juicio

Respecto a la pregunta a) Qué significa objetivar? Hacer de algo un objeto, ponerlo como objeto y representarlo sólo así. ¿Y qué significa objeto? En la Edad Media, obiectum significaba aquello que se proyecta y se mantiene frente a la percepción, la imaginación, el JUICIO, el deseo y la intuición. Por contra, subiectum significaba el hypokeimenon lo que, de suyo (y sin haber sido puesto enfrente mediante una representación), está ahí delante, lo que está presente, por ejemplo, las cosas. El significado de las palabras subiectum y obiectum es justamente el contrario del actual: subiectum es lo que existe para sí (objetivo), obiectum, lo que sólo es representado (subjetivo). Heideggeriana: FenoTeo

Por un tiempo se difuminaría ciertamente este ámbito, pasando a un segundo plano — en comparación con lo tratado por Heinrich Rickert en sus sesiones de seminario — los dos escritos de su discípulo Emil Lask, que ya en 1915 había caído como soldado raso en el frente de Galitzia. Rickert dedicaría “al amigo querido” su obra, aparecida en el mismo año, y que era la tercera edición, completamente reelaborada, de El objeto del conocimiento. Introducción a la filosofía trascendental. La dedicatoria debía dar testimonio además del estímulo que el docente había recibido del discípulo. Por su parte, los dos escritos de Emil Lask — La lógica de la filosofía y la doctrina de las categorías. Un estudio sobre el ámbito de vigencia de la forma lógica (1911) y La doctrina del JUICIO (1912) — daban claramente fe del influjo en ellas de las Investigaciones lógicas de Husserl. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Ahora se trataba de entregar al público un trabajo largamente guardado. El editor Max Niemeyer se mostró dispuesto, por mediación de Husserl, a imprimir enseguida los primeros quince pliegos de un trabajo que debía aparecer en el Anuario de Husserl. Al punto se enviaron al Ministerio, a través de la Facultad, dos ejemplares de las galeradas. Pero pasado un tiempo fueron devueltos los pliegos a la Facultad con la observación: “Insuficiente”. En febrero del año siguiente (1927) apareció el texto completo de Ser y tiempo en el volumen octavo del Anuario y en tirada aparte. Para entonces, el Ministerio había retirado su JUICIO negativo — después de medio año — y ratificado mi nombramiento. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Sólo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad sólo se puede llevar a cabo lo que ya es. Ahora bien, lo que ante todo “es” es el ser. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar sólo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. El pensar lleva a cabo ese dejar. Pensar es: l’engagement par l’Être pour l’Être. No sé si lingüísticamente es posible decir esas dos cosas (”par” y “pour”) en una sola, concretamente de la manera siguiente: penser, c’est l’engagement de l’Être. Aquí, la forma del genitivo, “de l’… pretende expresar que el genitivo es al mismo tiempo subjetivo y objetivo. Efectivamente, “sujeto” y “objeto” son títulos inadecuados de la metafísica, la cual se adueñó desde tiempos muy tempranos de la interpretación del lenguaje bajo la forma de la “lógica” y la “gramática” occidentales. Lo que se esconde en tal suceso es algo que hoy sólo podemos adivinar. Liberar al lenguaje de la gramática para ganar un orden esencial más originario es algo reservado al pensar y poetizar. El pensar no es sólo l’engagement dans l’action para y mediante lo ente, en el sentido de lo real de la situación presente. El pensar es l’engagement mediante y para la verdad del ser. Su historia nunca es ya pasado, sino que está siempre por venir. La historia del ser sostiene y determina toda condition et situation humaine. Para que aprendamos a experimentar puramente la citada esencia del pensar, lo que equivale a llevarla a cabo, nos tenemos que liberar de la interpretación técnica del pensar. Los inicios de esa interpretación se remontan a Platón y Aristóteles. En ellos, el pensar mismo vale como una techne, esto es, como el procedimiento de la reflexión al servicio del hacer y fabricar. Pero aquí, la reflexión ya está vista desde la perspectiva de la praxis y la poiesis. Por eso, tomado en sí mismo, el pensar no es “práctico”. La caracterización del pensar como theoria y la determinación del conocer como procedimiento “teórico” suceden ya dentro de la interpretación “técnica” del pensar. Es un intento de reacción que trata de salvar todavía cierta autonomía del pensar respecto al actuar y el hacer. Desde entonces, la “filosofía” se encuentra en la permanente necesidad de justificar su existencia frente a las “ciencias”. Y cree que la mejor manera de lograrlo es elevarse a sí misma al rango de ciencia. Pero este esfuerzo equivale al abandono de la esencia del pensar. La filosofía se siente atenazada por el temor a perder su prestigio y valor si no es una ciencia. En efecto, esto se considera una deficiencia y supone el carácter no científico del asunto. En la interpretación técnica del pensar se abandona el ser como elemento del pensar. Desde la Sofística y Platón es la “lógica” la que empieza a sancionar dicha interpretación. Se juzga al pensar conforme a un criterio inadecuado. Este JUICIO es comparable al procedimiento que intenta valorar la esencia y facultades de los peces en función de su capacidad para vivir en la tierra seca. Hace mucho tiempo, demasiado, que el pensar se encuentra en dique seco. Así las cosas, ¿se puede llamar “irracionalismo” al esfuerzo por reconducir al pensar a su elemento? Las preguntas de su carta, probablemente, se aclararían mucho mejor en una conversación cara a cara. Frecuentemente, al ponerlo por escrito, el pensar pierde su dinamismo y, sobre todo, es muy difícil que mantenga la característica pluridimensionalidad de su ámbito. A diferencia de lo que ocurre en las ciencias, el rigor del pensar no consiste sólo en la exactitud artificial — es decir, teórico-técnica — de los conceptos. Consiste en que el decir permanece puro en el elemento de la verdad del ser y deja que reine lo simple de sus múltiples dimensiones. Pero, por otro lado, lo escrito nos aporta el saludable imperativo de una redacción lingüística meditada y cuidada. Hoy sólo quiero rescatar una de sus preguntas. Tal vez al tratar de aclararla se arroje también algo de luz sobre el resto. Heideggeriana: CartaHumanismo

Queda al JUICIO de cada uno determinar si el ámbito de la verdad del ser es un callejón sin salida o el libre elemento en el que la libertad conserva su esencia, pero sólo después de haber intentado seguir el camino indicado o, mejor, después de intentar abrir un camino mejor, es decir, más adecuado a la pregunta. En la penúltima página de Ser y tiempo (p. 437) se encuentran las frases: “la disputa relativa a la interpretación del ser (esto es, no de lo ente ni tampoco del ser del hombre) no se puede dirimir, porque ni siquiera se ha desencadenado. Y es que, después de todo, no se puede “promover la disputa”, sino que para que se desencadene debe estar previamente bien armada y preparada. Si la presente investigación está en camino es únicamente con este fin”. Estas frases siguen siendo válidas hoy, después de dos décadas. Así pues, sigamos siendo también en los días venideros caminantes del camino que lleva a la vecindad del ser. La pregunta que usted me plantea ayuda a esclarecer ese camino. Heideggeriana: CartaHumanismo

La ciencia es una conexión de conocimientos teóricos fundados y ordenados según principios. Los conocimientos se formulan en juicios; estos juicios son verdaderos, valen, y precisamente tiene valor en un sentido estricto, no el acto de JUICIO que el investigador particular formula al obtener el conocimiento, sino el sentido del JUICIO, su contenido. Cada ciencia, concebida en la idea de su perfección, es una conexión en sí subsistente, de sentidos que tienen validez. Las ciencias particulares concretas, como hechos culturales, condicionadas culturalmente no están nunca acabadas, sino siempre en camino, en la búsqueda de la verdad. La forma y modo como se encuentran los conocimientos en las ciencias particulares, es decir el método de la investigación, está determinado por el objeto de la ciencia respectiva, y por los puntos de vista bajo los cuales ésta los considera. Los métodos de investigación de las diferentes ciencias trabajan con ciertos conceptos fundamentales cuya estructura lógica tiene que tener en cuenta la teoría de la ciencia. El planteamiento gnoseológico conduce fuera de las ciencias particulares, al ámbito de los últimos elementos básicos de la lógica, las categorías. Pero en el investigador de las ciencias particulares surge fácilmente la impresión de la obviedad, y por lo tanto la infecundidad, de tales investigaciones gnoseológicas. Pero esto sólo en la medida en que él espera de tales investigaciones algo objetivamente nuevo para su dominio científico particular, Esto ellas no lo pueden hacer (359) porque se mueven en una dimensión enteramente nueva. Por eso le resultan al investigador de las ciencias particulares únicamente significativas cuando él se excede de sus límites como tal, y filosofa. Heideggeriana: TempoHistoria

Los filósofos son los pensadores. Se llaman así porque el pensar tiene lugar de un modo preferente en la Filosofía. Nadie negará que en nuestros días hay un interés por la Filosofía. Sin embargo, ¿existe hoy todavía algo por lo que el hombre no se interese, no se interese, queremos decir, del modo como el hombre de hoy entiende la palabra “interesarse”? Inter-esse significa: estar en medio de y entre las cosas, estar en medio de una cosa y permanecer cabe ella. Ahora bien, para el interés de hoy vale sólo lo interesante. Esto es aquello que permite estar ya indiferente en el momento siguiente y pasar a estar liberado por otra cosa que le concierne a uno tan poco como lo anterior. Hoy en día pensamos a menudo que estamos haciendo un honor especial a algo cuando decimos que es interesante. En realidad, con este JUICIO se ha degradado lo interesante al nivel de lo indiferente para, acto seguido, arrumbarlo a lo aburrido. Heideggeriana: QuePensar

De todos modos, parece una presunción afirmar que todavía no pensamos. Ahora bien, la afirmación no dice esto. Dice: lo preocupante de nuestro tiempo — un tiempo que da que pensar — se muestra en que todavía no pensamos. En esta afirmación se señala el hecho de que se está mostrando lo preocupante. La afirmación en modo alguno se atreve a emitir el JUICIO despectivo de que por doquiera no reina más que la ausencia de pensamiento. La afirmación de que todavía no pensamos tampoco quiere marcar con hierro candente una omisión. Lo preocupante es lo que da que pensar. Desde sí mismo nos interpela en vistas a que nos dirijamos a él, y además a que lo hagamos pensando. Lo que da que pensar no es en modo alguno algo que empecemos estableciendo nosotros. Nunca descansa sólo en el hecho de que nosotros lo representemos. Lo que da que pensar da, nos da que pensar. Da lo que tiene cabe sí. Tiene lo que él mismo es. Lo que desde sí da más que pensar, lo preocupante, tiene que mostrarse en el hecho de que nosotros aún no pensamos. ¿Qué dice esto ahora? Dice: todavía no hemos llegado propiamente a la región de aquello que, desde sí mismo, antes que todo lo demás y para todo lo demás, quisiera ser considerado. ¿Por qué no hemos llegado aún hasta aquí? ¿Tal vez porque nosotros, los humanos, todavía no nos dirigimos de un modo suficiente a aquello que ha sido y sigue siendo lo que-da-que-pensar? En este caso, el hecho de que todavía no pensemos, sería sólo un descuido, una negligencia por parte del ser humano. Entonces a esta falta se le debería poder poner remedio de un modo humano, por medio de unas medidas adecuadas que se aplicaran al ser humano. Heideggeriana: QuePensar

El rasgo fundamental del pensar hasta ahora vigente ha sido el representar. Según la antigua doctrina del pensar, esta representación se cumplimenta en el logos, que es una palabra que aquí significa enunciado, JUICIO. La doctrina del pensar, del logos, se llama por esto Lógica. Kant toma de un modo simple la caracterización tradicional del pensar como representar cuando al acto fundamental del pensar, el JUICIO, lo determina como la representación de una representación del objeto (Kritik der reinen Vernunft. A. 68. B. 93). Si, por ejemplo, emitimos el JUICIO “este camino es pedregoso”, entonces, en el JUICIO, la representación del objeto, es decir, del camino, se representa a su vez, a saber, como pedregoso. Heideggeriana: QuePensar

Leibniz eleva el nihil sine ratione, el “nada sin fundamento”, a la dignidad de proposición fundamental suprema mostrando hasta qué punto la proposición del fundamento fundamenta todas las proposiciones, es decir fundamenta ante todo cada proposición como tal. Ese carácter de la proposición del fundamento se pone de manifiesto en el título latino completo que Leibniz da al principio. Leibniz lo caracteriza como el principium rationis sufficientis. Traducimos ese título elucidando cada una de sus determinaciones. El principium rationis es principium reddendae rationis. Rationem reddere significa: volver a dar el fundamento. Preguntamos tres cosas: 1. El fundamento que hay que volver a dar, ¿de qué es fundamento en cada caso? 2. ¿Por qué hay que volver a dar el fundamento, es decir proporcionarlo de propio 3. ¿A dónde viene retrotraído el fundamento? A la primera pregunta responde Leibniz con una observación breve, pero de gran alcance. El fundamento es tal que hay que volver a darlo, quod omnis veritatis reddi ratio potest (Gerh. Phil. VII, e] 309), “porque una verdad lo es sólo, en cada caso, si es posible volver a dar su fundamento”. Verdad es siempre para Leibniz — y esto es lo que sigue siendo decisivo — propositio vera, una proposición verdadera, es decir, un JUICIO correcto. El JUICIO es connexio praedicati cum subiecto, conexión de lo enunciado con aquello de lo que se enuncia. Aquello que en cuanto unidad unificante de sujeto y predicado soporta su conexión es el suelo, el fundamento del JUICIO. El fundamento confiere su derecho al acto conectivo. Rinde cuentas de la verdad del JUICIO. Cuenta se dice en latín ratio. El fundamento de la verdad del JUICIO viene representado como ratio. Heideggeriana: Fundamento1956

De acuerdo con esto, Leibniz, en una carta a Arnauld, escribe: “Hanovre le 14 juillet 1686: il faut toujours qu’il y ait quelque fondement de la connexion des termes d’une proposition, qui se doit trouver dans leur notions. C’est là mon grand principe, dont je croy que tout les philosophes doivent demeurer d’acord, et dont un des corollaires est cet axiome vulgaire que rien n’arrive sans raison, qu’ont peut tousjours rendre pourquoy la chose est plustost allé ainsi qu’autrement… Traducido: “es siempre necesario que haya un basamento de la conexión de los términos del JUICIO, que tiene que encontrarse en los conceptos de aquéllos. Tal es precisamente mi gran principio, que creo todos los filósofos tienen que admitir, siendo uno de sus corolarios este axioma común: que nada acontece sin un fundamento, que siempre se puede volver a dar un fundamento por el que la cosa ha sucedido así más bien que de otra manera.” (Correspondencia entre Leibniz, Arnauld y el conde Ernst von Hessen-Rheinfels. Ed. por C.L. Grotefend, Hannover 1846, p. 49: cf. Gerhardt, Phil. II, 62). Heideggeriana: Fundamento1956

Planteamos la segunda pregunta: ¿Por qué hay que volver a dar propiamente el fundamento como fundamento? Porque el fundamento es ratio, es decir: dar cuenta. Si no se da, no se confiere derecho al JUICIO. Falta probar su corrección. El JUICIO no es ninguna verdad. El JUICIO es una verdad sólo cuando se indica el fundamento de la conexión, cuando se suministra la ratio, cuando se dan cuentas. Tal suministro necesita de un sitio donde la cuenta se deposite, de una instancia ante la cual se den cuentas. Heideggeriana: Fundamento1956

Una vez escribe Leibniz lo siguiente respecto a la proposición del fundamento: (principium rationis) quod dicere soleo nihil existere nisi cuius reddi potest ratio existentiae sufficiens. El principio del fundamento, “que suelo enunciar (en la forma de que): nada existe cuyo fundamento de su existencia no pueda emplazarse como suficiente”. El fundamento, que reclama en cada JUICIO sobre un objeto su emplazamiento ineludible, requiere al mismo tiempo ser suficiente como fundamento, es decir completamente suficiente como rendición de cuentas. ¿Para qué? Para [196] llegar a traer a su estancia a un objeto ( obstante ) en la totalidad de su estado, respecto a cualquier punto de vista y para todo el mundo, es decir plenamente. Sólo la completud de los fundamentos a emplazar, la perfectio, garantiza que algo esté para el representar humano emplazado de fijo en sentido literal, asegurado en su estancia. Sólo la completad de la cuenta, la perfección, garantiza que todo acto de representar pueda, siempre y en todo lugar, confiar en el objeto y contar con él. Heideggeriana: Fundamento1956

La meditación que ahora efectuamos hace surgir continuamente la sospecha de que suponemos que el pensar de Nietzsche en el fondo tendría que pensar el ser en cuanto tal y que, puesto que no lo hace, resultaría por eso insuficiente. Nada de esto se quiere decir. Se trata, más bien, de trasladarnos, pensando en dirección de la pregunta por la verdad del ser, a la cercanía de la metafísica de Nietzsche, para experimentar lo por él pensado desde la mayor fidelidad a su pensamiento. Está lejos de este intento el propósito de difundir una representación quizá más correcta de la filosofía de Nietzsche. Sólo pensamos su metafísica para poder preguntar algo digno de cuestionarse: ¿en la metafísica de Nietzsche, que experimenta y piensa por primera vez el nihilismo como tal, se supera o no el nihilismo? Preguntando de este modo juzgamos a la metafísica de Nietzsche respecto de si lleva a cabo o no la superación del nihilismo. Sin embargo, renunciamos también a este JUICIO. Sólo preguntamos, y nos dirigimos la pregunta a nosotros, si y de qué modo se muestra la esencia propia del nihilismo en la experiencia y superación metafísica que hace Nietzsche de él. Se pregunta si en el concepto metafísico del nihilismo puede experimentarse su esencia, si esta esencia puede, en general, ser captada por el concepto, o si requiere del decir una rigurosidad diferente. Heideggeriana: NiilismoSer

Además, si se observa con más atención, la nada se revela como la negación del ente. Negación, decir no, decir que no, es el caso contrario de la afirmación. Ambas son las formas básicas del JUICIO, de la enunciación, del logos apophantikos. En cuanto resultado de la negación, la nada tiene un origen “lógico”. El hombre necesita, por cierto, de la “lógica” para pensar de manera correcta y ordenada, pero lo que sólo se piensa no por ello es necesariamente, es decir, no aparece, en la realidad como algo real. La nada que proviene de la negación, del decir no, es una mera construcción del pensamiento, lo más abstracto de lo abstracto. La nada es simple y absolutamente “nada”, por lo tanto lo más nulo, y por lo tanto lo que no merece más atención ni consideración. Si la nada no es nada, si no hay nada, tampoco el ente puede hundirse en la nada y todo diluirse en ella; tampoco puede existir el proceso de convertirse en nada. Entonces el “nihilismo” es una ilusión. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Este modo de interpelar y poner en evidencia, de hacer público en la palabra, aparece de manera señalada cuando en un JUICIO público se acusa a alguien de ser culpable de tal o cual cosa. El poner en evidencia que interpela tiene su modo más visible y por ello más habitual en la acusación pública. Por eso kategorein significa especialmente un interpelar que pone en evidencia en el sentido de “acusar”. También resuena, sin embargo, el sentido fundamental de un interpelar que revela. Con ese significado puede usarse el sustantivo kategoria. La kategoria es, entonces, el interpelar de una cosa en dirección de lo que es, de manera tal que, por medio de este interpelar de cierto modo la cosa misma, en lo que ella misma es, llega a la palabra, se pone de manifiesto y entra en el ámbito abierto de lo público. Una kategoria de este tipo lo son las palabras “mesa”, “caja” o “casa”, la palabra “árbol” y otras similares, aunque también rojo, pesado, delgado, o valiente, o sea toda palabra que interpela algo que es en lo que le es propio y manifiesta así qué aspecto tiene el ente y cómo es. El aspecto, aquello en lo que un ente se muestra como lo que es, se dice en griego to eidos o he idea. La categoría es la interpelación de un ente respecto de lo que es en cada caso propio de su aspecto, o sea, tomado en un sentido muy amplio, el nombre propio. Con este significado es empleada la palabra kategoria por Aristóteles (Phys. B 1, 192 b 17). No funciona allí de ningún modo como una expresión reservada al lenguaje filosófico (”término técnico”). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La forma básica del interpelar cotidiano del ente es el enunciado, en términos aristotélicos, el logos apophantikos, el decir que está en condiciones de dejar que el ente se muestre desde sí mismo. Siguiendo el hilo conductor de este logos, Aristóteles enunció por vez primera las “categorías”, las interpelaciones no formuladas en el enunciar pero que sustentan todo enunciar. Lo que le importaba no era un “sistema” de las categorías. Siguiendo el antecedente de Platón, se encontró ante la muy distinguida tarea de mostrar ante todo que tales categorías pertenecen al ámbito de lo que la filosofía primaria y propiamente (en cuanto prote philosophia) tiene que pensar. El enunciado, enuntiatio, es comprendido luego como JUICIO. En los diferentes modos del JUICIO se hallan ocultas las diferentes interpelaciones, las diferentes categorías. Por ello Kant, en su Crítica de la razón pura, enseña que la tabla de las categorías tiene que obtenerse siguiendo el hilo conductor de la tabla de los juicios. Lo que enuncia aquí Kant es — aunque ciertamente en una forma que entretanto se ha modificado — lo mismo que llevó a cabo por primera vez Aristóteles más de dos mil años antes. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A través de estas diferencias se mantiene sin embargo lo esencial y lo que sustenta, que las determinaciones del ente en cuanto tal son alcanzadas y fundamentadas en vista del logos, del pensar enunciativo. Las categorías, en cuanto determinaciones del ente en cuanto tal, dicen qué es el ente en cuanto ente. Dicen lo “más universal” que puede decirse del ente: la entidad o el ser. El ser del ente es captado y comprendido siguiendo el hilo conductor del enunciado, del JUICIO, del “pensar”. Este modo de determinación de la verdad acerca del ente en su totalidad, es decir, al mismo tiempo, la metafísica, piensa el ente según las categorías. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El nihilismo pasivo se contenta con: no hay verdad en sí; esto quiere decir para él: no hay verdad en absoluto. El nihilismo activo, en cambio, se pone en marcha para determinar la verdad en su esencia desde el lugar desde donde todo recibe su determinabilidad y su determinación. El nihilismo activo reconoce a la verdad como una forma de la voluntad de poder y como un valor de rango determinado. Si, además, la voluntad de poder se experimenta explícitamente como el fundamento de la posibilidad de la verdad, si se comprende y configura a la verdad como una función de la voluntad de poder (como justicia), entonces el nihilismo extremo, en cuanto activo, se transforma en el nihilismo clásico. Pero puesto que el nihilismo activo ya conoce y reconoce a la voluntad de poder como carácter fundamental del ente, para él el nihilismo no es una mera “contemplación” (n. 24), el mero no del JUICIO, sino el no de la acción: “se pone manos a la obra”; “se destruye”. No sólo se contempla que algo es nulo, se lo elimina, se lo derriba y se crea un espacio libre. Por ello, el nihilismo clásico mismo es el “ideal del supremo poderío” (n. 14). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Cuando Nietzsche dice que el ente en su totalidad “no tiene ningún valor”, no quiere dictar un JUICIO despectivo sobre el mundo. Sólo quiere mantener alejada toda estimación de valor de la totalidad en cuanto sería un desconocimiento de la esencia de la misma. La proposición: el ente en su totalidad no tiene ningún valor es, pensada en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder, el rechazo más radical de la creencia de que los “valores” sean algo en sí, por encima del ente en su totalidad y válido para él. Que el ente en su totalidad carezca de valor quiere decir: está fuera de toda valoración, ya que por medio de ésta sólo se haría que el todo y lo incondicionado se volvieran dependientes de partes y condiciones que sólo son lo que son desde el todo. El mundo en devenir es, en cuanto voluntad de poder, lo in-condicionado. Sólo dentro del devenir: en referencia a formaciones de poder individuales, sólo puestas por medio de ellas y para ellas, hay condiciones, es decir puntos de vista de la conservación y acrecentamiento de los quanta de energía, sólo allí hay valores. ¿Entonces los valores surgen de la voluntad de poder? Ciertamente, pero pensaríamos de nuevo de modo erróneo si quisiéramos volver a comprender los valores como si fueran algo “al lado de” la voluntad de poder, como si en primer lugar estuviera ésta y, a continuación, instaurara “valores” que pondría en función de acuerdo con las circunstancias. Los valores, en cuanto condiciones de conservación y acrecentamiento del poder, sólo son como algo condicionado por lo único incondicionado, la voluntad de poder. Los valores son esencialmente condiciones condicionadas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los que tratan de este modo acerca de qué es el ente en su totalidad son “teólogos”. Su “filosofía” sólo tiene de filosofía el nombre, porque una “filosofía cristiana” es un contrasentido aún mayor que la idea de un círculo cuadrado. El cuadrado y el círculo todavía concuerdan en que son figuras espaciales, mientras que la fe cristiana y la filosofía son abismalmente diferentes. Incluso si quisiera decirse que en ambos casos se enseña la verdad, lo que quiere decir verdad es totalmente diferente. El hecho de que los teólogos medievales a su manera, es decir cambiándoles el sentido, estudiaran a Platón y a Aristóteles es equivalente a la utilización de la metafísica de Hegel por parte de Karl Marx para su cosmovisión política. Pero bien mirado, la doctrina christiana no quiere transmitir un saber sobre el ente, sobre lo que éste es, sino que su verdad es por completo una verdad de salvación. Se trata del aseguramiento de la salvación de las almas inmortales individuales. Todos los conocimientos están referidos al orden de la salvación y están al servicio del aseguramiento y la promoción de la misma. Toda historia se convierte en historia de la salvación: creación, pecado original, redención, JUICIO final. Así también queda establecido de qué único modo (es decir con qué único método) tiene que determinarse y transmitirse lo que es digno de saberse. A la doctrina le corresponde la schola (la instrucción); por eso los doctores de la doctrina de la fe y la salvación son “escolásticos”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sin darse cuenta suficientemente, Nietzsche está de acuerdo con Descartes en que ser quiere decir “representatividad”, fijación en el pensar, y que verdad quiere decir “certeza”. En este respecto, Nietzsche piensa de manera totalmente moderna. No obstante, cree dirigirse en contra de Descartes al poner en tela de JUICIO que su proposición sea una certeza inmediata, es decir una certeza conquistada y asegurada por medio de una mera toma de conocimiento. Nietzsche dice que la búsqueda cartesiana de una certeza inquebrantable es una “voluntad de verdad”: “”Voluntad de verdad” como “no quiero ser engañado” o “no quiero engañar” o “quiero convencerme y afirmarme”, como formas de la voluntad de poder” (XIV, 2a. mitad, n. 160). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Nietzsche asume completamente la posición metafísica fundamental de Descartes, pero la computa psicológicamente, es decir, funda la certeza, en cuanto “voluntad de verdad”, en la voluntad de poder. ¿Pero no pone Nietzsche en tela de JUICIO el concepto de “sujeto” tal como lo piensa Descartes? Efectivamente, Nietzsche dice: el concepto de “yo” como sujeto es un invento de la “lógica”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Además, nosotros mismos nos quedamos detenidos en lo obvio del sentido común cuando nos creemos seguros en esas multiformes “verdades” de la experiencia de la vida, del actuar, investigar, crear y creer. Nosotros mismos defendemos lo “obvio” contra cualquier pretensión de ponerlo en tela de JUICIO y cuestionarlo. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Como, de todos modos, la verdad es en su esencia libertad, por eso, en su dejar ser a lo ente, el hombre histórico también puede no dejarlo ser como ese ente que es y tal como es. Cuando esto ocurre, el ente se ve ocultado y disimulado. Toman el poder las apariencias. En ellas se hace patente la inesencialidad de la verdad. Pero como en cuanto esencia de la libertad, la libertad existente no es una propiedad del hombre, sino que el hombre sólo ex-siste en cuanto posesión de dicha libertad y sólo de ese modo se torna susceptible de historia, por eso la inesencialidad de la verdad tampoco puede surgir a posteriori de la simple incapacidad o dejadez del hombre. Por el contrario, la no-verdad tiene que proceder de la esencia de la verdad. Es sólo porque verdad y no-verdad en esencia no son indiferentes la una a la otra, sino que se pertenecen mutuamente, por lo que una proposición verdadera puede aparecer en la más violenta de las oposiciones respecto a la correspondiente proposición no verdadera. Por eso, la pregunta por la esencia de la verdad sólo llega hasta el ámbito originario de lo preguntado por ella cuando, partiendo de una mirada previa a la plena esencia de la verdad, también incluye en el desvelamiento de la esencia la meditación acerca de la no-verdad. Las explicaciones sobre la inesencialidad de la verdad no son algo que se añada a posteriori para rellenar un hueco, sino el paso decisivo para un buen planteamiento de la pregunta por la esencia de la verdad. Pero ¿cómo podemos captar la inesencialidad en la esencia de la verdad? Si la esencia de la verdad no se agota en la conformidad del enunciado, entonces la no-verdad tampoco puede equipararse con la no conformidad del JUICIO. Heideggeriana: EssenciaVerdade

De acuerdo con su carácter abierto y su referencia a lo ente en su totalidad, todo comportarse tiene siempre su manera de errar. El error se extiende desde la más común de las equivocaciones, confusiones o errores de cálculo hasta el perderse y extraviarse en las actitudes y decisiones que son esenciales. Ahora bien, lo que por lo general y también según las teorías filosóficas se conoce como error, esto es, la falta de conformidad del JUICIO y la falsedad del conocimiento, es sólo uno y hasta el más superficial de los modos del errar. Ese errar en el que tiene que caminar en cada caso una humanidad histórica a fin de que su marcha sea errante, se conjuga y encaja esencialmente con la apertura del Dasein. El errar domina por completo al hombre en la medida en que lo confunde. En cuanto confusión, el errar también contribuye a esa posibilidad, que el hombre es capaz de extraer de la ex-sistencia, de no dejarse confundir, desde el momento en que experimenta el propio errar y no deja de ver el misterio del ser-aquí. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Preguntamos, ahora, por la historia de la Universidad Alemana. Y, en verdad, con la intención de concebir su esencia más interna. O — como solemos decir, brevemente — el espíritu. Con esto se mienta la mentalidad [Gesinnung], desde la cual la universidad dispone y fundamenta su tarea. Con “espíritu” mentamos la actitud [Haltung], con la cual la universidad ejecuta y defiende su tarea. Por tanto, si ahora preguntamos por la historia, prescindimos del cuento acerca de cómo surgieron las actuales instalaciones externas. Nos permitiremos dejarlas tanto más de lado, puesto que estas instalaciones se retrotraen, en parte, hasta el Medioevo. Y muestran desde entonces una fuerte tendencia a la persistencia [Beständigkeit]. De allí proviene también el importante hecho que jamás podrá pasarse por alto al ir a emitir un JUICIO acerca de la universidad, y es que: con frecuencia, las formas externas se han mantenido siendo aún las mismas, y el espíritu se ha transformado en uno diferente. No obstante, frecuentemente, también, se han modificado de muchas formas las instalaciones y el espíritu (y con relación a esto, su deterioro, también: Ungeist) ha permanecido el mismo. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

A su vez, subyace en la esencia de lo matemático el que, en un resultado unificado se recojan y fundamenten como “sistema” todas las determinaciones del pensar. El impulso hacia el sistema y la construcción del sistema en la filosofía se hacen recién posibles, una vez que lo matemático se convierte en el principio más alto de todas las determinaciones del ser, desde Descartes. Ni Platon ni Aristóteles tuvieron un sistema, ni hablar entonces de los antiguos filósofos. Incluso Kant, que muestra — por vez primera, en la “Crítica de la razón pura” — lo legítimo del pensar dentro de sus límites, no pudo sustraerse a los rasgos del sistema, y esto debido a que finalmente, a pesar de la crítica, también para Kant se mantuvo inalterable el pensar, el JUICIO, como el tribunal de la determinación del ser, esto es, del ser como objetualización de la experiencia. Heideggeriana: EuropaFilosofia

El avión y el aparato de radio forman parte hoy día de las cosas más próximas, pero cuando mentamos las cosas últimas pensamos en algo muy diferente. Las cosas últimas son la muerte y el JUICIO. En definitiva, la palabra cosa designa aquí todo aquello que no es finalmente nada. Siguiendo este significado también la obra de arte es una cosa en la medida en que, de alguna manera, es algo ente. Pero a primera vista parece que este concepto de cosa no nos ayuda nada en nuestra pretensión de delimitar lo ente que es cosa frente a lo ente que es obra. Por otra parte, tampoco nos atrevemos del todo a llamar a Dios cosa y lo mismo nos ocurre cuando pretendemos tomar por cosas al labrador que está en el campo, al fogonero ante su caldera y al maestro en la escuela. El hombre no es una cosa. Es verdad que cuando una chiquilla se enfrenta a una tarea desmesurada decimos de ella que es una ‘cosita’ demasiado joven, pero sólo porque en este caso pasamos hasta cierto punto por alto su condición humana y creemos encontrar más bien lo que constituye el carácter de cosa de las cosas. Hasta vacilamos en llamar cosa al ciervo que para en el claro del bosque, al escarabajo que se esconde en la hierba y a la propia brizna de hierba. Para nosotros, serán más bien cosas el martillo, el zapato, el hacha y el reloj. Pero tampoco son meras cosas. Para nosotros sólo valen como tal la piedra, el terrón o el leño. Las cosas inanimadas, ya sean de la naturaleza o las destinadas al uso. Son las cosas de la naturaleza y del uso las que habitualmente reciben el nombre de cosas. Heideggeriana: ObraArte

Según la opinión general, la determinación de la coseidad de la cosa como substancia con sus accidentes parece corresponderse con nuestro modo natural de ver las cosas. No es de extrañar que esta manera habitual de ver las cosas se haya adecuado también al comportamiento que se tiene corrientemente con las mismas, esto es, al modo en que interpelamos a las cosas y hablamos de ellas. La oración simple se compone del sujeto, que es la traducción latina — y esto quiere decir reinterpretación — del hypokeimenon, y del predicado con el que se enuncian las características de la cosa. ¿Quién se atrevería a poner en tela de JUICIO estas sencillas relaciones fundamentales entre la cosa y la oración, entre la estructura de la oración y la estructura de la cosa? Y con todo, no nos queda más remedio que preguntar si la estructura de la oración simple (la cópula de sujeto y predicado) es el reflejo de la estructura de la cosa (de la reunión de la substancia con los accidentes). ¿O es que esa representación de la estructura de la cosa se ha diseñado según la estructura de la oración? ¿Qué más fácil que pensar que el hombre transfiere su modo de captar las cosas en oraciones a la estructura de la propia cosa? Esta opinión aparentemente crítica, pero sin embargo demasiado precipitada, debería hacernos comprender de todos modos cómo es posible esa traslación de la estructura de la oración a la cosa sin que la cosa se haya hecho ya visible previamente. No se ha decidido todavía qué es lo primero y determinante, si la estructura de la oración o la de la cosa. Incluso es dudoso que se pueda llegar a resolver esta cuestión bajo este planteamiento. Heideggeriana: ObraArte

La verdad — si es en esencia estimación de valor — es equivalente a tener por verdadero. Al tener algo por algo y ponerlo como tal se lo denomina también juzgar. Nietzsche dice: “El juzgar es nuestra creencia más antigua, nuestro más acostumbrado tener-por-verdadero o por no-verdadero” (n. 531; 1885-1886). El JUICIO, el enunciado de algo sobre algo, es en la tradición de la metafísica occidental la esencia del conocimiento, del que forma parte el ser verdadero. Y tener algo por lo que es, re-presentarlo como lo que es de tal o cual manera, adecuarse en el representar a lo que surge y sale al encuentro — ésta es la esencia de la verdad como corrección. Por consiguiente, en la frase comentada que dice que la verdad es una estimación de valor, Nietzsche no piensa en el fondo otra cosa que: la verdad es corrección. Parece haberse olvidado totalmente de la sentencia que afirmaba que la verdad era una ilusión. Parece incluso estar en total coincidencia con Kant, que en su Critica de la Razón Pura advierte en una ocasión que allí se “concede y presupone” la explicación de la verdad como “coincidencia del conocimiento con su objeto” (A 58, B 82). En pocas palabras: para Kant, la determinación de la verdad como corrección (en el sentido comentado) es intocable y está fuera de toda duda; y préstese atención, para Kant, que en su doctrina acerca de la esencia del conocimiento llevó a cabo el giro copernicano, según el cual el conocimiento no se debe regir por los objetos sino, a la inversa, los objetos por el conocimiento. Del mismo modo en que Kant explica la esencia general de la verdad, así piensan también los teólogos medievales y así piensan también Platón y Aristóteles acerca de la “verdad”. Nietzsche no sólo parece estar en armonía con esta tradición occidental, sino que lo está efectivamente; sólo por eso puede, más aún, tiene que diferenciarse de ella. La pregunta es por qué, y en qué sentido, piensa, sin embargo, la esencia de la verdad de un modo diferente. El lema acerca de la esencia de la verdad contiene por cierto como presuposición la posición implícita: verdad es corrección, pero dice además otra cosa, y esta otra cosa es esencial para Nietzsche; por eso la hace pasar inmediatamente al primer plano gracias al modo en que está construida y acentuada la frase: “La estimación de valor… “como esencia de la “verdad”.” Esto significa: la esencia de la verdad como corrección (la corrección como tal) es propiamente una estimación de valor. En esta interpretación de la esencia de la corrección (del concepto de verdad tradicional y obvio) se encuentra la visión metafísica decisiva de Nietzsche. Esto quiere decir: la esencia de la corrección no encuentra de ninguna manera su elucidación y fundamentación en el sentido de que se diga de qué modo el hombre, con las representaciones que tienen lugar en su conciencia y que son, por lo tanto subjetivas, podría regirse por los objetos presentes fuera de su alma, de qué modo podría franquearse el abismo entre el sujeto y el objeto para que fuera posible algo así como un “regirse por… Heideggeriana: VontadePoder

La metafísica, en cuanto verdad del ente perteneciente al ser, no es nunca en primer lugar la visión y el JUICIO de un ser humano, nunca sólo un edificio doctrinal y la expresión de su época. Todo esto también lo es, pero siempre como consecuencia posterior y en su faz externa. El modo, en cambio, en el que quien está llamado a salvaguardar la verdad en el pensar asume la rara disposición, fundamentación, comunicación y preservación de la verdad en el anticipador proyecto existencial-extático, delimita lo que se llamará la posición metafísica fundamental de un pensador. Por lo tanto, cuando se nombre a la metafísica, que pertenece a la historia del ser mismo, con el nombre de un pensador (la metafísica de Platón, la metafísica de Kant), esto no quiere decir aquí que la metafísica sea la obra, la posesión o la característica distintiva de esos pensadores como personalidades de la creación cultural. Ahora, la denominación significa que los pensadores son lo que son en la medida en que la verdad del ser se ha confiado a ellos para que digan el ser, es decir, en el interior de la metafísica, el ser del ente. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La tesis quiere decir, por último: ser, el “ es” de la cópula, apunta en el JUICIO de experiencia a la posición del objeto como real efectivo (Crítica de la razón pura, 2a. ed., § 19). Heideggeriana: HistoriaSer

Hegel usa en este pasaje la palabra “concepto” en el sentido tradicional de la doctrina de la lógica, que determina el pensar natural en sus formas y reglas. El concepto es la representación de algo en general; “sólo concepto” quiere decir que este representar ni siquiera capta propiamente aquello que representa. Sin embargo, es parte del carácter de la conciencia natural no surgir siempre y únicamente en ese ente representado, sino también considerar a dicho ente como lo único verdadero y, por lo tanto, tomar a su saber por el saber real. Por eso, Hegel continúa en el texto: “Pero al tomarse de inmediato a sí misma (la conciencia natural) como el saber real, este camino (es decir, el camino de la presentación del saber que se manifiesta en su manifestación), tendrá para ella un significado negativo, … Por mucho que el saber real saque a la luz al ser de lo ente, el saber natural no se interesa por ello, porque, de hacerlo, su propia verdad quedaría en tela de JUICIO. El saber natural se atiene a lo suyo. Todo lo que se presenta ante él cae dentro de la proposición: es y permanece lo mío y es, en tanto que eso mío mentado, lo ente. Cuando Hegel comprende el representar como opinión, escucha y agrupa en esta palabra varios significados: el opinar como ese inmediato dirigirse hacia; opinar (minne) como la aceptación confiada de lo dado, y opinar en el sentido de conservar y afirmar algo como suyo dentro de uno mismo. Este opinar es la constitución fundamental de todo representar en el que se mueve la conciencia natural. Por eso puede decir Hegel en este párrafo que la conciencia natural “se oculta en el sistema del opinar”. Heideggeriana: HegelExperiencia

El séptimo párrafo desarrolla la pregunta por “la totalidad de las formas de la conciencia no real”. Se trata de las figuras del saber que se manifiesta, en la medida en que todavía no se ha manifestado a sí mismo en su manifestación y, por consiguiente, tampoco se ha situado en su realidad. La totalidad del surgimiento de las figuras sólo puede resultar de la marcha de este venir. Éste es el proceso del manifestarse. Tiene que ser un proceso necesario, pues sólo entonces le queda garantizado un carácter cerrado que no permite que la duda se introduzca por ningún resquicio. ¿En qué reside la necesidad del proceso en la marcha de la presentación? ¿En qué consiste la esencia del proceso? A fin de contestar de la manera adecuada, no debemos participar del punto de vista que suele tener la conciencia natural respecto a la presentación del saber que se manifiesta. Dicha visión es, en principio, unilateral, porque el representar natural siempre ve un solo lado que, para él, ni siquiera es un lado, sino el todo: el lado de lo que sale directamente al encuentro. Del otro lado, esto es, del lado del ser de lo ente, la conciencia natural nunca mira. Esta esencial unilateralidad de la conciencia natural puede aparecer incluso como una figura propia de la conciencia. Tiene que ofrecerse dentro de la historia de su formación. Se muestra como ese escepticismo que, en todo conocimiento y conducta, desemboca en la conclusión de que el conocimiento supuestamente adquirido nunca es nada. Dicho escepticismo, como mera ansía de duda de una sofística incondicionada, siempre tiene la pura nada como resultado. ¿En qué medida se eleva la unilateralidad del saber natural a principio sabido dentro de esta figura de la conciencia? En la medida en que lo único que encuentra siempre y en todo lugar la conciencia natural es lo ente, aquello que se manifiesta, y juzga todo lo que le sale al encuentro al tenor de esa comprobación. Lo que no es del género de esta constatación cae dentro de la máxima excluyente de que no existe semejante cosa. El ser no entra dentro del género de hallazgos que puede hacer la conciencia natural, la cual sólo encuentra ente. Por eso, dentro de la perspectiva de la conciencia natural, la manifestación de lo que se manifiesta y la realidad de lo real valen como algo nulo. Según el JUICIO de la conciencia natural, todo paso dado por la presentación del saber que se manifiesta, conduce a la nada. Hasta se puede decir que nunca llega a pasar por encima de su primer paso, que ya la ha conducido a la nada. ¿Cómo puede dicha presentación seguir adelante y hacia dónde a partir de esa situación? Le está vedado cualquier progreso, a no ser que espere a que le caiga de algún sitio otra figura del saber que se manifiesta con el fin de encontrar allí la supuesta manifestación y caer nuevamente con ella en la nada. Heideggeriana: HegelExperiencia

En la medida en que la voluntad de poder dispone a modo de valor necesario la conservación, es decir, el aseguramiento de sí misma, también justifica la necesidad de aseguramiento de todo lo ente; en cuanto esencialmente representador, dicho ente es también siempre un tomar algo por verdadero. El aseguramiento de este tomar por verdadero se llama certeza. Así, según el JUICIO de Nietzsche, la certeza, en cuanto principio de la metafísica moderna, sólo se encuentra verdaderamente fundamentada en la voluntad de poder, suponiendo que la verdad sea un valor necesario y la certeza la figura moderna de la verdad. Esto evidencia en qué medida en la teoría de Nietzsche de la voluntad de poder en cuanto “esencia” de todo lo efectivamente real, se consuma la moderna metafísica de la subjetivad . Heideggeriana: NietzscheDeus

Los motivos de perplejidad y malentendido más importantes de esta lección se pueden resumir en tres frases fundamentales. Se dice lo siguiente: 1. Que la lección hace de la “nada” el único objeto de la metafísica. Como sin embargo la nada es lo absolutamente nulo, este pensamiento induce a pensar que todo es nada, de tal modo que no merece la pena ni vivir ni morir. Una “filosofía de la nada” es un “nihilismo” consumado. 2. Que la lección eleva a estado de ánimo fundamental y único a lo que es un estado de ánimo entre otros muchos y que para colmo es depresivo: la angustia. Como sin embargo la angustia es el estado psíquico de los “angustiados” y cobardes, este pensamiento niega la noble actitud del valor. Una “filosofía de la angustia” paraliza la voluntad de acción. 3. Que la lección se decide en contra de la “lógica”. Como sin embargo el entendimiento contiene la norma que regula todo cálculo y todo orden, este pensamiento reduce el JUICIO sobre la verdad a un estado de ánimo casual. Una “filosofía del mero sentimiento” pone en peligro el pensar “exacto” y la seguridad del actuar. La postura adecuada frente a estas frases nace de una renovada reflexión sobre la lección. Tal vez se pueda comprobar si la nada, que determina a la angustia en su esencia, se agota en una vacía negación de todo ente o si aquello que no es nunca ni en ningún lugar un ente se desvela como aquello que se diferencia de todo ente y que nosotros nombramos ser. En cualquier lugar y por muy lejos que llegue todo tipo de investigación en busca de lo ente, nunca encontrará al ser. Lo único que encuentra siempre es a lo ente, porque tal investigación permanece aún antes de empezar anclada en lo ente con la intención de explicarlo. Ahora bien, el ser no es ninguna cualidad íntrinsecamente existente de lo ente. A diferencia de lo ente, el ser no se deja representar y producir como un objeto. Eso absolutamente otro en comparación con lo ente es lo no-ente. Pero dicha nada se presenta como el ser. Si echando mano de una explicación simplista hacemos pasar a la nada por lo meramente nulo y de este modo la equiparamos a lo carente de esencia, estaremos renunciando demasiado deprisa al pensar. En lugar de abandonarnos a la precipitación de semejante ingeniosidad vacía y de despreciar la misteriosa pluralidad de sentidos de la nada, lo que debemos hacer es armarnos y prepararnos para experimentar en la nada la amplitud de aquello que le ofrece a cada ente la garantía de ser. Eso es el propio ser. Sin el ser, cuya esencia abismal pero aún no desplegada nos viene destinada por la nada y nos conduce a la angustia esencial, todo ente permanecería inmerso en la ausencia de ser. Pero ocurre que tal ausencia de ser, en cuanto abandono del ser, a su vez tampoco es una nada nula, por mucho que forme parte de la verdad del ser el hecho de que el ser nunca se presenta sin lo ente y que un ente nunca es sin el ser. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo

También se puede, evidentemente, proceder de otro modo. Puede uno dispensarse de la reflexión y atenerse a la fácil idea de que, inmediatamente después de la toma del poder por el nacionalsocialismo, un rector recién elegido pronunció un discurso sobre la Universidad, que defiende “el” nacionalsocialismo, es decir, que propaga la idea de “ciencia política”, idea que significa, toscamente entendida, “verdadero es lo que sirve al pueblo”. De donde se deduce, desde luego con razón, que así se niega la esencia de la Universidad alemana en su mismo centro y se trabaja por su destrucción, con lo que el título habría más bien de decir: “La autonegación de la universidad alemana”. Puede procederse así, cuando se tiene la suficiente falta de JUICIO e incapacidad para la reflexión, cuando se tiene la suficiente comodidad para dejarse llevar por las habladurías, cuando se tiene la suficiente dosis de malevolencia. Heideggeriana: RepensandoReitorado

Mi carta quisiera pensar previamente en ese lugar de la línea y así explicar la línea. Su enjuiciamiento de la situación bajo el nombre trans lineam y mi explicación bajo el nombre de línea, se corresponden. Aquélla incluye a ésta. Ésta depende de aquélla. Con ello no le digo nada especial. Usted sabe que un enjuiciamiento de la situación del hombre respecto al movimiento del nihilismo y dentro de éste, [387] exige una determinación esencial suficiente. Tal saber falta en muchos lugares. La carencia enturbia la vista en el enjuiciamiento de nuestra situación. Hace superficial el JUICIO sobre el nihilismo y ciego el ojo para la presencia “de éste, el más inhóspito de todos los huéspedes” (Nietzsche, La voluntad de poder Para el plan, WW XV pág. 141). Se llama el “más inhóspito” porque él, como voluntad incondicionada de voluntad, quiere la inhospitalidad en cuanto tal. Por eso no sirve de nada mostrarle la puerta, ya que por doquier desde hace tiempo e invisible da vueltas por la casa. Es preciso divisar a ese huésped y examinarle. Usted mismo escribe (pág. 23): “Una buena definición del nihilismo sería comparable al descubrimiento del agente cancerígeno. No significaría la curación, pero sí su condición, en la medida en que generalmente los hombres colaboran en ello. Se trata ciertamente de un proceso que supera ampliamente a la historia”. Heideggeriana: PreguntaSer

Cuanto más reflexionamos sobre “la línea” tanto más desaparece esta imagen inmediatamente accesible, sin que los pensamientos que se encienden en ella tengan que perder su significado. En el escrito Sobre la línea da usted una descripción local del nihilismo y un JUICIO de la situación y de la posibilidad de movimiento del hombre respecto al lugar descrito y designado por la imagen de la línea. Es cierto que se necesita una topografía del nihilismo, de su proceso y de su separación. Pero a la topografía tiene que preceder una topología: la explicación de aquel lugar que reúne el Ser y la Nada en su esencia, que determina la esencia del nihilismo, y así permite conocer los caminos en los que se esbozan los modos de una posible superación del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer

Podemos creer que la poesía de Hebel, por ser una poesía dialectal, solamente habla de un mundo limitado. Se piensa además que el dialecto no es más que un mal uso y una deformación de la lengua noble y literaria. Un JUICIO tal es erróneo, pues el dialecto es la fuente misteriosa de toda lengua evolucionada. De esta fuente nos viene todo lo que el espíritu de la lengua abriga en sí mismo. Heideggeriana: HebelAmigo

Hebel hace campesino el universo. Este JUICIO que parece duro pero sin embargo se quiere amistoso, encierra todo un problema que precisamente preocupó sin descanso la creación poética y el pensamiento de Goethe en su último período. Heideggeriana: HebelAmigo

Según el JUICIO de Hegel, Heráclito es el primero que reconoce la dialéctica como principio, superando así a Parménides, y siguiendo hacia adelante. Hegel dice: “El Ser (como lo piensa Parménides) es lo uno, lo primero; lo segundo es el devenir — él (Heráclito) avanzó hacia esta determinación. Esto es lo primeramente concreto, lo absoluto en cuanto la unidad de los contrarios contenidos en él. Con él (Heráclito) se encuentra por primera vez la idea filosófica en su forma especulativa” (ib. p. 328). De manera que Hegel pone el peso central de su interpretación de Heráclito en las proposiciones donde se habla de lo dialéctico, de la unidad y de la unión de las contradicciones. Heideggeriana: HegelGregos

Hegel dice de la filosofía de los griegos: “En ella sólo hasta cierto límite se puede encontrar una satisfacción”, es decir, la satisfacción del impulso del Espíritu hacia la certeza absoluta. Este JUICIO de Hegel sobre lo insatisfactorio de la filosofía griega se pronuncia desde la culminación de la filosofía. La filosofía de los griegos permanece dentro del horizonte del idealismo especulativo en el “todavía no” de la culminación. Heideggeriana: HegelGregos

En todo caso, la caracterización del ser como posición muestra una equivocidiad que no es contingente, ni tampoco nos es desconocida. Pues juega siempre en el ámbito de ese poner y colocar que conocemos como poner ahí delante o representar. Para esto, el lenguaje técnico de la filosofía tiene dos nombres característicos: representar es percipere, perceptio, tomar algo en sí, captarlo; repraesentare, tener algo enfrente, tenerlo presente. En el representar colocamos algo ante nosotros que está enfrente nuestro como lo así colocado (puesto), como objeto (Gegenstand). El ser como posición mienta la posición de algo en el representar ponente. Cada vez, según qué y cómo es puesta, la posición, Setzung, el ser, tiene otro sentido. Por eso Kant, después de sentar su tesis sobre el ser continúa diciendo en el texto de la Crítica de la razón pura: “En el uso lógico [a saber el ser como “simplemente la posición”] es únicamente la cópula del JUICIO. La proposición: Dios es Todopoderoso confiere dos conceptos que tienen sus objetos: Dios y omnipotencia; la partícula es, no es otro predicado más, sino solamente lo que pone al predicado [acusativo] en relación con el sujeto” Heideggeriana: KantSer

En la afección por medio de nuestros sentidos se nos da siempre una multiplicidad de representaciones. Para que la “muchedumbre” dada, el flujo de esta multiplicidad, llegue un estar y se pueda mostrar así lo que está enfrente (Objeto), la multiplicidad debe estar ordenada, es decir, enlazada. El enlace no puede venir nunca por medio de los sentidos. Todo enlace surge, según Kant, de aquella facultad de representación que se llama entendimiento; cuyo rasgo fundamental es el poner, en cuanto síntesis. La posición tiene el carácter de proposición, es decir, de JUICIO, por el cual algo es antepuesto como algo, un predicado es atribuido a un sujeto por el “es”. Pero en cuanto la posición como proposición se relaciona necesariamente con lo dado en la afección, para que un objeto sea conocido por nosotros, el “es” como cópula recibe por eso un nuevo sentido. Kant lo determina por vez primera en la segunda edición de la Crítica de la razón pura (S19, B 140 ss.). Al comienzo del § 19 escribe: “Nunca me ha satisfecho la definición que los lógicos dan del JUICIO en general, es, como ellos dicen, la representación de una relación entre dos conceptos”. Heideggeriana: KantSer

Respecto de esta definición, Kant encuentra: “que no se determina en qué consiste esta relación”. En la definición lógica del JUICIO, Kant nota la ausencia de aquello en que se funda la posición del predicado al sujeto. Sólo como objeto para el yo-sujeto cognoscente, puede ser fundante el sujeto proposicional del enunciado. Al comenzar un nuevo párrafo del texto, Kant prosigue: “Pero cuando indago suficiente la relación de los conocimientos dados en todo JUICIO y distingo esa relación propia del entendimiento de la que se efectúa según leyes de la imaginación reproductora (la cual [relación] sólo tiene validez subjetiva) encuentro que el JUICIO no es otra cosa que la manera de traer los conocimientos dados a la unidad objetiva de la apercepción. A ello sirve la partícula relacional “es” en los mismos [juicios] para distinguir la unidad objetiva de las representaciones dadas de la subjetiva”. Heideggeriana: KantSer

En tanto la esencia de la posición se determina por la apercepción trascendental, relacionada a la afección sensible, como proposición objetiva, como JUICIO objetivo, también el “punto máximo” del pensar, es decir, la posibilidad del entendimiento mismo debe mostrarse como el fundamento de todas las proposiciones posibles y en consecuencia, como principio (Grundsatz). Así dice el título del § 17 (B 136): “El principio (Grundsatz) de la unidad sintética de la apercepción es el principio (Prinzip) supremo de todo uso del entendimiento”. Heideggeriana: KantSer

Observemos otra vez: Kant no explica ahora el ser y la existencia desde la relación con la facultad del entendimiento, sino desde la relación con la facultad del conocimiento, es decir, con el entendimiento, en efecto, con el JUICIO, pero de tal modo que éste recibe su determinación desde la referencia a la experiencia (sensación). Ser sigue siendo posición, pero incluido en la relación con la afección. En los predicados de ser posible, efectivo y necesario yace una “determinación del objeto”, aunque sólo una “cierta” determinación, en tanto se enuncia algo del objeto en sí mismo, de él en cuanto objeto, a saber respecto de su objetividad, es decir, el “estar frente a” respecto de su propia existencia, pero no respecto de su realidad (Ralitat), esto es: quiddidad (Sachheit). Para la interpretación crítico-trascendental del ser del ente, ya no vale la tesis precrítica de que el ser “no es un predicado”. Ser no es, como ser posible, efectivo, necesario, un predicado real (óntico), pero sí un predicado trascendental (ontológico). Heideggeriana: KantSer

En cada una de las modalidades impera la posición de una relación, distinta en cada caso, con aquello que se exige para la atención de un objeto de la experiencia. Las modalidades son predicados de la relación exigida en cada caso. Los principios que definen estos predicados postulan lo exigible para la existencia posible, efectiva, necesaria, de un objeto. Por eso, Kant presenta estos principios con el nombre de Postulados. Son postulados del pensar en el doble sentido de que las exigencias nacen, por un lado, desde el entendimiento como fuente del pensar, luego valen al mismo tiempo para el pensar, en la medida en que éste debe determinar, por medio de las categorías, lo dado en la experiencia para el objeto existente. “Postulados del pensamiento empírico en general”, este “en general” quiere decir: en la tabla de los principios del entendimiento puro se nombran los postulados sólo en el cuarto y último lugar; sin embargo, según su rango son los primeros, en cuanto todo JUICIO sobre un objeto de la experiencia debe satisfacerlos de antemano. Heideggeriana: KantSer

Sólo diez años después de la Crítica de la razón pura toca Kant esta cuestión hacia el final de su tercera obra capital, la “Crítica del JUICIO” (1790), y otra vez en verdad “episódicamente”, en el § 76, que lleva el título de “Observación”, Schelling, a los veinte años, en su primer escrito, aparecido cinco años después (1795), “Del yo como Principio de la filosofía o sobre lo incondicionado en el saber humano” termina con la siguiente frase la nota final de su obra: “Tal vez nunca se agolparon en tan pocas páginas tantos pensamientos profundos como en la crítica del JUICIO teleológico § 76” (Philosophische Schriften, Erster Band, S. 114 W W. I, 242). Heideggeriana: KantSer

El ser como simplemente la posición, se desarrolla en las modalidades. El ente es puesto en su posición por la proposición relacionada a la afección sensible, es decir, por el JUICIO empírico en el uso empírico del entendimiento, en el pensar así determinado. El ser se aclara y localiza desde la relación con el pensar. Aclaración y localización tienen el carácter de la reflexión, que aparece como pensar sobre el pensar. Heideggeriana: KantSer

La verdad científica es equiparada con la eficiencia de estos efectos. Las ciencias se encargan ellas mismas de hacer la necesaria y respectiva refo