Selbstseinkönnen
Este término (caída) no expresa ninguna valoración negativa; su significado es el siguiente: el Dasein está inmediata y regularmente en medio del «mundo» del que se ocupa. Este absorberse en… tiene ordinariamente el carácter de un estar perdido en lo público del uno. Por lo pronto, el Dasein ha desertado siempre de sí mismo en cuanto PODER-SER-SÍ-MISMO propio, y ha caído en el «mundo». El estado de caída en el «mundo» designa el absorberse en la convivencia regida por la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad. Lo que antes hemos llamado impropiedad del Dasein recibirá ahora una determinación más rigurosa por medio de la interpretación de la caída. Sin embargo, im-propio o no-propio no debe ser entendido en modo alguno a la manera de una simple negación, como si en este modo de ser el Dasein perdiera pura y simplemente su ser. La impropiedad no mienta una especie de no-estar-ya-en-el-mundo, sino que ella constituye, por el contrario, un modo eminente de estar-en-el-mundo, en el que el Da-sein queda enteramente absorto por el «mundo» y por la coexistencia de los otros en el uno. El no-ser-sí-mismo representa una posibilidad positiva del ente que, estando esencialmente ocupado, se absorbe en un mundo. Este no-ser debe concebirse como el modo de ser inmediato del Dasein, en el que éste se mueve ordinariamente. STJR §38
Con el fin de acercarnos al ser de la totalidad del todo estructural, tomaremos como punto de partida los análisis concretos de la caída que acabamos de desarrollar. La absorción en el uno y en el «mundo» del que nos ocupamos, manifiesta una especie de huida del Dasein ante sí mismo como PODER-SER-SÍ-MISMO propio. Este fenómeno de la huida del Dasein ante sí mismo y ante su propiedad pareciera empero ser el menos indicado para servir de fundamento fenoménico para la investigación que va a seguir. En esta huida el Dasein justamente no se pone ante sí mismo. Darse la espalda a sí mismo, en conformidad con el rasgo más propio de la caída, lleva lejos del Dasein. Sin embargo, al investigar esta clase de fenómenos, es necesario cuidarse de no confundir la caracterización óntico-existentiva con la interpretación ontológico-existencial o, lo que es igual, de no pasar por alto los fenómenos positivos de aquélla que sirven de base para ésta. STJR §40
La atestiguación debe hacer comprender un modo propio de PODER-SER-SÍ-MISMO. Con la expresión «sí-mismo» («Selbst») hemos respondido a la pregunta por el quién del Dasein. La mismidad (Selbstheit) del Dasein fue determinada formalmente como una manera de existir, es decir, no como un ente que está-ahí. Ordinariamente no soy yo mismo, sino el uno-mismo, el quién del Dasein. El ser-sí-mismo propio se determina como una modificación existentiva del uno, modificación que es necesario delimitar existencialmente. ¿En qué consiste esta modificación y cuáles son las condiciones ontológicas de su posibilidad? STJR §54
Pero, como está perdido en el uno, primero debe encontrarse. Y para poder de algún modo encontrarse, debe ser «mostrado» a sí mismo en su posible propiedad. El Dasein necesita del testimonio de un PODER-SER-SÍ-MISMO, que él ya es siempre como posibilidad. STJR §54
La conciencia da a entender «algo», la conciencia abre. De esta caracterización formal surge la indicación de remitir este fenómeno a la aperturidad del Dasein. Esta estructura fundamental del ente que somos nosotros mismos está constituida por la disposición afectiva, el comprender, la caída y el discurso. El análisis más a fondo de la conciencia la revelará como una llamada (Ruf). El llamar es un modo del discurso. La llamada de la conciencia tiene el carácter de una apelación (Anruf) al Dasein a hacerse cargo de su más propio PODER-SER-SÍ-MISMO, y esto en el modo de una intimación (Aufruf) a despertar a su más propio ser-culpable (Schuldigsein). STJR §54
En resumen: hemos caracterizado la conciencia como una llamada que interpela al uno-mismo en su mismidad; en cuanto tal, es una intimación del sí-mismo a su PODER-SER-SÍ-MISMO y, por ello, un llamar al Dasein hacia adelante, hacia sus posibilidades. STJR §56
Pero, ¿es necesario siquiera preguntar expresamente quién llama? ¿No surge en el Dasein la respuesta a esta pregunta en forma tan inequívoca como la respuesta a la pregunta por el interpelado en la llamada? En la conciencia el Dasein se llama a sí mismo. Esta comprensión del vocante puede estar en mayor o menor grado viva en el escuchar fáctico de la llamada. Sin embargo, la respuesta de que el Dasein es a la vez el vocante y el llamado no es en modo alguno ontológicamente suficiente. ¿No está «presente» acaso el Dasein en cuanto interpelado de una manera diferente a como está en cuanto vocante? ¿No hará quizás de vocante el PODER-SER-SÍ-MISMO más propio? STJR §57
Nada «mundano» puede determinar quién es el vocante. Ese que llama es el Dasein en su desazón, es el originario y arrojado estar-en-el-mundo experimentado como un estar fuera de casa (als Un-zuhause), el nudo «factum que…» en la nada del mundo. El vocante no es familiar al cotidiano uno-mismo, – es algo así como una voz desconocida. ¿Qué podría haber más extraño al uno, perdido como está en el variado «mundo» de los quehaceres, que el sí-mismo aislado en la desazón y arrojado en la nada? «Algo» llama y, sin embargo, no ofrece para el oído atareado y curioso nada que pueda ser comunicado a otros, y discutido públicamente. ¿Y qué podría relatar el Dasein en medio de la desazón en que se encuentra su ser al estar arrojado? ¿Qué otra cosa le queda sino el PODER-SER-SÍ-MISMO, revelado en la angustia? ¿De qué otro modo podría haber una llamada sino intimando a este poder-ser, que es lo único que para el Dasein está en cuestión? STJR §57
Se echa de menos un contenido «positivo» en lo proclamado por la conciencia, porque se espera una indicación fácilmente utilizable de posibilidades de «acción» que sean disponibles, calculables y seguras. Esta expectativa se funda en el horizonte de interpretación del ocuparse dirigido por la comprensión común, horizonte que fuerza a pensar el existir del Dasein dentro de la idea de un trámite regulable. Tales expectativas, que están parcialmente implícitas en la exigencia de una ética material de los valores, contrapuesta a una ética «solamente» formal, se ven ciertamente defraudadas por la conciencia. Si la llamada de la conciencia no da ese tipo de instrucciones «prácticas», es únicamente porque ella intima al Dasein a la existencia, a su más propio PODER-SER-SÍ-MISMO. Con las máximas inequívocamente contabilizables que se echan de menos, la conciencia rehusaría a la existencia nada menos que – la posibilidad de actuar. Pero si la conciencia evidentemente no puede ser «positiva» en este modo de ser, no por eso tiene en él una función «solamente negativa». La llamada no abre nada que pueda ser positivo o negativo en cuanto objeto de ocupación, porque ella atañe a un ser que es en lo ontológico totalmente diferente: a la existencia. En cambio, en sentido existencial, la llamada correctamente entendida ofrece lo «máximamente positivo», vale decir, la posibilidad más propia que el Dasein pueda darse; y lo hace como pre-vocante llamada hacia atrás, como llamada hacia el PODER-SER-SÍ-MISMO fáctico. Escuchar propiamente la llamada significa entrar en el actuar fáctico. Sin embargo, la interpretación plenamente suficiente de lo proclamado en la llamada sólo podrá lograrse cuando se saque a luz la estructura existencial de la comprensión de la llamada que escucha en forma propia. STJR §59
Con la resolución se ha alcanzado ahora esta verdad que, a fuer de propia, es la más originaria del Dasein. La aperturidad del Ahí abre cooriginariamente cada vez el estar-en-el-mundo en su totalidad, es decir, el mundo, el estar-en y el sí-mismo que es este ente, en cuanto ese sí-mismo es un «yo soy». En virtud de la aperturidad del mundo ya está descubierto cada vez el ente intramundano. El estar-al-descubierto de lo a la mano y de lo que está-ahí se funda en la aperturidad del mundo; en efecto, la puesta en libertad de la correspondiente totalidad respeccional de lo a la mano exige una comprensión previa de la significatividad. Comprendiendo la significatividad, el Dasein que está en la ocupación se ordena circunspectivamente al ente a la mano que comparece. Por su parte, la comprensión de la significatividad, en cuanto aperturidad del correspondiente mundo, se funda en la comprensión de aquello por-mor-de-lo-cual (se actúa), y a lo que remonta todo descubrimiento de la totalidad respeccional. Los diversos por-mor-de, tales como el albergue, el sustento, el progreso, son posibilidades inmediatas y constantes del Dasein, hacia las que el ente al que le va su ser ya siempre se ha proyectado. Arrojado en su «Ahí», el Dasein está cada vez fácticamente consignado a un determinado «mundo» – al suyo. Al mismo tiempo, los proyectos fácticos inmediatos quedan dirigidos por el estar-perdido en el uno en medio de las ocupaciones. Este estar-perdido puede ser interpelado por el propio Dasein; la interpelación puede ser comprendida en el modo de la resolución. Ahora bien, esta aperturidad propia modifica entonces cooriginariamente el estar-al-descubierto del «mundo», en ella fundado, y la aperturidad de la coexistencia de los otros. Esto no significa que el «mundo» a la mano se vuelva otro «en su contenido», que el círculo de los otros sea sustituido por uno diferente, y sin embargo, el comprensor estar vuelto en ocupación hacia lo a la mano y el coestar solícito con los otros quedan determinados ahora desde su más propio PODER-SER-SÍ-MISMO. STJR §60
La comprensión de la llamada de la conciencia revela el estar perdido en el uno. La resolución trae al Dasein de vuelta a su más propio PODER-SER-SÍ-MISMO. El poder-ser propio adquiere el modo de la propiedad y se hace enteramente transparente en el comprensor estar vuelto hacia la muerte como posibilidad más propia. STJR §62
Baste con esto para la aclaración del sentido existencial de la situación hermenéutica de una analítica originaria del Dasein. Con la exposición de la resolución precursora, el Dasein ha sido llevado al haber previo en su integridad propia. El modo propio del PODER-SER-SÍ-MISMO garantiza la manera previa de ver en dirección a la existencialidad originaria, y ésta asegura la acuñación de los conceptos existenciales adecuados. STJR §63
Ciertamente, la interpretación ontológica del yo no logra en modo alguno la solución del problema por el hecho de rehusarle su adhesión al decir-«yo» cotidiano; pero, en cambio, bosqueja la dirección en la que se debe seguir preguntando. El yo mienta el ente que uno es «estando-en-el-mundo». Ahora bien, el estar-ya-en-un-mundo en cuanto estar-en-medio-del-ente-a-la-mano-intramundano quiere decir, con igual originariedad, anticiparse-a-sí. El «yo» mienta el ente al que le va el ser del ente que él es. En el «yo» el cuidado se expresa, inmediata y regularmente, en el modo «fugitivo» del decir «yo» del ocuparse. El uno-mismo dice «yo, yo» muy frecuentemente y en la voz más alta, porque en el fondo no es propiamente él mismo, y esquiva el poder-ser propio. La constitución ontológica del sí-mismo no se deja reducir a un yo-sustancia ni a un «sujeto», sino que, por el contrario, el cotidiano y fugitivo decir «yo, yo» tiene que ser comprendido desde el poder-ser propio; pero de aquí no se sigue, sin embargo, que el sí-mismo sea el fundamento constantemente presente del cuidado. La mismidad sólo puede ser existencialmente descubierta en el modo propio de PODER-SER-SÍ-MISMO, es decir, en la propiedad del ser del Dasein en cuanto cuidado. Desde aquí recibe su aclaración la estabilidad del sí-mismo como presunta persistencia del sujeto. Pero el fenómeno del poder-ser propio abre también la mirada para la estabilidad del sí-mismo en el sentido de haber alcanzado un cierto estado (Standgewonnenhaben). La estabilidad del sí-mismo, en el doble sentido de la constancia y de la firmeza de estado es la contraposibilidad propia de la inestabilidad del sí-mismo de la caída irresoluta. La estabilidad del sí-mismo (Selbst-standigkeit) no significa existencialmente otra cosa que la resolución precursora. La estructura ontológica de la resolución precursora revela la existencialidad de la mismidad del sí-mismo. STJR §64
El Dasein es propiamente él mismo en el aislamiento originario de la callada resolución dispuesta a la angustia. El ser-sí-mismo propio en cuanto silente precisamente no dice «yo, yo», sino que en su silenciosidad «es» el ente arrojado que él puede ser en cuanto propio. El sí-mismo revelado en la silenciosidad de la existencia resuelta es la base fenoménica originaria para la pregunta por el ser del «yo». La orientación fenoménica por el sentido del ser del PODER-SER-SÍ-MISMO propio permite establecer el derecho ontológico que se le puede asignar a la sustancialidad, simplicidad y personalidad como caracteres de la mismidad. La pregunta ontológica acerca del ser del sí-mismo debe ser arrancada de la idea previa de un sí-mismo-cosa que perdura en su estar-ahí, idea constantemente sugerida por el uso predominante del decir «yo». STJR §64