Pero esta nota revela con no menor claridad y concisión que Nietzsche pregunta de modo “interpretativo” por lo que experimenta como nihilismo y que interpreta lo así interrogado desde su pensar en términos de valor. La pregunta nietzscheana por lo que signifique el nihilismo es, por lo tanto, una pregunta que aún piensa, a su vez, de modo NIHILISTA. Por eso, por su manera de cuestionar, no llega al ámbito de lo que busca la pregunta por la esencia del nihilismo, o sea, a que, y cómo, el nihilismo es una historia que concierne al ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer
La metafísica de Nietzsche es NIHILISTA en la medida en que es un pensar en términos de valor y que éste se funda en la voluntad de poder como principio de toda posición de valores. De acuerdo con ello, la metafísica de Nietzsche se vuelve acabamiento del nihilismo propio porque es metafísica de la voluntad de poder. Pero si esto es así, la metafísica de la voluntad de poder es el fundamento del acabamiento del nihilismo propio, pero no puede ser de ninguna manera el fundamento del nihilismo propio en cuanto tal. Éste, aunque aún no haya llegado a su acabamiento, tiene que imperar en la esencia de la metafísica precedente. Esta última, si bien no es metafísica de la voluntad de poder, experimenta, sin embargo, al ente en cuanto tal en su totalidad como voluntad. Por más que la esencia de la voluntad que aquí se piensa pueda seguir siendo oscura en múltiples respectos, y quizá necesariamente, si se retrocede desde la metafísica de Schelling y Hegel hasta Descartes, pasando por Kant y Leibniz, el ente en cuanto tal se experimenta, en el fondo, como voluntad. Heideggeriana: NiilismoSer
La metafísica es, en cuanto metafísica, el nihilismo propio. La esencia del nihilismo es históricamente como metafísica, la metafísica de Platón no es menos NIHILISTA que la metafísica de Nietzsche. Sólo que en aquélla la esencia del nihilismo permanece oculta, mientras que en ésta aparece por completo. De todos modos, desde la metafísica y dentro de ella, no se da a conocer nunca. Heideggeriana: NiilismoSer
La experiencia ahora señalada de la esencia NIHILISTA de la metafísica no es aún suficiente para pensar la esencia de la metafísica de un modo que le sea adecuado. Esto requiere que previamente experimentemos la esencia de la metafísica desde el ser mismo. Pero suponiendo que un pensar, viniendo de lejos se halle en camino hacia ello, ese pensar tendría ante todo que aprender a saber precisamente qué quiere decir esto: el ser mismo permanece impensado en la metafísica. Tal vez el pensar, por lo pronto, sólo tenga que aprender esto. Heideggeriana: NiilismoSer
La lucha acerca del nihilismo, a favor y en contra de él, se lleva a cabo en el campo que ha delimitado el predominio de la inesencia del nihilismo. Mediante esta lucha no se decide nada. No hace más que sellar el predominio de lo impropio dentro del nihilismo. Incluso cuando opina que se halla en el lado contrario, es en el fondo y por completo NIHILISTA, en el destructivo significado habitual de la palabra. Heideggeriana: NiilismoSer
La voluntad de superar el nihilismo se desconoce a sí misma porque se excluye a sí misma de la revelación de la esencia del nihilismo como historia del permanecer fuera del ser, sin poder saber lo que hace. El desconocimiento de la imposibilidad esencial de superar el nihilismo en el interior de la metafísica, incluso mediante su inversión, puede llegar hasta el extremo de considerar inmediatamente la negación de esta posibilidad como una afirmación del nihilismo o, por lo menos, como una indiferencia que observa el proceso del deterioro NIHILISTA sin intervenir. Heideggeriana: NiilismoSer
En efecto, con la metafísica de la subjetividad que llega a su acabamiento, el cual corresponde a la extrema sustracción de la verdad del ser, comienza la época de la objetivación incondicionada y completa de todo lo que es. En la objetivación, el hombre mismo, y todo lo que pertenece a la humanidad, se convierte en una mera existencia consistente que, computado psicológicamente, queda integrado en el proceso de trabajo de la voluntad de voluntad, independientemente de que en él algunos individuos se imaginen aún libres o que otros interpreten este proceso como algo puramente mecánico. Tanto unos como otros desconocen la oculta esencia según la historia del ser, es decir la esencia NIHILISTA, que, dicho en el lenguaje de la metafísica, sigue siendo siempre algo espiritual. El hecho de que, en el proceso de la objetivación incondicionada del ente en cuanto tal, la humanidad convertida en material humano quede incluso postergada respecto de las materias primas y los materiales de trabajo, no radica en una preferencia pretendidamente materialista por la materia y la fuerza respecto del espíritu, sino que se funda en lo incondicional de la objetivación misma, que tiene que llegar a poseer y asegurar la posesión de todas las existencias consistentes, de cualquier tipo que sean. Heideggeriana: NiilismoSer
El “nihilismo” es la verdad que se torna dominante, según la cual todos las metas que tenía el ente hasta el momento se han vuelto caducas. Pero con la transformación de la anterior referencia a los valores conductores, el nihilismo llega a su acabamiento en la tarea libre y auténtica de una nueva posición de valores. El nihilismo en sí acabado y determinante para el futuro puede designarse como “nihilismo clásico”. Nietzsche caracteriza a su propia metafísica con este nombre y la comprende como el “contramovimiento” respecto de todas las anteriores. De este modo, el nombre “nihilismo” pierde el significado meramente NIHILISTA que poseía en la medida en que con él se aludía al aniquilamiento y la destrucción de los valores existentes hasta el momento, a la mera nihilidad del ente y a la falta de perspectivas de la historia humana. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿Pero si la nada no fuese un ente pero tampoco nunca lo meramente nulo? ¿Y si entonces la pregunta por la esencia de la nada no estuviera aún planteada de modo suficiente con el recurso a aquel “o bien — o bien”? ¿Y si, finalmente, la falta de esta pregunta desplegada por la esencia de la nada fuera el fundamento de que la metafísica occidental tenga que caer en el nihilismo? Entonces, el nihilismo, experimentado y comprendido de manera más originaria y esencial, sería esa historia de la metafísica que conduce hacia una posición metafísica fundamental en la que la nada no sólo no puede sino que ya ni siquiera quiere ser comprendida en su esencia. Nihilismo querría decir entonces: el esencial no pensar en la esencia de la nada. Quizás radique en esto el que el propio Nietzsche se vea obligado a pasar al nihilismo — desde su punto de vista — “acabado”. Puesto que reconoce al nihilismo como movimiento, y sobre todo como movimiento de la historia occidental moderna, pero no es capaz, sin embargo, de pensar la esencia de la nada porque no es capaz de preguntar por ella, Nietzsche tiene que convertirse en el NIHILISTA clásico que expresa la historia que ahora acontece. Nietzsche reconoce y experimenta el nihilismo porque él mismo piensa de modo NIHILISTA. El concepto nietzscheano de nihilismo es él mismo un concepto NIHILISTA. A pesar de todo lo que comprende, no es capaz de reconocer la esencia oculta del nihilismo porque lo comprende de antemano y exclusivamente desde la idea de valor, como el proceso de desvalorización de los valores supremos. Nietzsche tiene que comprender así el nihilismo porque, manteniéndose en la senda y en el ámbito de la metafísica occidental, piensa a esta última hasta su final. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
La nota de Nietzsche que hemos comentado (n. 2) da una primera visión de la esencia del nihilismo pensada de modo NIHILISTA, una perspectiva de la dirección en la que Nietzsche concibe el nihilismo. El nihilismo es el proceso de la desvalorización de los valores supremos. El nihilismo es la legalidad interna de ese proceso, la “lógica” de acuerdo con la cual se produce, en correspondencia con su propia esencia, la caducidad de los valores supremos. ¿En qué se funda esta legalidad misma? Para la comprensión más precisa del concepto nietzscheano del nihilismo como desvalorización de los valores supremos se trata ahora de saber a qué se alude con los valores supremos, en qué medida éstos contienen una interpretación del ente, por qué se llega necesariamente a esta interpretación del ente en términos de valor, qué transformación tiene lugar en la metafísica a causa de esta interpretación. Responderemos a estas preguntas mediante un comentario del fragmento n. 12 (XV, 148 a 151; noviembre de 1887-marzo de 1888). Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Sólo hay “resultados” cuando se calcula y se computa. En efecto, el razonamiento de Nietzsche, en cuanto razonamiento NIHILISTA, es un calcular; de qué tipo, lo dice en la sección final: “todos estos valores, recalculados psicológicamente, son resultados” de esto y de aquello. Se trata de un recálculo y un cómputo “psicológico” de los valores , un cómputo en el que nosotros mismos también estamos puestos en cuenta. Pues pensar “psicológicamente” quiere decir: pensar todo como forma de la voluntad de poder. Recalcular psicológicamente significa: estimar todo en referencia al valor y computar los valores en referencia al valor fundamental, la voluntad de poder; sacar la cuenta de en qué medida y de qué modo los “valores” son estimables de acuerdo con la voluntad de poder y de ese modo, demostrables como válidos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Con esto queda dicho: la esencia de los valores tiene su fundamento en “formas de dominio”. Los valores están esencialmente referidos al “dominio”. Dominio es el estar-en-poder del poder. Los valores están referidos a la voluntad de poder, son dependientes de ella en cuanto auténtica esencia del poder. Lo no verdadero e insostenible de los valores supremos válidos hasta el momento no radica en ellos mismos, en su contenido, en que se busque un sentido, se ponga una unidad y se fije una verdad. Lo no verdadero lo ve Nietzsche en que esos valores sean trasladados a un ámbito que “es en sí”, dentro del cual y a partir del cual habrían de valer en sí mismos y de modo incondicionado; mientras que, por el contrario, tienen su origen y su ámbito de validez sólo en una determinada especie de la voluntad de poder. Si volvemos a pensar el título del fragmento n.12, “Caducidad de los valores cosmológicos”, desde la sección final, se verá ahora que ese título sólo cubre la totalidad del fragmento si comprendemos de antemano el nihilismo del que habla Nietzsche como historia, es decir, al mismo tiempo de modo positivo como etapa previa a una “nueva” posición de valores, y esto de manera tan decidida que experimentemos precisamente al nihilismo más extremo no como total decadencia sino como transición hacia nuevas condiciones de existencia. Esta visión general de la esencia del nihilismo fue fijada por Nietzsche en la época de la redacción del fragmento 12 en la siguiente nota: “Visión general. Efectivamente, todo gran crecimiento lleva consigo un enorme desmoronarse y perecer. el padecer, los síntomas de declinación pertenecen a las épocas de un enorme avance; todo movimiento fértil y poderoso de la humanidad ha creado al mismo tiempo un movimiento NIHILISTA. En determinadas circunstancias, el hecho de que llegara al mundo la forma más extrema de pesimismo, el nihilismo en sentido propio, sería el signo de un crecimiento decisivo y sumamente esencial, de la transición a nuevas condiciones de existencia. Esto he comprendido.” (n. 112; primavera-otoño de 1887) Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿Y a pesar de ello, este nihilismo no sería negativo? ¿No confirma el propio Nietzsche el carácter puramente negativo del nihilismo en esa expresiva descripción del NIHILISTA que reza así (La voluntad de poder, n. 585 A): “Un NIHILISTA es el hombre que, del mundo tal Como es, juzga que no debería ser, y del mundo que debería ser, que no existe”? Aquí, efectivamente, con una doble negación se niega absolutamente todo: primero, el mundo que está allí delante, y lugo, al mismo tiempo, el mundo suprasensible deseable desde ese mundo que está allí delante, el ideal. Pero detrás de esta doble negación está ya la afirmación única de un mundo que repudia lo habido hasta el momento, instituye lo nuevo desde sí mismo y no conoce ya un mundo superior existente en sí. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Hay que decir, por lo tanto: “El devenir” (es decir el ente en su totalidad) “no tiene ningún valor” (La voluntad de poder, n. 708). Esto, a su vez, tampoco quiere decir que el ente en su totalidad sea algo nulo o simplemente indiferente. La proposición tiene un sentido esencial. Expresa la carencia de valor del mundo. Nietzsche comprende todo “sentido” como “fin” y “meta”, pero comprende fin y meta como valores (cfr. La voluntad de poder, n. 12). De acuerdo con ello, puede decir: “La absoluta carencia de valor, es decir de sentido” (La voluntad de poder, n. 617), “”la carencia de meta en sí”” es “el principal artículo de fe” del NIHILISTA (La voluntad de poder, n. 25). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Pero entretanto no pensamos ya el nihilismo de modo “NIHILISTA” como una disolución que va desintegrándose en la nula nada. La carencia de valor y de meta entonces tampoco pueden significar ya un defecto, el mero vacío y la mera ausencia. Estos títulos nihilistas para el ente en su totalidad se refieren a algo afirmativo y algo que esencia, a saber, al modo en el que presencia el todo del ente. La palabra metafísica para ello es: el eterno retorno de lo mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
El superhombre niega la esencia que ha tenido el hombre hasta el momento, pero la niega de modo NIHILISTA. Su negación afecta a la caracterización que se ha hecho hasta el momento del hombre, a la razón. La esencia metafísica de ésta consiste en que el ente en su totalidad se proyecta y se interpreta en cuanto tal tomando como hilo conductor el pensar representante. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Pensar, comprendido metafísicamente, es el representar que percibe aquello por lo que el ente es en cada caso ente. Pero el nihilismo comprende el pensar (el entendimiento) como el tener en cuenta y el contar con un aseguramiento de la existencia consistente, pertenecientes ambos a la voluntad de poder; es decir, lo comprende como posición de valores. Por eso, en la interpretación NIHILISTA de la metafísica y de su historia, el pensamiento, es decir la razón, aparece como el fundamento y la medida conductora de la instauración de valores. La “unidad” existente “en sí” de todo el ente, el “fin” último presente “en sí” de todo el ente, lo verdadero válido “en sí” para todo el ente, aparecen como tales valores puestos por la razón. Pero la negación NIHILISTA de la razón no descarta el pensar (ratio) sino que lo recupera al servicio de la animalidad (aimalitas). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Sólo cuando de este modo la razón se ha desplegado metafísicamente como la subjetividad incondicionada y por lo tanto como el ser del ente, la inversión de la anterior preeminencia de la razón en preeminencia de la animalidad puede convertirse ella misma en incondicionada, es decir, en NIHILISTA. La negación NIHILISTA de la preeminencia metafísica, determinante del ser, de la razón incondicionada — no su eliminación total — es la afirmación del papel incondicionado del cuerpo como puesto de mando de toda interpretación del mundo. “Cuerpo” es el nombre de esa forma de la voluntad de poder en la que ésta, por estar siempre en situación, es inmediatamente accesible para el hombre en cuanto “sujeto” eminente. Por eso, Nietzsche dice: “Esencial: partir del cuerpo y utilizarlo como hilo conductor” (La voluntad de poder, n. 532; cfr. n. 489, n. 659). Pero si el cuerpo se convierte en hilo conductor de la interpretación del mundo, esto no quiere decir que lo “biológico” y lo “vital” esté transpuesto a la totalidad del ente y ésta misma sea pensada de modo “vital”, sino que significa: el ámbito particular de lo “vital” es concebido metafísicamente como voluntad de poder. La “voluntad de poder” no es nada “vital” ni nada “espiritual”, sino que lo “vital” (lo “viviente”) y lo “espiritual”, en cuanto entes, están determinados por el ser en el sentido de la voluntad de poder. La voluntad de poder se subordina la razón en el sentido del representar, poniéndola a su servicio como pensar calculante (como poner valores). La voluntad racional, hasta el momento al servicio del representar, transforma su esencia en voluntad que, en cuanto ser del ente, se ordena a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Sólo en la inversión NIHILISTA de la preeminencia del representar en preeminencia de la voluntad como voluntad de poder, la voluntad alcanza el dominio incondicionado en la esencia de la subjetividad. La voluntad ya no es sólo autolegislación para la razón que representa y que, sólo en cuanto representa, también actúa. La voluntad es ahora la pura autolegislación de sí misma: la orden de llegar a su esencia, es decir, la orden de ordenar, el puro ejercicio de poder del poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Por medio de la inversión NIHILISTA, no sólo se gira la subjetividad invertida del representar en la subjetividad del querer, sino que, mediante la preeminencia esencial de la voluntad, se ataca y transforma incluso la esencia que poseía hasta entonces la incondicionalidad. La incondicionalidad del representar está siempre condicionada aún por aquello que se le remite. La incondicionalidad de la voluntad, en cambio, da además poder para que lo remisible se vuelva tal. Sólo en este inversor dar poder de la voluntad la esencia de la subjetividad incondicionada alcanza su acabamiento. Esto no significa que alcance una perfección que tuviera que medirse aún respecto de una medida existente en sí. Acabamiento quiere decir aquí que la posibilidad más extrema de la esencia de la subjetividad, refrenada hasta el momento, se convierte en centro esencial. La voluntad de poder es, por lo tanto, la subjetividad incondicionada y, puesto que está invertida, también la subjetividad que sólo entonces ha llegado a su acabamiento y que en virtud de este acabamiento agota al mismo tiempo la esencia de la incondicionalidad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Pero la subjetividad acabada impide un exterior a sí misma. Nada que no esté en el círculo de poder de la subjetividad acabada puede reivindicar el ser. Lo suprasensible y el ámbito de un Dios suprasensible se han derrumbado. Ahora el hombre, puesto que sólo él está en medio del ente en cuanto tal en su totalidad como voluntad que representa y pone valores, tiene que ofrecer a la subjetividad acabada el lugar para su esencia pura. Por eso la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, sólo puede poner su esencia en el sujeto como el cual el hombre es y, más precisamente, aquel que ha ido más allá del hombre que existía hasta el momento. De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, es el supremo y único sujeto, es decir el superhombre. Éste no sólo va, de modo NIHILISTA, más allá de la esencia del hombre habida hasta el momento sino que, al mismo tiempo, en cuanto inversión de esta esencia, sale más allá de sí mismo hacia su incondicionalidad, y esto quiere decir, a la vez, entra en el todo del ente, en el eterno retorno de lo mismo. La nueva humanidad en medio del ente, que en su totalidad carece de meta y en cuanto tal es voluntad de poder, si se quiere a sí misma y quiere, a su modo, una meta, tiene que querer necesariamente el superhombre: “¡No la humanidad, sino el superhombre es la meta!” (La voluntad de poder, n. 1001). El “superhombre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una persona que surgirá en algún momento y aparecerá en algún lugar. En cuanto sujeto supremo de la subjetividad acabada es el puro ejercicio de poder de la voluntad de poder. El pensamiento del “superhombre” no surge, por lo tanto, de una “arrogancia” del “señor Nietzsche”. Si se quiere pensar el origen de este pensamiento desde el pensador, entonces se halla en la íntima resolución con la que Nietzsche se somete a la necesidad esencial de la subjetividad acabada, es decir, de la última verdad metafísica sobre el ente en cuanto tal. El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad quiere el ser del ente como voluntad de poder. Quiere este ser porque ella misma es querida por este ser, es decir, en cuanto humanidad, es entregada incondicionadamente a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
¿Pero de este modo no queda el ente en su totalidad interpretado a imagen del hombre y convertido en algo “subjetivo”? ¿No conduce esta humanización del ente en cuanto tal en su totalidad a un empequeñecimiento del mundo? Se impone, sin embargo, una contrapregunta: ¿quién es aquí el hombre por medio del cual y en dirección al cual se humaniza el ente? ¿En qué subjetividad se funda la “subjetivización del mundo? ¿Qué sucede si el hombre tal como ha sido hasta él momento tiene que transformarse previamente, por medio de esa única inversión NIHILISTA, en el superhombre que, en cuanto suprema voluntad de poder, quiere dejar ser al ente como ente? “ […] no más voluntad de conservación, sino de poder; no más el grito humilde “todo es sólo subjetivo”, sino “¡es también obra nuestra!, ¡estemos orgullosos de ello!”” (La voluntad de poder, n. 1059). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Si la animalidad del hombre es reconducida a la voluntad de poder como su esencia, el hombre se convierte por fin en el “animal fijado”. “Fijar” [Fest-stellen] significa aquí: establecer y delimitar la esencia y, de ese modo, hacerla a la vez consistente [beständig], hacer que se detenga en un estar [zum Stehen bringen] en el sentido del incondicionado estar por sí [Selbstständigkeit] del sujeto del representar. Por el contrario, el hombre que ha existido hasta el momento, que busca su distinción exclusivamente en la razón, es el “animal aún no fijado” (XIII, 276). “Humanización”, por lo tanto, pensada de modo NIHILISTA, quiere decir hacer que en primer lugar el hombre se vuelva hombre mediante la inversión de la preeminencia de la razón en preeminencia del “cuerpo”. Entonces, y al mismo tiempo, quiere decir: la interpretación del ente en cuanto tal en su totalidad de acuerdo con este hombre inverso. Por eso Nietzsche puede decir: “”Humanización” es una palabra llena de prejuicios y en mis oídos suena de modo casi inverso a como suena en los vuestros” (XIII, 206). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La fijación metafísica del hombre como animal significa la afirmación NIHILISTA del superhombre. Sólo donde el ente en cuanto tal es voluntad de poder y el ente en su totalidad eterno retorno de lo mismo, puede llevarse a cabo la inversión NIHILISTA del hombre existente hasta el momento en superhombre y tiene que ser el superhombre como sujeto supremo de sí mismo erigido para sí por la subjetividad incondicionada de la voluntad de poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
El superhombre no significa un burdo aumento de la arbitrariedad de los hechos de violencia usuales, según el modo del hombre existente hasta el momento. A diferencia de toda mera exageración del hombre actual hasta la desmesura, el paso al superhombre transforma esencialmente al hombre que ha existido hasta el momento en su “inverso”. Éste tampoco presenta simplemente un “nuevo tipo” de hombre. Antes bien, el hombre inverso de modo NIHILISTA es por vez primera el hombre como tipo. “Se trata del tipo: la humanidad es meramente el material experimental, el enorme excedente de lo fallido: un campo de ruinas.” (La voluntad de poder, n. 713) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
“Un viejo chino decía que había oído que cuando los reinos deben sucumbir tienen muchas leyes.” (La voluntad de poder, n. 745) De la simplicidad que le es propia a la voluntad de poder proviene la univocidad, el pulido y la firmeza de todas sus improntas y sus tipos. Sólo de ella surge y sólo a ella le corresponde lo típico. Pero el modo en que la transvaloración NIHILISTA clásica de todos los valores anticipa, diseña y lleva a efecto las condiciones del dominio incondicional de la tierra es el “gran estilo”. Éste determina el “gusto clásico”, del que “forma parte una porción de frialdad, de lucidez, de dureza: lógica sobre todo, felicidad en la espiritualidad, “tres unidades”, concentración, odio al sentimiento, la sensibilidad, el esprít, odio a lo múltiple, a lo inseguro, a lo vago, al presentimiento, así como a lo breve, agudo, bonito, benévolo. No se debe jugar con fórmulas artísticas: se debe cambiar la vida para que después tenga que formularse” (La voluntad de poder, n. 849). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Si el ente en su totalidad es eterno retorno de lo mismo, a la humanidad que tiene que comprenderse como voluntad de poder en medio de esa totalidad sólo le queda la decisión de querer la nada experimentada de modo NIHILISTA antes que no querer en absoluto y abandonar así su posibilidad esencial. Si la humanidad quiere la nada entendida de modo clásico-nihilista (la carencia de meta del ente en su totalidad), se crea, bajo el martillo del eterno retorno de lo mismo, una situación que hace necesaria la especie inversa de hombre. Este tipo de hombre pone, dentro de la totalidad carente de sentido, a la voluntad de poder como “sentido de la tierra”. El último período del nihilismo europeo es la “catástrofe”, en el sentido afirmativo de giro: “la emergencia de una doctrina que criba a los hombres… que a los débiles los impulsa a tomar resoluciones, y también a los fuertes” (La voluntad de poder, n. 56). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Nietzsche reserva las expresiones “lo verdadero” y “la verdad” para lo que Platón denomina lo “verdaderamente ente” (ontos on, alethos on), con lo que se alude al ser del ente, a la idea. Por eso, “lo verdadero” y “el ente”, “el ser” y “la verdad” significan para Nietzsche lo mismo. Pero puesto que piensa de modo moderno, la verdad no es sólo en general una determinación del conocer que representa sino que, conforme a la transformación del representar en remitir asegurador, consiste en poner lo constante. El tener la “verdad” es el tener-por-verdadero que re-presenta (La voluntad de poder, n. 507). Lo verdadero es lo fijado en el pensar representante y por lo tanto lo consistente. Pero éste, después de la transvaloración NIHILISTA, no tiene más el carácter de lo suprasensible que está en sí allí delante. Lo consistente asegura la existencia consistente de lo viviente, en la medida en que éste necesita un entorno fijo a partir del cual conservarse. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
El intento de explicar la frase de Nietzsche “Dios ha muerto” debe ponerse al mismo nivel que la tarea de interpretar qué quiere decir Nietzsche con nihilismo, con el fin de mostrar su propia postura respecto a éste. Como, sin embargo, ese nombre se usa a menudo a modo de lema y término provocador, y también muy a menudo como palabra peyorativa y condenatoria, es necesario saber lo que significa. No basta con reclamarse como poseedor de la fe cristiana o alguna convicción metafísica para estar ya fuera del nihilismo. Del mismo modo, tampoco todo el que se preocupa por la nada y su esencia es un NIHILISTA. Heideggeriana: NietzscheDeus
Parece que gusta usar ese nombre en un tono como si el mero adjetivo NIHILISTA ya bastase, sin añadirle ningún pensamiento a la palabra, para suministrar la prueba de que una meditación sobre la nada precipita ya en la nada y comporta la instauración de la dictadura de la nada. Heideggeriana: NietzscheDeus
En general, habrá que preguntar si el nombre nihilismo, pensado estrictamente en el sentido de la filosofía de Nietzsche, sólo tiene un significado NIHILISTA, es decir, negativo, un significado que empuja hacia una nada anuladora. Así pues, visto el uso confuso y arbitrario de la palabra nihilismo, será necesario — antes de una explicación concreta sobre lo que el propio Nietzsche dice acerca del nihilismo — ganar el correcto punto de vista desde el que podemos permitirnos preguntar por el nihilismo. Heideggeriana: NietzscheDeus
Pero si, con todo el valor no le permite al ser que sea el ser que es en cuanto ser mismo, esa supuesta superación será, ante todo, la consumación del nihilismo. En efecto, la metafísica no sólo no piensa el propio ser, sino que ese no-pensar el ser se arropa en la apariencia de que, desde el momento en que estima el ser como valor es indudable que piensa el ser de la manera más digna, de tal modo que toda pregunta por el ser se torna superflua para siempre Pero si, pensando en relación con el propio ser, el pensamiento que piensa todo según valores es nihilismo, entonces hasta la experiencia de Nietzsche del nihilismo — la de que se trata de la desvalorización de los valores supremos —, es NIHILISTA. La interpretación del mundo suprasensible, la interpretación de Dios como valor supremo, no ha sido pensada a partir del propio ser. El último golpe contra Dios y contra el mundo suprasensible consiste en que Dios, lo ente de lo ente, ha sido rebajado a la calidad de valor supremo. El golpe más duro contra Dios no es que Dios sea considerado incognoscible, ni que la existencia de Dios aparezca como indemostrable, sino que el Dios considerado efectivamente real haya sido elevado a la calidad de valor supremo. En efecto, este golpe no procede precisamente de los que están ahí y no creen en Dios, sino de los creyentes y sus teólogos, que hablan de lo más ente entre todos los entes sin que jamás se les ocurra pensar en el propio ser, con el fin de darse cuenta de que ese pensar y ese hablar, vistos desde la fe, son la blasfemia por excelencia en cuanto se mezclan con la teología de la fe. Heideggeriana: NietzscheDeus
Entretanto, por lo menos nuestra reflexión ve con mayor claridad un rasgo de la esencia del nihilismo. La esencia del nihilismo reside en la historia según la cual, en la manifestación de lo ente como tal en su totalidad, no se toca para nada al ser mismo y su verdad, de tal modo, que la verdad de lo ente como tal vale para el ser porque falta la verdad del ser. Es cierto que en la época de la incipiente consumación del nihilismo, Nietzsche experimentó y al mismo tiempo interpretó de manera NIHILISTA algunos rasgos del nihilismo, y, de esta manera, ocultó por completo su esencia. Pero Nietzsche nunca reconoció la esencia del nihilismo, como tampoco lo hizo ninguna metafísica anterior a él. Heideggeriana: NietzscheDeus
Con todo, si la esencia del nihilismo reside en la historia que quiere que la verdad del ser falte por completo en la manifestación de lo ente como tal en su totalidad y, de acuerdo con esto no ocurra nada con el ser mismo y su verdad, entonces, en cuanto historia de la verdad de lo ente como tal, la metafísica es en su esencia, nihilismo. Si la metafísica es el fundamento histórico de la historia universal determinada occidental y europeamente, entonces dicha historia es NIHILISTA en un sentido muy diferente. Heideggeriana: NietzscheDeus
Todavía hoy, — como no podía ser menos —, se recoge lo fecundo de su decir en la “descripción” bien entendida. Pero la óptica y el círculo visual que guían el describir no están determinados ya, o no lo están de modo adecuado, como antes. Pues usted no participa ya en aquella acción del nihilismo activo, que también en El trabajador es pensada en sentido nietzscheano en la dirección de una superación. Sin embargo, el no-tomar-parte no significa en absoluto: estar fuera del nihilismo, máxime si la esencia del nihilismo no es NIHILISTA y si la historia de esta esencia es más vieja y sigue siendo más joven que las fases históricamente constatables de las diversas formas del nihilismo. Por ello no pertenece a su obra El trabajador y el subsiguiente, y todavía más sobresaliente ensayo Sobre el dolor (1934) a los actos retirados del movimiento NIHILISTA. Al contrario: me parece que esas obras quedan, porque, en la medida en que hablan el lenguaje de nuestro siglo, puede prenderse de nuevo en ellas la discusión todavía no conseguida con la esencia del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer
¿En qué consiste, pues la superación [Überwindung] del nihilismo? En la convalecencia [Verwindung] de la metafísica. Esto es un pensamiento chocante. Se intenta eludirlo. Hay menos ocasión todavía de suavizarlo. Sin embargo, la aceptación de aquel pensamiento encontrará menos resistencia si tenemos en cuenta que a consecuencia de él la esencia del nihilismo no es nada NIHILISTA, y que no se le sustrae nada a la vieja dignidad de la metafísica si su propia esencia esconde en sí misma el nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer
SPIEGEL: Sin embargo, hay que decir que estamos bien aquí y que en nuestro tiempo no tendremos que marcharnos; pero, ¿quién sabe si el destino del hombre es estar en la Tierra? Es pensable que el hombre no tenga destino alguno. Pero, de todos modos, puede contemplarse también como una posibilidad humana salir de la Tierra a otros planetas; para lo cual falta aún seguramente mucho tiempo. Pero, ¿dónde está escrito que el hombre tenga aquí su sitio? HEIDEGGER: Si no estoy mal orientado, sé, por la experiencia e historia humanas, que todo lo esencial y grande sólo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición. La literatura actual, por ejemplo, es en gran parte destructiva. SPIEGEL: Nos molesta la palabra destructiva en la medida en que suena a nihilismo, palabra que, debido precisamente a Vd. y a su filosofía, ha ampliado enormemente su contexto significativo. Nos sorprende oír la palabra “destructiva” con relación a la literatura, aunque Vd. podría o tendría que verla formando parte íntegramente de ese nihilismo. HEIDEGGER: Yo diría que la literatura a la que me he referido no es NIHILISTA en el sentido que esta palabra tiene en mi pensamiento (Nietzsche, II, p. 335 y ss.) Heideggeriana: DerSpiegel