¿Qué sucede aquí? Nietzsche retrotrae el ego cogito a un ego volo e interpreta el velle como querer en el sentido de la voluntad de poder, a la que piensa como el carácter fundamental del ente en su totalidad. Pero ¿qué pasaría si la instauración de este carácter fundamental sólo fuera posible sobre el terreno de la posición metafísica fundamental de Descartes? Entonces, la crítica de Nietzsche a Descartes sería un desconocimiento de la esencia de la metafísica que sólo puede asombrar a quien aún no ha comprendido que este autodesconocimiento de la metafísica se ha vuelto una necesidad en el estadio de su acabamiento. La siguiente proposición muestra hasta qué punto Nietzsche se encuentra ya arrojado fuera de los cauces de una meditación metafísica originaria: “El concepto de substancia, una consecuencia del concepto de sujeto: ¡no a la inversa!” (La voluntad de poder, n. 485; 1887). Nietzsche entiende aquí “sujeto” en el sentido moderno. Sujeto es el yo humano. El concepto de substancia no es jamás, como opina Nietzsche, una consecuencia del concepto de sujeto. Pero tampoco el concepto de sujeto es una consecuencia del concepto de substancia. El concepto de sujeto surge de la nueva interpretación de la verdad del ente – que, siguiendo a la tradición, es pensado como ousia, hypokeimenon y subiectum – por el hecho de que, sobre la base del cogito sum, el hombre se convierte en lo que propiamente subyace, en aquello quod substat, en substancia. El concepto de sujeto no es otra cosa que la limitación del transformado concepto de substancia al hombre en cuanto representante en cuyo representar lo representado y el representante están fijados en su copertenencia. Nietzsche ignora el origen del “concepto de substancia” porque, a pesar de toda la crítica a Descartes, sin un saber suficiente de la esencia de una posición metafísica fundamental, considera incondicionalmente asegurada la posición fundamental metafísica moderna y deposita todo en la preeminencia del hombre como sujeto. Sin embargo, el sujeto es comprendido ahora como voluntad de poder; en conformidad con ello, también la cogitatio, el pensar, es interpretado de otro modo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿Y qué es la “lógica”? La lógica es “un imperativo, no para el conocimiento de lo verdadero sino para poner y componer un mundo que deba llamarse verdadero para nosotros” (n. 516; 1887). Aquí la lógica es comprendida como una orden y una forma de ordenar, es decir como un “instrumento” de la voluntad de poder. De modo aún más decidido, dice Nietzsche (n. 512; 1885): “La lógica no proviene de la voluntad de verdad”. Nos sorprendemos. Según el propio concepto de Nietzsche la verdad es, sin embargo, lo fijo y lo que se ha fijado; ¿la lógica no habría de surgir de esta voluntad de fijar y volver consistente? Según el concepto propiamente nietzscheano sólo puede provenir de la voluntad de verdad. Cuando, a pesar de ello, dice: “La lógica no proviene de la voluntad de verdad”, está comprendiendo de improviso verdad en un sentido diferente: no en el suyo, de acuerdo con el cual es una especie de error, sino en el sentido tradicional, según el cual verdad quiere decir: concordancia del conocimiento con las cosas y con lo real. Este concepto dé verdad es la presuposición y el patrón de medida para la interpretación de la verdad como apariencia y error. ¿La propia interpretación nietzscheana de la verdad como apariencia no se convierte así en una apariencia? No se convierte ni siquiera en una apariencia: la interpretación nietzscheana de la “verdad” como error invocando la esencia de la verdad como concordancia con lo real se convierte en la inversión de su propio pensar y, con ella, en su disolución. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿Qué concepción de lo ente y qué interpretación de la verdad subyace a estos fenómenos? Restringiremos la pregunta al primer fenómeno citado, esto es, a la ciencia. ¿En qué consiste la esencia de la ciencia moderna? ¿Qué concepción de lo ente y de la verdad fundamenta a esta esencia? Si conseguimos alcanzar el fundamento metafísico que fundamenta la ciencia como ciencia moderna, también será posible reconocer a partir de él la esencia de la era moderna en general. En la actualidad, cuando empleamos la palabra ‘ciencia’ ésta significa algo tan esencialmente diferente de la doctrina y scientia de la Edad Media como de la episteme griega. La ciencia griega nunca fue exacta, porque según su esencia era imposible que lo fuera y tampoco necesitaba serlo. Por eso, carece completamente de sentido decir que la ciencia moderna es más exacta que la de la Antigüedad. Del mismo modo, tampoco se puede decir que la teoría de Galileo sobre la libre caída de los cuerpos sea verdadera y que la de Aristóteles, que dice que los cuerpos ligeros aspiran a elevarse, sea falsa, porque la concepción griega de la esencia de los cuerpos, del lugar, así como de la relación entre ambos, se basa en una interpretación diferente de lo ente y, en consecuencia, determina otro modo distinto de ver y cuestionar los fenómenos naturales. A nadie se le ocurriría pretender que la literatura de Shakespeare es un progreso respecto a la de Esquilo, pero resulta que aún es mayor la imposibilidad de afirmar que la concepción moderna de lo ente es más correcta que la griega. Por eso, si queremos llegar a captar la esencia de la ciencia moderna, debemos comenzar por librarnos de la costumbre de distinguir la ciencia moderna frente a la antigua únicamente por una cuestión de grado desde la perspectiva del progreso. Heideggeriana: EIM
El hecho de que el propio Nietzsche ponga “la doctrina de los dos mundos” de la metafísica como trasfondo de una interpretación de la esencia de la verdad contiene para nosotros la indicación de, partiendo precisamente desde aquí, acrecentar aún más lo sorprendente de esta interpretación de la verdad y concentrar lo digno de cuestión en el punto cuestionante más interno. Heideggeriana: VontadePoder
¿Pero qué hay allí de ambiguo? A lo sumo podríamos decir: la determinación unívoca de la verdad como una especie de error va en contra del pensar cotidiano corriente, que discurre siempre por una sola vía; es, dicho en griego, un paradoxon. La siempre repetida interpretación de la verdad como error, como ilusión, como mentira, como apariencia, resulta más que unívoca. Sólo puede hablarse de ambigüedad cuando una y la misma cosa se piensa con un significado doble y diferente. Una ambigüedad esencial – que no se basa por lo tanto en una mera negligencia del pensar y el decir – existe sólo cuando es inevitable el doble significado de lo mismo. Heideggeriana: VontadePoder
Hasta este extremo es necesario llegar. Este extremo no es la nada – como quisiera entenderlo un pensamiento de corto aliento – y el “nihilismo” que aquí se anuncia no es una fantasmagoría producida por pensamientos embrollados sino la adopción de una posición extrema en la que la “verdad” comprendida metafísicamente alcanza su última esencia posible. Con qué claridad ve Nietzsche este camino hacia una posición fundamental extrema, de qué modo inmediatamente histórico evalúa el alcance de esta acción pensante, en qué dirección busca la mutación de esencia de la verdad metafísica, todo esto lo muestra un fragmento que ha sido recogido en el libro La voluntad de poder (n. 749; primavera-otoño de 1887, reelaborado en primavera-otoño de 1888). No obstante, sólo lo comprenderemos – y aún entonces sólo de modo aproximado – si recorremos efectivamente hasta su extremo el curso de pensamientos nietzscheanos que lleva a la esencia de la verdad; en efecto, aún no estamos allí, aunque pueda parecer que ya todo se disuelve y aniquila y que por lo tanto ya no es posible nada más extremo en la interpretación de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder
La interpretación de la verdad como tener-por-verdadero mostró que el representar [Vorstellen] como poner-delante [Vor-stellen] es un poner-delante [Vor-stellen] de lo que embiste y de ese modo el volver consistente del caos. Lo verdadero de este tener-por-verdadero consolida lo que deviene, con lo que precisamente no corresponde con el carácter de devenir del caos. Lo verdadero de esta verdad es no correspondencia, no verdad, error, ilusión. Pero la caracterización de lo verdadero como una especie de error se funda en la adecuación de lo puesto-delante a lo que ha de fijarse. Incluso cuando lo verdadero propio del tener-por-verdadero es comprendido como lo no verdadero se pone aún como base la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis. Pero si se derrumba el “mundo verdadero” de lo en sí ente, y con él también la distinción respecto de un mundo sólo aparente, ¿no es arrastrada por ese derrumbe también la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis? De ninguna manera, antes bien sólo ahora llega esta esencia de la verdad a una exclusividad sin obstáculos. Heideggeriana: VontadePoder