idea antropológico-instrumental de la técnica

Con la idea antropológica de la técnica viene puesto a la vez el otro momento. Lo llamamos el momento instrumental. La palabra latina instruere quiere decir: acomodar las cosas unas en otras y unas sobre otras, levantar, ordenar, disponer adecuadamente. El instrumentum es el aparato y utensilio, medio con que nos ayudamos y medio con que promovemos, medio en general. La técnica se considera algo que el hombre maneja, con lo que el hombre anda arriba y abajo, de lo que el hombre hace uso, con la intención de obtener algún provecho. La idea instrumental de técnica permite abarcar y enjuiciar de forma unitaria y de un modo convincente la historia de la técnica considerándola en el conjunto de su evolución. Y conforme a esto, desde la perspectiva de la idea antropológico-instrumental de la técnica se puede afirmar con un cierto derecho que entre el hacha de piedra y el producto más reciente de la técnica, el “telstar”, no se da en el fondo ninguna diferencia esencial. Ambos son instrumentos, medios fabricados para determinados fines. El que el hacha de piedra sea un utensilio primitivo y el “telstar” un aparato altamente complejo y sofisticado, significa, ciertamente, una considerable diferencia gradual, pero ello nada cambia en su carácter instrumental, es decir, en su carácter técnico. El primero, el hacha de piedra, sirve para cortar y para desbastar cuerpos menos duros que encontramos en la naturaleza. El segundo, el satélite televisivo, sirve como punto de conexión para un intercambio transatlántico directo de programas de televisión. Sin embargo, no faltará quién se apresure a decir que la considerable diferencia entre ambos instrumentos apenas permite ya seguir comparando ambos instrumentos entre sí, a no ser que nos contentemos con decir que ambos coinciden en su carácter instrumental, concebido éste en términos sumamente generales y vacíos. Pero con ello se está admitiendo que el carácter de lo instrumental no basta para determinar lo propio de la técnica moderna y de sus productos. No obstante lo cual, la idea antropológico-instrumental de técnica resulta tan fácil de entender y, por eso mismo, tan tenaz, que la innegable diversidad de ambos instrumentos se la explica apelando al formidable progreso de la técnica moderna. Pero la idea antropológico-instrumental de técnica no sólo resulta dominante porque sea la que empiece imponiéndosenos como obvia, sino también porque es correcta en su ámbito. Esa corrección se ve además reforzada y consolidada porque esa representación antropológica no sólo determina la interpretación de la técnica, sino que penetra también en todos los ámbitos como forma predominante de pensar. Tanto menos posible será, pues, objetar directamente algo contra la corrección de la idea antropológico-instrumental de la técnica. Y aunque ése fuese el caso [es decir, aunque directamente no fuese posible objetar mucho contra ella MJR], con ello no habríamos aclarado todavía nada en lo que respecta a nuestra pregunta por la técnica. Pues lo correcto no es aún lo verdadero, es decir, aquello que nos muestra y que guarda lo más propio de una cosa. Heideggeriana: LTLT

En el sentido de la idea antropológico-instrumental de la técnica moderna ésta puede considerarse una aplicación práctica de la ciencia moderna de la naturaleza. Sin embargo, tanto por el lado de los físicos, como también por el lado de los técnicos, se multiplican las voces que tienen por insuficiente esa caracterización de la técnica moderna como ciencia aplicada de la naturaleza. En lugar de eso se habla ahora de un “mutuo apoyo” en la relación entre ciencia de la naturaleza y técnica (Heisenberg). Sobre todo la física nuclear se ve llevada a una situación que conduce a constataciones desconcertantes como es, por ejemplo, que el dispositivo técnico empleado por el observador en el experimento codetermina qué resulta accesible y qué no resulta accesible en el átomo, es decir, en los fenómenos o manifestaciones de éste. Pero esto no quiere decir nada menos que: la técnica es codeterminante en el conocimiento. Y la técnica sólo puede serlo si lo más propio de ella es algo que tiene en sí carácter de conocimiento. Y sin embargo, no se suele llegar tan lejos al pensar las cosas, sino que solemos contentarnos con la constatación de una relación de reciprocidad entre la ciencia de la naturaleza y la técnica. Se les llama “mellizas”, con lo cual no se está diciendo nada mientras no se piense ese su origen común. Con la referencia a esa relación de reciprocidad de ambas quedamos, ciertamente, más cerca de la cosa, pero de suerte que es precisamente entonces cuando ésta se vuelve enigmática y, por tanto, digna de que nos preguntemos por ella. Una relación de reciprocidad entre ciencia natural y técnica sólo puede darse si ambas están a un mismo nivel, si ni la ciencia es sólo el fundamento de la técnica, ni tampoco la técnica es sólo la aplicación de la ciencia. El rojo y el verde son iguales en cuanto que entre sí concuerdan en lo tocante a lo mismo, a saber, en que son genuinamente colores. Heideggeriana: LTLT