Por contra, Sartre expresa de la siguiente manera el principio del existencialismo: la existencia precede a la esencia. Está adoptando los términos existentia y essentia en el sentido de la metafísica que, desde Platón, formula lo siguiente: la essentia precede a la existentia. Sartre invierte esa frase. Lo que pasa es que la inversión de una frase metafísica sigue siendo una frase metafísica. Con esta frase se queda detenido, junto con la metafísica, en el olvido de la verdad del ser. Porque por mucho que la filosofía determine la relación entre essentia y existentia en el sentido de las controversias de la Edad Media o en el sentido de Leibniz o de cualquier otro modo, el hecho es que habría que empezar por preguntarse primero desde qué destino del ser llega al pensar dicha diferencia en el ser entre esse essentiae y esse existentiae. Queda por pensar la razón por la que la pregunta por este destino del ser nunca fue preguntada y la razón por la que nunca pudo ser pensada. ¿O acaso el hecho de que las cosas sean de este modo en lo relativo a la distinción entre essentia y existentia no es una señal del olvido del ser? Podemos suponer que este destino no reside en un mero descuido del pensar humano y mucho menos en una menor capacidad del pensamiento occidental temprano. La distinción entre essentia (esencialidad) y existencia (realidad efectiva), que se encuentra oculta en su origen esencial, domina y atraviesa todo el destino de la historia occidental y de la historia en su conjunto bajo su definición europea. Heideggeriana: CartaH
Querer superar el ser mismo querría decir arrancar de sus goznes la esencia del hombre. Se podría comprender la imposibilidad de este propósito en el sentido de que querer ir en contra del ser sería un gesto absurdo del pensar que, en cuanto tal, piensa desde el ser; en el sentido de que este propósito sería aún más absurdo – en el caso de que hubiera grados – que el intento del pensar de negar el ente en cuanto tal en el pensar, que es, sin embargo, algo que es. Pero aquí no está solamente en juego si el pensar, tomado por sí mismo, se contradice en su propia actividad y de este modo infringe una regla fundamental de sí mismo y cae en el absurdo. ¡Con cuánta frecuencia el pensar humano se enreda en contradicciones y permanece sin embargo en la vía por la que se satisfacen sus designios! Heideggeriana: NiilismoSer
No se trata de que, en el intento de ir en contra del permanecer fuera del ser en cuanto tal y con ello en contra de éste mismo, no se siga una regla del pensar, sino de que el ser mismo no es dejado como ser, de que Él mismo es, por el contrario, dejado fuera. En tal dejar fuera reconocimos, sin embargo, un rasgo esencial del nihilismo. Querer ir de modo inmediato en contra del permanecer fuera del ser mismo querría decir no respetar al ser mismo como ser. La superación del nihilismo así querida sólo sería una severa recaída en lo impropio de su esencia, que desfigura lo que en él es propio. ¿Pero qué pasaría si la superación no fuese inmediatamente en contra del permanecer fuera de ser mismo y omitiera pretender medirse con el ser mismo yendo en contra del dejar fuera del permanecer fuera? Este dejar fuera, en la forma de la metafísica, es la obra del pensar humano. ¿Cómo no habría de ir éste en contra de su propia omisión, de la omisión de pensar el ser mismo en su desocultamiento? Casi nadie querrá poner en discusión la necesidad de un esfuerzo tal, pero esta necesidad tiene que ser previamente experimentada. Esto comporta, sin embargo, que el hombre experimente este dejar fuera en cuanto tal, es decir, que experimente lo impropio en la esencia del nihilismo. ¿Pero cómo podría ocurrir esto sin ser previamente afectado por lo propio, por el permanecer fuera del ser en su desocultamiento? No obstante, el ser no sólo retiene en sí su ocultamiento y lo conserva, por así decirlo, para sí, sino que, en conformidad con la esencial referencia del ser mismo a la esencia del hombre, el ser mismo contribuye al mismo tiempo a determinar que su dejar fuera acontezca en el pensar del hombre y por su intermedio. También una superación de ese dejar fuera sólo podría acontecer por parte del hombre de modo mediato, es decir, de modo tal que previamente el ser mismo, de modo inmediato, pretenda de la esencia del hombre que experimente el permanecer fuera del desocultamiento del ser en cuanto tal como un advenimiento del ser mismo y que piense lo así experimentado. Heideggeriana: NiilismoSer
Tras esta breve caracterización de la disparidad existente entre el pensar de Hegel y el nuestro respecto al asunto, la norma, y el carácter de un diálogo con la historia del pensar, intentaremos emprender de forma un poco más clara el diálogo ya comenzado con Hegel. Esto significa que vamos a intentar dar el paso atrás. La denominación “paso atrás” da lugar a múltiples malentendidos. “Paso atrás” no significa un paso aislado del pensar, sino el modo de movimiento del pensar y un largo camino. En la medida en que el paso atrás determina el carácter de nuestro diálogo con la historia del pensar occidental, conduce en cierto modo al pensar fuera de lo que hasta ahora ha sido pensado en la filosofía. El pensar retrocede ante su asunto, el ser, y con ello, lleva lo pensado a una posición contraria que nos permite contemplar el conjunto de esta historia, al prepararle el ámbito que va a ocupar, y en concreto, desde la perspectiva de lo que se constituye en fuente de todo ese pensar. A diferencia de lo que ocurre en Hegel, éste no es un problema heredado y ya formulado, sino precisamente lo no preguntado por nadie a lo largo de toda esa historia del pensar. Lo llamaremos, provisional e inevitablemente, con palabras del lenguaje de la tradición. Hablamos de la diferencia entre el ser y lo ente. El paso atrás va desde lo impensado, desde la diferencia en cuanto tal, hasta lo por pensar: el olvido de la diferencia. El olvido que está aquí por pensar es ese velamiento pensado a partir de la lethe (encubrimiento) de la diferencia en cuanto tal, velamiento que se ha sustraído desde el principio. El olvido forma parte de la diferencia, porque ésta le pertenece a aquél. No es que el olvido sólo afecte a la diferencia por lo olvidadizo del pensar humano. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Esto sigue oculto. ¿Es por casualidad? ¿O es sólo consecuencia de una negligencia del pensar humano? ¿O sucede porque el ocultarse, el ocultamiento, la lethe, pertenecen a la aletheia, no como un mero añadido, como las sombras a la luz, sino como corazón de la aletheia? ¿No reina ya en ese ocultarse de la Lichtung de la presencia, un abrigar y preservar, a partir de los cuales sólo será posible el no-ocultamiento, pudiendo así aparecer lo presente en su presencia? De ser así, la Lichtung no sería mera Lichtung de la presencia, sino Lichtung de la presencia que se oculta, del refugio que se oculta. Heideggeriana: ENDPHILO