Pero lo que propiamente aleja al hombre moderno del inicio de su historia acontecida (Geschichte) no es, ni única ni primeramente, el «lenguaje» (Sprache), que ciertamente es otro, sino el modo transformado de la interpretación del mundo (die gewandelte Art der Weltauslegung) y el emplazamiento fundamental en medio del ente (die Grundstellung inmitten des Seienden). El emplazamiento fundamental de la modernidad es el «técnico». Dicho emplazamiento no es técnico porque haya máquinas de vapor y posteriormente motores de explosión, sino al contrario: si hay cosas tales es porque la época es «técnica». Eso que llamamos técnica moderna no es sólo una herramienta, un medio en contraposición al cual el hombre actual pudiese ser amo o esclavo; previamente a todo ello y sobre esas actitudes posibles, es esa técnica un modo ya decidido de interpretación del mundo que no sólo determina los medios de transporte, la distribución de alimentos y la industria del ocio, sino toda actitud del hombre en sus posibilidades; esto es: acuña previamente sus capacidades de equipamiento. Por eso la técnica sólo es dominada allí donde, entrando previamente en ella y sin reservas, se le dice un sí incondicionado. Esto significa que la dominación práctica de la técnica y su despliegue carente de condiciones, presupone ya la sumisión metafísica a la técnica. A esta sumisión acompaña la actitud de poner a todo bajo planes y cálculos para, a su vez, aplicarlos a amplios períodos de tiempo, con el fin de poner a buen recaudo de una manera consciente y voluntaria a lo susceptible de duración, mediante una duración tan grande como sea posible. (GA51ES:45-46)