invisible

¿Qué se lo impide? El propio edificio de pensamiento y el INVISIBLE enredo en desordenadas hábitos mentales. No se quiere ver, porque de lo contrario se tendría que conceder que los fundamentos sobre los que se continúa construyendo una variación de la metafísica tras otra no son fundamento alguno. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Allí alzado, el templo reposa sobre su base rocosa. Al reposar sobre la roca, la obra extrae de ella la oscuridad encerrada en su soporte informe y no forzado a nada. Allí alzado, el edificio aguanta firmemente la tormenta que se desencadena sobre su techo y así es como hace destacar su violencia. El brillo y la luminosidad de la piedra, aparentemente una gracia del sol, son los que hacen que se torne patente la luz del día, la amplitud del cielo, la oscuridad de la noche. Su seguro alzarse es el que hace visible el INVISIBLE espacio del aire. Lo inamovible de la obra contrasta con las olas marinas y es la serenidad de aquélla la que pone en evidencia la furia de éstas. El árbol y la hierba, el águila y el toro, la serpiente y el grillo sólo adquieren de este modo su figura más destacada y aparecen como aquello que son. Esta aparición y surgimiento mismos y en su totalidad, es lo que los griegos llamaron muy tempranamente physis. La fisis ilumina al mismo tiempo aquello sobre y en lo que el ser humano funda su morada. Nosotros lo llamamos tierra. De lo que dice esta palabra hay que eliminar tanto la representación de una masa material sedimentada en capas como la puramente astronómica, que la ve como un planeta. La tierra es aquello en donde el surgimiento vuelve a dar acogida a todo lo que surge como tal. En eso que surge, la tierra se presenta como aquello que acoge. Heideggeriana: ObraArte

Los que van-al ocaso en sentido esencial son aquellos que pasan-inadvertidos por lo que viene (lo venidero) y se inmolan a él como su fundamento INVISIBLE venidero, los encarecidos que incesantemente se exponen al preguntar. Heideggeriana: EreignisFuturos

Lo gigantesco es más bien aquello por medio de lo cual lo cuantitativo se convierte en una cualidad propia y, por lo tanto, en una manera especialmente señalada de lo grande. Cada época histórica no sólo es diferentemente grande respecto a las otras, sino que además tiene su propio concepto de grandeza. Pero en cuanto lo gigantesco de la planificación, el cálculo, la disposición y el aseguramiento, dan un salto desde lo cuantitativo a una cualidad propia, lo gigantesco y aquello que aparentemente siempre se puede calcular por completo, se convierten precisamente por eso en lo incalculable. Lo incalculable pasa a ser la sombra INVISIBLE proyectada siempre alrededor de todas las cosas cuando el hombre se ha convertido en subjectum y el mundo en imagen. Heideggeriana: ImagemMundo

La expresión “la idea del bien”, que tanto induce en error al pensar moderno, es la denominación para aquella excelente idea que, como idea de las ideas, es lo que siempre hace apto para todo. Esta idea, que sólo puede llamarse “el bien”, es la idéa teleutaía, ya que sólo en ella se consuma la esencia de la idea, es decir, comienza a esencializarse, de modo que sólo de ella surge también la posibilidad de todas las otras ideas. El bien puede ser denominado “la idea suprema” en un doble sentido: ella es la más encumbrada en el rango del hacer posible, y la mirada que hacia ella asciende es la más escarpada y, en consecuencia, la más penosa. A pesar del esfuerzo de su aprehensión peculiar esta idea, que conforme a la esencia de la idea en su significado griego tiene que ser llamada “el bien”, está en cierto modo, sin embargo, constantemente y por doquier en la mirada, allí donde en general un ente se muestra. Todavía allí, donde sólo son contempladas las sombras aun ocultas en su esencia, tiene que irradiar el resplandor de un fuego, aunque este resplandor no sea propiamente aprehendido y experimentado como dádiva del fuego, y aunque aquí, ante todo, no se llegue a reconocer que ese fuego es solamente un vástago (ékgonon Vl, 507 a, 3) del sol. En lo interior de la caverna el sol es INVISIBLE y, con todo, todavía las sombras se nutren de su luz. Pero el fuego de la caverna que hace posible la apercepción de las sombras. la que en su esencia peculiar no se conoce a sí misma, es la imagen para el fundamento desconocido de toda experiencia del ente, experiencia que, si bien hace mención del ente, no lo conoce empero como tal. El sol, no obstante, dispensa mediante su resplandecer no sólo la claridad y por consiguiente la visualidad o sea la “desocultación” a todo lo que aparece, sino que, al mismo tiempo, su resplandecer irradia el calor y por medio de su incandescencia hace posible a todo “lo que nace” emerger en lo visual de su consistencia (509 b). Heideggeriana: PlatoVerdade

Este pensamiento esencial — que, por lo tanto, siempre y desde cualquier punto de vista es preparatorio —, se dirije hacia lo imperceptible. Aquí, cualquier colaboración pensante, por muy torpe y vacilante que sea, constituye una, ayuda esencial. La colaboración pensante se convierte en una INVISIBLE semilla, nunca acreditada por su validez o utilidad, que tal vez nunca vea tallo o fruto ni conozca la cosecha. Sirve para sembrar o incluso para preparar el sembrado. Heideggeriana: NietzscheDeus

¿Cuál es la esencia de la desprotección si consiste en la objetivación que reside a su vez en la autoimposición intencional? Lo objetivo del mundo se torna permanente en la producción representadora. Esta representación presenta. Pero lo presente está presente en una representación que tiene la naturaleza de un cálculo. Esta representación no conoce nada visible. Lo visible del aspecto de las cosas, la imagen que ofrecen a la intuición inmediata sensible, desaparece. La producción calculadora de la técnica es un “hacer sin imagen” (IX elegía). Con sus diseños, la autoimposición intencional pone ante la imagen visible el proyecto de una figura meramente calculada. Cuando el mundo se sume en lo objetivo de la figura solamente pensada, se sitúa en lo no sensible e INVISIBLE. Eso permanente debe su presencia a un poner, cuya actividad pertenece a la res cogitans, esto es, a la conciencia. La esfera de la objetividad de los objetos permanece dentro de la conciencia. Lo INVISIBLE propio de lo objetivo pertenece al interior de la inmanencia de la conciencia. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Ahora bien, si la desprotección es la separación frente a lo abierto, pero la separación consiste en la objetivación que pertenece a lo INVISIBLE e interno de la conciencia calculadora, entonces, la esfera esencial de la desprotección es lo INVISIBLE e interno de la conciencia. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Pero en la medida en que la inversión de la desprotección en lo abierto atañe de antemano a la esencia de la desprotección, dicha inversión es una inversión de la conciencia, concretamente en el interior de la esfera de la conciencia. La esfera de lo INVISIBLE e interno determina la esencia de la desprotección, pero también la manera en que ha sido invertida dentro del más amplio círculo. Heideggeriana: ParaQuePoetas

De este modo, aquello hacia lo que debe volverse lo esencialmente interno e INVISIBLE, con el fin de hallar su propia particularidad, sólo puede ser lo más INVISIBLE de lo INVISIBLE y lo más interno de lo interno. En la metafísica moderna se determina la esfera de lo interno INVISIBLE en cuanto ámbito de la presencia de los objetos calculados. Dicha esfera es la que Descartes caracteriza como conciencia del ego cogito. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Casi al mismo tiempo que Descartes, Pascal descubre frente a la lógica de la razón calculante, la lógica del corazón. Lo interno y lo INVISIBLE del ámbito del corazón no es sólo más interno que lo interno de la representación calculadora, y por ello más INVISIBLE, sino que al mismo tiempo alcanza más lejos que el ámbito de los objetos únicamente producibles. Es sólo en la más profunda interioridad INVISIBLE del corazón donde el hombre se siente inclinado a amar a los antepasados, los muertos, la infancia, los que aún están por venir. Esto forma parte del más amplio círculo, que ahora se muestra como la esfera de la presencia de la completa y salva percepción. Es verdad que dicha presencia, como la de la conciencia habitual de la producción calculante, es una presencia de la inmanencia. Pero el interior de la conciencia inhabitual sigue siendo el espacio íntimo en el que, para nosotros, todo ha pasado por encima de lo numérico del cálculo y, libre de semejantes límites, puede fluir y derramarse en la totalidad ilimitada de lo abierto. Esto superfluo que excede al número surge, en relación con su presencia, en el interior y lo INVISIBLE del corazón. La última frase de la novena elegía, que canta la pertenencia de los hombres a lo abierto, dice así: “Nace en mi corazón una existencia que excede al número”. Heideggeriana: ParaQuePoetas

En lugar de esto, Rilke intenta comprender dentro de la estructura esférica de la metafísica moderna, esto es, dentro de la esfera de la subjetidad como esfera de la presencia interna e INVISIBLE, esa desprotección establecida por la esencia autoimpositiva del hombre, de tal modo que la propia desprotección, que ha sido invertida, nos resguarda en el ámbito más íntimo e INVISIBLE del más amplio espacio interno del mundo. La desprotección en cuanto tal resguarda. Efectivamente, le da a la esencia del hombre, en cuanto interior e INVISIBLE, la señal para una inversión de la aversión contra lo abierto. La inversión señala el ámbito interno de lo interior. La inversión de la conciencia es por lo tanto una interiorización rememorante que vuelve la inmanencia de los objetos de la representación en una presencia dentro del espacio del corazón. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Mientras el hombre se limita a sumirse en la autoimposición intencional, no sólo él mismo está sin protección, sino también las cosas, en la medida en que se han convertido en objetos. Es verdad que ahí reside también una transformación de las cosas en dirección a lo interno e INVISIBLE. Pero esta transformación sustituye lo perecedero de las cosas por las construcciones imaginarias de los objetos calculados. Éstos son producidos para su desgaste. Cuanto antes se gastan, antes es necesario volver a reemplazarlos por otros con mayor rapidez y facilidad aún. Lo que permanece en la presencia de las cosas objetivas, no es su reposar en ellas mismas dentro del mundo que les es propio. Lo permanente de las cosas producidas, en cuanto meros objetos para el uso, es la reposición o sustitución. Heideggeriana: ParaQuePoetas

De igual modo que a nuestra desprotección le pertenece, en el predominio de la objetividad, la desaparición de las cosas conocidas, así, la seguridad de nuestra esencia exige también un salvamento de las cosas fuera de la pura objetividad. La salvación consiste en que las cosas, dentro del más amplio círculo de la completa percepción, puedan reposar en sí mismas, lo que significa que puedan descansar sin límites unas en otras. Tal vez incluso el volverse de nuestra desprotección hacia la existencia mundanal, dentro del espacio interno mundial, deba comenzar por que cambiemos lo perecedero y por tanto pasajero de las cosas objetivas, haciéndolas salir fuera de lo interior y lo INVISIBLE de la conciencia únicamente productiva e introduciéndolas en lo verdaderamente interno del espacio del corazón para dejarlas surgir allí de modo INVISIBLE. De acuerdo con esto, la carta del 13 de noviembre de 1925 (Cartas desde Muzot, p. 335), dice así: … nuestra tarea es imprimir en nuestra alma esta tierra provisional y perecedera de modo tan doloroso y apasionado que su esencia vuelva a surgir en nosotros ‘INVISIBLE’. Nosotros somos las abejas de lo INVISIBLE. Libamos incesantemente la miel de lo visible, para acumularlo en la gran colmena de oro de lo INVISIBLE Heideggeriana: ParaQuePoetas

La interiorización rememorante vuelve nuestra esencia, cuyo carácter sólo consiste en querer e imponer, junto con sus objetos, en el ámbito mas intimo e INVISIBLE del espacio del corazón. Allí, todo es interioridad: no sólo todo permanece vuelto hacia esto verdaderamente interno de la conciencia, sino que dentro de esto interno una cosa se vuelve libre de límites en lo otro. La interioridad del espacio interno del mundo nos libera lo abierto. Sólo lo que retenemos de este modo internamente (par coeur), lo sabemos verdaderamente externamente, de memoria. En eso interior somos libres, fuera de la relación con los objetos que nos rodean y que sólo nos protegen en apariencia. En esa interioridad del espacio interno del mundo existe una seguridad que se encuentra fuera de toda protección. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Pero, y esto es lo que preguntamos siempre, cómo puede esa interiorización rememorante de eso ya inmanentemente objetivo de la conciencia ocurrir en lo más íntimo del corazón? Atañe a lo interior y lo INVISIBLE. Pues tanto aquello interno rememorado como aquello hacia lo que se rememora tiene esa esencia. La interiorización rememorante invierte la separación y permite entrar en el más amplio círculo de lo abierto. ¿Quién de entre los mortales es capaz de semejante rememoración inversora? Es verdad que el poema dice que una seguridad de nuestra esencia nos llega por el hecho de que los hombres “a veces hasta nos arriesgamos más… que la propia vida, al menos un soplo más… Heideggeriana: ParaQuePoetas

Pero si cuando se crea una seguridad el hombre se siente tocado por la ley de todo el espacio interno del mundo, esto quiere decir que se ve tocado y conmovido en su propia esencia, por el hecho de que ya es ese que dice en cuanto ese ser que se quiere a sí mismo. Sin embargo, en la medida en que la creación de una seguridad procede de los que arriesgan más, éstos tienen que arriesgarse al lenguaje. Los que arriesgan más arriesgan el decir. Pero cuando el recinto de ese riesgo, el lenguaje, pertenece al ser de esa única manera por encima y fuera de la cual no quiere que haya nada de su mismo género, ¿en qué dirección debe ser dicho lo que deban decir esos que dicen? Su decir atañe a esa inversión rememorante de la conciencia, que vuelve nuestra desprotección hacia lo INVISIBLE del espacio interno del mundo. Porque atañe a la inversión su decir no sólo habla desde ambos ámbitos, sino a partir de la unidad de ambos, en la medida en que ya ha ocurrido en tanto que unificación salvadora. Por eso, donde la totalidad de lo ente es pensada como lo abierto de la pura percepción, la inversión rememorante tiene que ser un decir que le dice lo que tiene que decir a un ser que ya está seguro en la totalidad de lo ente, porque ya ha consumado la transformación de lo visible representable en lo INVISIBLE del corazón. Este ser se ve inscrito en la pura percepción por cada una de las dos caras de la esfera del ser. Este ser, para el que apenas prevalecen límites y diferencias entre las percepciones, es el ser que gobierna y hace aparecer el centro inaudito del más amplio círculo. Este ser es en las Elegías de Duino de Rilke, el ángel. Este nombre vuelve a nombrar una palabra fundamental de la poesía de Rilke. Es, como “lo abierto”, “la percepción”, “la separación”, “la naturaleza”, una palabra fundamental, porque lo dicho con ella piensa la totalidad de lo ente a partir del ser. En la carta del 13 de noviembre de 125 (loc. cit. p. 337), Rilke escribe lo siguiente: El ángel de las Elegías es esa criatura en la que ya aparece consumada la trasformación de lo visible en INVISIBLE que nos esforzamos por llevar a cabo… El ángel de las Elegías es ese ser que garantiza reconocer en lo INVISIBLE un rango más elevado de la realidad. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Planta y animal se encuentran “en el riesgo de su oscuro deseo” mantenidos en lo abierto libres de todo cuidado. Su corporalidad no les turba. Los seres vivos se ven introducidos y mecidos en lo abierto por sus instintos. Es verdad que también ellos se ven amenazados, pero no en su esencia. Planta y animal reposan de tal modo en la balanza, que ésta vuelve a equilibrarse y tranquilizarse siempre de nuevo en la quietud de una seguridad. La balanza en la que son arriesgados la planta y el animal no alcanza todavía el ámbito de la esencial y por lo tanto permanente inquietud. También la balanza sobre la que se arriesga al ángel permanece fuera de la inquietud, pero no porque todavía no pertenezca, sino porque ya no pertenece al ámbito de dicha inquietud. De acuerdo con su esencia incorpórea, la posibilidad de turbación por lo sensible visible se ha transformado en INVISIBLE. El ángel se presenta a partir de la quieta calma de la unidad equilibrada de ambos ámbitos dentro del espacio interno del mundo. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Por contra, en cuanto ese que se autoimpone intencionalmente, el hombre es arriesgado en la desprotección. La balanza del peligro permanece en manos del hombre así arriesgado esencialmente inquieta. El hombre que se quiere a sí mismo cuenta siempre con las cosas y los hombres como con elementos objetivos. Lo contabilizado se convierte en mercancía. Todo cambia constantemente transformándose en nuevos órdenes. La separación frente a la pura percepción se instala en la inquietud de la balanza constantemente sopesadora. Por medio de la objetivación del mundo y en contra de su propia intención, la separación da lugar a lo inconstante. Arriesgado de esta manera en la desprotección, el hombre se mueve en el medio de los negocios y el “cambio”. El hombre que se autoimpone vive de las apuestas de su querer. Vive esencialmente arriesgando su esencia en la vibración del dinero y el valer de los valores. El hombre, como permanente cambista e intermediario es “el mercader”. Pesa y sopesa constantemente y sin embargo no conoce el auténtico peso de las cosas. Tampoco sabe nunca lo que dentro de él tiene verdaderamente peso y pesa más que nada. En uno de sus poemas tardíos (pp. 21 y ss.) Rilke dice así: ¡Ah! ¡Quién sabe lo que predomina en él! — ¿Clemencia? ¿Terror? ¿Miradas, voces, libros? Pero, al mismo tiempo, fuera de toda protección, el hombre puede encontrar una “seguridad”, en la medida en que vuelve la desprotección como tal hacia lo abierto y la introduce en el espacio del corazón de lo INVISIBLE. Siendo esto así, lo inquieto de la desprotección pasa al lugar donde, en la unidad equilibrada del espacio interno del mundo, aparece el ser que hace que brille el modo en que esa unidad unifica y de esta manera representa al ser. La balanza del peligro pasa del ámbito del querer calculador al ángel. Se conservan cuatro versos de la última época de Rilke que parecen representar el inicio de un proyecto para un poema más largo. No es necesario decir nada más sobre esos versos. Rezan así (Obras Completas, vol. III, p. 438). — Cuando de manos del mercader — la balanza pasa — a las del ángel, quien en el cielo — la aquieta y apacigua con el equilibrio del espacio. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Ese soplo más, que arriesgan los más arriesgados, no significa sólo y en primer lugar la medida apenas perceptible, por lo fugaz, de una diferencia, sino que significa de modo inmediato la palabra y la esencia del lenguaje. Esos que son un soplo más arriesgados se arriesgan al lenguaje. Son esos decidores que dicen más. Porque ese soplo más al que se arriesgan, no es sólo un decir en general, sino que tal soplo es otro soplo, otro decir distinto al decir humano. El otro soplo no pretende tal o cual objeto, sino que se trata de un soplo por nada. El decir del cantor dice la salva totalidad de la existencia mundanal, la cual se aposenta de modo INVISIBLE en el espacio interno del mundo del corazón. El canto ni siquiera persigue eso que hay que decir. El canto es la pertenencia a la totalidad de la pura percepción. Cantar es ser llevado por el empuje del viento desde el inaudito centro de la plena naturaleza. El propio canto es “un viento”. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Se llama al hombre moderno ese que quiere. Los más arriesgados son los que quieren más, desde el momento en que quieren de otra manera que la autoimposición intencional de la objetivación del mundo. Su querer no quiere nada de eso. Si querer sigue siendo únicamente la autoimposición, entonces no quieren nada. No quieren nada en ese sentido porque son más dispuestos. Concuerdan más con la voluntad que, como riesgo mismo, atrae hacia sí todas las puras fuerzas en tanto que completa percepción de lo abierto. El querer de los más arriesgados es la buena disposición de los que dicen más, esos que están resueltos y ya no están cerrados en la separación respecto a esa voluntad, bajo cuya forma el ser quiere lo ente. La esencia de los más arriesgados, que consiste en que son más dispuestos, dice con mayor capacidad de decir (según las palabras de la elegía IX): Tierra ¿no es eso lo que quieres? INVISIBLE — surgir en nosotros? ¿No es acaso tu sueño — ser INVISIBLE alguna vez? ¡Tierra! ¡INVISIBLE! — ¿Qué es, sino metamorfosis, tu imperiosa tarea? — Tierra, amada, yo quiero.” Heideggeriana: ParaQuePoetas

En lo INVISIBLE del espacio interno del mundo, bajo la forma de cuya unidad mundial aparece el ángel, lo salvo de lo ente mundial se torna visible. Sólo en el más amplio ámbito de lo salvo puede aparecer lo sagrado. Los poetas del género de esos más arriesgados se encuentran en camino hacia la huella de lo sagrado, porque experimentan como tal la falta de salvación. Su canción por encima de la tierra salva y consagra. Su canto celebra lo intacto de la esfera del ser. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Sin embargo no deja de extrañar que Hölderlin piense la poesía como un medir. Y esto con razón mientras representemos el medir en el sentido que nos es corriente. En este caso, con ayuda de algo conocido — a saber, escalas de medida y números destinados a medir — algo desconocido es recorrido contando las veces que en él cabe la unidad de medida y de este modo se le convierte en algo conocido y se le mete dentro de los límites de un número y un orden abarcables en todo momento. Este medir puede variar según el modo de los instrumentos solicitados. Pero ¿quién nos garantiza que este modo de medir, sólo por el hecho de ser el modo habitual, acierte ya con la esencia del medir? Cuando hablamos de medida pensamos inmediatamente en el número y representamos ambos, número y medida, como algo cuantitativo. Ahora bien, la esencia de la medida, al igual que la esencia del número, no es un quantum. Con números podemos calcular, pero no con la esencia del número. Cuando Hölderlin avista el poetizar como un medir y lleva a cabo éste sobre todo como la toma-de-medida, entonces, para pensar el poetizar, ante todo tenemos que considerar una y otra vez la medida que se toma en el poetizar; tenemos que prestar atención al modo de este tomar, que no descansa en un echar mano, no descansa en modo alguno en un coger, sino en un dejar llegarlo Asignado-como-Medida. ¿Cuál es la medida para el poetizar? La divinidad; ¿entonces Dios? ¿Quién es Dios? Tal vez esta pregunta es demasiado difícil para el hombre y demasiado prematura. Preguntemos pues antes qué es lo que se puede decir de Dios. Limitémonos primero a preguntar esto: ¿qué es Dios? Por fortuna, y para ayudarnos aquí, nos han quedado unos versos de Hölderlin que, desde el punto de vista temático y temporal, pertenecen al círculo del poema “Endulce azul florece… Empiezan así (Stuttg. Ausgabe 2, 1 p. 210): “¿Qué es Dios? desconocido, sin embargo lleno de propiedades está el rostro del cielo de él. Así los rayos la ira son de un Dios. Tanto más INVISIBLE es una cosa cuando se destina a lo extraño… Heideggeriana: HomemHabita

Lo que permanece extraño al Dios, los aspectos del cielo, esto es lo familiar para el hombre. ¿Y qué es esto? todo lo que en el cielo, y con ello también bajo el cielo, y con ello también sobre la tierra, resplandece y florece, suena y aroma, sube y viene, pero también anda y cae, pero también se queja y se calla, pero también palidece y se oscurece. A esto que le es familiar al hombre, pero extraño al Dios, se destina el Desconocido, para permanecer allí cobijado como el Desconocido. Pero el poeta llama a cantar en la palabra a toda claridad de los aspectos del cielo y a todas las resonancias de sus rutas y de sus brisas y, en la palabra, hace brillar y sonar lo que ha llamado. Ahora bien, el poeta, si es poeta, no describe el mero aparecer del cielo y de la tierra. El poeta, en los aspectos del cielo, llama a Aquello que, en el desvelarse, hace aparecer precisamente el ocultarse, y lo hace aparecer de esta manera: en tanto que lo que se oculta. El poeta, en los fenómenos familiares, llama a lo extraño como aquello a lo que se destina lo INVISIBLE para seguir siendo aquello que es: desconocido. Heideggeriana: HomemHabita

El poeta poetiza sólo cuando toma la medida, diciendo los aspectos del cielo de tal modo que éste se inserta en sus fenómenos como en lo extraño a lo que el Dios desconocido se “destina”. Para nosotros el nombre corriente para aspecto y apariencia de algo es “imagen”. La esencia de la imagen es: dejar ver algo. En cambio, las copias y reproducciones son ya degeneraciones de la imagen propia, que deja ver el aspecto de lo INVISIBLE y de este modo lo mete en la imagen de algo extraño a él. Como el poetizar toma aquella medida misteriosa, a saber a la vista del cielo, por esto habla en “imágenes” (Bildern). Por esto las imágenes poéticas son imaginaciones (Ein-Bildungen), en un sentido especial: no meras fantasías e ilusiones sino imaginaciones (resultado de meter algo en imágenes), incrustaciones en las que se puede avistar lo extraño en el aspecto de lo familiar. El decir poético de las imágenes coliga en Uno claridad y resonancia de los fenómenos del cielo junto con la oscuridad y el silencio de lo extraño. Por medio de estos aspectos extraña el dios. En el extrañamiento da noticia de su incesante cercanía. Por esto Hölderlin, en el poema, después de los versos “Lleno de méritos, sin embargo, poéticamente vive el hombre sobre la tierra” puede continuar así: “… Pero más pura no es la sombra de la noche con las estrellas, si yo pudiera decir esto, como el hombre que se llama una imagen de la divinidad.” Heideggeriana: HomemHabita

“…la sombra de la noche” — la noche misma es la sombra, lo oscuro que nunca puede llegar a ser tiniebla sin más, porque, como sombra, permanece confiado a la luz, proyectada por ésta. La medida que toma el poetizar como lo extraño en el que el INVISIBLE cuida su esencia se destina a lo familiar de los aspectos del cielo. Por esto la medida es del modo de la esencia del cielo. Pero el cielo no es mera luz. El resplandor de sus alturas es en sí mismo la oscuridad de la amplitud suya, que todo lo alberga. El azul del dulce azur del cielo es el color de la profundidad. El resplandor del cielo es el emerger y el hundirse del crepúsculo que alberga todo aquello de lo que se puede dar noticia. Este cielo es la medida. Por esto el poeta tiene que preguntar: “¿Hay en la tierra una medida?” Y tiene que contestar: “no hay ninguna”. ¿Por qué? Porque aquello que nosotros nombramos cuando decimos “sobre la tierra” sólo está de un modo consistente en la medida en que el hombre toma-morada en la tierra y en el habitar deja a la tierra ser como tierra. Heideggeriana: HomemHabita

Mi carta quisiera pensar previamente en ese lugar de la línea y así explicar la línea. Su enjuiciamiento de la situación bajo el nombre trans lineam y mi explicación bajo el nombre de línea, se corresponden. Aquélla incluye a ésta. Ésta depende de aquélla. Con ello no le digo nada especial. Usted sabe que un enjuiciamiento de la situación del hombre respecto al movimiento del nihilismo y dentro de éste, (387) exige una determinación esencial suficiente. Tal saber falta en muchos lugares. La carencia enturbia la vista en el enjuiciamiento de nuestra situación. Hace superficial el juicio sobre el nihilismo y ciego el ojo para la presencia “de éste, el más inhóspito de todos los huéspedes” (Nietzsche, La voluntad de poder Para el plan, WW XV pág. 141). Se llama el “más inhóspito” porque él, como voluntad incondicionada de voluntad, quiere la inhospitalidad en cuanto tal. Por eso no sirve de nada mostrarle la puerta, ya que por doquier desde hace tiempo e INVISIBLE da vueltas por la casa. Es preciso divisar a ese huésped y examinarle. Usted mismo escribe (pág. 23): “Una buena definición del nihilismo sería comparable al descubrimiento del agente cancerígeno. No significaría la curación, pero sí su condición, en la medida en que generalmente los hombres colaboran en ello. Se trata ciertamente de un proceso que supera ampliamente a la historia”. Heideggeriana: PreguntaSer

A muchos les puede parecer superfluo lo que aquí se ha pensado acerca del poema y puede considerarse inoportuno y forzado. Pero la cuestión de la que aquí se trata, en la vecindad de la experiencia poética con la palabra, es encontrar una posibilidad para una experiencia pensante con el habla. Esto quiere decir ahora y antes que nada: aprender a prestar atención a la vecindad misma en la que habitan la poesía y el pensamiento. Pero, cosa extraña — la vecindad misma permanece INVISIBLE. Lo mismo sucede en nuestras vidas cotidianas. Uno vive en ella y se hallaría perplejo si tuviera que decir en qué consiste la vecindad. Pero esta perplejidad sólo es un caso particular, y quizá destacado. de aquella antigua y vasta perplejidad en la que se halla siempre y en todas partes nuestro pensamiento y nuestro decir. ¿A qué perplejidad nos referimos? A ésta: no estamos en situación — o si lo estamos es sólo raras y escasas veces — de hacer la experiencia puramente, y en sus propios términos, de una relación que rige entre dos cosas, entre dos esencias. Nos representamos inmediatamente la relación a partir de lo que cada vez está en relación. Comprendemos poco de cómo, a través de qué y desde dónde se da esta relación y cómo es en tanto que tal. Así, es sin duda correcto representarse la vecindad como relación. Esta representación también es adecuada a la vecindad de poesía y pensamiento. Pero esta representación no nos indica nada sobre si es la poesía la que se instala en la vecindad del pensamiento o, por el contrario, el pensamiento el que se instala en la vecindad de la poesía, o bien si cada uno se ha ido a la vecindad del otro. La poesía se mueve en el elemento del decir, lo mismo que el pensamiento. Cuando reflexionamos acerca de la poesía, nos hallamos a la vez en el mismo elemento donde se mueve el pensamiento. Así y todo, no podemos decidir aquí de manera definitiva si la poesía es, en lo propio, una forma del pensamiento o si el pensamiento es, en lo propio, una forma de la poesía. Permanece oscuro para nosotros a través de qué se determina su verdadera relación y de qué origen procede propiamente lo que, bastante a la ligera, llamamos lo propio (das Eigentliche). Pero — cualquiera que sea el modo mediante el cual dejamos venir a nuestras mentes la poesía o el pensamiento — cada vez se nos ha acercado el uno y mismo elemento: el decir, tanto si le prestamos atención como si no. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Homero llama a Atenea polýmetis, la múltiple consejera. Y ¿qué significa aconsejar? Significa: anticipar, prever y, por tanto, dejar que algo resulte, que se logre. Es por eso que, Atenea impera siempre allí donde los hombres producen algo, traen a la luz, encaminan algo, ponen algo en obra, actúan y hacen. De ese modo, Atenea es la amiga consejera y ayuda de Hércules en sus proezas. La métopa de Atlas del Templo de Zeus en Olimpia muestra a la diosa aún INVISIBLE en su asistencia y a la vez lejana, desde la elevada distancia de su divinidad. Atenea da especialmente consejo a los hombres que producen aparatos, vasijas, adornos. Todo aquel que es hábil en el producir (Herstellen), que conoce su oficio, que puede dirigir su manejo, es un technítes. Captamos muy estrechamente el sentido de este nombre, cuando lo traducimos por el de “artesano”. También aquellos que levantan obras arquitectónicas y producen obras plásticas se llaman tecnitas. Se llaman de ese modo, porque su hacer determinante está guiado por un comprender, que lleva el nombre de téchne. La palabra nombra un tipo de saber. No mienta el hacer ni el elaborar. Pues, saber significa: tener previamente en la mirada aquello, que es importante al sacar afuera, producir (Hervorbringen) una imagen y una obra. La obra también puede ser una tal de la ciencia y de la filosofía, de la poesía y del discurso público. El arte es téchne, pero no técnica. El artista es technítes, pero no técnico, ni artesano. Heideggeriana: ArtePensar

Porque el arte como téchne se basa en un saber y porque tal saber debe ser conducido hacia aquello, que — siendo aún INVISIBLE — le señale su figura y le dé su medida, llevándolo primeramente a la visibilidad y perceptibilidad de la obra; es debido a esto que: una mirada previa en lo aún no avistado hasta aquí precise de un modo distinguido de la visión y de la claridad. Heideggeriana: ArtePensar

El mirar previo que lleva el arte necesita de la iluminación. ¿Desde qué otro lugar puede ofrecérsele ésta al arte más que desde la diosa, que como polýmetis, la de múltiples consejos, es, a su vez, glaukôpis? El adjetivo glaukós nombra el radiante refulgir del mar, de los astros y de la luna, pero también el fulgor del olivo. El ojo de Atenea es el que brilla y refulge. Por eso le pertenece a ella como símbolo de su naturaleza, la lechuza, he glaúx. Cuyo ojo no sólo es ardiente y fulgente, sino que también ve a través de la noche y hace visible lo que de lo contrario sería INVISIBLE. Heideggeriana: ArtePensar

A pesar de ello, tenemos que preguntar aún más exactamente: ¿Hacia dónde se dirige la mirada aconsejadora e iluminadora de la diosa Atenea? Para hallar la respuesta, tengamos presente el relieve consagrado a la diosa Atenea, en el museo de la Acrópolis. Desde él, Atenea se presenta como la skeptoméne, la meditabunda. ¿Hacia dónde se dirige la mirada meditabunda de la diosa? Hacia el monolito fronterizo, hacia el límite. El límite, sin embargo, no es sólo contorno y marco, ni solamente aquello en lo que algo termina. Límite mienta aquello mediante lo cual algo se halla reunido en lo suyo propio, para aparecer desde allí en su plenitud, hacerse presente. Al meditar el límite, Atenea ya tiene en la mirada aquello, hacia donde tiene que mirar previamente el actuar humano, para hacer aparecer lo así divisado en la visibilidad de una obra. Más aún: la mirada meditabunda de la diosa no sólo contempla la figura INVISIBLE de posibles obras humanas. La mirada de Atenea descansa ante todo, ya, sobre aquello que deja que las cosas, que no necesitan primeramente de la producción humana, surjan desde sí mismas en la moldura de su presencia. A esto lo llamaron los griegos desde antaño la physis. La traducción romana de la palabra physis por natura y, finalmente, el concepto de naturaleza, que desde aquí se hizo rector en el pensamiento occidental — europeo, encubren el sentido de aquello que physis mienta: lo que surge por sí mismo en su respectivo límite y permanece en él. Heideggeriana: ArtePensar

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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