lenguaje del pensar

Por lo tanto, entendemos la primera, determinante comunicación de la “Fenomenología del espíritu”, es decir, su primer título elegido e interpretado en la “Introducción”, “Ciencia de la experiencia de la conciencia”, recién cuando el sonido de la palabra y la comprensión sugerida primero por éste se nos ha verdaderamente desaparecido en el saber. Pero este desaparecer tiene que realizarse en el hacer desaparecer. Ello sucede en la “experiencia” de que ninguna interpretación de los “genitivos” es suficiente, sean tomados por sí o juntos, para captar lo esencial. Mas porque sucede así con el lenguaje del pensar pensante, no está abandonado a la arbitrariedad, sino atado a un rigor, con respecto al cual toda mera adecuación a los objetos del describir y relatar queda infinitamente rezagada. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Cuando, por el contrario, nuestro recorrido por el texto de Hegel le impone el nombre de “ser” tanto a la manifestación del saber que se manifiesta, como a la absolutez de lo absoluto, a primera vista esto puede parecer una arbitrariedad. Sin embargo, este uso lingüístico no es ni arbitrario ni un caso de mera terminología, siempre que supongamos que el lenguaje del pensar debe ser coincidente con una terminología que, según su esencia, es un instrumento de las ciencias. Pero el lenguaje del pensar, crecido a partir de su destino, llama a lo pensado por otro pensar hacia la claridad de su pensar mismo, el del lenguaje, a fin de liberar a ese otro en su propia esencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

La conservación del grado de poder alcanzado por la voluntad en cada ocasión consiste en que la voluntad se rodea de un círculo al que puede recurrir en todo momento y con toda confianza para afianzar su seguridad. Este círculo delimita las existencias de presencia (de ousia, según el significado cotidiano de la palabra entre los griegos) disponibles inmediatamente para la voluntad. Estas existencias sin embargo sólo se convierten en algo permanente y estable esto es en algo que está siempre a disposición, cuando se las establece por medio de un poner. Este poner tiene la naturaleza de un producir que pone algo delante, que representa Lo que se torna estable de esta manera es lo que permanece. Nietzsche llama a eso estable, fiel a la esencia del ser que reina en la historia de la metafísica (ser = presencia constante), “lo ente”. Mostrándose fiel al lenguaje del pensar metafísico una vez más, a menudo nombra a eso estable “el ser”. Desde el inicio del pensamiento occidental, lo ente pasa por ser lo verdadero y la verdad, aunque el sentido de ‘ente’ y ‘verdadero’ se han transformado en múltiples ocasiones. A pesar de todas las inversiones y transvaloraciones que lleva a cabo, Nietzsche no se sale una vía nunca rota de las tradiciones metafísicas cuando llama simplemente ser, ente o verdad a eso que se ha fijado dentro de la voluntad de poder a fin de asegurar su conservación. De acuerdo con esto, la verdad es una condición dispuesta en la esencia de la voluntad de poder, concretamente la de la conservación de poder. La verdad es, en cuanto tal condición, un valor. Pero como la voluntad sólo puede querer si dispone de algo estable, la verdad es el valor necesario para la voluntad de poder que parte de la esencia de dicha voluntad de poder. El nombre verdad no significa ahora ni el desocultamíento de lo ente, ni la coincidencia de un conocimiento con su objeto, ni la certeza que se ocupa de disponer y asegurar lo representado. Verdad es ahora – concretamente teniendo presente un origen esencial histórico a partir de los modos citados de su esencia -, el estable aseguramiento de las existencias del círculo a partir del que la voluntad de poder se quiere a sí misma. Heideggeriana: NietzscheDeus

Si escuchamos en la palabra nihilismo ese otro tono en el que resuena la esencia de lo nombrado, también oiremos de otro modo el lenguaje del pensar metafísico, que ha experimentado parte del nihilismo aunque sin haber podido pensar su esencia. Tal vez un día, con ese otro tono en nuestros oídos, meditemos sobre la época de la incipiente consumación del nihilismo de manera distinta a lo hecho hasta ahora. Tal vez entonces reconozcamos que ni las perspectivas políticas, ni las económicas ni las sociológicas, ni las técnicas y científicas, ni tan siquiera las metafísicas y religiosas, bastan para pensar eso que ocurre en esta era. Lo que esta época le da a pensar al pensamiento no es algún sentido profundamente escondido, sino algo muy próximo, lo más próximo, y que, precisamente por ser sólo eso, pasamos siempre por alto. Al pasar por encima de ello damos constantemente muerte, sin darnos cuenta, al ser de lo ente. Heideggeriana: NietzscheDeus

La mirada a las dificultades del lenguaje debería ponernos en guardia para no convertir en moneda corriente el lenguaje del pensar ahora intentado, construyendo con demasiado apresuramiento una terminología, así como para no hablar ya mañana sobre la resolución en lugar de dedicar todos los esfuerzos a la penetración de nuestro pensar en lo ya expuesto. Pues lo expuesto fue dicho en un seminario. Y un seminario es, como ya lo indica la palabra, un lugar y una ocasión de arrojar aquí y allá una semilla, de dispersar un germen de meditación que tal vez algún día se abra a su manera y fructifique. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

En esta sesión fue nuevamente abordado el discurso, iniciado en una sesión anterior, en torno a modelos ónticos – por ejemplo, el ofrecer, el don, etc., como procesos ónticos en el tiempo-. Un pensar que piensa en modelos no debe ser inmediatamente caracterizado por ello como un pensar técnico, porque no hay que entender aquí modelo en el sentido técnico, como réplica o proyecto de algo a escala reducida. Modelo es más bien aquello de lo cual el pensar ha necesariamente menester de desembarazarse como de una presuposición natural, de manera tal que este “aquello de lo cual” sea a la par el “aquello mediante lo cual” se desembaraza. En la necesidad de usar modelos, el pensar coincide con el lenguaje. El lenguaje del pensar sólo puede partir del lenguaje natural. Pero éste está, en el fondo, determinado por la historia de la metafísica. En él está ya dada de antemano – al modo de lo evidente de suyo – una interpretación. Desde esta perspectiva, sólo se da para el pensar la posibilidad de buscar modelos a utilizar y consumar así el tránsito a lo especulativo. Como ejemplos de contenidos temáticos pensados a partir de modelos se nombraron: 1) la proposición especulativa en Hegel, que es desarrollada tomando por modelo la proposición ordinaria y ciertamente de manera que ésta libra el modelo a utilizar para la proposición especulativa; 2) el modo de movimiento del noein, tal y como es dilucidado en Las Leyes de Platón, a saber, tomando por modelo el automovimiento de los seres vivos. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Así en la subsiguiente discusión en torno al lenguaje se trató con mayor precisión la relación que subsiste entre los llamados lenguajes naturales y el lenguaje del pensar. El discurso de modelos ónticos da por supuesto que el lenguaje tiene principalmente un carácter óntico, de manera que el pensar, que sólo puede manifestar mediante la palabra lo que quiere decir ontológicamente, se encuentra en el trance de tener que utilizar al respecto modelos ónticos. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Pero, aun prescindiendo de que el lenguaje no es sólo óntico sino globalmente óntico-ontológico, cabe preguntar si no pudiera darse un lenguaje del pensar que de tal manera hablase lo simple del lenguaje que hiciese cabalmente visible la limitación del lenguaje metafísico. Pero de eso no se puede hablar. Esto lo decide el éxito o el fracaso que acompañe a un tal decir. En lo que en definitiva concierne al lenguaje natural, no es éste primeramente metafísico. Mucho más bien es metafísica, ligada a la ontología griega, nuestra interpretación del lenguaje ordinario. Pero la relación del hombre al lenguaje pudiera transformarse análogamente a la transformación de la relación al ser. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer