Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Sólo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad sólo se puede llevar a cabo lo que ya es. Ahora bien, lo que ante todo “es” es el ser. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar sólo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. El pensar lleva a cabo ese dejar. Pensar es: l’engagement par l’Être pour l’Être. No sé si lingüísticamente es posible decir esas dos cosas (“par” y “pour”) en una sola, concretamente de la manera siguiente: penser, c’est l’engagement de l’Être. Aquí, la forma del genitivo, “de l’…” pretende expresar que el genitivo es al mismo tiempo subjetivo y objetivo. Efectivamente, “sujeto” y “objeto” son títulos inadecuados de la metafísica, la cual se adueñó desde tiempos muy tempranos de la interpretación del lenguaje bajo la forma de la “lógica” y la “gramática” occidentales. Lo que se esconde en tal suceso es algo que hoy sólo podemos adivinar. Liberar al lenguaje de la gramática para ganar un orden esencial más originario es algo reservado al pensar y poetizar. El pensar no es sólo lengagement dans l’action para y mediante lo ente, en el sentido de lo real de la situación presente. El pensar es l’engagement mediante y para la verdad del ser. Su historia nunca es ya pasado, sino que está siempre por venir. La historia del ser sostiene y determina toda condition et situation humaine. Para que aprendamos a experimentar puramente la citada esencia del pensar, lo que equivale a llevarla a cabo, nos tenemos que liberar de la interpretación técnica del pensar. Los inicios de esa interpretación se remontan a Platón y Aristóteles. En ellos, el pensar mismo vale como una techne, esto es, como el procedimiento de la reflexión al servicio del hacer y fabricar. Pero aquí, la reflexión ya está vista desde la perspectiva de la praxis y la poiesis. Por eso, tomado en sí mismo, el pensar no es “práctico”. La caracterización del pensar como theoria y la determinación del conocer como procedimiento “teórico” suceden ya dentro de la interpretación “técnica” del pensar. Es un intento de reacción que trata de salvar todavía cierta autonomía del pensar respecto al actuar y el hacer. Desde entonces, la “filosofía” se encuentra en la permanente necesidad de justificar su existencia frente a las “ciencias”. Y cree que la mejor manera de lograrlo es elevarse a sí misma al rango de ciencia. Pero este esfuerzo equivale al abandono de la esencia del pensar. La filosofía se siente atenazada por el temor a perder su prestigio y valor si no es una ciencia. En efecto, esto se considera una deficiencia y supone el carácter no científico del asunto. En la interpretación técnica del pensar se abandona el ser como elemento del pensar. Desde la Sofística y Platón es la “lógica” la que empieza a sancionar dicha interpretación. Se juzga al pensar conforme a un criterio inadecuado. Este juicio es comparable al procedimiento que intenta valorar la esencia y facultades de los peces en función de su capacidad para vivir en la tierra seca. Hace mucho tiempo, demasiado, que el pensar se encuentra en dique seco. Así las cosas, ¿se puede llamar “irracionalismo” al esfuerzo por reconducir al pensar a su elemento? Las preguntas de su carta, probablemente, se aclararían mucho mejor en una conversación cara a cara. Frecuentemente, al ponerlo por escrito, el pensar pierde su dinamismo y, sobre todo, es muy difícil que mantenga la característica pluridimensionalidad de su ámbito. A diferencia de lo que ocurre en las ciencias, el rigor del pensar no consiste sólo en la exactitud artificial – es decir, teórico-técnica – de los conceptos. Consiste en que el decir permanece puro en el elemento de la verdad del ser y deja que reine lo simple de sus múltiples dimensiones. Pero, por otro lado, lo escrito nos aporta el saludable imperativo de una redacción lingüística meditada y cuidada. Hoy sólo quiero rescatar una de sus preguntas. Tal vez al tratar de aclararla se arroje también algo de luz sobre el resto. Heideggeriana: CartaH
¿Quién podría pasar por alto esta situación de precariedad? ¿No deberíamos preservar y asegurar los vínculos ya existentes aunque su manera de mantener todavía unido al ser humano sea muy pobre y sólo válido para el momento presente? Es verdad. Pero ¿esa necesidad descarga en algún caso al pensar de su responsabilidad de tener presente lo que, de entrada, queda por pensar y que, en cuanto ser, es antes que todo ente la garantía y la verdad? Acaso el pensar puede seguir sustrayéndose a pensar el ser después de que éste, tras haber permanecido oculto en el olvido durante mucho tiempo, se anuncie también manifiestamente en el actual instante del mundo a través de la conmoción de todo lo ente? Antes de tratar de determinar de modo más preciso la relación entre “la ontología” y “la ética” tenemos que preguntar qué son dichas “ontología” y “ética”. Habrá que meditar si lo que puede ser nombrado en ambos rótulos sigue siendo adecuado y está cerca de lo que le ha sido asignado al pensar, el cual, en cuanto pensar, tiene que pensar la verdad del ser antes que ninguna otra cosa. Heideggeriana: CartaH
La palabra acerca del ser como fundamento dice: el ser siendo él mismo fundamento – queda sin fundamento; es decir, ahora, sin porqué. Si intentamos pensar el ser como fundamento, tenemos que dar entonces un paso atrás que nos haga retroceder más acá de la pregunta: ¿por qué? Pero entonces, ¿a qué podemos atenernos aún? En la “Colección de sentencias” del año 1815, dice Goethe: “Cómo?, ¿cuándo? y adónde? ¡Siguen callados los dioses! Tú atente al porque y no preguntes: ¿por qué?” Heideggeriana: Fundamento1956
Ni el reconocimiento del ente como cosa de hecho [Tat-Sache] más elemental (como voluntad de poder) lleva a Nietzsche a pensar el ser en cuanto tal, ni tampoco accede a este pensar por la vía de la interpretación del ser como un “valor necesario”, ni tampoco el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” se convierte en un impulso para pensar la eternidad como instante desde lo súbito del despejado presenciar, el retorno como modo del presenciar y ambos, de acuerdo con su proveniencia esencial, desde el “tiempo” inicial [an-fänglich]. [Es decir, tiempo apropiante [er-eignende] ; es decir, tiempo desde el acaecimiento apropiante, el despejamiento y el “espacio de tiempo” [Zeit-Raum].] Heideggeriana: NiilismoSer
Cuando Nietzsche mantiene firme como visión filosófica fundamental ese reconocimiento de la voluntad de poder en el sentido de “hecho último”, se contenta con la caracterización del ser como un ente distinguido que posee el carácter de un hecho. El carácter de hecho no es pensado como tal. El atenerse a la visión fundamental lo aparta, precisamente, del camino hacia el pensar el ser en cuanto tal. La visión fundamental no ve el camino. Heideggeriana: NiilismoSer
La meditación que ahora efectuamos hace surgir continuamente la sospecha de que suponemos que el pensar de Nietzsche en el fondo tendría que pensar el ser en cuanto tal y que, puesto que no lo hace, resultaría por eso insuficiente. Nada de esto se quiere decir. Se trata, más bien, de trasladarnos, pensando en dirección de la pregunta por la verdad del ser, a la cercanía de la metafísica de Nietzsche, para experimentar lo por él pensado desde la mayor fidelidad a su pensamiento. Está lejos de este intento el propósito de difundir una representación quizá más correcta de la filosofía de Nietzsche. Sólo pensamos su metafísica para poder preguntar algo digno de cuestionarse: ¿en la metafísica de Nietzsche, que experimenta y piensa por primera vez el nihilismo como tal, se supera o no el nihilismo? Preguntando de este modo juzgamos a la metafísica de Nietzsche respecto de si lleva a cabo o no la superación del nihilismo. Sin embargo, renunciamos también a este juicio. Sólo preguntamos, y nos dirigimos la pregunta a nosotros, si y de qué modo se muestra la esencia propia del nihilismo en la experiencia y superación metafísica que hace Nietzsche de él. Se pregunta si en el concepto metafísico del nihilismo puede experimentarse su esencia, si esta esencia puede, en general, ser captada por el concepto, o si requiere del decir una rigurosidad diferente. Heideggeriana: NiilismoSer
Mientras se piense el ser del ente como lo a priori, esta determinación misma impedirá pensar el ser en cuanto ser para, por medio de esto último, experimentar entonces quizá en qué medida el ser en cuanto ser entra en esta relación apriorística respecto del ente; o sea: si esta relación sólo es algo que le sobreviene y se añade al ser, o si el ser mismo es esa relación, y qué quiere decir entonces ser y qué relación. Que toda metafísica, incluso la inversión del platonismo, piensa el ser del ente como lo a priori, testimonia sólo que la metafísica en cuanto tal deja impensado el ser. Heideggeriana: NiilismoSer
No se trata de que, en el intento de ir en contra del permanecer fuera del ser en cuanto tal y con ello en contra de éste mismo, no se siga una regla del pensar, sino de que el ser mismo no es dejado como ser, de que Él mismo es, por el contrario, dejado fuera. En tal dejar fuera reconocimos, sin embargo, un rasgo esencial del nihilismo. Querer ir de modo inmediato en contra del permanecer fuera del ser mismo querría decir no respetar al ser mismo como ser. La superación del nihilismo así querida sólo sería una severa recaída en lo impropio de su esencia, que desfigura lo que en él es propio. ¿Pero qué pasaría si la superación no fuese inmediatamente en contra del permanecer fuera de ser mismo y omitiera pretender medirse con el ser mismo yendo en contra del dejar fuera del permanecer fuera? Este dejar fuera, en la forma de la metafísica, es la obra del pensar humano. ¿Cómo no habría de ir éste en contra de su propia omisión, de la omisión de pensar el ser mismo en su desocultamiento? Casi nadie querrá poner en discusión la necesidad de un esfuerzo tal, pero esta necesidad tiene que ser previamente experimentada. Esto comporta, sin embargo, que el hombre experimente este dejar fuera en cuanto tal, es decir, que experimente lo impropio en la esencia del nihilismo. ¿Pero cómo podría ocurrir esto sin ser previamente afectado por lo propio, por el permanecer fuera del ser en su desocultamiento? No obstante, el ser no sólo retiene en sí su ocultamiento y lo conserva, por así decirlo, para sí, sino que, en conformidad con la esencial referencia del ser mismo a la esencia del hombre, el ser mismo contribuye al mismo tiempo a determinar que su dejar fuera acontezca en el pensar del hombre y por su intermedio. También una superación de ese dejar fuera sólo podría acontecer por parte del hombre de modo mediato, es decir, de modo tal que previamente el ser mismo, de modo inmediato, pretenda de la esencia del hombre que experimente el permanecer fuera del desocultamiento del ser en cuanto tal como un advenimiento del ser mismo y que piense lo así experimentado. Heideggeriana: NiilismoSer
Pero en el paso atrás, este nombre pierde al mismo tiempo su fuerza denominativa, en la medida en que, inadvertidamente, sigue diciendo “presencia y consistencia”, determinaciones a las que nunca puede adjuntarse lo esenciante del ser como un simple añadido. Por otra parte, hay que llevar al extremo el intento de pensar el ser como ser con la mirada puesta en la tradición, para experimentar que y por qué ser no se deja determinar ya como “ser”. Este límite no hace que el pensar se extinga sino que, por el contrario, lo transforma, convirtiéndolo en aquella esencia que ya está predeterminada desde el escatimarse de la verdad del ser. Heideggeriana: NiilismoSer
Lo inquietante de la necesidad de la falta de necesidad se vuelve inaccesible, ciertamente, y extiende su mal entendido imperar en el dejar fuera del ser mismo. Pero lo inquietante de esta necesidad proviene de aquello simple como lo cual permanece sosegado el sosiego del permanecer fuera del ser. Y sin embargo, en la época de la metafísica acabada el hombre apenas piensa al encuentro de esto simple. En efecto, en la medida en que sea en absoluto capaz de pensar el ser en cuanto tal, de inmediato lo grava con el empleo del concepto metafísico, ya lo tome en serio como trabajo de un limitado concebir o le niegue seriedad como un mero jugueteo incapaz de captar nada. En cualquier caso, tanto en la utilización positiva como en el distanciamiento negativo, el conocer metafísico sólo se enriquece con el empleo del saber científico. Heideggeriana: NiilismoSer
En la interpretación platónica de la entidad del ente como idea falta toda huella de una experiencia del ser como “voluntad de poder”. Pero también la fundación cartesiana de la metafísica sobre el representar en cuanto subiectum sólo parece reinterpretar la idea como idea en cuanto perceptio y pensar el ser como re-presentatividad, en lo cual la certeza se vuelve esencial pero falta igualmente el carácter de voluntad de poder. Con qué claridad el proyecto de la entidad como representatividad busca desplegar la esencia de ésta sin saber nada de una voluntad de poder, está testimoniado por la doctrina kantiana de la objetividad de los objetos. La subjetividad trascendental es la presuposición interna de la subjetividad incondicionada de la metafísica de Hegel, en la que la “idea absoluta” (el aparecerse-a-sí-mismo del re-presentar incondicionado) constituye la esencia de la realidad efectiva. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Nuestra manera de preguntar por la cosa se ha venido abajo, porque no estábamos preguntando por la obra, sino en parte por una cosa y en parte por un utensilio. Sólo que fue la estética la que desarrolló esta manera de preguntar y no nosotros. La manera en que ésta contempla de antemano la obra de arte está dominada por la interpretación tradicional de todo ente. Pero lo esencial no es el desmoronamiento de este planteamiento habitual. De lo que se trata es de empezar a abrir los ojos y de ver que hay que pensar el ser de lo ente para que se aproximen más a nosotros el carácter de obra de la obra, el carácter de utensilio del utensilio y el carácter de cosa de la cosa. A este fin, primero tienen que caer las barreras de todo lo que se da por sobreentendido y se deben apartar los habituales conceptos aparentes. Esta es la razón por la que hemos tenido que dar un rodeo, rodeo que nos devuelve enseguida al camino capaz de llevarnos a una determinación del carácter de cosa de la obra. No hay por qué negar el carácter de cosa de la obra, pero puesto que forma parte del ser-obra de la obra, dicho carácter de cosa habrá de ser pensado a partir del carácter de obra. Si esto es así, el camino hacia la determinación de la realidad de cosa que tiene la obra no conducirá de la cosa a la obra, sino de la obra a la cosa. Heideggeriana: OOA1935
(8) Pero ¿no hubo en época de Sócrates un sofista que se atrevió a decir que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, porque son, de las que no son, porque no son? ¿Acaso esta frase de Protágoras no parece salir de boca de Descartes? Y además ¿no comprende Platón el ser de lo ente como aquello que se ha visto, la idea? ¿Y la relación con lo ente en cuanto tal no es para Aristóteles la theoria, el puro mirar? Lo que pasa es que la frase sofista de Protágoras no es ningún subjetivismo, desde el momento en que sólo Descartes podía llevar a cabo la inversión del pensamiento griego. No cabe duda de que gracias al pensamiento de Platón y las preguntas de Aristóteles se lleva a cabo un cambio decisivo en la interpretación de lo ente y el hombre, pero aún está encerrado dentro de la comprensión fundamental de lo ente propia del mundo griego. Dicha interpretación es precisamente tan decisiva respecto a ella, que se convierte en el punto final del mundo griego, un final que colabora indirectamente en la posibilidad de preparación de la Edad Moderna. Es por eso por lo que, más tarde, no sólo en la Edad Media, sino a lo largo de toda la Edad Moderna, el pensamiento platónico y aristotélico pudo pasar por ser el pensamiento griego por antonomasia y todo el pensamiento preplatónico por una mera preparación para Platón. Esta larga costumbre de contemplar el mundo griego a través del tamiz de una interpretación moderna y humanista nos impide pensar el ser que se abría a los antiguos griegos en lo que tiene de propio y extraño. La frase de Protágoras reza así: “El hombre es la medida de todas las cosas (concretamente de aquellas que usa y necesita y por lo tanto siempre tiene a su alrededor, chremata chresthai), de las que están presentes, de que están presentes tal como están presentes, y de aquellas a las que les ha sido negada la posibilidad de estar presentes, de que no están presentes.” Aquel ente sobre cuyo ser se decide se entiende aquí como aquello que está presente a partir de sí mismo en esta región, dentro de la esfera del hombre. Pero ¿quién es el hombre? Platón nos informa de ello en el mismo pasaje cuando le hace decir a Sócrates: “¿Acaso no lo entiende (Protágoras) de este modo? ¿Tal como se presenta a mí una cosa en cada ocasión, tal apariencia tiene entonces para mí, pero tal como se te presenta a ti, así es como es esa cosa para ti? Pero hombre lo eres tú igual que yo”. Heideggeriana: EIM Apéndices
Nos cuesta decir qué es más grande y esencial en esta actitud pensante de los griegos al pensar el ser: la inmediatez y pureza de la visión inicial de las figuras esenciales del ente o la falta de necesidad de interrogar nuevamente la verdad de esta visión, pensado en términos modernos: de ir detrás de sus propias posiciones. Los pensadores griegos “sólo” muestran anticipadamente los primeros pasos. Heideggeriana: VontadePoder Apéndices
A pesar de ello, no necesita ser vana, como preparación del salto al pensar que piensa el ser del ente. Ahora bien, en la metafísica de Hegel – y en la metafísica del idealismo alemán en general – se trata no sólo de pensar el ser, sino que aquí se hace necesario pensar absolutamente al ente en su ser como lo absoluto, de manera absoluta. Aquí se exige un salto que tiene que salvarse nuevamente a sí mismo: el salto absoluto al absoluto. La presentación de la “Fenomenología del espíritu” osa realizar este salto. Heideggeriana: HegelFenomenologia Apéndices
Pero si, con todo el valor no le permite al ser que sea el ser que es en cuanto ser mismo, esa supuesta superación será, ante todo, la consumación del nihilismo. En efecto, la metafísica no sólo no piensa el propio ser, sino que ese no-pensar el ser se arropa en la apariencia de que, desde el momento en que estima el ser como valor es indudable que piensa el ser de la manera más digna, de tal modo que toda pregunta por el ser se torna superflua para siempre Pero si, pensando en relación con el propio ser, el pensamiento que piensa todo según valores es nihilismo, entonces hasta la experiencia de Nietzsche del nihilismo – la de que se trata de la desvalorización de los valores supremos -, es nihilista. La interpretación del mundo suprasensible, la interpretación de Dios como valor supremo, no ha sido pensada a partir del propio ser. El último golpe contra Dios y contra el mundo suprasensible consiste en que Dios, lo ente de lo ente, ha sido rebajado a la calidad de valor supremo. El golpe más duro contra Dios no es que Dios sea considerado incognoscible, ni que la existencia de Dios aparezca como indemostrable, sino que el Dios considerado efectivamente real haya sido elevado a la calidad de valor supremo. En efecto, este golpe no procede precisamente de los que están ahí y no creen en Dios, sino de los creyentes y sus teólogos, que hablan de lo más ente entre todos los entes sin que jamás se les ocurra pensar en el propio ser, con el fin de darse cuenta de que ese pensar y ese hablar, vistos desde la fe, son la blasfemia por excelencia en cuanto se mezclan con la teología de la fe. Heideggeriana: NietzscheDeus Apéndices
El desarrollo de esta pregunta a través de la siguiente prelección concluye por su parte en una pregunta. Se llama el problema fundamental de la metafísica y dice: Por qué hay ente y no. más bien nada? Se ha hablado mucho, con todo, sobre la angustia y la nada, de lo que en la prelección se trata aquí y allá: Empero, aún jamás se ha decidido meditar por qué una prelección que ensaya el pensamiento en la verdad del ser desde y en la nada, y de aquí en la esencia de la metafísica, se tome la dicha pregunta como la pretensión de la cuestión fundamental de, la metafísica. No acude a flor de labio a un. oyente atento ni una verdadera consideración de que, debe ser más importante que todo ahínco contra la angustia y la nada? Nosotros nos venos situados a través de esta cuestión ante la consideración de que una reflexión que intente pensar el ser por el camino de la nada, vuelve de nuevo al final a la pregunta por el ente. En tanto esta cuestión se pregunte. causalmente según el modo procedente de los manuales de metafísica, a través del ¿por qué ?, el pensamiento en la verdad del Ser, será negado totalmente en beneficio del conocimiento representativo del: ente por el ente. Para mayor profusión está la pregunta final, la pregunta que el metafísico Leibniz ha propuesto en sus “Principes de la nature et de la gracé”: pourquoi il y a plutôt quelque chose que rien ? (Opp. ed. Gerh. Tom. VI, 602, n. 7). Heideggeriana: EWM Apéndices
Entre las experiencias extrañas que estoy haciendo con mi conferencia se encuentra ésta: se pregunta a mi pensar de dónde recibe su indicación, como si esta pregunta fuera necesaria sólo frente a este pensar. En cambio a nadie se le ocurre preguntar: ¿de dónde le viene a Platón la indicación de pensar el ser como idea?, ¿de dónde le viene a Kant la indicación de pensar el ser como lo trascendental de la objetualidad, como posición (estado de puesto)? Pero tal vez un día la contestación a esta pregunta se podrá sacar precisamente de aquellos intentos que, como los míos, dan la impresión de una arbitrariedad sin ley. Heideggeriana: COISA Apéndices
El nombre para la provocación conjunta que dispone de este modo al hombre y al ser el uno respecto al otro, de manera que alternan su posición , reza: com-posición. [Ge-Stell] Habrá chocado este uso de la palabra, pero también decimos en lugar de “poner”, “disponer”, y no objetamos nada al empleo de la palabra dis-posición. [Ge-setz] ¿Por qué no también entonces com-posición, si lo exige una mirada al estado de cosas? Aquello, en lo que, y, a partir de lo que, hombre y ser se dirigen el uno al otro en el mundo técnico, Habla a la manera de la com-posición. En la posición alternante de hombre y ser escuchamos la llamada que determina la constelación de nuestra época. La com-posicion nos concierne en todo lugar directamente. La com-posición tiene más ser, case de que aún podamos hablar de esta manera, que toda la energía atómica y todas las máquinas, más ser que el peso de la organización, información y automatización. A primera vista, la com-posición resulta extraña porque ya no encontramos lo que significa en el horizonte de la representación, que es el que nos permite pensar el ser de lo ente como presencia – la com-posición ya no nos concierne como algo presente-. La com-posición resulta ante todo extraña porque no es una dimensión última, sino la primera en procurarnos, incluso a nosotros, lo que rige propiamente en la constelación de ser y hombre. Heideggeriana: PrincipioIdentidade Apéndices
De ahí que no deba ni sorprendernos ni maravillarnos que esta conferencia escandalice a la mayoría de los asistentes. Si algunos, empero, se sienten, ahora o más tarde, estimulados por ella para una reflexión ulterior, es cosa que no se deja precisar. Algo se impone decir acerca del intento de pensar el ser sin tomar en consideración una fundamentación del ser a partir de lo que es, de lo ente. El intento de pensar el ser sin lo ente se torna necesario, pues en caso contrario no subsiste ya, a mi parecer, posibilidad alguna de traer con propiedad a la mirada el ser de aquello que hoy es en todo el derredor del globo terráqueo, y menos aún de determinar suficientemente la relación del hombre con aquello que hasta ahora llamamos “ser”. Heideggeriana: TempoYSer Apéndices
Mediante el escrutinio del tiempo propiamente dicho en lo que tiene de propio – desde el acaecimiento como apropiación – ha resultado procedente pensar el ser sin referencia a la relación del ser a lo ente. Heideggeriana: TempoYSer Apéndices
Pensar el ser sin lo ente quiere decir: pensar el ser sin referencia a la metafísica. Pero una tal referencia continúa siendo también dominante en la intención de superar la metafísica. De ahí que convenga desistir de ese superar y abandonar la metafísica a sí misma. Heideggeriana: TempoYSer Apéndices
Por de pronto, en la siguiente proposición, contenida en este pasaje: “El intento de pensar el ser sin lo ente se torna necesario, pues en caso contrario no subsiste ya, a mi parecer, posibilidad alguna de traer con propiedad a la mirada el ser de aquello que hoy es en todo el derredor del globo terráqueo”, palpita una descomunal contradicción. Ni la necesidad ni la posibilidad de semejante contradicción fueron ulteriormente aclaradas; tan sólo se indicó que ésta se halla relacionada con la ambigüedad del “em-plazamiento” (Ge-stell), en el que se piensa con el giro “el ser de aquello que hoy… terráqueo”. En su condición de preaparición del acaecimiento apropiador, es el “em-plazamiento”, por añadidura, lo que hace necesario este intento. No es, pues, la necesidad de entender lo de hoy – como a primera vista pudiera desprenderse del texto – la verdadera motivación del intento. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer Apéndices
A continuación fue elucidado el giro “pensar el ser sin lo ente”. Este giro es al igual que la expresión utilizada en la página 25, “sin referencia a la relación del ser a lo ente” – la versión abreviada de “pensar el ser sin la referencia a una fundamentación del ser desde lo ente”. “Pensar el ser sin lo ente” quiere decir, por tanto, no que al ser le fuese inesencial la relación a lo ente, que pudiera prescindirse de esta relación; quiere decir más bien no pensar al ser al modo de la metafísica. Con la fundamentación del ser a partir de lo ente no sólo es – si bien ante todo – mentado al respecto el momento teológico de la metafísica, el cual consiste en que el summum ens como causa sui realiza la fundamentación de todo ente como tal (cfr. “Leibnizens so-. 24 metaphysische Thesen [las llamadas 24 tesis metafísicas de Leibniz]”, en Heidegger, Nietzsche, vol. Il, pp. 454 ss.). Pensada es ante todo la acuñación metafísica de la diferencia ontológica, según la cual el ser es pensado y concebido por mor de lo ente, de modo que el ser, sin perjuicio de su ser-fundamento, queda subyugado por lo ente. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer Apéndices