§ 1. Necesidad de una repetición explícita de la PREGUNTA POR EL SER STJR §1
Al comienzo de esta investigación no es posible discutir en detalle los prejuicios que constantemente suscitan y alimentan la convicción de que no es necesario preguntar por el ser. Ellos hunden sus raíces en la ontología antigua misma. Ésta, por su parte, sólo podrá ser adecuadamente interpretada – en lo que respecta al terreno de donde han brotado sus conceptos ontológicos fundamentales, y a la justeza de la legitimación y del número de las categorías – siguiendo el hilo conductor de la aclaración y respuesta de la PREGUNTA POR EL SER. Llevaremos, pues, la discusión de estos prejuicios tan sólo hasta el punto en que pueda verse la necesidad de una repetición de la pregunta por el sentido del ser. Estos prejuicios son tres: STJR §1
La consideración de los prejuicios nos ha hecho ver que no sólo falta la respuesta a la PREGUNTA POR EL SER, sino que incluso la pregunta misma es oscura y carece de dirección. Por consiguiente, repetir la PREGUNTA POR EL SER significa: elaborar de una vez por todas en forma suficiente el planteamiento mismo de la pregunta. STJR §1
§ 2. La estructura formal de la PREGUNTA POR EL SER STJR §2
La pregunta por el sentido del ser debe ser planteada. Si ella es una pregunta fundamental, o incluso la pregunta fundamental, entonces este cuestionar requiere ser hecho transparente en la forma debida. Por esto, será necesario explicar brevemente lo que pertenece a toda pregunta en general, para poder comprender desde allí el carácter particularísimo de la PREGUNTA POR EL SER. STJR §2
La pregunta por el sentido del ser debe ser planteada. Estamos así ante la necesidad de examinar la PREGUNTA POR EL SER teniendo en vista los momentos estructurales anteriormente especificados. STJR §2
Lo buscado en la PREGUNTA POR EL SER no es algo enteramente desconocido, aunque sea, por lo pronto, absolutamente inasible. STJR §2
Si el ser constituye lo puesto en cuestión, y si ser quiere decir ser del ente, tendremos que lo interrogado en la PREGUNTA POR EL SER es el ente mismo. El ente será interrogado, por así decirlo, respecto de su ser. Para que el ente pueda presentar, empero, sin falsificación los caracteres de su ser, deberá haberse hecho accesible previamente, tal como él es en sí mismo. La PREGUNTA POR EL SER exige, en relación a lo interrogado en ella, que previamente se conquiste y asegure la forma correcta de acceso al ente. Pero llamamos «ente» a muchas cosas y en diversos sentidos. Ente es todo aquello de lo que hablamos, lo que mentamos, aquello con respecto a lo cual nos comportamos de ésta o aquella manera; ente es también lo que nosotros mismos somos, y el modo como lo somos. El ser se encuentra en el hecho de que algo es y en su ser-así, en la realidad, en el estar-ahí [Vorhandenheit], en la consistencia, en la validez, en el existir [Dasein], en el «hay». ¿En cuál ente se debe leer el sentido del ser, desde cuál ente deberá arrancar la apertura del ser? ¿Es indiferente el punto de partida o tiene algún determinado ente una primacía en la elaboración de la PREGUNTA POR EL SER? ¿Cuál es este ente ejemplar y en qué sentido goza de una primacía? STJR §2
Si la PREGUNTA POR EL SER debe ser planteada explícitamente y llevada a cabo de tal manera que sea del todo transparente para sí misma, una elaboración de esta pregunta exigirá, según las aclaraciones hechas anteriormente, la explicación del modo de dirigir la vista hacia el ser, de comprender y captar conceptualmente su sentido, la preparación de la posibilidad de la correcta elección del ente ejemplar y la elaboración de la genuina forma de acceso a este ente. Dirigir la vista hacia, comprender y conceptualizar, elegir, acceder a…, son comportamientos constitutivos del preguntar y, por ende, también ellos, modos de ser de un ente determinado, del ente que somos en cada caso nosotros mismos, los que preguntamos. Por consiguiente, elaborar la PREGUNTA POR EL SER significa hacer que un ente – el que pregunta – se vuelva transparente en su ser. El planteamiento de esta pregunta, como modo de ser de un ente, está, él mismo, determinado esencialmente por aquello por lo que en él se pregunta – por el ser. A este ente que somos en cada caso nosotros mismos, y que, entre otras cosas, tiene esa posibilidad de ser que es el preguntar, lo designamos con el término Dasein. El planteamiento explícito y transparente de la pregunta por el sentido del ser exige la previa y adecuada exposición de un ente (del Dasein) en lo que respecta a su ser. STJR §2
¿No incurre, sin embargo, semejante empresa en un evidente círculo vicioso? ¿Qué cosa es sino moverse en un círculo determinar primero un ente en su ser, y sobre esta base querer plantear, en seguida, la PREGUNTA POR EL SER? ¿No se «supone» previamente en la elaboración de la pregunta lo que sólo la respuesta nos ha de proporcionar? Objeciones formales, como la del «círculo en la prueba», en todo momento fácilmente aducibles en el campo de la investigación de los principios, son siempre estériles en la consideración de las vías concretas del investigar. Ellas no contribuyen en nada a la comprensión de las cosas, e impiden penetrar en el campo de la investigación. STJR §2
En la pregunta por el sentido del ser no hay un «círculo en la prueba», sino una singular «referencia retrospectiva o anticipativa» de aquello que está puesto en cuestión – el ser – al preguntar mismo en cuanto modo de ser de un ente. Que el preguntar quede esencialmente afectado por lo puesto en cuestión, pertenece al sentido más propio de la PREGUNTA POR EL SER. Pero esto no significa sino que el ente que posee el carácter del Dasein tiene una relación – quizás incluso privilegiada – con la pregunta misma por el ser. Pero con esto, ¿no queda ya mostrada la primacía ontológica de un determinado ente, y a la vez presentado el ente ejemplar que debe ser primariamente interrogado en la PREGUNTA POR EL SER? Las consideraciones hechas hasta aquí no han demostrado la primacía del Dasein, ni han zanjado el problema de su posible o incluso necesaria función como ente que debe ser primariamente interrogado. Pero, en cambio, se ha hecho presente algo así como una primacía del Dasein. STJR §2
§ 3. La primacía ontológica de la PREGUNTA POR EL SER STJR §3
Con la caracterización de la PREGUNTA POR EL SER al hilo de la estructura formal de toda pregunta en cuanto tal, se ha aclarado el carácter peculiar de esta pregunta, y se ha hecho ver que su elaboración y, más aun, su respuesta, demanda una serie de consideraciones fundamentales. Pero el carácter particular de la PREGUNTA POR EL SER sólo saldrá plenamente a luz cuando se la haya delimitado suficientemente en su función, en su intención y en sus motivos. STJR §3
La PREGUNTA POR EL SER apunta, por consiguiente, a determinar las condiciones a priori de la posibilidad no sólo de las ciencias que investigan el ente en cuanto tal o cual, y que por ende se mueven ya siempre en una comprensión del ser, sino que ella apunta también a determinar la condición de posibilidad de las ontologías mismas que anteceden a las ciencias ónticas y las fundan. Toda ontología, por rico y sólidamente articulado que sea el sistema de categorías de que dispone, es en el fondo ciega y contraria a su finalidad más propia si no ha aclarado primero suficientemente el sentido del ser y no ha comprendido esta aclaración como su tarea fundamental. STJR §3
La investigación ontológica misma, rectamente comprendida, le da a la PREGUNTA POR EL SER su primacía ontológica, más allá de la mera reanudación de una tradición venerable y de la profundización en un problema hasta ahora opaco. Pero esta primacía en el orden objetivo-científico no es la única. STJR §3
§ 4. La primacía óntica de la PREGUNTA POR EL SER STJR §4
Pero, a su vez, la analítica existencial tiene, en última instancia, raíces existentivas, e.d. ónticas. Únicamente cuando el cuestionar de la investigación filosófica es asumido existentivamente como posibilidad de ser del Dasein existente, se da la posibilidad de una apertura de la existencialidad de la existencia, y con ello la posibilidad de abordar una problemática ontológica suficientemente fundada. Pero con esto se ha aclarado también la primacía óntica de la PREGUNTA POR EL SER. STJR §4
La demostración de la peculiaridad óntico-ontológica de la PREGUNTA POR EL SER se funda en la indicación provisional de la primacía óntico-ontológica del Dasein. Pero el análisis de la estructura de la PREGUNTA POR EL SER en cuanto tal pregunta (§ 2) nos permitió descubrir una función privilegiada de este ente dentro del planteamiento mismo de la pregunta. El Dasein se reveló allí como aquel ente que es necesario que sea primero suficientemente elaborado desde un punto de vista ontológico, si se quiere que el preguntar se vuelva transparente. Pero ahora se nos ha mostrado que la analítica ontológica del Dasein en general constituye la ontología fundamental, de tal manera que el Dasein viene a ser el ente que en principio ha de ser previamente interrogado respecto de su ser. STJR §4
Para la tarea de la interpretación del sentido del ser, el Dasein no es tan sólo el ente que debe ser primariamente interrogado, sino que es, además, el ente que en su ser se comporta ya siempre en relación a aquello por lo que en esta pregunta se cuestiona. Pero entonces la PREGUNTA POR EL SER no es otra cosa que la radicalización de una esencial tendencia de ser que pertenece al Dasein mismo, vale decir, de la comprensión preontológica del ser. STJR §4
Capítulo SEGUNDO: La doble tarea de la elaboración de la PREGUNTA POR EL SER. El método de la investigación y su plan STJR §4
Al señalar las tareas implicadas en el «planteamiento» de la PREGUNTA POR EL SER, se ha mostrado no sólo que es necesario precisar cuál es el ente que ha de hacer las veces de lo primariamente interrogado, sino que también se requiere una explícita apropiación y aseguración de la correcta forma de acceso a él. Ya hemos dilucidado cuál es el ente que desempeña el papel principal dentro de la PREGUNTA POR EL SER. Pero, ¿cómo llegará este ente (el Dasein) a ser accesible y a entrar, por así decirlo, en la mira de la interpretación comprensora? STJR §5
Una analítica del Dasein debe constituir, pues, la primera exigencia que plantea el desarrollo de la PREGUNTA POR EL SER. Pero entonces el problema de la obtención y aseguramiento de la forma de acceso al Dasein se torna plenamente candente. Dicho de manera negativa: no se debe aplicar a este ente de un modo dogmático y constructivo una idea cualquiera de ser y realidad, por muy «obvia» que ella sea; ni se deben imponer al Dasein, sin previo examen ontológico, «categorías» bosquejadas a partir de tal idea. El modo de acceso y de interpretación debe ser escogido, por el contrario, de tal manera que este ente se pueda mostrar en sí mismo y desde sí mismo. Y esto quiere decir que el ente deberá mostrarse tal como es inmediata y regularmente, en su cotidianidad media. En esta cotidianidad no deberán sacarse a luz estructuras cualesquiera o accidentales, sino estructuras esenciales, que se mantengan en todo modo de ser del Dasein fáctico como determinantes de su ser. Es, pues, con referencia a la constitución fundamental de la cotidianidad del Dasein como se pondrá de relieve, en una etapa preparatoria, el ser de este ente. STJR §5
La analítica del Dasein así concebida está orientada por entero hacia la tarea de la elaboración de la PREGUNTA POR EL SER, que le sirve de guía. Con esto se determinan también sus límites. Ella no puede pretender entregarnos una ontología completa del Dasein, como la que sin duda debiera elaborarse si se quisiera algo así como una antropología «filosófica» apoyada sobre bases filosóficamente suficientes. En la perspectiva de una posible antropología o de su fundamentación ontológica, la siguiente interpretación proporciona tan sólo algunos «fragmentos», que no son, sin embargo, inesenciales. Pero, el análisis del Dasein no sólo es incompleto, sino que, por lo pronto, también es provisional. En un primer momento se contentará con sacar a luz el ser de este ente, sin dar una interpretación de su sentido. En cambio, deberá preparar la puesta al descubierto del horizonte para la interpretación más originaria de ese ser. Una vez que haya sido alcanzado este horizonte, el análisis preparatorio del Dasein exigirá ser repetido sobre una base más alta, la propiamente ontológica. STJR §5
Puesto que el ser sólo es captable, en cada caso, desde la perspectiva del tiempo, la respuesta a la PREGUNTA POR EL SER no puede consistir en una frase aislada y ciega. La respuesta será incomprensible si nos limitamos a la repetición de lo que en ella se dice en forma de proposición, especialmente si se la hace circular a la manera de un resultado que flota en el vacío y que sólo requiere ser registrado como un simple «punto de vista», quizás discrepante de la manera usual de abordar las cosas. Si la respuesta es «nueva», es algo que carece de importancia y no pasa de ser una pura exterioridad. Lo positivo en ella debe estar en que sea lo suficientemente antigua como para aprender a hacerse cargo de las posibilidades deparadas por los «antiguos». El sentido más propio de la respuesta consiste en prescribir a la investigación ontológica concreta que dé comienzo a la interrogación investigante dentro del horizonte que habrá sido puesto al descubierto. La respuesta no da más que esto. STJR §5
Por consiguiente, si la respuesta a la PREGUNTA POR EL SER debe ofrecernos el hilo conductor para toda futura investigación, de allí se sigue que ella no podrá ser adecuada mientras no nos haga comprender el modo de ser específico de la ontología hecha hasta ahora y las vicisitudes de sus problemas, de sus hallazgos y fracasos, como algo necesariamente ligado al modo de ser del Dasein. STJR §5
Toda investigación – y no en último término la que se mueve en el ámbito de esa pregunta central que es la PREGUNTA POR EL SER – es una posibilidad óntica del Dasein. El ser del Dasein tiene su sentido en la temporeidad. Pero esta última es también la condición que hace posible la historicidad como un modo de ser tempóreo del Dasein mismo, prescindiendo de si éste es un ente «en el tiempo» y del modo como lo sea. El carácter de la historicidad [Geschichtlichkeit] es previo a lo que llamamos historia [Geschichte] (el acontecer de la historia universal). La historicidad es la constitución de ser del «acontecer» del Dasein en cuanto tal, acontecer que es el único fundamento posible para eso que llamamos la «historia universal» y para la pertenencia histórica a la historia universal. En su ser fáctico, el Dasein es siempre como y «lo que» ya ha sido. Expresa o tácitamente, él es su pasado. Y esto no sólo en el sentido de que su pasado se deslice, por así decirlo, «detrás» de él y que el Dasein posea lo pasado como una propiedad que esté todavía ahí y que de vez en cuando vuelva a actuar sobre él. El Dasein «es» su pasado en la forma propia de su ser, ser que, dicho elementalmente, «acontece» siempre desde su futuro. En cada una de sus formas de ser y, por ende, también en la comprensión del ser que le es propia, el Dasein se ha ido familiarizando con y creciendo en una interpretación usual del existir [Dasein]. Desde ella se comprende en forma inmediata y, dentro de ciertos límites, constantemente. Esta comprensión abre las posibilidades de su ser y las regula. Su propio pasado – y esto significa siempre el pasado de su «generación» – no va detrás del Dasein, sino que ya cada vez se le anticipa. STJR §6
Pero si, por otra parte, el Dasein ha hecho suya la posibilidad que hay en él no sólo de hacer transparente para sí mismo su propia existencia, sino también de preguntar por el sentido de la existencialidad misma, y esto quiere decir, de preguntar previamente por el sentido del ser en general, y si en este preguntar ha quedado abierta la mirada para la esencial historicidad del Dasein, entonces será imposible no ver que el preguntar por el ser, cuya necesidad óntico-ontológica ya ha sido señalada, está caracterizado, también él, por la historicidad. De esta manera, la elaboración de la PREGUNTA POR EL SER, en virtud del más propio sentido de ser del interrogar mismo en cuanto histórico, no podrá menos de captar la intimación a preguntar por su propia historia, e.d., a volverse historiológica, para llegar de este modo, por medio de la apropiación positiva del pasado, a la plena posesión de sus más propias posibilidades de cuestionamiento. La pregunta por el sentido del ser, por su misma forma de llevarse a cabo, e.d., por requerir una previa explicación del Dasein en su temporeidad e historicidad, se ve llevada por sí misma a entenderse como averiguación histórica. STJR §6
Hemos mostrado al comienzo (§ 1) que la pregunta por el sentido del ser no sólo no ha sido resuelta, ni tampoco siquiera suficientemente planteada, sino que, pese a todo el interés por la «metafísica», ella ha caído en el olvido. La ontología griega y su historia, que todavía hoy, a través de diversas filiaciones y distorsiones, determinan el aparato conceptual de la filosofía, son la prueba de que el Dasein se comprende a sí mismo y al ser en general a partir del «mundo», y de que la ontología que de este modo ha nacido sucumbe a la tradición, una tradición que la degrada a la condición de cosa obvia y de material que ha de ser meramente reelaborado (como en Hegel). Esta ontología griega desarraigada llega a ser en la Edad Media un cuerpo doctrinal consolidado. Su sistemática es todo lo contrario de un ensamblaje en un único edificio de piezas heredadas de la tradición. Dentro de los límites de una recepción dogmática de las concepciones fundamentales del ser, tomadas de los griegos, hay en esta sistemática mucho trabajo creativo que aún no ha sido puesto de relieve. En su formulación escolástica, lo esencial de la ontología griega pasa a la «metafísica» y a la filosofía trascendental de la época moderna por la vía de las Disputationes metaphysicae de Suárez, y determina todavía los fundamentos y fines de la Lógica de Hegel. En el curso de esta historia, ciertos dominios particulares del ser – tales como el ego cogito de Descartes, el sujeto, el yo, la razón, el espíritu y la persona – caen bajo la mirada filosófica y en lo sucesivo orientan primariamente la problemática filosófica; sin embargo, de acuerdo con la general omisión de la PREGUNTA POR EL SER, ninguno de esos dominios será interrogado en lo que respecta a su ser y a la estructura de su ser. En cambio, se extiende a este ente, con las correspondientes formalizaciones y limitaciones puramente negativas, el repertorio categorial de la ontología tradicional, o bien se apela a la dialéctica con vistas a una interpretación ontológica de la sustancialidad del sujeto. STJR §6
Si se quiere que la pregunta misma por el ser se haga transparente en su propia historia, será necesario alcanzar una fluidez de la tradición endurecida, y deshacerse de los encubrimientos producidos por ella. Esta tarea es lo que comprendemos como la destrucción, hecha al hilo de la PREGUNTA POR EL SER, del contenido tradicional de la ontología antigua, en busca de las experiencias originarias en las que se alcanzaron las primeras determinaciones del ser, que serían en adelante las decisivas. STJR §6
En el marco del presente tratado, cuya finalidad es la elaboración fundamental de la PREGUNTA POR EL SER, la destrucción de la historia de la ontología – destrucción que pertenece esencialmente al planteamiento de dicha pregunta, y sólo es posible dentro de él – no puede llevarse a cabo sino en algunas de las etapas decisivas y fundamentales de esa historia. STJR §6
En cumplimiento de la tarea de la destrucción hecha al hilo de la problemática de la temporariedad, el presente tratado hará una interpretación del capítulo del esquematismo y, desde allí, de la doctrina kantiana del tiempo. Se mostrará también por qué Kant tenía que fracasar en su intento por penetrar en la problemática de la temporariedad. Dos cosas son las que hicieron imposible esta penetración: por una parte, la completa omisión de la PREGUNTA POR EL SER y, en conexión con ello, la falta de una ontología temática del Dasein o, en términos kantianos, de una previa analítica ontológica de la subjetividad del sujeto. En lugar de ello, Kant acepta dogmáticamente la posición de Descartes, no obstante los esenciales perfeccionamientos a que la somete. Pero, además, su análisis del tiempo, pese a haber retrotraído este fenómeno al sujeto, queda orientado por la comprensión vulgar y tradicional del tiempo, lo que, en definitiva, le impide a Kant desentrañar el fenómeno de una «determinación trascendental del tiempo» en su estructura y función propias. Por efecto de esta doble influencia de la tradición, la conexión decisiva entre el tiempo y el «yo pienso» queda envuelta en una total oscuridad y ni siquiera llega a ser problema para Kant. STJR §6
Al adoptar la posición ontológica cartesiana, Kant incurre en una omisión esencial: la omisión de una ontología del Dasein. Esta omisión es decisiva, precisamente en la línea más propia del pensamiento de Descartes. Con el cogito sum, Descartes pretende proporcionar a la filosofía un fundamento nuevo y seguro. Pero lo que en este comienzo «radical» Descartes deja indeterminado es el modo de ser de la res cogitans, más precisamente, el sentido de ser del «sum». La elaboración de los fundamentos ontológicos implícitos del cogito sum constituye la segunda estación del camino que remonta destructivamente la historia de la ontología. La interpretación demostrará no sólo que Descartes no podía menos que omitir la PREGUNTA POR EL SER, sino también por qué llegó a la opinión de que con el absoluto «estar cierto» del cogito quedaba dispensado de la pregunta por el sentido del ser de este ente. STJR §6
Sin embargo, Descartes no se limita a esta omisión ni, por consiguiente, a dejar en la completa indeterminación ontológica la res cogitans sive mens sive animus. Descartes lleva a cabo las consideraciones fundamentales de sus Meditationes mediante la aplicación de la ontología medieval al ente puesto por él como fundamentum inconcussum. La res cogitans es determinada ontológicamente como ens, y el sentido de ser del ens, para la ontología medieval, queda fijado en la comprensión del ens como ens creatum. Dios, como ens infinitum, es el ens increatum. Pero, ser-creado, en el sentido más amplio del ser-producido de algo, es un momento estructural esencial del concepto de ser de la antigüedad. El aparente nuevo comienzo del filosofar se revela como el injerto de un prejuicio fatal en virtud del cual la época inmediatamente posterior habría de omitir la elaboración de una analítica ontológica temática del «ánimo», hecha al hilo de la PREGUNTA POR EL SER, y entendida como una confrontación crítica con la ontología legada por la antigüedad. STJR §6
Que Descartes «depende» de la escolástica medieval y emplea su terminología, lo ve cualquier conocedor de la Edad Media. Pero con este «descubrimiento» no se ha ganado filosóficamente nada mientras quede oscuro el fundamental alcance que tiene para la época siguiente esta influencia de la ontología medieval en la determinación o no determinación ontológica de la res cogitans. Este alcance sólo será ponderable una vez que se hayan mostrado el sentido y los límites de la ontología antigua desde la perspectiva de la PREGUNTA POR EL SER. En otras palabras, la destrucción se ve enfrentada a la tarea de la interpretación de las bases de la ontología antigua a la luz de la problemática de la temporariedad. Pero entonces se nos hace manifiesto que la interpretación antigua del ser del ente está orientada por el «mundo» o, si se quiere, por la «naturaleza» en el sentido más amplio de esta palabra, y que, de hecho, en ella la comprensión del ser se alcanza a partir del «tiempo». La prueba extrínseca de ello – aunque por cierto sólo extrínseca – es la determinación del sentido del ser como parousia o como ousia con la significación ontológico-temporaria de «presencia». El ente es aprehendido en su ser como «presencia» e.d. queda comprendido por referencia a un determinado modo del tiempo – el «presente». STJR §6
En el marco de la siguiente elaboración fundamental de la PREGUNTA POR EL SER, no es posible exponer detalladamente la interpretación temporaria de los fundamentos de la ontología antigua – sobre todo en el nivel científicamente más alto y puro alcanzado por ella, en Aristóteles. En su lugar, se hará una interpretación del tratado aristotélico del tiempo, que puede ser tomado como vía para discernir la base y los límites de la ciencia antigua del ser. STJR §6
Tan sólo cuando se haya llevado a cabo la destrucción de la tradición ontológica, la PREGUNTA POR EL SER cobrará su verdadera concreción. Entonces quedará capacitada para probar en forma cabal el carácter ineludible de la pregunta por el sentido del ser, demostrando así en qué sentido se puede hablar de una «repetición» de esta pregunta. STJR §6
Toda investigación en este campo en que «la cosa misma está envuelta en espesas tinieblas», deberá precaverse de una sobrevaloración de sus resultados. Porque semejante preguntar se obliga constantemente a sí mismo a enfrentar la posibilidad de abrir un horizonte aun más originario y universal, de donde pudiera venir la respuesta a la pregunta: ¿qué quiere decir «ser»? Sobre tales posibilidades sólo cabe tratar seriamente y con positivo fruto una vez que se haya despertado nuevamente la PREGUNTA POR EL SER y se haya alcanzado un campo de confrontaciones controlables. STJR §6
La elaboración de la PREGUNTA POR EL SER se bifurca así en dos tareas; a ellas responde la división del tratado en dos partes: STJR §8
Primera parte: La interpretación del Dasein por la temporeidad y la explicación del tiempo como horizonte trascendental de la PREGUNTA POR EL SER. STJR §8
Todas las explicaciones [Explikate] que surgen de la analítica del Dasein se alcanzan mirando hacia su estructura de existencia. Y como estos caracteres de ser del Dasein se determinan desde la existencialidad, los llamamos existenciales. Se los debe distinguir rigurosamente de las determinaciones de ser del ente que no tiene la forma de ser del Dasein, a las que damos el nombre de categorías. Esta expresión se toma y mantiene en su significación ontológica primaria. Para la ontología antigua, el terreno ejemplar de la interpretación del ser es el ente que comparece dentro del mundo. La forma de acceso a él es el noein o, correlativamente, el logos. En ellos comparece el ente. Pero el ser de este ente debe ser captable en un legein (o hacer ver) eminente, de suerte que este ser se haga comprensible de antemano en lo que él es y como lo que ya está en todo ente. La previa referencia al ser en todo hablar (logos) que dice algo del ente es el kategoreisthai. Esta palabra significa, por lo pronto, acusar públicamente, decirle a alguien algo en la cara delante de todos. En su uso ontológico, el término quiere decir algo así como decirle al ente en su cara lo que él es ya siempre como ente, e.d. hacerlo ver a todos en su ser. Lo visto y visible en este ver son las kateogoriai. Ellas abarcan las determinaciones a priori del ente según las distintas maneras como es posible referirse a él y decir algo de él en el logos. Existenciales y categorías son las dos posibilidades fundamentales de los caracteres del ser. El respectivo ente exige ser primariamente interrogado en forma cada vez diferente: como quién (existencia) o como qué (estar-ahí, en el más amplio sentido). Sobre la conexión de ambas modalidades de los caracteres del ser sólo se podrá tratar una vez aclarado el horizonte de la PREGUNTA POR EL SER. STJR §9
Las investigaciones de W. Dilthey están animadas por la constante pregunta por la «vida». Dilthey intenta comprender las «vivencias» de esta «vida» en su contexto estructural y evolutivo partiendo del todo de esta misma vida. Lo filosóficamente relevante de su «psicología como ciencia del espíritu» no ha de ser buscado en el hecho de que ella no quiera ya orientarse hacia elementos y átomos psíquicos ni recomponer la vida del alma a base de fragmentos, antes, por el contrario, apunte más bien al «todo de la vida» y a sus «formas» – sino que lo relevante está en que, en medio de todo ello, Dilthey se hallaba encaminado ante todo hacia la pregunta por la «vida». Sin embargo, aquí se muestran también con mayor fuerza los límites de su problemática y del aparato conceptual en que ella tuvo que formularse. Pero estos límites los comparten con Dilthey y Bergson todas las corrientes del «personalismo» determinadas por ellos, y todas las tendencias orientadas hacia una antropología filosófica. Aunque decididamente más radical y diáfana, la interpretación fenomenológica de la personalidad tampoco llega hasta la dimensión de la PREGUNTA POR EL SER del Dasein. A pesar de todas sus diferencias de planteamiento, de procedimiento y de orientación en su concepción del mundo, las interpretaciones de la personalidad en Husserl y Scheler concuerdan en lo negativo. Ya ni siquiera plantean la pregunta acerca de lo que es «ser-persona». Escogeremos como ejemplo la interpretación de Scheler, no sólo por ser accesible en los textos, sino porque Scheler acentúa expresamente el ser-persona en cuanto tal, y busca determinarlo por la vía de una delimitación del ser específico de los actos en oposición a todo lo «psíquico». Según Scheler, la persona no debe ser pensada jamás como una cosa o como una substancia; ella «es más bien la unidad concomitante e inmediatamente vivida del vivir de las vivencias – y no una cosa solamente pensada detrás y fuera de lo inmediatamente vivido». La persona no es un ser substancial y cósico. Tampoco puede agotarse el ser de la persona en ser sujeto de actos racionales regidos por determinadas leyes. STJR §10
Las especificaciones positivas y las consideraciones negativas de este capítulo tenían la finalidad de encauzar correctamente la comprensión de la tendencia y de la actitud cuestionante de la interpretación que va a seguir. La ontología sólo puede contribuir indirectamente al desarrollo de las disciplinas positivas ya existentes. Ella tiene por sí misma una finalidad autónoma, si es verdad que, por encima del conocimiento del ente, la PREGUNTA POR EL SER es el aguijón de toda investigación científica. STJR §11
La perplejidad que hasta hoy persiste en la interpretación del ser del espacio se funda no tanto en un conocimiento insuficiente del contenido objetivo del espacio mismo, cuanto en la falta de una radical claridad respecto de las posibilidades del ser en general y de una interpretación ontológica conceptual de las mismas. Lo decisivo para la comprensión del problema ontológico del espacio consiste en liberar la PREGUNTA POR EL SER del espacio de la estrechez de los conceptos de ser fortuitamente disponibles y, además, casi siempre toscos, y, ateniéndonos al fenómeno mismo y a los distintos modos fenoménicos de espacialidad, orientar la problemática del ser del espacio hacia la aclaración de las posibilidades del ser en general. STJR §24
La apertura del comprender concierne siempre a la constitución fundamental entera del estar-en-el-mundo. Como poder-ser, el estar-en es siempre un poder-estar-en-el-mundo. El mundo no sólo está abierto en cuanto tal como posible significatividad, sino que la puesta en libertad de lo intramundano mismo deja a este ente en libertad con vistas a sus posibilidades. Lo a la mano queda descubierto, en cuanto tal, en su utilizabilidad, empleabilidad, perjudicialidad. La totalidad respeccional se revela como el todo categorial de una posibilidad de interconexión de los entes a la mano. Pero también la «unidad» de los múltiples entes que están-ahí – la naturaleza – sólo se torna descubrible sobre la base de la apertura de una posibilidad suya. ¿Será casual que la PREGUNTA POR EL SER de la naturaleza apunte a las «condiciones» de su posibilidad? ¿En qué se funda tal preguntar? Respecto de él no puede dejar de plantearse la pregunta: ¿por qué el ente que no tiene el modo de ser del Dasein es comprendido en su ser cuando se lo patentiza en función de sus condiciones de posibilidad? Kant supone, quizás con razón, que ello es así. Pero más que ninguna otra cosa este supuesto mismo necesita ser justificado en su legitimidad. STJR §31
Disposición afectiva y comprender caracterizan como existenciales la aperturidad originaria del estar-en-el-mundo. En el modo del temple anímico, el Dasein «ve» posibilidades desde las cuales él es. En la apertura proyectante de estas posibilidades él ya está siempre anímicamente templado. El proyecto del poder-ser más propio está entregado al factum de la condición de arrojado en el Ahí. ¿No se torna más enigmático el ser del Dasein con la explicación de la estructura existencial del ser del Ahí en el sentido del proyecto arrojado? Efectivamente. Es necesario que dejemos salir primero a luz toda la enigmaticidad de este ser, aunque sólo sea para fracasar de un modo genuino en la «solución» y poder así plantear de nuevo la PREGUNTA POR EL SER del estar-en-el-mundo arrojado y proyectante. STJR §31
Y cuando preguntamos por el sentido del ser, la investigación no se torna por eso profunda, ni intenta alcanzar, a costa de cavilaciones, algo que estuviera detrás del ser, sino que PREGUNTA POR EL SER mismo en tanto que inmerso en la comprensibilidad del Dasein. El sentido del ser no puede ser jamás contrapuesto al ente o al ser en cuanto «fundamento» sustentador del ente, puesto que el «fundamento» sólo es accesible como sentido, aunque sólo fuere como el abismo del sinsentido. STJR §32
La teoría del «juicio» inspirada hoy predominantemente en el fenómeno de la «validez» no podrá ser discutida aquí en forma detallada. Contentémonos con señalar el carácter en muchos sentidos problemático de este fenómeno de la «validez», que es considerado desde la época de Lotze como un «protofenómeno» irreductible. Esta condición la debe ese fenómeno únicamente a su falta de claridad ontológica. No menos oscura es la «problemática» que ha echado raíces en torno a este ídolo verbal. «Validez» mienta, en primer lugar, la «forma» de la realidad que es propia del contenido del juicio en tanto que éste se mantiene inalterable frente al cambiante proceso «psíquico» del juzgar. En el estado actual de la PREGUNTA POR EL SER, que fue descrito en la Introducción de este tratado, difícilmente podrá esperarse que la «validez», en cuanto «ser ideal», se destaque por una particular claridad ontológica. «Validez» significa también la vigencia del sentido del juicio válido, respecto del «objeto» mentado en él, y adquiere así la significación de validez objetiva y de objetividad en general. El sentido que de esta manera «vale» del ente, y que es «intemporalmente» valedero en sí mismo, «vale», además, en el sentido del valor para todo el que juzga racionalmente. «Validez» quiere decir ahora carácter vinculativo [Verbindlichkeit], «validez universal». Y si además de todo ello se sostiene una teoría «crítica» del conocimiento, según la cual el sujeto «propiamente» no «sale» hacia el objeto, entonces la validez, en cuanto validez del objeto, objetividad, se funda en la consistencia valedera del verdadero (!) sentido. Las tres significaciones del «valer» aquí expuestas, esto es, del valer en cuanto manera de ser de lo ideal, en cuanto objetividad y en cuanto carácter vinculativo, no sólo carecen en sí mismas de transparencia, sino que se confunden constantemente enredándose entre sí. La prudencia metodológica exige que no se tomen como hilo conductor de la interpretación conceptos tan iridiscentes. No restringiremos de antemano el concepto de sentido a la significación de «contenido del juicio», sino que lo entenderemos como el fenómeno existencial ya caracterizado en el que se hace visible la estructura formal de lo que puede ser abierto en el comprender y articulado en la interpretación. STJR §33
Cuán profundamente influya esta problemática ontológica en la interpretación del logos y, a la inversa, cuán profundo efecto tenga – por curiosa repercusión la concepción del «juicio» sobre la problemática ontológica, lo muestra el fenómeno de la cópula. En esta «ligadura» se pone de manifiesto, en primer lugar, que la estructura sintética ha sido supuesta como cosa evidente y que ella, además, detenta un carácter determinante en la interpretación. Pero si los caracteres puramente formales de la «relación» y «enlace» no pueden hacer ningún aporte fenoménico a un análisis del contenido de la estructura del logos, el fenómeno al que apunta el término «cópula» no tiene en definitiva nada que ver con ligadura o enlace. El «es» y su interpretación, sea que ese «es» se halle taxativamente expresado en forma lingüística, sea que esté indicado en la terminación verbal, entran en el contexto de los problemas de la analítica existencial, si es verdad que el enunciar y la comprensión del ser son posibilidades existenciales de ser del Dasein mismo. La elaboración de la PREGUNTA POR EL SER (cf. 1 Parte, 3 Sección) volverá a encontrar este peculiar fenómeno de ser que aparece dentro del logos. STJR §33
Negativamente dicho: la totalidad del todo estructural no puede ser alcanzada fenoménicamente por medio de un ensamblaje de elementos. Este ensamblaje requeriría un plano arquitectónico. El ser del Dasein, sobre el cual se apoya ontológicamente el todo de las estructuras en cuanto tal, se nos hace accesible en una mirada completa que atraviesa este todo en busca de un fenómeno originariamente unitario, que ya está presente en el todo y que funda ontológicamente cada uno de los momentos de la estructura en su posibilidad estructural. La interpretación «unificadora» no podrá, por consiguiente, ser un simple compendio de lo alcanzado hasta ahora. La pregunta por el carácter existencial fundamental del Dasein es esencialmente diferente de la PREGUNTA POR EL SER de un ente que está-ahí. La experiencia cotidiana circunmundana, orientada óntica y ontológicamente al ente intramundano, no es capaz de presentar al Dasein ante el análisis ontológico de un modo ónticamente originario. Asimismo, tampoco la percepción inmanente de las vivencias puede servir de hilo conductor ontológicamente suficiente. Por otra parte, el ser del Dasein no ha de ser deducido de una idea del hombre. A partir de la interpretación del Dasein hecha hasta aquí, ¿será posible encontrarla vía de acceso óntico-ontológica al Dasein exigida por él mismo como la única adecuada? STJR §39
La analítica del Dasein que se interna hasta el fenómeno del cuidado debe preparar la problemática ontológico-fundamental, es decir, la pregunta por el sentido del ser en general. Con el fin de orientar explícitamente nuestra mirada en esa dirección, partiendo de lo hasta ahora logrado y yendo más allá del problema particular de una antropología existencial a priori, será necesario volver a examinar más a fondo aquellos fenómenos que se hallan en estrecha conexión con la pregunta que nos guía, la PREGUNTA POR EL SER. Esos fenómenos son, en primer lugar, los modos de ser explicitados hasta ahora – el estar a la mano y el estar-ahí – que determinan al ente intramundano de carácter diferente al del Dasein. Puesto que hasta hoy la problemática ontológica ha comprendido el ser primariamente en el sentido del estar-ahí («realidad», realidad del «mundo»), y ha dejado sin determinar ontológicamente el ser del Dasein, será menester que sometamos a examen la conexión ontológica entre cuidado, mundaneidad, estar a la mano y estar-ahí (realidad). Esto conducirá a una determinación más precisa del concepto de realidad, dentro del contexto de una discusión de los planteamientos epistemológicos, orientados por esta idea, del realismo e idealismo. STJR §39
El ente es independientemente de la experiencia, conocimiento y aprehensión por medio de los cuales queda abierto, descubierto y determinado. En cambio, el ser sólo «es» en la comprensión de aquel ente a cuyo ser le pertenece eso que llamamos comprensión del ser. El ser puede, por consiguiente, no estar conceptualizado, pero nunca queda completamente incomprendido. Desde la antigüedad, la problemática ontológica reunió – e incluso a veces identificó – el ser y la verdad. En este hecho se documenta, aunque quizás oculta en sus fundamentos originarios, la necesaria conexión entre ser y comprensión. Para que la PREGUNTA POR EL SER quede suficientemente preparada, se requiere, pues, la aclaración ontológica del fenómeno de la verdad. Esta aclaración se realizará, en primer lugar, en base a lo que la interpretación precedente ha ganado en los fenómenos de la aperturidad y del estar al descubierto, de la interpretación y del enunciado. STJR §39
Que el ente que tiene el modo de ser del Dasein no pueda ser concebido desde la realidad y la sustancialidad, lo hemos expresado por medio de la siguiente tesis: la sustancia del hombre es la existencia. La interpretación de la existencialidad como cuidado y el deslinde de este último respecto de la realidad, no significa empero el fin de la analítica existencial, sino que hace tan sólo aparecer más vivamente el entrelazamiento de los problemas que surgen en conexión con la PREGUNTA POR EL SER y sus posibles modos, y con la pregunta por el sentido de estas modalizaciones: tan sólo si la comprensión del ser es, se hace accesible el ente en cuanto ente; tan sólo si un ente que tiene el modo de ser del Dasein es, la comprensión del ser es posible como ente. STJR §43
El análisis de la resolución precursora condujo, al mismo tiempo, al fenómeno de la verdad originaria y propia. Más arriba se mostró que la comprensión del ser inmediata y regularmente dominante comprende el ser en el sentido del estar-ahí, y de esta manera encubre el fenómeno originario de la verdad. Ahora bien, si sólo «hay» ser en tanto que la verdad «es», y si la comprensión del ser se modifica siempre según la índole de la verdad, entonces la verdad originaria y propia deberá garantizar la comprensión del ser del Dasein y del ser en general. La «verdad» ontológica del análisis existencial se configura sobre la base de la verdad existentiva originaria. En cambio, a ésta no le hace falta necesariamente aquélla. La más originaria y fundamental verdad existencial a que tiende – preparando, en definitiva, la PREGUNTA POR EL SER – la problemática ontológico-fundamental es la apertura del sentido de ser del cuidado. Para poner al descubierto este sentido es necesario tener íntegramente a disposición el contenido estructural pleno del cuidado. STJR §63
El Dasein es propiamente él mismo en el aislamiento originario de la callada resolución dispuesta a la angustia. El ser-sí-mismo propio en cuanto silente precisamente no dice «yo, yo», sino que en su silenciosidad «es» el ente arrojado que él puede ser en cuanto propio. El sí-mismo revelado en la silenciosidad de la existencia resuelta es la base fenoménica originaria para la PREGUNTA POR EL SER del «yo». La orientación fenoménica por el sentido del ser del poder-ser-sí-mismo propio permite establecer el derecho ontológico que se le puede asignar a la sustancialidad, simplicidad y personalidad como caracteres de la mismidad. La pregunta ontológica acerca del ser del sí-mismo debe ser arrancada de la idea previa de un sí-mismo-cosa que perdura en su estar-ahí, idea constantemente sugerida por el uso predominante del decir «yo». STJR §64
Todos los esfuerzos de la analítica existencial están orientados a una sola meta: encontrar una posibilidad de respuesta para la pregunta por el sentido del ser en general. La elaboración de esta pregunta demanda un acotamiento del fenómeno en el que se vuelve accesible eso que llamamos el ser, es decir, del fenómeno de la comprensión del ser. Esta comprensión pertenece a la constitución de ser del Dasein. Tan sólo cuando se haya interpretado este ente en forma suficientemente originaria será posible conceptualizar la comprensión del ser implicada en la constitución de su ser, y plantear sobre esta base la PREGUNTA POR EL SER que en esa comprensión se comprende y por los «supuestos» de ese comprender. STJR §72
La finalidad de las consideraciones hechas hasta aquí era la de interpretar de un modo ontológico-existencial, y desde su fundamento, el todo originario del Dasein fáctico en la perspectiva de las posibilidades del existir propio e impropio. Ahora bien, ese fundamento y, por consiguiente, el sentido de ser del cuidado, se reveló como la temporeidad. Lo que la analítica existencial del Dasein nos ofreció en su etapa preparatoria antes de la puesta al descubierto de la temporeidad, ha quedado ahora retomado en la estructura originaria de la integridad del ser del Dasein, vale decir, en la temporeidad. Las estructuras que en un comienzo sólo habían sido «mostradas» han recibido ahora su «fundamentación» a partir de las posibilidades de temporización del tiempo originario, que hemos analizado. Sin embargo, la exhibición de la constitución del ser del Dasein sigue siendo tan sólo un camino. La meta es la elaboración de la PREGUNTA POR EL SER en general. La analítica temática de la existencia necesita, por su parte, de la luz que viene de la previa aclaración de la idea del ser en general. Esto vale particularmente si se sostiene como normativa para toda investigación filosófica la tesis expresada en la introducción: la filosofía es una ontología fenomenológica universal que tiene su punto de partida en la hermenéutica del Dasein, la cual, como analítica de la existencia, ha fijado el término del hilo conductor de todo cuestionamiento filosófico en el punto donde éste surge y en el que, a su vez, repercute. Ciertamente tampoco esta tesis debe tomarse como un dogma, sino como formulación del problema fundamental, que sigue estando «velado»: ¿puede la ontología fundarse ontológicamente, o requiere también un fundamento óntico, y cuál es el ente que debe asumir la función fundante? STJR §83