presenciar

Quien esté preparado para ver el simple hecho de que en Ser y Tiempo la incoación del preguntar ha sido removida fuera del recinto de la subjetividad, que toda interrogación antropológica es mantenida a distancia, antes bien, que únicamente la experiencia del Da-sein da, desde la constante pre-visión de la pregunta del ser, la medida, al punto caerá en la cuenta de que el “ser” por el cual se pregunta en Ser y Tiempo no puede quedarse en una posición (Setzung) del sujeto humano. Más bien el ser le va al Dasein como el presenciar troquelado a partir del cuño del tiempo. En consecuencia, ya en la incoación de la pregunta del ser en Ser y Tiempo está el pensar avocado (angesprochen) a un viraje, cuyo curso corresponde al giro. Sin embargo, con ello no se abandona de ningún modo la pregunta que plantea Ser y Tiempo. En conformidad [con esto], en la advertencia a la séptima edición inmodificada de Ser y Tiempo (1957) está la frase: El “camino, entre tanto, sigue hoy siendo necesario, si la pregunta por el ser ha de mover nuestro Dasein.” Heideggeriana: CartaPrologo

Si en vez de “tiempo” ponemos: el claro del ocultarse del presenciar, entonces, el ser se determina desde el dominio de proyección del tiempo. Pero esto sólo se da en tanto que el claro del ocultarse tome en su menester (Brauch) un pensar a él correspondiente. Heideggeriana: CartaPrologo

El presenciar (ser) pertenece al claro del ocultar.se (tiempo). El claro del ocultarse (tiempo) aporta (erbringt) el presenciar (ser). Heideggeriana: CartaPrologo

Ni el reconocimiento del ente como cosa de hecho [Tat-Sache] más elemental (como voluntad de poder) lleva a Nietzsche a pensar el ser en cuanto tal, ni tampoco accede a este pensar por la vía de la interpretación del ser como un “valor necesario”, ni tampoco el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” se convierte en un impulso para pensar la eternidad como instante desde lo súbito del despejado presenciar, el retorno como modo del presenciar y ambos, de acuerdo con su proveniencia esencial, desde el “tiempo” inicial [an-fänglich]. [Es decir, tiempo apropiante [er-eignende] ; es decir, tiempo desde el acaecimiento apropiante, el despejamiento y el “espacio de tiempo” [Zeit-Raum].] Heideggeriana: NiilismoSer

Nietzsche reconoce al ente en cuanto tal. ¿Pero en tal reconocimiento, reconoce también al ser del ente, o sea, lo reconoce a él mismo, al ser, es decir, en cuanto ser? De ningún modo. El ser es determinado como valor y con ello se lo explica desde el ente como una condición puesta por la voluntad de poder, por el “ente” en cuanto tal. El ser no es reconocido como ser. Este “reconocer” quiere decir: dejar que ser impere en toda su cuestionabilidad desde la mirada dirigida a su proveniencia esencial; quiere decir: sostener la pregunta por el ser. Pero esto significa: meditar sobre la proveniencia del presenciar y la consistencia, y de este modo mantener abierto el pensar a la posibilidad de que “ser”, en el camino hacia el “en cuanto ser”, podría abandonar su propia esencia en favor de una determinación más inicial. El hablar de “ser mismo” tiene siempre un carácter cuestionante. Heideggeriana: NiilismoSer

No obstante, si el hombre histórico fuera capaz de pensar la falta de necesidad como la necesidad del ser mismo, presumiblemente podría experimentar lo que es según la historia del ser. Sólo entonces el hombre de la época de la acabada inesencia del nihilismo experimentaría que es lo que “es”, en el sentido de un “es” que se determina desde la verdad del ser. Pues ya habría pensado desde el ser mismo. El hombre experimentaría lo que según la historia del ser proviene de la falta de necesidad en cuanto necesidad y que, proveniendo de esta forma, ya ha arribado, aunque presencie en un oculto advenir, lo cual, sin embargo, para el círculo visual de la experiencia metafísica, equivale a decir que está ausente. Estar ausente significa, pensado metafísicamente, el mero opuesto del presenciar en cuanto ser: no ser en el sentido de la nula nada. Heideggeriana: NiilismoSer

“De todas las “cosas” (de aquellas que el hombre tiene en utilización y en uso y, por lo tanto, continuamente a su alrededor: (chremata, chresthai) es el (respectivo) hombre la medida, de las presentes de que presencien tal como presencian, de aquellas, en cambio, a las que les es rehusado presenciar, de que no presencien.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo dicho puede aclararse ahora diferenciando de acuerdo con los cuatro respectos, las representaciones metafísicas fundamentales de Protágoras y de Descartes. Para evitar repeticiones se hará en la forma de breves tesis: 1) Para Protágoras, el hombre está determinado en su ser sí mismo por la pertenencia a un entorno de lo desoculto. Para Descartes, el hombre está determinado como sí mismo por el retrotraer del mundo al representar del hombre. 2) Para Protágoras, la entidad del ente es – en el sentido de la metafísica griega – el presenciar en lo desoculto. Para Descartes, entidad quiere decir: ser representado por y para el sujeto. 3) Para Protágoras, verdad significa desocultamiento de lo presente. Para Descartes: certeza del representar que se re-presenta y asegura. 4) Para Protágoras, el hombre es la medida de todas las cosas en el sentido de la mesurante limitación al entorno de lo desoculto y al límite de lo oculto. Para Descartes, el hombre es la medida de todas las cosas en el sentido en que se arroga la pérdida de límites del representar para conducirlo a la certeza que se asegura a sí misma. El dar medida somete todo lo que puede valer como ente al cálculo del re-presentar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Aunque, por otra parte, quizás esta denominación sea por de pronto el único apoyo posible para hacer visible lo que es continuamente lo Mismo en toda metafísica, no como una cualidad indiferente sino como el fundamento decisivo que guía y caracteriza históricamente a todo preguntar de la metafísica. Que la metafísica piense el ser continuamente del mismo modo, aunque el ser del ente se interprete de diferentes maneras dentro del espacio del presenciar, tiene que tener su fundamento en la esencia de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Cómo debemos entender esto? En el fondo ya se ha respondido. Para ver claro, simplemente no debemos cejar en el esfuerzo de pensar todos los enunciados griegos acerca del ente y del ser de modo verdaderamente griego, en la medida en que esto nos sea posible desde un repensar ulterior. Para los griegos (Platón y Aristóteles), ser quiere decir ousia: presencia de lo consistente en lo desoculto; ousia es una interpretación transformada de lo que inicialmente se llama physis. te physei, visto desde el ser mismo, es decir, ahora, visto desde la presencia de lo consistente en lo desoculto, el ser igual, la igualdad, por ejemplo, es proteron, pre-cedente respecto de las cosas que son iguales. El ser igual presencia ya en lo desoculto, la igualdad “es”, antes de que en nuestra percepción captemos expresamente, observemos y hasta pensemos las cosas iguales como iguales. En nuestro relacionarnos con cosas iguales, el ser igual ya ha entrado previamente en la visión. El ser igual, en cuanto ser, es decir, en cuanto presencia en lo desoculto, es lo que está esencialmente en la visión, de manera tal que sólo él lleva consigo y mantiene abierta la “visión” y lo “abierto”, concediendo la visibilidad de los entes iguales. Por ello Platón dice que el ser, en cuanto presencia en lo desoculto, es idea, visualidad. Porque el ser es presencia de lo consistente en lo desoculto, Platón puede interpretar el ser, la ousia (entidad), como idea. “Idea” no es el nombre que designa las “representaciones” que tenemos en la conciencia como yo-sujetos. Esto está pensado de modo moderno y además, de manera tal que lo moderno resulta banalizado y deformado. idea es el nombre que designa al ser mismo. Las “ideas” son proteron te physei, lo precedente en cuanto presenciar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Análogo a esto es lo que ocurre con nuestro conocer en cuanto captación del ente en su ser, es decir en la idea. El conocer no sería capaz de conocer y el ente no estaría en condiciones de ser conocido, es decir de ser percibido como lo desoculto, si no hubiera un tercer elemento que proporcionara al conocer la capacidad de conocer y a lo conocido el desocultamiento. Este tercer elemento es tou agathou idea, “la idea del bien”. El bien tiene su imagen correspondiente en el sol. Pero éste no sólo brinda luz, que en cuanto claridad posibilita el ver y la visibilidad, o sea el desocultamiento. Al mismo tiempo también brinda calor, sólo gracias al cual la facultad de ver y las cosas visibles se vuelven “entes”, es decir, en griego, aquello que puede presenciar en lo desoculto, en cada caso según su especie. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Tenemos que cuidarnos, sin embargo, de malinterpretar esta sentencia en un sentido moderno, gnoseológico, y ver en ella, por ejemplo, la distinción kantiana entre “fenómeno” y “cosa en sí”, falseando además el concepto de “fenómeno” hasta convertirlo en “mera apariencia”. El peso de la antigua sentencia griega descansa, por el contrario, en que lo que se muestra, lo que ofrece una visión, y por lo tanto la visión misma, vale como ente, porque “ente” quiere decir: surgir, phyein. Pero el presenciar que surge es un imperar que presencia, physis. Sólo bajo el poder de esta predeterminación inicial del ente como physis puede entenderse la posterior interpretación griega de la entidad del ente, o sea la interpretación platónica. En efecto, cómo habría de ser la “idea” lo más ente del ente si no estuviera previamente decidido que ser-ente quiere decir: mostrarse que surge y que presencia: ofrecer el aspecto (eidos), la visión (idea) que tiene una “cosa”. dokeonta, “lo que en cada caso se muestra”, no equivale para Heráclito a la opinión meramente subjetiva entendida en sentido moderno, y esto por dos razones: 1) porque dokein significa mostrarse, aparecer, dicho esto desde el ente mismo; 2) porque los primeros pensadores y los griegos en general nada sabían del hombre como un yo-sujeto. Precisamente el que goza de mejor parecer – y esto quiere decir: el más digno de fama – es aquel que tiene la fuerza de prescindir de sí y dirigir la mirada exclusivamente a lo que “es”. Pero esto y precisamente esto es lo que se muestra, la visión y la imagen que se ofrece. El carácter de imagen no consiste en ser algo preparado, como por ejemplo en la copia que reproduce la imagen de algo. El sentido griego de “imagen” – si es que podemos utilizar esta palabra – es el llegar al aparecer, phantasia, y ésta comprendida a su vez como: entrar en la presencia. Con las mutaciones del concepto griego de ser en el curso de la historia de la metafísica se transforma correlativamente el concepto de imagen reinante en occidente. La “imagen”, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Edad Moderna, no sólo se diferencia por su contenido y su nombre, sino por su propia esencia. Heideggeriana: VontadePoder

Platón diferencia entre el ontos on y el me on, entre lo entitativamente ente [das seiendhaft Seiende] y lo “ente” que no debería ser ni llamarse así. El ontos on, el ente que tiene carácter de ser, lo que es propiamente, es decir conforme a la esencia del ser, es to eidos, el aspecto, aquello en lo que algo muestra su semblante, su idea, es decir lo que algo es, su qué-es. El me on también es y por lo tanto – pensado de modo griego – también se presenta, muestra un aspecto y un semblante, un eidos; pero el semblante está deformado, desfigurado, el aspecto y la vista están ensombrecidos y enturbiados; por ello el me on es to eàdvlon. Las cosas llamadas reales, las cosas palpables para el hombre – esta casa, aquel barco, aquel árbol, este cartel, etc. – son, pensadas de modo platónico, en todos los casos eàdvla, algo que ofrece un aspecto pero que sólo tiene el aspecto del aspecto en sentido propio: me onta, cosas que ciertamente son que en cierto modo presencian y tienen su semblante, pero cuyo aspecto está sin embargo menoscabado de tal o cual manera porque tiene que mostrarse en la impronta de una materia sensible. Pero en esta casa determinada, que tiene tal o cual tamaño, que ha sido construida con tal o cual material, se muestra no obstante la casidad, y el ser casa de esta casa consiste en el presenciar de la casidad. La casidad, lo que hace que una casa sea una casa, es lo propiamente ente en ella; lo verdaderamente ente es el eidos, la “idea”. Heideggeriana: VontadePoder

“Vida” es, sin embargo, el término que designa al ser, y ser quiere decir: presenciar, resistir a desaparecer y desvanecerse, consistir, consistencia. Si, por lo tanto, la vida es ese caótico vivir corporal y ese sobrepujarse en medio del acoso [umdrängtes Sichüberdrängen], si debe ser lo propiamente ente, entonces a lo viviente tiene que importarle al mismo tiempo y con igual originariedad resistir al impulso [Drang] y al sobrepujamiento [Überdrang], suponiendo claro que este impulso no impulsa a la mera aniquilación. Esto no puede suceder porque entonces el impulso se expulsaría a sí mismo y de ese modo tampoco podría jamás ser un impulso. Por ello, en la esencia del impulso que se sobrepuja se encuentra algo que le es conforme, es decir algo impulsivo, que lo impulsa a no sucumbir al embate [Andrang] sino a estar erguido en él, aunque más no sea para poder ser pasible de impulso [bedrängbar] y poder ser sobrepujándose. Sólo lo que está erguido puede caer. Pero resistir el embate empuja hacia la consistencia y hacia lo que tiene existencia consistente. Lo consistente y el impulso hacia ello no son, por lo tanto, algo ajeno al impulso vital, algo que lo contradice, sino que, por el contrario, corresponden a la esencia de la vida que vive corporalmente: para vivir, lo viviente tiene que, por mor de sí mismo, impulsar hacia algo consistente. Heideggeriana: VontadePoder

En esta proposición se piensa y dice un adynaton, un imposible. Cuál es el carácter de imposibilidad que tiene aquí lo imposible se determina evidentemente en parte a partir de aquello a cuya imposibilidad aquí se alude: el presenciar y no presenciar al mismo tiempo (ma hyparkein te kai me hyparkein). Lo imposible se refiere al presenciar y a la presencia. Pero la presencia es, de acuerdo con la experiencia fundamental nunca propiamente explicitada de los pensadores griegos, la esencia del ser. En el principio de no contradicción se trata del ser del ente. Lo adynaton es una incapacidad [Unvermögliches] en el ser del ente. El ser no es capaz de algo. Heideggeriana: VontadePoder

En el curso de pensamiento nietzscheano que conduce a la voluntad de poder no sólo llega a su acabamiento la metafísica de la edad moderna sino la metafísica occidental en su totalidad. Desde un comienzo, la pregunta de esta última reza: ¿qué es el ente? Los griegos determinaron el ser del ente como consistencia del presenciar. Esta determinación del ser permanece inconmovible a lo largo de toda la historia de la metafísica. Heideggeriana: VontadePoder

En esta interpretación del ser, pasando por el extremo de la posición metafísica fundamental de la modernidad, el pensar inicial del ser como physis llega a su acabamiento. Surgir y aparecer, devenir y presenciar, son pensados, en el pensamiento de la voluntad de poder, retrotrayéndolos a la unidad de la esencia de “ser” según el sentido de su primer inicio, no como imitación del pensar griego sino como transformación del pensar moderno del ente en el acabamiento que le está asignado. Heideggeriana: VontadePoder

Esto significa: la interpretación inicial del ser como consistencia del presenciar queda ahora a salvo en lo incuestionado. Heideggeriana: VontadePoder

Que la filosofía de Nietzsche sólo desfigura, aplana y rechaza dogmáticamente la metafísica anterior es una mera apariencia, aunque una apariencia muy persistente mientras nos representemos de modo superficial el pensamiento fundamental de Nietzsche. La superficialidad consiste en desatender la meditación histórica sobre la metafísica occidental y en repensar los proyectos llevados a cabo por las respectivas posiciones fundamentales sólo dentro de los límites de lo que ellos mismos dicen. Al hacer esto se olvida que su decir habla inevitablemente desde un trasfondo del que aquellas, aun sin interrogarlo expresamente, provienen y hacia el cual, de manera igualmente irreflexiva, vuelven su palabra. Las diferentes posiciones fundamentales comprenden la entidad del ente dentro del proyecto griego inicial que les antecede y consideran al ser del ente determinado en el sentido de la consistencia del presenciar. Si pensamos las posiciones metafísicas fundamentales en el horizonte de este proyecto conductor, estamos a salvo de concebir la filosofía de Nietzsche de modo superficial y de clasificarla con las etiquetas historiográficas usuales como “heraclítismo”, “metafísica de la voluntad” o “filosofía de la vida”. Heideggeriana: EternoRetorno

El pensamiento del eterno retorno no es heraclíteo en el sentido habitual de la historiografía filosófica aunque piensa, entretanto ya de manera no griega, la esencia de la entidad entonces proyectada (la consistencia del presenciar), la piensa en su acabamiento, envuelto sobre sí y sin salida. De este modo, el comienzo es llevado al acabamiento de su final. A este último proyecto de la entidad le está más lejos que nunca el pensamiento de la verdad en el sentido de la esencia de la aletheia, cuyo advenir esencial sustenta el ser y deja que se recoja en la pertenencia al inicio. En el pensar de Nietzsche, “verdad” se ha endurecido en una esencia entendida como concordancia con el ente en su totalidad que se ha vuelto hueca, con lo que desde esa concordancia (Einstimmigkeit) con el ente no puede volverse perceptible la libre voz (Stimme) del ser. Heideggeriana: EternoRetorno

Que ambos pensamientos piensan lo mismo, la voluntad de poder en términos modernos, el eterno retorno de lo mismo en términos de la historia final, resultará visible si sometemos a una meditación el proyecto conductor de toda metafísica. En la medida en que éste representa el ente en general en dirección de su entidad, pone al ente en cuanto tal en lo abierto de la consistencia y de la presencia. Sin embargo, desde qué ámbito son re-presentados [vor-gestellt] la consistencia y el presenciar y, más aún, el volver consistente del presenciar, es algo que no le inquieta jamás al proyecto conductor de la metafísica. La metafísica se mantiene simplemente en lo abierto de su proyecto y da al volver consistente del presenciar una interpretación en cada caso diferente, de acuerdo con la experiencia básica de la entidad del ente ya previamente determinada. Pero si se despierta una meditación para la cual lo despejante [Lichtende] que hace acaecer [ereignet] toda apertura de lo abierto entre en la mirada, entonces el volver consistente y el presenciar mismos son interrogados respecto de su esencia. Ambos muestran entonces su esencia temporal y exigen al mismo tiempo que desaparezca de la mente lo que se comprende habitualmente con la palabra “tiempo”. Heideggeriana: EternoRetorno

Ese mismo que está dicho en la unidad esencial de la voluntad de poder y del eterno retorno de lo mismo es la última palabra de la metafísica. Lo “último”, en el sentido de acabamiento exhaustivo, tiene que ser, en cierto sentido, lo primero. Esto, la physis, comienza seccionándose en seguida en la aparente contraposición de devenir y ser. El presenciar que surge, ni interrogado ni proyectado sobre el carácter “temporal”, es percibido en cada caso sólo según un respecto: como generación y corrupción, como alteración y devenir, como permanencia y duración. En el respecto mencionado en último lugar veían los griegos el ser en sentido propio, de manera que toda alteración era considerada en un principio como ouk on, posteriormente como me on, o sea, siempre como on. Ser y devenir se reparten en dos reinos, entre los cuales existe un chrismos, es decir, pertenecen cada uno al lugar determinado por el reino correspondiente, tienen allí su residencia. ¿En qué medida ha superado Aristóteles el chrismos en la ousia del tode ti (ekaton)? En la medida en que sólo en cuanto entelechia y energeia el ser se convierte en ousia. Heideggeriana: EternoRetorno

Finalmente, el ser entra en contraposición y en competencia con el devenir en cuanto éste reclama el lugar del ser. La contraposición entre ambos se despliega sobre el suelo no explícitamente considerado de lo “real efectivo”, la realidad de lo cual reivindica el ser porque es contraria a lo irreal y lo nulo, pero al mismo tiempo exige para sí el carácter de devenir, ya que no quisiera ser algo que está allí delante rígido y sin “vida”. Hegel da el primer paso para eliminar esta contraposición en favor del “devenir”, entendiendo a éste desde lo suprasensible, desde la idea absoluta, como su autoexposición. Nietzsche, que invierte el platonismo, traslada el devenir a lo “viviente” en cuanto caos “que vive corporalmente”. Este suprimir la contraposición de ser y devenir invirtiéndola constituye el auténtico acabamiento. En efecto, ahora ya no hay ninguna salida, ni en la división ni en una fusión más adecuada. Esto se muestra en que el “devenir” pretende haber asumido la preeminencia respecto del ser, mientras que la preponderancia del devenir no hace más que llevar a cabo la confirmación extrema del inconmovido poder del ser en el sentido del volver consistente del presenciar (aseguramiento); pues la interpretación del ente y de su entidad como devenir es el volver consistente del devenir en la presencia incondicionada. Para salvar su preponderancia, el devenir se entrega a la tutela del volver consistente del presenciar. En este volver consistente impera la inicial, aunque no reconocida ni fundada, verdad del ser, sólo que desviada a su inesencia, en la que se olvida a sí Misma. Este dar al devenir el poder del ser le quita a aquél la última posibilidad de preeminencia y a éste le devuelve su esencia inicial (el carácter de physis), pero llevada al acabamiento en su inesencia. Ahora, la entidad lo es todo y cubre todo a la vez: cambio y consistencia. Satisface de modo incondicionado las pretensiones del ente (de la “vida”). En tal satisfacer aparece como lo incuestionado y como el más amplio albergue. Heideggeriana: EternoRetorno

La continuación esencial de este momento último de la metafísica, es decir del proyecto de la entidad en dirección del volver consistente del presenciar, se manifiesta en la correspondiente determinación de la esencia de la “verdad”. Desaparece ahora el último hálito de una resonancia de la aletheia. La verdad se convierte en justicia, en el sentido del imperativo fundirse de lo que se ordena a sí mismo en el impulso de su sobreelevación. Toda corrección es sólo un estadio previo y una ocasión para la sobreelevación, todo fijar es sólo un apoyo para la disolución en el devenir y por lo tanto en el querer volver consistente el “caos”. Ahora sólo queda la invocación de la vitalidad de la vida. La esencia inicial de la verdad se ha transformado de tal modo que la transformación equivale a un apartamiento (no a una aniquilación) de su esencia. El ser verdadero se disuelve en la presencia, que en cada caso retorna, de un dar poder al poder. La verdad se vuelve nuevamente lo mismo que el ser, sólo que éste, entretanto, ha asumido el acabamiento en su inesencia. Pero cuando la verdad como corrección y como desocultamiento se ha aplanado en la “conformidad a la vida”, cuando se ha apartado de este modo a la verdad, la esencia de la verdad ha perdido todo dominio. En el ámbito de la preponderancia de las “perspectivas” y los “horizontes” carentes de perspectivas, es decir, privados de despejamiento, no puede ser ya digna de que se la interrogue. ¿Pero qué sucede entonces? Entonces comienza la donación de sentido como “transvaloración de todos los valores”. La “carencia de sentido” se convierte en el único “sentido”. La verdad es “justicia”, es decir suprema voluntad de poder. A esta “justicia” sólo le hace justicia el dominio incondicional de la tierra por parte del hombre. Pero la instalación en lo planetario ya no es más que la consecuencia del antropomorfismo incondicionado. Heideggeriana: EternoRetorno

El eterno retorno de lo mismo es el modo de presenciar de lo inconsistente (de lo que deviene) en cuanto tal, pero esto en el volver consistente en grado sumo (en el moverse en círculo), con la determinación única de asegurar la continua posibilidad del ejercicio del poder. El retorno, la llegada y la partida del ente que está determinado corno eterno retorno tiene en todas partes el carácter de la voluntad de poder. Por eso la mismidad de lo que retorna consiste ante todo en que, en todo ente, es el ejercicio del poder lo que en cada caso ordena, condicionando, como consecuencia de ese ordenar, una misma constitución del ente. El retorno de lo mismo no quiere decir nunca que, para un observador cualquiera cuyo ser no estuviera determinado por la voluntad de poder, lo mismo que estaba previamente allí delante vuelva siempre a estar de nuevo allí delante. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El representar que se representa es, sin embargo, capaz de decidir de ese modo sobre la entidad del ente sólo porque no se rige solamente, en cuanto tribunal, por una ley, sino que él mismo da ya la ley del ser. El representar es capaz de dar esta ley sólo porque la posee en la medida en que previamente se ha convertido a sí mismo en ley. El desplazamiento de la estructura esencial del anterior representar consiste en que el llevar-ante-sí que re-presenta todo lo que le sale al encuentro se instaura a sí mismo como el ser del ente. La consistencia del presenciar, es decir, la entidad, consiste ahora en la representatividad por y para este re-presentar, es decir, en éste mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Anteriormente, todo ente es subiectum, es decir algo que yace delante por sí mismo. Sólo por eso yace y está a la base (hypokeimenon, substans) de todo lo que nace y perece, es decir de todo lo que llega al ser (al presenciar en el modo del yacer delante) y se va de él. La entidad (ousia) del ente es, en toda metafísica, subjetividad en el sentido originario. El término más corriente, pero que no nombra nada diferente, es: “substancialidad”. La mística medieval (Tauler y Suso) traduce subjectum y substancia por “understand” y, en correspondencia literal, objectum por “gegenwurf”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

6. El qué-es en cuanto ser que sirve de norma expulsa al ser, es decir, al ser en la determinación inicial que, previa a la diferencia entre qué y que, le preserva el rasgo fundamental de la inicialidad y del abrir y presenciar, de aquello, pues, que posteriormente – aunque sólo en oposición a la preeminencia de qué-es (idea) – sale a la luz como que-es (eti estin). Por lo tanto, la prote ousia determinada de este modo por Aristóteles ya no es, precisamente, lo inicialmente esenciante del ser. Como consecuencia de ello, las posteriores existentia y existencia no pueden nunca alcanzar retrospectivamente la inicial plenitud esencial del ser, ni siquiera si se las piensa en su originariedad griega. Heideggeriana: HistoriaSer

La consistencia [Beständigkeit] fundamenta la constancia [Ständigkeit] a una con el presenciar [Anwesen] (en sentido verbal) como estancia-enfrente [Gegen-ständigkeit, ob-jetualidad], apenas el “enfrente” se torna esencial por obra de la re-praesentatio. ¿Cuándo ocurre esto? En el alzarse del subiectum qua ego como res cogitans qua certum. Así, la unidad, en cuanto forma transformada de la ousia, determinada ahora desde la verdad como certeza, entra en relación con el re-presentar que, en el respecto y como respecto (representar) mira necesariamente hacia la unidad, y que es el “yo enlazo” en el modo del re-presentar. Inicialmente, en cambio, lo en no es concebido ni desde el “yo pienso” ni desde la idea, sino desde el noein (Parménides) y desde el logos en el sentido de Heráclito, como el reunir que desoculta y cobija. Heideggeriana: HistoriaSer

La repraesentatio se funda en la reflexio; pero ésta es la esencia del “pensar” en la medida en que a éste mismo se lo toma, en sentido trascendental, como el re-presentar en sentido propio, el traer-ante-sí de algo en cuanto algo, es decir, como intuir en sentido esencial. La lógica misma, en cuanto trascendental, está referida a este representar originario: presencia [Praesenz], presenciar [Anwesen] y ousia. Carece de sentido, por lo tanto, hacer valer el pensamiento en contra de la intuición. Heideggeriana: HistoriaSer

ousia presenciar desocultamiento Heideggeriana: HistoriaSer

hyparkein presenciar reinante desde el ya-yacer delante Heideggeriana: HistoriaSer

1. ousia del hypokeimenon kathauto, es decir, del ekaston; la prote ousia; el presenciar como morada de lo que mora en cada caso [als Weile des Jeweiligen] (Aristóteles). Heideggeriana: HistoriaSer

2. Esta prote ousia se concibe como energeia del on, como tode ti on, el presenciar de lo producido e instalado, la obridad. El nombre más lato para einai como presenciar, que al mismo tiempo elucida su interpretación griega, es: hyparkein. En él se piensa el hypo-keisthai, el ya-yacer-delante, a una con arche, el inicio dominante; hyparkein quiere decir: dominar yaciendo ya delante, el “predominar” pensado de modo griego como: presenciar desde sí. Heideggeriana: HistoriaSer

3. La energeia se reinterpreta como actualitas del actu. El agere como facere, creare. La pura esencia de la actualitas es el actus purus como la existentia del ens a cuya essentia le corresponde la existentia: (Teología medieval.) Al actus lo caracteriza el obrar en cuanto llevar a efecto lo efectuado, no el dejar presenciar en el desocultamiento. Heideggeriana: HistoriaSer

¿Pero, ¿dónde hay peligro? ¿Cuál es el lugar para él? En tanto que el peligro es el Ser mismo, lo hay en ninguna parte y por todas El no tiene ningún lugar como algo distinto de él mismo. Él mismo es el paraje sin-lugar de todo presenciar. El peligro es la época [Epoche] del Ser esenciando como lo dis-puesto. Heideggeriana: Kehre1949