proprio ente

Y, sin embargo, en todas las ciencias, siguiendo la finalidad que les es más propia, nosotros nos atenemos al propio ente. Precisamente visto desde las propias ciencias, no existe ningún terreno que tenga supremacía sobre otro: ni la naturaleza sobre la historia ni al revés. No hay ningún modo de tratamiento de los objetos que sobresalga y sea superior a los otros. El conocimiento matemático no es más riguroso que el histórico-filológico. Sólo tiene el carácter de la “exactitud”, que no es equivalente al rigor. Exigirle exactitud a la historia sería atentar contra la idea de rigor específica de las ciencias del espíritu. En todas las ciencias como tales reina una relación con el mundo que les obliga a buscar a lo ente mismo para convertirlo en objeto de una investigación y de una determinación fundamentadora que varía de acuerdo con el tema y el modo de ser de cada una. En las ciencias – y de acuerdo con la idea de cada una – se cumple una aproximación a lo esencial de todas las cosas. Heideggeriana: OQM

Esta renuncia de la en sí reposante esencia del ser tiene, sin embargo, como consecuencia que la idea, que ha de mostrar al ente en aquello que es, es realzada y reinterpretada ella misma como el propio ente, óntos ón. Heideggeriana: EuropaFilosofia

La verdad como combate sólo se establece en un ente que hay que traer delante de tal manera que la lucha se abra en ese ente, esto es, que el propio ente sea conducido al rasgo. El rasgo bosqueja en una unidad todos los rasgos: el perfil y el plano fundamental, el corte y el contorno. La verdad se establece en lo ente, pero de un modo tal, que es el propio ente el que ocupa el espacio abierto de la verdad. Ahora bien, esta ocupación sólo puede ocurrir de tal manera que aquello que ha de ser traído delante, el rasgo, se confíe a eso que se cierra a sí mismo y se alza en lo abierto. El rasgo debe retirarse de nuevo a la persistente pesadez de la piedra, la callada dureza de la madera, el oscuro brillo de los colores. Sólo en la medida en que la tierra vuelve a albergar dentro de sí al rasgo, es traído éste a lo abierto, es situado, es decir, puesto, en aquello que se alza en lo abierto en tanto que aquello que se cierra a sí mismo y resguarda. Heideggeriana: OOA1935

Cualquier ente, por existente y único e independiente y pre-eminente que pueda aparecer al calcular y al gestionar carente de dios e inhumano, es sólo el acceso al acontecimiento-apropiador, acceso en el que buscan consolidarse los sitios del paso fugaz del último dios y la vigilancia del hombre, con miras a estar prestos para el acontecimiento-apropiador y a no oponer resistencia al ser, lo que, por cierto, hasta ahora tuvo que hacer exclusivamente el ente, tal como el propio ente y la verdad han sido hasta aquí. Heideggeriana: EreignisDeus

Pero ¿qué ocurre con la propia instauración de valores, si es pensada en relación con el propio ente, es decir, también en relación con el ser? Entonces, el pensar en valores equivale a un dar muerte radical. No sólo derriba a lo ente como tal en su ser-en-sí, sino que aparta completamente al ser. Este ya sólo puede valer como valor en donde todavía se le necesita. El pensar según valores de la metafísica de la voluntad de poder es, en un sentido extremo, mortal, porque no deja en absoluto que el propio ser haga su aparición, esto es, que alcance la viveza de su esencia. El pensar según valores impide ya de antemano incluso que el propio ser se presente en su verdad. Heideggeriana: NietzscheDeus Apéndices

Pero el decir más decidor también acontece sólo a veces, porque sólo los más arriesgados son capaces de él. En efecto, no deja de ser difícil. La dificultad reside en consumar la existencia. La dificultad no sólo reside en lo penoso que resulta construir la obra del lenguaje, sino en pasar de esa obra que dice, propia de una visión que todavía apetece las cosas, esto es, de una obra de la vista, a una “obra del corazón”. El canto es difícil en la medida en que cantar ya no debe ser un modo de solicitar algo, sino existencia. Para el dios Orfeo, que mora in-finitamente en lo abierto es algo fácil, pero no para el hombre. Por eso, la segunda estrofa del soneto pregunta así: Entonces, ¿cuándo somos nosotros? El acento recae sobre el “somos” y no sobre el “nosotros”. Que pertenecemos a lo ente y desde ese punto de vista estamos presentes, es algo fuera de toda duda. Pero sigue siendo dudoso cuándo somos de tal modo que nuestro ser sea canto, un canto que al cantar no resuena en cualquier sitio, sino que es de veras un cantar cuyo sonido no se aferra a algo que finalmente ha acabado por alcanzarse, sino por el contrario ya se ha descompuesto en el sonido a fin de que sólo se haga presente lo cantado mismo. Así pues, los hombres dicen más cuando se arriesgan más de lo que se arriesga el propio ente. Esos más arriesgados son, según el poema, “un soplo más” arriesgados… El citado poema se cierra así: En verdad, cantar es otro soplo. – Un soplo por nada. Un alentar en Dios. Un viento. Heideggeriana: ParaQuePoetas Apéndices