GA51:25-27 – o ente em sua inteireza: real, possível, necessário

Garda

Pero todavía es más evidente la opinión que circula entre nosotros según la cual, precisamente, el ente «es» o, como decimos, está determinado «por el ser». Cuando decimos «el ente es», diferenciamos cada vez el ente y su ser, sin que en general reparemos en esa diferenciación. Por eso tampoco preguntamos en qué consista la diferenciación entre el ente y su ser, de dónde surja y en virtud de qué siga siendo tan evidente y de dónde se irrogue el derecho a dicho carácter de evidencia. Tampoco encontramos la menor ocasión para preocuparnos de esa diferenciación entre ente y ser.

Cuando nos paramos a pensar el ente en total o intentamos siquiera pensar en ello de manera aproximada, dejamos por lo común indeterminado e indeciso qué cosa nos representemos con ello, ya se trate del ente o del ser, de ambos alternativa y difusamente, o de ambos diferenciados pero en un respecto (58) apenas aprehendido. De ello proviene también una antigua confusión en el Decir. Decimos: «el ser» y propiamente mentamos al ente. Hablamos del ente en tanto tal y en el fondo 1 mentamos al ser. Parece incluso que no existiera diferenciación alguna entre ente y ser. Y si existiera, parece que el no prestar atención a ella no ocasionaría ningún «daño» especial.

Las cosas siguen su curso. Unicamente cuando meditemos sobre el ente en total y nos paremos a pensar en puridad el ser del ente en total, y no después de ello, nos atendremos a la mentada diferenciación del ente y del ser. La diferenciación, imperando, rige todo nuestro Decir acerca del ente e incluso todo comportamiento respecto al ente, sea este lo que sea: o bien el ente que nosotros mismos no somos (piedra, planta, animal) o el ente que nosotros mismos somos.

Cuando, al margen de toda consideración científica y lejos de toda meditación filosófica, decimos que «el tiempo es bueno», con «tiempo» mentamos algo realmente efectivo, un ente; con «bueno», la disposición realmente efectiva y con el inaparente 2 «es» el modo en que este ente, el tiempo, está siendo así o asá; mentamos por tanto el ser de ese ente que se llama «tiempo». El «es» no nombra aquí un ente, no nombra nada similar a «el tiempo» y lo «bueno». «El tiempo» y «bueno», por el contrario, nombran un ente, mas nada similar al «es».

(59) El tiempo se determina por el calor solar, la reverberación de la tierra y su relación con el suelo, por el viento (corriente atmosférica), por la distribución de la humedad, los estados eléctricos de la atmósfera y otras cosas por el estilo. Podemos observar inmediatamente y fijar con aparatos apropiados el tiempo y lo que a él compete. Así podemos estipular si el tiempo es bueno, malo o «inestable». Lo bueno, lo malo, o lo inestable, referidos al tiempo, podemos verlo, sentirlo; podemos encontrar el tiempo y sus estados. ¿Pero dónde se esconde el «es»?, ¿qué es lo que mientan y en qué consiste eso que «es» el tiempo y que «es» lo bueno? De! buen tiempo siempre podemos alegrarnos pero, ¿y del «es»?, ¿qué debemos hacer con ello? Podemos leer en el higrómetro si el aire es más o menos húmedo, pero no hay instrumento para fijar y asir el «es», aquello que mentamos con el «es». Con todo lujo de detalles decimos: hay higrómetros, anemómetros, barómetros que indican corno «es» el tiempo; pero no hay ningún «es»-metro, ningún instrumento que mida al «es» mismo y que pueda aprehenderlo. Y sin embargo decimos: el tiempo —o sea él mismo— es así o asá. Con ello mentamos lo que un ente es en cada caso y, si es, el modo en que «es»; mentamos el ser del ente. Al mentar tal cosa, es decir el ser, no prestamos nunca, sin embargo, atención más que al ente dd caso.

Para el propósito mencionado nos «interesa» el estado dd tiempo, el tiempo, pero no el «es». ¿ Cuántas veces a lo largo del día utilizamos, y no sólo en relación al tiempo, esa modesta [27) palabra «es»? Pero, ¿qué seria de los negocios cotidianos si pensásemos propiamente cada vez o incluso sólo una vez en el «es» y nos atuviésemos a ello en lugar de comprometernos únicamente con el ente del caso, solicitado por nuestros propósitos, nuestro trabajo, nuestras diversiones, esperanzas y temores? Tenemos noticia de lo q;te el ente mismo es y tenemos experiencia de que el ente es. Pero, ¿dónde diablos vamos a encontrar ese «es»?, ¿dónde vamos, en suma, a buscar semejante cosa?

Aylesworth

Original

  1. Im Grunde; es decir: «dentro del fundamento». Lo así aludido es el gesto metafísico por el que el ser es considerado como fundamento del ente, justamente desde la pregunta por el ente, haciendo así del ser mismo un ente en tanto lo atisbado es el ser del ente (como genitivo subjetivo); pero «en el fondo» es el ser mismo, en su diferencia respecto a todo ente, el que posibilita el cuestionar metafísico y lo que en tal es aludido.[↩]
  2. unscheibur; en su acepción cotidiana: «modesto», «insignificante», «de poca monta». La traducción propuesta, literal, quiere mantener el juego posteriormente hecho valer entre dicho término y los correspondientes derivados del verbo scheinen: parecer,’ aparentar. El hilo conductor del presente parágrafo, así las cosas, no es otro que el de mostrar cómo el «modesto» e «inaparente» «es», como cópula de la proposición, es justamente lo que deja «aparecer» io en ella dicho. Cabría pues remitir lo aquí indicado respecto a la proposición con la ya avanzada en Ser y Tiempo (§ 33) respecto a la misma.[↩]
Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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