Esta es la esencia originaria de la ciencia. Pero, ¿no han pasado ya dos milenios y medio desde este inicio? ¿No ha cambiado el progreso del obrar humano también a la ciencia? ¡Sin duda! La subsiguiente interpretación teológico-cristiana del mundo, así como el posterior pensamiento técnico-matemático de la modernidad, han alejado a la ciencia, temporal y temáticamente, de su inicio. Pero con ello el inicio no ha sido en absoluto superado ni reducido a LA NADA. Pues, dado que la ciencia griega originaria es algo grande, el inicio de esta grandeza es lo más grande de ella. La esencia de la ciencia no podría ser vaciada y aprovechada, como sucede hoy, pese a todos sus resultados y todas las “organizaciones internacionales”, si la grandeza de su inicio no se mantuviera aún vigente. El inicio es aún. No está tras de nosotros como algo ha largo tiempo acontecido, sino que está ante nosotros. El inicio, en tanto que es lo más grande, ha pasado ya de antemano por encima de todo lo venidero y, de este modo, también sobre nosotros. El inicio ha incidido ya en nuestro futuro, está ya allí como el lejano mandato de que recobremos de nuevo su grandeza. [UniversidadeAlemana]
Como se habla contra el “humanismo”, se teme una defensa de lo in-humano y la glorificación de la brutalidad bárbara. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que a quien niega el humanismo sólo le quede la afirmación de la inhumanidad? Como se habla contra la “lógica”, se entiende que se está planteando la exigencia de negar el rigor del pensar, de instaurar en su lugar la arbitrariedad de los instintos y sentimientos y de este modo proclamar el “irracionalismo” como lo verdadero. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien habla contra lo lógico esté defendiendo lo alógico? Como se habla contra los “valores”, surge la indignación contra una filosofía que supuestamente se atreve a entregar al desprecio a los mayores bienes de la humanidad. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” sino que un pensar que niega los valores deseche necesariamente todo como carente de valor? Como se dice que el ser del hombre consiste en “ser-en-el-mundo”, se encuentra que el hombre ha sido rebajado a un ser que sólo está acá, de este lado, con lo que la filosofía se hunde en el positivismo. Pues, en efecto ¿qué más “lógico” que quien afirma la mundanidad del ser hombre sólo permita que valga el acá, negando el más allá y por ende toda “trascendencia”? Como se remite a la sentencia de Nietzsche sobre “la muerte de dios”, se declara tal hecho como ateísmo. Pues, en efecto, qué más “lógico” que quien ha experimentado la muerte de dios sea un a-teo, un sin-dios? Como en todo lo que se viene citando siempre se habla en contra de lo que la humanidad considera como excelso y sagrado, esta filosofía enseña un “nihilismo” irresponsable y destructivo. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien niega en todo lugar lo verdaderamente ente se sitúe del lado de lo no-ente y con ello predique la mera nada como sentido de la realidad? ¿Qué es lo que pasa aquí? Oímos hablar de “humanismo”, de “lógica”, de “valores”, de “mundo”, de “dios”. Además, oímos hablar de una oposición. Conocemos y asumimos todo lo nombrado como lo positivo. Por contra, todo lo que se ha dicho contra lo nombrado, aún antes de haber reflexionado a fondo sobre lo que se ha oído, lo asumimos en el acto como su negación y tal negación como lo “negativo”, en el sentido de destructivo. Efectivamente, en Ser y tiempo se habla expresamente de la “destrucción fenomenológica”. Con la ayuda de la tan invocada lógica y ratio consideramos que lo que no es positivo es negativo, que por lo tanto rechaza la razón y en consecuencia merece llevar el sello del desprecio. Estamos tan imbuidos de “lógica” que todo lo que va en contra de la habitual somnolencia del opinar pasa a ser considerado en el acto como una oposición que debe ser rechazada. Se desecha todo lo que se sale fuera del conocido y querido elemento positivo arrojándolo a la fosa previamente preparada de la mera negación, que lo niega todo, acabando en LA NADA y consumando de ese modo el nihilismo. Siguiendo esta vía lógica se deja que todo acabe hundiéndose en un nihilismo inventado con ayuda de la lógica. [CartaHumanismo]
Con lo salvo aparece el mal en el claro del ser. Su esencia no consiste en lo malvado de los actos humanos, sino en la pura maldad de la ferocidad. Pero ambos, lo salvo y lo feroz, sólo pueden estar presentes en el ser en la medida en que el propio ser es la causa de litigio. En él se esconde el origen esencial del desistir. Lo que desiste se aclara como aquello que tiene carácter de nada. Y eso puede expresarse mediante el “no”. Pero la “nada” no surge en ningún caso del decir-no de la negación. Todo “no” que no se interprete erróneamente como un insistir obstinado de la fuerza impositiva de la subjetividad, sino que siga siendo un “no” de la ex-sistencia que deja ser, está respondiendo a la llamada del desistir surgido en el claro. Todo “no” es únicamente la afirmación del no de LA NADA. Toda afirmación reposa sobre un reconocimiento, el cual deja que venga a él aquello hacia lo que él va. Se suele creer que es imposible encontrar el desistir en lo ente mismo. Y es verdad mientras busquemos el desistir como algo ente, como una cualidad que es y que está en lo ente. Pero buscando de este modo, no se busca el desistir. Tampoco el ser es una cualidad que es y que se pueda encontrar en lo ente. Y, sin embargo, el ser es más que todo ente. Desde el momento en que el desistir se presenta en el ser mismo, ya no podremos percibirlo nunca como algo que es en lo ente. Además, la referencia a esta imposibilidad no demuestra en modo alguno que el origen del no de LA NADA esté en el decir no. Parece como si esta demostración sólo funcionara cuando se considera a lo ente como lo que es objetivo respecto a la subjetividad. Así pues, y puesto que nunca aparece como algo objetivo, de esta alternativa se deduce que el no de LA NADA tiene que ser innegablemente el producto de un acto del sujeto. Ahora bien, lo que nunca podrá decidirse a partir de la reflexión subjetiva sobre el pensar ya dispuesto como subjetividad es si el decir-no es el primero que plantea el no de LA NADA a modo de algo meramente pensado o si es el desistir el primero que reclama el no como lo que hay que decir en el dejar ser a lo ente. En esta reflexión aún no se ha alcanzado la dimensión apropiada para un adecuado planteamiento del asunto. Queda por preguntar si, suponiendo que el pensar forme parte de la ex-sistencia, todo “sí” y todo “no” no exsisten ya acaso en la verdad del ser. Si es así, entonces el “sí” y el “no” ya están en sí mismos al servicio del ser y prestándole toda su atención. En cuanto tales servidores que atienden fielmente al ser, nunca pueden ser los primeros en disponer aquello de lo que ellos mismos forman parte. [CartaHumanismo]
El desistir está presente en el ser mismo, pero en ningún caso en el Dasein del hombre cuando éste es pensado como subjetividad del ego cogito. El Dasein no desiste en la medida en que el hombre, como sujeto, lleva a cabo el desistimiento en el sentido del rechazo, sino que el ser-aquí desiste en la medida en que por ser la esencia en la que el hombre ex-siste, él mismo pertenece a la esencia del ser. El ser desiste… en cuanto ser. Por eso, en el idealismo absoluto de Hegel y Schelling aparece el no de LA NADA en cuanto negatividad de la negación en la esencia del ser. Ahora bien, éste está pensado allí en el sentido de la realidad absoluta, comprendida como voluntad incondicionada que se quiere a sí misma en calidad de voluntad de saber y de amor. En esta voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. Lo que no podemos entrar a debatir aquí es por qué sin embargo la negatividad de la subjetividad absoluta es de tipo “dialéctico” y por qué por medio de la dialéctica emerge en primer plano el desistir, pero al mismo tiempo permanece velado en su esencia. [CartaHumanismo]
Lo que desiste en el ser es la esencia de aquello que yo llamo LA NADA. Es precisamente por eso, porque piensa el ser, por lo que el pensar piensa LA NADA. [CartaHumanismo]
En tal preguntar sí suponemos, sin embargo, que en lo que nombra el nombre “nihilismo” LA NADA ejerce su esencia, en el sentido de que del ente en cuanto tal, en el fondo, no “hay” nada. Con esto no sometemos de ningún modo al pensamiento de Nietzsche a una exigencia inadecuada y excesiva. En efecto, en la medida en que experimenta el nihilismo como la historia de la desvalorización de los valores supremos y que piensa la superación del nihilismo como el contramovimiento que adopta la figura de la transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento, la cual se lleva a cabo desde el principio, expresamente reconocido, de la posición de valores, Nietzsche piensa precisamente el ser, es decir, el ente en cuanto tal, y de este modo comprende mediatamente al nihilismo como una historia en la que algo acontece con el ente en cuanto tal. [NiilismoSer]
Pensado de manera rigurosa, no es que nosotros supongamos algo respecto de algo, sino que nos sometemos a la exigencia del lenguaje. Éste requiere que, en la palabra “nihilismo” pensemos el “nihil”, LA NADA, a una con la circunstancia de que algo ocurre en el ente en cuanto tal. El lenguaje requiere que no sólo entendamos correctamente los productos léxicos artificiales que se dan en las meras palabras, sino que, en la palabra y con ella, prestemos atención a la cosa dicha. Nos sometemos a la exigencia que plantea el nombre “nihilismo” de pensar una historia en la que se encuentra el ente en cuanto tal. El nombre “nihilismo” nombra, a su manera, el ser del ente. [NiilismoSer]
Permanece el ocultamiento del ser, de manera tal que este ocultamiento se oculta en sí mismo. El permanecer fuera del ser es el ser mismo como tal permanecer fuera. El ser no está en algún lado por sí, separado, y además permanece fuera, sino: el permanecer fuera del ser en cuanto tal es el ser mismo. En el permanecer fuera se encubre consigo mismo. Este velo que se desvanece a sí mismo, como el cual el ser mismo esencia en el permanecer fuera, es LA NADA en cuanto ser mismo. [NiilismoSer]
¿Vislumbramos lo que esencia en LA NADA que ahora hay que pensar? ¿Nos atrevemos a pensar la posibilidad de que esta nada sea infinitamente diversa de la vacía nihilidad? En ese caso, la caracterización de la esencia del nihilismo propio en el sentido de que del ser mismo no hay nada tendría que contener algo diferente de una comprobación meramente negativa. [NiilismoSer]
Pero desde entonces esencia al mismo tiempo, oculto, en conformidad con esa esencia, el nihilismo propio. Pensamos ahora este nombre en la medida en que nombra el nihil. Pensamos LA NADA en la medida en que concierne al ser mismo. Pensamos este “concernir” mismo como historia. Pensamos esta historia como historia del ser mismo, donde lo que esencia de esa historicidad se determina desde el ser mismo. [NiilismoSer]
El permanecer fuera del ser mismo es desfigurado en cuanto a su permanecer fuera de manera expresa, aunque irreconocible, por el carácter del pensar metafísico del pensar en términos de valor, no reconociéndose tampoco como tal esta desfiguración. En la interpretación del ser como valor LA NADA del ser queda sellada, de lo que forma parte que este sellar mismo se comprenda como el nuevo sí al ente en cuanto tal en el sentido de la voluntad de poder, es decir como superación del nihilismo. [NiilismoSer]
La necesidad de tener que pensar la esencia del “nihilismo” en conexión con la “transvaloración de todos los valores”, con la “voluntad de poder”, con el “eterno retorno de lo mismo”, con el “superhombre”, ya hace suponer que la esencia del nihilismo posee en sí misma muchos significados, muchos niveles y muchas formas. El término “nihilismo” permite un uso múltiple. Se puede abusar del título “nihilismo” como una ruidosa consigna carente de contenido que tiene a la vez la función de amedrentar, de descalificar y de ocultar al mismo que comete el abuso ocultando su propia falta de pensamiento. Pero también podemos experimentar toda la gravedad de lo que dice este título en el sentido de Nietzsche. Esto significa entonces: pensar la historia de la metafísica occidental como el fundamento de nuestra propia historia, y esto quiere decir como el fundamento de las decisiones futuras. Finalmente, podemos pensar de modo aún más esencial lo que Nietzsche pensaba con este término comprendiendo su “nihilismo clásico” como ese nihilismo cuya “clasicidad” consiste en que, sin saberlo, tiene que oponer una extrema resistencia al saber de su esencia más íntima. El nihilismo clásico se descubre entonces como ese acabamiento del nihilismo en el que éste se considera dispensado de la necesidad de pensar precisamente aquello que constituye su esencia: el nihil, LA NADA, en cuanto velo de la verdad del ser del ente. [NiilismoEuropeu]
El significado de la raíz latina nihil, sobre el cual ya reflexionaron los romanos (ne-hilum), sigue sin aclararse hasta el día de hoy. De acuerdo con el concepto literal, en el nihilismo se trata en todo caso de LA NADA y por lo tanto, de una manera especial, del ente en su no ser. El no ser del ente vale, sin embargo, como la negación del ente. Usualmente sólo pensamos la “nada” desde lo que en cada caso se niega. Al perforar en busca de petróleo no se encontró “nada”, quiere decir: no se encontró el ente buscado. A la pregunta: ¿hay allí petróleo? se responde en ese caso con “no”. Al perforar no se encontró por cierto “nada”, pero de ninguna manera se encontró “LA NADA”, pues no se perforó en su búsqueda, y en su búsqueda no puede perforarse, y menos con la ayuda de torres de perforación mecánicas e instalaciones similares. [NiilismoEuropeu]
¿Puede en general encontrarse LA NADA, o siquiera buscarse? ¿O no se necesita buscarla y encontrarla, porque “es” aquello que menos perdemos, es decir aquello que nunca perdemos? La nada no se refiere aquí a la negación determinada de un ente singular, sino a la negación incondicionada y completa de todo ente, del ente en su totalidad. Pero entonces LA NADA, en cuanto “negación” de todo lo “objetivo”, ya no “es” a su vez un posible objeto. Hablar de LA NADA y reflexionar sobre LA NADA se revelan así un proceder “carente de objeto”, un vacío juego de palabras, un juego que además no parece darse cuenta de que continuamente se da golpes contra sí mismo, puesto que siempre que establece algo acerca de LA NADA tiene que decir: LA NADA es esto y aquello. Incluso cuando sólo decimos: LA NADA “es” nada, decimos “de” ella evidentemente un “es” y la convertimos en un ente, le atribuimos aquello que se le debe negar. [NiilismoEuropeu]
Nadie querrá negar que este tipo de “reflexiones” entran fácilmente y resultan “contundentes”; mientras uno se mueva en el ámbito de lo fácilmente convincente, se maneje con meras palabras y se deje desconcertar por pensamientos vacíos. En efecto, no podemos tratar de LA NADA, en cuanto lo esencialmente opuesto a todo ente, más que diciendo: LA NADA “es” esto y aquello. Pero esto en principio “sólo” significa, precisamente, que también e incluso LA NADA está aún ligada al “es” y al ser. Pero ¿qué quieren decir “ser” y “es”? Al señalar de manera tan convincente esto que ya se ha convertido en una cantinela, al señalar con apariencia de agudeza que es imposible decir algo de LA NADA sin declarar por ello mismo que es, se pretende que la esencia del “ser” y del “es” , que se atribuye a LA NADA de modo presuntamente erróneo al hablar de ella, son la cosa más evidente, más clara y menos problemática del mundo. Se suscita la impresión de que se está en posesión clara, comprobada e inquebrantable de la verdad sobre el “es” y el “ser”.Ya hace tiempo, por cierto, que esta opinión anida en la metafísica occidental. Constituye uno de los fundamentos sobre los que descansa toda metafísica. Por eso también se suele liquidar LA NADA con un breve párrafo. Aparece como un estado de cosas convincente para cualquiera que LA NADA “es” lo contrario de todo ente. [NiilismoEuropeu]
Además, si se observa con más atención, LA NADA se revela como la negación del ente. Negación, decir no, decir que no, es el caso contrario de la afirmación. Ambas son las formas básicas del juicio, de la enunciación, del logos apophantikos. En cuanto resultado de la negación, LA NADA tiene un origen “lógico”. El hombre necesita, por cierto, de la “lógica” para pensar de manera correcta y ordenada, pero lo que sólo se piensa no por ello es necesariamente, es decir, no aparece, en la realidad como algo real. La nada que proviene de la negación, del decir no, es una mera construcción del pensamiento, lo más abstracto de lo abstracto. La nada es simple y absolutamente “nada”, por lo tanto lo más nulo, y por lo tanto lo que no merece más atención ni consideración. Si LA NADA no es nada, si no hay nada, tampoco el ente puede hundirse en LA NADA y todo diluirse en ella; tampoco puede existir el proceso de convertirse en nada. Entonces el “nihilismo” es una ilusión. [NiilismoEuropeu]
Evidentemente, la opinión corriente y la convicción que ha tenido hasta ahora la filosofía están en lo correcto: LA NADA no es un “ente”, no es un “objeto”. Pero no se sosiega la pregunta de si esto no-objetivo sin embargo no “es”, en la medida en que determina lo esenciante [das Wesende] del ser. Se mantiene la pregunta de si aquello que no es un objeto y no puede nunca ser un objeto “es” ya por ello LA NADA y ésta, algo “nulo”. Surge la pregunta de si la esencia más íntima del nihilismo y el poder de su dominio no consisten precisamente en que se considera a LA NADA sólo como algo nulo y al nihilismo como un endiosamiento del mero vacío, como una negación que puede compensarse inmediatamente con una vigorosa afirmación. [NiilismoEuropeu]
Quizás la esencia del nihilismo esté en que no se tome en serio la pregunta por LA NADA. Efectivamente, la pregunta permanece sin desplegar, se permanece obstinadamente en el esquema interrogativo de una alternativa hace tiempo habitual. Se dice, con la aprobación general: o bien LA NADA “es” “algo” completamente nulo, o bien tiene que ser un ente. Pero puesto que LA NADA evidentemente no puede jamás ser un ente, sólo queda lo otro, que es lo absolutamente nulo. ¿Quién quisiera substraerse a esta irrefutable “lógica”? Con todo el respeto por la lógica, el pensar correcto sólo puede ser invocado como tribunal de última instancia si previamente se ha establecido que aquello que debe ser pensado de modo “correcto” de acuerdo con las reglas de la “lógica” agota todo lo pensable, todo lo que hay que pensar y todo lo que es entregado como tarea al pensar. [NiilismoEuropeu]
¿Pero si LA NADA no fuese un ente pero tampoco nunca lo meramente nulo? ¿Y si entonces la pregunta por la esencia de LA NADA no estuviera aún planteada de modo suficiente con el recurso a aquel “o bien — o bien”? ¿Y si, finalmente, la falta de esta pregunta desplegada por la esencia de LA NADA fuera el fundamento de que la metafísica occidental tenga que caer en el nihilismo? Entonces, el nihilismo, experimentado y comprendido de manera más originaria y esencial, sería esa historia de la metafísica que conduce hacia una posición metafísica fundamental en la que LA NADA no sólo no puede sino que ya ni siquiera quiere ser comprendida en su esencia. Nihilismo querría decir entonces: el esencial no pensar en la esencia de LA NADA. Quizás radique en esto el que el propio Nietzsche se vea obligado a pasar al nihilismo — desde su punto de vista — “acabado”. Puesto que reconoce al nihilismo como movimiento, y sobre todo como movimiento de la historia occidental moderna, pero no es capaz, sin embargo, de pensar la esencia de LA NADA porque no es capaz de preguntar por ella, Nietzsche tiene que convertirse en el nihilista clásico que expresa la historia que ahora acontece. Nietzsche reconoce y experimenta el nihilismo porque él mismo piensa de modo nihilista. El concepto nietzscheano de nihilismo es él mismo un concepto nihilista. A pesar de todo lo que comprende, no es capaz de reconocer la esencia oculta del nihilismo porque lo comprende de antemano y exclusivamente desde la idea de valor, como el proceso de desvalorización de los valores supremos. Nietzsche tiene que comprender así el nihilismo porque, manteniéndose en la senda y en el ámbito de la metafísica occidental, piensa a esta última hasta su final. [NiilismoEuropeu]
La sección A está dividida en cuatro párrafos; el cuarto recoge el contenido esencial de los tres anteriores, es decir, lo que significa la caducidad de los valores cosmológicos. La sección B da una visión de las consecuencias esenciales que tiene esa caducidad de los valores cosmológicos. Señala que con ella no se produce también la caducidad del propio cosmos. Éste sólo se libera de la valoración hecha por los valores válidos hasta el momento y queda disponible para una nueva posición de valores. Por eso el nihilismo no conduce de ningún modo a LA NADA. La caducidad no es un mero derrumbe. Lo que tiene que acontecer, sin embargo, para que el nihilismo conduzca a la salvación y la reconquista del ente está indicado por la nota conclusiva agregada al final de todo el fragmento. [NiilismoEuropeu]
Nietzsche entiende aquí por “sentido” (cfr. el primer y cuarto párrafo) lo mismo que “fin”.Y con éste nos referimos al para qué y al por lo cual de todo actuar, comportarse y acontecer. Nietzsche enumera lo que el “sentido” buscado podría haber sido, es decir, pensado históricamente, lo que ha sido, y con singulares transformaciones aún es: “el orden moral del mundo”; “el aumento del amor y de la armonía en la relación entre los seres”, el pacifismo, la paz perpetua; “el acercamiento a un estado de felicidad universal”, como la mayor felicidad posible del mayor número posible; “o incluso el dirigirse a un estado de nada universal”, pues incluso este dirigirse a esta meta tiene aún un sentido: “una meta es siempre un sentido”. ¿Por qué? Porque tiene un fin, porque ella misma es el fin. ¿La nada es una meta? Ciertamente, pues el querer-nada aún le permite querer a la voluntad. La voluntad de destrucción sigue siendo voluntad. Y puesto que querer es quererse-a-sí-mismo, incluso la voluntad de nada le sigue permitiendo a la voluntad: ser ella misma, ser la voluntad. [NiilismoEuropeu]
La voluntad humana “necesita una meta, y prefiere querer LA NADA antes que no querer”. Pues la “voluntad”, en cuanto voluntad de poder, es: poder del poder o, como igualmente podemos decir: voluntad de voluntad, voluntad de permanecer arriba y de poder ordenar. Aquello ante lo que la voluntad retrocede espantada no es LA NADA, sino el no querer, la aniquilación de sus propias posibilidades esenciales. El horror ante el vacío del no querer — ese “horror vacui” — es el “hecho fundamental de la voluntad humana” . Y precisamente de este “hecho fundamental” de la voluntad humana, de que prefiera ser voluntad de nada antes que no querer, saca Nietzsche la prueba de su tesis de que la voluntad es, en su esencia, voluntad de poder (cfr. Genealogía de la moral, V11, 399; 1887). “Sentido”, “meta”, “fin” son lo que permite y posibilita a la voluntad que sea voluntad. Donde hay voluntad no hay sólo un camino sino, ante todo, una meta para ese camino, aunque ella “sólo” sea la voluntad misma. [NiilismoEuropeu]
Este nihilismo se sale de la “vida” anterior, crea los caminos “para un orden nuevo” y a lo que quiere perecer le da el “ansia del final”. De este modo, el nihilismo hace lugar y al mismo tiempo da lugar a nuevas posibilidades. Por ello, en relación a este nihilismo de una posición de valores totalmente nueva, a este nihilismo que crea un espacio, que saca al aire libre a todo ente, Nietzsche habla de “nihilismo extático” (n. 1055). En la medida en que el supremo poderío del nihilismo clásico-extático, extremo-activo, no conoce ni reconoce como medida nada fuera y por encima de él, el nihilismo clásico-extático podría “ser un modo de pensar divino” (n.15). En esta forma, el nihilismo ya no es de ninguna manera un “anhelo hacia LA NADA” (n. 15) carente de fuerza, sino que es lo contrario (cfr. nn.1010, 1023,1025). Se muestra así una plenitud esencial del nihilismo en sí misma estructurada: las ambiguas formas previas del nihilismo (pesimismo), el nihilismo incompleto, el nihilismo extremo, el nihilismo activo y pasivo, el nihilismo activo-extremo como nihilismo extático-clásico. [NiilismoEuropeu]
El ser es lo más universal [das Allgemeinste] que se encuentra en todo ente, y por lo tanto lo más común [das Gemeinste], lo que ha perdido toda caracterización o que nunca la ha poseído. Al mismo tiempo el ser es lo más único, aquello cuyo carácter único no es alcanzado nunca por ningún ente. En efecto, frente a todo ente que pudiera sobresalir se encuentra siempre un igual, es decir siempre un ente, por más diferente que pueda ser su género. Pero el ser no tiene igual. Lo que está frente al ser es LA NADA, y quizás incluso ésta sea en su esencia tributaria del ser y sólo de él. [NiilismoEuropeu]
El ser es lo más comprensible, por lo que no prestamos atención a cómo nos mantenemos sin esfuerzo en su comprensión. Esto que es lo más comprensible es, al mismo tiempo, lo menos concebido y aparentemente lo no concebible. ¿Desde dónde habríamos de concebirlo? ¿Qué “hay” fuera de él desde donde se le podría adjudicar una determinación? Pues LA NADA es lo menos apropiado para determinar, ya que “es” lo que carece de determinación, la carencia misma de determinación. Lo más comprensible se opone a toda comprensibilidad. [NiilismoEuropeu]
¿No puede el ser-ahí de los otros sustituir al ser-ahí en sentido propio? La información sobre el ser-ahí de los otros, que estuvieron conmigo y que llegaron al fin, es una mala información. De pronto su ser-ahí ya no es. Su fin sería, en realidad, LA NADA. Por esto el ser-ahí de los otros es incapaz de sustituir al ser-ahí en sentido propio, si el respectivo ser de cada uno ha de retenerse como mío. Nunca tengo el ser-ahí del otro en la forma originaria, el único modo apropiado del tener del ser-ahí : yo nunca soy el otro. [ConceitoTempo]
Este haber sido, como aquello a lo que me encamino anticipadamente, hace un descubrimiento en ese caminar mío hacia él: es el haber sido de mi mismo. Como tal pasado descubre mi ser-ahí como algo que una vez deja de estar ahí; de pronto ya no estoy entre estas y aquellas cosas, entre estas y aquellas personas, entre estas vanidades, entre estos rodeos y cotilleos. El haber sido dispersa todo disimulo y todo trajín; el haber sido lo arrastra todo consigo hacia LA NADA. El ser pasado no es ningún incidente, ningún acontecimiento en mi existencia. Es su ser pasado; no es un “qué” en ella, algo que acontezca, algo que le sobrevenga y la modifique. Este haber sido no es ningún “qué”, sino un “cómo”; es el “cómo” propio de mi existencia. Este haber sido hacia el que puedo encaminarme anticipadamente como el mío, no es un “qué, sino el “cómo” de mi ser-ahí por antonomasia. [ConceitoTempo]
Incluso en el presente del ocuparse con las cosas, el ser-ahí es el tiempo completo, de tal manera que no se deshace del futuro. El futuro es ahora aquello de lo que está pendiente el cuidado, no es el futuro propio del haber sido, sino aquel que el presente mismo se configura como el suyo, pues el haber sido, en tanto que futuro propio, nunca puede hacerse presente. Si fuera presente, entonces sería LA NADA. El futuro del que está pendiente el cuidado es tal por mor del presente. y el ser-ahí , disipándose en el ahora del mundo presente, no está dispuesto a admitir que se ha deslizado del futuro propio, y esto es así hasta el punto de que él afirma que ha aprehendido el futuro en la preocupación por el desarrollo de la humanidad y la cultura, etcétera. [ConceitoTempo]
¿Acaso el Dasein de los otros no puede sustituir al Dasein en sentido propio? La información sobre el Dasein de otros que estuvieron conmigo y que han llegado a su término es una mala información. Por una parte, [ese Dasein] ya no es más. Su fin sería, pues, LA NADA. Por eso el Dasein de otros no puede sustituir al Dasein en sentido propio, si, por otra parte, ha de mantenerse firmemente la eventualidad como mía. Jamás tengo al Dasein del otro en el modo originario que es el único modo de tener Dasein: yo nunca soy el otro. [EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)]
En este contexto, el ser de la posibilidad es siempre la posibilidad [constituida] de manera tal que sabe de la muerte, las más de las veces, en este sentido: ya lo sé, pero no pienso en ello. Sé de la muerte las más de las veces en el modo del saber que retrocede. Como interpretación del Dasein, este saber tiene inmediatamente a la mano el disimular esta posibilidad de su ser. El Dasein mismo tiene la posibilidad de evadir su muerte. Este haber-pasado, como aquél hacia el cual precurso, hace, en este mi precursar hacia él, un descubrimiento: es el haber-pasado de mí. A título de este haber-pasado, descubre mi Dasein en cuanto súbitamente no más ahí; súbitamente no soy más ahí junto a éstas y aquellas cosas, junto a éstos y aquellos hombres, junto a estas vanidades, estos subterfugios y esta parlotería. El haber-pasado desbanda todas las familiaridades (Heimlichkeiten) y ocupaciones, el haber-pasado se lleva consigo todo a LA NADA. El haber-pasado no es un suceso, un incidente en mi Dasein. Pues es su haber-pasado, no un algo (ein Was) en él, que acontezca, que lo asalte y lo altere. Este haber-pasado no es un Qué, sino un Cómo (Wie), y, ciertamente, el Cómo propio de mi Dasein. Este haber-pasado, hacia el cual puedo precursar en cuanto que mío, no es un qué, sino el Cómo de mi Dasein sin más. [EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)]
El procurar como absorberse en el presente está, no obstante, en (bei) un todavía-no, que primeramente debe ser resuelto en la cura por éste mismo. El Dasein es también en el presente de su procurar el tiempo pleno (die volle Zeit), y esto de manera tal que no se desprende del futuro. El futuro es ahora aquello de lo que pende la cura, no el ser-futuro propio del haber-pasado, sino el futuro que el presente mismo se configura para sí como suyo, porque el haber-pasado, como el futuro propio, no puede nunca devenir presente. Si [el futuro] fuera esto, sería LA NADA. La futuridad, de la que pende la cura, es tal por gracia del presente. Y el Dasein, en cuanto se absorbe en el ahora del mundo presente, está tan escasamente dispuesto a aceptar que se ha evadido de la futuridad propia, que dice haber asumido el futuro en virtud de la cura por el desarrollo de la humanidad y la cultura, etc. [EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)]
¿Qué pasa con esa nada? ¿Es fruto de la casualidad que hablemos así de modo tan espontáneo? ¿Es sólo una manera de hablar… y nada más? Pero entonces ¿por qué nos preocupamos de esta nada? Precisamente, la ciencia rechaza LA NADA y prescinde de ella como de algo nulo. Ahora bien, al despreciar de este modo LA NADA, ¿no estamos precisamente admitiéndola? Aunque, ¿se puede hablar también de admitir cuando lo que admitimos es nada? Tal vez estos giros del discurso se muevan ya en un juego de palabras vacío. Frente a eso, la ciencia tiene que volver a afirmar ahora su seriedad y lucidez: que lo único que le importa es lo ente. ¿Qué otra cosa le puede parecer a la ciencia LA NADA más que un espanto y una fantasmagoría? Si la ciencia está en lo cierto, entonces una cosa es segura: la ciencia no quiere saber nada de LA NADA. Al final, ésa es la concepción rigurosamente científica de LA NADA: la sabemos en la misma medida en que no queremos saber nada de ella. [QueMetafisica]
La ciencia no quiere saber nada de LA NADA. Pero una cosa sigue siendo cierta: cuando trata? de expresar su propia esencia, recaba en su ayuda a LA NADA. Exige y reclama lo mismo que desprecia y rechaza. ¿Qué clase de doble esencia se desvela aquí? Al meditar sobre nuestra actual existencia, en cuanto está determinada por la ciencia, nos vemos inmersos en un conflicto en el que se ha desarrollado ya un preguntar. Lo único que exige la pregunta es ser expresada con propiedad: ¿que pasa con LA NADA? [QueMetafisica]
La elaboración de la pregunta por LA NADA tiene que conducirnos a una situación desde la que sea posible ver la respuesta o la imposibilidad de responder. [QueMetafisica]
Se admite LA NADA. La ciencia, armada de una superior indiferencia, prescinde de ella como de eso que “no se da”. [QueMetafisica]
Pero de todos modos nosotros pretendemos preguntar por LA NADA. ¿Qué es LA NADA? El primer paso en dirección a esta pregunta ya se revela inusual. En este preguntar ponemos de antemano LA NADA como algo que “es” así y asá, esto es, como algo ente. Pero precisamente resulta que es absolutamente diferente de eso. El preguntar por LA NADA (qué y cómo es) convierte a lo preguntado en su contrario. La pregunta se priva a sí misma de su propio objeto. [QueMetafisica]
Como consecuencia, toda respuesta a esta pregunta es imposible ya de suyo, porque funciona necesariamente bajo la forma de que LA NADA “es” esto y aquello. Pregunta y respuesta son igual de contradictorias en relación con LA NADA. [QueMetafisica]
Por eso, ni siquiera hace falta que la ciencia la rechace. La regla fundamental del pensar en general, a la que se recurre corrientemente, esto es, el principio de no contradicción, la lógica universal, echa abajo esta pregunta. Efectivamente, el pensar, que esencialmente siempre es pensar de algo, dedicado a pensar LA NADA tendría que contravenir su propia esencia. [QueMetafisica]
Puesto que se nos prohíbe de modo general convertir a LA NADA en objeto, ya hemos llegado al final de nuestro preguntar por LA NADA, siempre que presupongamos que en esta pregunta la “lógica”6b es la instancia suprema, el entendimiento es el medio, y el pensar, el camino para captar LA NADA de modo originario y decidir sobre su posible desvelamiento. [QueMetafisica]
Pero ¿se puede poner en entredicho de este modo el poder dominante de la “lógica”? ¿Acaso es falso que el entendimiento es el señor soberano en esta pregunta por LA NADA? Pues lo cierto es que únicamente con su ayuda podemos determinar LA NADA y plantearla aunque sólo sea como un problema que se consume a sí mismo. Porque, en efecto, LA NADA es la negación de la totalidad de lo ente, lo absolutamente no-ente. Pero de este modo, ponemos a LA NADA bajo la determinación superior de lo negativo, esto es de lo que tiene carácter de no y, con ello, según parece, de lo negado. Ahora bien, según la doctrina dominante y nunca cuestionada de la “lógica”, la negación es una acción específica del entendimiento. Entonces, al plantearnos la pregunta por LA NADA e incluso la pregunta por su cuestionabilidad, ¿cómo podemos pretender despedir al entendimiento? ¿Pero es tan seguro lo que estamos presuponiendo? ¿Representa el no, la negatividad, y con ella la negación, la superior determinación bajo la cual cae LA NADA como un modo particular de lo negado? ¿Sólo hay LA NADA porque hay el no, es decir, la negación? ¿O es más bien al contrario? ¿Sólo hay la negación y el no porque hay LA NADA? Todo esto no está decidido, ni siquiera ha alcanzado todavía la dignidad de pregunta expresa. Pero nosotros afirmamos que LA NADA es más originaria que el no y la negación. [QueMetafisica]
Si esta tesis es correcta, entonces la posibilidad de la negación como acción del entendimiento, y con ello el propio entendimiento, dependen de alguna manera de LA NADA. Entonces, ¿cómo puede este último querer decidir sobre ella? ¿Acaso al final la aparente contradicción de sentidos de pregunta y respuesta en relación con LA NADA reside únicamente en una ciega obstinación del entendimiento extraviado? Pero si no nos dejamos confundir por la imposibilidad formal de la pregunta por LA NADA y pese a todo le plantamos cara y nos la planteamos, entonces tendremos que satisfacer por lo menos a lo que sigue siendo la exigencia fundamental para que efectivamente se llegue a plantear cualquier pregunta. Si, pase lo que pase, LA NADA — ella misma — debe ser interrogada, entonces previamente tiene que haber sido dada. Tenemos que encontrarnos con ella. [QueMetafisica]
Pero ¿en dónde buscaremos LA NADA? ¿Cómo encontraremos LA NADA? ¿Acaso para encontrar algo no tenemos que saber ya, en general, que está ahí? ¡Desde luego que sí! Ante todo y generalmente, el hombre sólo es capaz de buscar cuando ya ha dado por supuesta la existencia de lo buscado, cuando presupone que está ahí presente. Pero ahora lo buscado es LA NADA. ¿Es que después de todo hay un buscar sin ese supuesto, un buscar al que corresponde un puro encontrar? Sea como sea, nosotros ya conocemos LA NADA, aunque sólo sea como eso sobre lo que charlamos de manera cotidiana. A esta nada común y corriente, que desprende escaso brillo como todo lo que se da por supuesto y se pasea sin sentir por nuestras conversaciones, podemos incluso someterla con toda rapidez a una “definición”: La nada es la completa negación de la totalidad de lo ente. ¿Acaso esta característica de LA NADA no apunta ya en esa dirección desde la que precisamente es ella la única que puede salir a nuestro encuentro? Tiene que darse previamente la totalidad de lo ente a fin de que, simplemente como tal, dicha totalidad pueda caer bajo la negación, en la que después LA NADA misma debería mostrarse. [QueMetafisica]
Pero incluso pasando por alto el hecho de la cuestionable relación entre la negación y LA NADA, ¿cómo podemos nosotros — seres finitos — hacer que se vuelva accesible en sí, y sobre todo para nosotros, el conjunto de lo ente en su totalidad? Como mucho, podemos pensar el conjunto de lo ente en la “Idea” y, negar en el pensamiento lo que hemos imaginado de ese modo y “pensarlo” como negado. Si seguimos esta vía sin duda alguna ganaremos el concepto formal de esa nada imaginada, pero nunca conseguiremos la propia nada. Pero LA NADA es nada y entre LA NADA imaginada y la “auténtica” nada no puede reinar ninguna diferencia, si es que LA NADA representa la total ausencia de diferencias. Sin embargo, la “auténtica” nada misma, ¿no es nuevamente aquel concepto escondido, pero en cualquier caso contradictorio, de una nada que es? Pero ésta será la última vez que las objeciones del entendimiento detengan la marcha de nuestra búsqueda, pues su justa pertinencia sólo puede demostrarse mediante una experiencia fundamental de LA NADA. [QueMetafisica]
Pero precisamente cuando los estados de ánimo nos conducen de este modo ante lo ente en su totalidad, nos ocultan LA NADA que estamos buscando. Ahora aún estaremos menos de acuerdo con la opinión de que la negación de ese ente en su totalidad, que se nos revela en nuestro estado de ánimo, nos sitúa ante LA NADA. Eso sólo podría ocurrir de manera suficientemente originaria en un estado de ánimo que revelase LA NADA según el sentido más propio de su desvelamiento. [QueMetafisica]
La angustia revela LA NADA. [QueMetafisica]
La angustia nos deja sin palabra. Puesto que lo ente en su totalidad se escapa y precisamente ésa es la manera como nos acosa LA NADA, en su presencia enmudece toda pretensión de decir que algo “es”. Que sumidos en medio de la extrañeza de la angustia tratemos a menudo de romper esa calma vacía mediante una charla insustancial no hace sino demostrar la presencia de LA NADA. Que la angustia desvela LA NADA es algo que confirma el hombre mismo en cuanto desaparece la angustia. En la claridad de la mirada provocada por el recuerdo aún reciente no nos queda más que decir: de lo que y por lo que nos angustiábamos no era “propiamente” nada. Y, de hecho, la propia nada, como tal, estaba aquí. [QueMetafisica]
Con el estado de ánimo fundamental de la angustia hemos alcanzado el acontecer del Dasein en el que se revela LA NADA y desde el cual tiene que ser interrogada. ¿Qué pasa con LA NADA? [QueMetafisica]
Habremos ganado ya la única respuesta que en principio era esencial para nuestra pretensión si tomamos la precaución de que la pregunta por LA NADA siga estando efectivamente planteada, Para ello es preciso que llevemos a cabo la transformación del hombre en su ser-aquí, que toda angustia hace acontecer en nosotros, a fin de que podamos apresar firmemente LA NADA que allí se manifiesta en su manera de evidenciarse. Unido a esto, también nace la exigencia de mantener expresamente alejadas a las caracterizaciones de LA NADA que no están en correspondencia con ella. [QueMetafisica]
La nada se desvela en la angustia, pero no como ente. Tampoco se da como objeto. La angustia no es un captar LA NADA. Sin embargo, LA NADA se manifiesta en ella y a través de ella, aunque no hay que imaginarse que LA NADA se muestra por su cuenta libremente “junto” a lo ente en su totalidad, que se halla en la extrañeza? . Lo que queremos decir es que en la angustia LA NADA aparece a una con lo ente en su totalidad. ¿Qué significa este “a una”? En la angustia, lo ente en su totalidad se vuelve caduco. ¿En qué sentido ocurre esto? Al fin y al cabo, no es que lo ente sea aniquilado por la angustia para que sólo quede LA NADA. ¿Y cómo iba a ser así, si precisamente la angustia se encuentra en una completa impotencia frente a lo ente en su totalidad? Más bien lo que ocurre es que LA NADA se manifiesta propiamente con lo ente y en lo ente, por cuanto éste se escapa en su totalidad. [QueMetafisica]
En la angustia no ocurre ninguna aniquilación de todo lo ente en sí, pero tampoco llevamos a cabo una negación de lo ente en su totalidad con el propósito de acabar ganando LA NADA. Aun pasando por alto el hecho de que la angustia como tal es ajena al cumplimiento expreso de un enunciado negativo, en cualquier caso, con una negación de ese tipo, de la que debería desprenderse LA NADA, también llegaríamos siempre demasiado tarde. La nada ya nos sale antes al encuentro. Decíamos que nos sale al encuentro “a una” con ese ente que se escapa en su totalidad. [QueMetafisica]
En la angustia reside un retroceder ante… que desde luego ya no es ningún huir, sino una suerte de calma hechizada, Este retroceder ante… toma su punto de partida en LA NADA. La nada no atrae hacia sí, sino que por esencia rechaza. Pero este rechazo de sí es, en cuanto tal, una forma de remitir a lo ente que naufraga en su totalidad, permitiéndole así que escape. Este remitir que rechaza fuera de sí y empuja hacia la totalidad y remite a eso ente que escapa en la totalidad (que es la forma bajo la cual LA NADA acosa al Dasein en la angustia) es la esencia de LA NADA: el desistimiento. Éste no es ni una aniquilación de lo ente ni algo que surja de una negación. El desistimiento tampoco es la suma de negación y aniquilación. Es la propia nada la que desiste. [QueMetafisica]
Desistir no es un suceso cualquiera, sino que al remitir, en su rechazo, a lo ente que escapa en su totalidad revela a dicho ente, en toda su hasta ahora oculta extrañeza, como aquello absolutamente otro respecto a LA NADA. [QueMetafisica]
Sólo en la clara noche de LA NADA de la angustia surge por fin la originaria apertura de lo ente como tal: que es ente y no nada. Este “y no nada” añadido a nuestro discurso no es una explicación a posteriori, sino lo que previamente hace posible el carácter manifiesto de lo ente en general. La esencia de LA NADA cuyo carácter originario es desistir reside en que ella es la que conduce por vez primera al ser-aquí ante lo ente como tal. [QueMetafisica]
El Dasein del hombre sólo puede dirigirse a lo ente y entrar en él desde el fundamento del originario carácter manifiesto de LA NADA. Pero en la medida en que, según su esencia, el Dasein actúa ateniéndose a lo ente, lo ente que él no es y lo ente que es él mismo, en cuanto tal Dasein siempre procede ya de LA NADA manifiesta. Ser-aquí significa: estar inmerso en LA NADA. [QueMetafisica]
Estando inmerso en LA NADA, el Dasein está siempre más allá de lo ente en su totalidad. Este estar más allá de lo ente es lo que llamamos trascendencia. Si en el fondo de su esencia el Dasein no consistiera en este trascender, es decir, si desde el principio no estuviese inmerso en LA NADA, nunca podría actuar ateniéndose a lo ente y por ende tampoco ateniéndose a sí mismo. [QueMetafisica]
Sin el originario carácter manifiesto de LA NADA no habría ningún ser-sí mismo ni libertad alguna. [QueMetafisica]
Con esto tenemos ya la respuesta a la pregunta por LA NADA. La nada no es ni un objeto ni en absoluto un ente. La nada no aparece por sí misma ni tampoco junto a lo ente al que prácticamente se adhiere. La nada es lo que hace posible el carácter manifiesto de lo ente como tal para el Dasein humano. La nada no es el concepto contrario a lo ente, sino que pertenece originariamente al propio ser. En el ser de lo ente acontece el desistir que es LA NADA. [QueMetafisica]
Pero ha llegado finalmente el momento de dejar que tome voz una objeción que hemos ido postergando demasiado tiempo. Si el Dasein sólo puede comportarse en relación con lo ente, es decir, existir, estando inmerso en LA NADA, y si LA NADA sólo se manifiesta originariamente en la angustia, ¿acaso no tendremos que estar permanentemente sumidos en dicha angustia a fin de poder existir en general? ¿Pero no hemos admitido nosotros mismos que esa angustia originaria es rara? Y, sobre todo, no cabe duda de que todos nosotros existimos y nos comportamos en relación con eso ente que no somos o que somos nosotros mismos sin esa angustia. ¿No será esa angustia una invención arbitraria y esa nada que le atribuimos una exageración? Pero ¿qué significa que esa angustia originaria sólo acontece en raros instantes? Sólo esto: que en principio y la mayor parte de las veces, LA NADA se nos disimula en su originariedad. ¿Pero de qué manera o a través de qué? Pues bien, por el hecho de que nosotros en cierto modo nos perdemos completamente en lo ente. Cuanto más nos volvemos hacia lo ente en nuestro quehacer, tanto menos lo dejamos escapar como tal, tanto más le damos la espalda a LA NADA. Pero con tanta mayor seguridad nos precipitamos nosotros mismos a la superficie abierta y pública del Dasein. [QueMetafisica]
Y, sin embargo, este constante rechazo a LA NADA, dentro de ciertos límites, está de acuerdo con su sentido más propio por ambiguo que sea. En su desistir, LA NADA nos remite precisamente a lo ente. La nada desiste permanentemente, sin que nosotros, con el saber en el que nos movemos cotidianamente, sepamos verdaderamente de este acontecimiento. [QueMetafisica]
¿Qué demuestra de modo más eficaz que la negación el carácter manifiesto de LA NADA en nuestro Dasein, que, aunque es permanente y está muy extendido, también se halla disimulado? Pero la negación está muy lejos de aportar por si misma el no como medio de diferenciación y oposición respecto a lo dado, para como quien dice entremeterlo en su medio. ¿Cómo puede la negación aportar de suyo el no, si sólo puede negar cuando previamente se le ha dado algo negable? Pero ¿cómo va a entenderse lo negable y que debe ser negado como algo a lo que es inherente la negación, a no ser que todo pensar como tal tenga ya de antemano a la vista el no? El no sólo puede manifestarse si su origen, el desistir que es LA NADA, y con ello la propia nada, están sustraídos al ocultamiento. El no ciertamente no se forma por medio de la negación, sino que la negación se funda sobre el no que surge del desistir que es LA NADA. Pero la negación no es mas que un modo de ese actuar que consiste en desistir, es decir, del actuar que se atiene de antemano a ese desistir que es LA NADA. [QueMetafisica]
Con esto queda demostrada la tesis anterior en sus rasgos fundamentales: LA NADA es el origen de la negación y no a la inversa. Si se quiebra de este modo el poder del entendimiento en el campo de las preguntas por LA NADA y el ser, con esto también se decide el destino del dominio de la “lógica” en el seno de la filosofía. La idea de la propia “lógica” se disuelve en el torbellino de un preguntar más originario. [QueMetafisica]
Por muy frecuentemente y de múltiples modos que se imponga la negación sobre todo pensar, ya sea expresa o no, lo cierto es que ella no es el único testimonio plenamente válido del carácter manifiesto de LA NADA que pertenece esencialmente al Dasein. Pues, en efecto, la negación no puede ser considerada ni como el único ni como el principal comportamiento que consiste en desistir y en el que el Dasein queda conmovido por ese desistir que es LA NADA. Más abismales que la simple adecuación de la negación propuesta por el pensar son, sin embargo, la dureza de una actuación hostil y el rigor de un desprecio implacable. De más responsabilidad son el dolor del fracaso y la inclemencia de la prohibición. De mayor peso es la amargura de la privación y la renuncia. [QueMetafisica]
Estas posibilidades de la conducta que consiste en desistir — fuerzas en las que el Dasein soporta su carácter de arrojado aunque sin dominarlo — no son distintos tipos del mero negar. Pero ello no les impide expresarse en el no y en la negación. Por el contrario, es gracias a ello como por fin se delatan de verdad la vaciedad y la amplitud de la negación. El hecho de que el Dasein esté completamente atravesado por una conducta que consiste en desistir da testimonio del permanente carácter manifiesto, aunque desde luego oscurecido, de LA NADA, la cual originariamente sólo se desvela en la angustia. Pero esto significa que dicha angustia originaria suele mantenerse reprimida en el Dasein. La angustia está aquí. Sólo está adormecida. Su aliento vibra permanentemente atravesando todo el Dasein: donde menos, en el Dasein “angustiado”, de modo imperceptible en el “sí, sí” y “no, no” del Dasein afanado; donde más, en el Dasein que sabe conducirse; con toda certeza, en el Dasein que en el fondo es temerario. Pero todo esto sólo ocurre en razón de aquello para lo que se prodiga, con el fin de preservar la última grandeza del Dasein. [QueMetafisica]
Lo que convierte al hombre en el lugarteniente de LA NADA es el hecho de que el Dasein esté inmerso en LA NADA sobre el fundamento de la angustia oculta. Tan finitos somos, que precisamente no somos capaces de trasladarnos originariamente delante de LA NADA mediante una decisión y voluntad propias. Tan abismalmente ahonda y socava la finidad en el Dasein, que a nuestra libertad se le niega la finitud más propia y profunda. [QueMetafisica]
El estar inmerso en LA NADA del Dasein sobre el fundamento de la angustia escondida es la superación de lo ente en su totalidad: la trascendencia. [QueMetafisica]
Nuestro preguntar por LA NADA debe traer ante nuestros ojos la propia metafísica. El nombre “metafísica” proviene del griego metaphysike. Este curioso título fue interpretado más tarde como designación para el preguntar que sobresale, meta (trans), “más allá” de lo ente como tal. [QueMetafisica]
En la pregunta por LA NADA ocurre tal sobrepasamiento más allá de lo ente como ente en su totalidad. De este modo se muestra como una pregunta “metafísica”. Al principio enunciamos una doble característica de las preguntas de este tipo: por un lado, toda pregunta metafísica abarca la totalidad de la metafísica; y por ende en toda pregunta metafísica queda incluido el Dasein que pregunta dentro de la pregunta. [QueMetafisica]
¿En qué medida la pregunta por LA NADA abarca y atraviesa la totalidad de la metafísica? La metafísica se expresa sobre LA NADA desde los tiempos antiguos en una frase que desde luego es susceptible de varias interpretaciones: ex nihilo nihil fit, de LA NADA nada nace. Si bien es cierto que cuando se explica esta frase nunca se problematiza de verdad a la propia nada, en cualquier caso dicha frase permite expresar la concepción fundamental de lo ente que rige en cada caso. La metafísica de la Antigüedad concibe LA NADA con el significado de lo no ente, es decir, la materia informe que no puede formarse a sí misma y por ende no puede formar un ente con forma y aspecto (eidos). Ente es la configuración que se configura y se presenta como tal en la imagen y figura (vista, aspecto). El origen, el derecho y los límites de esta concepción del ser se explican tan poco como la propia nada. La dogmática cristiana, por el contrario, niega la verdad de la frase ex nihilo nihil fit y de este modo le da a LA NADA un significado distinto, en el sentido de la completa ausencia del ente extradivino: ex nihilo fit-ens creatum. Ahora LA NADA se convierte en el concepto opuesto al ente auténtico, al summun ens, a Dios como ens increatum. Llegados aquí, la interpretación de LA NADA también muestra cuál es la concepción fundamental de lo ente. Ahora bien, la explicación metafísica de lo ente se mantiene en el mismo plano que la pregunta por LA NADA. Siguen faltando las dos preguntas por el ser y LA NADA como tales. Por eso, tampoco preocupa en absoluto la dificultad de que, si Dios crea desde LA NADA, tiene que poder relacionarse él mismo de algún modo con LA NADA. Pero si Dios es Dios, no puede conocer LA NADA, si admitimos que lo “absoluto” excluye de sí todo lo que tiene que ver con LA NADA. [QueMetafisica]
Este tosco repaso histórico muestra LA NADA como concepto opuesto al auténtico ente, es decir, como su negación. Pero si LA NADA se convierte de algún modo en problema, entonces esa relación de oposición no sólo experimenta una determinación más precisa, sino que además surge por fin el auténtico planteamiento metafísico que pregunta por el ser de lo ente. La nada no sigue siendo ya el opuesto indeterminado de lo ente, sino que se revela como perteneciente al ser de lo ente. [QueMetafisica]
“Así pues, el puro ser y la pura nada son lo mismo.” Esta frase de Hegel (Ciencia de la lógica, libro I, WW III, p. 74) tiene toda legitimidad. Ser y nada se pertenecen mutuamente, pero no porque desde el punto de vista del concepto hegeliano del pensar coincidan los dos en su indeterminación e inmediatez, sino porque el propio ser es finito en su esencia y sólo se manifiesta en la trascendencia de ese Dasein que se mantiene fuera, que se arroja a LA NADA. [QueMetafisica]
Si la pregunta por el ser como tal es de veras la pregunta que abarca toda la metafísica, entonces la pregunta por LA NADA se revela tal que engloba la totalidad de la metafísica. Pero la pregunta por LA NADA también atraviesa toda la metafísica, desde el momento en que nos obliga a situarnos ante el problema del origen de la negación, es decir, en el fondo, ante la decisión acerca de la legitimidad del dominio de la “lógica” en la metafísica. [QueMetafisica]
Entonces, la antigua frase ex nihilo nihil fit encierra otro sentido que afecta al problema mismo del ser y que reza así: ex nihilo omne ens qua ens fit. Lo ente en su totalidad sólo llega a sí mismo en LA NADA del Dasein de acuerdo con su posibilidad más propia, es decir, de modo finito. Pero si de verdad se trata de una pregunta metafísica, entonces ¿en qué medida queda incluido en la pregunta por LA NADA nuestro Dasein que pregunta? Hemos caracterizado a nuestro Dasein, experimentado aquí y ahora, como algo esencialmente determinado por la ciencia. Pero si nuestro Dasein, así determinado, está incluido en la pregunta por LA NADA, también tiene que haberse vuelto cuestionable a través de esa pregunta. [QueMetafisica]
El Dasein que se comporta científicamente alberga su simplicidad y nitidez en el hecho de que se relaciona de un modo destacado y únicamente con lo ente mismo. La ciencia querría desembarazarse de LA NADA con un ademán de superioridad. Pero ahora, en la pregunta por LA NADA, se hace patente que ese Dasein científico sólo es posible si previamente está inmerso en LA NADA. Sólo llega a comprenderse en lo que verdaderamente es cuando no prescinde de LA NADA. La supuesta lucidez y superioridad de la ciencia se convierte en algo ridículo cuando no se toma en serio LA NADA. Sólo porque LA NADA es patente puede la ciencia hacer de lo ente mismo objeto de la investigación. Sólo cuando la ciencia vive de la metafísica es capaz de volver a lograr una y otra vez su tarea esencial, que no consiste en coleccionar y ordenar conocimientos, sino en volver a abrir siempre de nuevo el espacio completo de la verdad de la naturaleza y de la historia. [QueMetafisica]
Es únicamente porque LA NADA está patente en el fondo del Dasein por lo que puede llamarnos la atención la total extrañeza de lo ente. Lo ente sólo provoca y atrae sobre sí el asombro cuando nos oprime su carácter de extrañeza. Sólo sobre el fundamento de dicho asombro, esto es, del carácter manifiesto de LA NADA, surge el “¿por qué?”. Y sólo en la medida en que el porqué es posible como tal, podemos preguntar de manera determinada por los fundamentos y por el fundamentar. Sólo porque podemos preguntar y fundamentar le ha sido confiada a nuestra existencia el destino de investigar. [QueMetafisica]
La pregunta por LA NADA nos sitúa a nosotros mismos, los que preguntamos, dentro de la pregunta: nos pone en cuestión. Es una pregunta metafísica. [QueMetafisica]
El Dasein humano sólo puede relacionarse con lo ente si se mantiene en LA NADA. El ir más allá de lo ente ocurre en la esencia del Dasein. Pero es que este ir más allá es la propia metafísica. Es eso lo que explica y determina el que la metafísica forme parte de la “naturaleza del hombre” No es ni una disciplina de la filosofía académica ni el ámbito de ocurrencias arbitrarias. La metafísica es el acontecimiento fundamental del Dasein. Es el Dasein mismo. Y puesto que la verdad de la metafísica habita en este fondo abismal, tiene permanentemente al acecho y en su vecindad más próxima la posibilidad del más profundo de los errores. Y por eso no hay ciencia cuyo rigor iguale la seriedad de la metafísica. La filosofía nunca puede medirse por el baremo de la idea de la ciencia. [QueMetafisica]
Si la pregunta por LA NADA que hemos desarrollado aquí ha sido de veras preguntada incluyéndonos a nosotros mismos en ella, entonces no nos habremos mostrado la metafísica desde fuera. Tampoco nos habremos limitado a “introducirnos” en ella. No podemos introducirnos en ella de ningún modo, porque, en la medida en que existimos, ya estamos siempre en ella. Physei gár, o phíle, énestí tis philosophia te tou andrós diánoia (Platón, Fedro 279a). Desde el momento en que existe el hombre, acontece de algún modo el filosofar. La filosofía, esto es, lo que así llamamos, consiste en poner en marcha la metafísica, a cuyo través la filosofía llega hasta sí misma y a sus tareas expresas. La filosofía sólo se pone en marcha por medio de un salto particular de la propia existencia dentro de las posibilidades fundamentales del Dasein en su totalidad. Para dicho salto lo decisivo es, por un lado, darle espacio a lo ente en su totalidad, y, después, abandonarse a LA NADA, es decir, librarse de los ídolos que todos tenemos y en los que solemos evadirnos; finalmente, dejar también que sigamos siempre en suspenso a fin de que vuelva a vibrar siempre de nuevo esa pregunta fundamental de la metafísica, que surge obligada por la propia nada: ¿por qué hay ente y no más bien nada? [QueMetafisica]
La esencia de la verdad se desvela como libertad. La libertad es el dejar ser exsistente que desencubre a lo ente. Todo comportarse que se mantiene siempre abierto se mueve en el dejar ser a lo ente y se comporta siempre en relación con este o aquel ente. En cuanto supone dejarse implicar en el desencubrimiento de lo ente en su totalidad en cuanto tal, la libertad ya ha determinado y destinado todo comportarse a un estado de ánimo relativo a lo ente en su totalidad. Ahora bien, la determinación del estado de ánimo (el propio estado de ánimo) nunca se puede entender a la manera de una “vivencia” ni de un asentimiento”, porque de ese modo sólo se vería privado de su esencia e interpretado a partir de eso (como la “vida” y el “alma”) que sólo puede afirmar la mera apariencia de un derecho esencial, mientras sigue llevando en su interior el falseamiento y la mala interpretación de dicha determinación del estado de ánimo. La determinación del estado de ánimo, es decir, la exposición ex-sistente en lo ente en su totalidad, sólo puede ser “vivida” y “sentida” porque el “hombre que la vive”, sin intuir siquiera la esencia del estado de ánimo, se encuentra en toda ocasión implicado en una determinación del estado de ánimo que desencubre a lo ente en su totalidad. Todo comportarse del hombre histórico, de modo más o menos acentuado, más o menos sabido, tiene ya determinado su ánimo y mediante dicho estado de ánimo se ve incorporado a lo ente en su totalidad. El carácter abierto de lo ente en su totalidad no coincide con la suma de los entes conocidos en cada momento. Al contrario: allí donde lo ente es poco conocido para el hombre y la ciencia apenas lo conoce y sólo de modo superficial, el carácter abierto de lo ente en su totalidad puede dominar de modo más esencial que allí en donde lo conocido y lo que siempre puede ser conocido son ya tan vastos que no se pueden abarcar con la mirada y en donde ya no se puede resistir de ningún modo la laboriosidad del conocer, desde el momento en que la posibilidad de una dominación técnica de las cosas se cree ilimitada. Precisamente, ese modo de aplanar e igualar propios del conocer todo y sólo conocer acaban nivelando el carácter abierto de lo ente hasta reducirlo a LA NADA aparente de lo que ya ni siquiera es algo indiferente, sino simplemente algo olvidado. [EssenciaVerdade]
La esencia del lenguaje consiste mucho más en que en ella, se aventura el hombre en general, afuera, por primera vez, en el ente — en ella acontece el develamiento y la revelación originaria del ser — ; el lenguaje no es, en primer lugar, la expresión segunda de este develamiento de las cosas, sino el develar mismo. Donde no existe lenguaje, como en la piedra, la planta y el animal, allí no existe la patencia del ser, por tanto, tampoco el no-ser y ni siquiera LA NADA y la vacuidad. Sólo donde acontece lenguaje predomina, impera un mundo. El encanto del valle y lo amenazante de las montañas, lo sublime de los astros y la serenidad del furioso océano, el ensimismarse de las plantas y la timidez del animal, el calculado frenesí de la máquina y la dureza de la acto creador de estado, la sujeta ebriedad de la conformada obra y la fría osadía del preguntar sapiente, la firme sobriedad del trabajo y el callarse del corazón — todo aquello “es” lenguaje — es decir, gana y pierde su ser sólo en el acontecer del lenguaje. El lenguaje es el imperar del centro configurador, conservador y destructor del mundo del Dasein histórico de un pueblo. [FilosofiaAlema]
El tiempo es de indigencia y por eso muy rico su poeta, tan rico que, con frecuencia, al pensar el pasado y esperar lo venidero, se entumece y sólo podría dormir en este aparente vacío. Pero se mantiene en pie, en LA NADA de esta noche. Cuando el poeta queda consigo mismo en la suprema soledad de su destino, entonces elabora la verdad como representante verdadero de su pueblo. Esto anuncia la séptima estrofa de la elegía Pan y vino (IV, 123). En ella se dice poéticamente lo que sólo se ha podido pensar analíticamente. “Pero ¡amigo! venimos demasiado tarde. En verdad viven los dioses pero sobre nuestra cabeza, arriba en otro mundo trabajan eternamente y parecen preocuparse poco de si vivimos. Tanto se cuidan los celestes de no herirnos. Pues nunca pudiera contenerlos una débil vasija, sólo a veces soporta el hombre la plenitud divina. La vida es un sueño de ellos. Pero el error nos ayuda como un adormecimiento. Y nos hace fuertes la necesidad y la noche. Hasta que los héroes crecidos en cuna de bronce, como en otros tiempos sus corazones son parecidos en fuerza a los celestes. Ellos vienen entre truenos. Me parece a veces mejor dormir, que estar sin compañero Al esperar así, qué hacer o decir que no lo sé. Y ¿para qué poetas en tiempos aciagos? Pero, son dices tú, como los sacerdotes sagrados del Dios del vino, que erraban de tierra en tierra, en la noche sagrada”. [EssenciaPoesia]
El decir cuestionador de la filosofía se dirije hacia el Ser, hacia el hecho que el ente en principio sea y no, que no es. La filosofía surgió y ha surgido siempre de nuevo en el insta