientos diferentes, donde “conocimiento” se toma en toda la amplitud que tiene esta palabra en el término cognitio del latín, que, a su vez, procede del gignóskein griego, que no quiere decir sólo el “conocimiento” teorético obtenido a través del lógos, esto es, eso que en alemán se llama Erkennen, sino también la experiencia primaria y radical de las cosas que nos rodean, de nosotros mismos como entes y de los demás Dasein. Así los escolásticos hablaban de una cognitio in actu exercito y de una cognitio in actu signato. La cognitio in actu exercito es el conocimiento que se tiene en el ejercicio mismo de un determinado acto, como cuando conozco lo que es nadar nadando o lo que es amar amando. No hay aquí la mediación de un logos explícito, ni la tematización que pone la cosa conocida como objeto frente a nosotros. La cognitio in actu exercito es una especie de transparencia del acto para sí mismo. En el acto de amar, el amar se “conoce” a sí mismo en forma directa e inmediata. En cambio, en la cognitio in actu signato sólo conoce lo por ella conocido en un acto diferente de lo conocido, que termina en el objeto conocido y, en este sentido, lo “sella”. Es un conocimiento temático, explícito y teorético. En la cognitio in actu signato se contempla algo que es diferente del acto mismo de contemplar. (27) El acto está intencionalmente volcado sobre lo otro, y consiste en ese volcamiento mismo.
Así nada impide que, cuando en la interpretación caída hago mías las ideas impersonales del “uno”, es decir, poseo un actus signatus acerca de lo que allí se dice, tenga, a la vez, una cognitio in actu exercito del acto mismo de hacer mías esas ideas, o sea, de la aceptación implícita del hablar impersonal, como forma de mi propia existencia. Por eso, el mismo Heidegger nos dice que el “ser cada vez mío” o Jemeinigkeit es el fundamento tanto de la forma propia como de la forma impropia del existir. “Ambos modos de ser, propiedad e impropiedad… se fundan en que el Dasein en cuanto tal está determinado por el ser-cada-vez-mío. Pero la impropiedad del Dasein no significa, por así decirlo, un ser ‘menos’ o un grado de ser ‘inferior’. Por el contrario, la impropiedad puede determinar al Dasein en lo que tiene de más concreto, en sus actividades, motivaciones, intereses y goces” (SZ:68). Tanto en la propiedad como en la impropiedad yo soy mío en forma intransferible. La impropiedad misma es, ejecutivamente, una manera de existir como ser único que se autoposee, es una manera “ejercida” (exercita) de existir en la peculiaridad del Dasein.
Por eso, al mostrar el Dasein tal como éste es inmediata y regularmente (zunächst und zumeist), lo que se está mostrando no es lo que la interpretación caída nos dice explícitamente, sino lo que el Dasein es en esta inmediatez y regularidad de su ser caído. Y las estructuras que de esta manera se sacan a luz teorética son “estructuras esenciales” del Dasein que se mantienen “en todo modo de ser del Dasein fáctico como determinantes de su ser” (SZ:41). “En todo modo de ser…”, entiéndase: tanto en el modo propio como en el impropio.
No se trata de una tarea fácil. Siempre la entrada en lo más hondo del propio ser es ardua. Pero es posible. Es lo que nos muestran, por ejemplo, los admirables análisis del ente “a la mano” y de la mundaneidad, lo mismo que los análisis del coestar con otros Dasein y los aún más radicales análisis de la aperturidad en cualquiera de sus momentos cooriginarios, para no decir nada del análisis de la temporeidad misma del cuidado.